Las lágrimas fueron un buen detalle. Ante ese espontáneo despliegue de emoción, Sakura se sintió casi tan sorprendida como el mismo Sasuke. No estaba entre los planes de Sakura recurrir a semejante la muestra de debilidad parar hacerlo salir de la taberna. Pero, cuando vio lo mucho que lo perturbaba ver a una mujer en tan patética condición, lloró más aún. Sasuke pareció indefenso. Sakura ignoraba ese talento propio. Y, aunque llorar a pedido requería concentración, pronto se concentró en el problema y estaba segura de haberlo logrado con bastante rapidez. ¡Si hasta podría estallar en lágrimas antes de que un caballero pudiese sacarse el sombrero, si realmente se lo proponía!
No sentía la menor vergüenza por su conducta. Las épocas desesperadas siempre exigían medidas desesperadas. Al menos, eso era lo que solía decir Jiraiya. El tío adoptivo de Sakura también se reiría mucho. En todos los años compartidos nunca la había visto llorar, ni aun cuando su enemigo Danzo, le había dado a Sakura latigazos en la espalda. Pese a que el látigo le ardía como fuego, Sakura no soltó un solo gemido. Danzo sólo alcanzó a dar un buen latigazo antes de que Jiraiya lo arrojara a un lado. El tío estaba tan enfurecido que saltó sobre la borda para terminar la paliza. No obstante, Danzo era mucho mejor nadador, y se lo vio por última vez nadando de regreso a Francia. Claro que Jiraiya volvería a enfurecerse si supiera en qué estaba Sakura en este momento: ¡la despellejaría! Pero no podía explicarle el plan. No, no hubo tiempo de navegar hasta la isla para informarle de lo que había decidido y el tiempo era esencial, pues estaba en riesgo la vida de Sasuke.
Sakura sabía todo acerca del marqués de Sasuke Uchiha, y sabía que era contradictorio. Sasuke era vivaz, lujurioso, pero al mismo tiempo honorable. Sakura leyó el archivo acerca del marqués del principio al fin y lo memorizó por completo. Tenía una habilidad especial para memorizar todo en la mente la primera vez que lo leía. Y, si bien pensaba que era una habilidad extraña, reconocía que, en ocasiones, resultaba útil. Aunque fue difícil obtener el registro del Departamento de Guerra sobre Sasuke no fue imposible. Por supuesto que la información estaba sellada y bajo llave. Pero Sakura se enorgullecía de poder abrir cualquier cerradura que se hubiese fabricado. En el tercer intento, logró el archivo de Sasuke. Era una pena que en la información del archivo no dijese que Sasuke era tan endemoniadamente apuesto. El informe estaba generosamente salpicado de la palabra «despiadado», en cada relato de las actividades del sujeto, pero en ningún momento se añadía «atractivo» o «seductor» al nombre. Tampoco se decía que era un hombre corpulento.
Sakura recordó lo inquieta que se sintió al leer el nombre operativo de Sasuke: los superiores lo llamaban Cazador. Pero cuando terminó de leer todo el informe, comprendió por qué lo llamaban así. Sasuke nunca se rendía. Cuando las circunstancias le eran muy contrarias, seguía acechando al adversario con la paciencia y la tenacidad de un guerrero de otros tiempos. y al final lo lograba. Sasuke abandonó esas obligaciones el día en que se enteró de la muerte de su hermano Itachi. Según la última anotación del asesor mayor, un hombre llamado sir Kakashi Hatake, la renuncia de Sasuke contó con el apoyo absoluto del padre. El duque de Williamshire acababa de perder a un hijo por el país y no estaba dispuesto a perder el otro. Hatake también consignaba que, hasta ese día, Sasuke no tenía idea de que el hermano menor también trabajaba para el gobierno.
Itachi y Sasuke provenían de una familia numerosa. Sasuke era el hijo mayor y, en total, eran seis hijos: dos varones y cuatro mujeres. Todos se protegían entre sí, y a los padres. El hecho que se repetía a lo largo del informe era que Sasuke era protector por naturaleza. A Sakura no le importaba si consideraba esa característica como un defecto o una virtud: se limitaba a aprovecharla para lograr lo que quería. Claro que estaba dispuesta a que Sasuke le agradara. A fin de cuentas, era el hermano de Itachi y ella quiso mucho a Itachi desde el momento en que lo rescato del mar, y él le dijo que salvara primero a su propio hermano. Claro que estaba preparada para que Sasuke le gustara, pero no para sentir semejante atractivo físico hacia él. Para ella era la primera vez, y también era una preocupación, pues sabía que, si se lo permitía, podía subyugarla. Sakura se protegió fingiendo ser todo lo que creía que a él le disgustaba. Si no lloraba como una niña, trataba de acordarse de quejarse. La mayoría de los hombres detestaban a las mujeres indisciplinadas, ¿verdad? Sakura esperaba que fuese así. Estaría obligada a quedarse con Sasuke las siguientes dos semanas, y entonces todo terminaría. Sakura volvería a su estilo de vida, y sin duda el marqués volvería a su flirteo con mujeres.
Era imprescindible que Sasuke creyera que estaba protegiéndola, pues era el único modo en que Sakura podría mantenerlo a salvo. El plan se facilitó por los conceptos del marqués sobre la inferioridad de las mujeres, sin duda reforzado por cuatro hermanitas. Sin embargo, Sasuke era muy perspicaz. El entrenamiento pasado había afinado sus instintos de depredador. Por eso, Sakura ordenó a sus hombres que los esperaran a ella y a Sasuke en la casa de campo del marqués. Se ocultarían en el bosque que rodeaba la casa. Cuando Sakura llegara, ellos se ocuparían de cuidar las espaldas de Sasuke. Por supuesto, en el meollo de la trampa estaban las cartas, y Sakura deseaba no haberlas encontrado. «Lo hecho, hecho está», se recordó. Por cierto, no le haría ningún bien arrepentirse. Habría sido un esfuerzo desperdiciado, y Sakura jamás desperdiciaba nada. Para ella, todo era siempre muy definido. Cuando Sakura le mostró a su hermano Gaara las cartas del padre de ambos, comenzó todo este embrollo, y ahora sería ella la que lo arreglase.
Sakura hizo a un lado sus preocupaciones. Sin darse cuenta, le había dado a Sasuke algo de tiempo para pensar. Y en ese momento comprendió que el silencio podría ser un enemigo para ella. Tenía que mantener a Sasuke con la guardia baja... y ocupado. - ¿Sasuke? ¿Qué es lo que...?
