Marinette no es la única que se desayuna con la noticia que su tía por fin despertó, pues digamos que en la emoción del momento olvidaron a avisarle a Félix… Al menos Tikki recibió noticias de Bri, y habría recibido más, de no ser por la repentina visita de Chat Noir. ¡GRACIAS POR LEER!
DISCLAIMER: Los personajes son propiedad de Thomas Astruc, Zag Toons y quienes hayan comprado las respectivas licencias. No estoy ganando dinero con esta historia, sin mencionar que no tengo ni donde caerme muerta: si me demandan, no van a sacar nada.
ADVERTENCIAS
La plaga todavía no ha sido purgada de estas tierras. Cuídense y cuiden de otros. Mantengan la distancia, lávense las manos y a resistir como mejor podamos.
Puede haber spoilers de la cuarta temporada.
"CONOCERSE DE NUEVO"
CAPÍTULO 2: Grandes sorpresas
Residencia Dupain – Cheng.
Sábado 26 de diciembre de 2015. 10:12 hrs.
Marinette estaba boquiabierta y no daba crédito a sus oídos. Tom aguantó la respiración, como si estuviera esperando otra reacción de la muchacha, pero por lo visto la había dejado sin palabras. No le sorprendía en todo caso, él mismo estaba impactado con el giro de los eventos.
—¿Estás hablando en serio, papa? ¡¿La tía Bridgie despertó anoche?! ¡¿Por Qué No Me Avisaron?!
—Lo intenté, hijita, pero dormías a pata suelta. ¡Por eso dejé la nota!
—¿Qué nota?
La chiquilla exhaló de nerviosismo. La verdad, la noche anterior había dormido tan profundo que bien podría haberle caído un akuma encima, con todo y destrucción de París y no se habría dado ni cuenta. Estaba de vacaciones de navidad, pero no había descansado mucho, por culpa de Papillón, bendita sea su alma (sí, eso fue un sarcasmo). Así que como tuvo la oportunidad de dormir, pues… lo había hecho. ¡Ni cuenta se dio cuando sus padres habían salido a las carreras de la casa! Y obviamente no vio la nota que le dejó su papá cuando despertó esa mañana. De hecho, se había despertado a eso de las 9:25 para descubrir que estaba sola y tras haber recorrido la casa y la panadería, que encontró cerrada, había decidido llamar a sus papás al celular para preguntar dónde estaban.
Fue cuando Tom se dejó caer en la casa, para poner un cartel de "cerrado por emergencia familiar" y hablar con Marinette sobre lo ocurrido mientras la acompañaba para desayunar.
—Te dejé una notita explicándote todo, corazón. En tu mesita…
—No la vi. ¡Wow! ¿En serio está despierta?
—Sí… lo está.
—¡¿Así de repente?! O sea, ¿no dio indicios de estar recobrando la conciencia? No le oí decir nada a maman. ¡QUÉ EMOCIÓN! —Marinette pareció encenderse en colores de entusiasmo antes de volver apagarse— ¡Muy incómodo al mismo tiempo! ¿Cómo explicas…?
—¿… quince años en coma? ¡Está complejo! Tu tía está muy… angustiada.
—¡Yo estaría hecha un flan! Pero… ¿ella está bien? ¿Y maman? ¿Qué dice ella?
Tom volvió a suspirar. Sabine no había querido irse del lado de su hermana y la comprendía. Bridgette estaba en shock emocional en esos momentos. Además que se había convertido en un súbito centro de atracción y eso la tenía del todo abrumada. No quería ver a nadie y estaba muy poco tolerante con los extraños, excepto con él y Sabine, por lo que no querían dejarla mucho rato sola en un mundo tan extraño como el que les rodeaba.
Bridgette se había dormido en 1999. Un mundo radicalmente opuesto al que tenían ahora, pese a que apenas habían pasado 15 años. ¡Hasta los códigos sociales habían cambiado!
