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MiyaFour vs Aobadivas
Universo Genderbend
Disclaimer: personajes no son míos
Anteriormente: las aobadivas son un puñado de perdedoras de la preparatoria Aoba Johsai, que se refugian en la amistad que se tienen. Makki, Mattun e Iwacchan se reunieron para ver el campeonato de primavera juntes, mientras Oikawa lo vio en secreto por su cuenta. Las MiyasFour, un grupo de youtubers voleibolistas que las aobadivas (salvo Oikawa) admiran, no lograron llegar a la final, y Atsumu no pudo enfretarse a su novia, Omi-chan, la número 1.
III. Ushiwaka-cosas
Aunque el canal había pasado a llamarse MiyaFour, las 3 de siempre eran las que creaban contenido, y Omi-chan, la cuarta Miya, colaboraba dando like y compartiendo los videos en su cuenta personal. En ocasiones facilitaba videos cortos y fotos para que utilizaran su novia, cuñada y concuñada, y esa era su máxima aportación al canal de las Miyas.
—No entiendo realmente cómo puedes salir con esa paleta —dijo cierto día Samu, recostada en las piernas de SunaRin. Despuntaba febrero—. ¿La distancia física acaso no te está matando? Tsumu, ¿no has pensado que solo sale contigo porque eres famosa?
—No seas tan sobreprotectora —objetó SunaRin, paseando sus manos en el cabello de su novia—, cada relación es como es. No porque tengan los mismos genes…
—¿Lo dices porque yo estoy gorda mientras Tsumu es un espárrago?
—Lo digo porque tu hermana es una soñadora y tú tienes los pies demasiado pegados en la tierra.
—O sea que estoy muy gorda como para flotar en las nubes. Que la gravedad me tiene completamente dominada, ¿eso es lo que estás insinuando?
—¡Por qué sacas ese tema ahora! ¿Alguien te ha molestado?
—Mañana es la evaluación física, sé lo que me dirá la enfermera: «por qué no puedes ser delgada como tu hermana», «tienes que dejar las grasas y los carbohidratos».
—Pensaba que no te importaban esos comentarios.
—Ya lo sé, y no me importan… pero toda la seguridad se me va por la borda cuando llega el momento de la evaluación física.
—Tsumu, ayúdame aquí —pidió SunaRin, pero Tsumu, que volaba por su propio planeta, llegó a una determinación inesperada.
—Tenemos que organizar un evento de vóleibol, nosotras. Es la única manera.
—¿Por qué nunca puedes ser útil cuando te necesitamos? —le reprochó SunaRin—, tu hermana está en una crisis.
Atsumu tomó a su gemela por los carrillos y se los estiró.
—Samu, óyeme Samu: eres bella. Las dos lo somos, está en nuestros genes, y tienes razón, la distancia física me está matando.
—Maldición, Miya Atsumu —se quejó SunaRin. Atsumu la detuvo de seguir hablando dado que ella no había terminado.
—Todo ha sucedido mal, SunaRin, ¡mal! No se suponía que perdiéramos en nuestro primer partido de la springhigh. Tampoco se suponía que Omi-chan perdiera en cuartos. Omi y yo debíamos enfrentarnos en la final, otra vez. Así como estaba organizado el árbol, el Itachiyama y el Inarizaki debieron de volver a enfrentarse en la final. ¡Estaba escrito en el destino!
»Lo visualicé tantas veces en mi cabeza, el momento de mi revancha, mi victoria por fin en la cancha naranja. Sería un partido terrible, enserio, un partido de verdad sangriento, ¡te lo prometo! Destronaría a Omi-chan después de hacerle morder el polvo, y ella no tendría más remedio que reconocerlo: me venciste Miya-san, eres la primera persona que lo ha hecho, ni siquiera esa Wakatoshi-piernas-insignificantes-chan, ni esa Kageyama-poquita-cosa-chan, ¡nadie! ¡Eres la única! ¡Tú eres la única! ¡Por favor Miya-san! ¡Cásate conmigo! Te amo, te deseo, hagamos el amor aquí en el gimnasio, frente a todos. En un abrir y cerrar de ojos ¡Bang! porno yuri gratis para todos.
SunaRin la observaba atónita. Samu se agarró el estómago de la risa. Su humor se había recuperado.
—Está claro que la inteligencia no viene determinada por un factor genético. ¿Tú eres tonta?
—Pero te he levantado el ánimo, no puedes negarlo.
