El timbre de su teléfono lo despertó, sobresaltándolo, y se estiró hasta su mesita de noche para alcanzarlo con hastío.

Eran las once de la mañana.

Prácticamente saltó de su cama, levantándose y tratando de buscar su ropa interior del suelo. Mierda. El teléfono no paraba de sonar.

Prendió la ducha casi de inmediato, buscando una toalla y ropa limpia, mientras veía que la chica se removió en su lugar en la cama, despertándose.

—Hey —dijo ella, somnolienta, pero él apenas le prestó atención—. ¿Te gustaría que cocinara algo?

Harry se mordió el labio, deteniéndose un poco en el umbral de la puerta de su baño, pensando un momento. No. No iba a alcanzar a tomar desayuno.

—No, está bien —miró su reloj de la pared, mientras su celular volvía a sonar—. Hey, no me gustaría ser grosero, pero tengo que irme en menos de cinco minutos y...

Dejó la oración en el aire, al ver cómo la chica se levantaba y asentía, algo ausente, buscando con la mirada su ropa esparcida por la habitación. Era guapa, de las más guapas con las que había estado. Tenía una cabellera rubia corta, y un tono de piel parecido al suyo, con múltiples aros y tatuajes repartidos por su cuerpo. Era hermosa, la verdad. Del tipo de chica con el que repetiría, pero no había tiempo.

—Bien —lo miró, seria—. Fue un gusto, supongo.

No quería verse insensible, pero realmente no tenía tiempo para sentimentalismos. Vio como en su cómoda había dinero suficiente para un taxi y un poco más, por lo que apuntó con la barbilla.

—Si necesitas, ahí hay dinero —dijo, con indecisión—. Fue una noche muy agradable, Melissa--

—Miranda.

—¡Eso! Miranda —trató de darle una suave sonrisa, pero podía ver que la chica estaba comenzando a enfadarse, así que decidió ingresar al baño—. Realmente lo siento. Normalmente te invitaría a desayunar y te acompañaría, pero te juro que debo irme.

Se metió bajo la ducha fría en un santiamén, oyendo levemente como la tal Miranda se movía por la habitación, juntando sus cosas seguramente, dando fuertes zancadas, para poco después perderse por el pasillo.

Sabia que no lo haría, por eso, gritó con todo el aire de sus pulmones.

—¡Llámame!

Lo único que recibió como respuesta fue un portazo.

Terminó su ducha express, vistiéndose a medida que avanzaba por el pasillo, y llevándose el teléfono a su oreja, tomando una manzana y las llaves del estante de la cocina de su apartamento para cerrar la puerta.

—Lo sé, ¡lo sé Hermione! —dijo, ante la avalancha de sonidos incoherentes de la morena a través del aparato—. Ya voy en camino, te veo en cinco.

Cortó, sin esperar respuesta mientras se pasaba su chaqueta de denim por los hombros, mordiendo la manzana. Dios, no tenía idea cómo había olvidado que ese día eran las audiciones para elegir el nuevo vocalista.

A pesar de lo que Draco había dicho, Harry le insistió a Blaise para que lo llamara, volviendo a preguntar, pero siempre le respondía que el rubio no le contestaba, que rechazaba sus llamados. Que era mejor no molestarlo porque era capaz de cambiar de número de teléfono si seguía así. Que ya lo había hecho antes.

Por lo mismo, y sin querer realmente, tuvo que aceptar que Draco no quería ser parte del grupo, y había que apresurarse si querían seguir consiguiendo recitales.

Tal como lo dijo, llegó en no más de 10 minutos, corriendo por el centro de Londres. Era una suerte, que el pequeño estudio donde grababan y ensayaban estuviese tan cerca de su apartamento recién adquirido, y donde las audiciones se llevarían a cabo.

Entonces, algo emocionado por descubrir nuevos talentos y posibilidades, entró a la habitación, encontrándose con distintas miradas que iban desde el estrés, la molestia, y la preocupación.

No entendía qué demonios estaba sucediendo.

—Hey...¿quién se murió? —preguntó, cerrando la puerta tras de sí y avanzando con paso lento hacia la habitación.

Hermione apretó los labios, levantándose hasta alcanzar unas hojas que parecían tener algo impreso en ellas, entregándoselas. Harry las tomó con confusión plasmada en el rostro, ojeando rápidamente.

—No entiendo —dijo, sin esforzarse en leer. Era mejor que se lo explicaran con palabras.

Ron suspiró, parándose hasta llegar donde Hermione y pasar un brazo por su cintura, mirándolo.

