Disclaimer: Boku no Hero Academia y sus personajes son propiedad de Kohei Horikoshi.

N/a: Hola y sean bienvenidos y bienvenidas, de ante mano me disculpó si notan faltas de semántica o de ortografía; puesto que no poseo computador/ordenador y escribo desde mi teléfono. En ocasiones el auto corrector se sale con la suya sin importar cuanto me esfuerce en la edición

Hope

Ya habían pasado casi tres semanas de haberse mudado donde Aizawa y debía decir que la convivencia con este era de todo menos normal. Ya había tenido el presentimiento de que estar bajo el mismo techo sería interesante pero jamás imagino algo como eso. En primer lugar el moreno había dejado el departamento en sus manos, para ser más específicos pasaba tan poco tiempo en su casa que obligatoriamente todas las tareas del hogar le fueron delegadas al rubio por voluntad de si mismo. Aizawa solamente convivía con el tres horas en la tarde/noche y después de cenar se iba a dormir para salir muy temprano al día siguiente y repetir el ciclo. Durante el transcurso de la mañana Yamada se dividía los quehaceres diarios y su búsqueda de un empleo más estable. Aunque tuvo que prometerle al policía que esperaría a que se cumplieran las seis semanas necesarias para que sus costillas sanaran por completo para salir a trabajar de nuevo. Mientras tanto ya había acumulado bastantes buenas opciones a las cuales dirigirse a partir de la quinta semana en reposo. Del resto salía y se entretenía con cosas inofensivas, practicaba con los instrumentos que tenía consigo tenía todo menos el violín chelo y el piano con él, tuvo el primero un tiempo pero tuvo que venderlo para salir de las primeras deudas que tuvo. No quería perder la práctica y le era de cierta forma terapéutico. Del resto leía, veía la televisión, y mantenía todo el lugar limpio y cocinaba aunque Aizawa le repetía una y otra vez que no se sobre esforzara, pero gracias a su buena salud y su vitalidad otorgada por su edad estaba sanando incluso más a prisa de lo que se tenía previsto.

Cada vez que Aizawa volvía del trabajo deja a sus cosas en el suelo e iba haciendo un pequeño desastre a medida que avanzaba por la casa. Hacia cosas como quitarse la camisa y arrojarla en cualquier lugar mientras abría la nevera y se servía algo de beber, dejaba el vaso en la mesa de la cocina en lugar del fregadero, se metía en su cuarto, buscaba ropa limpia al tiempo que dejaba los pantalones tirados entre el interior de su cuarto y el pasillo y para cuando salía del baño dejaba la toalla colgada en algún picaporte o sobre alguna puerta en vez del perchero donde debía ir. Iba a la cocina calentaba su comida y se sentaba en la sala a comer mientras ponía los pies sobre otro mueble o sobre la mesa. Todo mientras el rubio observaba atónito toda la escena y trataba de que no lo descubrieran devorando con la vista a su anfitrión por supuesto. Los primeros días noto como efectivamente el moreno levantaba su basurero de cosas y ropa antes de irse a dormir o en la mañana antes de irse a trabajar pero después le agarro cariño al acto de recoger sus cosas por él. Aizawa le había dicho que no lo tenía ahí para que fuera el criado ni mucho menos, pero la sonrisa del rubio lo dejaba sin argumentos. Era una sonrisa que gritaba no te preocupes y que lo hacía sentirse nervioso y muy bien al mismo tiempo. Más rápido de lo que ambos pensaron el contraste entre lo sorprendentemente organizado que era Yamada y lo desorganizado que era Aizawa empezó a volverse una simbiosis bastante comprometedora. El moreno empezó a salir no tan temprano de su casa. Siempre era el primero en llegar a la oficina pero ahora se tomaba su tiempo para alistarse, terminaba preguntando si estaba limpia cierta prenda y también que iba a haber de cenar. Preguntaba por lo que haría Yamada en el día y si le interesaba hacer algo en la noche o el fin de semana. Aizawa tardo bastante en darse cuenta de que estaban empezando a actuar papeles en extremo sugerentes. Y le asombró darse cuenta de que no le importaba que así fuera. El rubio quedo impresionado de saber que antes de su llegada Aizawa duraba hasta varios días consecutivos en la oficina, y que sólo casualmente volvía a su casa cada tanto. Justo cuando empezaba a pensar que quizá el policía estaba quedándose fuera a propósito para evitarlo o algo por el estilo fue cuando se dio cuenta de que en realidad Aizawa estaba pasando menos tiempo en el trabajo haciendo horas extra que realmente ni siquiera necesitaba y pasando más tiempo en su hogar a propósito. Aun así de las ocho horas que le tocaba ejercer su puesto hacia entre diez y dieciséis horas. Aunque de unos días hacia el presente ya solo eran entre diez y trece horas.

La fugaz idea de que el moreno estuviera modificando su horario de trabajo para estar con él era demasiado buena para ser verdad. Muy probablemente solo tenía aquel comportamiento porque todavía se encontraba algo débil y quería asegurarse de que todavía estuviera vivo o de que no se hubiera ido a otro lugar, eso dejaba ver cuanta capacidad asumía Aizawa que el tenía, era halagador que este pensara de esa forma lo hacía sentir inteligente y puede que supiera salir adelante en la vida en gran manera estando totalmente solo en una edad problemática en el pasado, pero en esos momentos de su vida no tenía otras opciones bajo la manga ni ideas en la cabeza, al único lugar al que podría irse fuera de la casa de Aizawa era a un albergue o debajo de un puente. Y ninguna de esas opciones era racional. Así que lo mejor era intentar que el ambiente en su nuevo y temporal hogar fuera lo más amena posible. Y así entre las ideas que tenía en su cabeza y la casi mula presencia de Aizawa en su hogar se cumplieron seis semanas. Ya sin los puntos y con el costillar sano y sin rastros de fiebre Yamada se volvía a sentir con los pies en la tierra.

Aunque el rubio había tratado de planificarse y hacerse de estrategias para volver a salir, obtener un trabajo, hacer vida normal y ayudarle a Aizawa con los gastos, durante el fin de semana que antecedía a su primer entrevista de trabajo al comienzo de la siguiente semana. El policía había dejado de lado el café de la tarde que compartían aquel soleado domingo y pasó a verlo con un ceja arqueada y expresión relajada aunque algo confusa.

—¿Entrevista?

—¡Así es! — Yamada había olvidado por completo comentárselo ya que cuando se veían en los noches y podían hablar se iba el tema de conversación por cualquier tangente y luego Aizawa se iba a dormir. Aprovecharía que este había decidido usar los domingos como sus días libres y por fin darle las buenas noticias.— Es para trabajar como repartidor. Así podre darle uso a mi motocicleta también y..

—Mic.. — en ese justo momento cuando el rubio estaba al borde de lastimarse el rostro con la enorme sonrisa que traía plasmada en el rostro Aizawa decidió cortar su suministro de ilusiones — He decidido que te quedaras bajo este techo solo si prometes cumplir otra condición.. — Yamada se sintió aterrado por un breve instante y es que el tono del moreno fue bastante severo y frío — Quiero que retomes tú carrera. Y quiero que me digas si hace falta algo para que vuelvas a tomar tú puesto en la Filarmónica. Te ayudare en lo que necesites.

—¿Ah?... — en ese momento el cerebro del rubio parecía haber dejado de funcionar por completo. Estaba tan quieto y callado que Aizawa se río un poco en su cara.

