Capítulo 3

Cuatro días después, el viernes, ya estaban en el avión que los llevaría a Francia.

No habían hablado mucho en los días anteriores, al menos no sobre el acuerdo. Habían tenido mucho que hacer en el trabajo, dejando todo en orden y escogiendo a alguien para que se quedara a cargo mientras no estaban. Y las miradas raras y los cuchicheos les indicaban a ambos que no podían mostrar frustración o enfado entre ellos, porque alguien podía aparecer, alguien de la cochina oficina de Reynolds, para vigilarlos, o peor, para entrevistar al resto del personal.

Tomaron asiento en el avión y un irritado Snape, como había estado toda la semana, bufó.

"Recuérdame por qué debemos viajar como muggles, habiendo formas mucho más rápidas de hacerlo." Susurró él, pero le estaba ladrando, mientras miraba a su alrededor para cerciorarse que ningún muggle lo escuchara.

"Porque… mis padres son muggles… como el resto de mi familia."

"¿Y? Seguramente tus padres están al tanto que tú no lo eres. Además, no veo por qué sea problema de ellos cómo llegamos hasta allí."
"Tuve que avisarle a mi madre que iríamos, sobre todo porque irías tú también, ya que fue algo de última hora… no había decidido cuánto tiempo nos quedaríamos, y no he estado en casa… por un buen tiempo." Hermione miró a su alrededor mientras más personas abordaban el avión. "Y comenzó a hacer un lío. Comenzó a decir que quería recogerme en el aeropuerto y eso… y no sé si irá sola o con… en fin, es mejor así, créeme."

"Eso no explica nada."

"De verdad, es mejor de esta forma." Volvió a mirar a su alrededor, porque había levantado la voz por la frustración, y le sonrió a un pasajero que avanzaba por el pasillo y los miraba con el ceño fruncido. "Confía en mí." Susurró la chica. "Es mi familia. Solo… trata de mantener la magia al mínimo cuando estén cerca. Incluso si solo son mis padres… y ellos… saben." Tenía una expresión nerviosa en el rostro y Severus alzó una ceja curiosa al verla.

"¿Y qué hay de ti? ¿Tienes miedo a volar?" Preguntó con sorna.

Él bufó. "Por favor. Puedo volar por voluntad propia, si puedes recordar." Susurró el hombre, y ella instantáneamente recordó las historias que se contaban sobre él saltando por la ventana y volando hacia la luna, evitando un duelo con McGonagall.

"Lo que me molesta es estar atado a un tubo de metal, sin tener ningún control sobre eso."

"¿Todavía puedes hacerlo?"

"Si debo."

"Oh. Pensé que… no importa." La castaña se removió con incomodidad en su asiento.

"Sé lo que piensas." Dijo él con frialdad. "Solo porque él fue el que me enseñó, no significa que el poder se haya desvanecido cuando murió, o que me haga malvado porque use la habilidad. En realidad, es mi propio mérito. Es mi poder el que me permite llevarlo a cabo."

"No dije nada."

"Pero querías hacerlo." Contestó él con los dientes apretados.

"¡Hey! ¡Tenemos que dejar de discutir por todo! Se supone que estamos enamorados, ¿recuerdas? Solo cálmate y deja de tomar todo lo que digo de manera personal."

"Pues es una tarea difícil, cuando todo lo que has dicho en los últimos tres años, ha sido un ataque personal."

Ella, por fin, dejó de mirar al frente y miró a Severus a los ojos. "En realidad, no."

Se veía sincera, y eso lo descolocó un poco. Ahora, el que desviaba la mirada era él.

Al cabo de algunos minutos de silencio entre los dos, en el que la auxiliar de vuelo daba las instrucciones, Snape comenzó de nuevo.

"Si vamos a pasar por una pareja que se ama, debería saber la extraña razón por la cual no podemos tomar un jodido traslador para ir a la casa de tus padres."

Hermione suspiró profunda y ruidosamente. "Pronto lo verás."

Silencio de nuevo.

Y fue Snape el que lo rompió nuevamente, al cabo de algunos minutos.

"¿Qué tan mal debo esperar ser tratado?"