Bueno… no digamos que Bridgette era indefensa o que había quedado abandonada en esa residencia, dejada allí para que no estorbase a nadie en la familia, como tantos otros casos. ¡Todo lo contrario!, la familia nunca dejó de cuidarla. Por un lado, y gracias a una demanda colectiva, las víctimas de la tragedia recibieron pagos importantes para solventar los gastos asociados a las lesiones. Por otro lado, los tíos de las hermanas Cheng se habían asegurado de que Bridgette recibiera los mejores cuidados que pudieran pagar, además de que tomaron buenas decisiones en cuanto al dinero. Parte de la herencia de los padres de las chicas que le correspondía a Bridgette (no era mucho), se invirtió en bolsa y daba algunas ganancias bastante modestas. Todo ese dinero, sumado al de la demanda, iba a un fideicomiso que se usaba para pagar los gastos asociados a sus cuidados y, en el caso de que la chica despertase, serviría para asegurarle techo, comida y si era inteligente y lo invertía bien, le permitiría continuar con sus estudios.
Sabine, apoyada como siempre por Tom, continuó cuidando de ella. La visitaba muy seguido, como mínimo una vez por semana, conocía a todo el personal de la residencia y estaba dispuesta a levantar el mundo por asegurar que estuviera en buenas condiciones. Sabía que su hermana no tenía un pronóstico bueno, pero ni siquiera se cuestionaba sus cuidados. Tom la apoyaba y Marinette… también.
¡Oh, Marinette! La chica sonrió soñadora. Desde que había nacido que tenía fotos con su tía Bridgie. Obvio, la mayor estaba en coma, pero siempre procuraba sacarse fotos con ella en las ocasiones importantes. ¡Por fin podría tener una conversación con ella! Había escuchado tantas historias y se identificaba con tantos rasgos de su tía, que siempre había soñado tener alguna charlar largo y tendido, trabar alguna relación con ella, tener alguna complicidad… Bridgette era, después de todo, su única tía (Tom era hijo único).
—¿Cuándo podré conocerla? ¡¿Ya sabe que existo?!
—Todavía no puedes conocerla, cariño, Bridgie está muy abrumada, pero ya sabe que existes. ¡Se puso a llorar! —Tom se detuvo pensativo— bueno, no ha parado de hacerlo desde que despertó…
—¿Ya sabe que maman no puede tener más niños?
—Puede que ya lo sepa a estas alturas, pastelito.
—Sabe que no puede caminar. —esa no fue una pregunta. Marinette dejó caer los hombros cuando Tom asintió con la cabeza— Pobrecita… eso debió ser un golpe bajo.
—Tu tía es fuerte, pero ahora está muy frágil. Por eso hay que tomarse las cosas con calma.
Marinette asintió con calma y se fijó en su taza. ¡Qué realidad tan difícil! Su tía tenía que estar pasando las de Caín: como si haber sobrevivido a duras penas a un atropello y pasado en coma los últimos quince años no fuera suficiente, tener que lidiar con el hecho que estaba paralizada de la cintura hacia abajo tenía que ser del asco. ¡El mundo había cambiado tanto en todo ese tiempo! ¡Válgame! Bridgette ni siquiera sabía lo de las torres gemelas, el tsunami en Asia, la crisis subprime ni nada… en la época del accidente los smartphones no existían y menos las redes sociales…
—¡Qué agobio! Pensándolo bien, no me extraña que la tía esté abrumada… —Marinette suspiró, aunque de pronto recordó algo que la hizo levantar las cejas— Oye papa.
—¿Dime pastelito?
—¿Ya le avisaron al novio? —preguntó con cierta picardía en la voz. Tom frunció el ceño.
—¡Ay, Marinette! No le digas así: sabes que es muy tímido y no le gusta… ¡MON DIEU! —Tom se detuvo en seco y se llevó las manos a la cabeza— ¡No Le Hemos Avisado A Félix Todavía!
—Pues yo me apuraría, antes que al pobre le dé un infarto cuando vaya a visitarla y se la encuentre bien despierta.
Tom miró a Marinette, quien lucía una sonrisa traviesa. ¡Su hija tenía toda la razón del mundo! Félix, después de todo, visitaba a Bridgette todos los días en la residencia, con notables excepciones, pero con la emoción del momento habían olvidado darle las buenas noticias.
