Los personajes de Shingeki no Kyojin pertenecen a Hajime Isayama.

Capitulo 2

La estabilidad de una nación trata de hallar su equilibrio en tres poderes fundamentales, el gobierno central, la milicia y el clero. Este último es creado en base a las creencias predominantes de un pueblo, luego de que se descubriera de que las murallas estaban hechas por los colosales, el culto a las murallas fue decayendo y con este las riquezas de sus líderes, sin embargo y para dolor de cabeza de Historia, el clero inició un relanzamiento introduciendo nuevos dogmas en su doctrina con la ideología Jaegerista.

Luego de que concluyese la reunión con los embajadores, el pastor Roderich debía entregar a la reina la carta dogmática firmada por los principales concilios del culto, en esta se asentaban las nuevas modificaciones a los dogmas que serian establecidos en cada sede de las regiones para impartirlas al pueblo como enseñanza obligatoria desde los siete años de edad. Esta iniciativa era apoyada por el partido y la milicia Jaegerista como una forma de adoctrinamiento a los eldianos.

En cuanto al estatuto militar que estaría presentando el general Prats, cada ciudadano de Eldia a partir de los diez años debía estudiar ocho años consecutivos en la academia militar, los cuatro primeros años recibirían educación básica y militar y los cuatro siguientes escogerían diferentes oficios o profesiones de su elección, el informe incluía cómo pretendían obtener los fondos para semejante proyecto.

La reina sentía una fuerte punzada en el lado derecho de la cabeza, a medida que el pastor Roderich leía la introducción de la carta dogmática. De vez en cuando posaba ligeramente su mano en la boca para disimular una traviesa risilla que deseaba dejar escapar de sus labios cuando escuchaba teorías irracionales sobre profecías que anunciaban el gran sacrificio del salvador Eren Jaeger.

- "Si escucharas toda esta mierda, estuvieras cagándote de la risa, Eren".- Los pensamientos de la reina por momentos se desconectaba pensando qué estaría haciendo Krysta ahora mismo, extrañaba sus pequeños brazos y sus chillidos.

- Pues les agradezco mis señores esta exposición sobre las creencias y sistema educativo que entienden que debería enrumbar los destinos de Paradise, sin embargo, no negaré mi desconcierto al percatarme que tienen el propósito de que Eldia continúe en la misma oscuridad con la que se mantuvo durante el último siglo.- la mirada de la reina se perdía en el gran ventanal que daba al patio trasero mientras hablaba.

- Si me disculpa Majestad, pero es de suma importancia garantizar un sistema organizativo de nuestra nación a largo plazo. Con este plan estamos asegurando que cada Eldiano en el futuro esté entrenado militarmente, con nuestros ideales y siendo capaz de prestar su fuerza cuando se le requiera en la milicia, además de que sin intención de ofenderla, informarle sobre esto solo es un mero protocolo.- la voz apacible del general Prats sacaba a la reina de sus estribos, pues sentía que de una manera muy sutil la provocaba.

La reina no retiraba la vista del ventanal, a los ojos de ellos se mostraba desinteresada, pero claro, es una mujer que debería estar atendiendo a su marido y a su pequeña hija, no puede interesarle lo que no entiende. – estos pensamientos revoloteaban en la mente del general Prats.

- Entiendo, general. - ella esbozó una sonrisa cargada de cinismo. - Sin embargo, este mero protocolo requiere mi firma, ¿No es así general?.- finalmente ella volteó a mirarlos. - Gracias caballeros, me tomaré el tiempo para analizar sus iniciativas y recibirán muy pronto mis impresiones. Pueden retirarse.- la reina tomó la campanita y la hizo sonar.

Ambos se pusieron sobre sus pies mirándose de refilón, hicieron la reverencia a la reina y salieron del salón, murmurando entre ellos que esta niña tiene las intenciones de volverse un dolor de cabeza.

- Se lo advertí general, esa mocosa pretende burlarse de nosotros.- el clérigo contrajo su boca mientras apretaba los dientes.

- Hay muchas formas para someter a una mujer mi apreciado pastor, créame que conozco la efectividad de varias de ellas.- el general encendía el sexto cigarro del día.

- Todavía no veo su punto, tenemos tres años buscando que ella firme, todavía no entiendo como pretende resolver esto.

