Este es el 3er capitulo! actualizaré por día o cuando pueda! no voy a abandonar esta obra!!
EMPEZAMOS!
-- Vergüenza --
-Me sorprende pero necesitas más práctica- agachó ante su estudiante, dando por terminada la leccion de hoy, "Tiene que saber usar esa arma, sin importar que".
Ipin estaba desmayada por aquel golpe, ella no sabía que había hecho, solo recordó que estaba practicando y ya.
-Señorita I-pin, deberia tener más cuidado- Dijó un poco avergonzado Kusakabe, la china solo estaba avergonzada por como Kyōya le trababa la herida, era rudo pero se le veía hacer su mejor intento.
No podía ser tan tonta para hacer eso, ¿Como se le ocurría hacer tal movimiento? Acaso no podía ver que iba a rematar el suelo o qué? Y justo pensaba en molestarla en todo el día, ahora debia de cuidar de ella por unas horas, para luego volver a entrenar con el idiota de Cavallone.
-Puedes irte, tienes que entrenar Kyōya- Dijo la pelinegra mientras intentaba levantarse, Ella sabia que iba a estar bien, era solo una leve torcedura en su tobillo, Ya ha tenido peores situaciones comparadas con esta.
-No me mires así, Estoy bien- hizó un puchero para calmar al guardián, al fin y al cabo aún tenía el mismo temperamento como él del futuro, - Mi maestro Fon dijo que iba a cuidar de mi, puedes ir de regreso a la base- Terminó de hablar con una sonrisa en su rostro.
"Hm" fue lo único que recibió como respuesta, acto seguido, El varón fue a cambiarse sus ropas, Al parecer I-pin tuvo que reducir el tamaño de los yukatas y de algunas ropas interiores, quizás debía de explicarle a Kyōya como devolverlas a la normalidad.
Relajó sus ojos, dejándose llevar por la leve brisa en su habitación.
Soltó un suspiro...
Quiera hablar con el, como usualmente hacen en el futuro, conversar sobre cómo iban sus días, planear algunos viajes, recostarse en el jardín mientras observaban el firmamento, tocar sus manos y recostarse hasta quedar dormidos.
Ella extrañaba todo aquello, soltó una pequeña lágrima, ¿Que estaría haciendo su guardián ahora mismo?, Echó a reírse un poco, no se imaginaba a su pequeña de 5 años intentando hablar con el.
Entre la risa y su dolor en el tobillo, sintió como un fuerte dolor de cabeza se apoderó en ese momento, Alertando al guardian que recién había salido de la ducha.
No puede ser, se decía mientras agarraba su cabeza, tenía unos recuerdos borrosos, era confuso unir cada extracto, por lo que optó comenzar a hablar cada imágen que veía rondar en su cabeza.
"Helado" "Kyōya" "Algodón" "Carros" "Sonrisas" comenzaba a balbucear mientras intentaba armar todo lo que decía.
"Genial, ahora estaba perdiendo la cordura" Mentalizó Hibari al ver a su pareja frustrada en la cama.
-¡KYŌYA QUE DEMONIOS ESTAS HACIENDO!- Gritó la joven, siendo escuchada por su maestro, la cual entró con ferocidad a la habitación. Pudo ver aquella escena, la china estaba nerviosa, agarraba sus mejillas con una fuerza abismal, estaba tan roja que parecía una olla de vapor.
Él estaba confuso, primero comienza a decir palabras sin sentido, luego lo regaña y para finalizar Fon había llegado con una mirada poco amigable.
-Kyo... Kyōya es... está cuidandome- musitó la china avergonzada -Estoy ganando algunos nuevos recuerdos- Apretó sus dedos contra su pecho -Hoy me llevó al parque de atracciones, estaba comprandome algunos dulces y... y...- Intentó soltar soltar las últimas palabras pero le fue imposible, una cuánta regresiva había aparecido en su frente, al parecer era de 10 a 0.
