Se removió con pereza bajo las suaves y tibias sabanas. La luz natural de la habitación comenzó a molestar su sueño reparador, de seguro ya eran más de las diez. Abrió los ojos lentamente acostumbrándose a la iluminación del lugar y se fijó en el hombre que dormía a su lado. Levi seguía sin despertar. Se veía tranquilo y relajado al dormir. Sus ojos estaban cerrados y tenia la boca ligeramente abierta. Sus cejas no estaban arqueadas formando el típico ceño fruncido del cual estaba ya acostumbrado. Sonrió para sus adentros, el rostro del pelinegro estaba pacífico.

Teniendo cuidado de no despertarlo, acarició los sedosos cabellos negros del informático.

-¿Cuánto llevas despierto?-preguntó Levi sin abrir los ojos.

-Menos de diez minutos.

-Debiste haberme despertado.

Levi abrió los parpados mostrándole sus brillantes ojos grises a Erwin, quien sonrió y se acercó para darle un beso.

-Me gusta verte dormir.

El pelinegro se acercó a Erwin para apoyar su cabeza en el pecho de este. Esa era una de las posturas que más le agradaba compartir con su novio.

-¿Qué te gustaría hacer hoy?

-Tengo que ir a mi casa- dijo Levi girando su cuerpo para mirarlo a los ojos.

-¿Es necesario?-preguntó Erwin con una mueca en su rostro.

-Desde que estoy saliendo contigo, no paso mucho tiempo en ella. Debo limpiarla.

Era cierto, llevaban saliendo tres meses juntos y la mayoría de las veces era Erwin quien le pedía pasar los fines de semana en su departamento u ocasionalmente después del trabajo. El rubio ya podía sentir el aroma de Levi apoderándose de sus almohadas.

-Eso pueden hacerlo Farlan e Isabel.

-Ellos no limpian tan cuidadosamente como yo lo hago- dijo Levi acariciando el pecho del rubio con uno de sus dedos. Observó el rostro del rubio quien se había puesto neutro de pronto- Vamos, no me pongas esa cara. Mañana nos veremos en el trabajo.

Erwin asintió sintiendo como los tibios labios de Levi besaban los suyos.

-Te recompensaré con unos panqueques. ¿sí?

Lo vio despegarse de su pecho y quitarse las sabanas de encima. Ni siquiera un ejército de panqueques podían compensar la falta de compañía de su pareja.

. . .

Los cansados ojos azules observaron la cantidad de correos electrónicos que le habían llegado durante el fin de semana. Los leyó uno por uno con resignación y respondió aquellos que eran de extremadamente urgencia.

De pronto escuchó la animada voz Hange acercándose a su cubículo.

-Huevitos, huevitos de chocolate- dijo la castaña sacando unos tres huevitos del bolsillo de su delantal- ¿te gustan los huevitos de chocolate, cierto?

-Un poco.

-Bien, aquí tienes.

-Oh, gracias- dijo Erwin mirándolos con cariño- pero aún no es pascua.

-Pero si es este viernes.

-¿Este?-preguntó mirando el calendario que había en su escritorio- ¿en qué momento llegamos a abril?

-El tiempo se pasa volando.

De pronto, los ojos analíticos de Hange se fijaron en un detalle que paso por alto en cuanto Erwin llego en la mañana.

-¿Ocurre algo? -preguntó Erwin sintiéndose observado.

-¿Acaso eso es un chupón?-preguntó la castaña apuntando hacia la altura del cuello del rubio.

Instintivamente, Erwin buscó su celular y puso la cámara frontal. Deseaba que la analista estuviera jugándole una mala broma. Sin embargo, la evidencia estaba más clara que el agua. La marca morada estaba en su cuello en todo su esplendor. Escuchó como Hange comenzaba a reírse.

-Ríete más bajo- susurró Erwin tapándose el moretón- no quiero que nadie se de cuenta.

-Es medio día, Erwin. Lo más seguro es que todo el departamento ya haya notado eso- dijo la mujer secándose las lagrimas de risa- pareciera que Levi no se despega de ti ¿no?

El rostro de Erwin estaba más rojo que un tomate. Ni siquiera había notado en qué momento Levi le había hecho el chupón. Toco el área sintiéndola sensible, de seguro se lo hizo hace poco.

Y en cuanto a lo que decía si, Levi llegaba ser insaciable en la cama, pero eso no era más que un plus que le encantaba.

-Por cierto, ¿me permites revisar mi correo en tu computador? -preguntó Hange tomando el mouse- Quiero ver si llegó la confirmación de unos pasajes.

-¿Pasajes?

-¿No te lo comenté? Moblit y yo aprovecharemos el fin de semana largo y saldremos de la ciudad.

-¿Se iran muy lejos?

-Nah. Iremos a visitar a mis padres. Tenemos la tradición de buscar huevitos de chocolate en el jardín.

-Pero si eso para los niños.

-Siempre puedo colarme en la festividad. Pasaré desapercibida.

-Claro…-dijo Erwin dudosamente- bueno, me alegro de que puedan distraerse un poco.

