Hola chicas! lamento la espera tuve una semana atorada, muchas gracias por los reviews siempre me anima saber que están pendientes de la historia y ansiosas por el siguiente capítulo


Capítulo 3

-Tú no... se lo contarías a mi madre.

Sesshomaru se acercó a ella y le quitó la chaqueta de las manos.

—No sabes qué sabe mi madre —continuó ella.

—¿Qué te crees que he estado haciendo esta última semana? Algunas averiguaciones. Tu madre era muy amiga de su vecina de la dirección anterior, y es una mujer muy charlatana.

—La señorita Baines no recordaría...

—Desafortunadamente para ti, ella recuerda muy bien, por la simple razón de que tu disgusto de ese verano de hace diez años fue una fuente inagotable de arrepentimiento para tu madre, y algo de lo que hablaron a menudo.

—No...

—Y tú ibas a su casa en busca de apoyo a tomar el té, mentirosa. ¡Le mentiste acerca la razón por la que rompimos el compromiso!

—No todo fueron mentiras, solo algunas verdades a medias Yo no hice lo que crees que hice en ese aparcamiento así que, ¿para qué mencionarlo?.

Sesshomaru agitó la cabeza y suspiró.

—Te estás enfadando y, realmente, no es necesario.

- ¿No es necesario? ¿Después de lo que acabas...?

—Si haces lo que te he dicho, no tienes nada que temer. Me llevaré a la tumba tu pequeño y sórdido secreto. De corazón, no me gustaría nada molestar a tu madre.

-¡Entonces no lo hagas!

—Me temo que hay un pequeño problema

—¿Cuál?

-Que tengo una poderosa necesidad personal de venganza —admitió él sin más ni más.

—¿Y eso?

—Hace diez años me deshonraste Otokorashi-sa .. ¿Sabes lo que significa eso?

Rin se puso pálida. Esa palabra se refería a su hombría, su honor, y podría interpretarse mas que en el sentido literal de una traducción, los atributos que hacen sentirse hombre a un hombre en Japón Su orgullo, sinceridad, su respeto por sí mismo y los demás...

-Ya veo que tu madre te ha contado algunas de nuestra cultura —dijo él—. Quiero reparar mi honor. Tú me avergonzaste delante de mi familia y amigos.

Sesshomaru, yo...

—Yo Podría haber soportado saber que estabas viviendo en la miseria en cualquier parte del mundo siempre que no tuviera que verte o pensar en ti. Pero entonces apareciste aquí y me preguntaste si era un hombre o un ratón, así que descubrí... lo que tú también vas a descubrir cuando termine contigo.

—Me disculpé...

_ Pero no lo hiciste en serio, Rin.

¡Ahora sí!

Sesshomaru se rio entonces

—No te estás tomando en serio nada de esto —dijo Rin.- Estás enfadado conmigo y me lo estás haciendo pagar. Me gustaría no haber venido.

-Seguro que sí. ¡Pero acepta que tú te lo has buscado!

—Todo lo que hice...

—¿Todo lo que hiciste? ¿Te has atrevido a pensar que me podías comprar con tu supuesta inocencia?

-Yo...

—Y lo que es peor, te atreviste a sugerir que yo, Sesshomaru Taisho, se rebajaría al nivel de engañar a un anciano a quien respeto solo por el beneficio económico. Ese anciano es tu abuelo ¿Es que no tienes ninguna decencia?

—No era así. Yo pensé...

—No me interesa lo que pensaste. Cada vez que abres la boca es para decir algo más ofensivo que lo anterior. ¡Así que mantenla cerrada! Tienes deudas así que las vas a pagar a través de mí.

—¿De qué me estas hablando?.

—Lo que hiciste hace diez años le costo a tu pobre madre cualquier esperanza de reconciliación con su padre. Lo que hiciste hace diez años enojó seriamente a tu abuelo. Y lo que me hiciste a mí ya lo verás.

—Lo que pasó no fue culpa mía. Fue un montaje... —dijo ella y se le saltaron las lágrimas—

—Me avergüenzas – dijo Sesshomaru-. Las mentiras no te van a proteger.

—¡Me estas asustando!

Sesshomaru la tomó las manos y la hizo levantarse.

—No puedes decir en serio todo eso.

—Sí. Pero no me gusta ver llorar a una mujer. Aunque sean lágrimas de cocodrilo –dijo él acercándose.

—Sesshomaru, no...

—Sesshomaru, sí. Pero te lo voy a enseñar a decir en japonés y será tu palabra favorita.

De repente, él la besó ansiosamente.

Esa sensación la dejó anonadada por un segundo. Ella nunca antes había saboreado una pasión como aquella anteriormente. Todo su cuerpo se estremeció y se le escapó un leve gemido de respuesta. Luego, fue como si se derritiera y ansiara más. Le rodeó el cuello con los brazos y todos sus deseos reprimidos salieron a la luz con toda su fuerza.

