Disclamer: Todito de Horikoshi, sólo voy a abrazar a los personajes y ya.
Beta: Milenrrama.
TW: Dolor, Tristeza, Depresión y relacionados...
Midoriya se sentó sobre el colchón, dándole la espalda a Todoroki. No tenía las fuerzas para hablarle viéndolo a los ojos. Creía que al poner esa barrera le dolería menos lo que le dijera su amigo. Desde donde estaba podía oír a Todoroki tomar aire y botarlo con fuerza, sabía que intentaba calmarse pero le empezaba a poner los pelos de punta.
«¿Cómo le digo, sin sonar desesperado, que me gustó mucho?». Escondió el rostro entre sus brazos al apoyar los codos sobre sus piernas. «Quiero volver a besarlo». No podía ver a su amigo sin acordarse de los sentimientos que habían aflorado en él. «Trágame tierra y escúpeme en Júpiter».
«¿Qué hago? Sería muy irrespetuoso si me voy sin decir nada». Midoriya empezaba a entrar en pánico con sus pensamientos; no podía tomar una decisión. «Me gustaría volver a besarlo». Quería quedarse en la misma habitación que él pero una voz en su mente le decía que se fuera de ahí lo más rápido posible. «¿Cómo le explico que no quiero que sea la última vez que pruebe sus labios?».
Midoriya sacó su móvil y le escribió a su mentor para decirle que no entrenaría en la mañana. Sabía que All Might se preocuparía por él pero tenía todo el día libre y podría practicar en otro momento. Observó el reflejo del techo en la pantalla y tuvo una idea: movió el teléfono hasta conseguir ver a Todoroki. Se sorprendió un poco por su posición, parecía que estaba llorando.
Colocó el aparato sobre la mesita, entre el vaso vacío y la toalla perfectamente doblada, mientras se levantaba respirando profundo. Rápidamente giró el cuerpo en dirección de su amigo, confirmando lo que había creído ver antes. No lo pensó cuando corrió hasta el escritorio y le pasó un brazo por encima de los hombros.
Sintió a Todoroki sobresaltarse por el contacto y alejarlo, echándose hacia atrás con la silla. «¿En qué momento llegué a su lado?». Vio a su amigo voltear el rostro, pensando que quizás intentaba ocultar su expresión confundida o nerviosa. Lo oyó carraspear mientras colocaba las manos sobre sus piernas y apretaba sus muslos, cogiendo todo el aire que le entrara en los pulmones.
Todoroki se impulsó con los pies para girar la silla, acercándose un poco, y se puso de cara a Midoriya. No pasó mucho tiempo antes de que clavara la mirada en sus ojos verdes. El nudo en la garganta de Midoriya se hizo más grande y las mariposas que revoloteaban en su estómago cobraron fuerzas.
Midoriya entendió que lo que sentía era una versión más personal, e intensa, de cuando incitó a su amigo a que usase su don de fuego durante el festival. Aquel día aprendió dos cosas sobre Todoroki: tenía una fuerza y autocontrol enorme, y que se haría daño para lograr convencerlo de algo.
—Es mejor si me voy —atinó a decirle Midoriya. Creía más conveniente que se alejaran para procesar lo que había sucedido esa madrugada.
Todoroki abrió mucho más los ojos. Midoriya se quedó de pie en medio de la habitación, esperando alguna reacción por parte de su amigo, deseando que, al menos, asintiera o se negara; quería que le diera alguna señal.
No aguantó más y, agarrando el móvil de la mesita, se despidió de Todoroki con un asentimiento. Giró el pomo y jaló la puerta. Salió de la habitación sin decir nada más, consciente de que había dejado a Todoroki sumido en sus pensamientos.
Se fue a su habitación casi de puntillas, contrastando con la rapidez con la que había llegado hasta allí esa noche. Bajó las escaleras rozando el pasamano con delicadeza, buscando inconscientemente la suavidad de la piel de Todoroki en la madera barnizada.
Entró a su cuarto sin encender la luz, la oscuridad era perfecta para la pelea que se batía en su interior. No se alejó de la puerta. Puso las manos y la frente contra la columna a su lado; sólo quería controlar el ritmo su respiración. Su corazón latía desbocado en su pecho y sentía las lágrimas acumularse en sus ojos.
«¿Qué fue todo esto?». Volteó el cuerpo, pegando la espalda a la puerta y poco a poco empezó a deslizarse hasta llegar al suelo. «¿Cuándo florecieron estos sentimientos?». Dobló las piernas pegándolas a su pecho y las rodeó con sus brazos. «¿Por qué tiene que ser él?». Bajó la cabeza hasta esconder el rostro. «No quiero sentirme así».
