Capítulo 1


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Las reuniones de presupuesto siempre le habían resultado tediosas.

Tensas y tediosas.

Todo el mundo nervioso citando números y estadísticas, y gastos, y ganancias...y número tras número. Discusión tras discusión, argumentando que tal cifra era más importante que otra.

Cómo añoraba las épocas en las que solo debía preocuparse por obtener información y sobrevivir. Extrañaba la adrenalina que circulaba por su cuerpo cuando estaba a punto de conseguir ese dato que torciera el curso de acción, y lo fácil que le resultaba.

O la emoción por la ideación de estrategias de defensa y ataque, junto a sus compañeros ninjas alrededor de una fogata en pleno bosque, atentos todo el tiempo cuidándose las espaldas prácticamente sin dormir. Extensas jornadas en peleas que llevaban el rendimiento físico al máximo, soportando frío, hambre, cansancio, y…

Bueno respecto a eso, la verdad era que debía admitir que ahora las cosas estaban mucho mejor. Dormir profunda y tranquilamente cada noche en una cama mullida luego de una buena ducha caliente, no tenía precio.

— Los últimos meses, gracias a las donaciones privadas por la asistencia médica a las aldeas vecinas, nos ha dejado un súper avit que va a permitir…

Esa voz, su voz. Le encantaba.

Tampoco tenía precio escucharla cada día.

Si bien siempre le había resultado un tanto chillona, en un punto en que no lograba precisar bien cual, era relajante. Por alguna razón ese timbre agudo que llegaba a molestarlo cuando se elevaba gracias al enojo, en circunstancias normales eran un arrullo.

Y ahora, con sus veinticuatro años, sonaba con más cuerpo, femenina pero un decibel y medio más grave, y la modulaba mucho mejor al hablar. Era muy agradable, sensual… demasiado sensual.

Le tranquilizaba oírla. Porque cuando eso sucedía, ella estaba ahí, cerca, segura. Y por fortuna, en los últimos dos años y desde que la kunoichi se hiciera cargo del hospital, casi todos los días tenían alguna actividad en conjunto, ya sea por sus obligaciones como líderes o cuando simplemente quedaban para entrenar a sugerencia suya. Porque no dejaría pasar ninguna oportunidad de tenerla cerca.

Y sino existía un motivo valedero, la invitación por una buena taza de té verde era una propuesta que ella aceptaba gustosa siempre.

No era nuevo pulular alrededor de la joven. Desde que ya no fuera más su sensei y no hubiera razones para estar con ella más que alguna misión esporádica en conjunto, siempre había procurado estar cerca, aunque tuviera que verse reducido a ser un mero espectador de su vida desde lejos. Situación que prefirió tolerarla, a no tener nada.

Pero ya no era necesaria esa distancia. Por caprichos del destino, ella comenzó a acercarse más informalmente a él luego de que Sasuke se fuera una vez más. Al principio, sentía que era mera cortesía, luego recurría por algo de mentoreo. Las coincidencias aumentaron y así finalmente se labró una, podía llamarle, que linda amistad.

Todo confluyó naturalmente, por fortuna, a que cada vez necesitara echar mano a menos pretextos para tenerla a su alrededor.

Y hoy era uno de esos días en que sin necesidad de argucias, ella estaba ahí, cerca. Aunque no sólo para él, pero funcionaba igual.

Podía admitir que ya era factible quitar la palabra tensa a la definición de las reuniones presupuestarias. Desde que finalmente Tsunade decidiera retirarse por completo de sus funciones públicas, Sakura había quedado como el médico en jefe y, en poco menos de medio año, comenzó a prepararse para ocupar el cargo de directora.

Ella decía en cada charla de té, que esas funciones aún le quedaban grandes, que había un gran trecho a recorrer antes de tomarlas, aunque él guardaba sus dudas acerca de la distancia. En el tiempo en que ella se dedicó casi por completo a ser médico, no sólo había demostrado ser profesionalmente excelente, superando en ocasiones a la misma Tsunade, sino que manifestó en varias oportunidades habilidades innatas en la administración de proyectos.

— Respondo a tu pregunta: sí, es posible encarar la construcción del ala para atenciones prenatales sin descuidar la ampliación del orfanato que está en marcha. Contamos con más del setenta por ciento del capital necesario para el inicio. Además, se debe considerar la apremiante situación en el aumento de embarazos en Konoha, muchos de ellos de alto riesgo debido a las enormes cantidades de chakra bijuo liberada en la última guerra y...