- Los lores están de nuestro lado, ella cree estar segura, muy regia con su sangre real que ya no importa un bledo, la llegada de estos embajadores de pacotilla no pudo ser más oportuna, ya verá pastor vaya y duerma tranquilo, pronto tendremos esta situación contralada, por lo pronto condenemos a esos traidores.

Armin bajó del carruaje a duras penas, el panorama ensombrecido arruinó lo que sería para él un gran reencuentro. Alcanzó a ver a Mikasa en el umbral de la puerta y no pudo contener las lágrimas, ella avanzó corriendo hasta él, para fundirse en un fuerte abrazo que parecía no tener final, ambos cayeron al suelo, él lloraba casi desconsolado y ella frunció el ceño, no entendía nada. Miró a Connie y a Jean que también tenian lágrimas rodando por sus mejillas y fue cuando se percató de que sólo estaban ellos tres. Soltó el abrazo de Armin para mirarlo a la cara, su llanto no era de alegría, extendió su brazo a Connie y él se puso de rodillas para abrazarle, por encima de su hombro miró a Jean extendiéndole también la mano para saludarle.

- ¿Qué sucede? ¿ Donde están los demás? Pensé que vendrían los seis, Armin. ¿ Qué ha pasado?-

Las próximas horas transcurrieron en una enfrascada conversación totalmente diferente a la que deseaban tener junto a la tumba de Jaeger. Mikasa todavía no podía creer que la reina, no , que Historia procediera de esta manera.

- En definitiva la cosa no pinta bien, no sé todavía cómo enfocar nuestra defensa, mucho menos la de ellos.- Armin tiraba de unas florecillas silvestres que le rodeaban.

- Algo se te ocurrirá Armin, siempre encuentras una solución.- Mikasa puso su mano en su hombro derecho.

- ¿Algo como mi maravillosa idea de quemarme vivo?.- dijo con ironía.- entonces ya veo que estarán muertos en dos días.

- Historia ni siquiera te dejó hablar, en verdad no se qué esperábamos que iba a pasar.- Jean encorvó sus hombros y se tiró de espaldas en la grama.

- Trata de relajarte, ya mañana discutirás esto con los representantes de la ley, la Sra. Azumabito los convocó para que vengan temprano.-

- No Mikasa, no pude ni siquiera explicarles ni despedirme de ellos. No puedo estar tranquilo, confiaron en mi palabra y siento que los atraje hacia una trampa.- los ojos azules de Armin se perdian en la vasta extension de tierra.

- Trataremos de hacerles llegar un mensaje, ya buscaremos una manera, las cosas no pintan muy bien para Historia, los Jaegeristas y la gente del culto intentan acorralarla.

- ¿Quién es ese?.- la pregunta de Jean hizo que todos dirigieran su mirada al soldado que se divisaba a lo lejos caminando hacia ellos.

- Ese es Gustav, creo que ya es hora de retornar a la casa, vamos Armin, cenemos.- respondió Mikasa .

Todos se pusieron sobre sus pies para caminar en dirección donde venía el soldado. Al llegar hasta donde ellos, Gustav les anunciaba la llegada de visitas.

- ¿Puedo hablarte unos minutos Mikasa, mientras caminamos?.- Cierto rubor afloraba en las mejillas de Gustav. Ella asintió y dejó que los demás fueran adelantándose.

- Hace días quería hablarte, pero la reina me tiene muy ocupado.

- ¿Crees que hay una posibilidad de que pueda hablar con Historia a solas Gustav?.- Mikasa se adelantó a reorientar la conversación, sabía las intenciones de Gustav y no quería lastimarlo con un rechazo.

- Muy difícil, ya no puedo verle a menos que se sea convocado y ahora estoy asignado a tus amigos. Todo está cambiando Mikasa, cada vez más estan aislando a la reina... Pero es precisamente por eso que me gustaría…

- Podemos seguir conversando después? No quiero ser descortés con mis invitados, tenía tres años sin verles. Me adelantaré.

- Sí, claro, no hay problema.-

La azabache se alejó rápidamente hasta alcanzar a los demás.