-Yo pensé que tú y Levi harían lo mismo.

-¿Buscar huevitos?

-No- dijo la mujer tomando un sorbo de su café- me refiero a salir a algún lado. Despejarse.

-La verdad es que no lo había pensado.

-Bueno, ya verán después, aún quedan feriados por delante.

Le dio unas palmaditas en la espalda y se fue dejándolo solo. Cuando se fue, Erwin se quedó pensando mientras miraba la ventana.

Un viaje. No sonaba mala idea. Un viaje con Levi. Eso sonaba mucho mejor, pero ¿le gustaría la idea? Miró los huevitos e imaginó lo agradable que tener unas pequeñas vacaciones con el pelinegro.

Esa noche mientras Erwin lo dejaba en su departamento, le planteó la idea. Sin embargo, le era complicado contárselo sin darle vueltas al asunto.

-¿Qué harás el fin de semana?

-No tengo grandes planes. Supongo que tendré la casa para mi solo, ya que, Farlan e Isabel se van a visitar a tus familiares.

-¿No iras a ver a tu madre?

-Ella tiene turnos de 24 horas, si voy se sentirá culpable de no poder pasar tiempo con ella.

-Entiendo- dijo Erwin rascándose la nuca. Respiró hondo y lo miró- ¿Qué te parece si hacemos algo los dos?

Levi se le quedó mirándolo, esperando que el rubio continuara con su propuesta. Ante esto, Erwin rápidamente se inmutó.

-Pensaba que podríamos salir. Ya sabes, viajar a la playa o a las montañas.

Erwin le contaba las mil y una maravillas que podían hacer durante el fin de semana. Parecía fascinado, de hecho, podría jurar que sus azules brillaban tanto como lo haría un zafiro.

-Podemos irnos del ritmo agitado de la ciudad y distraernos por esos días ¿Qué te parece?

Sus labios se curvaban en una sonrisa sincera y emocionada. De pronto, Levi no sentía capaz de quitarle y romperle esa alegría.

-Esta bien- dijo sin más- entonces quedamos de juntarnos el jueves en la noche después del trabajo.

-¿De verdad? -preguntó Erwin fascinado- ¿y dónde que gustaría ir?

-No lo sé -dijo Levi con una sonrisa pícara- Sorpréndeme.

Levi le dio un corto beso en los labios y se fue del auto dejando al rubio solo. En cuanto lo vio desaparecer entre la oscuridad, comenzó a hacer la lluvia de ideas para el fin de semana.

. . .

Cuando el jueves por la noche llegó, Erwin estaba esperándolo en el estacionamiento. Vio al pelinegro caminar con una maleta y un bolso de mano, se acercó a él para ayudar a llevarlo.

-Por un momento pensé que llevarías mas cosas.

-Trato siempre de llevar lo justo y necesario- dijo Levi observando a Erwin dejar el equipaje en el maletero- me da miedo llevar tanto y luego darme cuenta de que perdí algo.

-Tranquilo, también me pasa- dijo Erwin besando la desnuda frente del pelinegro. Luego vio el bolso de mano- ¿no quieres meterlo dentro?

-No. Lo llevaré conmigo durante el viaje.

-Esta bien.

Cuando ambos subieron a auto, Erwin emprendió el viaje por la carretera. Levi, quien no sabia cual seria el plan del rubio, preguntó:

-¿A dónde iremos?

-Mi familia tiene una cabaña en la costa. Por lo general, la usábamos para pasar las vacaciones de verano. Pero luego de que me independicé comenzaron a arrendarla para estas fechas, pero pregunté y me dijeron que la tenían disponible.

-Una cabaña- dijo Levi tratando de hacer una idea de cómo podría ser- ¿son bonitos los paisajes allá?

-Si, está lleno de árboles. Lo bueno es que esta como a 20 minutos de la ciudad, así que podríamos pasar a las ferias artesanales que hay o ir a los restoranes.

Levi frunció los labios mostrando una ligera molestia. Esto interrumpió de pronto al rubio, quien se quedó con la palabra en la boca, entonces el pelinegro dijo:

-Perdón.

Erwin se le quedó mirando sin entender la repentina disculpa de su pareja.

-¿Perdón? ¿Por qué? ¿acaso no te gusta el plan?

-No es eso. Siento que pude haberte ayudado a hacer este viaje. Fue descuidado de mi parte dejártelo todo a ti.

Erwin se llenó de ternura al escuchar la forma en la que Levi se disculpaba. Tomó su mano derecha y la beso dulcemente.

-No tienes que preocuparte, yo fui el que propuso esto y créeme que me encanta planificar viajes. Ojalá nos podamos divertirnos mucho.

Levi se desabrochó el cinturón y se acercó para tomar el rostro de su novio con ambas manos. Entonces le dio un suave y largo beso.

-Gracias.

Eso fue suficiente para recargar el tanque del rubio y así fue como emprendió el viaje con muchas ganas.