—Si vas a ese entrevista con la intención de no ver más allá de eso, dejaré de hablarte por dos semanas.. — le dijo, sonrió y luego alegó que iría a tomar una siesta.— Puedes hacerlo si quieres de igual forma. Ya se que odias que te de dinero para tus cosas, eso lo entiendo pero ¿Sabes? Me gustaría verte tocar en vivo algún día.. — terminó su despedida dejando al rubio con las palabras en la boca y un bochorno que podía competir con el atardecer detrás suyo y el corazón latiéndole desbocado. Si tan sólo Aizawa supiera lo que provocaba en él, se encargaría de golpearlo por ponerlo tan feliz y tan nervioso al mismo tiempo. Tuvo que tomar en serio las palabras del moreno y dedicarse a buscar como regresar de lleno a lo que lo apasionaba. Le era un poco humillante saber que el hecho de que Aizawa quisiera verlo tocar con una orquesta a sus espaldas en vivo había sido un motivante mucho más potente que cualquier otro.

En cuanto a Aizawa, este ya no recordaba lo que era vivir solo, cada día se encontraba deseando llegar pronto a su casa y disfrutar de cada segundo de convivencia con Yamada. Habían dos fuerzas peleándose por su tiempo constantemente. Su amor por su trabajo y sus ganas de estar junto al rubio. No era estúpido, sabía perfectamente que se echaba a perder cuando estaba con él. Era como si este emitiera algún tipo de energía atrayente, se sentía cómodo a su lado, también volvía todo muy interesante y era muy gracioso. Casi como si fuera un cielo nocturno llenándose poco a poco de los colores y la vida que otorgaba el amanecer, el de ojos verdes se iba soltando un poco más con él cada día. Era como si estuviera cargando una inmensa batería antes de arrancar y salir despedido a su alrededor con esa personalidad suya tan única. Hasta el momento lo Aizawa lo consideraba una influencia no diría que era mala porque no lo era, pero decir que era buena solamente lo hundiría en enorme océano de preguntas, miedo y emociones incontrolables donde Yamada era un ancla de hierro sujeta a su cuello con gruesas cadenas y no podía permitirse ahogarse en ello. No hasta que supiera definir qué le pasaba a ciencia cierta cuando estaba con su nuevo compañero de piso.

Una semana más transcurrió para que Aizawa tuviera una revelación al respecto. No sabría decir si fue divina o diabólica pero en serio lo espanto hasta hacer que su mente se quedará en blanco por medio día. Él estaba dormido en el sofá de su sala como solía hacer cuando llegaba muy tarde en las noches y simplemente se dejaba caer desplomado en este sin molestarse a llegar a su habitación tan siquiera, era un hábito que tenía y que le costaría quitarse. Para cuando amaneció un escándalo proveniente de la cocina lo despertó ya que estaba a un par de metros de ella. El rubio era rústico cuando quería y solía tirar las ollas, sartenes, platos y vasos teniendo un poco más de cuidado con estos últimos. Pero en ese momento se había levantado a hacer el café y preparar el desayuno. Aizawa se quejó en voz alta pero sin abrir los ojos aún, bueno no podía quejarse si quería tener intimidad para dormir plácidamente no debería dormirse en plena sala de estar, para eso estaba su habitación.

—¡Good morning! Alguien volvió a amanecer en el sofá por lo que veo.. — quizá las primeras tres veces que Yamada salió a la cocina y se encontró con el moreno pudieron haberle sacado un pequeño susto de la impresión pero ahora ya estaba más acostumbrado — ¿Quieres leche en tu café?

—No.. — justo cuando Aizawa se incorporó abrió los ojos y casi se le baja la tensión. Se encontró de frente a un rubio sin camisa andando libremente por la cocina y con el cabello suelto. La última vez que lo había visto así este seguía siendo su vecino y aunque no lo detallo bien en ese momento, esta vez sí que pudo hacerlo. Se sintió como arrastrado por un tifón y casi pudo jugar que se sentía borracho y hace demasiado tiempo que no consumía alcohol por lo cual era imposible. Todo producto de tener a ese monumento a la belleza masculina delante de sus ojos. Ser lo primero que veía al despertar había impactado profundo en su cerebro sin ningún filtro. También detallo varias cicatrices que tenía el rubio surcándole la espalda y al abdomen y en un impulso traicionero y rastrero de su cerebro se imagino a si mismo besando y repasando con su lengua cada una de esas cicatrices. Esa fue su señal para saltar del sofá y encerrarse en el baño para desconcierto del de ojos verdes que solamente lo vio salir despedido del mueble como si tuviera un resorte incorporado y pasarle el seguro a la puerta del baño. Yamada se lo achaco por completo a la idea de que quizá Aizawa tuviera retorcijones de estómago esa mañana. Y en cuanto al mencionado entendió que tenía que prepararse mentalmente antes de dirigirle la palabra al rubio. Este tenía un poder impresionante para cautivar a la gente y no pretendía ser una víctima suya.

En contraposición a eso Yamada tenía que directamente salir corriendo despavorido del departamento o de la habitación donde estuviera, dando cualquier excusa cuando a Aizawa se le antojaba pasearse por el lugar solo con una toalla amarrada a la cintura. No entendía el maldito habito que este tenía de salir de la ducha y asaltar el refrigerador por algo de beber o comer. Solo sabía que casi siempre lo hacía y casi siempre estaba con gotas de agua recorriendo su piel o con el cabello mojado echado hacia atrás. Muchas veces la toalla no estaba bien sujeta y dejaba ver demasiado del abdomen hasta separar su vista de su entrepierna desnuda solo por una diferencia de un milímetro. Gracias a eso había descubierto que Aizawa era más bien fanático de recortar el vello corporal y darle una forma muy provocativa. Aunque no descartaba por completo la depilación completa de ciertas áreas. Saber tantos detalles personal es del moreno a veces lo hacía tener hemorragias nasales espontáneas y era sorprendente como Aizawa no se daba cuenta de ese hecho.

Lo peor del caso era que ninguno tenía una excusa valida para decirle al otro que no anduviera cómodo y con naturalidad por el lugar. Si alguno de los dos fuera mujer sería más fácil establecer límites decorosos basándose en el pudor, la privacidad y el respeto si no se manejaban términos conyugales. Pero eran dos hombres que aparte se suponía eran amigos y nada más. Sería extraño no ser básico y despreocupado frente a un homólogo si no existían sospechosas de ninguno tipo de que uno le bateara al otro equipo y el otro no y por eso debieran establecerse acuerdos de convivencia. Así que cada uno debía cuidarse de no ser muy obvio y dividirse en dos opciones, aprender a disimular y disfrutar de la vista o salir corriendo como un cobarde. También estaban incluidos pequeños detalles, minúsculos y sin impotencia pero que para ambos eran el equivalente a bombas de feromonas que provocaban miradas intensas hacia el otro buscando no perderse de nada. Eran pequeñas cosas pero que a ambos les parecían lindas del otro. Al moreno le encantaba cuando Yamada se recogía el cabello con hastío y aunque le gustaba cargarlo suelto, le era incómodo para realizar ciertas labores. Adoraba verlo darle forma con sus dedos y atarlo, una vez estuvo a punto de ser pillado viéndolo y sonriendo como un tonto. En cambio a Yamada le fascinaba ver cómo Aizawa tomaba de jugos de cartón y cualquier bebida que requiriera sorberla y estuviera empaquetada. Le parecía que hacia gestos muy lindos y cómicos y también se preguntaba porque andaba casi siempre con uno de esos en la mano, le gustaba mucho el de ponche de frutas y a veces solamente tenía el empaque sujeto con los dientes mientras hacia cualquier cosa. Al rubio le parecía encantadora la forma en la que Aizawa comía o caminaba y al moreno le fascinaba ver al rubio practicar con el violín o cuando tenía una batalla a muerte consigo mismo por ver que estilo de ropa le quedaba mejor según la ocasión. Una vez se había echado a reír en su cara como un completo enfermo sin ninguna vergüenza. Después de tres horas que le tomó a Yamada decidir que ponerse cuando estaban a punto de salir a tomar a un bar este se jalo el cabello, pego un grito al cielo y salió corriendo a su habitación. Momentos después salió con un conjunto de camisa de manga larga negra, jeans y zapatos deportivos y una cola de caballo. Adiós a su peinado y ropa estrafalaria con la que casi salía. Fue tan divertido verlo perder los estribos que no pudo contenerse. El rubio estuvo media hora hablando sobre como debía dejar de burlarse o lo iba a lamentar y que ese día no había logrado sentirse el mismo y comenzó a echarle la culpa a la luna y a supuestas alineaciones planetarias. Aizawa sabía que todo era producto de que este se había desvelado viendo una serie en Internet, y haber tenido demasiado trabajo repartiendo en la motocicleta adjunto a que ese día ni el ni Aizawa se habían acordado de hacer las compras y simplemente habían comido de forma deplorable. Ni siquiera bebieron café esa mañana, al parecer Yamada era susceptible a ese tipo de alteraciones en su entorno, como cualquier persona salvó él. Aizawa era tan despreocupado en esos temas que le daba exactamente igual que hacia y que no mientras no trajera problemas de por medio.

