Las agujas del reloj montado en la blanca y gélida pared formaban una perfecta línea vertical y ya habían pasado unas horas que se había despertado, no dormía mucho de todos modos, sabía que era cuestión de segundos para que su papá llegara con perturbadora puntualidad a su alcoba. Era un cuarto frío con paredes lisas y blancas, casi en su totalidad si no fuera por un dibujo suyo colocado al lado de su cama, modestamente coloreado por los tres crayones de diferentes colores que tenía. Parecía ser una mañana tranquila ya que ningún adulto había ido a golpearle la puerta para despertarlo y empezar a reír eufóricamente sin razón aparente. Sin mucho que hacer, se acostó en su cama y comenzó a jugar con sus dedos, contándolos y apretándolos sin ningún patrón en específico, su mirada cayó sobre la parte anterior de su muñeca izquierda por un segundo para observar su marca con el número "011", en ella permaneció ensimismado por pocos segundos más hasta que su papá abrió la puerta, dejando ver su apenas imperceptible sonrisa al ver al niño en la habitación.
- Buenos días, Michael. ¿Listo para las pruebas del día de hoy?
El niño referido realmente no quería nada de esto. Pero era todo lo que había vivido así que no sabía realmente que otras cosas se podían hacer más que someterse a susodichas pruebas para satisfacer a su papá. Concluyendo rápidamente que no tenía opción optó por ceder y dar un leve cabeceo, su vista nunca abandonando al hombre enfrente de él.
Después de una breve caminata sin interacción alguna, llegaron a una de las salas de pruebas donde Michael había estado innumerables veces. Habiendo entrado al cuarto Michael visualizó una larga mesa de metal y dos sillas colocadas en lados opuestos de ésta. El adulto cerró la puerta delicadamente y caminó hacia Michael quién ya se había sentado como la rutina lo había adiestrado. Después de darle una amigable palmada en el hombre, prosiguió a tomar una red de electrodos y cables envolviendo un armazón de plástico color blanco y lo colocó sobre la cabeza rapada del menor cuidadosamente. Acto seguido tomó asiento y tomó del suelo una lata color rojo metálico, con una inscripción en letras blancas de forma rara que Michael no pudo reconocer y la colocó sobre la mesa.
- Bien Michael, hazlo de nuevo. – Dijo el mayor mientras señalaba la lata con un ademán.
Sin pensarlo mucho Michael se concentró en su objetivo y ejerció una presión psíquica sobre éste. Al cabo de unos instantes, la lata súbitamente colapsó sobre su base, haciendo que la mesa rechinara un poco.
- Excelente, Michael. – Dijo su papá poco impresionado mientras se levantaba y sacaba un pañuelo negro del bolsillo del frente de su impecable saco gris oscuro, con el que prosiguió a limpiar la gota de sangre que había salido de su nariz ante tal presión mental. – Ahora espera un momento aquí ¿Sí? Volveré pronto con otra prueba un poco más interesante. – Añadió después de acabar de limpiar todo el rastro de sangre empleando una voz tan perversa que Michael alzó los hombros en horror como habiendo oído un arañazo en metal. Siempre que usaba ese tono de voz, las pruebas se volvían más complicadas y eso tanto le podía causar emoción al cambio o una profunda intimidación.
Sus pensamientos no duraron mucho al ser interrumpidos por el sonido de la puerta siendo abierta por otro adulto mientras cargaba una jaula con su otra mano. El hombre salió de la sala después de dejar la jaula en la mesa, dejando a Michael ver su contenido, tenía un gato blanco con pelaje abundante a lo que Michael sonrió por unos instantes al encontrarlo adorable, cuando su semblante cambió abruptamente ante la comprensión de la prueba. Un sonido llamó su atención hacia el enorme cristal en una de las paredes de la sala y vio una luz prenderse del otro lado, dejando ver a su papá con otros dos hombres vestidos parecido a él a cada lado viéndolo fijamente. Este primero tomó un par de pasos hacia adelante y recargó sus manos en lo que Michael asumió era un botón y empezó a hablar:
- Ahora necesito que hagas lo mismo con el gato.
