Disclaimer: Harry Potter le pertenece a J. K. Rowling y esta historia es con fines recreativos, sin lucro. Di no al plagio.


Primer año

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- Segunda parte -

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Los niños solo quieren jugar

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—Albern, ¡Papá dice que no iremos a casa para navidad!

Lexie entró corriendo al gran comedor y arrojó la carta frente a su hermano mayor.

—Me comentó que iría de vacaciones con el tío Jackson a Transilvania, visitarán a su amigo el conde. —fue la desinteresada respuesta del mayor.

La chica hizo una mueca.

—Yo quería ir a casa, no he visto a papá en muchos meses. —la chica frunció el ceño y se cruzó de brazos. —Te ordeno que le digas a padre que me lleve con ellos.

—Las fiestas de fin de año son muy bonitas en Hogwarts, Lexie... —Regulus trató de intervenir, pero Albern se puso de pie.

—Vamos a la sala común, Lexie. —ordenó el mayor y sin espera puso una mano en la espalda de la chica discretamente la condujo fuera del gran comedor.

Rufus iba entrando cuando los hermanos cruzaron la gran puerta de madera.

—Dale esto a Lexie cuando la veas más tarde. —Regulus le entregó una poción a Rufus mientras también salía del gran comedor.

El rubio asintió y se sentó para desayunar. Puso la poción a un lado de su plato y comenzó a engullir sus alimentos con bastante prisa.

—¿Hiciste eso?

Rufus volteó a ver a Snape quien tomaba asiento a su lado, y al parecer se refería al frasco de poción verde que estaba a su lado.

—Me la dio Regulus Black. —Snape la tomó y olfateó.

—Esta poción está en los libros de quinto año, pócima desinfladora... parece bien hecha.

Rufus se alzó de hombros mientras seguía comiendo.

—¡Remus! —la voz de Lily llegó hasta el pelinegro, quien volteó y vio a su mejor amiga llegar a sentarse a un lado de un chico de cabellos castaños.

Severus sonrió, la mejor parte de su semana eran los lunes en la mañana, pues después del desayuno podía caminar junto a Lily a su clase doble de pociones. El tiempo pasó muy lentamente pero cuando la comida desapareció de la mesa, Severus sonrió y justo cuando se iba a poner de pie, un grito le hizo erizarse de la molestia.

—Rufus, límpiate la nariz... — Emma Vanity le gritó con asco. Rufus se llevó una mano a la nariz y vio que le sangraba.

—Iré a la enfermería, debe haberse irritado mi nariz por el frío de estos días. —tomó su mochila con prisa y marchó corriendo.

Severus retomó su salida del gran comedor, pero entonces vio la poción de Rufus y la guardó en su propia maleta, se la daría cuando llegara a la clase.

—¿Cómo estás, Severus? —la cálida voz de Lily lo recibió fuera del gran comedor.

—Bien, ¿Qué tal descansaste?

La chica puso los ojos en blanco.

—Potter y sus amigos estuvieron haciendo escándalo en la madrugada, la profesora McGonagall tuvo que llegar para callarlos.

Severus frunció el ceño.

—Por cierto, mis papás me escribieron, parece que este año iremos a pasar las vacaciones en Escocia con mis abuelos... ¿Irás a casa?

—Sí, mamá me pidió que fuera.

Lily le sonrió mientras avanzaban por los pasillos del colegio.

—Si quieres podrías venir con nosotros, mamá siempre dice que le gustaría engordarte un poco.

Severus se sonrojó ligeramente.

—Te lo agradezco mucho, Lily. —trató de que no se notara su turbación.

—Pero podríamos salir, el día que lleguemos a King's cross vayamos a tomar algo.

Severus asintió.

Pronto llegaron al aula de pociones, donde tomaron su lugar habitual.

—¡Hey! ¿No preferirías sentarte conmigo, Evans? —James llegó hasta su mesa y se sentó en el lugar vacío de Lexie.

—Estoy bien aquí, Potter. —respondió la pelirroja con molestia. —¿Dónde está Lexie? —le dio la espalda al Gryffindor y le preguntó con amabilidad a Severus.

—No lo sé, no la he visto en toda la mañana.

—Bueno, me quedaré aquí hasta que Rockwood reclame su lugar. —anunció James y un segundo después apareció el profesor Slughorn y comenzó a dar su clase.

Para fortuna de Snape su amor por las pociones era mayor que su desagrado por Potter, por lo que junto a Lily pusieron manos a la obra de inmediato en la poción que explicó el profesor para que elaboraran ese día e ignoraron a un Potter que desistió y se regresó a su lugar junto a Sirius.

—Deberías olvidarla, —Sirius le dio una palmada en la espalda.— Marie Tylor es más linda y tiene mejor actitud.

—Lily es muy amable y gentil, el problema son ustedes. —dijo Remus que estaba sentado junto a ellos.

—¿Y dónde está Peter? —preguntó James al no verlo.

—La profesora McGonagall lo atrapó cuando corríamos en las escaleras porque les lanzamos unas bombas fétidas a unos Slytherin de cuarto año. —el Black rompió el carcajadas mientras Remus agitaba el caldero.

Al otro lado del salón, Severus estaba contemplando cómo cambiaba de color por octava vez su poción cuando sintió que Lily le ponía una mano en el hombre.

—Ahí viene Lexie. —susurró la pelirroja.

—Señorita Rockwood, me temo que tendré que quitarle cinco puntos por llegar tarde a la clase.

—Lo lamento, profesor Slughorn, me quedé dormida... no volverá a pasar. —la chica le sonrió en forma de disculpa y el profesor la dejó tomar su lugar habitual en la mesa de hasta adelante junto a Severus y Lily.

—¿Te quedaste dormida? —Severus no despegó su mirada del caldero ya que estaba agregando mandrágora cocida mientras volvía a remover la poción, pero escuchaba perfectamente a Lily.

—Sí, lo siento. —respondió la castaña en un susurro. —¿Qué están preparando?

—Estamos haciendo la poción herbovitalizante, ¿Por qué no hacemos una juntas? Parece que Severus se las puede arreglar solo.

Lexie asintió, estaba inusualmente callada.

—No les dará tiempo, toma un poco de la mía y continúen en su caldero. —le dijo a Lily, quien le sonrió radiante y puso a calentar su caldero para que estuviera en una buena temperatura cuando vaciara un poco de la poción. —Cuando sea naranja agreguen un poco de aguamiel y revuelvan hasta se sea turquesa.

—Lo sé, después cuando sea rosa solo queda agregar el moco de gusarajo hasta que obtengamos el color verde final. —dijo Lily mientras Lexie sacaba su libro y se ponía a leer todo el procedimiento.

Durante la segunda hora de la clase, la mayoría de los calderos dejaban salir vapores de muchos colores, menos el verde correcto, a excepción del de Severus.

—¡10 puntos para Slytherin! ¡Grandioso, joven Snape! —Aduló Slughorn. —Desde que hiciste la poción del olvido quedé impresionado pero ya es más que claro que tienes un don con las pociones.

—Gracias, señor.

—¿Ustedes cómo van, jovencitas?

Lexie tenía la frente llena de sudor, mientras removía la mezcla con un poco de más fuerza de la necesaria. El color del líquido era amarillo verdoso, pero no tenía el tono indicado.

—Creo que pusimos muy poco moco de gusarajo, además que le hizo falta de un poco más de calor a la poción. —dijo Lily mientras sonreía apenada.

Slughorn examinó de cerca la poción.

—Su dictamen es correcto, señorita Evans, estoy impresionado de que hubiera detectado sus fallas, les pondré una nota aprobatoria pero deben cuidar más las cantidades y el calor, señorita Rockwood.

—Sí, profesor.

Y Slughorn continuó visitando las mesas de los demás estudiantes.

—¿Te sientes mal? —preguntó Lily a la castaña, quien sudaba demasiado para el ligero calor que emanaba de los calderos.

—Sí, creo que fui sonámbula esta noche... —murmuró la chica apenada. —Cuando eso pasa despierto con un fuerte dolor de espalda.

Lily ladeó la cabeza.

—¿Qué tiene que ver un dolor de espalda con tu sonambulismo?

—Mi hermano dice que tiendo a caerme cuando voy sonámbula. —Lexy sonrió apenada y Lily le sonrió.

—No te preocupes, pero ten cuidado... podrías ir con Madame Pomfrey.

La otra chica negó.

—No, solo necesito un poco de poción desinfladora y estaré como nueva.

Aquello hizo click en la mente de Severus, quien dejó el frasco donde iba a vertir su poción recién hecha y se agachó para tomar sus cosas.

—Winickus tenía esto consigo, es poción desinfladora.

Lexi sonrió.

—Gracias, Severus. —y tomó el frasco, el cual bebió por completo.

—Parece que no es la primera vez que lo bebes. —dijo Severus con una ceja alzada al ver que la chica no hacía gestos, en los libros decían que esa poción era amarga.

