.
SUEÑO;
con la realidad
O2
"And it feels like yesterday was a year ago,
but I don't want to let anybody know.
Because everybody wants something from me now
and I don't want let them down"
A pesar de estar presentando mejorías, aún no se encontraba en condiciones para retomar su actividad física debido a algunos efectos secundarios de sus píldoras. A raíz de aquello, estaba incapacitada para hacer clases de deportes por lo que se quedaba sentada en las gradas y leía. No tenía que cumplir con ningún crédito, solo estaba eximida. Leer se había vuelto un pasatiempo para ella, y actualmente Grisham la había atrapado con sus libros de thriller legal. Una vez que se ponía a pensar, cuestionaba el hecho de que no le hicieran alguna clase de trabajos teóricos con respecto al deporte. Sí, claro que prefería seguir leyendo algo que fuese de su gusto, no obstante, el estar haciendo eso y que el resto estuviera haciendo deportes la hacía sentir excluida.
Fue entonces cuando miró hacia la cancha que tenía en frente, sus hermanas jugaban fútbol. No pudo evitar reír cuando Blossom se puso a discutir con una chica de la otra clase que cometió falta al pisarla. Tragó saliva y, tratando de parecer despreocupada, miró hacia el cielo para luego ver hacia la cancha masculina, ellos también jugaban fútbol. La estrella del equipo, el mejor amigo de Butch, Tommy Moon, hacía los mejores pases, sin embargo, en lugar de ser él quien los rematara al arco, se las cedía a Butch. Una vez que convertía, celebraba sus goles con Brick, Boomer y Tommy, chocando las palmas, en tanto Mitch celebraba desde la portería. Se le veía tan enérgico que ella llegó a pensar que él se la arrebataba con cada respiro que daban juntos mientras dormían.
—¡Bien hecho, bebé!
Buttercup sintió un leve dolor en el pecho y miró rápidamente a la cancha femenina. Robin había visto el gol de su novio y no pudo evitar celebrar con él, aunque la hayan regañado. Volvió a ver a Butch, y él le dedicaba un corazón. Frunció el ceño. ¿Con qué derecho se sentía celosa o posesiva? Robin, su amiga, no sabía lo que estaba pasando entre ellos, incluso, si lo supiera, la situación sería completamente diferente. De una u otra manera, no tenía derecho a reclamo, después de todo... Butch y Robin sí están saliendo, en cambio, ella... no era nada, porque además mantenían todo en secreto.
He ahí cuando cierto cargo de consciencia la invadía. Robin había sido su amiga desde hace tiempo, mucho tiempo, desde la infancia. Sí, ella era más cercana a Bubbles, pero eso no quita que la amistad entre ellas existía. Buttercup pensaba que debía decirle lo que estaba sucediendo con su novio, no obstante, la pregunta es "¿Cómo?", puesto que ella tampoco se explicaba lo que estaba sucediendo. Sí, ella sabía que no era justo hacerle daño a su amiga que, durante mucho, mucho tiempo estuvo sufriendo por el amor no correspondido de Butch. Por favor, todavía recuerda la emoción que sintió cuando Robin, entre lágrimas, les comentó que por fin acordó una cita con él.
Entonces, con todo eso, ¿por qué ella se lo roba por las noches? No era para nada justo, es más, eso no lo haría ninguna amiga. Se sentía culpable y vulnerable, porque incluso si quería ponerle un fin a ello, le hacía tan bien la presencia del chico por las noches que el pensar en no hacerlo mal, le sentaba muy mal. Se sentía en la cuerda floja. No, entre la espada y la pared. Era cosa de tiempo para que alguien los descubriera. ¿No sería mejor ser sincera? Ay, no, no podía. Abrazó su cuerpo y apoyó su cabeza en sus rodillas, su respiración comenzaba a agitarse, sus músculos se tensaron, así que decidió dejar de abrazarse y mirar hacia el cielo.
—Todo fue espontáneo —dijo con un hilo de voz, no se sentía capaz de más—. Perdóname, Robin.