Comenzó a temblar más intensamente. «¿Qué hice?». Movió las manos hasta sus espinillas y enrolló los dedos alrededor de sus tobillos para acercarlos más a él. «Todo esto es muy extraño». Soltó un suspiro reprimiendo el quejido atorado en su garganta. «¿Por qué, Todoroki?». Atrajo las manos hasta su pecho, arrugando su camisa. El sabor salado de sus lágrimas le hizo acordarse más intensamente de lo dulce de los labios de su amigo. «¿Qué tienes que me pones así?».
Ya no pudo controlarlo. Empezó a sollozar haciendo que su llanto se tornara más doloroso. «Me traes vuelto loco…». No supo en qué momento terminó acostado en el piso, abrazándose a sí mismo, mojando el suelo con sus lágrimas. «…pero no puedo estar contigo». Tenía una mano sobre su boca intentando que sus lamentos no se oyesen tan alto. «Me pones la vida de cabeza…». Los ojos ya empezaban a picarle más allá de lo aguantable. «…pero no podemos estar juntos».
Se quedó un buen rato en la misma posición y bloqueó de su mente la petición de su cuerpo a moverse; casi no le quedaban fuerzas para respirar. El suelo era bastante duro e incómodo. «Me lo merezco». El pensamiento se implantó en su mente como una semilla a punto de germinar y lo hundió más profundo en sus penas. «Es mi castigo por dejarme llevar». Una voz aguda en su cabeza le decía que ya era suficiente, que se estaba haciendo más daño al estar así. Pero la otra voz le llevaba la contraria y parecía como si lo empujara hasta lanzarlo a un precipicio. «Yo no aprendo».
Un grupo de rayos de colores le atravesaron el cuerpo haciéndolo reaccionar y abrió los ojos de golpe, sobresaltado. Intentó encontrar entre las sombras la energía que necesitaba. Se enderezó empujándose con los brazos y recostó la espalda contra la pared contigua a la puerta.
Llevó la mirada hacia sus manos, casi no podía verlas pero las sentía entrelazadas sobre sus muslos. Tomó todo el aire que sus pulmones le permitieron y alzó un poco el brazo derecho aguantando la respiración, detallando las heridas en el dorso de su mano, giró la muñeca y expiró sonoramente formando un puño en el aire.
La claridad del día comenzó a iluminar su habitación y observó el cielo con una idea en mente. «Tengo que hacer todo lo posible para entender este sentimiento». Las nubes aún no lo dejaban ver el sol y hacían que el paisaje fuese totalmente blanco. Él esperaba que eso fuera una señal de que su día sería tan libre de problemas como el cielo.
Salió del cuarto dándose cuenta del silencio que reinaba en el ambiente. «Nadie debe estar despierto a esta hora». Bajó las escaleras lentamente y llegó al primer piso que, como ya se lo esperaba, estaba vacío pero escuchó un ruido proveniente de la cocina, así que fue hasta allá.
Mientras más se acercaba, más se definía el olor que salía de la puerta parcialmente abierta. «¿Quién querrá despertarnos a todos?». Empujó la madera y, de pronto, el aroma se hizo más fuerte. Midoriya era tonto por pensar que no tenía mucha hambre. «¿Quién podría resistirse a comer un poco de ponqué recién horneado?».
Sato caminaba balanceando una pila de platos con las manos y los colocó en la encimera, al lado de la torta. Lo saludó al acercarse y le preguntó sobre lo que estaba haciendo, le sorprendió saber que él tampoco estaba pudiendo dormir. «Pero no será por la misma razón que yo… Seguro que no».
Agarró el plato que Sato le tendió y se comió la torta, felicitándolo por ser tan buen repostero. «Claro, lleva toda su vida practicando para mejorar su singularidad». El ponqué le abrió el apetito y decidió ir a ver si había algo en la despensa que él pudiese preparar. Llegó a la habitación contigua, donde estaba la nevera y la alacena, su asombro fue mayor cuando abrió las puertas de madera y se dio cuenta que la despensa estaba casi vacía, buscó entre los productos que quedaban y casi le daba algo al darse cuenta que lo único que podía hacer para almorzar era soba. «Yo y mi suerte, ugh».