Se ponía realmente seria cuando argumentaba sus propuestas. Una seriedad de esas que provocan respeto. Segura, sumamente profesional al hablar.

Ni por lejos era la clase de formalidad que Sakura demostraba cuando asistía a las clases con el equipo siete. En aquella época su comportamiento reservado provenía desde la falsa seguridad que quería transmitir para impresionar a su sensei. Ella misma no confiaba en sus habilidades, siempre temerosa de quedar atrás.

Le enternecía la forma en que se ubicaba a su lado cuando era su pequeña. Tomando sus manitas detrás de la espalda, mirándolo con esos verdes e inquietos ojos tan abiertos desde abajo, sonrojándose al comenzar a hablar.

Era encantadoramente tierna.

Y ahora era hermosa, una mujer tan… le volvía loco.

Se había transformado en una ninja segura, profesional, de fuertes convicciones. Y si bien se sentía orgulloso por ello, sabía que poco había tenido que ver en esa transformación.

Entre mantener enfocada la voluble personalidad de Naruto e intentar contener la furia enajenante de Sasuke, prácticamente si le había dedicado tiempo de calidad. Debía reconocer que al menos la había incentivado con el control de chakra. Pero aun así sentía que mantenía una deuda personal con ella, una que no tenía la menor idea de cómo pagarla.

— Entiendo que estamos en condiciones de decir que la aldea podría afrontar el treinta por ciento del costo restante para cubrir la obra. ¿Es así hokage sama?

Todos miraron hacia el asiento en el que se encontraba Kakashi, esperando por la respuesta. Silencio es lo que recibieron. Él estaba ahí, pero sólo su presencia física. Absorto en sus divague el esfuerzo que había puesto al inicio ya era un mero recuerdo.

— ¿Hokage? ¡Hokage sama!— Sakura le llamó la atención.

— Te dije que no me llam-

En ese momento cayó en la cuenta de donde se encontraba. Y de que era completamente desubicado su reclamo en esa situación.

Sakura carraspeó mientras le perforaba con sus ojos Jades bien abiertos.

—Eh... Estaba escuchando... Sólo que hubo un punto en que... Los números, eso de los… — se rascó la mejilla sonriendo — ¿Me repites la última pregunta?

Todos suspiraron con algo de molestia. Él simplemente rio, tal vez algo incómodo pero solo demostrándolo por mera cortesía política. En realidad, los protocolos poco le importaban.

— Le decía que había logrado reducir casi un tercio la deuda que la aldea debería asumir para construir el ala de atenciones prenatales. Es una número bajo considerando otros gastos y tenien-

— ¿Es el presupuesto que me informaste la semana pasada?

Todos los presentes pusieron sus ojos enfurecidos abruptamente sobre Sakura en ese momento, sin ocultar el disgusto que eso les causaba. Era sabido que las decisiones presupuestarias se discutían frente a todos los sectores de la aldea, no en privado con el hokage y menos antes de dicha fecha.

— Eh… Sí... Bueno, es lo que te… ¡Le! Había comentado cuando...— carraspeó nerviosa aclarándose la garganta y asumiendo que su rostro había enrojecido completamente— fue a mi consultorio...

— ¡Eso es inconcebible! — protesto el jefe de la policía, interrumpiéndola.

Murmullos de desacuerdo por varios sectores se hicieron escuchar.

Kakashi suspiró algo agobiado por la situación. Sobre que ya le fatigaban esa clase de reuniones, tener que mantener el ánimo en alto de todos esos sensibles y consentidos políticos, llegaban a fastidiarlo en ocasiones. Y esta era una.

— Por favor, tranquilícense todos. — la serena y autoritaria voz de Kakashi se sobrepuso a los cuchicheos silenciándolos inmediatamente —No hubo mala intención. Ustedes bien saben que la señorita Haruno es nueva en sus funciones, y el entusiasmo y energía que utiliza llevando adelante sus deberes, a veces le hacen saltarse algún que otro protocolo.

Muchos guardaron su lugar interrumpiendo sus comentarios. Otros resoplaron maldiciendo por lo bajo.

— Y saben lo que pienso respecto a eso.— Acotó con extrema seriedad, una que convertía a sus palabras en irrefutables.

Shisune lo miró reprendiéndolo. Más él no le prestó atención alguna.

Repasó su mirada por la de cada uno de los presentes asegurándose de dar por terminado ese reclamo irrelevante y, cuando sintió que todos se habían acomodado nuevamente, dirigió su atención hacia Sakura, sonriéndole tranquilamente ni bien captó su mirada.