Aunque le doliera en el fondo de su alma Yamada agradecía que solo se vieran en las tardes y a veces solo en las noches. Era muy difícil para él estar tan cerca continuamente del tipo que amaba en secreto y tener que reprimirse siempre y el hecho de que Aizawa fuera tan comprensivo y de mente tan abierta todo el tiempo solo le daba falsas esperanzas de poder manifestar abiertamente lo que sentía. Sabía muy bien que si este no fuera el objeto de sus anhelos sino alguien mas, podría decirle libremente que se veía atraído por otro hombre y sabía que Aizawa no lo dejaría de tratar en lo absoluto, que seguirían siendo amigos pero ya que no era el caso era de los más complicado. Siempre que un tema se volvía personal la gente cambiaba su postura radicalmente y ni siquiera era necesario un escenario tan dramático como ese para que se dieran ese tipo de situaciones. No obstante era feliz de saber que alguien lo estaba motivando a volver a su carrera y también fue emocionante ver cómo Aizawa solo le había dejado de hablar tres días y no varias semanas cuando le dijo que había ido a la entrevista telefónica y tenía en el trabajo. Al parecer no se podía enojar con el por mucho tiempo, tuvo que prometerle que solamente trabajaría para pagarse cosas de índole personal lo cual a final de cuentas era cierto, aunque si recibió la ley del hielo de parte de su anfitrión esta era para tomarse tan enserio como la que te aplicaría un niño de ocho años, seguía interactuando con él como lo hacía normalmente pero no le hablaba, solo le sonreía y disfrutaba de verlo perder la paciencia mientras hablaba solo, al final habían sido hasta divertido. Todo parecía ir viento en popa y su convivencia era sana. No había descontentos de ningún tipo. El rubio todavía no podía creer el hecho de que por primera vez en su vida se sentía cómodo en una casa ajena. No se sentía como una carga porque el moreno lo había hecho sentir bienvenido y lo hacía sentir de aquella forma cada vez que cruzaban miradas. Por suerte los hábitos el rubio parecieron embonar muy bien con los suyos y Aizawa diría que este había mejorado mucho la calidad de su vivienda en todos los aspectos , también apreciaba infinitamente la compañía. Ahora que recordaba como era estar ahí solo y que por ese motivo también trabajaba todo lo que podía las memorias de su casa sin Yamada le eran incluso aterradoras. Como si de un lugar embrujado se tratase. Todo era normal hasta que el nuevo inquilino de aquel piso conoció lo que era de verdad vivir con él policía, se dio cuenta de que él había llegado en una época relativamente tranquila pero que no siempre era de esa manera.

Empezó a verlo llegar del trabajo al siguiente día más veces de las que pensó. Se quedaba toda la noche en medio de arrestos y persecuciones. A veces simplemente llegaba muy tarde y se bebía una cerveza sin hablar de nada con el rostro serio, enojado y con la mirada perdida en algún punto en la nada. Muy pocas veces le platicaba de lo que veía o tenía que soportar de su trabajo y cuando lo hacía desahogaba más frustraciones de las que pensaba contar de igual forma Yamada sabia perfectamente que Aizawa noble hablaba de muchas cosas y puede que él mismo quisiera olvidarlas, no tenía derecho de exigirle saberlas de todas formas y podía comprender que lo que esté buscaba era solo compañía y confort alejado de todo ese mundo putrefacto que como policía tenía que recorrer. También era hombre y sabía que de necesitar ayuda sabría identificar las señales pertinentes aunque este no las dijera. Aunque una mañana todo cambio. No tenía entregas que hacer, era su día libre y Aizawa no había vuelto la noche anterior. Estaba en el sofá con los pies subidos a este y revisando su teléfono y eran aproximadamente las siete y media de la mañana, tenía una taza de café junto a él en la mesa se disponía a tomarla y fue cuando de repente la puerta se abrió.

Un Aizawa que caminaba torpemente y con varias vendas en las manos y un apósito adhesivo bajo el ojo derecho entró a tientas. Tenía él cabello revuelto y pinta de haber participado en una pelea. Inmediatamente Yamada le preguntó si estaba bien y le menciono algo de que estaba todo en orden, que solo le habían dado un par de navajazos y que estaba atontado por unos calmantes y unas inyecciones preventivas que tuvieron que ponerle. Tenía cara de haberse fumado varios porros de marihuana y el rubio se preguntaba que tan potentes eran esas pastillas que le dieron en urgencias para tenerlo ahí de pie con esa cara de total relajación y paz mental. Lo vio ir a su cuarto de forma torpe buscar ropa y meterse al baño en el cual tardo una eternidad pero para cuando salió este apenas y se había abrochado el pantalón, andaba descalzo y sin camisa y tenía vendajes cubriendo casi todo su abdomen. Se veía bastante bien a pesar de todo eso y justo cuando el rubio se iba a levantar para ofrecer su ayuda Aizawa en lo que necesitará, este se dejó caer sobre él en el sofá igual que un peso muerto, le había abrazado del abdomen y había recostado la cabeza en su pecho.

—…¿Qué hiciste hoy para el desayuno? — aunque aquello era una locura el moreno le preguntó eso con toda normalidad mientras sonreía levemente. Sobraba decir que Yamada tenía cara de haber visto un espanto, el rostro tan rojo que le estaba empezando a doler y temía que su ritmo cardíaco lo delatara gracias a la cercanía de su anfitrión.

—C-croquetas, t-tortillas, j-jugó de m-melón c-casero… — debía permanecer calmado y mantener la serenidad. Puede que toda esa actitud fuera obra de los calmantes.

—Suena delicioso…— inhalo profundamente y Yamada juro por un momento que Aizawa lo estaba olfateando y la cara de gusto que puso solo lo dejó más nervioso — Mic..

—¿Mmm? — este apenas y podía recordar como respirar no sabía como mierda le estaba respondiendo.

—… No, no es nada… yo solo quería…— calló un momento y se corrigió— ..me alegra estar en casa..— cerró los ojos y casi se queda dormido encima de su compañero de piso. De estar totalmente lucido jamás habría ido a su lado en busca de un abrazo, empezaba a sentirse tentando a soltarlo y forzar su cuerpo ya sin energías a levantarse. No podía escuchar bien a su conciencia pero oía los gritos lejanos de esta diciéndole que soltara inmediatamente al rubio y que podía estarse metiendo en un problema de proporciones épicas. Tras contar cinco segundos mentalmente para prepararse intento llevar a cabo lo que su conciencia le amenazaba que hiciera— Mejor iré a mi habitación… — todo adormilado y sintiendo que el corazón se le desgarraba en el proceso intento tomar impulso y bajarse de encima del rubio, no pudo luchar ni oponer resistencia cuando volvieron a sujetarlo con cariño y a ponerlo cómodo donde estaba, pero ahora tenía los brazos de Hizashi alrededor suyo y una de sus manos estaba acariciando su cabeza.