Fue hasta la estufa, la encendió y colocó una olla con agua sobre ella. Buscó en la nevera algunos vegetales, mientras esperaba a que el agua hirviera, los lavó y cortó lentamente. Cuando se giró a ver la hornilla se dio cuenta que parte del agua se había evaporado y que necesitaría añadirle un poco más para cocinar los fideos que quedaban en la bolsa.
Puso lo que había picado a un lado de la olla y volvió a la despensa a buscar las botellitas de salsa de soya y de mirin. Pensó en agarrar los tazones de una vez pero prefirió no hacerlo para evitar que se le cayeran y se partieran. Dejó las salsas junto a los vegetales y regresó al closet donde estaban los platos, de donde sacó cuatro tazones. «Creo que podrían salir cinco pero ya veré cuando estén listos».
Los colocó sobre una bandeja mientras pensaba si se le había olvidado algún ingrediente. «El agua, por All Might, se me olvidó de nuevo». Tomó la bandeja y estuvo a punto de usar su don para llegar más rápido, y lo hubiese hecho de no ser por su miedo a romper los recipientes.
—Mmm… Esto está buenísimo —susurró alguien justo cuando Midoriya llegaba corriendo hacia la estufa.
—¡Hola! —le respondió sin darse cuenta de quién se escondía bajo la capucha de la sudadera.
Midoriya colocó la bandeja peligrosamente cerca de la esquina de la mesa y metió rápidamente los fideos dentro del agua, soltando la respiración que había empezado a aguantar en algún momento:
—¿Esto lo hiciste tú? —preguntó Todoroki dejando el plato sobre la mesa que estaba enfrente.
Midoriya dejó escapar un grito cuando reconoció la voz y movió los brazos rápidamente para cubrirse la boca con las manos. No llegó a evitarlo. El crack de los recipientes rompiéndose por el impacto lo estresaron más y enseguida escuchó el jadeó que soltó su amigo al darse cuenta de lo que había pasado.
«¿Por qué tuvo que ser él?». Pensó Midoriya agachándose a recoger la bandeja y los pedazos grandes que habían quedado de los boles. Aprovechó para esconderse detrás de la mesa que los separaba aunque la estrategia no le duró mucho tiempo.
Pronto tuvo a Todoroki frente a él. Había rodeado la isla dejando ver su característico cabello bicolor y se acercó un poco más a él, observándolo con la duda plasmada en el rostro. Midoriya se levantó nervioso presionando la bandeja contra su pecho, podía sentir sus mejillas teñirse de rojo.
Enseguida lo vio cubrir de hielo el piso, ahora era él quien lo veía sin entender qué estaba haciendo:
—Es más fácil mover un cubo de hielo que andar recogiendo pequeñísimos trozos de cerámica —dijo Todoroki de pie frente a él.
Se llevó una mano a la frente por no haberlo pensado antes y, como siempre hacía cuando Todoroki lo sorprendía, curveó inconscientemente los labios en una sonrisa. «A buena hora me doy cuenta de esto».
Todoroki no parecía creer lo que veían sus ojos. Empujó el cubo hasta dejarle un poco de espacio libre a Midoriya para que pudiese continuar con lo que estaba haciendo, quien lo vio de reojo mientras le transmitía calor al cubo, derritiendo el hielo en un instante y deformando la cerámica hasta que sólo quedara una pasta fácil de separar del suelo.
Midoriya seguía estático a un lado de la mesa sin dejar de abrazar la bandeja. «Dijo que estaba muy bueno el ponqué». Giró el rostro hacia donde estaban los platos y vio uno de ellos vacío. Se sintió avergonzado porque justamente Todoroki ahora pensaba que lo había preparado él. «¿Por qué me pasan estas cosas a mí?».
Colocó la bandeja vacía a un lado y agarró la olla para sacarla del calor, ya se había pasado el tiempo de cocción y los fideos comenzaban a deshacerse e integrarse entre ellos. Pudo salvar los suficientes para preparar dos platos. «Me como uno y dejo el otro aquí, quien lo quiera que se lo…». Sintió la presencia de Todoroki a su lado interrumpiendo sus pensamientos.
Midoriya hubiese causado otro desastre si no hubiese sido porque el recipiente que tenía en las manos estaba sólo unos milímetros encima de la mesa. «¿Pero quién me dio tan mala suerte?». Sacó dos pares de hachis de la gaveta y colocó uno sobre cada tazón, sintiendo el vapor que emanaba. Empujó uno de los boles hacia el otro extremo de la mesa. «A él le fascina el soba». Nervioso, le hizo señas a Todoroki para que se acercara.