Y mientras Tom se apresuraba en buscar su teléfono, Marinette deslizó una galletita a su bolso, que Tikki recibió con desgano, sintiendo de pronto mucho frío. ¡Por fin había tenido noticias de Bridgette después de tanto tiempo! Pero no sabía si eso la hacía sentir mejor o peor. Lo que sí sabía es que estaba muy preocupada… ¡Tenía que ir a verla! ¡Cómo fuese!
Aunque fuera a la distancia…
Residencia Marchant.
En esos momentos.
Sabine había salido unos momentos. No prestó atención a sus motivos, y vagamente recordaba haberla escuchado decir que volvía en unos 25 minutos a lo sumo. Ni siquiera tuvo curiosidad por saber a donde iba. Bridgette estaba deshecha y sentía tanta desolación que bien hubiera preferido morir. Pero no: estaba ahí, como una muñeca de papel, doblada sobre sí misma y sin ganas ni fuerza de moverse siquiera con el pensamiento.
Quince años. Por culpa suya seguro, ¡Con lo torpe que era no le extrañaría! Quizás la luz había cambiado y no se dio cuenta, pero… Un camión hace ruido como mínimo. ¡¿Cómo diantres no lo vio?! Ni siquiera lo escuchó… pero de nuevo… ni siquiera tenía memorias del suceso.
Lo último que había visto fue la mirada de Félix y en esos ojos celestes además había reconocido por fin a su gato. Y luego una oscuridad tan agobiante que en apariencia solo había durado unos momentos hasta que se percató de esa cálida sensación en los labios, seguro un recuerdo fantasma del beso que le diera Chat Noir, y que de pronto respiraba.
¿Cómo fueron a pasar quince años? Toda una vida interrumpida. Su carrera, sus sueños, su vitalidad. Su vocación de heroína: todo a la basura, irremediablemente detenido, cercenado. ¡Y cambios tan agobiantes que le daban jaqueca! Sus queridos tíos estaban muertos, sus amigos cercanos habían cruzado el océano buscando otras vidas, su hermana había comenzado su familia y tenía una sobrina ya adolescente. ¡NO era justo! ¡se supone que tenía que mimar, consentir y malcriar a sus sobrinos hasta que le diera dolor de muelas! ¿Qué iba a querer una adolescente tener que ver con esta mujer de papel arrugado y discapacitada?
No se había reconocido en el espejo cuando se vio. A duras penas había reconocido a Sabine: su hermana estaba más regordeta y mayor y ella… ¡Ay! Le daba horror pensar en su imagen cuando se vio. Su piel estaba reseca, no tenía tono muscular, estaba tan débil que hasta pestañear se le hacía cansado y sus manos habían perdido motricidad fina. Su cabello parecía como de heno y sus uñas estaban feas y trizadas.
Toc. Toc.
—Pase. —susurró más bien para sí misma, porque hasta sus cuerdas vocales se habían visto afectadas por su condición.
Bajó la cabeza y cerró los ojos, alcanzando a ver como dos lagrimones caían en su regazo. Estaba sentada de un sofá bastante cómodo, con un chal sobre las piernas, las mismas que no sentía, que no podía mover y que parecía que hasta eran de otra persona. No sentía nada de la cintura hacia abajo, ¡Era una carga!, dependería de otros hasta para ir al baño. ¿Por qué no se había muerto en el accidente? Le habrían ahorrado tanto dolor. Nadie la habría echado de menos…
—¡Qué Vergüenza! Ni Siquiera Se Había Dado Cuenta Que Adrien No Estaba En La Mansión. —Bri dio un brinco al sentir un golpe en una cómoda cercana y en seguida se volvió al origen del ruido— ¡¿Cómo se atreve a tratarlo así?! ¿Es que no se da cuenta del hijo que tiene, maldita sea?