— Considerando que lo... todo lo que dijiste, lo apruebo.

Ella sonrió victoriosa mientras que los murmullos de quejas reanudaban su andar sin indiscreción entre los asistentes más antiguos.

Suspiró aliviada de haber conseguido el proyecto en el que tanto esmero había puesto. Cuando se lo contara a Tsunade, estaría orgullosa. Ambas habían ideado la empresa, pero fue ella la que lo había conseguido. Se sentía feliz, como hacía mucho no lo hacía.

Se relajó en su sillón apoyando las espaldas en el respaldar por primera vez en la tarde, no sin antes percatarse de la sonrisa de orgullo que le brindó su ex sensei al observarla por unos segundos, previo a llamar nuevamente la atención a todos para tranquilizarlos una vez más y continuar con la bendita reunión.

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Sakura sopló sobre el borde la taza de té matcha que sostenía entre sus manos, para enfriar levemente la superficie del amargo líquido antes de beberlo. No es que hiciera una real diferencia en la temperatura de la infusión, pero ese ritual era un pequeño hábito que tenía y sentía que, de no respetarlo, sus labios se quemarían.

Su ego estaba por las nubes.

A pesar de la controversia que causó al ser uno de los pocos presupuestos aceptados tal como se presentaron, poco le importaba que viejos cansinos que se encontraban enquistados en sus puestos, y ya ni siquiera se esforzaran por disimularlo, opinaran que lo había logrado sólo por ser la antigua alumna del hokage.

La antigua y única alumna mujer que alguna vez tuvo. Su alumna rosada, como él le llamaba antes de acariciarle la cabeza con la mano abierta, desordenándole el cabello.

Le encantaba haber sido el único pupilo femenino que Kakashi hubiera tenido. Por alguna razón ese pensamiento siempre le sonsacaba una sonrisa. Era como sí él, en esa posición de sensei, hubiera sido un poquito exclusivamente suyo.

Y ni bien caía en la cuenta de ello, se sonrojaba. Pero aun así, jamás se contradecía o intentaba quitarse ese título autoimpuesto. Le gustaba así.

En varias oportunidades había recibido algún que otro comentario venenoso, comentarios que sugerían que ella era algo más que una simple alumna. Que entre ellos existía una conexión especial que vaya a saber hasta donde habían llegado. Y si bien le molestaba como sonaba ese término en boca de las víboras chismosas y malintencionadas, no podía negar que sentía que era cierto. Que realmente existía una conexión especial entre ellos, una que iba más allá de la relación de subordinación de maestro-alumna o superior.

Mucho tiempo creyó que esas eran simplemente ideas de ella. Ino le había expresado alguna vez que tenía esa clase de deslumbramiento, por decirlo de alguna forma, con Asuma, su sensei. Eran hombres adultos, con autoridad, seguros, en control de todas las situaciones. Posiblemente era eso lo que la hacía sentir así.

Además, Kakashi era especialmente guapo. Aunque nadie conociera su rostro completo, se podía apreciar las masculinas y bien formadas facciones que se vislumbran a través de la máscara adherida a su rostro.

Aunque, la verdad, esa clase de explicación no le funcionaba del todo. No alcanzaba a definir lo que le hacía sentir cada vez que la miraba de esa forma, con esos grises y oscuros ojos. Como se estremecía cada centímetro de su piel cuando esa pesada mirada se posaba en la suya antes de comenzar a hablarle.

Sin contar el orgullo que le causaba que él siempre hubiera creído en ella. A pesar de estar en contra de cualquier pronóstico en su vida ninja al provenir de una familia que no tenía nada que ver con ese mundo, él siempre la alentó. Directa e indirectamente, siempre lo sentía allí, apoyándola.

Y lo demostraría con el tiempo, con todo lo que había vivido durante las guerras ninjas y en el papel crucial que ella tuviera que desempeñar en la derrota de la princesa Kaguya. Kakashi fue una de las pocas personas que creyeron en ella. Que la cuidaron. Y que la alentaron para quedar a cargo de todo lo que viniera después.

Él siempre había estado presente en su vida.

A veces desde la distancia. Pero siempre ahí. Como una sombra que velaba por su bienestar, como esa justa palabra para brindarle la seguridad que le faltaba al enfrentar una situación. Esa mano sobre el hombro cuando sentía que iba a caer.

Él, siempre él.

Esa mirada calma, esa fuerte y tranquila presencia que la serenaba. Esa profunda voz, que le estremecía cuando le hablaba así tan bajo que…

— Ahhh… Por fin terminó ¿no?