Michael se encontraba entre la espada y la pared, él no quería hacerle daño a tan adorable criatura, pero tampoco quería decepcionar a su papá quien le estaba mirando expectante. Anticipando subconscientemente las consecuencias en caso de que resulte incapaz de cumplir sus órdenes, dirigió su mirada al gato y empezó a concentrarse sobre él, ejerciéndole un grado pequeño de presión con la estrategia de aumentarlo a medida que su voluntad le dejara. El gato al percibir dicho fenómeno y notar la tensión en el semblante del niño, gruñó defensivamente mientras le mostraba amenazante sus colmillos, tratando de salvarse de su desfavorable destino.
No soportando más su predicamento, Michael se rindió y se retiró bruscamente la red de electrodos de su corta cabellera mientras veía a su papá, rogándole piedad desde lo más profundo de su corazón, por más que intentó luchar contra su propia consciencia, no pudo herir a tan desafortunado animal, le había fallado y sabía lo que seguiría si le fallaba.
- Que se lo lleven a limpieza, hoy le tocaba su baño de todas maneras. – Ordenó autoritario a sus dos ayudantes a cada lado de la habitación, quienes al instante pusieron manos a la obra.
Mientras Michael sacudía la cabeza hacia su papá, comunicando lo mal que se sentía por fallarle y esperando que lo perdonase. Un estallido proveniente de la puerta lo hizo saltar en miedo y dos pares de fuertes manos lo tomaron por cada brazo y agresivamente lo sacaron de la sala de pruebas. El menor ya esperaba que algo así ocurriese, pero sus ojos crecieron en pánico al ver que los hombres no lo estaban llevando a su habitación como en otras ocasiones. Presa de su propio pánico, agitó sus miembros lo más fuerte que pudo con la esperanza de poderse librar de su agarre y poder huir de cualquier penalización le tenían planeada.
- ¡PAPÁ NO! ¡NO! ¡PAPÁ! – Gritó el niño hasta que le quemara la garganta, sus gritos sólo intensificándose al ver al hombre en cuestión salir del pasillo donde se encontraba para observar cómo se lo llevaban, su rostro permaneció imperturbable mientras pasaba una mano agresivamente por su blanca cabellera en frustración a la incompetencia de su sujeto de pruebas.
De repente, los hombres que lo tenían agarrando giraron por un pasillo, rompiendo el contacto visual que Michael intentaba mantener con su papá. Después de unos instantes, una de las 4 manos que lo tenían lo soltó para abrir la puerta a un cuarto que Michael no conocía, acto seguido, los hombres arrojaron a Michael hacia el cuarto, sus rodillas golpearon con fuerza el frío y duro suelo, causándole un profundo dolor que no le dejó analizar la habitación ni las acciones de sus captores. Cuando el dolor se tornó tolerable, Michael intentó analizar la habitación donde había sido arrojado, acto que fue interrumpido por una fuerza tremenda golpeándole la espalda sin piedad alguna, empujándolo hacia el suelo de nueva cuenta. Aún tirado en el suelo, descubrió que aquella fuerza que lo había empujado era agua, aparentemente lanzada a gran presión por un objeto que difícilmente pudo ver en las manos de uno de los guardias. Mientras luchaba contra la brutalidad de aquella tortura, empezó a gritar en frustración, su piel se empezaba a irritar, provocando un dolor inmensurable que se sólo se vio acentuado por sus ahora raspadas rodillas.
En el umbral de su cordura Michael dio un último grito para después mirar defensivamente al guardia que le estaba disparando el agua, no pasó ni un segundo cuando el guardia fue arrojado telequinéticamente contra la pared que estaba detrás suyo, soltando el artefacto, el impacto fue tan fuerte que murió al instante. En la periferia de su limitada visión debido al agua en sus ojos, Michael pudo discernir que el otro guardia se dirigía a tomar la máquina, lo que provocó que impulsivamente usara su fuerza sobre su cuello, rompiéndolo en dos partes.
Ante la vista frente a él de los dos hombres sin vida, pudo sentir su voluntad romperse y sus respiraciones volverse aún más agitadas. Con una mezcla espantosamente grande de sentimientos, Michael sólo pudo recargarse débilmente contra una de las mojadas paredes de la oscura habitación. Ante el agresivo sentimiento de vulnerabilidad creciendo dentro de él, acercó sus rodillas al pecho y las abrazó lo más rápido que pudo, tratando de esconder su cabeza tras de ellas como queriendo ser invisible y no pertenecer al mundo por al menos unos minutos.