- Silencio, cariño - le ordenó el hombre -. ¿Oyó?
- ¿Ese extraño chillido? Estaba por mencionarlo - repuso.
- Más bien, parece un crujido persistente, Miller - vociferó Sasuke por la ventanilla -. Detén el coche.
El vehículo se detuvo con brusquedad, cuando la rueda izquierda trasera se partió. Si Sasuke no la hubiese sujetado entre los brazos, Sakura se habría caído al suelo. La sostuvo apretada largo rato, y murmuró:
- Esto es muy inoportuno, ¿no le parece?
- Yo diría que tal vez sea una trampa - susurró la joven. Sasuke se abstuvo de hacer comentarios.
- Sakura, quédese dentro mientras veo qué se puede hacer.
- Tenga cuidado - le advirtió -. Pueden estar esperándolo.
Lo oyó suspirar mientras abría la portezuela. - Tendré cuidado - prometió.
En cuanto cerró la puerta tras él, Sakura la abrió y se apeó. El cochero se detuvo junto al patrón.
- No puedo entenderlo, milord. Siempre reviso las ruedas para asegurarme de que estén bien.
- No lo culpo a usted, Miller - repuso -. Estamos a una distancia como para dejarlo aquí, por esta noche. Desenganche el caballo, Miller. Yo...
Se interrumpió al ver a Sakura, que aferraba un puñal de feroz aspecto. El marqués casi se echó a e reír.
- Deje eso, Sakura. Puede lastimarse.
Sakura volvió a guardar el cuchillo en el bolsillo de la costura de su vestido.
- Sasuke, aquí, de pie, en el exterior, somos unos blancos perfectos.
- Entonces, vuelva adentro - sugirió. Sakura hizo como si no lo oyera.
- Miller, ¿usted supone que alguien manipuló la rueda? Miller se acercó al eje.
- Creo que sí – murmuró -. ¡Milord, fue manipulada! Mire aquí, los cortes que hicieron en esta barra del costado.
- ¿Qué hará ahora? –le preguntó Sakura a Sasuke.
- Iremos a caballo.
- ¿Sí?
- ¿Y qué hará el pobre Miller? Podrían atacarlo cuando nos marchemos.
- Estaré bien, señorita - intervino el cochero -. Tengo un frasco grande de coñac para mantenerme caliente. Me quedaré sentado dentro del coche hasta que Broley venga a buscarme.
- ¿Quién es Broley?
- Uno de los tigres - respondió el cochero. Sakura no supo a qué se refería.
- ¿Tiene usted como amigo a un animal? Sasuke sonrió.
- Broley trabaja para mí – aclaró. Luego se lo explicaré.
- Tenemos que alquilar un coche - afirmó entonces la mujer, y cruzó los brazos sobre el pecho -. De ese modo, podremos viajar todos juntos, y no tendré que preocuparme por Miller.
- ¿A esta hora de la noche? Dudo de que encontremos un coche de alquiler
- ¿Y qué me dice de la encantadora taberna de Monk? - preguntó Sakura-¿No podríamos volver allí y esperar a que amanezca?
- No - respondió Sasuke -. Sin duda, a esta hora Monk ya debe de haber cerrado y regresado a su casa.
- Milady, ahora estamos a buena distancia de Ne'er Do Well- intervino Miller.
Cuando el cochero se alejó para soltar al caballo Sakura aferró la mano de Sasuke y se acercó más al. costado del hombre. - Sasuke - murmuró.
- ¿Sí?
- Creo que sé qué le pasó a la rueda de su coche. Quizás hayan sido los mismos hombres que...
- Ahora, cálmese - respondió Sasuke, también murmurando -. Todo va a salir bien.
- ¿Cómo sabe que todo saldrá bien?
Parecía muy asustada, y Sasuke quiso tranquilizarla. - El instinto - se jactó -. Cariño, no deje que su imaginación se desborde.
- Muy tarde - replicó la muchacha -. Oh, señor, ya estamos otra vez con mi imaginación.
El disparo de pistola sonó en el mismo instante en que ella se arrojaba sobre el costado de Sasuke, y lo hacía trastabillar. El disparo pasó por el costado de la cabeza del hombre, fallando por muy poco. Sasuke lo oyó silbar. Aunque Sasuke no creía que fuese intencional, Sakura acababa de salvarle la vida. Sasuke apretó la mano de Sakura, le gritó una advertencia a Miller, mientras la empujaba para que caminara delante de él, y comenzó a correr. La obligó a quedarse pegada, delante de él, para poder protegerla con su ancha espalda. Sonaron varios disparos más. Sakura oía el ruido de los hombres que los perseguían. Parecía que una manada de caballos salvajes estuviese a punto de atropellarlos. Pronto, Sakura perdió la noción del lugar. Sasuke parecía conocer bien el camino en la zona. La empujó por un laberinto de callejones y calles traseras, hasta que la muchacha sintió una horrible punzada en el costado y tuvo problemas para respirar. Cuando se tambaleó, Sasuke la alzó en brazos sin aminorar la marcha. Mantuvo el ritmo feroz mucho tiempo después de que dejaran de oír el ruido de la persecución. Cuando llegaron al centro del antiguo puente que cruza el Támesis, por fin se detuvo a descansar. Sasuke se apoyó contra el vacilante barandal, apretando a Sakura contra él.
- Estuvimos cerca. Maldición, hoy me falló el instinto. No lo vi venir.
No pareció en absoluto asustado, cuando lo dijo, y Sakura se asombró del coraje del marqués. El corazón de la joven, en cambio, estaba a punto de estallar. - ¿Suele usted recorrer estos callejones, Sasuke? - preguntó.
A Sasuke le pareció una pregunta extraña. - No. ¿Por qué lo pregunta?
- Porque no le falta el aliento – respondió -. Y nunca llegamos a un callejón sin salida – añadió -. Conoce usted el camino por la ciudad, ¿no es así?
- Creo que sí - repuso el hombre, con un encogimiento de hombros que casi tiró a Sakura del puente. La muchacha le rodeó el cuello con los brazos y se sostuvo, hasta que se dio cuenta de que el marqués aún la sujetaba entre los brazos.
- Podría bajarme ahora – dijo -. Estoy segura de que los despistamos.
- Yo no - dijo Sasuke, arrastrando las palabras.
- Señor, ya le expliqué que no me agrada que me toquen. Bájeme. - Le lanzó una mirada severa y preguntó -: Si le fallan los instintos, no me echará la culpa a mí, ¿verdad?