Respiró profundamente y contó hasta diez... unas tres veces. Debía evitar una crisis. Aquel ejercicio le dio resultado. Una vez que estuvo en calma, sobó su pecho con la mano izquierda y volvió a tomar su libro con la derecha. Echó un vistazo a la cancha femenina, estaban jugando con normalidad. Luego, miró a la masculina. Calosfríos. Butch la estaba mirando mientras bebía de su botella de agua. Estaba solo, hasta que Tommy llegó a su lado y también se fijó en ella. Butch le dio la espalda y dejó la botella sobre la banca. Tommy seguía mirándola, pero luego sus ojos se dirigieron a su amigo, y, si su lectura de labios no andaba mal, le preguntó "¿qué mirabas?". No pudo leer los labios de Butch, puesto que no le estaba dando la cara, sin embargo, solo vio que palmeó el hombro de su amigo y volvió a la cancha.
Inmediatamente, Buttercup retomó su lectura.
.
.
—Come —le dijo Blossom.
—No te levantarás de la mesa hasta que comas, por lo menos, tres cuartas partes de su bandeja —añadió Bubbles.
—Venga, que ya lo pillo —respondió Buttercup algo cansada.
Tomó su sándwich con ambas manos, miró disimuladamente a la macedonia, se preguntó por qué no partía por el postre, pero luego se dio cuenta de que sus hermanas la estaban mirando. Si no consumía proteínas, todo se le iría a la mierda, así que mejor seguía con lo suyo. Abrió su boca y dio un pequeño mordisco. El crujo de la lechuga le significó un sonido demasiado molesto. Detestaba la lechuga. Masticó hasta que tragó y dejó el sándwich nuevamente sobre la bandeja y tomó su botella con zumo de manzana para quitarse el sabor. No sabía qué traía el sándwich además de lechuga, pero el solo contener esa hortaliza, le sentó demasiado mal.
La preocupación de sus hermanas era evidente, y es que Buttercup había bajado considerablemente de peso, incluso cuando se supone que había ganado tres kilos. ¿Qué podía hacer ella? La comida no le parecía necesaria, ni siquiera sentía apetito. A menos que estuviese en compañía, no probaría ni un mísero bocado de nada, con suerte bebería agua porque no le gustaba tener los labios secos. Sus hermanas la miraban y entre ellas siempre le daban algún consejo para que volviera a comer, intentando motivarla. La que más se repetía era:
—Si comes bien, no tendrás que volver al kinesiólogo y podrás hacer deporte —eso decía Blossom.
—Quizá podríamos buscar alguna opción de comida que te guste —sugería Bubbles.
—No tengo motivación, eso es todo —les respondía ella—. Ni siquiera me siento feliz cuando como, no sé... pizza.
—Oh, por favor, no me antojes —se quejó Blossom.
—Ahora que lo pienso —volvió a hablar Buttercup—, podría probar alguna comida afrodisíaca —bromeó—, así, al menos, sentiría algo.
—Tal vez comer chocolate te libere alguna endorfina y te haga sentir enamorada —dijo Robin, que estaba sentada junto a ella—. Piénsalo, amor gratis.
En ese momento, todas rieron, Buttercup también lo hizo, sin embargo, por dentro sentía cierto temor al respecto. ¿Enamorada? No, ella no lo estaba, pero puede que sí esté interesada en alguien en este momento, incluso si se alguien no era... para ella. Que el comentario haya salido de la misma Robin solo le añadía tensión y preocupación a sí misma. No iba a dejar que nadie se diera cuenta, así que hizo como si nada y le dio otro mordisco a su sándwich. Así fue como la rutina de amigas siguió y, a modo de cierre de la hora del almuerzo, quedaron en reunirse en la casa de las hermanas para que todas juntas estudiaran para el examen de literatura que tendrían en dos días, y es que el Romanticismo les estaba dando un horrible dolor de cabeza.