—Es Ryddle —le respondió severamente—. Al parecer al fin salió a la luz luego de semanas en silencio.

Harry frunció el ceño, volviendo a tomar los papeles.

—Estos son comentarios que han dejado en nuestro blog —habló, mirando a todos—. ¿Qué tanto daño puede hacernos un comentario anónimo?

—Es que no es anónimo, Harry —dijo Ginny, soplando su cabello—. El hijo de puta lo publicó con su nombre e identificación para que sea más creíble.

El moreno volvió a leer, ahora con más detención, y oh, no. Oh Dios, ese tipo era un real psicótico, qué mierda estaba mal con él, era--

—¿Por qué mierda diría que hacemos múltiples orgías, que nos cogemos a absolutamente todo y que básicamente lo obligábamos a ser un esclavo sexual y como no accedió, lo echamos del grupo? —se quejó, agitando las hojas en el aire— ¿Realmente habrá gente que se va a comprar esta farsa?

Theo y Blaise, quienes se habían mantenido en silencio, (cosa bastante rara en Zabini), bufaron al mismo tiempo, el primero rodando los ojos.

—Bueno, las primeras tres personas que venían a las pruebas ya deberían haber llegado hace —Nott miró su reloj de mano— cuarenta minutos. ¿Ves a alguien nuevo por aquí?

Harry se dejó caer en el sillón vacío, el mismo que Draco había ocupado hace unas semanas, y enterró el rostro entre sus manos, negando.

—Deberíamos hacer una declaración pública —dijo, sin levantar la vista—. En el blog, o no lo sé, comprar un espacio en algún diario. Lo que sea.

Hermione volvió a sentarse, y Ron le siguió. ¿Ya habían formalizado el noviazgo? No que él supiera.

—En eso estoy. Pero trato de conseguir una entrevista en la TV —respondió, comenzando a tomar su revoltoso cabello en una cola—. Es complicado. Si hacen una declaración online, no será suficiente para eliminar los rumores ya implantados. Se verá poco serio —argumentó, reclinándose en su asiento—. Si lo hacemos en un periódico, ¿cuál es la chance de que el público que tenemos lo vea?

Un silencio pesado se hizo presente, y Harry comenzó a jugar con su argolla de la nariz, girándola, pensando. Sin mirar a nadie, chasqueó los dedos.

—¿Qué hay del canal donde nos entrevistaron no hace mucho? —ofreció, levantando las cejas. Pero su expresión decayó apenas vio la de Hermione, quien comenzaba a negar.

—No he recibido respuesta. Es obvio que quieren desligarse de toda esta polémica —se masajeó las sienes, echándole una mirada a Blaise—. ¿Tus padres no pueden hacer algo?

Blaise se rió brevemente con burla, pasando un brazo por el respaldo, casi rodeando a Theo, quien se alejó de su contacto.

—Mira, Mione, recién hace unos cuantos meses he vuelto a tener relación con ellos y fue solo porque la banda empezaba a hacerse conocida. ¿Cómo crees que van a reaccionar cuando les pida ayuda para sacar a flote algo que ellos siempre pensaron que se iba a hundir? —resopló, haciendo sonar su cuello—. No, gracias.

Nuevamente silencio. Harry pensó brevemente que hubiese sido mucho mejor quedarse en la cama, repetir con la chica, y tener un poco de alegría en lo que ya se veía que sería un día miserable.

Examinó las caras de sus compañeros. Desde hacía semanas que no se veían así de mal, luego de estar todos llenos de alegría y emoción por su éxito en el recital. Le recordó un poco al inicio de todo. Seis chicos desamparados por sus familias (excepto, quizás por Ron y Ginny) con una habilidad innata para la música, un sueño y energía. Ya habían sido cinco años desde eso, y habían llegado tan lejos, como para que un psicópata como Ryddle los viniera a bajar de la nube.

No lo iba a permitir.

—Bien. Por ahora debemos concentrarnos en encontrar un nuevo vocalista. Si el día de hoy no salimos victoriosos, Blaise, vas a tener que contactar a ese chico Draco como sea, e intentar convencerlo. Si no, seguiremos buscando; pero la verdad, estaría siendo un estupido si dejara pasar una oportunidad así —le dedicó una mirada al resto, deteniéndose en los hermanos Weasley—. ¿Están de acuerdo todos?

La mayoría asintió, excepto por Ron, quien solo dio un vuelco de ojos, chasqueando la lengua. Harry se enfocó en él.

—¿Me puedes decir por qué tanta la aversión por el chico? —preguntó directamente. Ya estaba harto del secretismo—. ¿Qué tan terrible hizo?