Se sobresaltó al escucharlo.

No lo esperaba esta vez, y menos que se apareciera mientras pensaba en él.

—¿Qué… que hace aquí, hokage sama?

— Ya te dije que no me llames así. — sonrió — Y vine a tomar un té a mi...digo, ahora nuestra, cafetería favorita.

— Kakashi sensei, no deber-

—¡Que no me llames así, te digo!

—¡Kakashi! — lo miró reprendiéndolo, mientras arqueaba una ceja — ¿Así te gusta? — él asintió sonriéndole —¿Qué haces aquí? La reunión aún no termina.

—Bueno, respecto a eso...sucede que el hokage cuenta con la facultad de detener una de esas reuniones para continuarla cuando crea...como decirlo, necesario. — y su sonrisa aumentó reduciendo sus ojos a una finas líneas.

— ¿Eso es verdad?

—Lo dijo Shizune — se encogió de hombros mientras se rascaba la barbilla— Así que debe serlo. Y, por favor, no me quites el placer de disfrutar de una de las pocas atribuciones que me beneficia.

Se sentó cómodamente frente a ella, desparramándose en el amplio y cómodo sillón de una plaza.

—Y de la posibilidad de beber un té. ¿Es matcha el que tienes? — ella asintió — Las hojas que consiguen aquí son exceletnes.

—Kakashi… cortaste la reunión prácticamente después de aprobar mi proyecto. Si ya no lo hacían, y te ven aquí relajado, tan sonriente conmigo, van a odiarme...

—¡Nha!... Bueno, tal vez sí. Pero ¿eso cambia en algo el hecho de que tu propuesta para la aldea fuera excelente, y las de ellos no?

Ella le sonrió ampliamente tras esas palabras, sin poder evitar que un sonrojo cubriera sus mejillas, justo debajo de sus ojos, embelleciéndolos notablemente.

Kakashi adoraba eso.

—Gracias. — Le susurró antes de bajar el contacto visual.

Era hermosa. Lo enloquecía cuando hacía cosas como esas. Imposible abstenerse de provocar esa clase de reacciones una y otra vez, eran su droga.

—Dátelas a ti. Lo conseguiste trabajando duro.

—Así es...— y suspiró antes de llevar la taza de té a sus labios, saltándose por completo del ritual de soplar el humeante líquido.

—Espera. Te olv-

— ¡Mierda! — Gritó cuando bebió el primer sorbo.

No llegó a tiempo con su advertencia.

— ¡Quema! Mierda… quema, quema, quema. ¡Me quemé otra vez! ¡Carajo!

Le sonrió divertido debajo de la máscara. Conocía esa maña de su alumna. Y la torpeza de quemazón de labios cuando lo omitía, situación que se daba prácticamente cada vez que bebían té juntos y ella se distraía con algún comentario suyo saltándose ese estúpido ritual.

No la juzgaba. Él tenía los suyos. Pero no por eso no iba a aprovechar cada oportunidad que tuviera para divertirse a costa de esa pequeña obsesión, ya sea que fuera su intención provocar tal torpeza o simplemente se diera casualmente, como en esa oportunidad.

Pero, más allá de divertirle, debía admitir que le enternecía escucharla maldecir. No entendía en donde le encontraba el gusto al oírla decir alguna obscenidad. Desconocía si era la entonación que le otorgaba a cada sílaba prohibida, o si era el leve sonrojo que la acompañaba luego de soltarlas, como una simple reacción involuntaria de su cuerpo entrenado para ser una correcta señorita.

No entendía si eran pequeños detalles aislados o todos ellos juntos, pero adoraba oírla maldecir, observarla hacerlo.

—¡No seas exagerada! No lo sirven tan caliente.

—¡Lo dirás para tus gustos!

Hablaba presionando una fresca servilleta contra su labio inferior.

—A ver, déjame probar.

Le arrebató la taza de entre los dedos y, rápidamente, ocultándose al agachar su rostro, bajó la máscara y bebió un sorbo.

Ella quedó viéndolo con los ojos bien abiertos, estupefacta.

—No esta tan caliente. Exageras mucho y... ¿qué me miras?

—Era mi taza.

—Sí ¿y?

—No la giraste

—No viste mi rostro, puedo asegurarlo.

Ella puso los ojos en blanco — ¡Si serás obsesionado con eso! Te dije que no la giraste… — y en el aire simuló el movimiento omitido.

—Eh… ¿No lo hice?

—Te digo que no.

