Intenciones ocultas.
Por: Vampisan86.
Capítulo III.
¿Decencia o imprudencia?
Los días siguientes al acontecimiento, Lady Bulma daba vueltas en su habitación sin dejar de pensar en el inaudito suceso que había compartido a escondidas con el Duque. Se sentía atrevida y avergonzada, pensaba que se trataba de algo meramente onírico pero la sensación palpitante de sus labios le confirmaba que fue algo muy real ¡Había tenido su primer beso! Como toda Lady ilusa e inocente, se dejó llevar por sus ensoñaciones, trazando un futuro con el Duque ya que, como el caballero que era, debía estar sumamente interesado en ella como para haber tenido la osadía de besarla sabiendo demasiado bien lo que conllevaba tan descarado acto. Recordó las palabras del Duque antes de su retirada; supuso, ingenuamente, que sus disculpas se debían por el único motivo de que tal atrevimiento no figuraba en las normas de un decente cortejo ¡Santo Kami! ¡Fueron indecorosos! Ni siquiera quería pensar en la posibilidad de que alguien los hubiera visto in fraganti debido a que en ese justo momento estarían comprometidos y, sin mencionar también, envueltos en un escándalo de vastas proporciones ¿Dónde quedaba la educación que recibió si permitió semejante acto?
Lady Bulma se mantuvo nerviosa con el pasar del tiempo, y cada día observaba, muy entusiasmada, desde su ventana la entrada a la casa esperando ver, de un momento a otro, el carruaje que le anunciaría la llegada del Duque. Pasaba sus horas visualizando los diferentes escenarios donde el Duque pedía su mano a su cuñado y como al final todos celebraban su felicidad. Pero, tristemente, nada de eso sucedía y poco a poco comenzaba a perder sus esperanzas. Los días transcurrían y Lady Bulma no se atrevía a contarle a nadie el encuentro furtivo por miedo a las represalias por tal libertad dada a un caballero, era un secreto que comenzaba a formarle un nudo en la garganta como si le exigiera liberarlo. Lady Bulma se consolaba creyendo que tal vez el Duque se sentía tan avergonzado como ella por lo que no sabía cómo proceder para solicitar el cortejo como todo buen caballero respondiendo por sus acciones. Entonces sonreía y suspiraba volviendo a imaginar diversas escenas muy románticas. Así había sido el ciclo en que se envolvió.
Aunque no todo era felicidad porque en medida de que entre más tiempo transcurría mayor era su desesperación donde pensamientos desalentadores la invadían haciéndole ver su desgraciada realidad ¿Le importaría al Duque que ella no poseyera dote? Tal vez él no sabía de su situación económica así que después de enterarse había desistido de proponerle un cortejo. Lady Bulma no lo culparía y tampoco lo expondría ante su cuñado porque al final no quería que se llevara a cabo un duelo por su honor corrompido. No quería que un escándalo se cerniera sobre ella tras su primera velada y lo fácil en su actuar nada digno de una Lady.
—Lady Bulma, Sir Yamcha la espera —anunció su doncella sacándola de sus cavilaciones.
Días después, Vegeta se encontraba absorto mirando la intensidad del fuego en la chimenea de su despacho mientras tomaba una copa de coñac, llevaba un buen tiempo así que incluso no tenía idea de cuántas copas bebió hasta ese momento. Aquel líquido quemaba profundamente su garganta pero a él no le importaba en lo más mínimo. En esos instantes de reproche estaba profundamente enojado consigo mismo, porque muy a su pesar reconocía que tenía unos terribles celos. Días atrás fue testigo de un inocente paseo entre Lady Bulma y Sir Yamcha, fue entonces donde unos inmensos celos lo invadieron, pues aquel estúpido insecto de Yamcha cometió la desfachatez de fijar sus deplorables ojos en Lady Bulma, no obstante, ¿Quién no se fijaría en ella? Lo extraño sería que no lo hicieran pues aquella muchacha era muy difícil de ignorar. En cierta forma no lo culpaba del todo por quedarse prendado de la beldad de aquella jovencita, sin embargo, tampoco podía evitar sentirse frustrado porque no había nada que hacer al respecto. No podía simplemente impedirle a Lady Bulma que concediera sus bailes o salidas a algún caballero. Ella era libre de tomar decisiones, o en su defecto, era Lapis quien las tomaría por ella.