Sesshomaru se apartó y le dijo:

—Estás ansiosa ¿verdad?

Devastada por lo que acababa de pasar entre ellos, Rin lo iba a golpear pero Sesshomaru le agarró la muñeca

—Esta clase de juegos no me excitan —le dijo él.

Rin se apartó de él.

—Tú no se lo dirías a mi madre —dijo

—¿Por qué correr ese riesgo? ¿ Y destruir lo único que tienes tú que yo puedo admirar?

—¿Y qué es eso?

—El amor por tu madre, tú no quieres que sepa cómo eres en realidad.

Rin sintió como él le ponía la chaqueta sobre los hombros.

—Tú no puedes querer casarte conmigo

—¿Por qué no? Así conseguiré el imperio de tu abuelo y un hijo y heredero. Hiroki tendrá un nieto, un consuelo que se merece de verdad, yo tendré una esposa que sabe comportarse, que nunca me hará preguntas de acerca de adónde voy o qué hago, porque tendremos un trato de negocios, no un matrimonio. Muchos hombres me podrían envidiar. Sobre todo porque yo no he tenido que hacer nada ya que ella se me ha presentado en bandeja.

—Te odio... Nunca me casaré contigo ¿me oyes?

—No quiero que me hagas una escena Rin. Me aburre.

—Canalla ¿Qué estás haciendo? —le preguntó ella Cuando él le tomó la mano y le separó los dedos.

—Aquí está tu anillo de compromiso No el de la familia que me tiraste a la cara hace diez años. No te lo mereces.

Rin se quedó mirando el solitario que adornaba el anillo.

—Un toque romántico que tu madre agradecerá, aunque tú no lo hagas.

Luego Sesshomaru se dirigió a una puerta que daba a otra habitación.

- ¡No me puedes hacer esto, Sesshomaru!

—Ronin te está esperando en el coche abajo. Te llevará a casa. Que duermas bien. Te veré mañana.

Luego la metió en el ascensor.

Un vez sola en él, Rin se dio cuenta que le dolía la cabeza y que estaba agotada.

De repente, se vio a sí misma como un pescador que hubiera preparado su cebo y que, de repente se viera enfrentado a un enorme tiburón.

A la mañana siguiete, Rin se despertó con la cabeza pesada Cuando llegó a casa la noche anterior, su madre ya se había acostado y ella permaneció mucho tiempo despierta, dándole vueltas a la cabeza

Lo cierto era que hacía diez años había caído en una trampa y su supuesta mejor amiga, Ishi, había respaldado la versión de Lukas de que ella había traicionado a Sesshomaru con él. Ella se había enfadado tanto al ver a Sesshomaru con esa hermosa modelo que había querido devolverle el golpe y vengarse. Pero ahora se daba cuenta de lo tonta que había sido al tratar de castigarlos. Aunque no sabía cómo podía demostrar su inocencia a la vista de las mentiras que se habían dicho, sabía que la actitud desafiante de ese día había ayudado a que la encontraran culpable. Y había dejado a Sesshomaru con un deseo de venganza que le había durado diez años.

Miró entonces el despertador y tragó saliva. ¿Por qué no la habría despertado su madre? Eran las diez y cuarto de la mañana. Salió de la cama y, cuando se dirigió al salón, oyó unas risas masculinas.

Se quedó boquiabierta al ver de quién se trataba. Akiko Yoshida estaba tomándose un café con Sesshomaru, le apretaba la mano y, con la otra, se enjugaba las lágrimas. Unas lágrimas de alegría.

Sesshomaru estaba tan elegante como siempre y se le veía tan tranquilo, como si fuera un viejo amigo de la familia, con el que su madre hablaba en japonés, mostrándose más animada de lo que Rin había visto desde hacía años.

—Sonríe, cariño —le dijo él al ver su cara—. Me temo que, cuando vi que seguías en la cama, yo estaba demasiado impaciente como para esperar más a compartir con tu madre las buenas noticias.

—¿Buenas noticias?

Akiko la miró entonces y dijo:

—Rin, ve a vestirte. Sesshomaru nos invita a almorzar.

Rin salió de allí mareada como una borracha y, una vez en su habitación, se dejó caer en la cama. Estaba claro que Sesshomaru había ido a decirle a su madre que se iban a casar.

Un momento después, su madre entró en el cuarto.

—Sesshomaru está reservando mesa y yo he de cambiarme.

Luego, se sentó en la cama al lado de su hija.

—Oh, Rin, estoy impresionada pero tan contenta, que no te puedo reprochar el que no me lo hayas contado. ¡Vaya un joven maravilloso que vas a tener por marido!