Él sonrió rascándose el mentón, algo confundido por la importancia que Sakura le estaba dando a un asunto que él ignoraba por completo.

—Bueno... si tanto te preocupa, mira, ahí la giro. ¿Más tranquila ahora?

Ella pestañeó rápidamente, manteniendo esos ojos verdes bien abiertos fijos en él.

—Te diste cuenta que...me… me acabas de...— se inclinó sobre la mesa acercándose a él, para hablar más bajo— Me acabas de dar un beso.

—¿Eh? ¿Qué dices qué?

—Indirecto...—balbuceó.

— ¿Un que indirecto? —La veía sonrojarse al extremo y él sin tener una pista de a qué demonios se refería su ex alumna. De todas formas, la estaba disfrutando igual.

—Que me besaste...—susurró apretando los dientes— Me acabas de dar un beso indirecto.

Él la miró abriendo los ojos, entendiendo ahora que era lo que la abrumaba, pero sin comprender exactamente lo que había hecho.

— ¿Qué? ¿Por no girar la taza?

Ella asintió.

— Mi saliva… apoyaste tus labios en donde estaba mí...saliva.

Miró la taza, el borde por donde había bebido y alzó las cejas entendiendo al fin. Le sonrió tiernamente.

—Oh, bueno... tranquila. No se lo diremos a nadie. Será nuestro secreto ¿te parece? — y le guiñó un ojo divertido mientras le devolvía la taza, empujándola hasta que quedara frente a ella.

Sakura suspiró protestando antes de tomar el pequeño recipiente, girándolo nuevamente para no cometer el mismo error

—Si serás despistado… ¡tienes que prestar más atención!

— ¿Yo? ¿Y por qué lo haría? Te gusto así…

Ella se sonrojó completamente, hasta las orejas, tras ese comentario. Le sonrió antes de elevar los ojos a él quien la observaba atentamente, riendo debajo de la máscara. Provocándola una vez más.

—Eres tan, tan…tú.

—Sí, yo.

—Me dan ganas de golpearte a veces, ¿sabías?

—Oh, qué mal… y yo que te aprecio tanto.

—¿De verdad dices? ¿Me aprecias? — arremetió con picardía, mientras que su rubor aumentaba en tonalidades y extensión.

Kakashi se inclinó sobre la pequeña mesa acercándose más a su compañera antes de hablarle con tono grave, ese tono que siempre la estremecía.

—Sí, mucho. ¿No me crees?

—Mmmm...más o menos. — y un pequeño frunce se dibujó sobre su enrojecida nariz.

Él sonrió. Cómo le gustaba sacar ese lado tan juguetón de su niña rosa. Y tuvo que contener los pensamientos que comenzaban a formarse en su imaginación, sino le sería imposible ocultar la forma en que ella lo estaba excitando en ese momento.

—Bueno… considerando que mis palabras poco valor tienen para ti, tendré que demostrártelo. ¿Nos vamos?

Sakura rio divertida, aunque una pizca nerviosa, ante la reacción de su ex sensei. Pero eso no quitó que un estremecimiento recorriera su abdomen anidando en su entrepierna. Contuvo lo que más pudo esa sensación, pero no pudo evitar morderse el costado del labio inferior en ese momento. Muy levemente, casi inadvertido para cualquiera.

Menos para él.

Ese gesto no le ayudó en nada a la ya dura tarea de mantener a raya sus pensamientos. Necesitó suspirar para aliviarse y lograr que la calma regresara a su cuerpo.

—Ahora realmente quiero golpearte.

— ¿Si? — dijo con su voz más grave. Ella asintió. —Primero vas a tener que alcanzarme…

Ella abrió los labios para retrucar sus palabras en ese momento, siendo interrumpida por la moza del local quien, en ese preciso e inoportuno instante, reparó en que tenía un nuevo cliente.

—Buenas tardes hokage — lo saludó agachando la cabeza diligentemente — Es un honor tenerlo nuevamente aquí. ¿Va a ordenar lo mismo de siempre?

—No es necesario— acotó Sakura — Ya me iba, le dejo mi consumición. Pásalo a mi cuenta.

La moza asintió y se retiró tan rápido como llegó.

— ¿Te vas?

—Sí, tengo que — y se puso de pie tomando la casaca de médico que colgaba de su silla.

—Que mal… ¿Fue por mi beso indirecto?

Ella dejó escapar una suave carcajada mientras vestía rápidamente la prenda.