—Estas prácticamente dormido..jeje me pregunto si llegarías a tu habitación en verdad..— mientras Yamada sonreía en la penumbra que aún reinaba en la habitación. Aizawa se sentía mucho más seguro que antes envuelto en ese abrazo. Sentía que estaba flotando en una suave nube — ¿Y qué tal la pelea?

—Arrestamos a todos… — el moreno hablaba casi en murmullos — Me ordenaron a tomarme un par días…

—Seguramente te fuiste de frente tú solo contra un gran grupo.. — la voz de Yamada sonaba muy divertida pero tenía algo de reproche en ella al mismo tiempo. Hablaba mientras le hacía mimos al otro en la cabeza y para este sus palabras eran tan dulces como la miel.

—Estábamos casi todos. Yo solo me adelante por la puerta trasera.. — se aferró más a él y acomodo mejor las piernas entre las del rubio — Igual no iba a dejar que nada me ocurriera..

—¿Podrías hacerme un favor tú ahora Shōta? — habla lento y suavemente casi intentando arrullar a su anfitrión en sus brazos.

—Uhumm.. — asintió con la cabeza mientras sentía que perdía la conciencia, estaba quedándose dormido muy rápido.

—No dejes que nada te pase.

—Esta bien.. — fue lo último que dijo antes de quedar profundamente dormido. Contra su oído derecho que estaba pegado al fuerte pecho del rubio solamente podía escuchar alguna especie de tambor que sonaba muy rápido y con demasiada fuerza. No podía evitar sonreír entre sueños, reconociendo y a la vez no de que se trataba.

Después de una hora completa en esa posición Yamada juraba que el moreno debió aumentar su temperatura varias veces estando acurrucado encima suyo. Le recordaba a un enorme y muy somnoliento gato, estaba igual de inamovible que uno. Tuvo que cubrirse la boca para no despertarlo con su risa cuando en mitad de su siesta Aizawa repentinamente se acomodo sobre él y le dio la impresión de que buscaba mullirlo como si fuera una especie de cojín para dormir más plácidamente a costa suya y solo le recordó a un gato amasando. Era endemoniadamente tierno y descarado de su parte. Lo había dejado preso entre su peso y su brazos y debía decir que nunca había experimentado tanta felicidad. El solo hecho de recordar que Aizawa se iba a levantar en cualquier instante lo hacía querer llorar de pura desesperación. Solo esperaba que el otro no lamentara lo que había hecho. No obstante el pánico invadió por completo a Yamada cuando el moreno dio señales de vida y se acomodo mejor sobre el, lo abrazo más fuerte e inspiró profundo. Se veía tan feliz y complacido que no pudo sino apartarlo con cuidado pero siendo lo suficientemente contundente para despertarlo de una buena vez. Aizawa abrió los ojos y estos chocaron con los del rubio. Este le sonreía y se veía como una aparición divina según el recién levantado.

—Necesito ir al baño.. — declaró el rubio y eso provoco que Aizawa le cediera el paso un poco descolocado ya que apenas estaba recobrando la conciencia. Pronto el rubio se vio libre y escapo directo a la habitación mencionada. Se encerró y se mordió el puño con fuerza. De seguir un segundo más en esa postura iba a terminar tomando al policía del rostro y no habría podido destense de besarlo y quien sabe que más bajo ese tentador escenario.

Le tomó unos minutos estabilizarse y cuando salió del baño se preocupo un poco al ver que Aizawa estaba acostado en el sofá todavía, a simple vista no era visible, pero al quedarse viéndolo detenidamente se notaba perfectamente que estaba aferrado al mueble como si él todavía estuviera ahí. Buscando el calor que había dejado atrás al levantarse. No supo porque le oprimió tanto el corazón ver aquella escena. Hizo lo primero que se le ocurrió y fue a calentar el desayuno y otras dos tazas de café. Cuando tuvo todo listo sacudió con cuidado al moreno y una vez lo vio despertar de nuevo le recibió con una gran sonrisa y este trato de devolverla a duras penas gracias al cansancio.

No hablaron mucho durante ese desayuno tan cálido y espontáneo, pero al rubio le complacía ver a su anfitrión tan cómodo y tan dócil. Era demasiado obvio para él que Aizawa estaba totalmente embobado por los calmantes y por eso solo sonreía y asentía y estaba que se caía del sueño mientras masticaba. Antes de notarlo empezó a llover y el cielo se puso gris, frío y opaco. Viendo que no tendría otra oportunidad como esa y viendo también que Aizawa parecía un cachorro que necesitaba atención ya que simplemente no se le despegaba de encima: Yamada fue por una manta lo suficientemente grande para ambos y decidió que pasarían esa mañana juntos durmiendo en el sofá. Tuvo que acomodar todo mejor con unos cojines y almohadas para que no terminarán ambos entumecidos y luego dejó que el moreno lo abrazara de nuevo. No supo de que forma interpretar aquello ya que por desgracia o por fortuna su relación nunca fue normal. Eran demasiado abiertos con el otro y solo por ese hecho Yamada no podía leerlo en lo absoluto. Desde el día que conoció a Aizawa supo que el brillo en su mirada era único. Como una rara piedra preciosa. Y era complicado saber ciertas cosas que a simple vista son claras viendo a los demás a los ojos. La mayoría de los hombres tenían miradas frías o indiferentes al tratar con homólogos y reflejaban mucho o poco cuando veían a mujeres y casi nunca les mostraban sus verdaderas emociones solo sus intenciones. Las mujeres expresaban tanto que a veces era justo decir que no averiguarías nada si no preguntabas de ante mano. En cambio Aizawa transmitía mucho a todos por igual. Estaba por encima de ese estándar. Siempre le dio la impresión de estar viendo a un gato enorme a los ojos y lo único que si era obvio a veces era cuando quería transmitir total apatía. El punto era que lamentablemente no podía saber que sentía Aizawa por él solo con verlo a los ojos cosa que le encantaría poder hacer dadas las acciones confusas y señales contradictorias que le estaba mandando. Este podía incluso remitirse a decirle que estaba actuando un poco arcaico por creer que dos amigos no podían estar juntos en esas circunstancias sin sentir algo más. Y bueno eso se desmentirlo por si mismo ya que él si que estaba enamorado del moreno, ahora el porque este hacía lo que hacía era un misterio.

Para cuando el día avanzó, el sol salió y llegó la temprana tarde Aizawa se veía mucho más lucido y no existía señal alguna de que este tuviera algún problema, duda o queja por como pasaron la mañana. Es más actuaba de manera muy orgánica como si nada fuera de lo usual hubiese sucedido. Eso le dio ánimos a Yamada para estar tranquilo y no sentir que la había cagado por seguirle la corriente en medio de ese transe producto de estar bajo efectos de las drogas recetadas, en vez de actuar como lo habría hecho cualquier otro en su posición, que habría sido agarrarlo de forma poco delicada y arrojado directamente en su habitación hasta que recobrada el sentido y olvidarse de él puesto que era un hombre adulto y debía saber velar por si mismo. De hecho solo era excusable su comportamiento si Aizawa estuviera convaleciente y necesitará cuidados específicos. De otro modo estaba expuesto y era susceptible a ser interrogado. Pero esa serie de preguntas que esperaba jamás llegó. Y pronto sin notarlo habían transcurrido tres meses más bajo el mismo techo.