Esa tarde, pasaron a una tienda para comprar todo lo necesario para su estudio cargado de azúcar: té, chocolate y galletas. ¡Qué mejor que algo dulce para complementar las risas entre amigas! Pues así es como estaban pensando. Tomaron asiento en la mesa de la terraza, esparcieron sus libros mientras que Bubbles fue a por platos en donde dejarían sus chuches y, además, del agua con las tazas para que pudieran beber té. Todo fue estudio, Blossom y Robin eran aquellas que dictaban la cátedra, mientras Blossom recordaba los tópicos principales, Robin recordaba a los máximos exponentes, en tanto Bubbles y Buttercup tomaban apuntes. Hasta que, luego de cuarenta minutos de estudio intensivo, decidieron darse un pequeño descanso, para comer tranquilas y soltar el chisme.
—¿Ninguna tiene a alguien que le guste?
Ante la pregunta de Bubbles, todas miraron a Robin, pero luego las miradas se clavaron en Blossom. Ella se sonrojó de inmediato y trató de cubrir su rostro con ambas manos. La risa de las chicas no se hizo esperar, en tanto la pelirroja se echaba un poco de viento para aminorar el color rojo de sus mejillas. Bubbles le palmeó un poco el brazo para que se motivara a hablar, pero parecía que se estaba volviendo algo difícil para ella, así que Robin decidió añadir algo a la pregunta planteada, originalmente, por su mejor amiga.
—¿Por qué no mejor describes a quién te gusta?
Fue entonces que Blossom asintió y tomó una gran bocanada de aire. Frotó sus manos y se deslizó un poco en su asiento antes de hablar.
—Es alto, le gusta llevar su cabello... —frunció un poco el ceño, quería tener cuidado con lo que decía, ya que todavía no se sentía cómoda con eso de dar nombres—, bien peinado. Es algo callado, pero cuando está con su grupo, parece que es de los que más habla —carraspeó un poco antes de seguir, tenía la atenta mirada de tres pares de ojos—. Y, bueno, a pesar de todo, tiene un buen perfil, buenas calificaciones, quiero decir, aunque también es de los que se mete en problemas...
—Es Brick —dijo Bubbles haciendo que Blossom se girara rápidamente hacia ella y la mirara con suma sorpresa—. ¿Me equivoco?
Ante la reacción de la chica, las tres restantes sonrieron con la intención de molestarla, incluso Buttercup estaba algo motivada con compartir ese momento de diversión con su círculo cercano, a pesar de que se estuviera cayendo de sueño. La descripción de Blossom había sido muy obvia, y no solo eso, si ella hubiera dicho "es un apestoso que solo interfiere en mi camino", hubiera sido más evidente. A ella parecía gustarle eso de la competitividad, ese era su ideal en relación al amor, al menos al inicio.
—No —dijo Blossom, en vano, puesto que la reacción de todas dejó en claro que no le creía ni un poquito—. Bueno, tal vez sí —y suspiró—. Es que, incluso si él no se muestra interesado en mí, tiene algo que de verdad me atrae. Es un chico raro —apretó sus labios y asintió con la cabeza—, pero es el que me gusta sin duda alguna.
—Él no parece ser la clase de persona que se interese en alguien —añade Robin—. Por lo que he compartido con él, no tiene a nadie en mente, menos en su corazón.
—De hecho, Brick sí tiene a alguien que le gusta —aclara Bubbles—, me lo dijo Boomer, aunque todavía no me dice su nombre.
—Vaya, parece que lo tuyo con Boomer va en serio —molesta Blossom—. ¿Ya son novios?
—Todavía no oficializamos —y dirige su mirada a Robin para cambiar el tema—. Robin, ¿tu relación con Butch va bien?
La chica dejó que en su rostro se dibujara una tremenda sonrisa, Buttercup la miró con cierta envidia, puesto que Robin sí tenía derecho a tener esa sonrisa de enamorada; ella era la novia de Butch, y podía hablar todo lo que quisiera de él. No pudo evitar sentirse un poco incómoda con la situación, sin embargo, no dejó que su rostro lo delatara, así que quiso mantener la misma expresión de emocionada que había tenido hasta el momento, aunque ahora estuviese muriendo por dentro.