— ¡No seas tan engreído! En menos de diez minutos arranca mi ronda de hoy. Por eso me voy…

— ¿Quieres que la cancele? Puedo.

—Kakashi…— le reprendió mientras colgaba de su hombro el bolso.

—Voy a extrañarte mientras bebo tu té — le puso ojos de cachorro herido — Solito…

Ella sonrió carcajeando nuevamente por lo bajo. Una sonrisa hermosa, radiante. Como hacía mucho que no le veía en su rostro. Y ese simple gesto lo llenó de una gratificación que anhelaba desde tiempo.

Sakura le preocupaba y últimamente mucho más. Desde que Sasuke se fuera nuevamente para seguir sus caminos, abandonándola abruptamente tras casi un año de relación, algo había cambiado en ella. Como si la espera se hubiera desvanecido para dejar en su lugar la aceptación de un destino sellado de soledad.

Esos hermosos ojos jades se habían opacado. No se encontraban más allí la inocencia e ilusión con la que lo miraban cada vez que le hacía una pregunta.

Se lamentaba no haber estado más para ella. Como sensei, se vio obligado a dedicarse más a sus estudiantes varones. Pero como amigo… le había fallado aún peor.

Luego de que Sasuke regresara y la reclamara como una clase de novia, él se había alejado. Seguía presente desde la distancia, pero lejos, muy lejos. Y si bien creía que fue la mejor decisión para él, sentía que no lo había sido para ella.

Fue una época compleja, llena de excesos y desaciertos. Sucumbiendo a ese oscuro lugar de las represalias que provocan los celos ignorados, se ahogaba en noches salvajes, llenas de lujuria y sesiones agotadoras que sólo buscaban encontrarla a ella en cada gemido que arrancaba, y en castigarse a sí mismo en cada éxtasis que se prohibía.

No había estado para ella cuando cayó en manos de su oscuro alumno. Sabía que el chico la apreciaba, pero no la adoraba como él lo hacía. Y sucumbía con tanta facilidad a ese lado perverso que tantas veces leyó en él, que lo desesperaba imaginarla en la intimidad.

No se lo perdonaba. Y no volvería jamás a cometer ese mismo error.

Y si bien el daño causado por Sasuke esta vez había sido profundo, no desistiría ni un minuto de cada día hasta lograr observar florecer en ese delicado rostro, aquellas sonrisas de verdadera dicha que tanto adoraba.

Aprobar este proyecto había sido una de las formas que encontró para brindarle alegría a la vida de su niña rosa. No es que el proyecto no se lo merecía. En absoluto. Era muy sólido, no hubiera podido justificarlo desde su posición de líder si así no lo fueran. Pero sabía que, muy en el fondo, se decidió por el más por una cruzada personal que otra cosa. Porque necesitaba verla así, entusiasmada, alegre, radiante.

—Nos vemos en la reunión de informes mañana por la mañana, hokage sama

—Que no me llames así…— suspiró.

Ella rió tras su reclamo y se inclinó sobre él sonriendo con picardía. Y mientras él la observaba extrañado, tomó la taza nuevamente y se la llevó a los labios, acomodándola de forma tal que lograra beber un último sorbo de té apoyando su boca casi en sima del lugar en donde él había bebido minutos atrás.

Le guiñó un ojo divertida antes de retirar el recipiente y apoyarlo entre las manos de su ex sensei.

Tenía las mejillas levemente sonrojadas y un brillo en esa mirada jade que paralizaron todo en él. Todo.

Y no pudo más que suspirar al verla alejarse, envolviendo lentamente la taza con sus largos dedos, acariciando con el pulgar la zona donde ella había apoyado esos suaves labios al beber.

Sonrió antes de llevársela a la boca, asegurándose de acomodarla exactamente en el lugar por donde ella había bebido.

—Beso indirecto...

Y en ese momento decidió ignorar el leve escozor que sintió al imaginar ese beso no tan indirecto.

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Hola! Hola! Hola!

No me las aguanté y volví rapidito con otro capítulo de mi primer fic Kakasaku (ya sé que lo dije, pero no me la aguanto! y lo repito! jajajaja)

A ver si con este capítulo vamos viendo como se van a comenzar a dar las cosas.

Muchas gracias a todos los que eligieron darle una oportunidad a esta nueva historia.

Un saludo especial a Pokeshipping Fun2021 y a Yuri, por dejarme sus comentarios. ¡Adoro los comentarios! Amo leerlos... así que si quieren, saben que me hacen feliz y pueden dejarme más jajajajaja

Un beso!

Nos leemos. AkiRoss.-