—Toda mi vida he tenido sonambulismo.

—¿Vamos a comer? —preguntó Lily, a lo que Lexie y Severus asintieron.

Snape terminó de vaciar su poción mientras Lily y Lexi limpiaban la mesa.

—¿Irás a casa para las fiestas, Lexie? —preguntó la pelirroja.

—Mi padre me pidió que fuera pero le dije que quiero quedarme a estudiar, tengo muchos pendientes y quiero practicar transformaciones y en casa no puedo porque siempre hay visitas que piden verme.

—Entiendo, yo estaré con mis padres y mi hermana Petunia, si te aburres puedes escribirme y te responderé de inmediato.

—Gracias, Lily.

Pronto salieron del salón en las mazmorras y las chicas decidieron no ponerse su capa de nuevo y disfrutar de la frescura del exterior, por lo que iban con su camisa blanca, en el caso de Lily su corbata roja y Lexi con su corbata verde.

Los tres iban caminando por los pasillos del castillo, cuando una pelota golpeó a Lexie en la espalda y la hizo caer de rodillas.

—¿Estas ciego Potter? —Lily se agachó con Lexie mientras le gritaba a Potter, quien al parecer junto a Sirius habían lanzado la Quaffle, balón hecho de cuero que se usaba en los partidos de quidditch.

—En realidad creo que si necesito más aumento en los lentes, la pelota era para Snivellus. —dijo James con vergüenza, mientras daba un par de pasos para agacharse junto a Lexi y ayudarla a pararse.

—No importa, igual le dimos a una Slytherin, estuvo bien. —dijo Sirius mientras caminaba con las manos detrás de su cabeza.

—Le diré a tu hermano de esto...

Para sorpresa de Severus, los ojos de la castaña no reflejaban el enojo habitual cuando algo la molestaba, cosa que era muy seguido, sino que había una delgada línea de lágrimas que se esforzaban por no caer.

Sirius se iba a burlar de lo dicho por la chica, pero cuando vio lo mismo que Snape, bajó sus brazos y dio un par de pasos para llegar a ella, le importaba un comino si lo acusaban con su hermano mayor, pero hacer llorar a una chica por un golpe no era algo que acostumbrara, hasta él tenía límites.

—Realmente dolió, ¿No? —le dijo Lily y Lexie negó con la cabeza mientras se ponía de pie de prisa y sin ayuda de nadie.

—Claro que no, un grupo de idiotas no podría lastimarme aunque quisieran, pero cuídense sus espaldas porque me vengaré. —y olvidando sus cosas en el piso, marcho corriendo en dirección contraria al gran comedor y regresó a las mazmorras para encerrarse en su habitación.

Remus negó con la cabeza mientras Lily tomaba las cosas de la chica.

—Dejen de hacer estupideces, hicieron llorar a Lexie... —les reclamó la pelirroja.

—Lo siento, de verdad. — dijo James con un poco de preocupación, pero entonces la chica sujetó a Snape de la capa y marcharon al gran comedor.

—Les dije que era una pésima idea. —Remus suspiró cansado. — Por más Slytherin que sean, no es muy honorable atacar por la espalda.

Sirius tronó la boca.

—Olvídenlo, la dejaremos que tome su venganza y estaremos a mano... ¿Qué podría hacer? —dijo Sirius y James suspiró. — Y tu también deberías dejar en paz a Evans, es gruñona y pretenciosa, te aseguro que hay mejores cosas en las que pasar el tiempo.

—¿Cómo qué? —preguntó James mientras el ánimo le regresaba.

—Como investigar el lugar de donde sacamos la pelota... ¡¿Qué rayos fue eso qué vimos el otro día en el séptimo piso frente al tapiz de Bárnabas el Chiflado?!

James sonrió.

—Es cierto, vayamos hoy en la noche otra vez.

Remus negó.

—Iré a ver qué castigo le dieron a Peter... nos vemos más tarde en la sala común...

Por otra parte, Lily y Severus llegaron al gran comedor.

—Me preocupa Lexie, estuvo muy rara hoy en clase, ella no llega tarde nunca...

Severus suspiró.

—Iré a buscarla después de herbologia. —se ofreció más que nada para que la pelirroja no estuviera preocupada.

—Te lo agradezco, Severus... —ambos se sentaron en la mesa de Revenclaw.

Comieron en silencio, pero al terminar ambos se despidieron y antes de marchar, Lily le dejó la mochila y la capa de Lexie.

Cuando Snape llegó al invernadero, Jody lo miró fijamente.

—¿Has visto a Lexie? —le preguntó sin muchos modales, la mayoría de sus compañeros no parecían tenerle mucho respeto y eso le molestaba al moreno de piel blanca.

—No.

Trraes su mochila y su capa. —señaló la chica como si fuera una obviedad.

Severus hizo una mueca de asco mientras le arrojaba las cosas a la chica.

—Se sentía mal y se fue a la sala común, llévale sus cosas.

Jody no tomó las cosas cuando el chico se las arrojó, así que cayeron al piso.

—Ese no es mi prroblema.

—Vaya amiga... —murmuró Snape justo cuando llegó Andrew y levantó las cosas de Lexie.

—Yo llevaré sus cosas. —dijo el chico con seriedad.

—No tienes por qué hacerlo... —dijo la rusa y Severus se dio cuenta de que a Jody le gustaba Andrew.

—Lexie es nuestra compañera, debemos ayudar a los nuestros. —dijo el chico mientras se colocaba la mochila en un hombro y tomaba la capa con suavidad. Entonces Snape supo que a ese chico alto le gustaba Lexie, ahora entendía un poco la actitud de Jody.

Se dieron prisa en entrar al invernadero, donde Andrew se sentó junto a Steve y Lucinda Talkalot. A Severus no le quedó de otra que sentarse junto a Jody y Emma Vanity, fue notorio que quedaron vacíos los asientos de Lexie y Rufus.

—¿Dónde están sus compañeros? —preguntó la profesora Sprout.

—Rufus está en la enfermería, le sangró la nariz. —dijo Emma con asco.

—Lexie tampoco se sentía bien. —dijo Andrew.

—Entiendo, díganles que quiero un comprobante de Madame Pomfrey y que si no lo tienen, tendrán que entregar un ensayo de 40 centímetros sobre las propiedades del bulbo rebotador.

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Después de la cena, Severus regresó a su sala común para terminar con sus deberes, por lo que tomó asiento en uno de los sillones cerca de la chimenea y sacó el libro que estaba leyendo para la clase de astronomía, se hundió tanto en el mullido sillón que quedó oculto a la vista de cualquiera que pasara.

—Te digo... es cierto... —unos susurros llegaron hasta él, pero los ignoró y continuó con su lectura, parecía la voz de Lucinda. — Lexie dice que no hizo nada, pero vi su camisa en el cesto de ropa sucia y estaba llena de sangre. —al escuchar el nombre de la castaña, prestó atención.

—¿Crees que deberíamos hablar con el profesor Slughorn? —aquella era la voz de Andrew.

—Es que no estoy segura, ella dice que nadie le pegó y está el hecho de que a veces trae criaturas extrañas al cuarto, el otro día un Bowtruckle la mordió y estuvo dos días con un dedo morado... puede que una de sus criaturas mágicas le haya hecho eso.

—Podría ser, supongo que nadie tendría el valor de meterse con Lexie... —el chico de cabellos negros y piel bronceada suspiró.

—En fin, iré a terminar mi ensayo de Transformaciones, debo entregarlo para irme sin pendientes el viernes.

—Yo también debo darme prisa, ya quiero irme y ver a mis hermanos.

Y ambos Slytherin se marcharon a sus respectivos cuartos.

Al día siguiente, Severus estaba en el gran comedor desayunando, cuando Lexie llegó y se sentó a su lado.

—Buen día, Severus.

Él niño gruñó como respuesta.

—Muero de hambre, ayer no comí nada... —murmuró ella para sí misma pero el chico la escuchó.

—¡Lexie! — la llamaron y la chica brincó abandonando el pedazo de pan tostado que apenas iba a engullir.

—Sabes que nada de harinas, solo frutas y un huevo en el desayuno.

Severus giró y vio al hermano de la chica ponerle una mano en la cabeza.

—Sí, hermano. —dijo ella con menos ánimos, pero al ver al chico que acompañaba a su hermano, sonrió.

—Reg... —ella lo llamó. —Ayer tu hermano me golpeó con una quaffle, espero que no tengas problemas si me desquito.

El mayor llevó una mano a su cabeza y negó.

—Ese pequeño tonto, hablaré con él pero tienes mi permiso para hacer lo que consideres mejor, Lexie.

La chica sonrió radiante.

—En fin, nos vemos, vamos a desayunar con Suzanne, la novia de Regulus. —dijo Albern mientras avanzaban hasta casi llegar a la mesa de donde desayunaban los docentes.