Mientras tanto, el hombre de blanca cabellera veía orgulloso la obra de su niño desde la distancia en la que se encontraba. El proyecto once, lo tenía todo, tenía todo el potencial para volverse en el arma definitiva, el haz bajo la manga que decidiría la victoria armamentística contra los soviéticos.
A la distancia uno de sus ayudantes corrió hacia él, rasgos de sorpresa y júbilo impresos en su rostro.
- ¡Doctor Brenner! – Exclamó mientras se le acercaba mientras protegía una carpeta bajo el brazo.
- ¿En qué le puedo ayudar Señor Brown? ¿Necesita ayuda en su tesis doctoral? – Respondió con tono irónicamente cotidiano, como si un niño con poderes mentales no hubiese matado a dos hombres de más del doble de su peso en cuestión de segundos.
- No por ahora Doctor, muchas gracias. De hecho, vengo a comentarle de mi hallazgo sobre el proyecto 011, Michael: Manifestó una habilidad diferente a las que nos ha mostrado hasta ahora. – Pausó por un momento mientras le entregaba la carpeta a su mentor. – Mientras trataba de matar al gato, los de seguridad del ala norte escucharon sus gruñidos a través de sus radios y hubo grandes inconsistencias en nuestro interceptor de ondas de radio a la misma hora del experimento. Creo que nos encontramos ante una evolución de su don.
- Efectivamente un hallazgo muy interesante, desarrolló el espectro telepático más rápido de lo que anticipaba. Preparémoslo para una prueba de espionaje en la siguiente hora y media, si lo logra; Estaremos listos para probar con el tanque. – Ordenó el Doctor entusiasmado, parecía que su niño estaba dando asombrosos resultados después de todo.
- Quiero que sepas que no estoy enojado contigo Michael. – Dijo el Doctor Brenner con inmaculada dicción y una calidez inusual en su voz, una calidez que contrastaba con el frío y duro material metálico de la mesa donde se encontraban, haciendo sospechar al niño que le iba a pedir hacer algo horrible otra vez.
- La prueba esta vez será algo diferente y si la logras completar, haremos algo divertido después. – Al contemplar que se había ganado la atención de su sujeto de pruebas, decidió proseguir con su explicación:
- ¿Recuerdas las rimas que te leí la semana pasada? ¿Las del libro bonito?
Michael respondió con un afirmativo cabeceo antes de repetir la última palabra. Sus manos aun sujetando los extremos de su silla con fuerza para desahogar su ansiedad.
- Bonito. – Dijo suavemente, probando como se desenvolvía la palabra en su boca mientras veía con notablemente menos tensión a su papá. Parecía que no le iba a pedir hacer algo terrible otra vez, sus manos empezaron a soltar su silla lentamente ante tal reconfortante deducción.
- Muy bien, vas a encontrarlo a él, en tu mente. – Instruyó mientras deslizaba una fotografía a través de la mesa para que Michael la viera, era la fotografía de uno de los hombres con bata blanca que siempre estaba a un lado de su papá, por lo que lo ubicaba perfectamente. Después de observar dicha fotografía y memorizar sus facciones, dio una mirada de confirmación al hombre enfrente suyo quien, entendiendo la señal, siguió con las instrucciones.
- Él va a leer palabras relacionadas a esas rimas y quiero que me las repitas a mí. ¿Ves? Sencillo.
Michael soltó un suspiro de alivio al descubrir que su deducción era correcta. No sabía exactamente cómo hacer lo que su papá le había descrito, pero lo intentó de todos modos. Cerró sus ojos y trató de recordar las facciones del hombre en la fotografía, tratando de ubicarlo dentro de su rango de sensibilidad. Siguió buscando hasta que lo encontró dos salas atrás de él, su mente lo materializó en un plano que Michael sólo había soñado; sin embargo, nunca lo había experimentado a voluntad, era un plano absolutamente negro y sólo podía ver a su objetivo claramente en medio de tan acentuada oscuridad. Sorprendido por su aparente "Nueva habilidad", se concentró en el hombre con bata blanca hasta que pudo escuchar claramente lo que estaba diciendo. Eran palabras varias a las que Michael no conocía el significado, tampoco sabía cómo pronunciarlas todas así que convirtió todo lo que el hombre decía en una señal más fácil de manipular y la proyectó en todas direcciones en un rango pequeño, esperando que su papá pudiera escucharlo.