- No, Sakura, no le echaré la culpa. Sakura, usted hace las preguntas más insólitas.
- No estoy de humor para discutir con usted. Limítese a disculparse y lo perdonaré.
- ¿Disculparme? - tengo una imaginación exagerada - aclaró Sakura-. Por decirme que estaba confundida Y, sobre todo, por ser tan grosero cuando dijo esas cosas horribles de mí.
Sasuke no se disculpó, pero le sonrió, y la muchacha descubrió el maravilloso hoyuelo que tenía en la mejilla izquierda. El corazón de Sakura también lo notó y comenzó a latir con fuerza otra vez.
- Estamos sobre un puente, en medio de la zona más tenebrosa de Londres, hay una banda de degolladores persiguiéndonos. ¡y a usted lo único que se le ocurre es que yo le pida disculpas! Cariño, en verdad, usted está loca.
- Siempre me acuerdo de disculparme cuando hice algo malo - señaló.
Sasuke la contempló con expresión irritada, y Sakura no pudo menos que sonreír. ¡Señor, qué diablo tan apuesto! La luz de la luna le suavizaba los rasgos Y, en ese instante, a Sakura no le molestó el semblante ceñudo. A decir verdad, quería que le sonriera otra vez.
- Sakura, ¿sabe nadar?
La joven contemplaba la boca del marqués, pensando que tenía los dientes más hermosos que hubiese visto, Y la pregunta la sobresaltó.
- ¿Sabe nadar? - insistió.
- Sí - le respondió, bostezando sin escrúpulos -. Sé nadar. ¿Por qué lo pregunta?
En respuesta, Sasuke la cargó sobre su hombro derecho y comenzó a trepar al barandal. El largo cabello de Sakura le rozó las botas. la muchacha se quedó sin aliento cuando Sasuke la cargó al hombro, pero pronto se recuperó.
- ¿Qué diablos está haciendo? - gritó, aferrándose a la espalda de la chaqueta del hombre-. ¡Bájeme!
- Nos cortaron los escapes, Sakura. Tome aire, cariño. Yo saltaré detrás de usted.
Sólo tuvo tiempo de gritar que no, y luego exhaló un bramido de indignación. El grito resonó en la oscuridad absoluta cuando Sasuke la arrojó por encima de la baranda. De pronto, se sintió volar como un disco, en el viento punzante. Sakura siguió gritando hasta que su trasero tocó el agua y se acordó de cerrar la boca en el instante en que el agua helada le cubrió la cabeza. Salió escupiendo, pero enseguida volvió a cerrar la boca al sentir que tragaba una buena cantidad de la porquería que la rodeaba. Sakura juró que no se dejaría hundir en esa suciedad. No, permanecería viva hasta que encontrara a otro protector y lo arrojara ella primero al agua. Entonces sintió que algo le rozaba la pierna y se aterrorizó. En la confusión, pensó que se trataba de un tiburón.
De súbito, Sasuke apareció junto a la muchacha. Le rodeó la cintura con el brazo y dejó que la rápida corriente los arrastrara bajo el puente y los alejara del enemigo que los perseguía.
Sakura insistía en trepar a los hombros de Sasuke.
- Quédese quieta - le ordenó.
- Sakura le rodeó el cuello con los brazos. - Sasuke, los tiburones – susurró -Nos atraparán.
El terror que sonaba en la voz y la forma en que se aferraba a él le indicaron que estaba por perder el control. - No hay tiburones - le comentó -. En estas aguas, nada podría vivir mucho tiempo.
- ¿Está seguro?
- Sí – repuso -. Aguante un poco más, cariño. En poco tiempo saldremos de esta inmundicia.
La voz serena del hombre la calmó un tanto. Todavía parecía querer estrangularlo, pero había aflojado el apretón. Ahora el intento era sólo a medias. Flotaron aún durante más de un kilómetro y medio por el río serpenteante, hasta que, al fin, él la sacó del agua y la apoyó sobre la orilla herbosa. Sakura estaba helada y se sentía demasiado desdichada para hacerle arder las orejas con lo que opinaba sobre la conducta del hombre. Ni siquiera podía emitir un gemido decente, pues los dientes le castañeteaban sin control.
- Huelo a pescado muerto - tartamudeó, con un gemido lastimero.
- Así es - admitió Sasuke, divertido.
- Usted también... simulador.
- ¿Simulador? - repitió Sasuke, quitándose la chaqueta y arrojándola al suelo, tras él -. ¿Qué quiere decir?
Sakura trataba de exprimir el agua del ruedo del vestido. El cabello le cubría la cara, casi por completo, y se interrumpió para apartárselo.
- No es necesario que finja inocencia conmigo - murmuró.
Desistió de seguir con la tarea y aceptó el lamentable hecho de que en ese momento el vestido pesaba más que ella misma, se rodeó la cintura con os brazos y trató de conservar algo de calor en los huesos. Agregó, con voz temblorosa de frío:
- Simuló ser el pirata Pagan, pero él nunca, arrojaría a una dama al Támesis.
- Sakura, hice lo que me pareció mejor, dadas las circunstancias - se defendió el hombre.
- Perdí la capa. Sakura no pudo evitar exhalar esa afirmación en Sakura os.
- Te compraré otra.
- Pero tenía las monedas de oro dentro de la capa -. dijo la muchacha -. ¿Y?
- ¿Y qué?
- Vaya a buscarla.
- ¿Qué?
- Vaya a buscarla - repitió Sakura-. Esperaré aquí.
- No hablarás en serio...
- Hablo muy en serio - repuso Sakura-. Sasuke, sólo nadamos alrededor de un kilómetro y medio. No puede llevarle mucho tiempo.
- No.
- ¡Por favor!
- Es imposible que la encuentre - replicó Sasuke -. Tal vez ahora ya esté en el fondo del río.
- La joven se enjugó las comisuras de los ojos con el dorso de la mano. Ahora, por culpa suya, soy pobre.
- No empieces - le ordenó Sasuke, viendo que estaba a punto de llorar otra vez -. No es momento para histerias ni quejas, aunque parece que son las únicas dos cosas que sabes hacer - prosiguió. Al sorprender la exclamación horrorizada de Sakura, sonrió: la muchacha ya estaba recuperando el ánimo -. ¿Todavía tienes los zapatos puestos, o tendré que cargar contigo?
- ¿Yo qué sé? ¡No siento los pies!