—Entonces, ¿todo lo que acabas de decir ha sido una broma? —quiso saber SunaRin. Atsumu negó con la cabeza—. ¡Como puedes hablar de tu novia así! Tsumu, tengo que preguntártelo: ¿tú quieres a tu novia, cierto? Porque así como has hablado de ella, no pareciera que estuvieras muy enamorada. Solo pareciera que quiere derrotarla.
—¿Estás demente? —Tsumu saltó por los aires, poniéndose en guardia—. SunaRin nunca más en tu vida vuelvas a decir una atrocidad así. Omi-chan es mi alma gemela, y por tanto es, ante todo, mi rival. Pero yo todavía no soy su rival, porque no la he derrotado. Su rival es esa porquería de Ushiwaka, y como me descuide, Omi-chan me cambiará.
»Nosotras fuimos descalificadas en la spring. Es cierto que Shiratorizawa ni siquiera llegó a ese nacional, pero la Ushiwaka acaba de ser reclutada por un equipo pro, y eso es llevar demasiado la delantera. A lo mejor hasta fue reclutada para la sub-19. A ninguna de nosotras nos ha llegado alguna invitación aún, pero a la Ushiwaka la han reclutado anteriormente. Estoy jugando en terreno delicado. Si quiero tener el amor de Omi-chan para mí, necesito que me vea como una rival, porque es así como funciona el amor.
—¡Así no! —gritaron las brujas al unísono. Insistió SunaRin—. Entiendo que Omi-chan también es una friki del vóleibol, pero, de todas formas, que desees derrotarla frente a todos y quitarle la corona… eso no es signo de una relación sana.
—Es que ustedes como juegan en el mismo equipo, no lo entienden bien. Es una cosa de respeto. Si no le deseo otra cosa que la derrota absoluta, estaría subestimándola como jugadora, y estaría subestimando, por tanto, nuestro amor.
Las brujas se miraron. Cuando no se puede razonar, no se puede razonar.
—Por eso necesito un torneo de vóleibol cuanto antes —insistió Atsumu—. No me puedo esperar hasta el torneo de verano. Si llegasen a reclutar a la Vaca para la sub-19, para cuando llegue el intercolegial de verano será demasiado tarde para mí. Además, el vóleibol es la única excusa con la que puedo verla sin que se moleste.
—¿Cómo es eso? —preguntaron las brujas otra vez a dúo.
Atsumu no quiso explicarlo. Hasta entonces, lo único que se había callado de su relación con Omi-chan, es que era una relación no romántica. No quería saber qué opinaban unas brujas al respecto de que Atsumu haya aceptado ser parte de una relación no romántica.
—Si organizamos un partido de vóleibol, una liga aficionada, podré verme con Omi-chan de nuevo, antes del verano, y podremos… bueno, no lo tengo tan claro, pero al fin nos veremos.
—¿Una liga? Habría que conseguir gimnasio, eso está horrible —dijo Samu, que no se sentía colaborativa—. Si lo que quieres es ver a Omi, solo invítala a pasar el fin de semana, a nuestros padres no les importará.
—No, tiene que ser un torneo de vóleibol. ¡Lo tengo! ¡Un torneo de vóleibol playa! La playa es pública, se juega a menos puntos, podemos hacerlo. Lanzaremos la convocatoria por redes. Sacaremos videos de esto, podemos recaudar fondos para algo benéfico, no sé, y que surja lo que surja.
—En resumen, te quieres acostar con Omi-Omi y no sabes cómo —SunaRin exponiendo las verdades cual radiografía—. Estoy con Samu en esto: invítala a pasar el fin de semana y ya, no te hagas tanto lío.
—Por supuesto que estás de lado de Samu. Tú siempre estás de su lado. Por eso necesito hacer esto, porque esto no es del lado de ustedes, es de mi lado y el de Omi. Tiene que ser algo elaborado, con vóleibol de plato principal, que camufle muy bien mis verdaderas intenciones.
—O sea que es verdad que te quieres acostar con la número 1.
—¿Puedes dejar de jugar con mi mente TAN SOLO UN PUTO SEGUNDO? Además, juego que desarmo. Todas mis armas de mujer se revelan en la cancha. Tiene que ser así. Ni hablar, esta es mi jugada. Ni se te ocurra decirme nada, SunaRin. Ni se te ocurra que te parto.
—De acuerdo —apoyó Samu, reincorporándose—, te seguiremos en este estúpido, sin sentido y muy elaborado plan, pero con una condición. Si todo este engaño llegase a funcionar, yo no quiero saber nada, ¿de acuerdo? No quiero detalles, no quiero posiciones, ni minutos, ni tipo de lencería, ni tela de la lencería, número de veces, olor de su marca de desodorante, lunares en zonas erógenas, juguetes sexuales, nada. Te prohíbo que me des cualquier detalle si tu plan llega a funcionar.