"¿Qué?" Ella lo miró de hito en hito. "No te tratarán mal, creo."
"Oh, por favor. ¿Qué padres se emocionan al saber que su hija está saliendo con un tipo veinte años mayor? ¿Y con mi apariencia? Y seguro me verán como un vagabundo, ya que ni siquiera trabajé lo suficiente en la vida como para no tener que recurrir a ser asistente de alguien 20 años más joven que yo, y que, además, era mi alumna. Y si han escuchado de la guerra… de mi parte en ella…"

"Mi padre," Interrumpió ella, antes que él pudiera seguir enumerando sus supuestas faltas. "Puede ser difícil, pero no creo que sea rudo contigo. El resto, definitivamente no. Estarán sorprendidos, sin duda, pero no te tratarán mal."

Ahora, Hermione se sentía mal habiéndolo puesto en esa posición. Severus ya era observado con recelo cada día, por cada persona que se cruzaba con él, y ella lo había forzado a una situación en la que sería observado por mucha más gente, algo que no hubiera pasado si ella hubiera permitido que la vida de ese hombre siguiera si curso natural, sin el peso de esa relación inventada.

El avión comenzó su carrera por la pista hasta que ya no pudieron sentir el suelo bajo ellos. Ella se puso tensa, mirando directo hacia adelante y sosteniéndose con fuerza, tomando involuntariamente la mano de Severus. Él iba a quitar su mano, molesto, pero entonces la miró y la vio respirar profundamente, al borde un ataque de pánico. Rodó los ojos.

"Srta. Granger, Srta. Granger. Míreme." Dijo con calma y sin ternura. No podía permitir que la chica tuviera un ataque de pánico justo ahí. Eso sería un desastre. Como si necesitara más de eso en su vida.

Ella no lo miró y siguió respirando pesadamente.

"¡Srta. Granger!" Dijo él con más firmeza, entrelazando sus dedos con los de ella y apretando con más fuerza.

Finalmente, ella lo miró.

"Inhala despacio y profundo. Estás a salvo." Ella hizo lo que le ordenaba y asintió. "Si algo sale mal, solo recuerda que puedo salvarnos la vida y salir volando contigo de aquí." Susurró él, muy despacito.

Ella se relajó y le sonrió, pero la expresión neutra en el rostro de él seguía igual. Hermione se sintió un poco avergonzada y finalmente soltó la mano de Severus.

"¿Y me estabas acusando a de tener miedo a volar?"

Ella volvió a mirar al frente, tratando de calmar su respiración.

"Si tanto te irrita, no me hables tanto, ya que soy tan perra."

Ella estaba comenzando a lamentar el no haber tenido más citas y haberse enfocado solo en su carrera, esperando que algún día llegara el príncipe azul. A estas alturas, ya tendría una relación decente y no hubiera tenido que recurrir a esta farsa.

No te engañes. Todavía estarías sola. Solo tendrías una lista más larga de folladas de mierda y un corazón más roto. A nadie le gusta una sabelotodo mandona y enfocada solo en la carrera.

"Pero sí tenemos que hablar, Srta. Granger. Tiene que aprender sobre mí para la jodida entrevista que su idea nos ha puesto en el camino. No iré a la cárcel por usted. Fue muy lista al ganar un poco más de tiempo con este viaje, así que ahora usémoslo. Al menos, así será un poco de provecho."

"¿Solo yo debo aprender? ¿Qué hay de ti?"
"Sé bastante." Dijo él con suficiencia.

"¿Cómo qué?" Preguntó ella, un poco enfadada.

Severus exhaló, poniéndose de malas. "Dirás que tu color favorito es el rojo, pero en realidad, es verde. Solo temes que la gente piense que eres o te agrada Slytherin. tsk tsk Ese orgullo Gryffindor. Tu platillo favorito es el fettuccine alfredo de pollo. En primer año, prendiste fuego a mi capa, y aunque preparada a la perfección, preparaste, ilegalmente, y con un pequeño error, si tenemos en cuenta el pelo de gato en lugar del humano, poción multijugos en el baño de niñas, en tu segundo año, si no recuerdo mal… gatita…"

Él la miró con una ceja alzada, como si declarara vencedor. La esquina de sus labios estaba levemente elevada.