—Bien, todo va absolutamente bien —decía Robin—. Me gusta tanto, chicas, que no os puedo explicar con palabras.
—Él se ve tan distante —comentó Blossom.
—Eso es lo que parece —respondió Robin inclinándose un poco sobre la mesa—, pero si supieras lo cursi que es —suspiró y miró hacia el cielo—. ¿Sabéis que le encanta usar brazaletes?
—¿De pareja? —preguntó Bubbles.
—No, veamos, él les dice brazaletes, pero en realidad son tiras de hilos de colores, siempre se pone una diferente, es más, cambia cada día...
En ese segundo, la atención de Buttercup se fue por completo. Había cerrado los ojos mientras escuchaba a Robin, pero mientras hablaba, en lugar de prestar atención a lo que decía, comenzó a recordar lo que ha vivido en las noches junto a Butch. Sus caricias, el ritmo de su respiración y los latidos de su corazón, el olor de su perfume y jabón, además del calor que le brindaba el cuerpo de aquel indiferente muchacho. Quería contarles lo atento que era él, quería decirles cómo fue que empezó todo, pero ni ella lo sabía. De un día para otro, luego de que volviera a la escuela y todos hablaran a sus espaldas del accidente que tuvo y las secuelas que le dejó, Butch comenzó a prestarle mucha atención y, simplemente un día, apareció en su habitación.
—Tan callada, Buttercup —dijo Robin, la aludida ahogó un grito y miró rápido a su amiga—. Dinos, ¿tú no tienes a nadie que te guste?
Mierda. Se removió en su asiento con una sonrisa débil. Desenredó un poco su cabello del lado izquierdo con sus dedos, trataba de hacer algo de tiempo, pero al notar que no se le ocurría alguna forma de extender su silencio, decidió responder con una mentira:
—No, en realidad no.
—¿De verdad? —se extrañó Robin, y Buttercup pudo notar que había algo extraño en su penetrante mirada.
"Vamos, Buttercup. Mantente firme", se dio ánimos a sí misma.
—De verdad —y se encogió de hombros—. No hay nadie que me interese.
—Honestamente —dijo Bubbles—, yo pensé que Mitch y tú tenían algo.
—Solo somos amigos —suspiró.
—¿Segura? —inquirió Robin.
—Segura.
La mirada de Snyder parecía estar diciéndole "sé que duermes con mi novio", pero prefería hacerse la tonta, la desentendida. Eso era mejor, al menos de momento. Sí, quería decirle lo que estaba sucediendo, sin embargo, ese instante podía esperar. Como ninguna parecía querer hablar, al menos, parecía como si quisieran seguir indagando en el tema, Buttercup abrió la boca para cerrar, con broche de oro, el tema sobre su interés amoroso:
—Basta con eso. No estoy preparada para mantener una relación. Nadie quiere a una chica con un problema de inestabilidad mental.
Silencio. Todas se quedaron calladas. El ambiente se volvió muy incómodo. Buttercup tomó su taza de té, iba a servirse un poco más, disimuladamente miró a Robin, quien había agachado la cabeza, parecía estar sintiendo algo de vergüenza. Buttercup no entendía por qué siempre reaccionaban todas de la misma manera, y es que era así cada vez que trataban de abordar con normalidad temas que, para ella, habían dejado de ser así desde que ocurrió aquel lamentable accidente.
—No te preocupes —se apresuró a decir Robin, como si estuviera compensando su actitud de hace unos instantes—, ya llegará alguien que te interese, alguien que será solo para ti.
"¿Cómo te lo digo, Robin...? Que es tu novio", pensó Buttercup.
.
.
—Te han visto mejoras, ¿no es así?
—Si usted lo dice.
—Veo que tienes más color en el rostro.