A esa hora ya estaba oscuro, y Levi se maravillaba observando las luces que se encontraban lejos en la ciudad. Le encantaba el paisaje nocturno, era relajante y tranquilo. Sin embargo, pese a que le gustaban, evitaba viajar de noche, debido a la cantidad de accidentes de carretera producto de la oscuridad. Es por ello que siempre que podía le intentaba hablar a Erwin de cualquier cosa.

-¿Te estas quedando dormido?-preguntó Levi viendo la vista cansada de Erwin en la carretera.

-Nop.

-No debimos viajar de noche, ni siquiera alcanzaste a tomar una siesta después del trabajo.

-Estoy bien- dijo Erwin tomando su mano para luego apoyarla en la palanca de cambio- solo estoy algo cansado, pero no lo suficiente para quedarme dormido.

-Más te vale, no quiero morir aún.

-No seas dramático- dijo subiendo la mano de Levi a la altura de sus labios y besarla.

Llegaron cerca de las diez de la noche. La cabaña era de madera, la cual se encontraba en un terreno amplio lleno de árboles. Sin embargo, como era de noche no se lograba apreciar el paisaje que los rodeaban. Aun así, los ojos de Levi se maravillaron con las estrellas. Era impresionante como la luz de la ciudad podía opacar lo bellas que estas eran. Se hubiera quedado toda la noche deleitándose de ellas sino hubiera sido por Erwin quien lo llamó para ingresar a la cabaña.

Los muebles eran rústicos y en su gran mayoría eran de madera. Había una chimenea al rincón y una escalera caracol que llevaba a un segundo piso. La cocina era americana y daba hacia el living y el comedor. Era pequeña, pero acogedora y eso fue lo que más le importaba al pelinegro.

-El lugar esta limpio- dijo Levi pasando un dedo por el mesón.

-Al parecer mis padres vinieron hace poco. Tratan de dejar aseado el lugar para los arrendatarios.

-Tiene sentido.

-Ahora que lo pienso- dijo Erwin mirando el reloj en su muñeca- Es tarde. Debimos haber pasado por comida antes de llegar.

-Espera- dijo Levi tomando el bolso de mano que había traído con él durante el trayecto- preparé esto antes de que me fueras a buscar.

Levi sacó unos Tupper y los abrió mostrando arroz blanco, brócolis hervidos, y pollo al jugo. La boca de Erwin comenzó a babear en cuanto vio toda la comida.

-¿Tú cocinaste esto? ¿Lo hiciste después del trabajo?

-Cocino rápido cuando me lo propongo. ¿Tienes microondas?

-Si, en la esquina.

Levi calentó los alimentos y puso la mesa, mientras Erwin se encargaba de sacar el equipaje. Para cuando terminó de dejarlos en sus respectivas habitaciones, el pelinegro ya estaba sirviendo la comida.

-Todo esto huele delicioso. No sabes cuanta hambre tengo.

-No me alagues tanto- dijo Levi tomando asiento frente a Erwin- no ves que después no puedo quitarme el ego.

-Pero si es verdad. Todo se ve fabuloso.

Comieron en silencio. Estaban tan cansados que solo se concentraron en comer y luego en lavar los platos.

-Pese a que estamos en primavera, este lugar es algo frio durante las noches. ¿te parece si prendo la chimenea?

Levi asintió y observó a Erwin llenar la chimenea con leña. Se demoró un poco en encenderla, pero una vez que lo hizo la casa se calentó rápidamente.

Como si se tratase de un gatito, Levi se acurrucó en el sillón y dejó que el fuego calentara su cuerpo. Era tan exquisita la sensación que sentía en su piel, que no tuvo ganas de moverse de ahí. Por otro lado, las llamas de la chimenea y la leña siendo quemada era un espectáculo hipnotizante.

-Esta calentito, ¿cierto? -dijo Erwin tomando asiento junto a él en el sillón de cuero

-Si-dijo posando su cabeza en el hombro de este y subiendo sus piernas en las de él- creo que podría acostumbrarme a esto.

Erwin sonrió y besó la corona de la cabeza de Levi, permitiéndose relajarse al igual que él.

. . .

Al día siguiente, Levi fue quien despertó primero desconociendo el lugar en donde estaba. Sin embargo, en cuanto vio a Erwin durmiendo plácidamente al lado suyo, recordó que se encontraban en la cabaña de este.

Se acercó a Erwin acurrucándose en su pecho, de pronto sintió como los brazos de este rodeaban su cintura. Al parecer lo había despertado.

-¿Cómo dormiste?-preguntó Erwin con la voz rasposa y ronca. El pelinegro se sonrojó al escucharlo. A pesar de todas las veces que amanecían juntos, Levi aún no se acostumbraba ese tono de voz que ponía el rubio cada vez que despertaba. No lo admitiría, pero lo excitaba.

-Muy bien- dijo Levi sintiendo las caricias que hacían las manos del más alto en su espalda.

-¿Te parece si nos levantamos? Podríamos desayunar afuera. Conozco una cafetería muy buena que queda a pasos de la ciudad.

-Me parece.

Ambos se levantaron y tomaron turnos para tomar la ducha. Una vez vestidos salieron de la casa.

