III
Todos los días eran ya días de desesperación y angustia, sobre todo porque tenía que esperar la visita de su Tía todos los domingo por la mañana y esperar que en una de esas mañanas, la llegada de una nueva carta. Las llegadas de las cartas eran el motivo de una gran impaciencia para la pequeña niña que esperaba ver por la ventana la sonrisa de su tan amada Tía y llevara consigo un sobre o su bolso, pues el llevar un bolso en sus manos, era motivo de contribuir la llegada de la carta. Y sobre todo, esperaba que cada carta fuera algo bueno, como es debido, pero si al contrario era algo negativo, sopesaría con dolor y esperaba su inalcanzable mejoría; además, esperaba con ansias la llegada de estas, ya que, muy posiblemente, consigo traería nuevas aventuras.
En efecto, su Tía llego bajando de un carruaje, saludando inmediatamente a su padre y, casi al instante ella miro hasta lo más alto de la torre, en el casi diminuto orificio medianamente ovalado, observando a la pequeña niña que la esperaba arriba con una sonrisa. Con su impaciencia, la jovencita bajo innumerables escalones, pero eso no la detuvieron, llegando a pasar por los pasillos donde se encontraban los cuartos de su hermana y su padre, bajando nuevamente por las escaleras, sin importar que, de vez en cuando, se tropezara con el vestido, pues no se molesto en levantarlo ligeramente, pero al llegar la entrada principal, se arreglo un poco el vestido y unos sirvientes abrieron las dos puertas que conectaban con el patio principal, una luz encandecerte se asomo por el pasillo, logrando que su vista se nublara al momento, parpadeo y cuando por fin pudo ver con claridad, vio que su Tía está al frente de ella, tomándola de las mejillas y dándole ligeros besos en ellos.
-¿Cómo te encuentras mi pequeña niña?, ¿has dormido bien?-. Pregunto su Tía aun estando a la altura de la jovencita.
-Me encuentro de maravilla, Tía-. Refunfuño por tanto cariño expresado.
-De acuerdo, y ¿Tu hermana está bien?, ¿dónde se encuentra?-. Observo por todos lados hasta que muy lentamente la casi señorita bajaban los escalones. –¡Oh, vaya… cariño!, te ves muy mal-. Se le acerco acariciando sus mejillas que no parecían tener aquel tono del pálido rosa que solía tener la semana pasada que la vio.
-No se preocupe Tía, recaí, nuevamente, el martes por la tarde, pero ya me siento mucho mejor a comparación de otras vez-. Tomo las gélidas manos de su Tía y la miro con dulzura, observo a su pequeña hermana que se encontraba con la cabeza gacha y, era muestra para ella, que no se encontraba muy contenta. –Que te parece si platicamos un rato-. Sonrió. -Espero y me hayas traído el libro que te pedí la semana pasada-.
-Claro que lo logre conseguir, pero antes hay que pedirle permiso a tu padre si podemos ir las tres a tu cuarto y asi leerlo juntas mientras esperamos el almuerzo-. Miro al padre de las jovencitas y él inmediatamente asintió, las dos mayores estaban emocionadas, pero al ver a la pequeña niña, su sonrisa se esfumo. –Vamos cariño, tengo algo que contarte, también te traje un libro para ti, se que te canta explorar y traje un libro donde muestra muchos mapas y lugares preciosos, ¿te encantaría que te lo leyera?-. Con aquel discurso intento llamar su atención acercándose y mostrándole el libro que parecía estar bastante grueso.
-Me haría feliz-.
-Pues bien, vamos porque seguro lo que te contaré te encantara-. La mujer le sonrió y con un guiño, confundió a la niña, fue al poco rato que comprendió todo. Su padre, que solo se molesto a observar se retiro intentando guardar algún sentimiento.