"Es por el maquillaje", pensó Buttercup mientras estaba sentada en esa fría silla de la calurosa oficina de la psicóloga escolar. La mujer se encontraba leyendo el informe que le mandaron del hospital, revisaba hoja tras hoja, anotaba cosas en su libreta y acomodaba sus gruesas gafas de marco amarillo. Buttercup la miraba con recelo, frunciendo un poco el ceño y arrugando la nariz. Se sentía incómoda cuando aquella mujer guardaba silencio y leía. Si iba a hacer eso, ¿para qué la llamaba? También le molestaba que siempre hiciera los mismos gestos: pasa hoja, anota en la libreta, se arregla el cabello, se acomoda las gafas, lee algo más y hace lo mismo. ¿No podía, simplemente, dejar de hacer algo? ¿Qué tantas notas tenía que tomar? ¿Por qué no se conseguía unas gafas menos pesadas? ¿O por qué no hacía algo para peinar su cabello?
—Has subido de peso —le habló la mujer nuevamente.
"Maquillaje y ropa holgada. Perdí tres kilos", pensó antes de asentir con la cabeza.
—¿Tus pesadillas siguen?
—Sí.
—¿Qué ves?
—Todo negro —suspiró, era hora de recitar el poema de todas las malditas sesiones—, luego estoy yo en el bus, pero está vacío. Todo se vuelve rojo, me sudan las manos, se escuchan llantos, gritos, un estruendo y caigo, caigo, caigo.
—Las secuelas del accidente quedaron muy presentes en ti.
"No me diga", pensó la chica.
—Sí —le respondió.
—Las pastillas te ayudan a dormir, ¿verdad?
—Sí.
—¿Por completo?
—No.
—¿Efectos secundarios?
—Varios, los de siempre, los que usted ya conoce.
—Bien —dijo terminando de anotar sus respuestas en su libreta para pasar a acomodar sus gafas, Buttercup frunció levemente el ceño—. En la próxima sesión, creo, tendré que hacerte la prueba de las alucinaciones.
—¿De qué habla? —se extrañó la chica y se inclinó un poco sobre su asiento.
—Es de rutina, en realidad. Queremos descartar que no se esté volviendo a iniciar lo de antes, ya sabes, lo de tu madre —aclaró su garganta, se veía muy despreocupada—. Pero, por lo que veo en ti —tomó el folio que estaba revisando hace unos segundos—, y según lo que salen en los análisis de tus doctores particulares, no parece ser tu caso. Veamos —suspiró y apoyó sus codos sobre la mesa, aún con las hojas entre sus manos—, responde tres rápidas preguntas para ir descartando el peor de los casos: ¿Escuchas voces?
—No.
—¿Te confundes con el tiempo afuera de tu hogar?
—Tampoco.
—¿Sientes que ves cosas que no pueden ser reales?
—¿Cómo es eso? ¿Como un ornitorrinco con alas?
Y la psicóloga rio, eso reconfortó un poco a la chica, era la primera vez que veía aquella faceta en la mujer que se mostraba tan fría a la hora de las citas.
—Espero que no lo veas —dijo la mujer.
—No, la verdad es que no —respondió Buttercup—. No soy de relacionarme mucho. Mis hermanas tampoco me dejan sola, así que, para mí, todo va de lo más normal.
—Vale, pues me alegro. Aunque, de todos modos, te haré la prueba, ¿estamos? Antes de que te vayas, me gustaría que me respondieras una cosita —indicó juntando el dedo índice con el pulgar—, así se pequeñita.
—Dígame —Buttercup inclinó su cabeza hacia su derecha, preocupada por el tipo de cosa que debía revelarle.
—¿Qué haces para dormir?
—Me abrazo a alguien —dijo sin más, sin ninguna expresión especial en su rostro, en cambio la mujer se sorprendió un poco, de hecho, se asustó.
—¿Duermes acompañada?
—Algo así —relamió sus labios y suspiró pesado—. Admito que eso quiero creer, pero la realidad es que duermo abrazando una de las dos almohadas que tengo en mi cama. Me refugio en mi propio calor, y se siente como si fuera otra persona.