Vegeta, en su día también tomó una ferviente decisión por lo que no había vuelta atrás al respecto, puesto que realizó una promesa que su honor le obligaba a cumplir. Sin embargo, nunca había tenido alguna clase de problema desde aquella ocasión, jamás se había arrepentido de ello, al contrario, se sentía orgulloso y ufano, pero ahora tenía cierta rabia al sentirse atrapado en su propio dilema moral. Deseaba a Lady Bulma, como nunca imaginó que podía desear a una mujer y sin duda alguna no podría ser suya, por más que lo analizara para buscar una forma pues admitía que no podría tener ni tan siquiera un acercamiento con la dama en cuestión. Aceptaba también, que ya había sobrepasado los límites cuando le obligó a besarlo en su primera velada y concedía que se trató de un error por su parte el dejarse llevar por tal deseo. Era muy probable que Lady Bulma comenzara a ilusionarse con él, no obstante, aquello no podía ser. Esperaba poder dejarle claro que él era un hombre soltero sin pensamientos de convertir su vida en una conyugal, pesara a quien le pesara, incluyéndose a sí mismo. Aunque eso lo tachara de un hombre abyecto para ella.
Debían ser aproximadamente las siete de la tarde por la pobre luz que se filtraba a través de las cortinas de su despacho. Llevaba un buen rato sumido en lo mismo que lo había llevado a perder la noción del tiempo. Incluso para él resultaba muy ignominioso su comportamiento para con la Lady; no comprendía qué encontraba en ella que lo mantenía en ese estado de atracción. No se reconocía. Es decir, había conocido mujeres hermosas a lo largo de su vida debido a su título pero ninguna le produjo tantas sensaciones como Lady Bulma. Aquella joven parecía ser de esa clase de criatura mitológica que te atraía con magia ilusoria para cometer un acto ruin. Vegeta se engañaba puesto que seguía sin aceptar la verdad tras su actitud. La venda en sus ojos tenía un nudo fuerte y no estaba dispuesto a soltarlo por ningún motivo.
Fue consciente de la sirvienta que ingresó a su despacho con una bandeja depositandola sobre la mesita frente a la chimenea. Suponía que se trataba de la cena. Daba igual, no es que tuviera hambre ni tampoco quería comer.
— ¿Desea que llame al sirviente para que atienda el fuego, su excelencia? —preguntó con un tono coqueto la muchacha.
Aquella doncella era una mujer muy atractiva y por su expresión dejaba en claro que estaba dispuesta a todo para obtener los favores de su señor, sin embargo, Vegeta ni siquiera la miró ni se percató de sus intenciones ocultas.
—No es necesario; puedo hacerlo yo mismo —contestó mientras se levantaba para colocar la leña, necesitaba estar solo—. Retírate y da el aviso de que no quiero interrupciones.
La doncella se encogió de hombros y procedió a hacer la debida reverencia antes de retirarse. Conocía el carácter de su señor por lo que no se sentía ofendida, ella no esperaba menos de él. En cualquier otra ocasión podía intentar seducirlo, tampoco es que tuviera competencia más que Lady Seripa.
Vegeta miró con furia al fuego mientras tomaba rápidamente aquel líquido ardiente con la esperanza de dejar de pensar en una mujer de cabellos azules.
— ¿Cuándo me vas a informar como te fue en tu salida con Sir Yamcha? —preguntó Tights algo intrigada por lo recelosa que parecía Bulma respecto al caballero.
Lady Bulma alzó su vista del libro de contabilidad que había tomado del despacho de su cuñado para enfocar su atención en su hermana. Era un alivio que Tights no reconociera lo que estaba leyendo puesto que Lapis no le había concedido permiso alguno para hurgar en sus cosas. Tampoco eran libros que debía leer una dama. Ella estaba siendo muy osada otorgándose libertades que no le correspondían.
Lady Bulma no deseaba compartir su salida con Sir Yamcha porque no quería que Tights comenzara a imaginarse cosas muy extrañas ya que era demasiado fácil de ilusionar. Sir Yamcha solo se portaba educado y amable con ella debido a la petición de la Marquesa, pues para Bulma no existía otra explicación a tales atenciones. Durante el paseo solo hablaron de sus estudios en el internado y de la obligación que tenía Yamcha de asistir a las veladas para aplacar a su madre junto a su molestia de conseguirle una esposa. Claramente Lady Bulma no figuraba en sus planes o así lo entendió ella. Tampoco es que buscara metersele por los ojos, era de conocimiento público su falta de dote y su probabilidad de quedarse a vestir santos.
—No estoy equivocada al decir que solo se trató de una charla banal sobre el clima, nada más. No quieras saber detalles que no existen —contestó irritada y sin paciencia cerrando el libro—. No estoy haciendo gala de un carácter somero. No soy así.