Su maestro solo la veía comicamente, sabía lo que se venía.
La china comenzó a correr por todo el templo, evitando todo contacto con los demás, se supone que la bomba Pinzu estaba sellada, pero gracias a un error en el templo volvió a activarse, podía ver como su maestro corría detrás de ella, pero le era imposible, ella era más rápida pero no tanto como como su guardián, la cual se apareció en frente logrando que ella cayera.
-Sujetala- Dijo Fon mientras se arreglaba sus mangas para proceder a sellar aquella bomba, Hibari solo podía ver como ella se aferraba fuertemente a él, ésto le causaba gracia, recordaba perfectamente que la I-pin de 5 años tenía su bomba activa cada vez que lo veía.
-Ipin deja de moverte, ya tienes la cuenta en 3, no vas a querer explotar tu casa- Reclamó Fin con una mirada frustrada, si ella llegará a explotar, sería un gran problema, "Monstruo Brócoli" Selló mientras terminaba de hacer algunos movimientos sobre la frente de su estudiante.
Genial, ahora estaba avergonzada, mientras su maestro tenía una sonrisa como siempre y Kyōya solo le daba una mirada tensa, se veía que estaba molesto. -Voy a dejarlos solos, tienen mucho que hablar, nos vemos mañana I-pin, Hibari- hizo una reverencia en señal de despedida, ellos dos debían de conversar un poco más, las acciones dicen mucho pero el habla es la raíz de sus corazones.
Los dos volvieron a la habitación, Ella avergonzada por todo lo que había sucedido, ya qué solo fue una molestia por todo el día, logrando que Kyōya perdiera un día de entrenamiento y que su maestro perdiera su valioso tiempo con ella sellando esa maldita bomba que solo causaba enojo.
-Perdon- Dijo mientras agachó su rostro, - Gracias a mis estupideces has perdido un día de entrenamiento, se que estas molesto pero no va a volver a pasar- Volvió a agachar su cabeza, esta vez con algunas lágrimas en su rostro, ya no quería ser una molestia para su guardián.
Se acostó en la cama, echándose a un lado, se tapó con la sabana, deseando que fuera un nuevo día y disculpándose internamente por todo lo que habia hecho.
El solo la estaba viendo, habian entrado juntos a su recámara, ella optó por ignorarlo e irse a dormir, vió como estaba sumergida en tristeza, la cual solo queria hacerla sentir mejor, solo iba a darle un respiro y quizás abrazarla sorpresivamente.
Quería preguntarle sobre sus sentimientos, y si este Kyōya no la amaba como su Kyōya? o si solo jugaba con ella?, no; eso era imposible, el nunca haría algo así.
-Kyo...- susurró la fémina mientras sostenía la sábana con un fuerte agarre, -Dime- respondió rápidamente su guardián.
- ¿Aún me amas?- preguntó avergonzada, sus ojos se anegaron en lágrimas, estaba lista para el rechazo de el guardián, le intrigaba que este no dijera nada pero... sus ojos se abrieron sorprendida mente.
Y ahí pudo verlo, ahora entendía el porque de su obsesión con ella, Era muy claro saber el porqué, aquellos ojos, esa voz, esas tiernas manos, todo de ella era simplemente perfecto, había quedado embobado ante aquella escena.
Sus palabras no ayudaban tanto, pero sus acciones hablaban por el, el tiempo fue corto pero rápido, sentía como ella estaba pegada hacia su cuerpo, quería arrancarle esos suspiros sin importar qué.
Su cuerpo habló por sí solo, la tenía arrinconada con sus brazos, aquel aroma, esa piel nivea, y sin hablar de esos labios, esos tiernos y dulces labios. Sus manos estaban en esa cintura, era perfecta para él, veía como ella estaba asombrada por sus bruscas acciones, por lo que comenzó a corresponder las caricias de su pareja.