Ella estaba maravillada. La boca le quedó un poco abierta al tener que reconocer todo lo que él sabía de ella. Ahora tenía las mejillas encendidas de rojo, por la vergüenza que le provocaba que él supiera tanto.

"¿Cómo…?"

"Tengo ojos. No hubiera sobrevivido si no fuera todo lo observador que soy. Siempre escribes con tinta verde, favoreces el verde en tus pendientes, gargantillas o sortijas, que siempre tienen alguna piedra verde, incluso en tu cabello. Pero siendo la Gryffindor orgullosa que eres, dices que te gusta el rojo, porque cada tarjeta o regalo que llega para ti, y que me he visto obligado a organizar y desechar, viene en algún tono de rojo.

Cada vez que me envías a buscarte la comida, o me fuerzas a comer contigo para discutir sobre trabajo, comes fettuccine alfredo de pollo. Si comes otra cosa, siempre encuentras algo mal en el platillo, pero el fettuccine alfredo de pollo siempre está perfecto. Robaste ingredientes de mi reserva para preparar la poción multijugos. No soy estúpido. Todo quedó en evidencia cuando fui llamado para revertir a su estado normal, a la bola de pelos con cola que estaba sobre la cama de la enfermería." Finalizó él con una sonrisa sobradora.

"Bueno, aquí hay algo que no sabes: no me llames Srta. Granger, si se supone que somos pareja, Severus." Siseó ella, molesta por todo lo que él parecía saber de él, cuando ella no sabía ni un punto sobre su vida. ¿Y por qué debería? Él solo era su empleado. Y jodidamente cerrado, además. Pero a pesar de eso, era inquietante darse cuenta lo mucho que dependía de él, y que era tan jodida que ni siquiera se daba cuenta qué era lo que él ordenaba como almuerzo cada vez que comían juntos.

"Está bien, gatita." Dijo él en tono burlón.

"¡Ya deja eso!" El apodo le había gustado cuando no había sabido por qué se lo decía, pero ahora le molestaba demasiado. Y él solo sonreía, y ella supo que él no la dejaría en paz.

"Ok… tu color favorito, obviamente, es el negro." Comenzó a decir ella, al cabo de un silencio. Él todavía usaba esos atuendos al estilo Profesor Snape, con todos esos botones. Hoy, y solo porque estaba en medio de muggles, llevaba puesto un traje muggle, con una camisa negra, con algunos botones sueltos en el cuello, y el largo cabello, perfectamente sostenido en una coleta. La verdad era que se veía muy bien. Se había vestido como para rivalizar con los trajes sastre que ella solía usar. Y él no podía presentarse como menos ante su familia.

Severus se rio con sorna. "Eso no es ni remotamente correcto."

"¿Cómo es posible que no sea correcto? ¡Si solo usas negro!"

"Primero que nada, no puedes afirmar tal cosa. No me has visto a todas horas del día o en otras situaciones. Segundo, solo porque uso ese color, no significa que es mi favorito. Por lo que he visto, nunca te vi puesto un traje verde." Dijo con desdén.

"Está bien. Tienes razón. Entonces, ¿cuál es tu color favorito?"

Severus se apretó el puente de la nariz y suspiró. El mero hecho de brindar información sobre sí mismo, aunque fuera algo tan insignificante, no le gustaba nada de nada. "Verde."

"¿De verdad?" Dijo ella con regocijo al encontrar algo que ambos compartían. "Qué interesante. ¿Y tú platillo favorito?"

"Camarones."

"¿Camarones? ¿Camarones con qué?"

"Cualquier jodido plato que tenga camarones." Contestó él con la mandíbula apretada.

"Pero debe haber algún platillo en particular que…"

Severus volvió a apretarse el puente de la nariz. "¡Jesucristo, mujer! ¡Sí que eres molesta!" Gruñó por lo bajo. "Entonces, digamos que me gusta el risotto de camarones, si lo que quieres saber es la minucia."