—No seas así, tú siempre me dices posiciones, minutos, tipo y tela de lencería, número de veces, olor del desodorante, lunares, juguetes, todo. ¿Por qué te crees que me llevo tan mal con SunaRin?
—No te llevas mal conmigo.
—Detesto tus lunares, SunaRin, los detesto. Cómo es posible que tengas lunares justo allí.
—Es una bendición de la naturaleza.
—¡Cállate! ¡Ya cállate cretina!
—Entonces… —Samu encendió la computadora, ignorando la pelea que acababa de provocar—, ¿buscamos una fecha y una playa?
Decidieron agendarla para un mes más, en marzo, Tsumu no aguantaría más. SunaRin reparó en un detalle.
—Si este torneo es tu plan de cita romántica con Omi-chan, entiendo que quieres que ella sea tu rival, ¿cierto? Y de ser así, no podrán jugar en el mismo equipo, ¿lo tienes claro?
—Oh, sí.
—Bien. Solo quería estar segura de que estabas segura.
Y sin perder tiempo, Tsumu le escribió a la estúpida de Ushiwaka.
. . . .
Omi-chan, la número 1, aguardaba sentada en el paradero de buses. Se alisaba la falda, inquieta.
A mediados de diciembre, cometió la brutalidad de declararse a Miya Atsumu; producto de ello, comenzaron a salir. En realidad, eso había resultado bastante bien. El error fue su exceso de honestidad. Aunque la honestidad en sí no era problema, lo problemático fue que Atsumu se lo tomó demasiado literal, cuando, en realidad, la vida no va de absolutos, mucho menos con Omi-chan, a quien los condicionales parecían regirla.
Por ejemplo, le dijo a Miya que no era una persona romántica, porque salir a pasear tomadas de manos le parecía una bobada. Sin embargo, eso no implicaba que no deseara estar con ella, al contrario. Si se declaró en primer lugar, fue porque la quería, afectivamente, y también con más enjundia.
En el campamento de la Youth y en el nacional de primavera, alcanzaron a darse algunos besitos a escondidas, con sabor a poco. Ya tenía dieciséis años, por cumplir los diecisiete, unos pocos besitos no eran suficiente, especialmente si te hierven las hormonas. Y bien que le ardían a Omi. Haría frío y todo, pero Omi se cocinaba por dentro. No era una asexual como Wakatoshi, era una arromántica, y por dentro estaba hecha un estofado. Y los estofados, decía su abuela, hay que comérselos en caliente, o no tiene chiste.
Omi-chan ocultó su rostro tras sus manos, por pensar tal disparate. Si su difunta abuela supiera por dónde caminaban sus pensamientos…
—Miren, si es Omi-chan, la número 1.
Omi se giró, buscando el origen de la voz. Las arpías Fukurodani de tercer año la señalaban a la distancia.
Akaashi llegó corriendo hasta el paradero donde la aguardaba Omi.
—Lo siento, me retrasé. Vámonos rápido antes de que pregunten.
—¿Akaashi? —La voz de Boku-chan se alzó desde atrás— ¿Pero qué haces? ¿Eres amiga de la número 1?
—Muy tarde, corramos.
Akaashi agarró a Omi-chan del brazo; juntas emprendieron la huida. Corrieron un par de calles hasta que se sintieron seguras, libres de ojos curiosos, y al fin, como corresponde, se saludaron.
Las escuelas Itachiyama y Fukurodani eran viejas rivales. Solían enfrentarse en las clasificatorias de prefectura, en partidos de práctica, y en ocasiones, también en los nacionales. Eran caras más que conocidas.
Omi-chan se había cruzado en reiteradas oportunidades con Akaashi, la armadora del Fukurodani. No eran amigas propiamente tal, pero cada vez que se veían, se saludaban e intercambiaban palabras, y la última vez también intercambiaron números de teléfono y conversaban a menudo.
viéndolo así, quizá si fuesen amigas.
—¿Te parece si entramos aquí y hablamos? —sugirió Akaashi frente a un salón de té—. Conozco este sitio, diría que cumple con tus estándares de inocuidad.
Omi-chan aceptó. Era más fácil conversar con un jarro de agua caliente entre sus manos. Pidió agua caliente con azúcar. La moza la miró escéptica. Akaashi pidió un té de canela y manzana, y unas galletas. Eso relajó a la moza.
—Bien, ¿qué sucede?
—Necesito una opinión en una cosa bastante… estúpida.