Lexie suspiró y volvió a sentarse.

—Ya hablé con Rufus en la enfermería, pero tu también tienes que ayudarme a vengarme de Potter y Black, ya tengo una idea...

—Nada de eso... no es mi problema si esos invertebrados te hicieron llorar.

Lexie frunció el ceño mientras se servía fruta en su plato, pero tomaba su pan tostado y lo ponía en su regazo.

—Claro que si, esos sujetos no dejan de molestarte y por si lo olvidaste, esa pelota iba dirigida a ti, así que sí es tu problema.

Severus vio de reojo como la chica trozaba el pan y comía los pedacitos disimulando que comía pedazos de fruta.

—No me importa, no me rebajaré a su nivel.

Lexie sonrió.

—Pues entonces deja que se salga con la suya, que impresione a Lily y que la aparte de ti para siempre.

Severus sintió el enojo crecer en su interior.

—No caeré en las provocaciones de alguien que se esconde para comer, Rockwood.

La chica frunció el ceño, sin duda era otra vez ella misma.

—Entonces sigue siendo un cobarde.

La chica se puso de pie y se encargó de golpearlo con su mochila cuando pasó a su lado.

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Pronto llegó el viernes donde al término de las clases casi todos los alumnos se marcharían por dos semanas a sus casas a pasar las fiestas de navidad y año nuevo con sus familias; salvo algunas excepciones.

—Cuídate, Lexie, te veré en unos días. —Albern se despidió de la chica, quien solo se cruzó de brazos mientras tenía el ceño fruncido, pero no emitió ninguna palabra.

—Es absurdo que lo invitaran a él y a mi no a la mansión de los Malfoy. —Murmuró Lexie mientras veía a su hermano mayor y a su mejor amigo Regulus Black marcharse de la sala común.

—Creí que intentarías más convencer a tu hermano de llevarte. —Rufus llegó a su lado con una pequeña valija entre sus manos.

La chica negó.

—Crecer es aprender a que no todo se resuelve con gritos. —respondió Lexie mientras inconscientemente se llevaba una mano a su espalda. —Respecto a ti, espero que tu regalo de navidad sea muy personal, tiene que reflejar nuestra amistad.

—Sí Lexie, llevo meses pensándolo y te gustará lo que encontró mi nana. —Rufus sorbió por la nariz. —Ojalá no te aburras mucho en el castillo, supe que eres la única de primero que se quedará, casi nadie de otros años tampoco habrá.

La chica hizo una mueca.

—Me quedo porque quiero estudiar y seguir siendo la mejor, no puedo relajarme.

—¡Nos vemos en quince días, Lexie! —Andrew llegó hasta su lado. —Te enviaré algo por navidad.

—Gracias Andrew, yo también les enviaré algo a todos, mi papá me aumentó la mesada.

—Adios, Lexie... —Lucinda le dio un breve abrazo mientras Emma salía seguida de Jody.

—¿Por qué está enojada conmigo Jody?

—Ni idea, ya sabes como son las mujeres. —Steve llegó hasta ellos. —Nos vemos pronto.

Y sus compañeros de generación salieron de la sala común. Lexie se dejó caer en el sofá largo de la sala común cuando vio a Snape aparecer con sus cosas.

—Hasta tu te irás a casa... —se puso las manos en la cara.

—¿Tu maravilloso hermano no te llevó con él? —Severus esperó que la chica le saltara encima y empezara defender a su hermano, pero la chica no lo hizo, al contrario, dejó su cara cubierta por sus manos y dejó escapar un largo suspiro antes de hablar.

—No soy la mujer más lista del mundo pero acabo de descubrir que nunca he sido sonámbula.

Severus alzó una ceja.

—¿Eso qué tiene que ver?

La chica de largos cabellos castaños bajó sus manos y sin moverse del sillón, giró la cabeza para poder ver al niño.

—Ten unas buenas vacaciones, Severus, despídeme de Lily, dile que le deseo lindas fiestas.

Como realmente no le interesaba nada que tuviera que ver con la pretenciosa de Lexie Rockwood, Snape retomó su camino y dejó a la chica en una vacía sala común. El niño pronto llegó a la entrada principal del castillo, donde una hermosa Lily alzaba la mano para que la viera,

—¿Nos vamos? —le preguntó ella.

—Sí... —pero en cuanto contestó, sintió un fuerte golpe en la espalda que lo hizo caer.

—¡Anotación en la portería correcta! —gritó James mientras chocaba los cinco con Sirius y se iban corriendo escaleras arriba.

—Espero que Rockwood les dé su merecido. —siseó Severus mientras se ponía de pie con ayuda de Lily, quien asesinaba con la mirada a los chicos que ya habían desaparecido dentro del castillo.

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Por otro lado los primeros tres días sola en su dormitorio fueron fantásticos para Lexie. Fue a la lechucería de la escuela y mandó varias listas, primero la lista de regalos que su sirvienta y su elfina doméstica debían comprarle para enviar a sus amigos, otra lista con dulces y varios galeones a Honeydukes y por último, no pensaba pasar el resto de sus días encerrada en su habitación, por lo que ordenó una Nimbus 1000, tenía unos 4 años de haber salido al mercado y era lo mejor de lo mejor para volar. Sabía que los de primero no podían tener su propia escoba, pero había tenido una semana muy mala y sentía que merecía un premio.

Después de enviar las tres lechuzas, bajó a la biblioteca donde terminaría su ensayo de herbología y buscaría algún libro para terminar su tarea de encantamientos, sus demás tareas ya las había terminado. Estaba escribiendo cuando escuchó escándalo proveniente del pasillo fuera de la biblioteca, por lo que fue a asomarse.

Sirius y James estaban pintando algo en una de las paredes del pasillo. Lexie sintió su orgullo herido y se regresó a la mesa por sus cosas, pero el tintero lo dejó afuera, sacó su varita y susurró un hechizo que acababa de aprender de un libro de tercer año.

Salió de la biblioteca de puntillas y justo cuando llegó a unos metros de ellos, hizo levitar el tarro de tinta para que derramara en la cabeza de ambos.

—¡¿Qué demonios...!? —gritó Sirius mientras pasaba una mano por la tinta que le escurría en la frente, se notaba más la tinta en el cabello claro de Black mientras que no hubo un gran cambio en el cabello de Potter, sino hasta que la tinta comenzó a chorrear por su piel.

—Supongo que ojo por ojo, ¿No, Rockwood? —James fue el primero en ver a la chica, pero sonrió arrogante. —Tergeo. —exclamó el hechizo y la tinta en su rostro desapareció. —Buen intento.

—Me temo que no deben subestimar a una serpiente enojada. —y acompañó sus palabras con una sonrisa, entonces la tinta que había desaparecido de la cabeza de James, volvió a aparecer, pero ahora seca sobre su rostro. —Aunque admito que me sorprende que sepas un hechizo que aun no hemos visto.

—¿Qué clase de tinta es esta? —Sirius se quejó al ver que el hechizo de su amigo no había funcionado.

—Un hechizo simple de tercer año, pero no se preocupen, se quitará en un par de días. —y echó a correr antes de que los dos chicos se lanzaran sobre ella.

Cuando llegó a su sala común sonrió y se sintió mucho mejor, sin duda una guerra con esos dos le ayudaría a desquitar el enojo que sentía por culpa de su hermano y su padre.

Se sentó en la sala común a terminar sus deberes, y no se levantó hasta que quedó satisfecha con el resultado. Entonces consultó la hora en el reloj de plata de la chimenea y vio que aún faltaba un poco para la cena, por lo que subió a darse un baño y cambiarse el uniforme por una muda de ropa más casual ya que su jefe de casa le había dicho que en vacaciones podría usar algo distinto a su uniforme.

Cuando estuvo lista, alisó su falta rosa que le llegaba hasta las rodillas y ató los botones de la camisa blanca, para después amarrar su cabello en una coleta alta con un listón rosa.

—Eso es muy poco Slytherin. —le dijo una chica de cuarto año que estaba leyendo en la sala común.

Lexie hizo una mueca de desagrado.

—¿Por qué?

—Los colores de la casa son el negro y el verde, hasta el plata si lo quieres, pero vestir de rosa como una princesa le va más a una Gryffindor o Hufflepuf.

Lexie odió la idea de ser confundida con un Hufflepuf, por lo que sacó su varita y exclamó.

—¡Color mutatio! — Y su falda rosa junto con el listón pasaron a ser de un verde esmeralda y su blusa blanca de un color plata brillante.

—Mucho mejor, niña.