De repente, todas las luces de la sala se prendieron y apagaron en un patrón intermitente, lo que alarmó al Doctor Brenner quién se levantó de su silla rápidamente para despertar a su sujeto de pruebas. Hasta que escuchó en los altavoces colocados en cada esquina de la habitación comenzar a sonar la voz de su asistente diciendo las palabras que prepararon minutos antes del experimento. Sus manos empezaron a temblar tratando de contener el orgullo y emoción que desesperadamente trataba de escapar de su interior. El proyecto 011 era en verdad fascinante, no sólo había dominado la habilidad de la telequinesia, sino de la telepatía al mismo tiempo. Todo esto sin contar su interesante habilidad para controlar ondas de radio, lo que lo hizo preguntarse si podría controlar otro tipo de frecuencias, de ser ese el caso, tendrían la victoria indiscutible contra los soviéticos. En su mente trató de guardar un recordatorio para diseñar experimentos para probar qué frecuencias puede controlar después de conseguir la información armamentista enemiga por medio del tanque.
Cuando el hombre se detuvo, Michael inmediatamente abrió los ojos, cansado por haber utilizado sus habilidades nuevas por tanto tiempo. En un acto reflejo, dirigió su mirada a su papá, quién estaba en cuclillas a su lado, ante la cercanía con su protector, no pudo evitar esbozarle una pequeña sonrisa mientras él limpiaba con entusiasmo la sangre desde su narina hasta su labio superior.
- Bien Michael, espero que estés listo para la parte divertida. Vamos a hacer historia.
Con mirada cansada pero emocionada, el niño asintió con emoción, aún curioso por saber cuál era la actividad divertida planeada para él.
De todas las cosas que Michael se había imaginado, ésta definitivamente no era una de ellas. El traje que le había dado el ayudante de su papá le apretaba de sobremanera y presionaba barras sólidas contra su pecho, causando una constante incomodidad. Mientras iba caminando por los pasillos, escoltado por su papá, no pudo evitar sentir una enorme ansiedad crecer en su interior, acechando su cordura lentamente, calculando en qué momento atacar. Después de unos minutos, llegaron a un enorme y alto cuarto con un gran armazón de metal en el centro, teniendo una pequeña ventanilla para ver su interior.
- Lo que vamos a hacer ahora Michael, es una sesión de buceo. Te vamos a poner un genial casco que te mantendrá bajo el agua y vas a tratar de hacer lo que hiciste con las rimas, pero con alguien mucho más lejos de aquí.
Aun sin encontrar la parte divertida de dicha actividad, la emoción que emanaba su papá le hizo imposible decir que no, si él estaba tan emocionado al respecto, algo bueno debía de haber en la sesión de buceo ¿Cierto?
Después de subir unas escaleras tempestuosamente largas, a juicio de Michael. Llegaron a la parte más alta del armazón de metal, revelando que estaba lleno de agua. Lo que incomodó al niño sobremanera al hacerle recordar los eventos de esa mañana donde le dispararon agua a presión por todo su cuerpo, casi imposibilitándole respirar, el recuerdo del dolor en sus rodillas no cicatrizadas al ser brutalmente perturbadas por la dureza del agua a presión lo hizo tambalearse, pudiendo haber caído si no fuese por su papá quien lo sujetó firmemente.