- ¡Maldición, fíjate!
- Sí, maldición - musitó la joven, obedeciendo -. Todavía los tengo. ¿Y ahora? ¿Se disculpará usted o no?
- No - replicó Sasuke, en tono cortante -. No te pediré disculpas. y baja más la voz, Sakura. ¿O es que quieres que nos oigan todos los asesinos de Londres?
- No - susurró la muchacha, acercándose -. Sasuke, ¿qué habría hecho si yo no supiese nadar?
- Lo mismo - respondió el aludido -. Pero habríamos saltado juntos.
- Yo no salté - replicó Sakura-. ¡Oh, no importa! Sasuke, tengo frío. ¿Qué haremos ahora?
El hombre le tomó la mano y comenzó a andar orilla arriba.
- Caminaremos hasta la casa de mi amigo, pues está más cerca que la mía.
- Sasuke, olvida su chaqueta - le recordó la muchacha.
Antes de que pudiese decirle que la dejara, ya Sakura corría hasta donde estaba la prenda, la alzaba, le exprimía toda el agua que podía con los dedos ateridos y corría de nuevo hacia él. En el mismo instante en que Sasuke le rodeaba los hombros con las manos, la joven se apartó el cabello de los ojos. - Tengo un aspecto horrible, ¿verdad?
- Hueles todavía peor - repuso alegremente Sasuke. Le dio un cariñoso apretón y señaló:
- Pero yo diría que te pareces más a carne podrida que a pescado muerto. Sakura comenzó a tener náuseas, y Sasuke le tapó la boca con la mano.
- Si vomitas la cena, me enfadaré mucho. Ya tengo bastante trabajo contigo. No te atrevas a descomponerte y complicar más las cosas.
Al morderle la mano, Sakura conquistó la libertad, y una nueva blasfemia de parte de Sasuke.
- No cené – afirmó -. Quería morir con el estómago vacío.
- Aún podrías lograrlo - musitó el hombre -. Y deja de hablar, para que yo pueda pensar. ¿Por qué cuernos querías morir con el estómago vacío? - preguntó, sin poder contenerse.
- Algunas personas se descomponen cuando se asustan. Y yo creí que, delante de usted... oh, bueno, no importa. No quería presentarme ante el Creador con el vestido manchado, eso es todo.
- Yo sabía que no debía preguntártelo - replicó Sasuke -. Mira, cuando lleguemos a lo de Naruto, podrás darte un baño caliente y te sentirás mejor.
- ¿Acaso es este Naruto el amigo entrometido al que se refería Monk?
- Naruto no es entrometido.
- Monk dijo que averiguaría qué le sucedió a usted en esa noche terrible – replicó Sakura-. Esas fueron sus palabras y, para mí, eso es ser entrometido.
- Naruto le gustará.
- Si es su amigo, lo dudo, pero haré lo posible para que me guste.
Por varias manzanas, caminaron en silencio. Sasuke estaba en guardia, y Sakura no estaba tan preocupada como fingía.
- Sasuke, después de tomar nuestros respectivos baños, ¿qué haremos?
- Te sentarás y me contarás qué es lo que te sucedió.
- Ya se lo dije. Pero usted no me creyó, ¿no es cierto?
- No - admitió Sasuke -. No te creí.
- Además, Sasuke, está predispuesto en contra de mí, y no creerá nada que yo le diga. ¿Para qué quiere que lo intente?
- No estoy mal predispuesto - respondió el hombre, con evidente irritación.
La muchacha dejó escapar un resoplido muy poco femenino. Sasuke se juró que no se dejaría arrastrar a una nueva discusión, y la guió por otro dédalo de callejuelas. Cuando llegaron a la escalinata de entrada de la impresionante casa de ladrillos rojos, Sakura estaba tan exhausta que quería llorar de verdad. Al golpeteo insistente de Sasuke, un hombre gigantesco, con una cicatriz de aspecto siniestro que le arrugaba la frente, les abrió la puerta: era evidente que había estado durmiendo. y no le agradaba que lo hubiesen despertado. Sakura echó una mirada al ceño sombrío del individuo, y se apresuró a acercarse más a Sasuke.
El hombre que supuso sería Naruto, llevaba sólo un par de calzas negras. En cuanto vio quién era el visitante, la expresión ceñuda se convirtió en una de auténtico asombro.
- ¡Sasuke! ¿Qué diablos...? ¡Entra! - se apresuró a agregar. Se acercó, con la intención de aferrar la mano de Sasuke, pero cambió bruscamente de idea: sin duda, acababa de sentir el olor de sus dos visitantes.
- Sakura estaba muy avergonzada. Se volvió para mirar, airada, a Sasuke, como diciéndole sin palabras que su propia y desdichada condición era culpa de él, y luego entró en el vestíbulo de piso embaldosado en blanco y negro. Entonces, divisó a una hermosa mujer que corría escaleras abajo. El largo cabello platinado de la mujer ondulaba tras ella. Era tan encantadora que Sakura se sintió peor aún.
Sasuke hizo una rápida presentación, mientras Sakura mantenía la vista fija en el suelo.
- Sakura, éste es Naruto y ésta, su esposa, Temari.
- ¿Qué les ha pasado a ustedes dos? - preguntó Naruto.
Sakura giró con brusquedad, salpicando gotas de agua sucia alrededor, se quitó el cabello de los ojos y afirmó:
- Él me arrojó al Támesis.
- ¿Qué fue lo que hizo? - preguntó Naruto, mientras una sonrisa asomaba a sus labios al ver algo parecido a un hueso de pollo que colgaba del pelo de la muchacha.
- Sasuke me tiró al Támesis - repitió.
- ¿Eso hizo? - preguntó Temari, atónita. Sakura se volvió hacia la esposa de Naruto:
- Es verdad, lo hizo - insistió -. Y después ni se disculpó. Dicho lo cual, estalló en lágrimas.
- Todo esto es por culpa de él – sollozó -. Primero perdió la rueda del coche y luego perdió el instinto. En realidad, mi plan era mucho mejor, pero Sasuke es demasiado obstinado para admitirlo.
- No empieces otra vez con eso - le advirtió el aludido.
- ¿Por qué arrojaste a esta pobre criatura al Támesis? - volvió, a preguntar Temari, corriendo hacia Sakura con los brazos extendidos -. Debes de estar helada hasta los huesos - dijo, con simpatía.
Cuando llegó cerca de Sakura, se detuvo de golpe y retrocedió un poco.