—La estupidez es mi especialidad, te escucho.
—Supongo que estás al corriente del evento que organizan las Miyas.
—Ah, sí. El torneo de vóley playa, en Hyogo.
—¿Irás?
—Es posible, en todo caso sería de espectadora. Sucede que Bokuto-san se ha inscrito con Kuroo-san. Dice que es una oportunidad perfecta para hacer equipo con alguien distinto del equipo y Kuroo-san está lo bastante loca como para decirle que sí.
—Bueno.
—Supongo que no tengo ni que preguntarte si irás.
—No tengo muchas opciones, ¿cierto? Lo que pasa… Tengo la impresión de que Miya-san… me refiero a mi novia… maquinó todo esto solo para tener una excusa para quedar conmigo.
—Oh. Eso es raro. ¿Están peleadas?
La moza llegó con el agua azucarada de Omi y el té y galletas de Akaashi. Omi-chan se alisó la falda y dio un sorbo a su agua. Sin mirar a su interlocutora, le contó cómo fue que Atsumu y ella comenzaron a salir. Que, desde un principio, le dejó claro que no era una persona romántica, y que el vóleibol era su prioridad, ¡pero! Por supuesto que habían «peros» y «sin embargos» y «no obstantes», porque las excepciones en biología eran lo que confirmaban la regla.
—Ella no me lo ha confesado, pero me doy cuenta. Si me hubiese invitado a pasar el fin de semana a su casa, habría viajado hasta Hyogo sin problema. Con mi kit de limpieza y muchas mudas de ropa, pero habría viajado. Obvio que todo lo que le dije no fue una mentira, porque mis anteriores relaciones acabaron precisamente por el vóleibol.
—Es todo un dilema…
—No, es que eso no es todo. Me gustará el vóleibol y todo, pero el indoor. Detesto la arena. Es incómoda, sucia, y se te mete en partes que nadie debería tocarte —salvo, quizá, una novia… pensó la sucia de Omi-chan ruborizándose sola—. Y la verdad, estoy lo suficientemente desesperada como para decirle que sí a la arena, pero es que Miya-san me ha dicho que tengo que buscarme mi propia compañera, porque ella no quiere jugar conmigo, sino contra mí. ¡Yo! ¡Buscarme compañera! ¿Es que no me pueden suceder más tragedias en esta vida?
—Estás exagerando mucho.
—Es que no puedo pedírselo a nadie. Dado que nuestra relación es pública, me preguntarán: ¿Miya-san no jugará contigo? Yo no podría explicárselo a nadie, antes me muero. Entonces podría solo aparecerme y ya, sin compañera, y eso defraudaría mucho a Miya-san, porque se ha tomado tantas molestias. En el caso hipotético de que encuentre a alguien que acepte ser mi compañera sin hacerme preguntas, al ser precisamente mi compañera de equipo, no podría abandonarla para escaparme con Miya-san. Tendría que pasarme el torneo entero junto a alguien que ignora que es una sujetavelas, para, muy probablemente regresarme a casa sin haber hecho nada, y esperarme a que las Miyas vuelvan a organizar otro evento.
—Eres muy negativa, Sakusa-san. Cualquiera de tu equipo te apoyaría en esto. Incluso, si se lo sugieres, estoy segura de que Ushijima-san aceptaría ir contigo, y no te haría ninguna pregunta.
—Es que eso es lo peor del asunto. Que le pregunté a Wakatoshi-chan. ¿Y sabes qué me respondió? ¡Que no puede! ¡Está ocupada! ¿Te imaginas la razón?
—¡No! —Por fin Akaashi mostraba alguna reacción—, ¿Ushijima-san con Myaa Tsum? Debes estar explotando por dentro.
—Lo estoy, de verdad que sí.
—Por qué Myaa Tsum le habría pedido a Ushijima-san que sea su pareja.
—Porque debe de creerse que para mí el amor y el vóleibol están alineados. Yo… en todas las honestidades que expuse esa noche, una de ellas fue que Wakatoshi es para mí una rival a vencer. Pero lo dije solo porque Miya-san preguntó. Si no hubiese preguntado, no se lo habría dicho, porque, para lo que es mi relación con Miya-san, no tiene relevancia. Pero se lo dije en ese momento en que me estaba declarando, y dado que también le dije que el vóleibol era una prioridad para mí, y como Wakatoshi-chan forma parte del mundo del vóleibol, debe creerse que Wakatoshi es una prioridad para mí también. Entonces, para tener la situación bajo control, la ha invitado y quiere que yo me enfrente a ambas en el partido, las compare, y llegue a la realización de que Miya-san es superior a Wakatoshi-chan, y que esa efervescencia… en fin, que actuemos como dos novias románticas.