Ron se dirigió a él, cruzándose de brazos.

—Primero, no es un chico. Tiene tu edad —dijo, señalandolo con la barbilla. Wow. Realmente se veía joven, el muy cabrón—. Segundo, tengo mis razones. ¿Acaso no sabes quién es Lucius Malfoy?

Oh, ahí iba otro nombre ridículo. Lucius Malfoy. ¿Qué iba a ser lo siguiente, Cassiopea, Nymphadora?

—Primero que todo, ¿por qué nadie a mi alrededor puede tener un nombre normal? Francamente, no lo entiendo —rodó los ojos—. Y no, Ron, por lo que entendí el tipo tiene que ver con el Ministerio, y sabes que no tengo idea de política y esas cosas. No sé quién mierda es ese Lucero Malfoy. O algo así.

Blaise rió. Dios, a veces adoraba tanto que estuviese allí, o serían simplemente un grupo de amargados y violentos. Era, literalmente, el único que podía aligerar el ambiente.

—Lucius es uno de los jueces más influyentes de Gran Bretaña. Pero hace años que no ejerce, y ha pasado a formar parte de la cámara alta de Inglaterra —explicó Blaise, con una sonrisa algo amarga—. Es un hijo de puta clasista, racista, machista y todos los "istas" malos que se te puedan ocurrir. Es una mierda.

Harry arrugó la nariz. Así que de ahí venía esa forma de hablar tan correcta y la postura de "yo lo sé todo, yo lo soy todo" del chico. Realmente no le agradaba la gente rica.

—Y hace años, cuando mi papá se postuló para ser participante de la cámara baja, este tipejo, vaya a saber Dios por qué, lo desacreditó de todas las maneras posibles. Tanto así, que ahora papá está en lo más bajo del ministerio —dijo Ron—. La pasamos muy mal, ¿sabes? Apenas pudimos comer por años. Salió en el diario y todo.

El ojiverde asintió repetidamente, analizando la información. Tenía sentido que tuviera cierto rechazo al rubio, después de todo, ese tal Lucius era una plasta. Pero al mismo tiempo, no tenía ni un poco de sentido, el condenar a los hijos por los pecados de su padre. Sobre todo luego de que Draco se había disculpado. Algo no calzaba ahí.

—Pero, si no mal recuerdo, Draco se disculpó —le dijo Harry, mirándolo—. ¿Por qué se avergonzaría si estuviese de acuerdo con las cosas horribles que su padre ha hecho?

—Bueno, también lo ocupó como argumento contra Ryddle —le recordó Ginny, interviniendo en la conversación—. Y lucía orgulloso de aquello.

Ron asintió.

—Quizás se disculpó porque sabía que si no, podíamos comerlo vivo —apoyó Ron a su hermana, dando un vistazo por la cara de cada uno.

Seguía sin tener sentido.

—Pudo haberse queda callado —discutió Harry—. Ustedes no sabían quién era él, pudo haber cambiado su apellido. Y sigo insistiendo, pudo haberse hecho el tonto, pudo--

—Además —interrumpió Theo, haciéndole callar—, durante el colegio, recuerdo que siempre alardeaba de que su padre era lo mejor, y un montón de estupideces que no me molestaba en escuchar, que él estudiaría relaciones internacionales, o leyes, o quién sabe que mierdas de ricos. Pero allí está, en un instituto de música. No creo que a Lucius le hubiese hecho mucha gracia. Y —se giró a Blaise—, ¿viste lo desgastado de su bolso? No puedo recordar una sola vez que lo haya visto con algo medio roto cuando éramos niños. Siempre de punta en blanco.

Blaise asintió, algo ausente.

—No puedo asegurar o negarles nada, si soy sincero —les dijo a todos—. Solo sé que de acá hasta hace unos años, Draco no habla de su papá. No lo menciona. Ni siquiera existe. Ese día fue la primera vez que oía de Lucius por parte suya desde hace un buen tiempo —miró a cada uno detenidamente—. No sé si eso es bueno, o malo, pero puedo asegurarles una cosa, que es lo que dijo Theo. Si Draco dejó finanzas, y ahora está por un camino artístico, su padre no debe estar muy contento.

Harry no podía argumentar nada. Él no entendía la dinámica de las familias. Sus padres habían muerto cuando apenas tenía dos años, y había sido criado por una familia de monstruos que no lo querían, y el universo sabía que él no los quería de vuelta, así que solo se dedicó a observar la escena como mero espectador.

Ni Ginny ni Ron hablaron, sumergidos cada uno en sus propios pensamientos y Theo volvió a... lo que sea que estuviese haciendo en su libreta antes de que llegara. Hermione estudiaba el rostro del pelirrojo y Blaise parecía dispuesto a hablar. Así que lo hizo.