—¿Fiesta de promoción? — había preguntado el rubio mientras se descalzaba para entrar en el departamento. De un tiempo hacía el presente este era quien entraba por la puerta en las noches la mayoría del tiempo. Aizawa cumplía entre diez y doce horas en el trabajo y únicamente duraba más tiempo cuando sabia que Yamada estaría fuera todo el día.

—Ajá.. — Aizawa volteo a verlo muerto del aburrimiento con los pies subidos a la mesa de la sala de estar. Tenía una expresión notablemente molesta — Ascenderán a Takami y todos estamos invitados.. — se pasó la mano derecha por el rostro y suspiro grandemente — Todos debemos ir con el uniforme reglamentario para ese tipo de eventos… es decir con zapatos de suela, trajes de varias piezas con las medallas que tengamos asignadas, rostro y cabello impecables… — Aizawa se veía notablemente frustrado.

—¡Jajajajajajajaja! — la risa del rubio era estridente y aunque al moreno le irritara esa carcajada también le aceleraba increíblemente el corazón — ¡Eres un caso perdido! Veo que tienes un problema bastante gordo… — dijo mientras se sentaba a su lado y lo veía de forma cómplice. — ¿Y cual era ese favor que me dijiste? — apenas cruzó la puerta lo primero que me dijo el moreno era que necesitaba un favor suyo y cuando pregunto el porque le salió con el tema de fiesta que vendría después de la ceremonia de un colega.

—Eh, pues… — parecía dudar en preguntarle — No quisiera tener que reconocértelo pero… eres el hombre con mejor gusto y pulcritud que conozco. Y yo… — le vio y después confeso muy avergonzado — Necesito tú ayuda. Soy pésimo en este tema. Y ninguno de mis colegas tiene paciencia suficiente al ayudarme, sin contar que siempre hacen la experiencia más traumática para mi.. — al ser fanático de andar lo más cómodo posible ese tipo de situaciones le eran muy incómodas.

—¡Bueno! Ya que lo pides así supongo que tendré que ayudarte. — exclamo mientras hacía una pose egocéntrica y luego agarraba al moreno del cuello y lo acercaba a él — ¿Cuándo es la ceremonia?

—Mañana..

—¡Bien! Si no te importa empezaremos desde ahora..

—¿Eh? — el rubio lo llevo del sofá hasta el baño y le ordenó ir a lavarse el cabello con uno de sus champús y acondicionadores por igual, para cuando salió de ahí Yamada lo siento en una silla de la cocina y le despuntó el cabello, lo seco con su secador y le dijo que se encargaría de peinarlo en la mañana antes de irse y que apreciaría el resultado de sus productos para el cabello en al despertar. Después le pidió ver que ropa iba a usar y que tipo de zapatos, corbatas, camisas de vestir y calcetines tenía, pregunto si contaba con cera para los zapatos de suela y le fue sencillo hacerlos ver brillantes y presentables. Escogió todo por Aizawa y después de que este quedara boquiabierto al ver la destreza y la excelente intuición que tenía el rubio, además de su obvia consideración hacia él. No pudo evitar verlo embelesado. Todos los colegas que lo habían ayudado con antelación prácticamente lo obligaron a probarse todo tipo de combinaciones e ir descartando cosas a costa de su opinión personal. Y ninguno sabia que hacer con su cabello jamás, lo único acertado de parte de ellos y que de paso no tenían que decirle porque estaba más que implícito era que se afeitara la barba. Aunque abrió los ojos con espanto al ver que el rubio lo estaba tomando de las manos y examinaba sus uñas con cuidado. — ¿Q-Que haces? — sentía la sangre viajar de su rostro a su abdomen demasiado deprisa.

—Mm… — el de ojos verdes se veía algo serio y pensativo— No están mal pero tampoco están bien… — decía refiriéndose a sus uñas — Muy corriente…

—¿Disculpa? — eso lo había ofendido un poco.

—Déjame arreglarte un poco las manos.. — le menciono sonriendo dulcemente y fue tanta la tranquilidad y confianza que le transmitió a Aizawa que este ni se percató del momento en que se vio a si mismo sentado en la sala con el rubio haciéndole una modesta manicura. Únicamente corto un poco sus uñas, las limpio con un líquido que tenía para ellas que olía muy fuerte y quito la cutícula que tenía de más. Nunca se vio las manos tan bien cuidadas antes, por un momento pensó que el rubio se las iba a pintar o algo así, pero no. Únicamente les dio un aspecto más pulcro y muy masculino.

A la mañana siguiente después de afeitarse salió del baño y se vistió con la ropa que había coordinado el rubio. Al salir de su habitación este lo estaba esperando con un cepillo en la mano. Le sonrió y se encargó de su cabello, únicamente le puso algo de un crema para peinar con un fuerte olor a loción masculina, peino y le hizo una especie de media cola sobre el resto del cabello suelto. Este se veía más ondulado, dócil y hasta más oscuro. Antes de salir se había puesto de la última colonia que le había regalado su admirador o admiradora secreta y al verse en el espejo apenas se reconoció. Estaba tan impresionado que pensó que si él estaba así no se podía imaginar la cara de sus colegas.

—Ey, Sargento… tiene la corbata torcida.. — Yamada se encargó de volver a hacerle el nudo teniendo que quedar muy cerca suyo por un rato hasta dejarlo bien atado. Durante esos segundos Aizawa se vio terriblemente tentado a unir sus labios con los de su compañero de piso. Clavo la mirada en ellos y se le antojaron bastante, eran más gruesos viéndolos desde esa distancia tan corta y estaba seguro de que no existía hombre más bello que aquel delante suyo. Este había permanecido extrañamente serio durante todo ese proceso aquella mañana. Aun así el moreno sentía perfectamente la tensión entre los dos en ese instante, estaba casi seguro de que Yamada le estaba transmitiendo intenciones muy fuertes, justo cuando estaba a punto de cortar la distancia entre ambos el de ojos verdes lo vio muy burlón y descarado — Vas tarde.

—¿Eh? — Aizawa giro a ver su reloj de pared y contempló con horror que estaba sobre la hora. — Será mejor que me apresure. Te llevaré a comer algo está noche en agradecimiento..

—¿Podemos ir a un Oden? — al parecer el rubio estaba de humor para comer ramen de forma callejera y hartarse con alcohol.

—Hecho .. — le dedicó una sonrisa antes de salir por la puerta y se despidió poniéndose la gorra negra de Sargento en la cabeza.

Yamada había logrado permanecer impávido todo el tiempo que estuvo delante de Aizawa, pero una vez este se hubo ido exhalo una cantidad de aire absurda y se sostuvo el pecho casi con desesperación. Tenía la cara ardiendo y no podía dejar de sonreír como un idiota. Aizawa se veía increíblemente apuesto, demasiado para su salud mental y emocional y no podía sacárselo de la cabeza, eso estuvo cerca, demasiado cerca, casi se vio a si mismo arrancándole ese uniforme y tratando de pelear por hacerlo suyo ahí mismo en la sala, estuvo tan pero tan tentado a llevarlo a cabo que por un momento saboreó el momento como algo real. Terminó encerrándose en su habitación y mordiendo una almohada al tiempo que buscaba desahogarse con esa visión que tuvo en frente. Para cuando estuvo satisfecho y viendo que tenía que cambiarse la ropa interior y tomar un baño posiblemente pensó que quizá lo mejor era no quedarse más tiempo con Aizawa. Tenía que irse, tenía que buscar la forma de ahorrar capital suficiente y largarse, de lo contrario no iba a ser capaz de soportar más tener al hombre que amaba junto a él como un recordatorio de que nunca lo tendría. Por supuesto que una parte suya quería probar suerte, quería sacar todo su valor y tratar de seducir al moreno a como diera lugar y con cuanta artimaña fuera necesaria. Se reconocía a si mismo el hecho de que si su corazón no estuviera tan herido y no conociera el rechazo y el abandono de la forma que lo hacía hace mucho tiempo que hubiese tratado. Ahora había miedo en su personalidad, un miedo que no lo caracterizaba pero que le servía como instinto de auto preservación. Y sinceramente prefería morir antes de ser aborrecido por Aizawa. Inspiró profundo y abrazo la almohada dándose ánimos de meterse a bañar y salir a hacer algún trabajo extra ahora que tenía tiempo.