-Debes abrigarte- dijo Erwin poniéndole una bufanda al más bajo- el clima de aquí no es como el de la capital.

-Esta bien, mamá.

Se subieron al auto y tomaron rumbo para ir hacia la dichosa cafetería. Era pintoresca y llena de plantas, no había mucha gente y se sentaron en una mesa redonda para dos personas. En cuanto llegó la camarera, Erwin eligió huevos con tocino y café mientras que Levi un té y tostadas con mantequilla.

La comida llegó y comieron armoniosamente. El rubio sonreía cada vez que pillaba a Levi robándole un poco de huevo.

Cuando terminaron, pagaron la cuenta y se fueron.

-¿Te gustaría ir a la playa? Podríamos dejar el auto y caminar.

-Esta bien.

El día había amanecido nublado, por lo tanto, no había ni una sola alma bañándose en el agua. Sin embargo, divisaron a personas que desayunaban frente al mar.

-Podríamos hacer eso mañana- dijo Levi apuntando hacia la familia que estaba a unos pasos de él- Llevar una manta y hacer una especie de picnic en la playa.

-Tendríamos que levantarnos temprano ¿no te molesta?

-No. Ósea no tendríamos que venir tan temprano, dudo que alguien quiera venir estando nublado.

-Está bien, me agrada la idea.

Caminaron hacia el muelle que había a varios metros de donde estaban. Ambos sentían la agradable brisa de la marea agitándose en sus cabellos. El sonido del mar y las gaviotas les quitaban el estrés que habían adquirido gracias a la rutina. Erwin acercó a Levi a su pecho mientras este abrazaba su cintura.

-Me gusta ver el mar- dijo Levi mirando como se formaban las olas. Se puso la capucha de su parca para evitar que sus orejas se entumecieran- pero no me gusta mucho bañarme, soy muy friolento.

De pronto, la cresta de la ola chocó en las rocas de modo que pequeñas gotas de agua empaparon sus rostros.

-Que refrescante- dijo Erwin con ironía luego de retirarle las gotas que tocaron el rostro del más bajo.

-Cállate, mejor caminemos.

Levi observó como Erwin se alejaba. Entonces dirigió su vista gris hacia la mano descubierta del rubio. Su mano era grande y de dedos largos. De pronto sintió la necesidad de entrelazarlos con los suyos.

-¿Por qué tan atrás?- preguntó Erwin girándose hacia Levi.

Levi desvió la mirada y le tendió la mano izquierda al rubio, quien se la quedo mirando sin entender. El pelinegro, al notar que su indirecta no estaba resultando de la manera que esperaba, lo tomó del cuello del abrigo y lo obligó a agacharse a la altura de su oído.

-¿Me darías la mano?

Los ojos de Erwin brillaron en cuanto Levi preguntó aquello y sin demorar más tiempo, lo tomó de la capucha de su parca y lo acercó a su rostro para besarlo. Eso tomó desprevenido a Levi quien todavía sentía el suave roce de los labios de Erwin sobre los suyos.

-¡Hey! Estamos en público- dijo Levi alejándose estrepitosamente.

-No hay nadie cerca.

Erwin cumplió el pequeño capricho del pelinegro y tomó su mano entre la suya. Los dedos largos de Erwin se enredaron con los de Levi.

-No tenias porque pedírmelo- dijo Erwin despreocupadamente- solo tenías que hacerlo y ya.

-Cállate- dijo Levi tratándose esconderse bajo la bufanda.

Pese a la vergüenza que estaba sintiendo, no podía evitar sentirse en las nubes. Puede que sea un acto cursi, pero le encantaba. Tener la mano de Erwin entre las suyas, lo llenaba de una dicha indescriptible. Tanto era que no le importaba que la gente se le quedara mirando. Estar a solas con Erwin en un ambiente que era ajeno al trabajo era una oportunidad que pocas veces tenia para si mismo.

. . .

Al otro día, se levantaron temprano para ir a la playa a desayunar. Levi preparó unos sándwiches y esperó a que el agua terminara de hervir para colocarla en un termo. Mientras dejaba todo en la canasta, observó a Erwin bajar de la escalera. Estaba listo y limpio para salir.

Levi se quitó el delantal y se puso un abrigo ligero. De hecho, por alguna extraña razón, el clima se había puesto a su favor y trajo como regalo un hermoso día despejado y soleado. Incluso cuando asomó su vista afuera de la cabaña un sol enceguecedor lo obligó a mirar al suelo.

Si, definitivamente debía llevar lentes de sol.

Eran las diez de la mañana cuando llegaron a la playa. La arena de bajo de los pies de ambos estaba aún fría. Sin embargo, eso no los detuvo. Erwin enterró el quitasol bajo la arena, mientras Levi estiraba la manta en la que se sentarían. Ambos vestían pantalones holgados. Erwin llevaba su traje de baño de bajo con la esperanza de que el sol fuera lo suficientemente cálido para bañarse.

-Si me baño ¿irías conmigo? -preguntó Erwin sacando una taza de la canasta.