—Omi, detén esta locura ahora mismo. Llama a Myaa Tsum, explícale.
—No, no puedo. Yo fui quien estableció las bases, al fin y al cabo. Yo me voy con esto a la tumba. Lo que me queda por hacer, es ir a ese estúpido torneo, jugar contra la dupla Wakatoshi-Miya, jugar bien y con garra pero perder, decirle a Miya de que ella es mi verdadera rival por vencer, sea cierto o mentira debo decírselo, y así instaurar un paradigma donde «vóleibol» igual «amor» igual «Miya-san» igual «Wakatoshi-es-solo-una amiga» igual «no-necesitamos-torneos-de-vóley-playa-para-pasar-un-fin-de-semana-juntas-maldita-sea».
Akaashi, que tenía expediente lidiando con gente de procesos mentales incomprensibles (por ejemplo, Bokuto-san un claro exponente), comprendió para donde apuntaba todo esto.
—¿Quieres que haga equipo contigo porque sabes que será imposible que juntas les ganemos, pero no será tan imposible ganarle a otros rivales, y que nos eliminen sin habernos enfrentado a esa dupla horrible?
—Por favor.
—¿De verdad no puedes pedirle a nadie de tu equipo? ¿Qué me dices de tu prima Komori?
Omi-chan negó con la cabeza.
—Le pregunté. Motoya está ocupada ese día.
—Recibir un remate de Ushijima-san, y en la arena… uff. No creo que mis brazos aguanten mucho.
—Yo me preocuparé de recibir a Wakatoshi-chan, tú haz lo tuyo: armar y engañar.
—Ya qué, le prometí a Bokuto-san que iría de todas maneras a sacar fotos.
—Ahh gracias, no sabes cuánto te lo agradezco.
—Pero después tendrás que explicarle todo a Myaa Tsum. Yo, en algún momento, distraeré a Ushijima-san para que tú le expliques a Myaa Tsum que estás cachonda perdida y todo lo que me has contado. Si no lo haces tú, lo haré yo, usaré las mismas palabras que acabo de usar contigo. Tú verás.
Omi-chan bajó la mirada y alisó los pliegues de su falda. Quizá no fuesen tan amigas.
. . . .
Por allá en Miyagi, Ushijima Wakatoshi, conocida en el mundo del vóleibol como la Ushiwaka, se preparaba para salir a trotar, como todos los días. Era una de esas mañanas frías de febrero, despejadas, en las que el sol apenas calentaba.
Aunque ya no formaba parte del equipo de vóleibol, seguía ocupando los dormitorios de la escuela (como la mayoría de las chicas de tercero), y seguía entrenándose (a diferencia de todas las chicas de tercero). El equipo de vóleibol femenino de primera división, Schweiden Adlers, la reclutó recientemente para formar parte de la parrilla apenas egresara del instituto. No estaba nada mal. Su sueño, sin embargo, era jugar como miembro de un equipo extranjero. Quería salir del país, tal como su madre hizo, para medir fuerzas con las más grandes.
Su mejor amiga, Tendou Satori, la alcanzó justo antes que Wakatoshi saliera a trotar. Su cabello rojo enmarañado le daba un aspecto de somnolencia, pero tenía los ojos completamente despiertos, lo que le otorgaba un aire de demencia.
—¡Detente Wakachin! —gritó agitada. Se apoyó en sus rodillas para tomar aire—. Amiga, acabas de cometer una traición, y lo peor es que no tienes idea. Nunca tienes idea de las consecuencias de tus actos.
Wakatoshi miró la hora en su reloj inteligente. Si era tan urgente, podía concederle algunos minutos.
—¿Qué hice ahora?
—Esta mañana, cuando llegué a tu habitación, me dejaste tu teléfono para que me entretuviese en algo mientras tú te ibas a correr. Y me he metido a tu LINE. Te dije que lo haría, y eso hice. Y esto es grave. Siempre metes la pata sin saberlo, y ahora la has metido bien al fondo. Hace tanto frío aquí, ¿no tienes frío?
—Has venido muy desabrigada. ¿Esto va a demorar mucho?
Tendou liberó un suspiro. El vaho desdibujó por unos momentos la mirada seria de Wakatoshi.
Era una joven linda pero de eterno ceño fruncido, lo que la hacía lucir intimidante y poco accesible a la mayoría de las personas. La joven Tendou sabía bien que, la verdad, Wakatoshi era el bebé más indefenso del mundo.