Ya en la noche cuando volvieron a verse las caras Yamada no dejaba de reírse. Ahora estaban en un puesto de ramen callejero y el moreno ya para esa hora lucia un poco más como siempre. La barba le crecía condenamente rápido, ya daba señales de estar creciendo y tenía el cabello recogido de otra manera. Le estaba contando a detalle las caras que pusieron sus compañeros de trabajo al verlo llegar y como ninguno podía creer lo que veía. Muchas mujeres presentes se le insinuaron y sus colegas no dejaban de acusarlo de practicar brujería. Solamente Snipe tuvo un pensamiento racional al respecto y dijo en voz alta que era obvio que a Aizawa lo había arreglado alguna pareja que no se había dignado a presentarles.

—¡Ja! ¿Y que les dijiste? — pregunto el rubio sorbiendo un enorme fideo.

—Les dije que le había pedido ayuda a un buen amigo y que además era mi vecino.. — le dijo sonriendo de forma floja y llevándose una cerveza a los labios.

—Wow, por un momento pensé que les habías seguido la corriente con lo de la novia secreta… o que le habías pedido ayuda a tú barbero.. — aunque le había dolido como un balazo escuchar que estaba sepultado en el cementerio de esperanzas mejor conocido como friendzone estaba emocionado y se sentía halagado de que Aizawa dijera la verdad y reconociera quien le había prestado ayuda.

—¿A mi barbero? — eso le había hecho gracia y le provocó curiosidad.

—¡Son buenos consejeros! — le dijo sonriendo de forma increíble. Pasaron la noche hablando entre ellos y con el cocinero de ese puesto, bebiendo y haciendo bromas. Fue una noche estupenda y el moreno no recordaba la última vez que se había sentido tan feliz con su propia vida. Aun así, había un tema importante que debía solventar.

Al día siguiente aprovechando su descanso para almorzar salió de la estación y marcó un número telefónico que tenía agendado bajo el nombre de loud cloud. Espero del otro lado y después de esperar bastante le atendieron. Por supuesto que lo recibió un escándalo del otro lado.

—¡SHŌŌŌŌ! ~ ¡ESTO SI QUE ES UN MILAGRO! ¡¿Cómo has estado?!

—Hablamos cada semana. Todo estaba bien el domingo pasado y sigue estándolo hoy… — adoraba a su amigo pero era demasiado enérgico a veces.

—¡Bueno fíjate que en mi vida si que han pasado cosas estos días! ¿Adivina que? ¡Adopte a un ex policía!

—Oboro, me juraste que habías dejado esas porquerías ¿Tu esposa sabe que vas al trabajo bajo los efectos de la cannabis de nuevo? ¿Te recuerdo que soy policía y esto no me hace gracia? — para evitar insultar a su buen amigo decidido atacar de frente con sus suposiciones ya que esa declaración era demasiado mala para ser una simple broma.

—¡ No seas estúpido hace años que no fumo y deja de ser tan imbécil conmigo! ¡Me refiero a que adopte un pastor alemán!

—Ah, ¿En serio? — por lo menos eso tenían más sentido.

—¡Si! Hace dos años que no nos vemos las caras. Jubilaron a este lindo ancianito y me pareció una excelente forma de sustituirte cuando te extrañe, es como estar contigo. Es serio, reservado no hace ninguna clase de alboroto y siempre está dispuesto a atacar a desconocidos si los cree sospechosos, además vigila que no coma mucha azúcar por alguna razón.

—Oboro, te llame por un asunto importante. Después te diré algo al respecto sobre eso… — tenía el músculo de la ceja derecha siendo presa de un tick furioso en ese momento. Tenía que anotar en algún lado meterle un buen golpe a su querido amigo por dársela de chistoso.

Ya sabía yo que algo ocurría… ¿Qué ha pasado? — sonaba muy interesado en el chisme.

—Es algo que necesito decirte en persona.. — Aizawa no estaba seguro de contarle nada a menos que estuvieran cara a cara — Puedo esperar el tiempo que sea necesario ¿Cuándo estarás disponible?

—¡Mañana mismo!

—¿Eh? Oye no tienes que..

—¡Vivimos a dos horas de distancia, iré y vendré el mismo día después del trabajo!

—¿A tú mujer no le importara?

—¿Emi? Sabes muy bien que a esa mujer todo le hace gracia. Apenas le diga que me voy a largar contigo armará una fiesta en mi casa con toda sus amigas seguramente. Tienen un club de lectura y es fascinante de hecho..

—¿Eres miembro del club de lectura de tú mujer?

—¡Esta lleno de acción!

—Pff… — tuvo que reprimir su risa con todas sus fuerzas — Esta bien. Nos vemos mañana en el bar junto a mi edificio. Solo avísame cuando estés ahí..

Para la siguiente tarde Aizawa estaba completamente solo en su hogar. El rubio había salido temprano por un asunto secreto y urgente, se fue entre risas y una gran actitud ganadora, le dijo que esperaba regresar con excelentes noticias y buenos resultados que presumirle sobre un trabajo nuevo que estaba esperando conseguir y que, además de ir a una nueva entrevista saldría con algunos amigos que tenía un par de años sin ver que eran de su antiguo gremio musical, ese comentario logró dejar tranquilo al moreno pero aún así resintió la falta de Yamada. Ese día trabajo solamente las ocho horas reglamentarias asombrado a todo mundo en el proceso. Pero era inevitable, tenía que darle su tiempo a Shirakumo y salir porfin de tantas dudas que lo estaban atormentado aquellos días. Cuando su celular sonó y corroboró que era su amigo de juventud tomó sus llaves y salió del edificio.

Apenas vio el auto de este aparcado frente al bar con el mencionado amigo que tanto anhelaba ver en la acera esperándolo, sosteniendo una correa que estaba atada a un ejemplar de pastor alemán que se veía muy tierno sentado a su lado no pudo evitar que la nostalgia lo embargara. En cuanto lo vio Oboro puso una sonrisa inmensa y se le lanzó encima prácticamente para despegarlo del suelo en un efusivo abrazo. Únicamente se lo estaba permitiendo porque tenían bastante tiempo sin frecuentarse. Aizawa le devolvió el saludo, se tomó su tiempo para acariciar al perro y le propuso hablar y beber algo en la terraza lo más alejados del bullicio y en privado. Después de que les trajeron un par de cervezas en botella Oboro descongelo su enorme sonrisa y pasó a verlo entre serio y detectivesco.

—¡Bieeeeeeeen! — canturreo este feliz de la vida — ¿De que va todo esto mi querido Shōta? — Oboro tenía el cabello tan largo como él aunque era mucho más frondoso y tenía una simpática barba de candado. Parecía una nube que reflejaba los colores del ocaso en su opinión, tan radiante y pacífico al mismo tiempo.

—Antes de empezar a hablar. Tengo una pequeña petición que hacerte… — le hablo serio relajado y hasta algo aburrido.

—¿De que trata?