"Es solo que pienso que es mejor si nuestras historias coinciden, es todo." Dijo ella en tono desafiante.

"Bueno." Retrucó él de mala gana, mirando al frente de nuevo.

Ella también guardó silencio, hasta que algo le pasó por la cabeza. "¿Crees que nos obligarán a beber veritaserum?" Preguntó con el aliento contenido.

"Tú tienes un grado de pociones. Piensa en eso por un segundo." Dijo él con calma.

La mente de Hermione iba a 200 km por hora. "El veritaserum te hace decir la verdad, pero lo que tú crees que es verdad, así que…"

"Sería muy improbable, sí."

"…porque no les sería de utilidad. Si creo que tu color favorito es el verde…"

"Ahí lo tienes, además, ellos saben bien que soy bastante resistente al veritaserum. Tal vez lo intenten si no vendemos esto apropiadamente."

"Aguarda…" Dijo Hermione al cabo de unos momentos. "Eso significa que puedes mentirme sobre ti mismo. Cualquier cosa que me digas, la creeré, pero ellos no tendrán ni idea si de verdad sé algo sobre ti. O sea, que pasamos la entrevista, pero aún no sabré ni una mierda sobre ti." Severus solo le sonrió.

"¡Pero eso no es justo! ¡Tú sabrás todo sobre mí!"

"La vida no es justa." Dijo él simplemente. "Mira nada más la posición en la que tuve que meterme para obtener un ascenso, uno que ciertamente me gané por mérito propio."

Ella se quedó callada de nuevo. "Bueno, pero todavía podrían intentar usarlo." Farfulló la castaña. "Ciertamente puedo creerme los detalles insignificantes, pero no es creíble que estemos en una relación cuando me tratas de esta forma." Concluyó la chica por lo bajo, pero él escuchó.

"Teniendo en cuenta lo que piensan de mí, seguramente pensarán que te lancé un Imperio, así que la poción no funcionaría de cualquier forma. Es por eso que es más que probable que ni se molesten."

"¿Por qué creerían tal cosa? ¿Qué ganarías? Soy yo la que es parte de la puta ley."

Severus alzó los hombros. "Dejé de preguntarme por qué me ven como lo hacen, a pesar de mis mejores esfuerzos, hace mucho, mucho tiempo."
Se hizo otro silencio, y ella lo miró con… ¿empatía? Severus necesitaba que eso terminara ya mismo. "Además, pude haberte enseñado a resistir el veritaserum."

"Bueno, si vas a pensar así… hay tantas cosas que pueden hacerse. Ellos nunca estarán satisfechos con nuestras respuestas."

"Es por eso que predigo que estarán vigilándonos muy de cerca en los próximos meses."

Hermione suspiró. Era mucha molestia, pero valía la pena, por su libertad. "Está bien. Entonces solo necesitamos poner nuestras historias parejas. Yo… los dos deberíamos saber todo. Y me refiero a TODO. Empecemos con tus padres."

"No"

"Tú estarás conociendo a los míos en algunos minutos más… y yo debería saber algo de los tuyos…"

"Están muertos. Esa es toda la información que necesitas."

"Pero…"

"¡No, Srta. Granger!" Dijo con demasiada firmeza, ya muy enfadado.

Hermione frunció el ceño y en ese momento, se oyó el anuncio del capitán, avisando que estaban a punto de aterrizar en territorio francés.

"Hermione." Dijo ella.

"¿Qué?" Ladró él con enojo.

"Que. Me. Llames. Hermione." Retrucó la chica, puntualizando ya molesta también, y apretando los dientes por la frustración.

"Por favor, trata de hacer esto creíble para mi familia. Ellos no pueden saber que esto es una farsa. Por favor, trata de no maltratarme frente a ellos." Dijo ella, con enfado y frustración. "Si no somos capaces de hacer que ellos nos crean, no tendremos oportunidad con el Ministerio." Dijo ella, cruzando los brazos, comenzando a maldecir el momento en el que decidió meterse en semejante problema.

N/T: De verdad, tengan paciencia, porque las cosas pueden tardar en encaminarse, pero ¡vale la pena la espera!