Al llegar al cuarto de la hermana mayor, pronto se juntaron en la cama para ver lo que les había traído su Tía. Ambas mujeres estaban felices, la hermana mayor esta ilusionada de tener un libro más en su, tan extensa biblioteca, amaba estudiar y aprender nuevos idiomas y este libro no sería la excepción para su aprendizaje, por al contrario de la jovencita menor estaba mucho mas enamorada por conocer el mundo exterior; paso pagina por pagina y cuando logro estar a casi la mitad del libro un sobre con una nota escrita con una letra ligeramente pegada y muy voluminosa llamaron su atención, sobre todo cuando supo del remitente.
-Llego… Llego la carta. Es una carta. Una carta de él-. Soltó el libro y con gran vivacidad brinco de alegría, su corazón latió tan fuerte que pensó que esto acabaría aquí. Su Tía y su hermana por su parte, solo reían dulcemente al contemplar la emoción. –Han pasado varias semanas, más de un mes… casi 2 meses-. Esto hizo que decayera un poco su anterior comportamiento. -¿Crees que esta sea la contestación de mi carta?. No quiero que piense que es una carta por no responder la anterior y se lleve una mal impresión mía-. Esto la inquieto muchísimo. Su hermana mayor se preocupo y estuvo a punto de levantarse de la cama, hasta que su Tía empezó a reír.
-Pues averigüémoslo. Lo más seguro es que si llego tu carta… ¿Te parece si la leo para todas?-. Pregunto su Tía.
-Si quiero… pero muy bajito, para que nuestro padre no escuche-. Con eso dicho, su Tía se levanto de la cama y con paso ligeros se acerco a la puerta entre abriéndola disimuladamente, para observar si se encontraba por los pasillo, a los segundo decidió abrirla completamente, para asomarse con mucha más confianza y confirmando, una vez más, que no se encontraba por los pasillo. Regreso con las hermanas, no sin antes cerrar la puerta y asegurarla.
-Muy bien, he confirmado que no está merodeando por aquí, sigamos entonces con la lectura.
Mi querida amiga
Me siento obligado a reanudar las respuestas a sus preguntas después de tanto tiempo, debo decir, que es muy placentero, recibir una carta de usted, pensaba que quizás su necedad y su frivolidad ociosa aparejada con su vil, la harían el favor de no tomar papel y bolígrafo para escribir una respuesta. Seguramente, tras lo dicho, se abra ofendido, para ser sincero, sabe y conoce de mis agravios. Además le informo que, usted desprende una gran odisea de emociones y, para mi es imposible de no reanudar mis exiguas pretensiones para robarle una sonrisa de su rostro, me tendré que conformar con imaginarme su rostro tan altamente sombreado por un tono rosado tras leer esto.
Ahora bien, me encuentro en buena salud, el trayecto ha sido placentero, dormiré en un lugar con excelente salubridad, ya sabe que no puedo responder en donde resido, pero espero y sea respuesta suficiente, la comida es excelente, me han recibido y atendido con mucha elegancia y siempre están al tanto de que reciba las comidas del día; me temo que explicarle cada comida, la carta se extendería muchísimo. Sobre alguna pesquisa hacia otra mujer, usted, señorita, está dotada de un gran carácter y peculiar forma de sentir, nadie puede suplirla, estaría faltando a mi propia ética si considero la medianía entre usted y otra persona.
Si me permite adoptar una postura con más cautela y prolija, uno de mis grandes deseos es que usted pueda salir de aquel lugar, de su morada; me encantaría que pudiera conocer el mar, las calles de otros países, los bosques, y hablando de esto, aludí recordar un pensamiento suyo que posiblemente diría, pues aquel paisaje se presta a sus tan habilidosas interpretaciones, aunque para mi, bastante ilógicas.
En efecto, espere mi pronto regreso, vera que todo habrá cambiado para nosotros, para usted, por el momento, espero y reciba el obsequio que le tengo adjunto con esta carta.
Atentamente, su amigo.
Tras aquella recitación las mujeres quedaron emocionalmente embelesadas, pero la pequeña niña se encontró confundida, pues aquella carta no tenía el obsequio, su Tía le leyó el pensamiento y de su pequeño bolso, saco una pequeña caja y se la entrego. Al abrir la caja que estaba adornada de un color rojizo y detalles en dorado, pudo observar un camafeo que tenía incrustado un cuarzo azul, al levantarlo para observarlo con mayor detenimiento, pudo ver que este cambiaba un poco de color por la luz solar en la que se reflejaba, era maravilloso.