—Será rápido, solo te pido que no hagas preguntas hasta después de que termine el relato.. — le dijo y Oboro tuvo que acceder, rodo los ojos fastidiado y volvió a verlo muy pícaro — Tomaré eso como un si. Ahora, necesito que me mires a los ojos.

—¿Cómo en un concurso de miradas? — pregunto infantilmente.

—Aja… — fue todo lo que le respondió. Aizawa se quedó viendo los ojos de su amigo fijamente. Estos eran grandes, vivos, de color marrón, en ellos se reflejaba, amabilidad, algo de confusión, confianza, fuerza. Había un sin número de emociones puras y hasta tiernas y sobre todo y ante todo: Fraternales. Llego a un punto donde los ojos de Shirakumo le estaban preguntando un muy obvio ¿Se puede saber que te pasa maldito estúpido? — No tienes porque verme de esa manera.. — le contestó bastante mosqueado. Shirakumo tenía una sonrisa de perfecto imbécil y descerebrado mientras le lanzaba esa mirada y sabía que únicamente lo hacía por joderlo como el hermano que era para él.

—¿Me dirás que carajo te pasa o no?

—Estaba tratando de corroborar algo.. — Aizawa de repente se desinflo y Oboro se asustó. Su amigo acababa de actuar como si le hubieran dicho su fecha de muerte, se veía tenso y agobiado y todo se debía a que: Consideraba que él y Yamada eran amigos, que se trataban como tales y que quizá su extraña relación solo fuera una amistad muy intrínseca. Pero al ver a los ojos a su mejor y más antiguo amigo, que incluso sabía cosas de él que ni sus propios padres conocían y con quien se supone tenía una relación muy profunda solo encontró cariño fraternal. Era como ver a un auténtico hermano de sangre. En cambio cuando veía a Hizashi a los ojos había deseo, emociones muy profundas y con tintes muy adultos, lo veía como si fuera un dulce muy apetecible y otras veces sentía que lo besaba solo con fijarse en él, el cariño que creía ver en sus ojos verdes no podía catalogarse de esa manera era mucho más intenso. Era pasional. Había confirmado que el rubio no lo consideraba un amigo. Y el solo hecho de repetir en su mente su descubrimiento lo hacia ruborizarse. — Veras, hay algo de lo cual no te he hablado los últimos meses. Estuve tentado a hacerlo, pero me di cuenta de que no podía hasta estar totalmente seguro de lo que ocurría — empezó a relatar y noto como ahora había mucha preocupación en la expresión de Shirakumo — No es nada grave, bueno eso depende.. — Aizawa estaba algo enredado con sus propias conclusiones — En fin, veras, estos meses le di cobijó en mi departamento a una persona que solía vivir en el edificio de enfrente. Ahora vivimos juntos y debo decir que la convivencia es… maravillosa… — aunque el moreno decía aquello muy serio había cierto rubor en su rostro que Oboro captó de inmediato. Cosa que activo algo en su cerebro y ahora esperaba ansioso y emocionado el resto del relato, estar escuchando algo así de parte de Aizawa era el equivalente a presenciar la llegada de un cometa — Pensé que no nos llevaríamos bien, pero resulta que si, quizá demasiado… — bajo la mirada y le dio un enorme trago a su cerveza — Han ido pasando cosas en el trabajo y al llegar a mi casa que se han ido complementando y le han dado forma a esa nueva atmósfera… sabes que siempre te comentó como me marean todo el tiempo mis colegas con sus historias de lo que encuentran en sus casas al llegar del trabajo. Unos se pasan de cursis otros se quejan bastante. Cosas típicas de una vida hogareña, cosas que obviamente desconozco al no estar casado. Pero hace un tiempo… — inspiró profundo y trató de ser lo más elocuente posible — Estuve un día completo fuera de casa, hubo una redada en un nido de crack en los suburbios, se sospechaba de trata de personas también. Fuimos en un gran grupo e irrumpimos a la fuerza, había muchos criminales armados y tuve enfrentamientos de cinco y seis a uno. Todos salimos algo heridos pero logramos el cometido. Liberamos a varias personas del sótano del local, ya sabes un escenario horrible…— tomó otro trago y vio a Oboro después de un rato de ver hacia la calle mientras hablaba — Estaba cansado, física y emocionalmente y me inyectaron muchos calmantes y vacunas contra el tétanos. Llegue a casa viendo música y oyendo colores… nunca me había sentido tan necesitado de un descanso y de un abrazo jamás, pensé que me estaba volviendo débil gracias a la compañía que tengo ahora que me ha hecho más conversador de lo normal, lo último que supe es que pase toda una mañana durmiendo abrazado a la persona que comparte piso conmigo… — aparte de avergonzado se veía derrotado en todos los aspectos — A partir de ahí hemos compartido muchos momentos comprometedores. Siento que hay mucha tensión, pero siento demasiada desesperación porque estemos juntos todo el tiempo, hasta me ha dejado de interesar estar en el trabajo más de lo legalmente necesario. Todo el tiempo quiero que estar en compañía suya, que estemos cerca, ver su sonrisa y llenarle de detalles y los suyos para conmigo me están empezando a volver loco.. — para ese momento Aizawa se estaba tomando de la cabeza con ambas manos apoyado de la mesa y sin ver a su interlocutor.

—Aizawa ¿Cuál es el verdadero problema aquí? ¿Tiene pareja? ¿No le gustas? ¿De que tienes miedo? — después de decir eso Aizawa volteo a ver a Shirakumo con algunas lágrimas amenazando con salir. Este lo veía de brazos cruzados y el ceño fruncido — ¡Oh! No me digas ¿Es un dilema moral? ¿Acaso es una ex convicta o algo por el estilo para que estés así? — ahora trataba de aminorar el ambiente con sus comentarios. Al ver que Aizawa término por ver al suelo y empezar a llorar de forma silenciosa Shirakumo se levantó de su silla con la guardia en alto fue hasta él y lo tomó de los hombros. Logró que su amigo lo viera y no encontró nada más que dolor en su mirada.

—Es… él es hombre — aunque a la confesión le faltaron algunos detalles que el moreno quería incluir Oboro abrió los ojos muy impactado, un segundo después estaba abrazándolo con toda su fuerza.

—Shhhh… tranquilo — aunque por dentro Shirakumo quería gritar de la sorpresa, la emoción, la confusión y sobre todo por el impacto de la noticia tenía que reconfortar a su mejor amigo. Ya era absurdo saber que Aizawa estaba interesado en alguien y que este fuera otro hombre ya lo volvía todo inverosímil. No obstante algo empezó a manifestarse en el interior del Bombero, empezó a sentir furia y celos, un instinto sobreprotector y primario que jamás pensó que sentiría — ¿Este tipo te ha hecho sentir mal de alguna forma? — Aizawa se calmo en el acto al ver la cara de demonio embravecido que cargaba Oboro. Se veía peligrosamente asesino. Todo parecía indicar que Shirakumo estaba en plan de hermano sobreprotector.

—¿No te molesta el hecho de que…? — empezó a hablar de forma tímida e impropia de él.

—¿De que? ¿De que esta es otra forma que tienes de no hacerme tío jamás solo para fastidiarme? — el moreno lo vio bastante mal— ¡Jajajajajajaja! — al lanzar esa carcajada todo el ambiente perdió la tensión. Oboro acerco su silla hasta él un poco más y volvió a beber de su botella— ¡Jajajajajaja! Debiste ver tú cara, jamás te vi tan preocupado por algo, generalmente te da igual lo que cualquiera piense sobre tus decisiones así que me halaga mucho que acudieras a mi por algo así. Shōta. Eres mi mejor amigo, no voy a criticar tus gustos. Únicamente me importa saber si este tipo te ha hecho algo física o verbalmente alguna vez y de que forma tengo que asesinarlo — fue aterrador y cómico al mismo tiempo oírlo decir aquello con una sonrisa imperturbable en la cara.