—No es necesario que uses ese tono conmigo. Para futuras referencias ya no te preguntaré más —contestó de mal humor Tights rodando los ojos y negando con la cabeza.
Antes de que Lady Bulma pudiera emitir unas debidas disculpas sintiéndose culpable por su actuar, el mayordomo hizo acto de presencia dándole a Tights una tarjeta de visita.
—Sir Yamcha está en el salón —comentó sorprendida Tights mirando a su hermana, era inadecuado presentarse a casa de una Lady sin antes recibir una invitación. El acto de Sir Yamcha era totalmente inaudito.
—Le dije que no era necesario que avisara si quería visitarnos —mintió Bulma pensando lo mismo que su hermana ¿Qué pretendía Sir Yamcha al comportarse de esa forma? No era bien visto de un buen caballero, además no le gustaba la idea de mentir tan descaradamente. Tenía muchos secretos y no necesitaba agregar uno más a la lista.
—Hágale pasar y sirva el té —pidió Tights sin darle muchas vueltas al asunto. No iba a ser ella quien espantara a un prospecto de marido para su hermana. Era un método poco ortodoxo, sin embargo, si terminaba con una boda estaría muy satisfecha.
Una vez llegaron al salón de visitas, ambas hermanas comprendieron el objetivo de aquella inesperada presencia: Sir Yamcha quería saber si asistirían a la velada del viernes, y de ser posible, pedía el honor de obtener unas piezas con Lady Bulma.
—El honor será mío —contestó Lady Bulma con evidente sonrojo, deseando a su vez que la noche no llegara tan pronto.
Tights se emocionó como si fuera a ella a la que le dijeron la superlativa propuesta. Bulma, en cambio, solo pensaba en cierto Duque, preguntándose si también estaría en ese lugar y cómo se comportaría después de compartir ese beso.
Como era natural, la noche del viernes no tardó en llegar. Lady Bulma pensaba estrenar uno de los vestidos nuevos que adquirió gracias a la misericordia de su cuñado, sin embargo, seguía nerviosa. Nada le aseguraba el no cometer una imprudencia, si bien era cierto que su debut pasó sin percance, no dejaba de preocuparse por las posibilidades de quedar en ridículo en cualquier momento. Por un instante le cruzó la idea de inventar una excusa para no acudir; pero sabía que sería solo atrasar lo inevitable. Debía asistir a todas las veladas pues era una señorita soltera y el protocolo instaba a dar cumplimiento a las normas sociales a menos que quisiera que la dejaran olvidada para futuras celebraciones.
El problema era que no podía olvidar el beso con el Duque en la velada pasada; cada noche rememoraba la escena y la guardaba en lo más profundo de su corazón. Era una ilusa por pensar que podría tener algo con él. De lo contrario no la evitaría como lo venía haciendo desde
entonces porque le constaba que había visitado a Lapis en más de una ocasión, y casualmente le rehuía como la peste. Lady Bulma se sentía profundamente ofendida pero no podía verbalizar sus pensamientos sin exponerse a sí misma.
— ¿Me veo bien para la ocasión? —inquirió Bulma mirando a su hermana.
—Te ves simplemente hermosa. Tu parecido con mamá es incuestionable. Serás la sensación de la noche, Bulma —contestó Tights con ambas manos en el pecho.
En el salón de baile Sir Yamcha miraba impaciente la entrada puesto que sabía que Lady Bulma no tardaría en aparecer.
—Vaya Sir Yamcha —llamó la señorita Launch con total confianza— cualquiera que lo viera pensaría que está esperando a alguien por la forma de mirar, tan impaciente, la entrada al salón.
—Señorita Launch —reverenció el hombre apegándose al protocolo—. En efecto, sin duda estoy a la espera de que aparezca cierta dama en cuestión —respondió amistosamente.
—¿Y, puede decirme de qué dama se trata? ¿La conozco acaso? —preguntó entusiasmada Launch reprimiendo sus ganas de gritar.
—Por supuesto, ya que fue usted quien nos presentó —contestó Sir Yamcha volviendo su atención a la entrada—. Se trata de Lady Bulma.
—Oh, me alegra mucho ser yo quien una a las parejas, Sir Yamcha —comentó con una seriedad que no pasó desapercibida para el caballero— ¿Puedo entonces, por la fortuna de haber sido quien los presentara, pedirle un favor?
—Por supuesto, señorita —musitó Yamcha.