Lexie sonrió y salió en dirección al gran comedor. Estaba cerca de su destino cuando escuchó un sollozo muy bajo y tembloroso, así que lo siguió porque estaba segura de que le pertenecía a un Augurey, una ave muy parecida a un halcón. Ya había visto algunos en el gran bosque que había en la parte trasera de su casa y donde conoció a muchos animales mágicos. Pronto llegó a uno de los ágoras exteriores del castillo donde había zonas verdes y una enorme fuente en el centro, ahí, a los pies de la fuente de agua, había una gran ave con el ala lastimada.

La chica llegó corriendo y tomó al ave entre sus manos, pesaba mucho pero se notaba que estaba sufriendo y que necesitaba ayuda. Lexie quitó el listón de su cabello para amarrarlo en la ala rota, pero sabía que necesitaba ayuda, así que corrió en dirección a la enfermería del colegio. Una vez ahí, vio a Madame Pomfrey atendiendo solo a una persona en toda la sala llena de camillas vacías.

—¡Madame Pomfrey! Es una emergencia, esta ave necesita ayuda... —Lexie dijo mientras recuperaba el aire y la mujer la veía.

—¿Qué tiene?

—Parece que tiene un ala rota.

La mujer joven miró al ave de cerca.

—Creo que puedo ayudarla, dámela.

La niña la depositó en manos de la médica y sintió alivio.

—Tu ropa se ensució. —dijo alguien que estaba en la única camilla ocupada de la enfermería.

—No importa, lo importante es que el Augurey estará bien. —y miró a su interlocutor, era Remus Lupin, amigo de sus dos Gryffindor favoritos. —¿Estás enfermo?

—Un poco, creo que cayó mal el desayuno.

De pronto la enfermera regresó.

—Ya puse al ave en una mesa donde podré darle seguimiento, por su parte, joven Lupin ya puede ir a su dormitorio, lo peor de este mes ya pasó.

El chico asintió y se puso de pie, junto a Lexie salió de la enfermería.

—¿Todos los Gryffindor se quedan en vacaciones?

—Algo así, a Sirius no le gusta estar en su casa y James decidió acompañarlo, Peter tampoco se marchó porque su madre lo mataría por el reporte que tuvo con la profesora McGonagall y en mi caso mis padres salieron de vacaciones y no quise importunar.

—Yo también, mi papá me rogó que fuera a casa, pero este lugar es fascinante. —dijo de prisa mientras terminaba de limpiar sus manos enlodadas por el ave en su camisa.

—Déjame ayudarte con tu ropa. —dijo Remus antes de que entraran al gran comedor. —Hiciste algo bueno con esa ave.

Lexie asintió.

—Necesito aprender hechizos de limpieza. —pero justo cuando decía eso, vio que Remus le hacía una seña a James para que se acercara a ellos. —No pienso dejar que Potter me arroje un hechizo.

—Sólo le pediré que limpie tu ropa, es bueno con el encantamiento Tergeo. —explicó el chico amablemente.

—Rockwood, Remus. —saludó James con dignidad aunque su cara estaba manchada de tinta.

—¿Qué te sucedió? —Remus trató de contener su risa con poco éxito.

—Cierta Slytherin nos arrojó tinta hechizada. —y alzó una ceja al ver a la chica usando ropa casual.

—Ahora entiendo... James, ¿Podrías hacer a un lado esa tonta rencilla entre ustedes y limpiar la ropa de ella? Se ensució porque rescató a un ave muy grande con un ala rota.

James alzó aún más su ceja.

—A los Slytherin no les importa la vida humana, menos la de un animal.

—Lo vi con mis ojos. —insistió Remus.

—No necesito de tu ayuda Potter, iré a dormir ya.

Pero fue turno de James de negar.

—Sólo ve tu reflejo en un espejo, estás a punto de desaparecer, no limpiaré tu ropa pero vendrás a cenar.

Fue turno de la chica para mostrar sorpresa, nadie le ordenaba NA-DA, estaba a punto de explotar en una serie de gritos y maldiciones contra el pelinegro cuando la profesora McGonagall apareció detrás de ellos.

—Es hora de la cena, ¿Por qué no entran?

—Es que iba a cambiarme la ropa... —murmuró Lexie, esa profesora realmente la intimidaba con su mirada fiera y su porte orgulloso.

—Scourgify... —exclamó la profesora y la ropa de la chica y sus manos estuvieron impecables como al inicio. —Vamos, sin demora.

Y los tres alumnos entraron seguidos de la profesora. En la mesa los esperaban el resto de los profesores, Sirus, Peter y alrededor de diez alumnos más de las cuatro casas que se quedaron en el castillo.

Cuando la cena apareció en la mesa, Lexie se sirvió pollo y algunas verduras, así como una copa de agua, pero cuando terminó de engullir todo, de pronto vio que ponían un pedazo de carne de res cocido a los frutos rojos en su plato.

—Prueba esto, es delicioso. —James alejó la pala con la que movió la comida.

—Solo como pollo y pescado, no...

Pero Remus le sonrió.

—Pruébalo, si no te gusta lo puedes dejar y probar otra cosa, hay miles de opciones aquí.

Lexie miró a los comensales y notó que nadie le prestaba atención, todos estaban comiendo y conversando amenamente, excepto Black, quien parecía desesperado por meter toda la comida posible en su boca.

—El vino tiene especias, está muy rico. —Peter le estiró una copa, que ella tomó.

Bueno, seguro que a su hermano le enojaría aquello y solo por eso accedió a romper sus hábitos alimenticios. Cortó con el cuchillo un pedazo de carne y la llevó lentamente a sus labios, sintiendo una explosión de sabor en su boca.

—Nada mal, ¿Eh? —James le sonrió socarrón y continuó atacando su propio filete.

—Admito que los elfos cocineros tienen un buen sazón. —y tratando de no parecer una desquiciada como Black, continuó cortando pequeños pedazos de carne que la hicieron sentir muy feliz. Una vez que terminó con el pedazo, probó el vino y estuvo a punto de escupirlo cuando una voz habló.

—¿Qué le sucedió en el rostro, joven Potter? A usted y al señor Black... —Albus Dumbledore le preguntó a James mientras tragaba su bocado.

—Es una nueva moda, señor. —respondió James. —Al primero que se le borre la tinta, pierde. —Sirius gruñó pero no dijo nada.

El hombre mayor rio con gusto.

—¡Qué extraña es la juventud! Espero que no pasen mucho tiempo sin bañarse, la higiene es importante.

—¡Sí, señor! — respondió el pelinegro mientras Lexie tosía con el vino.

—¿Por qué no dijo nada? —le preguntó a Remus en voz baja, pero James la miró mientras ponía un pedazo de tarta de calabaza en su plato.

—Porque esto es entre nosotros, ¿De acuerdo, Rockwood?

Lexie sonrió.

—Me parece perfecto, Potter.

—Pero por hoy necesitamos comer mucho, explorar el castillo requiere de mucha energía. —dijo Sirius escupiendo comida al hablar.

Cuando por fin terminaron de comer, algunos profesores y alumnos se retiraron, pero Lexie seguía encantada con su tercer copa de jugo de calabaza.

—Voy a reventar, comí demasiado.—exclamó ella mientras dejaba la copa vacía en la mesa, pero de pronto un ave dejó caer un enorme paquete de dulces frente a ella, el primero de sus recados había llegado.

—¿Honeydukes? —preguntó Peter mientras empezaba a babear.

—¿Quieres? —Lexie abrió la gran bolsa y se revelaron todas las delicias que había encargado. Esa noche estaba muy de buenas, y se sentía en deuda con aquellos chicos por animarla a probar deliciosos platillos. —Toma todos los que quieras, ustedes también.

—¿Están hechizados? —Sirius alzó una ceja y la miró con desconfianza, todo el día había lidiado con las burlas de sus amigos por la tinta en todos lados.

—Acaban de llegar frente a ustedes, Black, ojalá fueras tan listo como Reg. —Lexie le acercó la bolsa a Sirius y el chico tomó varias píldoras ácidas y varias ranas de chocolate.

—Yo quiero las grajeas de sabores... —exclamó Peter mientras la chica se las daba.

—Supongo que no eres tan mala, Rockwood. —James se cruzó de brazos. —¿Tregua de vacaciones?

—Tregua.

Remus sonrió, agradecía que sus amigos no buscaran pelea estas vacaciones con su némesis de Slytherin.

—¿Qué harás mañana? —Preguntó Remus mientras comía una varita de regaliz.

—Iré a volar temprano, en la tarde buscaré más Bowtruckles.

—¿Te gustan esas cosas verdes? —Sirius rió. —Jamás lo hubiera esperado de una chica tan popular.

—Hay mucho de mi que no saben.

—Tampoco he volado fuera de clases, ¿Te parecen bien unas carreras? —James le preguntó mientras salía del gran comedor.

—Claro, ya terminé mis deberes y estoy libre.

—Yo no he terminado ninguna tarea... —se quejó Peter.