Bridgette abrió los ojos como platos. Allí, frente a la cómoda y dándole la espalda, estaba Félix, arreglando unas rosas en un florero, como si fuera lo más normal del mundo. ¡Félix! ¡Por supuesto que era él! Lo reconocería incluso cubierto de brea y alquitrán. ¡FÉLIX! No tenía idea qué lo tenía tan enojado, pero estaba ahí, en esa habitación, a metros de ella. ¿Quién era Adrien? ¿Cómo…? ¿Por qué estaba ahí? Bridgette intentó llamar la atención del hombre, pero la voz no le salió y hacer aspavientos le era imposible. Comenzó a hiperventilar, ¡Necesitaba llamarlo! Logró encontrar la fuerza para incorporarse un tanto, pero todo fue inútil. Félix siguió ahí, dándole la espalda, ajeno al hecho que ella estaba despierta, siguiendo con alguna suerte de rutina que a Bri se le escapaba.
—… Félix. —carraspeó por fin un poco más alto, lo bastante como para llamar su atención.
El hombre detuvo sus enojos y se quedó quieto. Suspiró sonoramente.
—Ya sé, Bridgette. No debo enojarme en vano. La situación pronto va a cambiar. —el hombre levantó la vista al techo y se quedó en silencio.
—¿Eres tú en verdad? —preguntó Bridgette de nuevo, ansiosa por verle la cara.
—… Sí soy yo. —La voz de Félix sonó dolida— Y de nuevo estoy escuchando tu voz…
—… soy yo. O lo que queda de mi…
Un hielo le recorrió el espinazo a Félix. A veces cuando visitaba a Bridgette, imaginaba las respuestas de la chica, incluso llegando oír su voz algunas veces, pero nunca antes le había dado una respuesta así. El corazón comenzó a latirle con más fuerza y se sintió de súbito paralizado, como si intuyera que lo imposible estaba justo a sus espaldas. Juntando coraje, las piernas le flaqueaban, Félix giró sobre su eje y enfrentó la cama de su bella durmiente… que estaba vacía, estirada y lista para recibir a su paciente, pero ella… ella…
… la vida como que se puso en cámara lenta a medida que el hombre, abogado y ex súper héroe curtido en mil batallas, giraba la cabeza en la dirección de la voz y lo que vio casi le quitó el calor de la sangre. Ahí estaba Bridgette, con los ojos muy abiertos y alertas, fijos en él, despierta, consciente, más hermosa que nunca.
Fue como si le voltearan agua helada en la espalda y en serio tuvo que sujetarse del mueble por temor a caerse. Ambos fijaron la mirada por lo que pareció una mini eternidad en la que hasta olvidaron de respirar. A Bridgette le dio vueltas la cabeza, y tal como en aquella ocasión, mientras más se perdía en la mirada de Félix, más reconocía a su gato.
—Estás despierta… ¿Cómo…? ¿Cuándo?
Félix dio un dudoso paso hacía ella, como si no quisiera romper el encantamiento. Bridgette entonces se vio las manos, recordó lo horrible que estaba, lo ajada y vieja que se veía, tan rota, tan dependiente. Y no pudo evitar llorar, tapándose la cara con las manos, presa de una desesperación espantosa que amenazaba con arrancarle la cordura.
—¡No me veas, por favor! ¡Vete!
—ma lady…
—¡LARGO!
En un afán por complacerla, Félix retrocedió, pero contra su voluntad. El mundo entonces se puso a girar con violencia mientras era abrumado por sus propias emociones. Alguien lo sujetó del brazo y lo sacó de ahí, obligándolo a sentarse en una silla en el pasillo. Apenas fue consciente que intentaban llamar su atención, pero él no podía concentrarse… le costó volver a la realidad y cuando lo hizo, se encontró con el preocupado rostro de Sabine.
—¡Ay Félix! ¿Estás bien? No me asustes así, ¡Ya he tenido muchos sustos hoy!
—¡Sabine! —exclamó al reconocerla— ¡Bridgette está…! —Félix se detuvo, desconfiando de su voz— ¡¿Cuándo…?!
—Anoche, a las 3 de la mañana… —Sabine se volvió a una enfermera que estaba valorando a Félix— Lucille, ¡Creí que le habían avisado!
—¡Creí lo mismo, madame! Bernadette debía haberlo llamado… ¡Seguro se distrajo! —Lucille se concentró en Félix— Lamento mucho la situación, monsieur. Han sido horas muy agitadas.