Nada malo iba a pasar, no? Era su pareja, la misma persona, no le estaba siendo infiel ni nada por el estilo, lo único que temía era seguir ese juego, ella siempre paraba al guardián, tenía que recordarle todas las noches su edad, logrando un leve enojo en su Novio.
Los minutos eran cortos, ahi estaba el; devorando a esa pobre chica, sus labios estaban unidos, esos besos estaban solo para el, sentía la falta de aire por lo que comenzó a usar su lengua para que ella lograra dar bocanadas de aire. Un hilo de saliva los tenía unidos, pero no fue por mucho. El guardián volvió a robarle otro beso, está vez fue más apasionado que el anterior, logrando hacer que ella se sonrojara, el estaba bajando por su cuello, por cada lamida en éste, era un mordida, parecía un vampiro, relamia aquellas heridas que el había causado, logrando algunos quejidos por parte de su fémina.
Ella estaba en las nubes, sentía como el joven hacia estremecerla con tal solo unos besos, pronto sintió como algo la molestaba entre sus muslos, no le prestaría atención, por ahora solo queria entregarse a su guardián.
Continuaba bajando ante aquel cuerpo, su pecho era un manjar, digno de carnívoros como el, Comenzó a pasar su lengua por la clavícula hasta los senos, ganando un fuerte gemido por parte de ella, solo hacia su trabajo, quería devorarla a mordiscos y ella tenía que disfrutarlo.
Su yukata se estaba deslizando, el debía de parar, pero se sentía malditamente bien, Ella tenía un cuerpo espectacular, nunca había visto nada como eso, era como una fantasía delante de él.
Entonces pudo verlo, ella estaba colorada, sus labios hinchados por aquellas acciones, poseían un fuerte color rosa, lo llamaban a gritos, el quería responder pero necesitaba aprobación, y ahí fue cuando lo notó, ella lo estaba llamando, esas delicadas manos acariciando su cabello, era lo único que necesitaba para que continuara con su labor.
Sus manos empezaron a frotar su pijama, a pesar de solo ser un yukata podía sentir cada parte de su piel, causando pequeños jadeos en ella, le encantaba verla así, estaba volviéndose adicto a esos sonidos.
Sus labios estaban estremeciendo los senos de la joven, todo por encima de la ropa, No pudo soportar esa sensación entre sus manos, sin más paciencia, comenzó a quitarle su yukata, solo le bastó quitar un amarre que estaba en la cintura.
"Wow" soltó un jadeo mientras su lengua pasaba por sus labios.
No pudo tener compostura, comenzó a lamer los senos de su contraria, erectandolos con un simple agarre, sus manos abarcaban todo el seno.
Se dedicaba a morder, succionar y darle grandes lamidas en sus pezones, eso causaba que la china perdiera sus sentidos, Nuevamente su boca se volvió a unir con la de ella, esta vez con más movimiento, ya que sus manos aún seguían acariciando aquellos suaves senos, tuvieron que frenar ese beso por un tiempo, sus respiraciones estaban irregulares.
La china no se iba a quedar con los brazos cruzados, ella también quería que el disfrutaba, sus finas manos empezaron a tocar su pecho, bajando hasta el nudo de su yukata, estaba agradecida de ver que el tenía ropa interior, aunque ese agradecimiento duró poco, él estaba muy excitado, además que su mirada sádica la hacía sentir que esto apenas estaba empezando, y justo como pensó, Así fue.
Ahora estaban viéndose, El varón volvió a su labor, ella solo le dedicaba algunos jadeos acompañados de unas pequeñas arañadas en su espalda.
No le costaba dejar un camino de mordidas por toda su cintura, nuevamente sus manos entraron en labor, sentía como su piel se rendía ante sus caricias, eso le hizo saber que lo estaba haciendo bien, pronto decidió bajar hasta su parte más íntima.