Luego, la abrazó mientras ella se quedaba helada pensando en que Sesshomaru le había cortado toda escapatoria.

—¿Hace cuánto que está Sesshomaru aquí?

—Lleva toda la mañana. Te habría despertado, pero teníamos tanto de que hablar... Me ha invitado a que vaya a vivir con ustedes, pero yo le he dicho que no. Cuando sea mayor... ¿quién sabe?. Pero las parejas jóvenes necesitan intimidad y, si yo vuelvo a Japón alguna vez, me gustaría que fuera porque mi padre me invitara. De momento, Londres es mi hogar.

—¿Qué te ha dicho Sesshomaru?

Akiko se aclaró la garganta.

—Me lo ha contado todo, Rin. Incluso me ha avergonzado con su sinceridad, pero te puedo decir que no me opongo en absoluto a que te cases con él.

—¿De verdad?.

Su madre suspiró.

—Sé lo muy dolida que te sentiste cuando lo vistes con otra chica... Los dos eran muy jóvenes y el matrimonio no se iba a celebrar hasta que él terminara sus estudios. Un compromiso de dos años pondría en apuros hasta al joven más decente.

—Sólo estuvimos comprometidos dos meses.

—Sí pero también tuvo mucho que ver el alcohol. A veces, cuando eres joven es difícil mantener el control. ¿Quién lo puede saber mejor que yo misma? Los hombres tienen fuertes apetitos...

Rin se mordió la lengua para no decir algo inapropiado.

—Tu abuelo le ha dicho a Sesshomaru que no debe haber ninguna intimidad entre ustedes antes del matrimonio –continuó su madre- Después de lo que hice yo, tu abuelo no se quiere arriesgar a nada parecido. Por cierto, ¿Dónde está tu anillo?.

Rin se levantó y sacó su anillo de un cajón.

—Le dije a Sesshomaru que habían entrado dos veces en la casa y él no quiere que pasemos una noche más aquí – dijo su madre con tono de admiración- Es como un cuento de hadas... Sesshomaru y tú...

Diez minutos más tarde, Rin salió de su habitación vestida con unos pantalones negros y una blusa suelta. Sesshomaru estaba en el salón, hablando de nuevo en japonés por el teléfono móvil. Rin lo miró enfadada. ¡Cómo un cuento de hadas!. Ahora no había vuelta atrás. Eso le rompería el corazón a su madre.

—Supongo que te crees muy listo – le dijo a Sesshomaru cuando él apagó el teléfono.

Sesshomaru la miró y respondió:

-Akiko es feliz.

-¿Qué le has contado sobre nosotros?

Él se rió.

-El cuento requería a una pobre niña temerosa de contarle a su madre que estaba viéndose de nuevo con el hombre que , en su momento, creyó que le había sido infiel.

-No te voy a dar un hijo.

-No conseguirás el divorcio hasta que no lo hagas. Tú eliges.

Rin se tapó la cara con las manos.

-Te odio.

—No enturbies las aguas con emociones, Rin. Hemos hecho un trato.

—Lo has hecho tú.

—Para conseguir lo que quiero, ¿por qué no? Ahora vuelve a tu habitación y ponte algo más alegre. Este es el día de tu madre, no el tuyo. Puedes dejar que sea yo quien hable, pero tú tienes que sonreír y fingir que eres feliz.

—¿Y si no lo hago?

Sesshomaru la miró impacientemente

—Lo harás. Por ella. Por cierto, anoche llamé a Hiroki. No me preguntó nada, pero me dijo que le gustaba la idea y que creía que yo sería un marido excelente.

—¡Probablemente espera que me pegues todas las noches!

—Cuando tengamos el placer de anunciar tu primer embarazo, Hiroki agradecerá que haya hecho algo mucho más agradable.

Almorzaron en uno de los restaurantes más caros de Londres y luego Sesshomaru las acompañó de vuelta a su casa, donde Akiko se disculpó diciendo que se iba a descansar un rato.

Una vez a solas, Sesshomaru le dijo a Rin:

—Llévala a un especialista antes de la boda. Nunca pensé que lo pudiera decir, pero tu abuelo es terco hasta la crueldad. ¿No sabe cómo ha estado viviendo tu madre?

—No le interesaba saber cómo ni dónde estábamos viendo. Ni nada de nosotras. Sesshomaru, escúchame, por favor. ¿Cómo vamos a poder vivir juntos sintiendo lo que sentimos el uno por el otro?

—¿De dónde has sacado la idea de que vamos a hacer eso? —le preguntó él duramente. ¿De verdad te crees que yo voy a querer vivir con una mujer como tú?

—No entiendo...

Sesshomaru rio secamente.

—Yo tengo algo de orgullo. Compartiré mi cama contigo, ¡pero nada más!