—Bueno, el error es casi incorregible a estas alturas, anda a trotar y a la vuelta lo conversamos. ¡Eh! ¡Espera! Pasa a comprarme algún dulcecillo, como un pudín de chocolate, o unos muffins de chocolate, o algo con chocolate ¿vale? Me lo merezco por ser buena amiga.
—De acuerdo. Oye, ¿estás bien?
Tendou temblaba de arriba abajo.
—Es el frío. No te preocupes, ve a trotar tranquila.
Wakatoshi observó sus constantes biométricas en el reloj. Regresó al cabo de una hora, con el flequillo pegado a la frente, apestando a sudor, más dos pudines, para ella y Tendou. Su amiga le había enseñado que, cada vez que le pidiera comprarle algún dulce, debía también traer uno para sí misma, porque estaba mal que solo una de las dos comiera y la otra se quedara mirando. Era una de las tantas reglas sociales que regían el mundo, y de no ser por Tendou, Wakatoshi nunca se habría enterado de su existencia.
Después de ducharse, buscó a Tendou. La encontró en el comedor común, todavía no acababa su desayuno. Wakatoshi sumó su bandeja a la de Tendou y repartió los pudines, de chocolate para Tendou, de vainilla el suyo. Miró a su alrededor. Aunque no eran las únicas en el comedor, no estaban ninguna de sus otras amigas.
—¿Dónde se encuentra el resto?
—Ahh, ya sabes cómo son los fines de semana por aquí. Kenjichin se llevó un café a la biblioteca y ha pedido que no la molestamos, Taichin viajó ayer a visitar a sus padres, el resto duerme. Son las diez de la mañana de un sábado. Por supuesto que todos duermen. Ayer se fueron de botellón, ¿tú estuviste?
—Por supuesto que no.
—Yo tampoco, pero he visto las fotos esta mañana. Después de desayunar, acompáñame a despertar a Eitachin. Quiero ver cómo se le quiebra la cabeza luego de un bocinazo en su oído.
Tendou le había explicado a Wakatoshi que las buenas amigas tienen permitido gastarse bromas así de crueles, especialmente si una de esas amigas se las daba de rockstar y dijo que no bebería nunca más. Era otra de esas reglas extrañas, de las cuales Tendou entendía muy bien su funcionamiento.
Aquello le recordó de que, muy seguramente, había quebrado otra regla más, según le advirtió Tendou aquella mañana, antes de irse a trotar.
Normalmente lo habría dejado pasar, pero otra regla del mundo que aprendió con Tendou, fue que las conversaciones pendientes siempre han de retomarse.
—Tendou, hoy en la mañana dijiste que había cometido traición. ¿Qué quisiste decir?
—Ahhh verdad, verdad —La chica del cabello enmarañado desvió la mirada hacia los termos de café, a su reflejo distorsionado sobre la superficie plata. Wakatoshi se preguntaba si acaso Tendou estaba nerviosa por algún motivo, pero prefirió esperar a que siguiera hablando—. Hoy me desperté muy temprano, lo usual, y te dije que iba a echarle un vistazo a tus conversaciones de LINE, con buena fe. Ya sabes que lo hago con buena fe.
—Sí, lo sé.
—Si tú quieres leer mis conversaciones, puedes hacerlo. Te he dicho que no tengo problema.
—No es necesario.
—Bueno, la cosa es que leí tu conversación con Myaa Tsum, y me sorprendió, porque nunca me dijiste que te hablabas con las Miyas.
—No hablo con ellas.
—Pero te escribes con Myaa Tsum.
Wakatoshi se llevó una cucharada de cereales a la boca, haciendo memoria. Cuando pensaba, su ceño se fruncía aún más.
—Ella me hizo una pregunta y yo le respondí.
—Pero… tú sabes que Myaa Tsum tiene novia, ¿cierto? ¿Recuerdas cuando hablamos que las MiyaThree ahora eran las MiyaFour, y que pese a que su apellido era Sakusa, ahora Omichin, la número 1, era la cuarta Miya?
—Sí.
—¿Recuerdas que yo te explicaba de que ahora Omichin era novia de Myaa Tsum?
—Sí.
—¿Y que, por tanto, dado que ahora Omichin tenía novia, era importante que pensaras un poco más tus acciones con Omichin, o podría malinterpretarse cuáles son tus intenciones?
—Sí, me hiciste tomar notas —a continuación, recitó como si se tratase de un teorema matemático—: Las dinámicas sociales entre las amigas cambian completamente si una de ellas tiene novia.