El ocaso estaba pronto a caer, se escuchaban el sonar de las trompetas de las diferentes estaciones militares, anunciando los cambios de turnos y el toque de queda. La reina terminó de pasar balance a su día y procedió a retirarse a sus aposentos siempre seguida de un séquito que no la dejaba a solas. En el corredor del palacio que comenzaba a tornarse en penumbras encontró a la encargada de protocolo cuando iba de retirada. Las tapas viejas de sus zapatos hacían rechinar el suelo.

- Majestad que pase una feliz noche, ¿Algo mas en lo que desea mi ayuda? .- la mujer hizo una reverencia juntamente con el saludo militar.

- Nuestros invitados, ¿fueron debidamente atendidos?.

- Por supuesto alteza, como ordenó fue hecho.-

- El caballero ¿En cuál aposento le pusieron?

- En el del ala izquierda, alteza.

- Gracias puede retirarse.

La reina continuó su camino hasta su habitación, allí se refrescó y puso su camisón de dormir, se sentía algo inquieta, con todos los acontecimientos del día rondaban su cabeza. – tal vez debí ser un poco más flexible.- se dijo mientras cepillaba su largo y rubio cabello.

La ronda de la noche iniciaba en la dotación militar de Shingashina, varios policías hacían el cambio de turno, con el toque de la trompeta hacían descender las banderas Jaegeristas y la bandera del reino, muchos novatos se integraron en la nueva campaña de reclutamiento, el sentimiento patriótico estaba en su más alto nivel y esto hacia que los jóvenes quisieran ser partícipe de las guerras por venir, cada uno soñaba con ser una leyenda.

El general Prats aún estaba en su oficina inmerso entre un gran cumulo de papeleo de sus capitanes, refunfuñó al escuchar el tue en su puerta.

- General con su permiso.- el joven hizo el saludo militar y se puso en descanso a la orden del general.

- Capitán, ¿ qué le trae por acá?- preguntó el viejo mirando al joven por encima de sus anteojos.

- Ya terminó la ronda del día, sin más novedad que los visitantes embajadores, señor.

- ¿ Y para esa mierda vienes a molestarme? .- el hombre puso sus ojos de nuevo en el papeleo.

- ¿Puedo estar en descanso señor?.- el viejo asintió.

- Papá, cuéntame ¿Cómo estuvo todo por allá?.- el joven adoptó una postura más relajada.

- Como esperaba, la muchacha no tiene idea de cómo manejar el reino, al menos se dignó a aceptar el apresamiento de los extranjeros. Necesitamos un verdadero monarca liderando, no una mocosa que no atiende a su marido ni cría a su hija. Que esto te sirva de experiencia y busques una mujer que sepa cuál es su lugar.

- Estoy seguro papá que Mikasa podría ser una buena esposa.- el chico colocó sus brazos detrás de su nuca.

- Esa muchacha es de la misma calaña de la reina, así que no te confíes, nada bueno encontraras en jovencitas de esa generación. Además, ¿Qué no hay más chicas en Shingashina o en todo Paradise? Todos se quieren coger a la hermana de Jaeger. Será mejor que pongas tu cabeza en el asunto de la Asamblea, necesito que destroces a esos traidores, una vez cerremos ese asunto iremos a por ella.

- ¡Ah! Eso será pan comido, así que no estés tan preocupado, además Thomas, y lord Wald estarán allí también, no tendrán escapatoria. En cuanto a Mikasa eso es asunto mío, si quisiera una simple mujer que me atienda puedo encontrar una facilmente, pero el mejor capitán de las fuerzas armadas necesita una mujer aguerrida, no una fulana cualquiera, recuerda además que es la protegida de Hizuru, políticamente es importante .

- Si, por supuesto. Te puedes retirar ya, mañana a primera hora estaremos reunidos, no llegues tarde.

- ¡Recibido, Señor!.- el muchacho hizo el saludo militar y salió del despacho del general.

El general carraspeó su garganta y se paró en la ventana que daba al frente del recinto, solo las múltiples luces tenues de las lámparas y del fuego iluminaban cual luciérnagas la oscuridad que arropaba la ciudad, el hombre tomó sus lentes los sopló con su aliento y los limpió con una toallita, su mente cavilaba, todo se estaba acomodando perfectamente, muy pronto Paradise tendrá un verdadero monarca.

Luego de terminar de cepillar su cabello, Historia lanzó sobre la cama los estatutos que le fueron entregados.