—¿Ella está bien? No lo está, ¿verdad?
Lucille y Sabine intercambiaron miradas. La enfermera se levantó e instó a Félix a no moverse, que en seguida venía, dejando a Sabine a solas con él. Desde el cuarto de Bridgette se oía un llanto lastimero, que les rompía el corazón y Sabine se debatía entre ir a ver a su hermana y…
—Pastelito, ve con Bridgie. Yo me quedo con Félix. —dijo Tom de pronto.
—Gracias, mon amour. —dijo Sabine antes de correr con su hermana.
El enorme panadero se sentó junto a Félix y dejó que el hombre tuviera un momento de pánico emocional. Estaba aturdido, tenía náuseas y las piernas le tiritaban. ¡Esa visita no estaba saliendo como era esperable! Tom le dio algunas palmadas en la espalda.
—No saben porqué ni como, pero Bridgette despertó anoche por sí misma. —comenzó explicando el panadero, antes de poner una sonrisa picarona— Aunque le escuché a las enfermeras y a la paciente del fondo que tal cosa pudo haber tenido relación con el regalo de navidad que le diste el 24.
—¡Tom, Calla! ¿Qué no ves que no estoy para bromas?
¡Claro que no lo estaba! Félix parecía gato remojado en alcantarilla. Tom dejó escapar una risita: era un secreto a voces que el visitante de la Belle au bois dormant residente solía besarla a escondidas en algunas ocasiones especiales, como su cumpleaños, el día de su nombre y navidad. Era algo muy casto y breve, pues había algo de dudosa legalidad al respecto. No había dudas de ello, pero tampoco pruebas. Félix se revolvió los cabellos y Tom se puso muy serio.
—Los médicos no saben porqué despertó, solo que lo hizo y que aparentemente está normal.
—No me estás mintiendo, ¿verdad?
—¿Mentirte yo a ti? ¡Hombre! ¿Cómo crees eso si eres capaz de ver bajo el petróleo? —Tom arrugó el ceño— Cálmate Félix… se nos viene duro a todos.
—¿Qué le pasa a Bridgette? —preguntó con la ansiedad en la garganta.
—Está emocionalmente muy frágil. Y abrumada: ha estado recibiendo muchísima atención. Medio Staff la vino a ver, la han manipulado un montón y encargado toneladas de estudios. En un rato viene un neurólogo a valorarla, y un terapista. Ya vino un fonoaudiólogo y los médicos de planta no la dejan en paz…
—¡Así cualquiera se abruma!
—Tienen que hacerlo, Félix. Es poco más que un milagro que haya despertado… necesitan descartar daño neuronal y determinar exactamente como está.
—No me extraña… pasó 15 años en coma… y recién va a venir a lidiar con sus heridas de entonces…
—Tal como si todavía estuvieran frescas.
Félix se tapó la cara y se la refregó con ganas. Tenía ganas de echarse a llorar como niño pequeño y Tom lo supo. Lo dejó tranquilo y por eso pudo poner atención a como los llantos de Bridgette bajaban en intensidad. Finalmente le dio unas palmadas a Félix en la espalda.
—Dale tiempo, sabes mejor que yo que Brid es terca y persistente: tiene que lidiar con este duelo, igual que tú.
—Ya sé…
—Vamos, las mujeres tienen para rato ahí metidas y tú necesitas una copa de vino y un buen baguette. Traje: tengo en la camioneta.
—¿Trajiste pan y vino a una residencia de enfermos?
—No, solo baguettes. Pero estamos en París: el vino nunca está muy lejos.
Habitación de Marinette.
Algunas horas más tarde. 12:59 hrs.
—No te preocupes maman, puedo cuidarme sola. ¡La tía Bridgie te necesita! —dijo Marinette por el teléfono— Sí, no te preocupes, voy a almorzar en seguida: sé donde están los restos de ayer. ¡Dale cariños a la tía Bridgie de mi parte! ¡Au revoir!