—No está de más recordarles que antes de que me conocieran, mi padre y mi madre han jodido la vida de muchas personas. Han enviado gente a la cárcel, gente inocente, y no me cabe duda que lo siguen haciendo. Eso y cosas peores —habló con cautela—. Solo tuve la suerte, de que ninguno de ustedes fuera afectado por ello. Y yo jamás estuve de acuerdo con sus acciones, sin embargo, se me ha condenado por ellas.

Nadie habló por un largo rato. Uno muy largo. Y Harry se sumió en su mente.

Se preguntó si se estaba apresurando, al incorporar y prácticamente rogarle al amigo de Blaise que se uniera. Eso había hecho con Ryddle, y ya sabía cómo habían terminado las cosas.

Lo conoció en una tocata, de música underground y habían congeniado casi de inmediato, dejando al moreno maravillado por su personalidad y rango. Entonces, le pidió que se uniera a un pequeño grupo que él y sus amigos estaban formando, a lo que Tom había respondido casi inmediatamente que sí.

Claramente, fue un error.

Pero Draco daba otra vibra. Se veía que la música le apasionaba, que adoraba el fervor de tocar frente a cientos de personas, que disfrutaba la música y la sentía, viendo su voz como una extensión de si mismo, y no como un don o habilidad.

La puerta sonó a las una de la tarde, cuando todas las esperanzas se habían agotado ya, y una algo sonriente Hermione se levantó a abrirla, encontrándose con cuatro chicos allí, nerviosos.

—Hola, uhm —dijo el de al frente—. ¿Aquí son las audiciones para Color Blue?

Harry sonrió, levantando una ceja a sus amigos quienes retomaban un poco la emoción. Con suerte, aquello no sería un total fracaso.

Bueno, total, total fracaso no fue.

Al final del día, habían ido doce personas, que superó las expectativas luego de lo que Tom dijo, pero de todas formas, no sirvió de mucho.

El primero que se presentó no debía superar los dieciocho. Era casi tan negro como Blaise, de un cabello rizado afro, lentes cuadrados y demasiado alto para su propia sanidad. Lo había hecho...aceptable. Tenía un registro decente, y sabía algo de teoría musical. Solo que--

Era demasiado inmaduro.

Y eso, viniendo de la boca de Ron y Harry, era...bastante decir.

Así que quedó descartado.

Los tres que le siguieron, eran todos amigos, que llanamente, cantaban mal. Así sin más. No tenían ritmo, ni oído, ni afinación. Lo hizo preguntarse brevemente si iban allí a cumplir un reto o algo así, porque no había forma de que se lo estuviesen tomando en serio.

De todas maneras, fueron lo más amables posible al rechazarlos.

El cuarto, al igual que el primero, tenía un rango decente. Raspaba algunas notas y se sabía las melodías al revés y al derecho. Solo que...apestaba. Tenía un celular de último modelo y sus ropas se veían más sucias de lo que alguna vez lucieron las suyas cuando vivía con los Dursley. Y sinceramente, si es que alguna vez debían convivir en tours, que era a lo que aspiraba en un futuro...no. Simplemente no.

El quinto y el sexto fueron de los mejores. Eran hermanos, educados, bien vestidos y se les notaba la pasión. El problema era, que según ellos, venían en paquete. No se podía tener uno sin el otro. Estuvo a punto de aceptarlo, incluso lo discutió con los demás pero...ya el dinero que ganaban, al repartirlo, no solía ser suficiente. Eran siete, contando al vocalista, por el amor de Dios. Con ocho no les alcanzaría ni para comer.

También fueron descartados.

Del octavo al décimo, prácticamente ni se acordaba. No eran ni buenos, ni malos. Solo no eran memorables, y eso, también era un factor importante. Necesitaban a alguien que los dejara estupefactos, a alguien que con solo una frase, los embobara.

Se encontró comparándolos constantemente con cierto rubio de ojos grises.

Los últimos dos también fueron de los mejores. El único problema es que uno, no estaba seguro de querer estar realmente en la banda, y necesitaban a alguien comprometido. Aunque le aseguraron estar en contacto.

Y el último, fue casi perfecto. Casi.

Colin era un muchacho delgado y tímido, pero se transformaba al momento de cantar. Tenía una voz un poco dulce, y alcanzaba notas altas, además de que sabía tocar instrumentos y tenía mucho deseo de estar en la banda.

Quizás demasiado.

