Aclaraciones: Sin POV definido

Disclaimer: Naruto no me pertenece, de lo contrario el NejiTen sería oficial

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Disfruten la lectura

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Capítulo 3. Encanto

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Observó varias veces el mensaje, esa parte le había quedado un poco clara con la foto y ahora con la confirmación, sin embargo eso no explicaba ni remotamente el motivo por el cual tenía una nota con su número, fue a los contactos para cambiar el nombre con el que lo había guardado y volvió al chat sin contestar todavía. El letrero escribiendo... apareció

Kiba:

¿Te molesta que te haya dejado mi número?
Es solo que...
Bueno, mi hermana nunca se fue para poder preguntarte el tuyo

Tenten:
¿Sabes quién soy?

Sentía la necesidad de aclarar esa parte para empezar, estaba segura que en el momento que supiera la verdad iba a dejar de hablarle y hasta le bloquearía su número

Kiba:
La hermosa amiga de mi hermana

Tenten:
Gracias
Pero no me refiero a eso
...
Yo no soy lo que crees

Kiba:

Por favor dime que no eres un hombre
No me lo tomes a mal, pero no me van los hombres
Igual eres más linda que muchas mujeres que conozco

Tenten:
Jajajajajajajajajajajajaja
No
Lo decía porque no pertenezco al mismo circulo social que ustedes
Estudio en ese colegio por una beca

Ya, lo había escrito después de reírse por la otra conclusión que había sido sacada por el hombre. Dejó el teléfono a un lado convencida que ese era el final de la conversación, pero el sonido del mensaje volvió a sonar

Kiba:

¿Y?

Tenten:

No creo que quieres hablar con alguien como yo

Kiba:

¿Por qué no?
Hoy la pasé bien ¿tú no?
¿Te aburrí?
¿Tan mal me quedó la cena?

Tenten:

Para nada, eres gracioso
Y cocinas bien
Jajajajajajajajaja

Kiba:

Gracias, dominar la parrilla es todo un arte

Hablaron poco más, antes de despedirse porque debía ir a la cama a dormir. A la mañana fue al colegio y no le mencionó a su amiga la conversación que había tenido, no sabía qué podía pensar Hana de algo así, y la verdad es que a ella le gustaba la idea de poder hablar con Kiba.

Se volvió parte de su rutina, bien fuera que asistiera a la casa de los Inuzuka o a su propia casa, se dedicaba en la tarde a estudiar y al terminar revisaba su teléfono, chateando con él de cualquier cosa, desde sus clases, o las de él que eran descritas como muy aburridas y se quejaba de los docentes, hablaban de comida comentando cuál era el plato favorito de cada uno, sus edades, aprendiendo que él tenía 21 años y cumpliría los 22 en julio del siguiente año mientras que ella apenas iba a cumplir los 17 en marzo, y muchos otros temas.

Sus exámenes llegaron a feliz término y una semana después de culminar el año escolar su madre fue llamada por las directivas del colegio. Sus padres le habían explicado que obviamente no podían permitirse pagar por su cuenta dicho claustro, por lo cual su progenitora ya estaba empezando a buscar un cupo en algún instituto del estado para que pudiera hacer su último año. Ella lo sabía, de hecho le gustaba el regresar a un lugar en el cual los demás eran de su mismo status y no la harían a un lado más que por ser la nueva, pero podía vivir con eso.

Por fin conocía quien era el nombrado rector Ōnoki, el anciano del que tanto había escuchado cuando se quejaban de las becas y quien había sido testarudo aunque muchos trataron que cambiara de parecer. Junto a este se encontraba una mujer que se identificó como la secretaria académica y al otro lado estaba el docente que había sido su director de curso. Estuvieron hablando sobre la historia del colegio, lo prestigioso que era y la excelencia de su programa, ni su madre ni ella entendían nada, hasta que explicaron que no iban a continuar con el programa de becas para nuevos estudiantes, sin embargo habían decidido mantener la de ella ya que había demostrado un rendimiento más que ideal y merecer el continuar allí.

Su madre agradeció y recibió nuevamente la carta para reclamar al inicio del año siguiente otros uniformes. En el autobús de regreso a casa ella se quedó en silencio, si dejaba de lado a sus compañeros, admitía que le gustaba que ese plantel la retaba más académicamente y los laboratorios estaban mucho mejor dotados, además que estaba el tema de estar aprendiendo francés, cosa que no continuaría de cambiarse. Así que en cuanto sus progenitores le preguntaron qué quería hacer, ella decidió aceptar la beca y continuar en el colegio privado.

Sus vacaciones avanzaban despacio, a veces salía con algunos de sus excompañeros del anterior instituto, otras veces se quedaba en casa estudiando chino, sus padres no hablaban mucho el idioma en casa pero algo podía chapucear ella con lo que le habían enseñado y se valía de algunos vídeos, internet y unos libros que su progenitora había llevado consigo cuando habían inmigrado a ese país. Había algo fascinante en aprender otros lenguajes y de hecho estaba pensando que de poder ir a la universidad o acceder a algún tipo de educación superior, le gustaría estudiar algo que los incluyera.

Sus noches seguían incluyendo las conversaciones con el Inuzuka, quien la felicitó por mantener la beca mientras mantenían sus usuales charlas sobre temas cada vez más aleatorios, casi parecía que a veces le hablaba solo por hablarle, igual le encantaba chatear con él, aunque aparentemente sus mensajes no iban para ningún lugar.