-Ni muerto- dijo Levi mirando el océano- Algo me dice que, en este sector, el agua es helada.

-¿No te gusta el agua helada?

-No la soporto- dijo tomando el Hervidor y le sirvió un poco de té al vaso del rubio y al suyo- no soy muy tolerante al frio.

Continuaron su desayuno amenamente, no había muchas familias cerca de ellos. Eso fue lo mejor, ya que, podían tener mayor privacidad.

-¿Te echaste bloqueador?-preguntó el pelinegro echándose en los hombros.

-No lo necesito.

-Por supuesto que lo necesitas- dijo Levi acercándose a él- luego andarás quejándote de que estas rojo como una almeja.

-Es que no me gusta la sensación que deja el bloqueador en la piel.

-Esto es mucho más ameno que tener todo el rostro quemado. Ven y no seas molesto.

Levi se sentó sobre sus piernas y se echó un poco de bloqueador en la palma para aplicarle de a poco al rostro del rubio.

-Quedaré todo grasiento y pegajoso.

-Estarás grasiento y pegajoso, pero me lo agradecerás más tarde.

Los dedos finos de Levi se acercaron al rostro de Erwin y comenzaron a aplicar cuidadosamente el bloqueador. Para Erwin, su tacto era tan delicado y preocupado, que no podía evitar compararlo al que hace una madre a su pequeño hijo. Los ojos grises de Levi en ningún momento lo miraron con otra intención que no fuera cariño. Erwin no podía apartar su mirada de ellos.

-Creo que ya quedaste listo- dijo Levi alejándose de su rostro- ¿Ves? No fue tan difícil.

-Gracias- dijo Erwin aún con la sensación de las manos de Levi sobre sus pómulos.

El día transcurrió rápidamente. Para saciar su hambre, el rubio le comentó de unas empanadas muy ricas que vendían cerca de ahí, de hecho, cuando llegaron, Levi se sorprendió la gran variedad de rellenos que había. Queriendo aventurarse a probar nuevos sabores, pidió una empanada de salmón y queso.

-¿De cuál pediste tú?

-Una de pollo con queso.

-¿En serio? Viajamos hasta aquí a un lugar cerca del océano, ¿Para qué tu pidas una empanada de pollo?

-Pero es mi favorita- dijo Erwin haciendo un puchero.

-Quién te entiende- dijo Levi fingiendo una ligera ofensa.

Una vez listo el pedido, la pareja regresó a la playa y se acomodaron en el mismo lugar inicial. El sol ya había llegado a lo más alto y los tentadores rayos de sol avivaron las ganas de Erwin en meterse al agua.

-Vamos, metete conmigo- dijo Erwin suplicándole al pelinegro.

-No quiero- dijo Levi aplicando más bloqueador en su lechosa piel- Pero ve a bañarte tú.

-Será aburrido si no vamos juntos.

-Te estaré mirando desde aquí.

-Bien- dijo Erwin resignándose a meterse solo al agua - Tú te lo pierdes.

Lo observó como el hombre más alto se levantó de la manta y se comenzó a quitarse la polera y los pantalones. Debía admitir que ver a Erwin con tan poca ropa, le estaba dando un poco de calor. Luego de estar listo para ingresar al agua, se alejó del pelinegro y se lanzó de un chapuzón.

Maldito valiente, pensó Levi al verlo salir con el cabello pegado a su cabeza. Las ganas de meterse al agua eran bastante contagiosas. Especialmente si veía a Erwin tan refrescado en el agua.

-Metete al agua, Levi-gritó Erwin a varios metros de la orilla- agua esta exquisita.

Se resistió a no meterse al agua. Sin embargo, el sol estaba tan fuerte y el aire tan caluroso, que le resultaba bastante difícil luchar ante la sugerencia. Se dio ánimos así mismo, y se quitó la polera y los pantalones.

De manera desconfiada se acercó a la orilla y antepuso un pie para sentir la temperatura de la marea. En cuanto esta lo tocó, un escalofrío recorrió todo su cuerpo. No era lo suficientemente helada, pero aun así le costaba acostumbrarse a ella.

-Vamos, tú puedes Levi.

-Cállate y ni se te ocurra salpicarme agua- dijo metiéndose a duras penas al agua. Cada centímetro en que la marea subía sobre su cuerpo era un leve tormento que le ponía la piel de gallina.

-Húndete entero. Así sufrirás menos.

De pronto, un niñito paso por delante del pelinegro salpicando cantidades y cantidades de agua, generando que el cuerpo del pelinegro se mojara en su gran mayoría.

-Al demonio- dijo presionándose la nariz y hundiéndose tal como le había dicho Erwin. Esto fue un gran shock térmico para su cuerpo. Sin embargo, a medida que avanzaban los segundos, se logró acostumbrar.

-Me alegra que te hayas metido conmigo- dijo Erwin nadando hacia donde estaba. Lucia una sonrisa de oreja a oreja y todo su rostro estaba cubierto con gotitas de agua salada.