—Le pedire de todo corazón que no juegue con ella —advirtió con un tono confidencial—. Lady Bulma no es como cualquier dama de aquí; ella es diferente...
—Me ofende su aseveración, señorita Launch —planteó Yamcha arqueando una ceja ante semejante pedido—. Ningún caballero que se precie de serlo, jugaría con una señorita de esa forma.
—A riesgo de ser irreverente, le diré que usted sabe mejor que yo que las personas mantienen una máscara de hipocresía en la sociedad; nunca se sabe que noble puede ser un patán —afirmó con una vehemencia tal que dejó soliviantado a Yamcha.
—Señorita Launch —regañó Yamcha mirando a su alrededor para comprobar que nadie estuviera oyendo aquella conversación tan impropia—. Le daré un consejo que sé que me agradecerá: No piense en voz alta. Le puede perjudicar en un futuro.
La señorita Launch fingió una sonrisa—. Gracias por su consejo, lo tendré en cuenta —reverenció—. Ahora déjeme pagarle con la misma moneda: No piense en jugar con una dama porque le podría salir mal la jugada —sin darle tiempo a responder, Launch se retiró dejando a Sir Yamcha con el rostro sorprendido por la plática ¿Qué había sucedido?
Precisamente en aquel instante de asombro, Lady Bulma Brief fue anunciada
junto a su hermana Tights y su cuñado Lapis atrayendo la atención de todos que seguían curiosos por la beldad de la última de las Brief.
Sabiendo que tenía varias miradas sobre ella, Lady Bulma trató de respirar para tranquilizarse y, a su vez, enfocarse para bajar la escalinata sin percance alguno. Miró al frente y pudo visualizar a Sir Yamcha que la veía con mucha apreciación, Bulma no quiso indagar a qué se debía tal expresión por lo que decidió acercarse a la barandilla para trazar su trayecto de forma segura, sin embargo, un fuerte brazo se materializó a un lado de ella. Antes de que Lady Bulma se percatara de quien se trataba, la voz lo delató:
—Puede apoyarse en mí si lo desea Lady Bulma —pidió profundamente Vegeta.
No hacía falta ser un genio para saber la reacción de Lady Bulma, a la pobre muchacha le temblaron las rodillas al reconocer la voz junto a la cercanía en la que estaban envueltos ¿Debía rechazarlo después de cómo la había tratado tan descaradamente? ¿No se vería un poco grosero hacerle semejante acción? ¿Pensarían que era muy osada si le dejaba plantado ahí frente a todos? Bulma no pudo seguir pensando en los diferentes escenarios que desencadenaría su decisión porque Vegeta, sin ceremonias, le tomó del brazo.
—Se lo agradezco, su excelencia —atinó a decir fingiendo educación mientras se preguntaba si alguien pudo darse cuenta de su comportamiento.
—Le diré, Lady Bulma, que esta noche luce usted muy bella; no me equivocaría al decir que es de hecho la dama más hermosa de la fiesta —dijo Vegeta con una profunda voz que se asemejaba a un tono seductor.
Lady Bulma creyó acertadamente que su rostro tendría un intenso sonrojo ¿Por qué tenía que expresarse así de ella? ¿No podía seguir ignorándola como hasta hace unos días? ¿Qué pensarían las personas con respecto a su rubor en compañía del Duque? ¡Ay no! No quería que surgieran chismes en torno a ellos.
—Muchas gracias, su excelencia —contestó muy bajo— sin embargo, le pediré que para futuras referencias no se exprese así de mí, por favor.
Vegeta sonrió con evidente diversión pues le agradaba el ingenio de la muchacha. Pensó en la suerte que tuvo aquella noche puesto que no tenía pensado acudir al baile, sobre todo porque las damas en edad casadera pululaban a su alrededor y le perseguía hasta la saciedad. Si apareció en la fiesta fue debido a la insistencia de Kakarotto que no quería estar solo puesto que la Marquesa seguramente pondría su plan de casamentera en acción; era obvio que si Kakarotto asistía muy probablemente lo haría también la familia de Lapis y por consiguiente, Lady Bulma.
Llevaba días deseando verla y hablarle, poniendo mil excusas para acudir a la casa de Lapis con algún pretexto solo para encontrarla y ahora finalmente la tenía frente a él en aquel baile. No le extrañaba que la mirasen, era en sí misma todo un deleite a la vista de cualquiera. Y al verla tan sola e indecisa en la escalinata como un pequeño ratón asustado queriendo huir y con media sala observándola fue que no lo pensó dos veces para auxiliarla, rayando en ser aprovechado considerando su inadecuado comportamiento para con ella.