—Yo tampoco pero no hay prisa, tenemos mucho tiempo. —respondió Sirius

—Seguro terminarás haciendo todo a la mera hora... —se burló Lexie, pronto llegaron al punto donde sus caminos se separaban. —En fin, a las ocho de la mañana en el campo de quidditch, Potter.

—Ahí estaré, señora.

Y ella se marchó con su bolsa de dulces ya de menor tamaño y muy contenta a su sala común.

.

Al día siguiente, Lexi llegó al punto de encuentro cinco minutos antes, pero asintió satisfecha cuando vio a Potter y a Black con tres escobas en el piso.

—¿Y los otros dos? —preguntó ella mientras se ajustaba la capa escolar, había ido con pantalones negros, una camisa blanca, unos guantes de cuero de dragón y la capa escolar debido al clima frío de la mañana.

—Peter duerme mucho y Remus tenía revisión médica. —James se alzó de hombros. —Quizás nos alcancen más tarde.

—Espero que esto sea suficiente para su serpentina majestad. —dijo el Black y Lexie examinó las escobas, se notaban gastadas y viejas.

—Son unas Cometa 180, bastante antiguas. —James levantó una. —Pero sirven mientras no podamos tener una propia.

—Ojalá mi Nimbus hubiera llegado ayer como los dulces. —suspiró la chica.

—¿Vas a romper la regla de que los de primero no podemos tener una escoba?—preguntó el de cabellos negros.

La chica se alzó de hombros.

—Una mejor pregunta sería ¿Juegas quidditch? —Sirius convocó a su escoba y esta llegó a sus manos sin demora.

—Claro que no, es un deporte para salvajes... —exclamó "arriba" para convocar a su escoba, que llegó firme a su mano derecha. —Pero me gusta volar, es liberador.

—En ese caso no te quedes atrás. —exclamó James mientras subía a su escoba y despegaba a toda velocidad.

Sirius siguió al moreno y con un grito de emoción ambos chicos se lanzaron al cielo del campo de quidditch.

—Qué poco caballeros... —murmuró con una sonrisa mientras se ajustaba los guantes negros y se montaba a la escoba.

Sin duda era una escoba muy defectuosa, pero sentir de nuevo el viento frío en su rostro hizo que una gran sonrisa adornara su rostro. Sujetó el mango y comenzó a dirigirse a la portería donde los chicos la esperaban.

—Cinco vueltas al campo, el último en llegar comprará más dulces de Honeydukes.

—Hecho. —dijeron Lexie y Sirius al mismo tiempo.

Sin demora, James se lanzó a la carrera, pero Lexie pronto lo alcanzó, era evidente que Sirius sabía volar pero no conseguía la misma simpleza al hacer las maniobras que James ejecutaba y que a la mayoría de los espectadores les hacía revolver el estómago. En cambio, Lexie volaba recto, sin piruetas ni movimientos adicionales al de la aceleración, su complexión liviana y poco peso la hacían encontrarse con poca resistencia en el viento.

La primera vuelta la ganó James, quien salió volando primero y sin avisar, pero mientras hacía muchos malabares en su escoba, Sirius sacó de su bolsillo unas bombas de humo que hicieron que a pesar de que le dificultaron la visión al primero, solo lo hicieron reír.

—¡Alguien tenía que hacer más interesante esto! —gritó Sirius mientras Lexie subía en altura para evitar el humo, aquello hizo que perdiera ventaja y que Sirius ganara la segunda vuelta.

Una vez que el humo se desvaneció, Lexie se dejó caer en picada para ganar la tercera vuelta, pero sin tener idea de cómo lo hizo, James le cerró el paso y ganó la tercera vuelta. La chica de largos cabellos castaños estaba empezando a enfadarse, ¿Cómo era posible que un par de brutos le ganara en algo que consideraba que era buena? Sin soltar el palo de su escoba, sobrevoló a James y se encargó de acelerar y de hacer más cerradas las vueltas para evitar perder ventaja. James notó que la chica se ponía seria, por lo que dejó de andar en zig zag y decidió que ganaría la cuarta vuelta con una jugada llamada Sloth Grip Roll que leyó en un libro de las mejores maniobras de quidditch de todos los tiempos y que consistía en quedar colgado por debajo de la escoba, sin dejar de aferrarse fuerte con manos y pies. Generalmente se usa para evitar la bludger pero en esos momentos le parecía divertido ver la cara de la chica al perder otra vuelta.

Cuando Sirius vio que James comenzó a colgarse la escoba a gran velocidad, no pudo evitar detenerse y contemplar lo que su amigo estaba haciendo. Lexie tardó un poco más en ver las acrobacias de James, pero cuando lo hizo, decidió ignorarlo y llegar recto al punto de meta. Sin embargo, el chico ya le llevaba una ventaja considerable, por lo que, colgado de pies y manos, ganó la cuarta vuelta.

Lexie dejó escapar un grito de frustración que le supo a victoria a James, quien se volvió a acomodar en la escoba hasta que notó que la chica conforme avanzaba se elevaba más.

—¡Todo o nada! —le gritó Lexie pero apenas la pudo escuchar entre todo el ruido ensordecedor de sus ropas al golpear con el viento. —¡Amago de Wronski!

James sonrió.

—¡Genial!

Y así ambos chicos comenzaron a subir en línea recta, Lexie se elevó más rápido ya que por su menor peso se encontró con menor resistencia, pero debía admitir que James volaba como un experto, pocas veces alguien le pudo seguir el paso, sin contar con que nunca había volado tan alto ya que su padre se lo prohibía. Pensar en su padre le dio un poco de desazón que ocupó como fuerza motora para exprimir hasta el ultimo pedazo de velocidad a su escoba. Apenas pudo contemplar su alrededor de reojo, pero amó ver las torres más altas del colegio debajo de ella, ver el Sauce Boxeador como una mancha café y el lago como un lienzo completo.

Cuando sintió que el rostro de le congelaba por el frío del clima y la altura, giró en el aire y se dejó caer en picada, con James siguiendo su paso por muy pocos centímetros. Esta vez el Gryffindor volvió a superarla, ya que por su mayor peso caía con una mayor velocidad, pero Lexie sonrió, ya no le importaba ganar, ya había ganado al llegar tan alto antes que James. Jamás lo admitiría, pensó mientras apretaba más que nunca el mango de la escoba cuando la obligó a elevarse justo a pocos metros de que estuviera a punto de chocar con el verde césped del campo, una vez que recuperó la altura, aceleró y se dirigió a la meta final, donde sirius los esperaba.

—La última vuelta la ganó Lexie. —decretó Sirius, entonces la chica buscó al chico de cabellos negros y lo vio sonreír de oreja a oreja unos metros detrás de ella.

—Eso fue épico.—fueron las palabras de James. —¿Lo habías hecho antes?

—No, es mi primera vez. —respondió ella mientras aflojaba su agarre sobre el mango de la escoba y veía las astillas pegadas en uno de sus guantes de cuero.

—¿Cómo conociste esa jugada si no te gusta el quidditch? —le preguntó Potter mientras Sirius llegaba a palmear a su amigo en la escuela.

—No me gusta el quidditch pero no significa que no sepa nada, mi padre me obligaba a acompañarlo al mundial.

James iba a añadir algo, cuando la fuerte voz de la anciana y pelirroja profesora de vuelo los hizo brincar a los tres.

—Los alumnos de primero tienen prohibido volar fuera de los horarios de clase. —sentenció llegar con grandes zancadas hasta los tres. —Pero no solo eso, ustedes dos han estado a punto de romperse el cuello... ¿Tienen idea de la situación tan difícil que pondrían al colegio ante sus padres?

—Pero no puede negar que fue increíble. —Sirius se rio pero aquello no ablandó a la profesora.

—Cinco puntos menos a Slytherin por la señorita Rockwood y 10 puntos menos para Gryffindor por ustedes dos, jóvenes.

—No es justo, perdimos más puntos que ella... —se quejó James.

—Agradezcan que no les quité más puntos, ahora guarden las escobas y vayan al castillo ahora mismo.

Lexie colocó los pies en el piso antes de bajar de su escoba, mientras James y Sirius brincaban desde el aire y caían con agilidad sobre el césped.

—Siento lo de la profesora. —dijo Lexie mientras comenzaba a caminar hacía el armario de escobas.

—¡Nada de qué lo sientes! —se quejó Sirius, quien luego dejaba salir un largo suspiro.

Lexie bajó la mirada, sabía que no había hecho nada malo pero se sentía como si fuera su culpa, pero antes de que pudiera decir algo más, un grupo de chicas de varias casas llegaron corriendo hasta ellos.

—Estábamos alimentando al calamar del Lago Negro cuando vimos que había alguien jugando quidditch... —empezó a decir una chica, pero otra llegó a interrumpirla.

—Eso fue increíble... ¿Eres James Potter? —dijo otra chica que por su bufanda parecía ser de Revenclaw.