Levi respiró hondamente para recobrar el aliento. La piel del rubio brillaba junto los rayos del sol y sus ojos se veían más azules y claros como nunca. Una vista que el pelinegro consideró hermosa.

-Aprovecha que estoy aquí por ahora- dijo Levi haciéndose el difícil- ya me esta dando frio.

Erwin sonrió y besó los labios salados de su compañero. Definitivamente aprovecharía el máximo del tiempo que tenia con Levi.

. . .

Levi se maravilló del agua caliente que cubría cada centímetro de su cuerpo. Luego de haber estado al menos una hora en el mar y luego en arena, era necesario tener una sesión con la ducha de la cabaña. El día había sido estupendo y ambos la pasaron bastante bien. Sin embargo, era una lástima que todo esto tuviera que acabar. De hecho, mañana cerca del medio día regresarían nuevamente a la ciudad.

Suspiró apenado, no quería que el fin de semana se fuera tan rápido. Era increíble lo rápido que pasaba el tiempo cuando uno lo disfrutaba.

Dejó sus pensamientos de lado, y salió de la ducha. El vapor comenzó a disiparse una vez que abrió la puerta.

-Toda tuya- dijo Levi abriendo paso con su bata de baño.

-Gracias- dijo Erwin adentrándose al baño- Dios, esta caluroso aquí adentro.

-Lo siento.

Escucho el agua de la ducha y se sentó en la cama para ponerse un sweater con cuello tortuga. La temperatura había bajado y el frio comenzó a notarse. Se secó el cabello para lograr calentarse un poco. No tenía la intención alguna de resfriarse. Luego de tener el cabello seco, se acercó hacia la chimenea para intentar encenderla y entrar en calor. Sin embargo, pese a que estuvo más de media hora intentando avivar las llamas, estas no despertaron.

-¿Necesitas ayuda? -preguntó Erwin a sus espaldas.

-Esta chimenea tiene algo contra mí.

-Solo es un poco de práctica. A mi también me costó al principio.

Y fue así, como en un abrir y cerrar de ojos, la chimenea esta prendida en todo su esplendor. Se sentaron en el piso, dejando que las llamas calentaran sus cuerpos. Erwin observó como los ojos de Levi reflejaban el fulgor del fuego. Sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas por el calor, lo que le daba un aspecto de lo más adorable.

-Gracias- dijo Erwin de pronto.

Levi se le quedo mirando sin entender la razón de su gratitud.

-Por aceptar venir conmigo. Pudiste haber dicho que no.

-Y hubiera sido la decisión más tonta- dijo Levi apoyando su mano en la suya- la he pasado muy bien. El que debería dar las gracias soy yo, no tú.

Levi se acercó y le brindó un beso en los labios. Erwin ni lento, ni perezoso, enredó sus brazos en la cintura de Levi. Lo apoyó gentilmente en la almohada que se encontraba en el suelo y lo recostó ahí.

Entonces se deleitó con lo que vio. No sabia si era por el efecto del mar, pero Levi se veía más bello que nunca. Sus pestañas se veían mas largas que de costumbre y el sonrojo en sus mejillas combinaban perfectamente con ellas. Su cabello que aún se encontraba ligeramente húmedo, caía rebeldemente sobre su frente. Se veía extremadamente guapo.

Fue en ese momento que dijo algo que no esperaba que saliera de su boca. De hecho, Levi tampoco se lo esperó.

-Te quiero- dijo Erwin de pronto.

Los ojos de Levi se abrieron asombrados y fue ahí cuando Erwin se dio cuenta de la gravedad en sus palabras.

-Yo…mierda- dijo Erwin retrocediendo- No debí decir eso.

-Erwin.

-Lo siento, arruiné la atmosfera con eso. Solo se me salió.

-Hey, tranquilo- dijo Levi envolviendo su rostro con ambas manos- No tiene nada de malo que lo digas, Erwin.

-¿No?-preguntó inseguro- ¿No te sientes presionado?

-¿Por qué debería hacerlo si siento lo mismo por ti?- preguntó retóricamente el pelinegro, eso captó la completa atención del rubio- Yo también te quiero mucho, Erwin.

-¿Qué? ¿De verdad?

-Por supuesto. No te lo dije antes porque me apenaba que no sintieras lo mismo.

-Debiste habérmelo dicho. Llevo meses guardándome esto. No sabes cuantas veces tuve que reprimirme de hacerlo.

-Tonto- dijo Levi abrazándolo con cariño- Me hace muy feliz escucharlo de tus labios.

Los labios de Levi lo besaron gentilmente frente a la chimenea. Las manos callosas de Erwin recorrieron ansiosamente la piel del pelinegro sacándole uno que otro suspiro.

Así fue como las llamas de la chimenea fueron testigo de otro acto de amor de estos hombres.

. . .

Cuando Erwin despertó rápidamente sintió pena. Era domingo y había que regresar a la fastidiosa rutina. Y para colmo, Levi no estaba en el lado de su cama. Se levantó perezosamente y se llevó una sorpresa al ver un huevo de chocolate en el escalón superior de la escalera. Lo tomó entre sus dedos y siguió bajando para encontrarse otro más.