—¡¿Entonces por qué no me haces caso?! —gritó Tendou golpeando la mesa, asumiendo de repente el rol del policía malo.
Wakatoshi, aunque se tenía aquella actuación más que vista, se sorprendió, sin que eso relajase en absoluto su ceño. Tendou se llevó una cucharada del pudín a la boca. Era manjar de Dioses. Se le derrumbó la actuación al primer bocado.
—Quizá fue mi culpa, no fui lo suficientemente clara. Al fin y al cabo, yo te hablé en específico de tu relación con Omichin porque es tu amiga, pero las reglas son iguales para cualquier chica. No sabía, nunca me has hablado antes de que te escribes con Myaa Tsum, pero debí preverlo o-
—No me trato con ella —interrumpió Wakatoshi.
—¿Entonces por qué has decidido dejar el vóleibol?
Wakatoshi ya no entendía nada. Ella no había decidido dejar el vóleibol. Era lo completamente opuesto. Iba a seguir con el vóleibol hasta el final de su vida. ¿Qué estaba sucediendo?
—Eso no es así, Tendou, yo…
—Wakatoshi, tú no eres de mentir. Has renunciado a la concentración de voleibol de la sub-19 por participar en ese estúpido torneo de vóley playa que están organizando las MiyaFour. Deja de negarlo. Lo he leído todo.
Wakatoshi realmente no entendía nada.
—Yo sí iré a la concentración de la sub-19.
—¿Pero…? ¿Quiere decir que le has mentido a Myaa Tsum?
—No.
—¿Acaso no quedaste de jugar con ella?
—Sí. Ella me preguntó si le apetecía que hiciéramos dueto el segundo fin de semana de marzo, y aunque me pareció un poco raro, le dije que no tenía problema.
—¿No te das cuenta, cierto?
—Siempre que cometo una de estas graves faltas a las reglas del mundo, me lo has explicado con detalle, pero ahora solo me haces preguntas en vez de ir al grano del asunto, y no sé a qué apuntas. Sí iré a la concentración de la sub-19, y sí le dije a Miya Atsumu que jugaría con ella.
—Wakatoshi, que las fechas se solapan.
—Por supuesto. Eso es lo que hace a ambas actividades compatibles.
—¿Y cómo pueden ser ambos compatibles? Explica eso.
—Porque Miya Atsumu también fue reclutada para jugar en la sub-19.
Tendou parecía que sufría una apoplejía.
—Por qué, Wakatoshi. Ahhh. Por qué llegaste a una conclusión así.
—Por qué otro motivo Miya Atsumu me habría preguntado si jugaríamos juntas para la fecha de la concentración del entrenamiento de la sub-19 si no va a estar en la sub-19.
Tendou se sintió más aliviada al oír aquello. Todo el miedo que la abordó por creer que su amiga había desechado sus sueños por un amor pasajero, se desintegraron en una risa que le brotó desde lo más profundo del alma.
Wakatoshi se tapó los oídos y siguió desayunando, esperando a que Tendou se serenase. Cuando fue capaz de hablar de nuevo, le dijo:
—Esto te pasa por no tener redes sociales, Wakachin. Es preciso que tengas redes sociales. Es más, diría que es imperativo en esta era. Si no tienes redes sociales, no te enterarás de nada. Yo pensaba que lo sabías, y por eso...
—¿Por eso, qué?
Tendou no quiso decírselo de forma clara.
—Resulta que las Miyas han organizado un torneo aficionado de vóley playa para estudiantes de preparatoria, allá en Hyogo. Las fechas coinciden con la concentración de la sub-19.
—Ahh, ya veo. Así que se trataba de eso —Wakatoshi lo meditó un momento. Quizá no conocía todas las reglas del mundo, pero en esos tres años que llevaba en la academia Shiratorizawa, creía conocer a Tendou, su mejor amiga. Mirando sus cereales, le dijo—: Atravesaste la escuela en la mañana, y ahora me has dicho todo esto de la manera más complicada posible. Tú nunca te complicas tanto en explicarte.
—Lo sé.
—¿Qué es lo que realmente sucede?
—¡Nada!
—De acuerdo.
Siguieron desayunando en silencio. Tendou oía el crujir de los cereales, aplastados por los molares de Wakatoshi. No lo soportó por mucho tiempo.
—Bueno, te lo diré… Ahora realmente te parecerá que se me fue la olla… debió ser que lo leí cuando era muy temprano. Mi padre siempre lo ha dicho: no se pueden resolver problemas tan temprano en la mañana. Y este, con el estómago vacío, parecía un problemón.
—¿Qué pasa?