—Bien, Creevey. Lo haz hecho bien —Harry le sonrió, dejando si bloc de notas de lado y mirando a sus amigos, que asentían.

Tal vez habían encontrado al fin a su vocalista.

—Gracias —sonrió él, mientras un mechón de cabello caía por su frente—. La verdad tenía miedo de que hubiesen muchos candidatos. Me alegra saber que no fue así.

Sí, bueno. A él no le alegraba nada, pero no borró su sonrisa.

—Lo que sucede, es que... a nuestro ex vocalista se le ocurrió la maravillosa idea de esparcir mentiras sobre nosotros y pintarnos como enfermos sexuales —resopló Blaise con diversión—. Pero no tienes que preocuparte--

—Oh, ¿eran mentiras? —preguntó él y sonó decepcionado.

Decepcionado. Había sonado decepcionado. Ron y Harry intercambiaron una mirada significativa y Ginny sonreía con diversión. Hermione empezaba a lucir algo escandalizada.

—Pues sí —respondió Theo, serio—. ¿No creíste que...?

No terminó la oración, porque Colin murmuró algo que sonaba mucho a: "y pensar que esto fue lo que me convenció de venir."

Oh Dios. Eso no podía estar pasando.

—Bueno, si las cosas son así... —dijo encogiéndose de hombros— ¿Cuándo comenzamos?

Ah, sí. A tu casa, Creevey. Esto ya era demasiado espeluznante.

—Eh... —se rascó la cabeza, mirando a los demás en busca de ayuda, pero nadie parecía dispuesto a dársela.

Ron estaba horrorizado. Ginny tenía una sonrisa de burla en la cara. Blaise estaba conteniendo la risa y Theodore continuaba serio, pero podía ver el brillo malicioso en su mirada. La única aturdida pero aún manteniendo la compostura, era Hermione.

—Te lo dejaremos saber —finalizó su amiga rápidamente. Luego sonrió forzado—. Adiós Colin.

—Pero...

No pudo finalizar la frase, porque Hermione se había levantado, y comenzaba a empujarlo hacia afuera con decisión.

—¡Adiós! ¡Cuídate! —repitió ya en la puerta—. Estaremos en contacto.

—Pero ni siquiera les he dado mi nú--

Le cerró la puerta en la cara.

Las risas de todos, incluso la suya propia, no tardó en salir a flote. Dios, debió haber hecho algo muy malo en su vida pasada para que el karma se la estuviese cobrando tan caro. Blaise golpeaba el respaldo y Theo tenía la cara enterrada en sus palmas, con sus hombros temblando de la risa. Ron reía con la boca cerrada, mientras Ginny era todo lo contrario, echando la cabeza hacia atrás y Harry se les unía, pero por lo bajo. Hermione estaba apoyada en la puerta, con la misma expresión de horror.

Dios, qué desastre.

—¡Quería unirse para hacer orgías! —gritó Blaise al borde de las lágrimas, y los demás rieron más fuerte — ¿Que tal, Ryddle? —preguntó a la nada, sujetando su estómago—. ¡Te salió el tiro por la culata!

Harry se quitó los lentes con una sonrisa, apretando sus ojos para calmarse un poco y recordando el fracaso en el que había resultado todo.

Las risas comenzaron a menguar hasta convertirse en nada más que respiraciones, y el pelinegro devolvió su mirada a Zabini, quien le miraba de vuelta.

—¿Debo llamarlo, no es así? —preguntó, pero sacó su teléfono antes de que respondiera.

—¿Ves otra opción? —replicó. No recibió respuesta.

Blaise salió al pasillo, marcando nuevamente el número de Draco, y los demás comenzaron a mirarse, algo derrotados. Ginny se apoyó en el hombro de Theo, quien la envolvió con un brazo, palmeando su espalda. Hermione se sentó a un lado de Ron y éste besó su mejilla, diciéndole algo en voz baja, mientras él tenía la mirada fija en la puerta, como si milagrosamente el rubio entraría por ella en cualquier momento.

Ya estaba entrando la tarde, y en una hora más al menos, sería de noche. No quería aceptar que realmente ese día terminaría siendo una miseria. No era justo.

—¿Crees que puedas conseguirnos la entrevista de todas maneras, Mione? —preguntó Harry, sin mirarla.

—Hm —murmuró ella—. Si te soy franca, lo veo difícil. Puedo seguir insistiendo, pero si las cosas son como quizás lo mejor si es sacar un comunicado por el blog. O simplemente ignorar a Tom, que no sé que tan bueno--no sé cuál es mejor —soltó una honda exhalación—. Aunque...