En su camino por el pasillo también encontró un par más, como también en el sillón, encima del televisor, arriba de la mesa y así. Observó a Levi preparar tostadas francesas con su típico delantal negro, eso lo alegró mucho más que los huevitos de chocolate.

-¿Y esto?-preguntó Erwin señalándole los dulces entre sus manos.

-Son caquitas de conejo- dijo Levi sin apartar la vista del sartén- ¿Acaso eres ciego? Por supuesto que son huevos.

-Pero mi pregunta es ¿Por qué?

-Bueno, quería revivir el niño en ti- dijo apagando el fogón de la cocina y dejando la tostada francesa en plato- a veces me recuerdas a uno.

-¿Debería tomar eso como un cumplido?

-No lo sé, pero si sientes que sí entonces tómalo.

-Gracias- dijo Erwin besando de manera efímera a Levi- definitivamente me encanta.

- Me alegro- dijo Levi tomando la tetera - Busca los que aún no encuentras mientras sirvo el té y apresúrate que las tostadas se enfriaran.

Le tomó al menos dos minutos encontrar todos los huevos. Incluso, Levi tuvo que darle pistas para encontrar el ultimo par. Luego de encontrarlos comenzaron a tomar desayuno para tomar sus cosas y emprender el viaje hacia el auto.

El trayecto fue largo y no hablaron nada durante el camino. Ambos se encontraban apesadumbrados por el término del fin de semana, pero más que eso, era el hecho de que pasaría bastante tiempo en que pasarían mucho tiempo juntos.

La mano de Erwin buscó atientas la mano de Levi y una vez que la encontró, no la soltó por todo el camino. Cuando el recorrido llegó a su fin, ambos ya se encontraban en el estacionamiento del pelinegro.

-La pase bien- dijo Levi desviando la mirada de sus ojos. Erwin podía sentir el ínfimo tono de tristeza en la voz del más bajo

-Yo igual- dijo Erwin.

-Gracias por todo- dijo Levi acercándose para darle un beso de despedida. Luego de dárselo tomó su pequeña maleta y bolso de mano y se despidió- nos vemos mañana.

-Nos vemos, descansa.

Erwin lo observó marchar en la escalera y luego se fue.

Durante el camino a su departamento tenia su vista perdida, de hecho, todo lo estaba haciendo en modo automático. Cuando llegó a su apartamento, fue la primera vez que lo encontró tan espacioso, pese a que este era de 57 metros cuadrados. Suspiró desganado y dejó las maletas en la entrada.

Fue directo a su habitación y se tumbó de lleno en el colchón. Enterró su rostro en el almohadón y de pronto lo sintió. El aroma de Levi estaba impregnado en él y una necesidad de querer estar con él afloró en su corazón de manera irracional.

¿Por qué no se me ocurrió antes?, pensó Erwin sintiéndose idiota.

Se levantó de la cama con rapidez y tomó las llaves para dirigirse al lugar donde no debió haber dejado al pelinegro. Grande fue la sorpresa de Levi cuando lo vio en la puerta de su departamento. Se veía agitado. Era somo si hubiera dado una maratón de cuatro kilómetros.

-¿Erwin?-preguntó Levi frente al rubio -¿Me lleve algo tuyo?

El más bajo lo invitó a entrar y no esperó más para hablar.

-Lo siento si vine sin avisar, pero necesitaba decirte esto- dijo el rubio decididamente.

-¿Qué cosa?-preguntó Levi preocupado.

-Te amo- dijo Erwin de pronto- Te amo demasiado, Levi. Sé que llevamos poco tiempo conociéndonos, pero desde que te conocí he sentido como este sentimiento por ti no para de crecer. Aún no entiendo la razón de porque, pero hoy me di cuenta de que no quiero separarme de ti nunca más.

Los labios de Erwin se tensaron y Levi entendió que decir todo esto llevaba un gran sobreesfuerzo para él.

-Esto es muy repentino- dijo Levi tocándole el pecho al rubio-pero yo también te amo. De hecho, una pena profunda me embargó cuando nos despedimos hoy. No lo sé, lo sentí como si fuera la ultima vez que nos fuéramos a ver, pesé que nos veríamos si o si en el trabajo. Aun así, no es lo mismo.

-¿Tú también lo sentiste así?

-Por supuesto. Luego de haber pasado tres días enteros contigo, de acostumbrarme a tus abrazos por las noches, de poder hacer juntos el desayuno y de divertirnos tanto como lo hicimos, me di cuenta de que quiero repetir esto la mayor de veces que se me sea posible. Al igual que tú también siento lo rápido que ha fluido nuestra relación y de la confianza que hemos ganado en ella, pero supongo que son cosas que pasan. Y afortunadamente, a nosotros nos pasó.

Erwin sintió como su corazón se expandía dentro de su pecho. Escuchar todo eso por parte de Levi lo hacia sentir profundamente dichoso. Tomó sus manos entre las suyas y armándose de valor dijo:

-Te quiero hacer una pregunta, y trata de no sentirte presionado o algo por el estilo. Y créeme cuando te digo que no te voy a querer menos si me dices que no.