—¿Entonces...?
—Entonces duermo conmigo misma.
No le preguntó nada más, así que la sesión se dio por finalizada y salió de aquella oficina. La tarde transcurrió con normalidad, al menos cualquiera que la viera pensaría que ella iba de lo más normal por la vida, ya era usual verla sola, con sus auriculares, ignorando a todos o apegada a sus hermanas. Nadie sabría que, en su mente, la chica estaba pensando en una cosa todo el tiempo: ¿Será que el Butch que aparece en su habitación es producto de una alucinación? No es como si nunca dejase de pensar en ello, pero a partir de lo ocurrido hoy, esa incógnita se agudizó dentro de sí. Esa noche, le pediría a Butch una prueba de que, de verdad, dormía con ella.
Hizo todos sus deberes, se quedó hasta casi la medianoche producto de un ensayo para su clase de Historia, así que no esperó más y se tomó la píldora mientras esperaba que su laptop se apagara. Miró hacia la ventana, estaba semi abierta, ya que las noches estaban algo frías últimamente, las cortinas corridas, todo perfecto y en orden para la llegada de Butch. Iba a apagar la luz cuando escuchó piedras en su ventana. Se giró rápido y fue hasta ella. Butch la saludaba desde abajo y le hacía señas para decirle que iba a subir. Pudo leerle los labios: "Apaga la luz". Claro, así no se vería y nadie pensaría que se trataba de un ladrón. Así que hizo caso a la petición del chico, y luego de treinta segundos desde que apagó la luz, Butch hizo aparición en su habitación.
—Joder —se quejó—, cómo corre viento allá afuera.
—Sabes qué hora es, ¿no? —preguntó en un susurro cuando él cerró la ventana y corrió las cortinas.
—¿Medianoche?
—¿Vienes sin problemas?
—¿Te extraña eso ahora? —preguntó él frunciendo un poco el ceño, luego chasqueó la lengua—. Venga, mejor siente mis manos —y tomó las de la chica.
—Eres un témpano —se quejó Buttercup zafándose del agarre de él, pero Butch solo reía en voz baja—. Dime una cosa, ¿cómo es que siempre vienes sin problemas?
—Brick y Boomer me cubren. Ellos son los únicos que saben que vengo a verte.
—¿Y no tienen problema?
—¿Por qué lo tendrían? Conocen tu situación —suspiró y se inclinó un poco hacia ella—, no me pueden detener incluso si quieren.
—¿No se preocupan por tu descanso? ¿Tú tampoco?
—Yo soy un flojo, Buttercup —se encogió de hombros—. Duermo en la tarde, luego de la escuela, hasta la hora de la cena —estiró sus brazos tras su espalda y luego su cuello antes de decirle otra cosa—. No te preocupes por mí, ¿vale? Que aquí lo que más importa es tu salud. No se admiten comentarios al respecto.
—Vale —respondió poco convencida.
—Venga —la tomó por la muñeca—, a dormir. Tengo frío y estoy seguro que el calor humano es lo mejor para esto.
—Espera —dijo reteniendo el agarre de un activo Butch—, antes quisiera pedirte algo.
—¿Qué cosa?
Butch parecía preocupado. El cabello le caía un poco sobre su frente, se veía menos intimidante. No, no es como si Butch fuese el mismo brabucón que hacía algunos años, pero su presencia imponía, era imposible no verlo cuando te lo topabas en la escuela. Siempre, siempre sabrías que él estaba por ahí. Pero el Butch que ahora estaba frente a ella era uno que, suponía, no muchos ven o verían, a menos que tuvieran ese tipo de cercanía. Estaba preocupado, le tomó las manos y ella sintió que volvían a entrar en calor. Al ver sus manos, Buttercup liberó una de las suyas y descubrió la muñeca, echando hacia atrás un poco la manga del hoodie púrpura que estaba usando esa noche. Ahí, pudo ver ese "brazalete" que había mencionado Robin. Esta vez, era solo uno y era de color violeta, casi lila.