Se cortó, haciendo que el ojiverde girara el cuello para mirarla, con una ceja alzada. La castaña se mordía el labio.

—¿Aunque...? —repitió.

—Aunque si, por la más remota posibilidad...Draco aceptara. Que no lo veo muy posible —se apresuró en añadir—. Los medios, al Lucius ser tan "importante" —hizo comillas con sus dedos—, puede que se interesen en él, y en el por que se unió a la banda, los que nos concedería una oportunidad de promoción. Aunque, ¿no siempre dicen ustedes, que da igual que lo que hablen sea bueno o malo, que lo importante era que hablen? —dijo, tratando de animarlos un poco. No funcionó mucho—. Al final, promoción es promoción.

Nadie pudo rebatirlo, pero de todas maneras, nadie estuvo de acuerdo tampoco. Ginny bostezó, amoldándose más a Theo y a Harry le dio un pequeño pinchazo de celos.

Ginny había sido su novia por dos años, y podía decir fielmente que se había enamorado de ella, pero eran demasiado iguales. Su relación carecía de sabor, y sus peleas siempre eran las mismas, al igual que sus relaciones y el modo de reconciliarse. Finalmente decidieron que lo mejor era terminar, seguir cómo amigos, y tenían razón, fue lo correcto de hacer. Desde hace tres años tenían una excelente amistad, y el ambiente del grupo había mejorado notablemente. Estaba seguro de que para ambos era un tema superado, pero aún así... le causaba algo de incomodidad el verla en esas situaciones con otros hombres. Se preguntó brevemente si a ella le pasaría lo mismo cuando él estaba con chicas.

Blaise ingresó al cuarto, levantando las manos en señal de rendición, y Harry dejó caer sus hombros. Jesús, estaban jodidos.

—No contesta. Le dejé un buzón de voz, de todas formas, y unos mensajes de texto —habló, volviendo a sentarse en su usual lugar—. Pero creo que debemos comenzar a buscar otras alternativas. Ese hombre es terco, más que tú Harry, cuando se le mete una idea en la cabeza--

Unos golpes en la puerta lo interrumpieron, y todos se giraron hasta ella. No esperaban a nadie ya, por lo que intercambiaron unas cuantas miradas de confusión, y Hermione fue quién se levantó a abrir cautelosamente.

Harry supo quién era incluso antes de divisarle, como si lo hubiese sentido a través del pasillo.

—¡Draco! —Hermione se giró brevemente hacia ellos con una sonrisa triunfante en el rostro— ¡Hey!

El rubio estaba con una camiseta de manga larga color verde y jeans negros, con esas envidiables Doc martens que no tenían derecho de verse tan bien. Hizo un gesto con la barbilla.

—Hey, eh...

—Hermione —completó ella con energía.

—Hermione, sí —su expresión se volvió algo más sera al mirar por encima de su hombro—. ¿Puedes dejar de llamarme, hijo de puta? —preguntó a Blaise, quien estuvo sobre sus pies en medio segundo.

—¿Puedes contestar entonces, cabrón ególatra? —preguntó acercándose, para recibirlo—. ¿Qué haces aquí?

—Bueno, además de llenarme el buzón de voz, leí por ahí que hoy eran las audiciones para la banda que hace orgías. Así que me dije que necesitaba unirme, para tener un poco de diversión —completó con clara ironía, y su tono aburrido, haciendo carcajearse a Zabini.

Harry estiró el cuello hacia atrás, quejándose con vergüenza y Ginny soltó una pequeña risita. Ron y Theo continuaban inexpresivos.

—Ya nos hicieron eso. Recién. Un chico vino por las orgías —comentó, haciéndose a un lado luego de pegarle un puñetazo en el hombro como recibimiento, para dejarlo pasar.

Draco avanzó con indecisión, mirando a nadie en particular, y quedó en medio del cuarto frente a un montón de miradas expectantes. Hermione cerró la puerta, volviendo a su anterior asiento y el rubio se giró nuevamente a Blaise. Harry estaba empezando a emocionarse, ¿eso significaba que...?

—Me estás jodiendo —le dijo, incrédulo, aferrándose a ese viejo bolso verde que siempre traía—. ¿Es broma?

—Nop —Ginny intervino, con una sonrisa—. Así que dinos por qué estás aquí realmente o te denunciaremos.

—Oh, pero le quitas la diversión al asunto —Blaise se quejó, tirando a Draco del brazo porque se sentara—. Pero, entonces...

Draco, dubitativamente tomó asiento a un lado de su amigo, y Harry tuvo que obligarse a sacudir la cabeza. Realmente, ese chico tenía un aura. Jamás le había pasado aquello con nadie, no poder dejar de mirarle, menos con un hombre, de entre todas las cosas. Quizás se debía a que sentía algún tipo de admiración.