—Oboro, no me ha hecho absolutamente nada. Es más ni siquiera tenemos nada… — Aizawa se sorprendió mucho cuando aclaro ese detalle tan importante y le dio una punzada de dolor en el corazón. Le había dolido de forma horrible. Estaba empezando a asustarse de verdad.

—¿Ah no?

—No.. — suspiro y volvió a verlo buscando consejo— No se si esto que siento es pasajero. Tal vez solo es tensión sexual… y tal vez se vaya después de hacerlo con él. Me lo he estado planteando así durante un tiempo.

—¿Sabes? He tenido varios amigos en mi vida que me han confesado sentir una atracción pasajera por otros hombres. Todos eran víctimas de la curiosidad y todos hablaban de sus intereses como se expresarían de cualquier mujer en una revista Playboy. Que si los veían atractivos por esto y aquello, que si harían o no harían lo otro. Y todos hablaban como unos sinvergüenzas y con una gran sonrisa cínica en la cara, como en cualquier reunión de amigotes común y corriente. Tú mi estimado, estas desecho, te expresas románticamente y se ve que anhelas muchas cosas con este tipo antes de lo físico. No estaría equivocado al asumir que desearías estar con el ahora mismo en vez de conmigo, te veo y estas aterrado por muchas cosas. Tú no quieres ir a la farmacia a comprar preservativos Aizawa, tú quieres que te acompañe a la primera joyería que este abierta y te ayude a elegir anillos a juego para pagarlos por cuotas de ser necesario.

—¿Pero que se supone que estas…? — algo molesto por esa confrontación Aizawa intento defenderse y solo pudo callar ante el semblante duro de Shirakumo.

—Mírame a la cara y dime que él no es diferente a cualquier otra aventura que hayas tenido..— le reto y Aizawa solo pudo rememorar en su cabeza todo lo que había estado haciendo por el rubio, gastar grandes cantidades de dinero siendo que reconocía que era un tacaño hasta con él mismo. Compartir todo lo suyo, querer estar en sus brazos todo el tiempo, querer estar al pendiente de la mínima cosa que este hiciera, querer llegar a casa únicamente para verlo. Soñar con él fantasear con él, verlo andar relajado en su departamento y hablándole, viéndolo tocar sus instrumentos, disfrutando de lo que le cocinaba.

—Creo que tienes razón.

—¿Tienes alguna sospecha de que él pueda sentir lo mismo?

—Creo que, tal vez.

—Bien, el Doctor Loud Cloud te diagnóstica un síndrome de amor severo y un trastorno de idiotez aparte. Te recetó que lo confrontes DE FORMA CIVILIZADA SHŌTA y con tacto MUCHO tacto…y además quiero conocerlo — antes de ofender a su queridísimo amigo que estaba viendo su oportunidad para vengarse de todas las veces que fue demasiado sincero con él al aconsejarlo a lo largo de los años. Lo último que este le dijo lo dejó impactado. — Necesito verlo y juzgarlo con mis propios ojos. Quiero saber si es digno de mi mejor amigo y no me has dicho que le viste para empezar, es decir ¿Cuál podría ser tú tipo en hombres? ¡Esto se pone interesante! ¡Ahhh! — de repente Aizawa le había pateado la espinilla y lo hizo doblarse de dolor en la silla. Se irguió con fuerza y trató de tomarlo del cabello, justo cuando iba a jalarlo con todas sus fuerzas su perro empezó a ladrarle a él, de hecho se interpuso entre ellos y le seguía ladrando.

—¡Woooof! ¡Woooof!

—¡¿A ti que te ocurre?! ¡Yo soy tú dueño Taro no él!

—¡WOOOOF!

—¡Debes atacarlo a él no a mi! — mientras Oboro discutía con su anciano perro Aizawa silbo de una manera muy peculiar, provocando que el can mordiera el pantalón de su mejor amigo y no lo soltara, a todas luces lo estaba abordando como haría con un atacante. — ¡Taro suéltame! ¡ESTO ES UN COMPLOT! ¡Son un par de traidores tal para cual! — lloriqueaba sin detenerse.

—No seas dramático. Te esta mordiendo la ropa nada más, le ordene que te mordiera la pierna. Sabe que solo eres una molestia menor.. — Aizawa lo veía de brazos cruzados mientras el can seguía molestando a su amigo — Bien muchacho suéltalo — hablo en voz alta y silbo de nuevo — Se nota que acaba de jubilarse aún acata órdenes a la perfección… — le sonrió al perro que se había subido en su regazo a buscar caricias de parte de quien reconocía como su compañero humano.

—¿Cómo lo has hecho? Taro me defiende hasta de mi esposa.. — lo veía con reproche sintiéndose traicionado.

—Supongo que solo lo intuyo…

—¿Quieres decir que huele que eres policía o algo por el estilo?

—Tal vez..— a decir verdad no podía explicar el compañerismo que se sentía estando en ese entorno laboral. Puede que el perro solo lo percibiera y ya.

—Bien, da igual ¿Puedes decirle a tú huésped que venga o esta muy ocupado? De una vez te digo que no me voy a ir de aquí hasta haber hablado con él — al ver la vehemencia de Oboro, él moreno solo pudo suspirar resignado.

—Le dejaré un mensaje. Dijo que estaría algo ocupado él día de hoy… te prohíbo que le menciones nada de este asunto.

—¡Solo preséntanos y yo haré él resto no te preocupes! — le sonrió al tiempo que acariciaba al perro que ahora había ido con él de vuelta.

—De acuerdo… — antes de tomar su teléfono este empezó a sonar, para su sorpresa era el rubio — Creo que es tú día de suerte… es él.

—¡Pon él altavoz!

—Oboro no…

—¡PONLO!

—¡Esta bien! — al Moreno no le quedó más opción que atender y poner el altavoz — Mic.

¡Shō! — a Aizawa no le gustó nada la cara que puso Shirakumo al oír ese diminutivo dicho con tanta emoción y de forma casi melosa — ¡Tengo excelentes noticias! Me he desocupado antes… ¿Estas en casa? Muero por decirte los detalles.

Estoy en la terraza del bar de enfrente. Un viejo amigo vino de visita… — hubo una breve pausa por parte de los dos y añadió — Deseo presentártelo ¿Estarías de acuerdo en venir un rato a tomar con nosotros? — el tono de Aizawa se había suavizado y había adquirido un tinte muy cariñoso y respetuoso a la vez casi como si lo estuviera cortejando.

Jejejeje…¡Claro! ¡Estaré ahí en diez minutos! — dicho eso el rubio corto la llamada. Aizawa se encontró de frente con un Oboro que lo veía fijamente con ojos achinados inspeccionándolo de arriba para abajo.

—¿Qué te pasa?

—Sonreias.

—No es verdad.

—¡Sonreías! Te brillaron los ojos y nunca en nuestra vida de conocernos te he escuchado hablar de forma tan consideraba ¿Lo seduces así todo el tiempo? Solo hay dos opciones aquí o los dos están igual de pendejos o el tal Mic se está haciendo el del rogar… ¡¿Qué clase de nombre es ese?!

—Es un apodo su nombre es Yamada — le corrigió algo molesto.

—¡No puede ser se llaman por apodos! ¡JAJAJA!

—¡EL YA TENÍA SU APODO AL CONOCERNOS! Es una especie de nombre artístico… creo.

—¿Y ya permites que te llame por tú nombre? ¡Y no sólo por tú nombre! ¡Suena como si fueran novios!

—¡¿Te puedes callar?! — Y en medio de burlas y comentarios mordaces esperaron pacientemente la llegada del de ojos verdes.