Obedeciendo a un ademán del Doctor Brenner, dos hombres con bata blanca colocaron un pesado casco transparente con más electrodos sobre el poco cabello del sujeto de pruebas y ayudaron a sumergirse. Michael trató de luchar contra el pánico evidente en su rostro, algo que su papá notó y en un intento mediocre por tranquilizarlo, lo saludó con la mano a través de la pequeña ventana mientras ponía su más alentadora sonrisa, la cual al parecer funcionó ya que Michael le devolvió el gesto lentamente. La interacción con protector duró poco y terminó cuando uno de los hombres con bata se acercó y colocó una foto sobre el cristal para que la pudiera observar. La foto tenía a un hombre viejo, llevaba un sombrero gracioso y lucía un bigote prominente que opacaba las arrugas presentes a cada extremo de sus ojos semiabiertos. Después de haberlo encontrarlo en su nuevo plano telepático, gracias al exagerado aumento en su rango mental de alcance proporcionado por el baño. Michael canalizó todo lo que decía a todos los equipos de sonido cercanos, hasta que un sonido extraño viniendo detrás de él llamó su atención, al voltear, visualizó una criatura extraña de piel oscura y húmeda con algún tipo de fluido que el niño no pudo identificar. Derrotado por la curiosidad, se acercó a donde estaba la criatura, estaba agachada y dándole la espalda, más la vista de su torso fue suficiente para que Michael dedujera su tamaño aproximado, era enorme, fácilmente el doble que cualquier adulto que conociera. Incapaz de conservar el mínimo sentido de prudencia, el niño acercó su mano hacia la piel de la criatura y la tocó delicadamente, con el fin que no lo interpretara como una amenaza, intento rápidamente demostró ser en vano, ya que el ser volteó bruscamente y abrió sus fauces en forma de estrella hacia él quien, presa del miedo al ver la cantidad tan absurda de afilados colmillos, corrió lo más rápido que pudo hacia la otra dirección entre la oscuridad del plano dentro de su propia mente.
Al súbitamente abrir los ojos, Michael fue recibido en la realidad por dos pares de manos sacándolo bruscamente del contenedor. Toda la sala parecía estar cayéndose a pedazos mientras soportaba estoicamente la aplastante presión de la que era presa, presión que aparentemente sólo Michael podía percibir atacando el edificio en distintas direcciones con cambiantes variaciones en fuerza. Completamente anonadado por la situación en la que se veía envuelto, difícilmente notó que uno de los guardias de seguridad, respondiendo a las órdenes del Doctor Brenner de llevarlo a un lugar seguro, lo levantó del suelo en un súbito movimiento y corrió fuera de la sala con prontitud, la cantidad de salas y pasillos tan nauseabundamente similares y un profundo sentido de peligro abrumó a Michael mientras el guardia lo llevó a la caseta de seguridad del otro lado del edificio y lo sentó con relativa suavidad sobre la mesa a contra esquina de la puerta. Cuando, en un acto que sorprendió al fatigado niño, le tiró un fuerte puñetazo en el abdomen que efectivamente le sacó el poco aire que tenía por su respiración irregular, lo que hizo que se arqueara de dolor y se cayera de la mesa. Ya en el suelo, en un impulso primitivo de estar lo suficientemente lejos para no recibir otro golpe, se arrastró todo lo que pudo y todo lo que el peso de los bloques incrustados en su traje de baño le dejaron. Para su desgracia, sus esfuerzos fueron poco efectivos ya que el guardia fácilmente lo alcanzó con un par de pasos.
- Tú fuiste el que hizo esto ¡Ahora detenlo, pedazo de mierda! – Gritó con un volumen tan fuerte que hizo zumbar los oídos del niño mientras empujó agresivamente su pequeña cabeza contra el suelo.
- ¿Por qué no haces nada eh? ¿Estás cansado? ¿Te cansa arruinarnos la puta vida maldito monstruo? Ya va siendo hora de que aprendas a hablar y vengas a ofrecernos a todos una jodida disculpa. – Sentenció con severidad mientras azotaba tu cabeza de nuevo contra el suelo.
Dentro de la terrible confusión dentro de la cabeza del niño había muchos factores que no terminaba de entender. Desde que había tocado a la extraña criatura que casi se le abalanza, sintió una abrumadora sensación de apertura mental, desde dicha interacción no podía dejar de sentir más presencias que las usuales y escuchar gritos y sollozos de un niño gritando por su madre: "Soy Will, MAMÁ" una y otra vez. Sorprendido por escucharlo, trató de buscarlo con sus habilidades, pero su mente estaba tan cansada que sentía como si agujas en cada rincón de su mente se acercaran más por cada vez que lo volvía a intentar. Esa preocupación fue movida a segundo término mientras recibía su primer golpe contra el suelo, afortunadamente logró girar la cabeza lo suficiente para que toda la fuerza cayera sólo sobre el lado derecho de su cara. Sin saber que hacer, intentó soportarse con las manos y así girar fuera del alcance de su agresor, pero antes de poder hacer cualquier cosa escuchó al hombre llamarlo un "Monstruo" seguido de propinarle otro empujón contra el suelo que impactó con el lado derecho de su mandíbula.
- Para. – Fue todo lo que el niño pudo pronunciar con el poco aliento que le quedaba en el pecho.