- Fue necesario - respondió Sasuke, tratando de ignorar la mirada indignada de Sakura.
- Creo que lo odio - le dijo Sakura a Temari -. No me importa si es su amigo o no - añadió, con otro sollozo -. Es un canalla.
- Sí, es capaz de serlo - admitió Temari -. Pero tiene otras buenas cualidades.
- Todavía tengo que verlo - susurró Sakura. Temari frunció la nariz, aspiró una bocanada de aire y rodeó la cintura de Sakura con el brazo.
- Ven conmigo, Sakura. En un tris, estarás limpia. Naruto, creo que esta noche la cocina nos servirá a la perfección, ¿no? Convendría que tú despiertes al personal, pues necesitamos calentar agua. ¡Caramba, tienes un nombre poco común! - le dijo a Sakura- Es muy bonito.
- Él lo ridiculizó - susurró Sakura, aunque lo, bastante alto para que Sasuke la oyese.
Exasperado, Sasuke cerró los ojos.
- ¡Yo no lo ridiculicé! – gritó -. Naruto, te juro por Dios que esta mujer no hace otra cosa que quejarse y lloriquear desde el momento en que la conocí.
Sakura lanzó una exclamación ahogada y luego dejó que Temari la empujara hacia la parte trasera de la casa, mientras Sasuke y Naruto las contemplaban alejarse.
- Lady Temari, ¿ve lo ofensivo que es? –preguntó Sakura -. Y yo sólo le pedí un pequeño favor.
- ¿Y se negó? - preguntó Temari -. Eso no es propio de Sasuke. Por lo general, es muy complaciente.
- Hasta ofrecí pagarle con monedas de oro - afirmó Sakura -. Ahora soy pobre, pues Sasuke también arrojó mi capa al río, y yo tenía las monedas en el bolsillo.
Temari sacudió la cabeza y se detuvo, en una esquina para echar una mirada a Sasuke, demostrándole su desaprobación.
- Eso fue muy poco galante de parte de Sasuke, ¿no es cierto?
Doblaron la esquina, al tiempo que Sakura a sentía con fervor.
- ¿Cuál fue el favor que te pidió? - preguntó Naruto.
- No fue gran cosa - dijo Sasuke, arrastrando las palabras, mientras se inclinaba para quitarse las botas llenas de agua -. Sólo quería que la matara, nada más.
Naruto lanzó una carcajada, pero, al comprobar que Sasuke no bromeaba, se interrumpió.
- Quería que el trabajo estuviese terminado antes de mañana - dijo Sasuke.
- No me digas...
- Pero primero quiso dejarme terminar el coñac.
- Qué considerada.
Los hombres compartieron una sonrisa torcida. - En este momento, tu esposa debe de pensar que soy un ogro por haber desilusionado a esa mujer.
Naruto rió otra vez.
- Temari no sabe cuál era el favor, amigo. Sasuke dejó caer las botas en el centro del vestíbulo y luego arrojó las medias encima.
- Todavía podría cambiar de idea y darle el gusto a esa mujercita - señaló, con sequedad -. ¡Maldición, han arruinado mis botas preferidas!
Naruto, apoyado contra el arco del pasillo, los brazos cruzados sobre el pecho, observó cómo Sasuke se quitaba la camisa.
- No, no podrías matarla - replicó, para luego agregar en tono apacible -: No hablaría en serio, ¿verdad? Me parece bastante tímida. No podría imaginar...
- Fue testigo de un asesinato - lo interrumpió Sasuke-. y ahora hay varios sujetos poco honorables que la persiguen, sin duda intentando silenciarla. Eso es todo lo que sé, Naruto, pero, en cuanto sea posible, averiguaré todos los detalles. Cuanto antes pueda resolver el problema de la muchacha, antes podré librarme de ella.
Naruto disimuló una sonrisa, pues vio que Sasuke tenía una expresión feroz.
- En realidad, te desconcertó, ¿verdad?
- ¡De ninguna manera! - murmuró Sasuke -. ¿Por qué crees que una simple mujer sería capaz de desconcertarme?
- Acabas de quitarte los pantalones en mi vestíbulo, Sasuke - repuso Naruto -. Por eso deduzco que estás desconcertado.
- Necesito un poco de coñac - dijo Sasuke, aferrando los pantalones y volviendo a ponérselos.
Temari pasó junto a él, le sonrió al esposo y siguió escaleras arriba, sin hacer caso de la casi desnudez del hombre, como tampoco lo mencionó el propio Sasuke. Naruto disfrutó del pudor de Sasuke, pues nunca había visto al amigo en ese estado.
- ¿Por qué no vas a la biblioteca? El coñac está allí, en el bar. Sírvete., mientras yo me ocupo de tu baño.
Sasuke hizo lo que le sugería Naruto. El coñac lo calentó un poco, y el fuego que encendió en el hogar terminó de quitarle el frío.
Cuando la bañera estuvo llena de agua humeante, Temari dejó sola a Sakura. Ya le había ayudado a lavarse el cabello en un balde de agua perfumada de rosas. Rápidamente, Sakura se despojó de la ropa empapada. Tenía los dedos entumecidos de frío, pero se tomó el tiempo para quitarse la daga que tenía en un bolsillo, oculta en las enaguas. Dejó el arma en una silla, junto a la bañera, como una precaución, por si alguien intentaba sorprenderla por detrás, y luego se sumergió en el agua caliente, lanzando un suspiro de placer. Se frotó cada centímetro del cuerpo dos veces, y sólo entonces se sintió limpia otra vez.
Temari volvió a la cocina en el mismo momento en que Sakura se ponía de pie. Como estaba de espaldas, Temari pudo ver la larga cicatriz irregular en la base de la columna y soltó una exclamación de sorpresa.
Sakura arrebató la manta del respaldo de la silla, se envolvió en ella y salió de la bañera enfrentando a Temari:
- ¿Qué pasa? - preguntó, como desafiándola a que hablara de la cicatriz que había visto.
Temari sacudió la cabeza. Vio el cuchillo sobre la silla y se acercó para observarlo mejor. Sakura sintió que se ruborizaba, incómoda, y trató de pensar en una explicación lógica para darle a su anfitriona de por qué una gentil dama llevaba semejante arma, pero estaba demasiado agotada para que se le ocurriese una mentira creíble.
- La mía es mucho más afilada.
- ¿Cómo dices? - le preguntó Sakura, segura de que había entendido mal.
- La hoja de mi puñal es mucho más afilada - explicó Temari -. Uso una piedra especial. ¿Quieres que te la afile?