- ¡Genial, pasar mi noche leyendo ridiculeces, dentro de nada estaré dormida!. Se acercó a la ventana y miró hacia la salida de emergencia, un pensamiento cruzó por su cabeza y tomó su pañoleta, cubrió su rostro para disponerse a salir sigilosamente, a esas horas el pasillo ya estaba oscurecido, había ordenado la retirada temprano, por tanto no habría cenas especiales, en los alrededores solo se escuchaban los soldados haciendo sus recorridos y una que otras voces provenientes del patio. Avanzó por el lúgubre pasillo hasta dar con una de las puertas, lentamente la abrió sin antes tocar y retiró el pañuelo de su cabeza.

Ver a Historia de esa manera era lo más lejos que alguna vez pudo imaginar Reiner en su vida. Se sobresaltó al ella descubrir su rostro y ver su muy largo cabello rubio caer como cascada sobre sus hombros y espalda, no era algo que ni siquiera se hubiese aventurado a soñar.

- Ehhhh! ¡¿Eres tú?.. Historia… Pero… ¿qué haces aquí? – No podía salir de su asombro, estaba paralizado.- Ah!...Mmmm, disculpe majestad. Me siento confundido, me temo que confundió la habitación.

- No, no estoy confundida Reiner, conozco el palacio perfectamente. Pero tranquilo, esta no es una visita oficial, así que puedes relajarte.

- " Eso no me tranquiliza realmente" - pensó. - Sí, bueno, pues, es obvio que no es una visita oficial, mira como estas vestida. – dijo Reiner con el rostro totalmente ruborizado.

Historia se paseó por la habitación ignorando su comentario, como si estuviera supervisando las comodidades del mismo, finalmente se detuvo frente al ventanal. Reiner no sabía que hacer, se quedó de pie frente a la cama y carraspeó la garganta.

- Disculpa mi confusión, ¿Qué haces? ¿Por qué estás aquí?-

Ella mantuvo el silencio brevemente.

- ¿ Por qué estas tu en Paradise, Reiner?.-

- Es curioso, justamente me preguntaba eso, no sé ni siquiera por qué aún sigo con vida. Creo que aun no se cumple mi destino, eso creo.

- ¿Tu destino es morir en Paradise? .- Historia volteó a mirarlo, para él se veía indescriptiblemente bella, se preguntaba si ella era consciente de lo que provocaba haciendo esto, el rastro de su olor se estaba esparciendo por toda la habitación, el mismo olor que dejaba impregnado en sus cartas. – Te hice una pregunta Reiner.-

- N..no lo sé, he estado tantas veces al borde de la muerte y por más que la he deseado no viene a mí, así que no puedo responder si mi destino es morir en Paradise.

La reina avanzaba hacia él con pasos lentos, su investidura le había enseñado a manejarse con frialdad y seguridad, ella le miró fijamente a los ojos buscando intimidarlo, podía notar el sudor que recorría su frente y un fuerte enrojecimiento de su rostro, al parecer había logrado su cometido. Se detuvo a una distancia prudente de él.

- Es muy probable que tu deseo finalmente se cumpla, nuestras leyes no admiten traidores. – su mirada era tan fría que helaba el estómago del rubio.- Sin embargo tampoco eres un ciudadano de Paradise, así que te daré un dato, no hay leyes contra extranjeros en Paradise porque simplemente no sabíamos que existía tal cosa y ese es un bache legal, pero es también un arma en tu contra, porque aunque no tenemos leyes con la cual juzgarte, tampoco tenemos alguna que evite condenarte, por lo tanto si no son lo suficientemente convincentes ante la Asamblea, definitivamente serán fusilados o decapitados.-

Ella se acercó un poco más al rubio, la luz de la lámpara hacia brillar su inexpresiva mirada, él retrocedió dos pasos y temió que ella pudiera escuchar el desbocado latido de su corazón. No terminaba de entender, ¿ por qué le interesaba ponerle en sobre aviso?. Su actitud era tan distante a aquella chica dulce que conoció una vez. Al ver que él retrocedió, ella hizo lo mismo y dio la vuelta para retirarse, pero él en un impulso avanzó y la tomó de su brazo derecho haciendo que ella girara enseguida clavándole su azulada mirada como si fuera una saeta.