-Este, cariño, tenía una nota también adjunta. La leeré-. Comento su Tía observando que la pequeña niña estaba hipnotizada por la belleza de la gema.
Adjunto esta dedicatoria para felicitarle por un año más que se suma a sus primaveras, seguramente cuando llegue esta carta a sus manos, habrán pasado algunos días, como también, para explicarle lo que tiene como obsequio. Aquella piedra es un ámbar azul, con los rayos del sol, notara su color peculiar. He comprobado que tiene el mismo color de sus ojos.
-Para mi amiga. Atentamente tu amistoso amigo.
-Es encantadora su escritura, siendo un niño. Tiene un merecido reconocimiento por, recordar su fecha de cumpleaños. Mi pequeña señorita, ¿Recuerda la fecha de cumpleaños de su gran amigo?-. Pregunto la Tía con curiosidad y, la jovencita no sabía que responder, pues se sentía torpe al no recordar su fecha de cumpleaños. Aquella señorita rio con mucha precaución al verla casi en angustia y continuo. –No te preocupes, para su cumpleaños número 7 es el próximo mes, tenemos tiempo para bordarle algo-. Sostuvo sus manos y una llamada a la puerta de una de las trabajadoras del lugar, para informar que el almuerzo estaba preparado. - ¿Te parece que le contestemos de inmediato y, al mismo tiempo, escogemos algo para darle como regalo de cumpleaños?, no creo que nos demoremos mucho si nos ayudamos entre las tres, ¿qué dicen?-. Ambas jovencitas asintieron y prosiguieron a bajar para ir al comedor.
Curiosamente, todos estaban comiendo con demasiada alegría, muy fuera de lo normal, para la más joven era muy notoria la felicidad, era ineludible, a tal grado que su padre le pregunto por su tan acaramelada sonrisa, ella sin titubear respondió que era porque recibió el mejor regalo de todos por su sexto cumpleaños y de repente sintió una aberración, su hermana mayor estaba totalmente feliz compartiendo de un intercambio de comentarios después de la pregunta que hizo el padre, comentando sobre los libros que tenían y que seguirían armando una gran colección, compartiendo conocimiento con su hermana menor para que sea mucho más sabia que ella, a lo que esta alegaba ser imposible, pues su hermana era la mejor. Al contrario de su Tía, ella las miraba con regocijante, ver esa esencia tan viva en ellas, la hacía sentir que su hermana aun existía en ellas y se conservaba presente. El padre que se limitaba solo a observar a sus hijas pudo comprender algo de toda esta situación.
-Padre, nos retiramos, pues mi Tía prometió que nos leería enseñaría el idioma latín, pues lo requerimos para un libro que tiene este tipo de escritura-. Dijo la más pequeña al poco tiempo de terminar su almuerzo, su padre la observo con cautela, pero solo se reservo a aceptar su petición, parecía que, ahora se estaba preocupando de su educación. –Gracias padre-. Las tres se retiraron.
-No tiene nada de su habitual sosiego-. Solo pudo decir para sí mismo, pues sus hijas ya hace tanto había salido del comedor.
Al llegar a su cuarto, la pequeña rápidamente tomo su papel y bolígrafo, acercando una vela a su mesa, pues la tarde había entrado a su cuarto, tanto tiempo pensando en que obsequiarle de igual valor, hizo volar su tiempo. Las otras dos mujeres, tomaron las herramientas para sellar la carta, acercando sillas para estar todas juntas en esta próxima respuesta.
-Y bien… ¿qué piensas decirle?-. Pregunto su hermana mayor.
-Me apetece, agradecerle, pero esta vez, seré yo quien le escriba.
Entonces fue cuando mientras el sol se ocultaba las 3 mujeres escribían a la luz de la vela.