Sakura asintió.
- ¿Acaso duermes con él a tu lado o bajo la almohada? - preguntó la señora de la casa, en tono ligero.
- Bajo la almohada.
- Yo también - dijo Temari -. Así es más fácil tenerlo a mano, ¿verdad?
- Sí, pero ¿por qué tú...?
- Llevaré tu cuchillo arriba y lo pondré bajo tu almohada - prometió Temari -. Y mañana por la mañana, lo afilaré.
- Eres muy amable - murmuró Sakura-. No sabía que otras damas usaran cuchillos.
- La mayoría no lo hacen - replicó Temari, encogiéndose de hombros. Le alcanzó a Sakura un camisón blanco, prístino, y una bata haciendo juego, y la ayudó a vestirse -. Yo ya no duermo con la daga bajo la almohada, pues Naruto me protege. Creo que, a su debido tiempo, tú también la dejarás. Sí, creo que lo harás.
- ¿Sí? - preguntó Sakura, esforzándose por entender las afirmaciones de la otra -. ¿A qué se debe?
- El destino - musitó Temari -. Claro que, antes, tendrás que aprender a confiar en Sasuke
- Eso es imposible - exclamó Sakura-. No confío en nadie.
Por la expresión asombrada de Temari, Sakura supo que su respuesta había sido demasiado vehemente.
- Lady Temari, no sé si entiendo a qué se refiere. Casi no conozco a Sasuke. ¿Por qué tendría que aprender a confiar en él?
- Por favor, no es necesario que me llames lady Temari - replicó -. Ven, siéntate junto al fuego y te desenredaré el cabello.
Arrastró una silla por la habitación, y empujó con suavidad a Sakura para que se sentara en ella.
- No tengo muchos amigos en Inglaterra.
- ¡No me digas!
- Es mi culpa - explicó Temari -. No tengo suficiente paciencia. Aquí, las señoras son muy pretenciosas, pero tú eres diferente.
- ¿Cómo lo sabes? - preguntó Sakura.
- Porque llevas cuchillo - aclaró Temari -. ¿Quieres ser mi amiga?
Sakura vaciló largo rato antes de responder.
- Tanto tiempo como tú quieras ser amiga mía, Temari - susurró.
Temari contempló a la encantadora mujer.
- Crees que cuando te conozca mejor cambiaré de opinión, ¿no es cierto?
La flamante amiga se encogió de hombros, y Temari vio que tenía las manos crispadas sobre el regazo.
- No tuve tiempo para amigos –exclamó Sakura.
- Vi que tienes una cicatriz en la espalda - murmuró Temari -. Por supuesto que no se lo diré a Sasuke, pero él la verá cuando te lleve a su cama. Tienes una marca de honor, Sakura.
Si Temari no la hubiese sujetado por los hombros, Sakura habría saltado de la silla.
- No quise ofenderte - se apresuró a aclarar -. No tendrías que avergonzarte de...
- Sasuke no me llevará a su cama –replicó Sakura-. Temari, ese hombre no me gusta.
Temari sonrió.
- Somos amigas, ¿verdad?
- Sí.
- Entonces no tienes que mentirme: te gusta Sasuke. Pude observarlo en tus ojos cuando lo mirabas. Oh, claro, le fruncías el entrecejo, pero no era más que un alarde, ¿no es cierto? Al menos, admite que lo encuentras guapo. Todas las mujeres lo encuentran atractivo.
- Lo es - respondió Sakura, suspirando -. Es mujeriego, ¿verdad?
- Naruto y yo nunca lo vimos dos veces con la misma mujer - confesó Temari -. Supongo que podría llamárselo mujeriego. ¿Acaso no lo son todos, hasta que se asientan?
- No lo sé - repuso Sakura-. Yo tampoco tengo muchos amigos. No tuve tiempo.
Por fin, Temari tomó el cepillo y comenzó a ordenar los relucientes rizos de Sakura.
- Hasta ahora no había visto un cabello tan hermoso.
Tiene hebras como de fuego brillando en él.
- Oh, la que tiene un cabello hermoso eres tú, no yo - protestó Sakura-. Los hombres prefieren a las rubias, Temari.
- Es el destino - repuso la aludida, cambiando por completo de tema -. Tengo la sensación de que acabas de toparte con tu destino, Sakura.
Temari parecía tan sincera que Sakura no tuvo valor para descorazonarla.
- Si tú lo dices...
En ese momento, Temari notó el bulto en el costado de la cabeza de la muchacha, y Sakura le explicó lo sucedido. Se sintió culpable por engañarla, pues repitió la misma mentira que le había dicho antes a Sasuke, «pero por motivos puros - se dijo -. La verdad no haría más que perturbar a mi nueva amiga».
- Tuviste que ser un guerrero, ¿verdad, Sakura? - preguntó Temari, con voz desbordante de simpatía.
- ¿Qué cosa?
- Un guerrero - repitió Temari.
Intentaba trenzar el cabello de la muchacha, pero comprobó que todavía estaba demasiado húmedo. Dejó el cepillo, esperando que Sakura le respondiese.
- Estuviste sola mucho tiempo, ¿no es así? - preguntó Temari -. ¿Es por eso que no confías en nadie?
Sakura se encogió de hombros.
- Quizá - murmuró.
- Ya tendríamos que reunimos con nuestros hombres.
- Naruto es tu hombre, pero Sasuke no es el mío - protestó Sakura-. Si no te molesta, preferiría irme a la cama.
Temari movió la cabeza.
- Sasuke ya debe de haberse bañado y refrescado. Sé que los dos querrán hacerte unas preguntas antes de dejarte descansar. Sakura, los hombres pueden ser muy obstinados. Cada tanto, es mejor dejar que se salgan con la suya. De ese modo, son mucho más fáciles de manejar. Confía en mí, yo sé lo que digo.
Sakura se apretó más la bata y siguió a Temari. Intentó aclararse la mente, en vista del desafío que iba a enfrentar. En cuanto entró en la biblioteca, vio a Sasuke, apoyado contra el borde del escritorio de Naruto, mirándola ceñudo. Le devolvió la expresión ceñuda. En verdad, deseó que no fuese tan apuesto. Se había bañado y vestido con ropa de Naruto, que le quedaban muy bien. Los pantalones del color de un cervato lo apretaban. Una camisa blanca, de algodón, le cubría los hombros anchos.
Sakura se sentó en el centro del sofá tapizado de dorado.
Temari le tendió una copa de coñac.