- Con qué sí puedes hablar. – Dijo el adulto con saña mientras volteaba a su víctima violentamente dejando ver su afectado rostro, al cual observó con orgullo mientras se montaba a horcajadas sobre su pequeño abdomen. Sin dudarlo un segundo, soltó otro puñetazo a su mandíbula, lo que provocó que se mordiera el labio inferior.
Sintiendo la sangre salir lentamente de su labio inferior y demasiado débil para hacer más, Michael sólo pudo extender los brazos para intentar evitar recibir otro golpe de parte del hombre sobre él, su mente corriendo a mil por hora buscando una manera de acabar con la situación. Sin mucho que decir volvió a exclamar:
- Para. – Repitió sin fuerza, aun extendiendo sus brazos débilmente con la esperanza de poder desviar otro de sus brutales puñetazos.
Frustrado al ver que el hombre no se iba a detener, sintiendo la ansiedad y terror consumirlo desde dentro, devorando todo sentido común y sanidad a su paso a la superficie, alcanzó sus pulmones y en un acto impulsivo volvió a gritar fuertemente:
- ¡PARA! – Gritó con tanta intensidad que pudo sentir sus cuerdas vocales luchando contra el insoportable estrés a los que los que las había sometido. Toda esa ansiedad y terror se materializaron en fuerza que utilizó para empujar al guardia de encima suyo lo más fuerte que pudo contra la pared detrás de él, rompiéndola entre un estruendo viniendo tanto de la pared de ladrillos rompiéndose como de cada uno de sus huesos quebrándose en una poderosa sinfonía de brutalidad y dolor.
Aprovechando la oportunidad y relativamente cargado de adrenalina, Michael se levantó lo más rápidamente que su cuerpo le dejó y pasó por el agujero que había hecho en la pared. Habiendo pasado, corrió en una línea recta lo más lejos posible del edificio, su respiración era irregular y poco efectiva al no tener experiencia alguna en esta actividad, pero la idea de libertad era tan irresistible que ignoró su fatiga y la creciente curiosidad por el nuevo mundo en el que se había metido. Después de varias decenas de metros, llegó a topar con una gran y robusta barda que le recordó que aun no era libre del todo. En un acto reflejo como respuesta a su aparentemente inminente riesgo, escaneó sus alrededores rápidamente su entorno mientras trataba de ignorar los gritos de pánico y sonidos de muros quebrándose, sufriendo las repercusiones de sus acciones pasadas con la extraña bestia en el baño. Logró encontrar un muy angosto tubo de concreto por el que apenas cabría. Otra vez, quedándose sin opciones, Michael optó por tomar el potencial riesgo a atorarse y tratar de cruzar a través de dicho tubo.
Después de una muy complicada maniobra de la que no estaba seguro sería capaz de repetir, logró salir con dificultad del conducto donde ya afuera, dio un vistazo a todas direcciones mientras limpiaba con su adolorida muñeca la sangre que había salido de su nariz y labio tras su encuentro con el guardia. Después de pensarlo por unos segundos, decidió adentrarse en el bosque para así ser más difícil de encontrar para los adultos, él sabía que no le quedaba mucho tiempo antes de que la gente en ese horrible lugar se diera cuenta de su ausencia.
En el edificio del departamento de energía del pueblo de Hawkins, o al menos lo que parecía ser. Se había visto una catástrofe sin igual, las paredes se fracturaban, los objetos volaban en patrones erráticos por los aires mientras las luces bailaban al ritmo de los caóticos gritos de confusión provenientes de los empleados contenidos en la sala de deprivación sensorial. Mientras toda esa mórbida mescolanza de pánico y desorden seguía corriendo a todas las salidas que podían encontrar, tratando de salvar sus vidas, el Doctor Brenner ya se encontraba en los pasillos siendo escoltado por unos empleados hacia la caseta de seguridad al lado de la puerta de acceso. Ya dentro, fue sorprendido por una escena que sugería lo que ya anticipaba: El proyecto 011 se había escapado del laboratorio y ahora estaba suelto por el pueblo. Mientras el alto hombre de cabellos blancos merodeaba por la habitación como tratando de reconstruir los hechos en su cabeza, analizando los hechos con la característica minuciosidad de un genio, siguió analizando hasta que topó con el modesto agujero en la pared.