Sus bragas estaban mojadas, eso lo hacía sentir orgulloso, sus caricias las estaba disfrutando, sin más que esperar comenzó a tocarla suavemente por encima de su parte, se sentía tan bien, pero tenía miedo.
-¡Kyō..Kyōya!- Soltó un fuerte gemido al sentir la boca del guardián succionando su intimidad, rápidamente colocó su mano en su cabeza, ella nunca había llegado a tal nivel con Kyōya, siempre eran besos y pocas caricias pero nunca la había visto de aquella forma, no como él hacía ahora mismo.
-Ah...- nuevamente el estaba metiendo su rostro allá abajo, no sabía cómo decirle que parara pero a la vez que continuara.
"Demasiado bueno para ser real" musitó el varón mientras relamia las bragas de su pareja, su sabor era exquisito, no pararía de hacerlo hasta que la dejara sin ninguna gota de aquel jugo, quería entrar más pero aquel molesto pedazo de tela no lo dejaba.
Blanca como la nieve en invierno, pero rosada como duraznos, su intimidad estaba húmeda, podia ver cómo estaba rosada por sus actos, al igual que su pequeño botón, su pulgar comenzó a estimular su clitoris, ganando que su pareja comenzara a moverse por su tacto.
Sus movimientos eran embriagantes, le daba pequeñas caricias mientras lo movía circularmente y cuando menos lo esperaba le daba una delicada mordida, sus manos no las deseaba usar en momento, por ahora quería seguir probando aquellas aguas santas.
Sintió como ella lo apretaba buscando profundizar el acto, el no iba a parar, menos cuando la tenia en esa posición, colocó sus pulgares en cada labio vaginal y los separó un poco, haciendo espacio para que su lengua entrara en su interior, ésto causó una gran arqueada en la fémina, sus llamados eran inútiles, solo su nombre resonaba por la habitación.
Sus muslos estaban temblando, sentía como su lengua pasaba una y otra vez por toda su intimidad, luego comenzó a tener una calor abismal rescorrer su cuerpo, sintió como el guardián había introducido más su lengua, logrando tragar todo el líquido caliente que porvenia de su cuerpo, no habia dejado rastro alguno de aquella corrida.
Estaba embriagado por aquella zona, necesitaba calmar esas ansias que lo llamaban a introducirse en ella, por un momento el iba a continuar, pero no se esperaba que la china lograra moverse luego de aquel orgasmo.
A ella no le parecía gustar que él la domara tan fácil, intentó acomodarse pero le fue todo un desafío, esa sesión que le hizo Kyōya fue de otro mundo, pero el caso es que ella había logrado levantarse, estaba hincada ante el, viendo como su guardián comenzaba a acariciarle la cabeza.
Sus manos bajaron desde su pecho hasta sus boxers, comenzó a bajarlos lentamente, se había llevado tremenda sorpresa al ver lo que tenía su amado guardado todo este tiempo, No quería que su guardián esperara tanto, así qué comenzó frotar su masculinidad contra sus manos, ers un movimiento suave, de abajo hacía arriba, luego daba pequeños rozes contra sus senos, logrando que el varón comenzara a gruñir ante tal deseo.
Luego comenzó a depositar unos besos en la coronilla de aquella erección, su lengua fue ganando terreno poco a poco, era como si estuviera comiendo un paletin dulce. Ella repitió cada movimiento hasta ver que el guardián comenzó a guiarla para que le diera más placer.
Y justo fue ahí cuando comenzó su batalla, Ella había colocado su virilidad en su boca, logrando que el varón la agarrara por su cabeza y comenzará a moverla de arriba a abajo, sus lágrimas estaban a brote, era demasiado para ella.
No duró mucho en seguir el ritmo de la mano, para que luego fuera soltada y comenzará a marcar ese mareado movimiento, nuevamente lo escuchó
-Eh... Continua- soltó de un suspiro, sentía que su erección aumentaba más pero traía consigo una carga enorme.