—Así es, ¿Vieron nuestro Amago de Wronski? —preguntó James con arrogancia mientras despeinaba su cabellera con la mano que no sostenía su escoba.

—Tu tampoco vuelas nada mal, Black. —dijo una chica de cuarto año de Gryffindor.

—Es un don nato... —empezó a decir Sirius mientras Lexie ponía los ojos en blanco. Al parecer todas las chicas la ignoraban y aquello era más de lo que podía soportar, por lo que abandonó su intención de guardar la escoba, la dejó caer en el césped, y con la cabeza en alto se fue.

—¿Por qué tienes tinta en el rostro?

—Es una apuesta, ¿A qué sigo siendo guapo con la mancha encima? —La voz de Sirius fue lo último que escuchó.

Ninguno de los dos chicos de Gryffindor hizo algún gesto de molestia por su partida por lo que incrementó su molestia, pero cuando llegó al recibidor del castillo, vio que el Profesor Slughorn la llamaba con la mano.

—Señorita Rockwood, pensaba ir a verla más tarde por lo que me ahorra un viaje.

—Dígame, profesor. —dijo recuperando la máscara que usaba regularmente.

—Primero, los encargados de la lechuceria me informaron que llegó una escoba para usted, joven, pero debo recordarle que los alumnos de primero tienen prohibido tener una escoba propia.

—Es que he estado muy aburrida estos días, profesor, pensaba que podrían hacer una excepción por mi. —hizo su mirada más tierna, cosa que no funcionó del todo.

—Me temo que no podemos hacer excepciones, sin embargo guardaré la escoba por usted y se la daré el primer día de su segundo año, es una promesa. —Lexie pensó en hacer un berrinche, pero estaba sola y dudaba que le sirviera de mucho, tampoco quería que su jefe de casa la aborreciera.

—Es justo, profesor.

—Eres la chica más linda del colegio sin duda, Rockwood. —recibir un alago le devolvió un poco de ánimo. —El segundo asunto es el siguiente, como ya sabrás en la escuela hay diferentes Clubs y uno de ellos es el que presido, el club de las Eminencias en el cuál solo se puede ingresar por medio de una invitación.

Lexie ya había oído hablar de ese club, por lo que asintió.

—Antes de vacaciones tuvimos nuestra primera reunión del ciclo escolar y se hicieron propuesta de nuevos miembros, entre los cuales está usted, señorita. —le extendió un sobre de papel pergamino con un sello en color rojo. —Si decide aceptar, nos honrará a todos con su encanto y talento, el profesor Flitwick ha hablado maravillas de su desempeño en clase.

—Acepto, profesor, será un honor pertenecer a tan selecto grupo.

El mayor le dio una palmada en la cabeza.

—¡Perfecto! Entonces la dejo seguir con su paseo, pero abríguese un poco más, parece que nevará pronto. —y desapareció entre los pasillos del castillo.

Lexie miró el techo del recibidor del castillo y suspiró. ¿De verdad había pensado que podría ser amiga de Potter y James? Por favor, esos dos eran Gryffindor e idiotas, no había manera por más que compartieran el amor por las alturas. Con un suspiro se dirigió a su dormitorio donde se bañó y se cambió por el uniforme escolar y se puso a leer unos libros de historia mágica que llevó de su casa al colegio. Cuando dio la hora de comer, bajó al gran comedor, donde Peter le hacía una seña para que se sentara entre él y Remus.

—¿Qué tal el quidditch, Lexie? —saludó Remus.

—No me gusta el quidditch, solo hice unas carreras con Potter.

—Ya se corrió el rumor por todo el castillo de que Potter hizo un Amago de Wronski imposible, que estuvo a diez centímetros del piso cuando se elevó. —al parecer Peter idolatraba a los otros dos.

—Pues fue mi idea y no veo a nadie felicitándome, volé más alto que Potter.

Remus pudo ver la decepción en las palabras de queja de la chica.

—Desearía haber estado ahí para verlo, seguro barriste el piso con ellos. —Remus le sonrió a la chica, quien lo miró sorprendida por un segundo pero pronto pasó mostrar incredulidad.

—Sí, no entiendo cómo esas chicas cabeza hueca no alaban mi maniobra, además yo gané el final de la carrera. —la comida apareció frente a ellos. —Debes comer esto, Remus, estás muy delgado. —y la chica le sirvió un poco de estofado de res y mucha ensalada. —¿Sigues sintiéndote mal?

El chico negó.

—Agradezco tu preocupación, Lexie, estoy cada día mejor. —y comenzó a comer lo que la chica le sirvió.

—No sé cómo es que siendo tan gentil es que te juntas con Potter y Black con lo insoportables que son. —Peter engullía la comida como si no hubiera mañana por lo que Lexie lo miró con desagrado. —Incluyo a este tipo, son una tríada de miedo.

Remus rio pero no abandonó su gentileza al hablar.

—Me pregunto lo mismo de ti Lexie, ¿Por qué eres tan amable conmigo? Eres la única Slytherin que no me insulta cuando me ve desde que entramos al colegio en septiembre.

Lexie miró a Remus, ya había notado su ropa rota y de segunda mano, sus zapatos despintados y su rostro siempre pálido enfermizo, pero la verdad era que ese chico no le desagradaba en absoluto.

—Soy mejor que los de la mayoría de mi casa. —dijo con orgullo mientras sostenía con elegancia los cubiertos con los que comía su carne.

—Más bien yo diría que no pareces un Slytherin... —dijo Peter con la boca llena de comida.

Aquella aseveración le recordó a Lexie las palabras del sombrero seleccionador.

"¿Qué tenemos aquí? Una mente ágil y una fuerza considerable, una mente leal a sus convicciones... Estarías bien en Hufflepuff ¿No lo crees?"

"Claro que no, mi lugar está en Slytherin, soy una bruja de sangre pura." pensó ella con asco ante la idea de ir a la casa de los tejones.

"El trabajo duro no es lo tuyo pero no es tu culpa, solo necesitas crecer."

"Slytherin... Slytherin o me matarán en casa" pensó ella.

Después de unos segundos de silencio por parte del sombrero, escuchó como la voz gritaba con fuerza.

—¡Slytherin!

Generalmente a Lexie no le importaría lo que un ser tan insignificante como Peter opinara de ella, pero aún tenía presente que el sombrero la hubiera puesto en otra casa si no hubiera suplicado. Y ella odiaba suplicar.

Así que sin que lo hubiera pensado antes, sacó su varita y bajo la mesa señaló amenazadoramente al chico con sobrepeso.

—Vuelve a decir eso, y me encargaré de hacerte estallar como mi taza de transformaciones. —siseó como la serpiente que debía ser.

Remus notó el cambio drástico en la chica.

—Peter no lo decía en serio, Lexie... —murmuró en voz baja el chico, al parecer nadie se había dado cuenta del percance.

—L-lo siento... —masculló Peter mientras miraba con temor la varita que apuntaba a su estómago.

—Lexie... —Remus puso una mano sobre la de Lexie y lentamente la hizo bajar la varita.

—¿Ustedes están saliendo? —una voz los hizo voltear atrás, la chica de cuarto año de Slytherin los veía con asco.

—Claro que no... —Lexie quitó su mano de prisa y se puso de pie. —Es una estupidez...—Aquello último lo escucharon todos los presentes en la mesa.

—Pues desde ayer estás muy juntita con los Gryffindor... —opinó la chica, Lexie se dio cuenta de que a pesar de que su hermano no estuviera presente, siempre habrían ojos vigilándola.

—Ten a tus amigos cerca, y a tus enemigos más cerca. —recitó un viejo libro de estrategias. —Es imposible comer en paz aquí...

Y salió del comedor a toda prisa. Pronto llegó a su dormitorio donde se arrojó a la cama. Estaba cometiendo error tras error, primero aceptó volar con Potter y Black y después la ignoraron cuando todo fue su idea... después comió y conversó con Lupin y Pettigrew como si fueran buenos amigos... claro que no, ellos pertenecían a una casa enemiga, no había manera de que pudieran ser amigos.

—Quisiera salir a volar... —se quejó en voz alta mientras miraba el dosel de su cama. —Quiero hablar con alguien, quiero comer más carnes rojas, quiero ser yo misma como lo fui con Remus por unos segundos... quiero...quiero jugar y no estar todo el día leyendo encerrada... quiero que todos regresen ya...

.

Al día siguiente fue la cena de navidad, de verdad que no quería bajar pero al haberse saltado el desayuno y la comida, moría por un pedazo de pollo cuando menos.

Se dio una larga ducha y al salir miró su ropero. El director había pedido que todos vistieran casuales y como sus ánimos estaban por los suelos, decidió ponerse una falda negra que le llegaba arriba de las rodillas, una blusa de tirantes azul y un suéter café de cuello de tortuga, se veía fresco pero estaba hechizado para mantener el calor. Al salir de su dormitorio vio como la chica de cuarto año y los dos de séptimo que se quedaron salían a la cena, por lo que se dio prisa en llegar a su lado y caminar con el porte más orgulloso que pudiera.