«¿Por qué terminaron saliendo sólo dos tazones?». Midoriya dio un par de pasos hasta la silla que estaba del otro lado de la mesa y se sentó. No quiso subir la mirada de su plato pero igual veía a su amigo aún de pie en el mismo lugar.
La expresión en el rostro de Todoroki mostraba que no se esperaba que él cocinara algo, y si era sincero, a él tampoco se le hubiese ocurrido prepararle algo luego de la noche que habían tenido. «Pareciera que a él no le afectó en lo absoluto». Todoroki caminó hasta el lugar que él le había señalado en la mesa y esperó un momento a que levantara el rostro pero se rindió poco después de agarrar los palillos.
Lo vio coger algunos fideos y llevárselos a la boca, haciéndolo abrir los ojos lo más grande que pudo. «Se me pasó la cocción por mucho, claro que se iba a dar cuenta». Todoroki repitió la acción y siguió con la sorpresa dibujada en el rostro mientras sacudía la cabeza suavemente y subía la mirada hasta ver los ojos verdes de Midoriya observarlo desconcertado.
—Te quedaron muy buenos —dijo Todoroki sonriente, sabía que igual no podía negarse a un plato de soba.
—¿En serio? —Midoriya parecía nervioso y se mordió los labios sin poder evitarlo—. Se me pasaron un poco, disculpa.
—No es nada. —Todoroki colocó los palillos sobre el recipiente sin apartar la mirada de él—. No sé si lo sabías pero me gustan más así.
—¿En serio? —Repitió la misma pregunta, estaba sorprendido. «Al final no estuvo mal que los cocinara de más».
—Siempre me quedaban así cuando era más pequeño así que me acostumbré —respondió alzándose de hombros—. Ahora prefiero comerlos de esta forma… —Parecía intentar conseguir la palabra correcta—. Nostalgia, supongo.
—Todoroki. —«Mejor dile de una vez»—. La torta que probaste antes…
—Estaba muy rica, no sabía que hornearas pasteles también —musitó antes de volver a meterse un bocado de fideos en la boca.
—Es que no la hice yo —confesó haciendo que su amigo se atragantara con la comida.
Vio como Todoroki boqueaba en busca de aire mientras intentaba no seguir tosiendo. «Entonces lo que pensé al principio era correcto, si creía que era mía». Observó cómo la expresión en el rostro de si amigo se tornó más oscura, las comisuras de sus labios se curvaron hacia abajo y entrecerró los ojos viéndolo directamente:
—¿Por qué me dejaste creer que la habías hecho tú? —Lo dijo con el tono más dolido que le había escuchado.
—No sé… —Midoriya se llevó una mano a la nuca y empezó a sonrojarse—. No lo afirmé, no pensé… Sólo no lo negué.
—Midoriya… —Todoroki suspiró entristeciendo su mirada—. No está bien engañar a la gente. ¿Haces eso muy seguido?
—¡No!... ¡Todoroki, no! —exclamó Midoriya agitando los brazos frente a él, casi volcando su bol al suelo—. No era mi intención, no quería… —Vio cómo su amigo empezaba a reírse.
«¿Qué le pasa? ¿No debería estar molesto? ¿Qué fue lo que le pareció tan gracioso?».
—¿Sato? —preguntó tapándose la boca con las manos viendo como su amigo asentía—. Me lo supuse.
Todoroki no había dejado de reírse mientras Midoriya alzaba una ceja e inclinaba más la cabeza hacia un lado con cada segundo que pasaba:
—¿Por qué te ríes tanto? —interrogó extrañado. «¿Será que nunca me creyó y sólo estuvo siguiéndome la corriente?»
—Me pareció divertido aparentar que me habías roto el corazón… —Volvió a soltar otra carcajada—. Pero no pude seguir con la actuación.
—Todoroki… —Ahora era él quien entornaba los ojos—. ¿En qué estabas pensando? —No supo explicar por qué le sentó tan mal que él lo engañara.
—Lo siento, no quería que te molestaras pero me hizo gracia —susurró presionando los labios hasta formar una fina línea.
—Nos vemos luego —musitó Midoriya levantándose de su asiento en dirección hacia la puerta.
¡El tercer capítulo ha terminado!
UY, ¿no les ha pasado que se enteran que la persona que les gusta hizo alguna tontería y se lo toman muy a pecho?
Pues... Eso es lo que le está pasando a Deku.
Los leo allá abajito, intenten no lanzarme la frutería entera.