—Entonces... —levantó las cejas hacia el moreno, instándole a que continuara.

—Quiere decir, si te vas a unir a la banda —terminó Theo, acomodándose y soltando al fin a Ginny.

—Ah, sí —se encogió de hombros como si no fuese nada. Como si acabara de elegir su almuerzo y no comprometerse con un grupo musical—. Si quieren aún, por supuesto.

—Sí —se apresuró a decir Harry. Mierda. Quizás demasiado apresurado. Sintió la mirada de Ron encima de él, así que se giró—. No hay que darle chance de que se arrepienta.

El pelirrojo rodó los ojos y cuando el ojiverde se giró nuevamente hacia Draco, allí vio la más leves de las sonrisas. Casi imperceptible, pero ahí estaba.

—¿Y se puede saber por qué te decidiste al final? —preguntó Ginny, un poco más brusco de lo que pretendía, por lo que esbozó una rápida sonrisa al finalizar. Draco la miró, volviendo a su seriedad.

—Bueno, porque se ve que me necesitaban, debido a las más de treinta llamadas perdidas de Zabini en menos de tres días, y porque —Ron bufó haciendo que Harry lo pateara sutilmente, e iniciaran una guerra de miradas mientras Blaise se quejaba, diciendo que eso 'no era así' y Draco lo ignoraba—, bueno, los rumores de sus depravaciones han escalado bastante las últimas horas, y creí que mi padre estará muy contento al saber que me uní a una banda de enfermos sexuales —alzó una ceja a los hermanos Weasley—. Seré el orgullo de la familia.

Eso bastó para que un poco de la tensión del ambiente se disipara, y hacerlo sonreír. Hermione aplaudió brevemente con emoción, para luego callarse, cayendo en cuenta de algo.

—¿Realmente no estás aquí por lo de las orgías y la esclavización sexual, verdad? —preguntó insegura, y con temor en su mirada. Harry podría haberse reído de nuevo, pero Theo se le adelantó, soltando un risa mitad resoplido—. ¿Qué? Necesito asegurarme.

—Ya les dije, que ese era mi mayor interés, y espero que cumplan con lo que prome--

—Lo que quiere decir, Granger —lo interrumpió Blaise, haciendo que Draco le dedicara una mala mirada–, es que no. Está aquí únicamente para tocar música.

—O sea, si se me da la oportunidad de tener una or--

—¡Draco! —Zabini le dijo riendo, golpeándolo levemente—. La vas a asustar.

El rubio, por primera vez de las tres veces que le había visto, sonrió. Así, claramente, y la habitación lució un poquito más brillante y bella. Se preguntó brevemente por qué no sonreía más seguido.

—¿Y qué hay de tu...eh, carrera? —preguntó Theo levantando una ceja, para dirigir su mirada a Blaise—. ¿No dijiste que estaba estudiando artes musicales o una mierda así?

Blaise miró a Draco que suspiró, cayendo aún más en el respaldo del sillón.

—Bueno, sí. Esperaba si podíamos mover un poco los ensayos, para no faltar a ninguno de los dos —dijo mirando directamente a Harry, quien se encogió de hombros, asintiendo—. Bien, entonces, estaría todo listo.

Ron se inclinó adelante, aún analizando al rubio, pero mucho menos en guardia que hace un rato.

—¿Y qué harás cuando tengamos que salir de gira, o los eventos sean durante el día en la semana? —preguntó él.

—Bueno, en ese caso falto —respondió, comenzando a juguetear con su aro de la boca. Hacía bastante eso—. Y si hay gira, una de dos. Nos tomará el tiempo suficiente llegar a ser tan exitosos que habré terminado mi carrera, o —hizo una pequeña pausa— no necesitaré seguir estudiando, porque nos iríamos de gira. Seríamos lo suficientemente famosos y ricos para no tener que trabajarle un día a nadie.

Volvió a sonreír, y Theo se le unió. Hermione suspiró, volviendo a dirigirse a todos.

—Bien. Ahora solo queda conseguir esa entrevista —dijo, observando a cada uno. El rubio se vio perdido un momento, pero asintió de todas formas—. Y organizar el horario de ensayos, la división del dinero y los créditos, la administración de la página web. Y ah, buscar nuevas oportunidades de tocatas...

El cerebro de Harry se desconectó un poco, a medida que su amiga seguía parloteando, y a un lado suyo pudo escuchar cómo Draco le susurraba a Blaise si ella siempre era así, y el hombre le respondía, que lamentablemente sí.