Nuevamente sus manos volvieron a su cabeza, esta vez no fue una, fueron las dos, logrando que su miembro estuviera completo en su boca.
-Hm- Gimió la china mientras unas lágrimas se colgaron en sus ojos, El muchacho había descargado toda su semilla en su boca, esta quedó rendida en la cama, tragando cada porción de esa dulce sustancia.
El Pelinegro vió como estaba su pareja, le sorprendió el hecho de que ella se tragara todo, incluso los que estaban en su mejilla. Nuevamente estaba tocándola abajo, debía de lubricar lo más que fuera posible.
Ella solo estaba mirándolo, preguntándose ahora que seguía, estaba agotada, sus muslos ya no respondían a su cuerpo y menos lo que restaba de el.
El estaba listo, ya estaba posicionado para entrar, solo buscaba una señal que lo dejara continuar.
-Si quieres parar, solo avísame- le susurró el varón al oído, -Esta bien- le respondió mientras sostenía las mejillas de su contrario.
Su miembro estaba muy resbaladizo, dando señal de que solo debía de empujar y así empezar el vaivén.
Un silencio se hizo presente, cuando vió que su miembro no había podido entrar, eso le hizo darse cuenta que era muy grande para la pequeña entrada. Nuevamente comenzó a lubricara, debía de bastar con lo que tenía ahora, fue cuestión de segundos, usó una fuerza poco abismal, cosa que lo hizo sentir mal, pero...
Ya estaba dentro.
La china soltó un gemido de dolor, logrando rápidamente que sus ojos se llenarán de lágrimas. El no se estaba moviendo, era muy consiente de lo que había realizado.
La tomó por la quijada y le depositó un largo beso, sus frentes se habían chocando, logrando que el varón llegará a mirarla, sabía que el dolor habia pasado, era hors de que sllo tuvieran una palabra en mente y era placer.
Su ritmo era lento, aún quería asegurarse de que ella se acostumbrara a su invasión.
-Ah Kyō.. Kyōya- La china estaba agarrando las sábanas, sus piernas terminaron en la cintura del varón, el vaivén estaba empezando, el guardián la tomó por la cintura, logrando profundizar los golpes, sentía como su miembro estaba siendo apretado, su calma no duraba mucho, aumentó la velocidad, ganando que su pareja gritara de placer, causando estragos en ella.
Era todo un animal, la cama rechinaba por el violento uso de fuerza, el vaivén estaba muy feroz, las caderas de la china empezaron marcar su propio ritmo debido a las embestidas violentas del varón.
Su posición había cambiando, el estaba acostado y ella arriba, sentía como las grandes manos estaban aferradas a sus nalgas, estaba siendo igual de brutal, aún estando acostado podía sentir el fuerte agarre del varón, ahora él movía sus caderas, y ella estaba encima intentando domarlo.
Sentía que iba a desmayarse, su orgasmo estaba muy cerca, su estómago estaba envuelto en una calor mortífera.
El pelinegro estaba sintiendo como su miembro estaba siendo apretado, cada vez más y más, bruscamente la había alzado, logrando chocarse contra una pared, ésto lo ayudó a remarcar su ritmo nuevamente, hasta que sintió a la china apretar su cuello y su cabeza en este.
Era lógico que ella se había venido, el aún no paraba de moverse, debía de terminar con todo, lo que decidió colocar una mano en la pared y la otra entre las nalgas de la china.
Demonios, sentía como su cuerpo liberaba toda su alma, logrando vaciarla dentro de ella.
Ella estaba encima de el, a pesar de que ella se habia venido, el continuó hasta rematar toda existencia de excitación en su miembro.
Y ahí estaban, ella siendo cargada por el mientras estaba apresada en la pared, y él sosteniéndola mientras su cabeza estaba en su pecho.