—Por un momento creí que estabas enamorada de Miya Atsumu. Bien, ya puedes reírte.
Wakatoshi no se rio.
—¿Se puede inferir eso de lo que escribí?
—No, seguramente no. Es que me asusté. Yo creí que estabas al tanto del torneo de vóleibol playa. Cuando vi que Myaa Tsum te invitaba, y tú no la rechazabas, me asusté, porque Myaa Tsum tiene novia, tú eres amiga de esa novia, y si hay algo que no entiendo nada, es de romance, y allí ya no sabría cómo ayudarte.
—¿Por qué tendrías que ayudarme?
—¡Siempre lo hago! Wakatoshi, en realidad, nunca me ha importado, pero pronto nos graduaremos, tú te irás a Tokio, y yo… bueno, ya veremos qué sucederá con mi vida.
—Pensaba que planeabas irte al extranjero.
—Sí, pero todavía no han respondido a ninguna de mis solicitudes. Para evitar cualquier decepción, es mejor actuar de esta manera, como si no tuviese nada preparado.
—Te irá bien —dijo con convicción, no con el objeto de subirle el ánimo, sino porque realmente lo pensaba. Tendou sintió que los ojitos se le llenaban de lágrimas.
—Eres un amor, pero eso, en este mundo, dista de ser una cualidad. Por eso necesito dejarte entrenada, o no sobrevivirás al mundo. Y hay algo en lo que no te he podido entrenar, que es en todo esto del romance, y el amor. Si sigues comportándote así de despistada, el mundo te va a comer, y ni te darás cuenta.
—El canibalismo ha sido erradicado en la mayoría de las sociedades. Es poco probable que alguien quiera comerme. No tienes que preocuparte por eso.
Realmente, Wakatoshi era la más linda.
—Amiga, eres tan divertida. Precisamente por comentarios como ese, es que me preocupas, Wakachin.
»No has comido nada de tu pudín.
—No me gustan los pudines.
—¿Entonces por qué te has comprado uno?
—Para que no comas el tuyo sola. Tendou… Miya Atsumu no me gusta —le aclaró, por si necesitaba saberlo—. Honestamente, no sé si eso me pueda suceder a mí. De todas formas, si me sucede, encontraré una manera de hacerle frente. Sabes que al final siempre resuelvo mis problemas. Gracias por preocuparte de mí, pero no es necesario.
—Creo que esta vez exageré demasiado… Es que…
Wakatoshi observó su pudín.
—Es porque no te he demostrado que puedo valerme por mí misma, pero todavía me queda tiempo para que me creas. No te preocupes, yo solucionaré este problema.
—¿Qué problema?
—El de Miya Atsumu. Lo entiendo ahora. Le dije que jugaría vóleibol con ella, pero realmente no podré hacerlo en la fecha que sugiere. Sin embargo, conociendo como son los torneos, es posible que ya haya reservado plaza para ambas. Lo que debo hacer, es encontrar a alguien que me sustituya.
—¿Esa es tu solución?
—Sí. Además, supongo que debo explicarle a Kiyoomi-san que no pretendo robarme a su novia, o cualquier otro malentendido que haya provocado mi respuesta a la invitación de Miya Atsumu, y le dejaré claro que encontraré un sustituto no romántico para su novia, para que de todas formas pueda jugar.
—Pero, Wakatoshi, tú estás a un nivel muy superior. No puedes pedirle a cualquiera que te reemplace.
—Lo sé, se lo pediré a Oikawa.
Tendou dudó al principio. Pero Wakatoshi tenía razón, no podía seguir sobreprotegiendo a su amiga. Algún día, Wakatoshi se tendría que enfrentar al mundo por sí misma.
—Bueno. Dudo que convenzas a esa Diva Mayor, pero será divertido —dijo Tendou, estrechándole una mano a Wakatoshi—. Termínate tu pudín, es hora de despertar a Eitachin.
Fueron a la habitación de Tendou a buscar la bocina, y le reventaron la cabeza a Eita.
Solo Wakatoshi es tan Wakatoshi. Bullying a diestra y siniestra porque soy Slytherin. ¡Gracias por leer!
Spoiler Alert
—¿Irían? —se atrevió a preguntar Makki. Mattsun volvió a bufar—. No necesariamente a jugar, pero podríamos ver los partidos, y quien sabe, hasta conseguirnos fotos con las MiyaFour. Nunca hemos hecho un viaje juntes fuera de la prefectura, sería divertido.
—Jamás iría —mintió Oikawa, volviéndose a cruzar de brazos—, yo solo participo en ligas profesionales.