Los cuatro Slytherin entraron al gran comedor que estaba hermosamente decorado para la ocasión, había cuatro enormes y encantadores pinos a lo largo de todo el salón, finamente decorados con los colores de cada una de las casas. La única mesa dispuesta tenía puesto un mantel de un hermoso color morado con el dibujo de pequeños duendes que si lo vieran los administradores de Gringotts, hubieran tenido un ataque cardiaco.

Lexie tomó asiento entre los dos chicos de séptimo y para su desencanto, frente a ella llegaron a sentarse Remus y James.

—Es un milagro verte de nuevo, Rockwood. —saludó James mientras despeinaba su largo cabello azabache.

—Aprovecha, Potter, no te durará mucho. —respondió ella con molestia y los dos chicos de Slytherin aprobaron su respuesta.

—Lexie, oye... —intentó decir Remus pero Sirius llegó corriendo y los jaloneó.

—No van a creer lo que pasó, Peter se tropezó en el pasillo y embarró al profesor Flitwick de chocolate explosivo, estará castigado un mes pero la cara que puso el profesor realmente lo valió. —aquello terminó con el intento de Remus de hablar con la chica, pero pensó que era lo mejor dado que ella estaba ignorándolos a propósito.

Pronto el recién nombrado director de Hogwarts, Albus Dumbledore se puso de pie y alzó una copa.

—Hagamos un brindis por todos los presentes, por que una navidad compartida es la más cálida sensación que puede haber en la vida, mientras más viejo se es, más se aprecian estos bellos recuerdos.

Todos alzaron su copa ante las palabras del director, quien con un movimiento de varita hizo aparecer un coro de ranas cantantes.

—¡Buen provecho! — y la mesa se llenó de delicias de todo tipo.

Lexie sintió que la boca se le hacía agua, moría de hambre de nuevo, pero desde el día anterior no podía quitarse la sensación de estar siendo vigilada, por lo que decidió no meterse en más problemas y comer pollo, verduras y agua solamente. Para su fortuna los dos chicos mayores le hicieron la plática durante la comida, le preguntaron muchas cosas sobre su hermano y se dio cuenta de que ya no sabía mucho de él. Sólo lo veía en las vacaciones de verano y sus interacciones se limitaban a las cenas familiares y a los días en los que le enseñaba trucos nuevos con la varita.

—Debe ser genial ser un Rockwood, ¿Ya estas comprometida? —dijo uno de los chicos de séptimo.

Lexie arrugó ligeramente el ceño.

—Por supuesto que no, eso sucederá hasta que termine el colegio. —respondió con honestidad, pero al sentir la mirada de Remus, agregó más. —Aunque dudo que haya mucho de donde escoger, pocas personas están a la altura de mi linaje.

—Bellatrix ya no regresó a su último año, se comprometió hace un año con Lestrange y supe que se casaran pronto. —dijo el otro chico mientras hacía una mueca.

—Muchos la echamos de menos en la fiesta de Halloween de este año, sin duda le daba un toque único a las fiestas. —uno otro mientras los dos empezaban a reír de un chiste privado mientras chocaban sus copas de vino.

Lexie sintió un escalofrío cuando pensó en esa noche, gracias a ello se acordó de Severus y de que aún no envolvía sus regalos, así que cuando la comida desapareció y Dumbledore invitó a todos a que bailaran pensó en irse a preparar sus regalos.

—¿Quisieras bailar? —Remus le estiró una mano, pero ella negó al notar la mirada de sus compañeros sobre ella.

—No bailo con personas de otras casas, lo siento.

—Bien dicho, Lexie. —uno de los chicos se puso de pie y empujó a Remus. —Ven con nosotros.

Lexie tampoco quería bailar con ellos, pero pronto la jalaron y como si fuera una muñeca de trapo la llevaron por toda la pista de baile, obligándola a bailar con ambos en contra de su voluntad. La castaña se quejó pero no fue sino hasta que sus compañeros pusieron su atención en otra chica de ravenclaw, que pudo escaparse.

Salió corriendo del gran comedor con los ojos vidriosos. Esta había sido la peor navidad de su vida y en esos momentos odió a su hermano por dejarla sola ahí entre dos Slytherin ebrios y un maldito pollo que no la dejó satisfecha.

Cuando por fin llegó a las escaleras movedizas que la llevarían a las mazmorras, sintió que unos pasos corrían tras ella. Sacó su varita en alto, pero la bajó cuando vio que era James.

—¿Estás bien?

—¿Por qué no habría de estarlo, Potter? —genial, por detenerse a ver a Potter, la escalera se movió y ahora debería esperar unos minutos a que se moviera de nuevo.

—Creo que Madame Pomfrey estaba a punto de ir a tu rescate, a nadie le gustó que te trataran así, creo que Remus hubiera sido un mejor compañero.

—No es de tu incumbencia. —estaba cansada y no pensaba mostrarse vulnerable ante alguien tan presuntuoso como ella misma.

—Supongo que te debemos una disculpa por no buscarte después de nuestra carrera... —James llevó una mano a su alborotada cabellera. —Tu fuiste muy amable, compartiste tus dulces con todos y hasta nos invitaste a volar contigo ayer... ahora que ya pude quitarme la tinta me gustaría saber ¿Por qué estás molesta con nosotros? Peter me dijo lo que sucedió ayer...

Lexie alzó un dedo.

—El Amago de Wronski fue mi idea pero tu y Black decidieron ir a gozar la atención de todo el mundo. —Lexie lo miró con bastante enojo. —No soy alguien al que le guste compartir ni sus dulces ni la fama, pero lo hice y ustedes dos olvidaron comentar que yo también hice ese estúpido truco. —escuchó las escaleras moverse. —Y sobre tu amigo, solo quise demostrarle que por más amable que sea sigo siendo una serpiente que muerde.

—¿Y qué hay de Remus? ¿Él qué te hizo para que lo rechazaras así? Él es muy tímido y le costó trabajo acercarse como para que le respondieras así.

Lexie dudó, realmente no tenía una respuesta a eso.

—Me da pena que me vean con alguien como él, solo eso Potter.

El rostro del chico reflejó una mueca de enojo.

—Si estás enfadada con Sirius y conmigo está bien pero, no metas a Remus en esto.

—Soy una Slytherin, Potter, para mi es todo o nada, no recibo migajas de nada y menos de un Gryffindor.

Las escalera empezó a crujir cada vez más fuerte por lo que Lexie supo que ya llegaría por ella. Sin detenerse ni un segundo, se marchó casi corriendo a su sala común y después a su dormitorio, donde una vez ahí, se dio una ducha para quitarse la horrible loción de sus compañeros de casa y al salir vestida con su pijama rosa, vio el montón de regalos en su cama.

Tratando de no pensar en lo sucedido en la cena, invocó algunos papeles de colores y comenzó a envolver sus regalos y olvidarse de todo. Ese año no le daría nada a su padre para que entendiera lo furiosa que estaba con él, y en cuanto a su hermano, solo le consiguió una pluma de ave fénix para escribir, pero no le pondría una nota de dedicatoria.

Pronto terminó de envolver el regalo de Lucinda, Jody, Steve, Andrew, Rufus y Severus. A Emma Vanity no le daría nada por ser tan grosera y molesta, pero en cuanto a Rufus, no le compró nada, ella misma le hizo cinco separadores de libros y los decoró con colores y algunas pinturas con brillantes, a ver si de esa manera lograba que sus ojos reflejaran el brillo con el que Severus veía todo lo que Lily le daba.

En cuanto a Lily le compró un diario con seguridad anti-mirones, por lo que podría escribir y mantener a salvo sus secretos. A Severus le compró un caldero cobre nuevo, sabía que no tenía uno propio y había visto lo mucho que le gustaba pasar horas preparando pociones. Una vez tuvo todo listo, contempló la montaña de regalos y sonrió satisfecha, todos la amarían por completo.

Sin embargo pronto vino a su mente el grupo de papanatas con el que había pasado los últimos días y gracias a quienes había tenido un poco de diversión en sus peores vacaciones de la vida. Con un suspiro en los labios, sacó los dulces de Honeydukes que le quedaban y los dividió en cuatro partes muy desiguales. La bolsa de chocolates de Potter y Black eran medianas, la bolsa de Pettigrew solo contenía unas babosas de gelatina y en la bolsa de Remus puso el resto de los dulces, que seguían siendo muchos y que hacían una bolsa enorme, junto a una nota que decía "Lo siento". No firmó la tarjeta porque sería muy humillante para ella que existiera una prueba de que se arrepentía de algo.

Finalmente pudo llamar a los elfos domésticos que entregarían los regalos en cada una de las respectivas casas durante la noche buena.