Marinette colgó el teléfono. Sus padres seguían con su tía en la residencia, reacios a dejarla sola, pero no dejaban de pensar en ella y su bienestar. Sabine la había llamado para avisarle que se iban a tardar más y que almorzara sin ellos, que luego se lo compensarían, pero que no los esperase. Marinette entendió la situación a la perfección y no puso objeciones: en esos momentos su tía necesitaba a su hermana más que nunca, lo cual era muy comprensible.
La joven diseñadora se sopló el flequillo. Seguramente sus papás regresarían mucho más tarde de lo esperado, así que decidió que los esperaría con una merienda ligera y si se tardaban más, pues con la cena, que seguro volverían muy cansados y llenos de novedades. ¡Ojalá que a Papillón no se le ocurriera lanzar algún akuma! Eso sería desastroso en muchísimos niveles. ¡Ni modo! Marinette se levantó de la silla y estiró los brazos, decidiendo bajar a almorzar, pero primero…
—¿Tikki? —Marinette caminó hasta la casita de su kwami y la llamó con suavidad— ¿Ya te sientes mejor?
La kwami se tardó unos momentos en salirse de su nidito y asomarse por el borde de la caja. Desde que Tom y Sabine se habían ido en medio de la noche que Tikki se había descompensado un poco y sufrido una fuerte jaqueca. Solían darle de tanto en tanto, el maestro Fu le había dicho que era una secuela de un accidente que sufrió la kwami con su anterior portadora, pero que se le irían pasando conforme pasara el tiempo. La primera vez que Tikki había enfermado se había asustado mucho, pero luego con el tiempo, y las enseñanzas del viejo guardián, Marinette ya se sentía un poco más segura al momento de cuidar a su kwami.
—Mejor Marinette. Todavía me duele la cabeza, pero nada que un poco de descanso no resuelva.
—Te tomaste la medicina, ¿verdad?
—Toda. ¡Gracias Marinette!
—¡Ni lo digas! Bajaré a almorzar algo, mis papás se van a tardar más. ¡Trata de descansar un poco más! ¿Te parece? Si pasa algo…
—¿Marinette?
—Dime Tikki…
—¿Cómo está tu tía? Escuché que… está delicada.
—Pues… bastante. Pero por lo que sé, la tía Bridgie es fuerte y persistente. La están evaluando y todo. —Marinette bufó impaciente— No sé mucho más, excepto que tendré más noticias cuando mis papás regresen.
—Oh. Y… ¿cuándo irás a verla?
—Pronto, espero. Hay que tomarse las cosas con calma… estaba en coma desde 1999. ¡Ni siquiera me conoce!
—Paciencia Marinette. Ya se conocerán y se caerán muy bien.
—Ya sé Tikki, es cosa de…
Toc, toc, toc, toc, toc…
Aquellos golpecitos en el tragaluz las detuvieron en el acto. Tanto Marinette como Tikki levantaron las cejas y dirigieron las miradas hacia la ventana en cuestión. La chica no perdió tiempo, sabía perfectamente quién era y a juzgar por la hora debía ser importante. No tardó en acercarse y abrir la ventana. Chat Noir se dejó caer como peso muerto sobre la cama de Marinette, sin siquiera una palabra.
—¡Chat! ¿Qué te he dicho? ¡Usa la puerta como la gente! NO puedes…
—Lo siento Marinette.
El gato ni siquiera miró en su dirección, y a juzgar por su tono de voz, le había pasado algo grave. Esto hizo que el corazón le diera un vuelco, así que a las carreras Marinette cerró la ventana y se sentó junto a él.
—¿Qué pasó, mon chaton? —le preguntó con tierna preocupación, pero el gato siguió con la vista fija en el suelo. Marinette notó lo frío que estaba y que de nuevo se estaba tragando emociones. Se le acercó y tomó por el mentón, obligándolo a mirarla— ¿Qué te hizo Gabriel ahora, Adrien?
El gato levantó la mirada, con los ojos vidriosos. El muchacho reprimió un puchero y resopló profundo al ver la genuina preocupación y cariño en los ojos de Marinette.
—Discúlpame ma lady, pero no podía estar en mi casa… —Chat se dejó acariciar la cabeza, tratando de perderse en esa sensación— Transformación fuera.