Levi se quedó expectante ante las palabras de Erwin, ¿Y quién no lo haría con esa gran introducción antes de hacerle la gran pregunta?

-¿Seria muy descabellado de mi parte a proponerte a vivir conmigo?

-¿Vivir contigo?-preguntó Levi pestañando seguidamente- ¿Quieres que viva contigo? ¿En tu departamento?

-Si, tenemos el suficiente espacio para los dos- dijo apretando suavemente sus manos- y no me molestaría en absoluto cederte la habitación de invitados con tal de dejarte tener tu propio espacio.

Los ojos de Levi lo miraron expectante, aun tratando de creer la propuesta que le estaba ofreciendo el más alto.

-¿De verdad te gustaría vivir conmigo? -preguntó inseguro el pelinegro- puedo ser una persona bastante irritante.

-Lo sé.

-Y muy caprichosa y quisquillosa.

-Eso también lo sé.

-También tengo hábitos muy molestos de limpieza. No te dejaría tranquilo si veo un calcetín en el suelo o si algo esta fuera de lugar. Además….

-¡Eso también ya lo sabe!- dijo Isabel desde el otro lado de la habitación- ¿Acaso no escuchaste como profesaba su amor por ti?

-¡Solo dile que sí! - dijo Farlan apoyando a la pelirroja- No lo dices pero cada vez que te despides de él pasas toda la noche suspirando tristemente.

-¡Ustedes dos se callan!

Las dos voces del otro lado de la pared cesaron y la ligera risa de Erwin inundó los oídos de Levi, haciendo que su corazón latiera cálidamente. Entonces sintió la mano áspera de Erwin tocar su mejilla y se encontró con los profundos ojos que Erwin que no irradiaban más que puro amor.

-Creo que quedó claro de que soy capaz de soportar cualquier cosa de ti. Además, yo también tengo mis propias mañas y rabietas. No soy para nada perfecto. - dijo Erwin son suma delicadeza- y me encantaría poder conocer facetas tuyas que aún no tengo el honor de saber. Es por ello que te hago esta propuesta. Sin embargo, no quiero obligarte ni presionarte. Si quieres vivir conmigo será por tu propia consideración.

Fue ahí que Erwin presenció la sonrisa más sincera que Levi le había dado. Eso lo deslumbró. Levi definitivamente tenia la sonrisa mas hermosa de todas. Tanto fue así que ni se percató que este se había levantado en puntitas para besar sus labios.

Esperanzado, espero a que Levi terminara de besarlo para que dijera que sí.

-No me iré a vivir contigo- dijo Levi secamente y volviendo al rostro que habitualmente adoptada.

Por un momento, tuvo la vaga esperanza de que Levi aceptaría su propuesta. Sin embargo, esa idea era completa ilusión suya y muy unilateral. Entonces, Levi continuó:

-Por supuesto no aceptaría vivir contigo si me dejas en la habitación de huéspedes. Ni que fuéramos amigos de cuarto, somos pareja. Si me voy a vivir contigo es porque quiero dormir a tu lado, Erwin.

El rubio pestañeo varias veces intentando procesar lo que había dicho el pelinegro.

-¿Entonces eso es un sí? Creo que no te estoy entendiendo.

-Traductor Levisoft -dijo Isabel asomando la cabeza- Es su forma de decir que esta excitado por irse a vivir contigo.

-¡Cierra la boca! -dijo Levi sacándose la pantufla para darle directo en la cabeza. Luego miró a Erwin quien no podía tener la expresión más alegre y tonta posible- me gustaría vivir contigo ¿Ahora si te quedó claro o debo dártelo por escrito?

Erwin sonrió estúpidamente y Levi solo puso los ojos en blanco. Si, definitivamente ahora había entendido el mensaje.


Hola a todos, ¿cómo están?

Les traigo un nuevo capítulo recién salido del horno. Debo admitir que me costó escribirlo dado que mi inspiración se ha ido agotando de a poco y además estoy ocupada intentando cambiar de casa. Todo ha sido muy caótico.

Ahora bien, refiriéndome al capítulo, debo admitir que lo encontré bastante cursi. Sin embargo, esa es la idea de este pequeño fic, que sea meloso, chistoso y un tanto cursi. Es por ello que las personalidades de Erwin y Levi son muy diferentes a las que se ven en el anime o el manga. Aquí, ambos son personas completamente normales, ajenas a todo el sufrimiento a lo que se refiere a Shingeki no Kyojin. Aun así, intento mantener la esencia de los personajes. Si alguno le disgutó el cambio en las personalidades de ambos, me disculpo de antemano.

Espero de todo corazón que les haya gustado este capitulo y pueden escribirme comentarios para alegrarme el día. Intentaré actualizar dentro de la próxima semana con el ultimo capitulo.

Creo que no tengo nada mas que decir, de cualquier forma, estoy atenta a sus comentarios.

¡Nos leemos!