Con cansancio y con un poco menos de malos recuerdos, se hundió en su cama y se quedó profundamente dormida.

.

A la mañana siguiente, Lexie despertó con emoción, lista para ver sus regalos. Lo primero que sintió fue satisfacción al ver la montaña de regalos al pie de su cama, por lo que se dio prisa en ir a abrirlos. Los primeros regalos que vio eran libros, no es que no le gustaran, pero Lucinda y Andrew le regalaron el mismo libro de astronomia, en cambio Jody le mandó una rana de chocolate y Steve un juego de dos plumas, pero todo era impersonal.

Abrió de prisa el regalo de Lily y encontró una bufanda de Slytherin, sin duda era el primer regalo que le gustaba. Pronto encontró el regalo de Rufus que decía "Para Lexie, es un recuerdo de nuestro verano antes de Hogwarts" e incluía una botella de Whisky de fuego transparente vacía pero dentro tenía agua, arena y algunas conchas de la playa que visitaron en Londres, pero era más lindo porque si agitaba la botella, la arena empezaba a brillar y a cambiar de colores.

—Bueno, es mejor que la rana de chocolate de Jody. —respondió con una sonrisa, sin duda Rufus consiguió complacer sus expectativas.

El último regalo que quedaba decía que era de parte de su padre y hermano, con poco ímpetu lo abrió y se encontró con un vestido de seda esmeralda, tenía mangas largas, un cuello redondo y debía llegarle poco arriba de las rodillas. Era hermoso, no importara de donde lo viera, pero a diferencia de antes, se sintió molesta por lo que significaba ese regalo que apenas le quedaría, trató de agrandarlo un poco pero la prenda tenía un encantamiento que le impedía hacerlo más grande.

Suspiró cansada. Lo puso sobre la cama y supo que su padre le pediría que lo usara cuando regresara a casa, pero entonces debería dejar de comer el estofado de res, los dulces y el jugo de calabaza que tanto le gustaban. Suspiró derrotada, cada año su padre le regalaba una prenda de ropa muy cara y elegante, y en cualquier día del año le podía decir que se pusiera su regalo y si no le quedaba, era castigada por varios días. Era de las pocas reglas que su padre tenía en casa.

—Al mal tiempo, darse prisa. —dijo mientras se quitaba la pijama y se probaba el vestido, al parecer había engordado un poco porque el último tramo del cierre que estaba a la altura de su cintura no cerraba. —¡Podría hacer una poción para bajar de peso! —pero en cuanto lo pensó se dio cuenta de que no había recibido nada de parte de Severus ni de los patanes de Gryffindor.

Su estómago gruñó avisando que necesitaba alimento, pero entre la pena de ver a Remus o a algunos de los idiotas de séptimo de su casa, decidió que no saldría de su habitación hasta que el resto de la escuela regresara. Así que haciendo un pequeño movimiento de varita, invocó a un elfo doméstico al que le pidió que le trajera un té sin azúcar, debía entrar en ese vestido.

.

Varios días después, llegó el 31 de diciembre. Lexie se despertó como todos los días antes del amanecer para volar un rato en el campo de quidditch, realmente dudaba de que nadie estuviera despierto tan temprano y ella podría hacer un poco de ejercicio y volar en calma como le gustaba. A veces montaba una defectuosa escoba de la escuela y subía a la altura de las gradas, donde se bajaba de la escoba y se sentaba a contemplar el amanecer, oculta de cualquiera que osara irrumpir tan temprano. Una vez Potter llegó, pero ella se aplicó el hechizo que usó junto a Severus para colarse en la fiesta de su casa y Potter apenas vislumbraba algo cuando ella ya se había marchado.

Pero esa mañana nevada de fin de año le pareció hermosa, los cristales congelados del campo relucían como si fueran pequeñas joyas esparcidas por todos lados. A pesar de que el quidditch le pareciera tan salvaje, el campo de juego se había vuelto su lugar favorito en el colegio.

—Buenos días. —una voz la asustó y miró a todos lados para encontrarse a un Remus bajar de su escoba para situarse en la misma banca que ella.

—Buenos días. —respondió Lexie con un hilo de voz, un poco de vaho escapó de su boca.

—Hace frío, ¿No?

—Un poco... —no aguantó las ganas de preguntar. — ¿Qué haces aquí?

—Pensé en dar una vuelta con la escoba y descubrir por qué les gusta tanto a ti y a James volar.

—Cuando vuelo siento que soy libre, que soy quien tiene el control de la situación, yo decido si subo o bajo, si viro o si sigo recto... es una sensación única.

Remus sonrió.

—Ayer Madame Pomfrey liberó al Augurey, tardó un poco en sanar pero fue capaz de marcharse por su propia cuenta.

Lexie sonrió.

—Me alegra saber eso.

—Creo que te entiendo un poco, Lexie, y dime si me equivoco. —Remus habló mirando al horizonte y contemplando los cambios de color en el cielo. — No quisiste bailar conmigo porque quieres demostrar que eres una Slytherin que no se junta con mestizos ni gente de Gryffindor, sin embargo conviviste feliz con todos nosotros cuando nadie más te veía, eso me dice que te estás esforzando por demostrar algo que no eres, por eso te molestó el comentario de Peter en aquella cena.

Lexie quiso negarlo y decir que eran tonterias, pero solo tenía once años y se sentía muy abandonada por su padre y su hermano, se sentía muy sola y lo único que quería era hacer amigos.

—El Sombrero Seleccionador me dijo que estaría bien en Hufflepuff... —murmuró, pero aún así fue difícil poner esas palabras en sus labios.

—No es una mala casa, ninguna casa lo es en realidad, todas tienen sus cosas buenas y malas.

Pero ella negó.

—Toda mi familia ha estado en Slytherin, si hubiera sido la excepción... ni siquiera lo puedo imaginar, he hecho todo bien y aún así mi familia me dejó arrumbada en este lugar.

—No eres feliz, ¿Verdad, Lexie?

La chica de cabellos castaños miró al chico como si le hubiera crecido una segunda cabeza.

—Claro que sí, quiero decir... —y trató de que saliera a flote su yo confiado. —Soy la mejor de mi grupo y tengo calificaciones impecables, las chicas como Emma o Jody me envidian y estoy segura de que cuando crezca un poco más seré más bella que Suzanne, la novia de Regulus Black... mi vida está justo como la quiero.

Fue turno de Remus para suspirar.

—Gracias por el regalo de navidad. —se puso de pie el chico. —Lamento no haberte enviado nada, no sabía que tu lo harías después de lo sucedido en la cena de navidad... —le estaba dando la espalda a Lexie.

—No debí rechazarte ese baile, Remus... lo siento. —ella agachó la mirada. — Yo solo quería divertirme un poco y lo arruiné todo, ¿No?

Lexie miró al chico quien ya se había subido a su escoba, se notaba que no se sentía cómodo viajando así.

—Las cosas no van a ser fáciles para ti, Lexie, llevar máscaras te confundirá mucho y podrías perderte, ojalá no pierdas el norte. —se acercó un poco a la chica y le estiró una mano, ella tomó lo que había ahí y notó que era una brújula. —Esta brújula no es algo que tenga valor monetario, pero si un día necesitas a un amigo, pídele que te diga dónde estoy.

Y Remus se marchó dejando a la chica con la pequeña brújula en su mano.

¿Acaso un amigo verdadero era como Remus? Quiero decir, él aguanta las payasadas de Black y Potter, así como al miedoso de Pettigrew y ellos lo quieren por igual, por eso Potter la enfrentó después del baile de navidad. Pero entonces, ¿Por qué los ojos de Remus no brillaban como lo hacían los ojos de Severus cuando veía a Lily? ¿Lily y Severus no eran amigos? ¿Eran otra cosa? ¿O Remus estaba mintiéndole?

Miró el horizonte ya completamente claro e iluminado por el sol cuando Lexie decidió que pasaría el resto de sus vacaciones en la biblioteca aprendiendo nuevos encantamientos, al parecer eso era lo único en lo que era buena.

.

.

Continuará.


¡Gracias por leer!

La mayoría de los hechizos avanzados que aprende Lexie son inofensivos, son hechizos para hacer más fácil la vida cotidiana, así que ella misma no se considera una genio por aprender cosas por adelantado.

En este primer año hice un poco de énfasis en la relación de Lexie con otras personas de su edad como los merodeadores, ya que era la primera vez en su vida que no estaban su padre o su hermano para controlar sus amistades o acciones, y sobre todo porque a los 11 años siguen siendo niños y a pesar de que todos saben que son enemigos por la casa a la que pertenecen, siguen teniendo la inocencia de la juventud, ya habrá tiempo para romances y dramas escolares, ahora Lexie y los demás solo quieren divertirse como los niños que son.

Ojalá les haya gustado, los invito a dejar un review con su opinión. ¡Nos leemos pronto!

Miércoles 25 de mayo de 2021