—¿Puedo preguntarte algo?

Draco levantó la cabeza del asfalto, mirándolo por el rabillo del ojo, sin detener su caminata.

Iban de vuelta a sus casas, bueno, él de vuelta a su departamento, y se habían ido juntos todos los que vivían en el centro de Londres, que básicamente eran Zabini, Draco y él; pero Blaise ya se había despedido de ellos hace un rato, siendo el que más cerca vivía del estudio. Y solo quedaban ellos dos, caminando a paso lento por las calles, en silencio.

Silencio que Harry había encontrado al fin la manera de romper.

—Puedes. Pero va a depender de mí, si respondo o no tu pregunta —le dijo Draco, volviendo a desviar la mirada. Harry no lo hizo.

Se aclaró la garganta, metiendo sus manos en los bolsillos, y desordenando un poco su cabello. Más de lo que ya lo tenía, por supuesto y se mordió el labio, ya no tan seguro de si preguntar o no. Lo hizo de todas formas.

—¿Por qué terminaste aceptando? La verdad —habló, arrastrando un poco los pies—. No creo que haya sido por los poderes de convicción de Blaise, su insistencia o porque un sentimiento de compasión nació luego de los dichos de Tom y decidieras venir en nuestra ayuda.

Draco suspiró, mordiendo su labio también. Harry pensó un momento, con envidia, que él no debía verse tan bien haciendo eso. Luego frunció el ceño.

—Básicamente, porque cuando era pequeño-- —sacudió la cabeza, apretando un poco los dientes, como si se hubiese arrepentido a último momento de decir lo que sea que iba a decir— Porque cuando estábamos ahí, ese día por la noche, me di cuenta de que ese era el lugar adónde quería llegar, y ustedes me encontraron, y yo los encontré a ustedes, y estabas allí, ofreciéndome algo que era--es bueno para mí. Y no aceptar la oportunidad sería una estupidez de mi parte y... —volvió a morderse la lengua, mirándolo brevemente. Harry aún no apartaba sus ojos— Eso. Esa es la verdad.

A Harry le daba la impresión que Draco no siempre decía lo que quería decir. Pero no le importó. Asintió, desviando por fin la mirada hacia al frente, donde la noche ya estaba sobre sus cabezas y los autos pasaban, iluminando la calle con sus luces, como ni siquiera los faroles podían.

Estuvieron unos minutos en silencio nuevamente, y se dio cuenta que estaban llegando a su piso, mientras Draco aún no daba señales ni de reconocer la zona. Volvió a hablar.

—¿Quieres que te acompañe hasta tu casa? —le preguntó, dubitativamente. El rubio conectó sus brillantes orbes grises, negando un poco.

—No. Está bien así —dijo, encogiéndose de hombros—. No vivo tan lejos.

Harry se detuvo en la esquina de su calle, y miró brevemente hacia la izquierda, donde su edificio estaba. No era tan costoso ni amplio, pero estaba en una buena zona de Londres. Tenía una linda vista, y buena ubicación, aunque la fachada dijera lo contrario en cuanto a lo bonito o no, que debía ser.

—¿Estás seguro? No me molesta, sobre todo si no vives tan lejos. Algo podría pasarte a esta hora por aquí —le dijo honestamente.

Draco levantó una ceja rubia, cruzándose de brazos, marcando músculos que ni siquiera tenía idea que poseía. Harry pasó saliva, centrándose solo en su rostro.

—¿Qué parte de mi persona te da la impresión de que necesito un salvador o un héroe, Potter? —preguntó, chasqueando la lengua. Harry tuvo que reprimir el deseo de rodar los ojos—. He recorrido estas calles desde hace años, y nada me ha pasado. Sé cuidarme. Nada me va a pasar ahora.

El pelinegro levantó las manos, en señal de rendición y se subió la manga de la chaqueta, que había caído hasta la mitad de su antebrazo.

—Bien. Si insistes —replicó, mirándolo fijamente unos segundos—. Nos vemos.

Draco asintió, girándose lentamente para seguir caminando, y Harry le vio dar un par de pasos a la lejanía antes de voltearse él mismo para seguir con su camino. Alcanzó a caminar solo un poco, cuando escuchó que el rubio lo llamaba, un poco fuerte.

—Harry —dijo, solo par de metros más allá. El moreno elevó las cejas mirándolo por encima del hombro—. Gracias.

Harry le dedicó una sonrisa, mostrando todos los dientes, y dejando solo una ceja arriba, mientras Draco seguía su camino.

Finalmente el día no había sido un total fracaso.