Se separaron y pudieron sentirlo todo, Ella parecía un recipiente, estaba llena de puro placer, una que otra gota salieron de su intimidad, dando como resultado un gran cansancio. Acto seguido comenzaron a retomar sus lugares, ella no podia dar algun paso, lo que el guardian se la llevó a la cama, sus ganas de volver a hacerlo eran inmensas, pero debía de recordar que a la que más le costó perder su virginidad fue a ella, en cambio a el fue todo un placer prohibido.
Su cuerpo pedía a gritos dormir, no sabia que eso la iba a cansar tanto, pudo ver como su guardián estaba tirado a su lado, estaba muy concentrado en su rostro, -Kyōya- llamó intentando buscar atención del hombre, este solo se limitó a verla para luego atraerla a el, -Te amo- le susurró al oído mientras ella parecía sonrojarse por tales palabras, -Tambien te amo- Le respondió, su felicidad era absoluta, terminó de acurrucarse mientras se enredaba entre las sábanas con su hombre.
Ahora solo debía de explicarle a Kyōya porque ya no era virgen, pero esta bien, técnicamente la había perdido con el.
Ahora solo quedaba descansar y esperar el día siguiente.
...
-Ipin, buenos días- Dijo una voz gruesa, ella aún no queria levantarse, la anoche anterior la habia dejado agotada, algo no iba bien, ella decidió frotarse los ojos y ver a quien le correspondía aquella voz.
No podia creerlo, de tantas personas en esta tierra, estaba el, porque demonios estaba el aqui? y lo peor era la típica sonrisa en su rostro, quería que la tierra se la tragara en ese instante.
-Maestro, no es lo que piensa- Balbuceó mientras comenzaba a ponerse roja, dirigió su mirada a un lado y Kyōya seguía dormido, intentó levantarse de la cama pero fue detenida al darse cuenta que estaba desnuda. Genial, ahora su maestro le había visto los pechos.
Enorme fue la sorpresa al ver que su guardián la estaba tapando, solo vió una cosa y fue de terror.
Kyōya estaba prendido en enojo, su mirada lo decía todo, además de levantarlo de su amado sueño con su novia, avergonzarla mientras él dormía y que fuera Fon el que haya provocado todo? eso no merecía perdón.
- Me esperaba esto de ti Hibari, pero no de ti I-pin- la miró con una pequeña molestia, el sabía que ella le gustaba Hibari pero no a tal nivel de acostarse con el. Al parecer no conocía muy bien la relación de ellos, total debía de importarle lo que hacía su pequeña, por dios, apenas tenía 15 años, y conociendo a Hibari sabía que el tampoco había ayudado mucho, el era el peor de la situación.
-Largate- Dijo enojado el guardián mientras se colocaba su yukata de regreso, -Te he dicho que te largues- Alzó la voz mientras sostenía una de sus tonfas.
Ni modo, que podía hacer?, era imposible hacer algo, solo le preocupaba que el muy inútil de su familiar de 16 años no usará protección con su estudiante.
-Si tanto lo deseas, está bien- Respondió Fin con su típica sonrisa, -Ipin, luego que desayunas, ven a verme, tengo que darte algo- volvió a responder ante las amenazas que tenía en esa habitación.
Ahora quería molerlo a golpes, Kyōya solo se limitó a verla, sabía que estaba muerta de la vergüenza.
-Ah!, me duele- dijo mientras se intentaba levantar, al parecer aquella noche fue un poco extrema, aunque estaba agradecida de que fuera este Kyōya y no el de su época, ese la hubiera dejado en silla de rueda por un tiempo.
El solo le dió una sonrisa sádica, sabía lo que había cometido y estaba satisfecho por haberlo logrado.
-No me vas a ayudar?- dijo molesta mientras hacía un puchero, -esto es tu culpa- volvió a regañar.
-Pero te gustó- Dijo irónico el pelinegro mientras la ayudaba a levantarse, tenía tantas de continuar lo de anoche.
...
Nos vemos mañana!