—¿Desea que la acompañe a alguna parte, Lady Bulma? —inquirió en un arrebato al ver que llegaban al final de las escaleras ¿Tan desesperado estaba por aquella mujer? Tanto que se esforzó por evitarla y ahora, a la mínima señal de lejanía quería alargar sus momentos con ella ¿Quién lo diría?
—Sinceramente, si usted no puede hacerme desaparecer de este salón, entonces me temo que no, su excelencia —contestó sin percatarse de lo inadecuado en sus palabras. Si alguien la oyera la tacharía de confianzuda y de coqueta colocándola como una muchacha sin escrúpulos.
—No entiendo, Lady Bulma ¿por qué desaparecer siendo la más solicitada en la noche? ¿Por qué no está feliz y orgullosa? —preguntó con bastante curiosidad pues las damas que había conocido siempre se jactaban de su popularidad, que ahora Lady Bulma le dijera eso lo tenía muy intrigado.
— ¿Por qué le parece extraño mi solicitud? —respondió en cambio.
—En realidad todas las damas quieren la atención de los caballeros y usted la tiene ¿Por qué lo rechazaría? Muchas Ladies quisieran su lugar —expresó sus pensamientos, además que así era como lo había concluido al estar curtido de eventos sociales—. Aunque puedo entenderla en cierta forma, en lugar de estar aquí rodeado de buitres sedientos de posición me gustaría estar en otro lado —comunicó en un tono bajo, sin mencionar en qué lugar le gustaría estar y precisamente con quién y haciendo qué.
Lady Bulma ni siquiera captó las palabras del Duque— ¿Y entonces por qué razón se ha presentado? Usted es un caballero, por lo que tiene la decisión de sus actos y puede deslindarse con mayor facilidad que cualquier dama.
—Soy un caballero con muchos compromisos acorde a mi título.
— ¿Está, su excelencia, comprometido acaso? —cuestionó con seriedad. Por primera vez se preguntó si sería esa la razón por la que la habría evitado todo ese tiempo ¿Estaría comprometido con alguna Lady que se encontraba en el salón aquella noche? ¡Qué fatalidad! ¡Y aún así la había besado!
—No. Por supuesto que no lo estoy ni pienso estarlo nunca —aseguró con una convicción alarmante.
Lady Bulma se relajó pero también notó cómo el rostro sonriente del Duque se endurecía. Parecía enojado con aquel giro en la conversación ¿Había sido imprudente? ¡Por Kami! ¿Y por qué afirmaba que nunca se comprometería?
—Comprendo —atinó a decir a pesar de no entender nada en absoluto. En su mente nada tenía sentido. El Duque era impredecible y misterioso ¿Qué quería el hombre con ella, entonces?
Vegeta la observó con brevedad preguntándose si de verdad lo entendía o si sabría algo pues era imposible. Casi nadie conocía el motivo verdadero por el que rehuía al matrimonio, solo Kakarotto era testigo y ninguna persona más. Lo demás que se decía en torno a su misterio eran meros rumores.
—Espero que se divierta Lady Bulma —declaró finalmente mientras le concedía la debida reverencia. Vegeta estaba muy perturbado por la conversación por lo que no dudó en dirigirse hacía Kakarotto con la esperanza de olvidar a la dama en cuestión.
Lady Bulma nuevamente se quedó estática, confundida e intrigada mientras lo observaba huir ¿Qué fue todo aquello? ¿Cómo podía actuar el Duque con parsimonia sin mencionar el escandaloso beso?
N/A: Holaaaaaa. Les confieso que no me convenció el capítulo, no obstante, espero humildemente que a ustedes sí.
Ahora bien, les voy a aclarar una queja que tuvo el capítulo anterior: El beso.
Bueno, estoy muy consciente que un beso en aquella época no se daba con tanta facilidad a menos que no tuvieras valores. Lo sé, resulta un anacronismo que lo haya puesto. Sin embargo, en mi defensa alego que para la trama que tengo visualizada para el fic es totalmente necesario. Recordemos que Bulma es una muchacha muy inocente y por ende ilusa, lo cual va aprovechar Vegeta. No puedo decir más porque sería spolear.
Ahora bien ¡Gracias por sus comentarios!
Si les gusta las historias de época tengo otra en proceso llamada "Opuestos" de VegeBul, por si no la han leído vayan a hacerlo.
¡Gracias!
Publicado: 28/04/21