Y en menos de un segundo ya no estaba Chat Noir en esa habitación, sino Adrien Agreste, quien de pronto se vio embargado por las emociones y estalló en llanto silencioso, tapándose la cara y dejándose consolar por Marinette, quien no lo urgió por respuestas, sino que lo dejó desahogarse en su regazo. Ya tendrían tiempo de conversar y por lo visto, no almorzaría sola.
Plagg le dio algunas palmaditas a su cachorro en la cabeza y tras tomar él mismo su quesito de uno de los bolsillos de su portador, voló hasta la casita de Tikki, en donde entró sin siquiera anunciarse.
—¡Gabriel debería meterse con alguien de su tamaño! Ese remedo de persona nunca me ha caído bien. Félix era un amarguetas, pero mucho mejor persona. ¡Gabriel nunca debió reproducirse el muy bastardo! ¿Puedes creerlo Sucrette? ¡Quiere que Adrien modele calzoncillos! —protestó Plagg por todo lo alto, pero como no obtuviese respuesta… —¿Sucrette? ¿Terroncito?
—¿Apestosito?
El tono de voz de Tikki le advirtió en seguida a Plagg que algo estaba pasando. Aguantó la respiración: ya tenía suficiente drama con los Agreste como para que ahora se añadieran otros, pero quien fuera que había hecho llorar a su amada Sucrette iba a lamentar haber nacido cuando él lo pillase. Plagg se apresuró junto a Tikki y la tomó de las manos.
—¿Tikki, ma vie? —le dijo en un tono que solo usaba con ella en ocasiones muy contadas— ¿A quien tengo que romperle las piernas?
—No, snif, snif. No Apestosito, a nadie… sob, sob. —Tikki se dejó apapachar por Plagg en lo que se limpiaba la carita— Es mi antigua portadora…
—¿Bridgette? —Plagg bajó los hombros— ¿Otra vez la pesadilla?
—Sí, pero hay algo más…
—¿Qué pasó?
—Es tía de Marinette… y despertó anoche del coma… estuvo en coma los últimos 15 años. ¡Creí que había muerto! ¡Es que nadie me decía nada! —Tikki se largó a llorar con ganas— ¡Tengo tantas ganas de verla, pero al mismo tiempo no! ¡NO sé qué pensar! Buuuuuu…
Plagg no fue indiferente a la noticia, aunque lo disimuló bien. De hecho, se sintió palidecer con la información, pero luego tendría tiempo de pensar en ello si le daba la gana. De momento, su Sucrette necesitaba su apoyo y él se lo daría. ¡Siempre se lo daba! Así que la llevó con él de regreso al nidito y la ayudó a recostarse, mientras la abrazaba y que así pudiera llorar tranquila y en brazos seguros.
¡Irónico! Allí estaba la coccinelle conteniendo a su cachorro y helo aquí, él mismo conteniendo a su Sucrette. Y por aquellas ironías del destino… sus actuales portadores eran sobrinos de los anteriores…
—¡Te pasaste, Fu! Te pasaste.
Continuará.
Por
Misao–CG
Publicado el miércoles 12 de mayo de 2021
Próximo capítulo: Abuelo Agreste
… La voz de Nathalie lo sacó de su tren de pensamiento y le hizo voltearse a la puerta. No alcanzó a darle permiso a la mujer para entrar, sino que esta tomó la iniciativa y simplemente cruzó la puerta. Adrien frunció el ceño: eso solo lo hacía en contadas ocasiones, generalmente emergencias. Plagg alcanzó a esconderse con las justas.
—¿Qué pasó, Nathalie?
—Es tu abuelo. Marcel.
—¿Le pasó algo?
—¿A él? Sí… más o menos…
Notas finales: Del lado positivo, sigo sin haber matado a nadie, aunque el pobre Félix se me infartó con ganas. Y Bri está algo… emocional, pero no digamos que la culpo. Y sí… digamos que los jóvenes héroes de París sí conocen la identidad del otro en este fic. ¡Gracias por darme una oportunidad!
Por favor, cualquier error, gramatical o de ortografía, me lo dicen para poder arreglarlo si corresponde. ¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!