- Bebe esto - le indicó -. Te caldeará por dentro.
Sakura bebió con delicadeza unos sorbos hasta que se habituó a la quemante sensación y luego vació la copa.
Satisfecha, Temari asintió. Sakura se sintió mucho mejor y un tanto adormilada. Se reclinó contra los almohadones y cerró los ojos.
- No te atrevas a dormirte - le ordenó Sasuke -. Tengo que hacerte unas preguntas.
- Pero la joven no se molestó en abrir los ojos al contestarle.
- No me dormiré, pero mantendré los ojos cerrados para no ver su semblante ceñudo, Sasuke. Así es mucho más tranquilo. ¿Por qué fingía ser más Pagan?
La pregunta se deslizó con tanta fluidez que, por un momento, nadie reaccionó.
- ¿Qué era quién?
- Fingía ser Pagan - repitió Sakura-. No sé qué otros personajes famosos fingieron ser antes - agregó, con un gesto enfático -. Pero me parece que su amigo tiene una extraña perturbación.
Sasuke pareció querer estrangularla, y Temari contuvo, contuvo una sonrisa.
- Naruto, creo que nunca vi a nuestro amigo tan desasosegado.
- Yo tampoco – agregó Naruto.
Sasuke los miró tan furioso que logró que interrumpieran esa clase de comentarios.
- Esta no es una circunstancia normal - farfulló.
- No creo que alguna vez haya fingido ser Napoleón - intervino Sakura-. Es demasiado alto para eso. Además, todos saben el aspecto que tiene Napoleón.
- Basta - bramó Sasuke, haciendo una profunda inspiración, y prosiguió en tono más suave a esta noche espantosa
- ¡Lo dice como si fuese mi culpa! - exclamó Sakura. Sasuke cerró los ojos.
- No te culpo.
- Oh, sí me culpa - replicó -. Es el hombre más irritante que he conocido en mi vida. Pasé unos momentos terribles y usted me demuestra la misma compasión que un chacal.
Sasuke necesitó contar hasta diez, para estar seguro de que no iba a gritarle.
- ¿Por qué no empieza por el principio? - terció Naruto.
Sakura no hizo caso de la sugerencia de Naruto, pues estaba concentrada en Sasuke. Le pareció que todavía se contenía demasiado. - Si no me brinda un poco de simpatía y comprensión, comenzaré a gritar.
- Ya está gritando - le dijo el hombre, sonriendo entre dientes.
Eso la hizo detenerse. Tomó aliento y se inclinó por una táctica diferente.
- Esos hombres malvados arruinaron todo – afirmó -. Mi hermano acababa de renovar su encantadora casa, y ellos la destruyeron. No se imagina lo desilusionado que estará Gaara cuando lo sepa. Oh, Sasuke, deje de mirarme así. No me importa si me cree o no.
- Bueno, Sakura...
- No me hable.
- Me parece que perdiste el control de la conversación - le señaló Naruto a Sasuke.
- Nunca lo tuve - admitió Sasuke -. Sakura, tendremos que hablamos – afirmó -. Sí – agregó, al ver que la muchacha estaba por interrumpirlo -. Admito que has pasado momentos difíciles.
Sasuke supuso que había hablado en tono desbordante de comprensión. Quería apaciguarla, pero vio que seguía frunciendo el entrecejo.
- Es un hombre exasperante. ¿Por qué tiene que darse tantos aires de superioridad?
Sasuke se volvió hacia Naruto. - ¿Acaso me doy aires?
Naruto se encogió de hombros, pero Temari asintió.
- Si Sakura cree que te das aires de superioridad, tal vez sea así.
- Me trata como a una imbécil - dijo Sakura-. ¿No crees, Temari?
- Como eres mi amiga, estoy de acuerdo contigo - respondió Temari.
- Gracias - contestó Sakura, y luego se concentró otra vez en Sasuke -. No soy una niña.
- Ya me he dado cuenta.
La sonrisa deliberada de Sasuke la enfureció, sintió que perdía terreno en el afán de desequilibrar al hombre. - ¿Sabe qué fue lo peor? Incendiaron el hermoso carruaje de mi hermano. Eso hicieron - agregó, con énfasis.
- ¿Y eso fue lo peor? - preguntó Sasuke.
- ¡Señor, da la casualidad de que yo estaba dentro! - explotó Sakura.
Sasuke movió la cabeza. - ¿En realidad pretendes que crea que estabas dentro del carruaje que se incendió?
- ¿Que se incendió, dice? - Saltó del asiento se quedó de pie, con los brazos en jarras, mirándolo indignada -. ¡En absoluto! Le acercaron antorchas.
Recordó a los presentes y giró para enfrentarlos.
Sujetando el cuello de la bata, bajó la cabeza y dijo:
- Por favor, perdónenme por haberme alterado. Por lo general, no soy tan cortante. Volvió a sentarse y cerró los ojos.
- No me importa lo que crea. Esta noche, no puedo hablar de eso. Estoy demasiado perturbada. Sasuke, si quiere interrogarme tendrá que esperar hasta mañana.
Sasuke se rindió: sin duda, esa mujer estaba dotada para el teatro. Sakura se apoyó el dorso de la mano sobre la frente y dejó escapar un suspiro fatigado. El hombre supo que en ese momento no podría razonar con ella.
Sasuke se sentó en el sofá, junto a la muchacha. Sin dejar de fruncir el entrecejo, le pasó el brazo por los hombros y la apretó contra su costado.
- Recuerdo muy bien que le dije que no soportaba que me toquen - murmuró Sakura, forcejeando para alejarse.
Sonriente, Temari se volvió hacia el marido.
- Es el destino... – susurró -. Creo que debemos dejarlos solos – agregó -. Sakura, tu dormitorio es el primero de la izquierda, al subir la escalera. Sasuke, el tuyo es la puerta de al lado. Temari hizo poner de pie al esposo.
- Mi amor - dijo Naruto-. Quiero saber qué le pasó a Sakura.
Sólo me quedaré unos minutos.
- Mañana sí podrás satisfacer tu curiosidad - prometió Temari -. Dakota vendrá a despertamos dentro de pocas horas. Necesitas descansar.
- ¿Quién es Dakota? - preguntó Sakura, sonriendo al ver el afecto con que se miraban los esposos. Había tanto amor en sus expresiones que sintió un ramalazo de envidia, pero se apresuró a apartar ese sentimiento. Era en vano desear cosas que nunca tendría.