- Dime ¿Por qué viniste Historia? Estoy confundido.- el agarre en su brazo era fuerte, ella miró su mano y volvió a posar la mirada en él duramente.

- ¡Suelta mi brazo, Reiner!.- él no hizo caso a su orden y apretó aún más. - Sólo te devuelvo el favor por la carta de Ymir, no vayas a creer que tengo otro tipo de interés, tú y tus amigas no son más que unas lacras que se ganan la confianza de personas inocentes y luego le clavan el cuchillo por la espalda, eres un maldito traidor y no tengo ninguna intención de intervenir por ninguno de ustedes tres en la Asamblea, así que no te debo nada ya. – sus palabras se calaron en lo más profundo de su ser haciéndole sentir un creciente enojo, a medida que ella hablaba apretaba más el agarre del brazo, por alguna razón su actitud la hacía más deseable para él.

Al rubio no le preocupaba tanto su vida, pero temblaba por Annie y Pieck, estaba seguro que Armin haría todo lo posible por librarlos. Pero estaba confundido con esta visita, Historia parecía resentida, no había una pizca de sensibilidad en su mirada y menos en sus palabras, definitivamente al igual que sucedió con Eren, su humanidad, si bien no se había disipado por completo, no le faltaba mucho, esto le preocupaba, necesitaba saber que las chicas estaban bien, no permitiría que murieran en este lugar. No podía perderlas aquí.

- Yo no le temo a la muerte Historia y tampoco creo en el odio que pretendes transmitir con tus palabras, quieres aparentar estar hueca, sin sentimientos, pero no te la creo. – él asió más fuerte de ella era tan diminuta que fácilmente la doblegó hasta llevarla al suelo de rodillas. Ella sabía que no podía luchar contra él era mucho más grande y fuerte que ella – Eso era lo que tanto Ymir hablaba sobre ti, el que siempre querías pretender ser alguien que no eres, antes era un papel de buena, ¿ahora de villana?.- Ella no respondía.

- ¿Y qué es todo esto? ¿tu esposo te permite visitar el aposento de un hombre por las noches? ¿Qué viniste a hacer verdaderamente ,Historia?. Él se puso de cuclillas a un lado de ella sin soltar el agarre de su brazo.

Ella se mantenía sin responder necesitaba salir de allí, solo debía dar una voz y en seguida sus guardias derribarían la puerta, pero no tenía la intención de hacerlo.

- No tengo que darte explicaciones y esta actitud tampoco te favorece, suéltame ya, no quieras perder la cabeza antes de siquiera poder hacer algo por tus amigas.- él no prestaba atención a su pedido mientras la observaba.

- ¿Por qué tanta hostilidad, Historia? ¿Por qué nos hiciste venir a Paradise tan urgida, asegurándonos protección?. Luego llegamos, nos encierras, enfrentaremos un juicio y ahora estas aquí sola, ¿Qué pretendes?.

Ella echó a reír. - ¿En qué momento pudiste pensar que vine por algo más hasta aquí ahora?, jajaja, podría tener al hombre que quisiera en mi cama, Reiner, pero no serás tú quien entre en ella, ya dije a lo que vine, ahora duerme en paz.

- No, te equivocas, no pienso en eso. No creo que tengas ningún interés personal en mí y aunque no soy tan estratega como Armin, tampoco soy un estúpido, no tienes la intención de que nos maten... Claro, nos necesitas cerca, ¿verdad?. – soltó el agarre de su brazo dejando escapar una risa y se puso de pie.

Ella se reincorporó y pasó la mano por su brazo, le miró y se retiró rápidamente de la habitación azotando la puerta fuertemente detrás de ella, salió disparada por el pasillo de regreso a su habitación.

- ¡ Imbécil !- se miró el brazo derecho, tenía todos sus dedos marcados.- ¡Animal, ahora me quedará el brazo marcado, tendré que estar cubierta!,-

Se tiró de espaldas en su cama y un inmenso deseo de llorar la embargó.

- ¿Por qué lloro? Debo ser fuerte, tengo que controlar mis emociones, no puedo dejar ver mi lado débil porque me comerán viva…. ¡Bien, ya cumplí, no le debo nada! -

Secó sus lágrimas con resolución y se miró en el espejo.

- ¡Perfecto, que comience el espectáculo!.