- ¿Por qué el imbécil lo trajo tan cerca de la salida? – Preguntó retóricamente uno de los empleados de seguridad a su lado.
- No pudo haber llegado tan lejos ¿Verdad? – Agregó otro de seguridad luchando internamente ocultar cualquier variación en su tono que pueda revelar lo nervioso que estaba, temiendo de represalias del Doctor Brenner o peor aún, de Michael.
- Su dieta tiene muy bajo valor energético para situaciones como ésta, no podrá durar mucho fuera de aquí sin desmayarse. Manden a un pequeño grupo de búsqueda al bosque, seguro fue ahí para ocultarse más fácilmente. – Ordenó el alto hombre mientras tocaba una parte del violento mural de sangre que delineaba el enorme hoyo en la pared, habiendo determinado por su viscosidad que no estaba tan fresca, volteó la cabeza hacia sus empleados y dio un gesto autoritario.
- ¡Ahora!
Ya en las orillas de lo que Michael describiría como "Ofensivamente masivo" bosque. Encontraba difícil poder seguir caminando, ya había pasado un buen tiempo desde que recibió ese golpe de adrenalina que su cuerpo muy bondadosamente le ofreció para poder escapar de ese infierno. Aunque, para su desgracia, conforme iban pasando los kilómetros recorridos, empezó a sentir con más intensidad el dolor derivado de los golpes que recibió del guardia que al principio pareció que iba a salvarlo del caos. No sentía la mitad de su cara y saboreaba el férrico sabor de la sangre cada que pasaba su lengua sobre sus secos labios, sin mencionar el intenso dolor abdominal del primer golpe que recibió.
Luchando salvajemente contra su creciente fatiga, visualizó una pequeña construcción a unas pocas decenas de metros de donde se encontraba. En otras circunstancias hubiera evitado ir por temor a ser descubierto, pero el glorioso olor a carne acarició su bulbo olfatorio como pocas comidas ofrecidas por el horrible lugar de donde acababa de escapar lo habían hecho. Lo que volvió su hambre aún más insoportable al recordar que alrededor de esa hora lo alimentaban con platos tan desabridos e insípidos que no valía la pena recordar. Respondiendo a la tentadora invitación de comida, Michael se encaminó a dicha construcción.
Habiendo llegado, a la parte trasera del local de comida, Michael se acercó a la semiabierta puerta metálica y procedió a abrirla lentamente, evitando llamar la atención de quien quiera estuviera del otro lado. Ya dentro del lugar, el niño exploró el lugar con la mirada, había varios armazones metálicos pegados a las paredes en la parte basal mientras que en las partes fuera de su alcance había tablas montadas para detener objetos varios que Michael no pudo reconocer.
Al adentrarse más en las profundidades del local en el que entró, el cansado niño pudo visualizar un contenedor de un material aparentemente blando de color blanco con unas piezas amarillas en su interior. Lo que sea que fuese, se veían lo suficientemente apetitosas para Michael. Silenciosamente las tomó y arrojó con salvaje necesidad a la boca, asegurándose de masticar el tiempo necesario, pero ni un solo segundo más. Ya a la mitad de su celestial aperitivo, una voz molesta lo sacó de su trance voraz y lo hizo saltar del miedo, había sido descubierto.
- ¡Oye! ¡Ven acá mocoso ladrón! – Gritó molesto un hombre mientras corría hacia él.
Por más rápidamente que Michael intentó reaccionar, pero su necedad o más bien, necesidad por mantener la comida consigo lo hizo entrar en un conflicto interno para el que no tenía tiempo. Ya cuando había logrado dar media vuelta para correr a máxima velocidad lejos de ahí, sintió las enormes manos del hombre tomarlo por los hombros y girarlo sobre sí para poder ver el pícaro rostro de quién le estaba robando. Su semblante molesto cayó de inmediato cuando se percató que era un niño desconocido de alrededor de 10 años, con moretones en el lado derecho del rostro y el labio partido, vistiendo nada más que un apretado leotardo color negro con aparentes plomos contenidos en el área de su pecho.
- ¿Pero qué mierda? – Fue todo lo que pudo articular.
NOTA DEL AUTOR
Hola de nuevo, espero les haya gustado el nuevo capítulo. No olviden comentar sus sensaciones o francamente lo que sea. Hasta la próxima