- Dakota es nuestro hijo - respondió Naruto-. Ya tiene casi seis meses. Mañana por la mañana conocerán a nuestro pequeño guerrero.
Tras la promesa, la puerta se cerró con suavidad, y Sakura y Sasuke se quedaron solos otra vez. De inmediato, la muchacha trató de apartarse, pero el hombre la apretó más contra sí.
- Sakura, nunca tuve la intención de hacerte quedar en ridículo – murmuró -. Sólo trataba de analizar de manera lógica tu situación. Tienes que admitir que esta noche fue... difícil. Me siento como si estuviese girando en círculos. No estoy habituado a que las señoras me pidan, con toda dulzura, que las asesine.
- La joven se volvió hacia él y le sonrió. - ¿De modo que fui dulce? - preguntó.
Sasuke asintió. La boca de Sakura estaba muy cerca y era tan atrayente que, sin poder detenerse, se inclinó sobre ella. Frotó la boca contra la de la muchacha, en un beso tierno y nada exigente.
Antes de que Sakura pudiese rehacerse y protestar, había terminado. - ¿Por qué lo hizo? - preguntó, en un murmullo estrangulado.
- Tuve ganas - respondió, mientras la sonrisa se ensanchaba. Empujó a Sakura otra vez contra su hombro, para no tentarse otra vez por la necesidad de besarla, y agregó:
- Lo que te pasó fue terrible, ¿no es cierto? Esperaremos hasta mañana para hablar de ello. Una vez que hayas descansado bien, entre los dos buscaremos la solución a este problema.
- Es muy considerado de su parte - repuso Sakura, con tono de inmenso alivio -. Y ahora, por favor, ¿puede decirme por qué fingía ser Pagan? Antes usted dijo que quería hacerlo salir de su escondite, pero no se me ocurre cómo...
- Trataba de azuzar su orgullo - le explicó el hombre -. Y hacerlo enfadar al punto de que saliera a buscarme. Por mi parte, si alguien fingiera ser yo, me... oh, diablos – murmuró -. Ahora parece una tontería. - Distraído, Sasuke iba enredando los dedos en los rizos suaves de Sakura-. Ya lo intenté todo. La recompensa no sirvió.
- Pero ¿por qué? ¿Quería conocerlo?
- Quiero matarlo.
Al ver que ahogaba una exclamación, Sasuke supo que la había sorprendido con su brusquedad.
- Y, si hubiese enviado a alguien en su lugar para desafiarlo a usted, ¿también habría matado al enviado?
- Sí.
- Entonces ¿su tarea consiste en matar personas? ¿Así es como se gana la vida?
Sakura tenía la vista fija en el fuego, para evitar que Sasuke viese sus lágrimas.
- No, no me gano la vida como asesino.
- Pero ¿ha matado antes?
Sakura se volvió a mirarlo cuando hizo la pregunta, para que él viese su temor.
- Lo hago sólo cuando es necesario - respondió.
- Yo nunca maté a nadie.
Sasuke le dirigió una sonrisa tierna. - Jamás pensé que lo hubieras hecho.
- Pero ¿en verdad cree que es necesario matar a ese pirata?
- Así es.
De manera deliberada, Sasuke adoptó un tono duro, con la esperanza de que Sakura no le hiciera más preguntas.
- También mataré a cada uno de sus tontos seguidores, si es el único modo de llegar a él.
- Oh, Sasuke, en realidad quisiera que no matase a nadie. Una vez más, Sakura estaba al borde de las lágrimas.
Sasuke se reclinó contra el respaldo, cerró los ojos y dijo
- Sakura, tú eres una dama, no lo puedes entender.
- Ayúdeme a entenderlo – imploró -. Pagan hizo muchas cosas magníficas. Me parece un pecado que usted...
- ¿En serio? - la interrumpió el hombre.
- Sin duda, no ignora usted que el pirata entrega la mayor parte del botín a los pobres - dijo Sakura-. ¡Si nuestra iglesia tiene un campanario mano nuevo, gracias a una generosa donación de Pagan!
- ¿Donación? - Sasuke movió la cabeza ante la extraña manera de decirlo -. Ese hombre no es otra cosa que un simple ladrón. Les roba a los ricos...
- Bueno, claro que les roba a los ricos.
- ¿Y eso qué quiere decir?
- Les quita a los ricos porque tienen tanto que no echarán de menos la cantidad insignificante que Pagan les roba. No serviría de nada que les robase a los pobres, pues no tienen nada digno de ser robado.
- Al parecer, sabes mucho de ese pirata.
- Todos están al tanto de las aventuras de Pagan... ¡Es un personaje tan romántico!
- Lo dices de un modo, como si creyeras que tendrían que nombrarlo caballero.
- Quizá sí - respondió Sakura, frotando la mejilla contra el hombro de Sasuke -. Hay quienes dicen que Pagan jamás le hizo daño a nadie. No me parece bien que usted lo persiga.
- Si estás convencida de que Pagan nunca mató a nadie, ¿por qué viniste a buscarlo? ¿Recuerdas que querías que él te matara?
- Lo recuerdo. Si le explico todo mi plan, ¿me promete que no se reirá?
- Lo prometo - respondió Sasuke, asombrado por la súbita timidez de la muchacha.
- Tenía la esperanza de que...si no quería matarme, bueno, quizá quisiera llevarme a su barco mágico, y mantenerme a salvo hasta que mi hermano regresara a mi casa.
- Si él te hubiese concedido semejante deseo, habrías tenido que encomendarte a Dios - dijo Sasuke -. Sin duda, has oído demasiados cuentos fantásticos. Además, te equivocas. El pirata mató.
- ¿A quién?
Durante un largo momento, Sasuke fijó la vista en el fuego y no contestó. Cuando por fin lo hizo, su voz parecía de hielo:
- Pagan mató a mi hermano Itachi.
Esta historia contiene un alto contenido de lenguaje sexual explicito, si eres sensible a este tipo de Lectura por favor cambia de historia.
Esta es una adaptación sin fines de lucro, los créditos correspondientes de esta historia pertenecen a Julie Garwood de la Serie Lyon . Los personajes utilizados en la misma pertenecen a M. Kishimoto.
Recuerden no pretendo obtener ningún crédito de esta historia es una adaptación simplemente para disfrute de las personas que les gusta el Sasusaku igual que a mí, por favor no reporten esta adaptación y permitan que otras personas tengan la oportunidad de leerla. Promovamos el hábito de la lectura no lo saboteemos. iGracias!"