—¿Podría ser que mañana uses dos brazaletes? —le miró a los ojos—. Por favor.
—¿Y eso a qué vino?
—Mi psicóloga —agachó la cabeza y dejó de tomar las manos de Butch para cubrir su rostro—, habló de posibles alucinaciones y me asusté —sintió que las ganas de llorar estaban haciéndose presentes dentro de lla—. Solo me quiero asegurar de que esto es real, no como lo que pasó antes. Quiero asegurarme de que tú sí estás aquí. Que no eres una alucinación.
Su respiración comenzaba a agitarse, dio un par de pasos hacia atrás y terminó chocando con su armario. Inhalaba, exhalaba, intentaba calmarse. Empezaba a desesperarse, necesitaba calma, quería encerrarse..., hasta que sintió los grandes y cálidos brazos de Butch rodeando su delgado y delicado cuerpo. Sus manos sobre su espalda se abrían, a pesar de que estaban frías, le estaban brindando calma a su alma. Escuchaba su respiración y logró calmar la de ella. Acomodó su rostro en su pecho y pudo mirar por sobre el hombro de Butch.
—No lo soy —le murmuró en su oreja—. No soy ninguna alucinación.
—¿Puedes usar un brazalete verde y uno negro? Por favor —pidió ella con la voz entrecortada mientras correspondía fuertemente al abrazo, pero él la alejó para tomarle el rostro entre sus grandes manos y mirarla directo a los ojos.
—Lo haré —dijo con determinación—, lo prometo.
—Gracias —susurró.
Sin decir más, se dejó conducir por Butch hasta la cama. La sentó en el colchón, luego ella escuchó el sonido que hacían las zapatillas cuando caían al piso y sintió el peso de otra persona cargándose en la cama. No se dio cuenta cuando ya estaban acostados y abrazados. La píldora había surtido cierto efecto a esas alturas, ya no era consciente de sus propios movimientos.
—Yo sí estoy aquí, Buttercup —y juntó sus frentes—. No lo dudes, por favor. Es tal y como te lo dije el primer día que hablamos.
Y dejó un beso en su frente. Lo sintió un poco húmedo. ¿Cómo no iba a ser verdad todo lo que estaba sucediendo? Cayó dormida, pero incluso si su constante pesadilla daba comienzo, esta vez, entre el oscuro silencio, fue capaz de escuchar claramente la voz de Butch diciendo:
—Esto es completamente real.
"Y parece que ayer fue hace un año,
pero no quiero que nadie lo sepa.
Porque ahora todo el mundo quiere algo de mí,
y no quiero decepcionarles"
.
Sript, ¡Gracias por tu comentario! Me gusta tu análisis, digo, tus preguntas con respecto a la problemática, espero que con este capítulo te haya quedado algo más claro. Tommy hará mucho cameo, jajaja. Bueno, cuando se dé, daré más datos innecesarios, jajaja. ¡Gracias por leer!
Reeckless Pretty, me gusta tu capacidad para generar hipótesis, pero, como creo que sabrás, no puedo decirte si estás en un error o en lo correcto. De todos modos, puede que, quizás, entre tus planteamientos, esté la respuesta correcta, pero no lo sabrás hasta el próximo capítulo, jajaja. ¡Gracias por tus buenos deseos! Y por tu review, claro está.
perlapuccabf, ¡oh! ¿En serio lloraste con la otra? Nunca fue mi intención, lo juro, yo solo quería llenar el corazón de dulzura, jajaja. Con respecto a tus preguntas, las contestaré a medida avanza la historia, lo siento, pero te prometo que todo eso quedará claro, no habrán dudas al respecto. ¡Gracias por leer!
Y a vosotras, también os agradezco el tiempo que os habéis dado para leer esta historia. Recordad que podéis seguirme en instagram (soymariposamonarca) o solo revisar mi perfil, que es abierto y permanecerá así por mucho tiempo.
¡Gracias! Saludos,
Mariposa.