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A diferencia del anterior año, esta vez no estaba asustada para su primer día de clase. Sabía lo que le esperaba y estaba preparada, sabía también que a Michiko no le habían renovado la beca por lo cual se había hecho a la idea que estaría sola en varias clases. En silencio avanzó por los pasillos hasta el salón en el que poco después llegó Hana y la saludó con alegría, no habían hablado durante las vacaciones así que esta no estaba enterada que seguiría pero al verse compararon sus horarios de una vez, descubriendo que iban a compartir todas las clases. Por lo que obviamente si les asignaban algún proyecto en pareja se harían juntas.

A la tercera semana de clase la Inuzuka la invitó a la casa, tenían un examen programado de física y ese era el némesis de la mujer, así que le estaba casi rogando que le explicara y ella aceptó. En el trayecto pensó en el hermano de su amiga, a pesar de todo lo que hablaban él no había dicho nada sobre querer verse o nada parecido, y se sentía contrariada al respecto. Le seguía pareciendo atractivo y seguía pensando que alguien como él no se fijaría en ella, eran amigos y ya, lo cual era más de lo que podía pedir, seguro una vez se graduara no volvería a saber nada de nadie en esa familia.

Ella de pie en la pizarra trataba de explicar con un ejemplo sencillo el ejercicio, buscando una forma lógica en que la enredada fórmula adquiriera algo de sentido para la joven que siempre hacía cara de que le estaba hablando en sanscrito o alguna lengua muerta.

- No sé cómo entiendes esto — se quejó — voy a ir a la cocina por algo de tomar, un vaso en el cual ahogarme — escuchó que decía desde lejos y contuvo su risa. Levantó su libro para buscar un nuevo ejercicio que pudiera explicar mejor, iba a girarse hacia la pizarra cuando escuchó esa voz que hizo que su corazón se acelerara por completo

- No me avisaste que ibas a venir — se sentía incapaz de pronunciar palabra, tampoco sabía cómo debía actuar ¿saludarlo como un gran amigo? ¿mencionar alguna conversación pasada? — no eres tan callada por mensajes...

Su garganta estaba seca, había algo en la forma que él la estaba viendo que la tenía hipnotizada e inmóvil, ni siquiera al ver que avanzaba por la estancia hasta estar muy cerca suyo. Su mano le rodeó la cintura y para ella en ese momento solo existían los ojos de él, además de las mil mariposas que revoloteaban en su estómago y su piel erizándose. Cerró sus propios ojos cuando sus respiraciones se mezclaron y entonces sus labios se unieron.

No era su primer beso, pero sin duda el anterior no le había hecho sentir ni la mitad de sensaciones que la embargaban en ese momento, como ese agradable hormigueo. Se quedó parcialmente congelada, respondiendo el contacto torpemente durante los segundos que duró. Al separarse los colores subieron a su rostro al entender lo que acababa de pasar.

- No le digas a la pulga que estoy aquí — le pidió al dar un paso atrás — escríbeme cuando te vayas a ir y te acompaño al paradero

Lo vio abandonar la estancia y apenas un minuto después entró Hana, preguntándole si todo estaba bien y el porqué de estar completamente roja y claramente englobada. Sacudió la cabeza tratando de enfocarse en lo que hacía antes de esa interrupción, pero la verdad es que ni ella supo que fue lo que dijo en su nuevo intento de retomar la explicación. Mientras empacaba sus cosas en la maleta para irse, sacó el teléfono para escribirle a Kiba que ya se iba y el mensaje quedó en visto, sin respuesta. Al cruzar la verja que daba a la calle y avanzar un par de metros, él salió de la esquina y caminó a su lado la larga distancia. La conversación otra vez se iba a algo de lo que hablarían un par de amigos, el nuevo semestre, las clases y similares.

- Hoy fue una agradable coincidencia, pero me gustaría que me digas la próxima vez que vayas a venir... haré lo posible por estar — ella asintió con un movimiento de cabeza y él volvió a besarla a modo de despedida cuando el autobús llegó

Su sonrisa todo el trayecto fue imborrable, su madre le preguntó el motivo para su alegría y ella solo inventó que había tenido un buen resultado en un examen. Al meterse a la cama revisó sus mensajes, volviendo a sonreír al leer que él le había escrito que hacía mucho quería hacer eso pero le había dado vergüenza pedirle que se vieran, creyendo que tal vez ella no estaba interesada. Intercambiaron un par de palabras más antes de ser hora de dormir.

A Hana le gustaba que estudiaran juntas, por lo cual no fue muy difícil decirle que podían hacer algunos de los deberes juntas y de esta forma regresar una semana después a la enorme propiedad. Excusándose en un momento con querer ir al baño y en lugar de entrar a ese lugar, la mano de Kiba la llevó a la puerta del lado para abrazarla y besarla.

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No es que le insistiera a la Inuzuka para que la invitara, de hecho se había vuelto casi una rutina ir una vez a la semana a la casa, así como lo de ir al baño y tardar un par de minutos más de lo normal porque él estaba muy pendiente de eso o de cuando Hana era quien salía para entrar al estudio y unir sus labios. Empezando incluso a introducir su lengua mientras ella se dedicaba a corresponder lo mejor que podía y disfrutar la sensación.

Así estuvieron un tiempo, hablando en las noches e intercambiando besos a escondidas, para su cumpleaños él le había regalado una hermosa maleta que podía jurar valía al menos la mitad de la renta de donde vivía y no pudo negarse a recibirla. Todo iba bien en su concepto hasta ese día de principios de abril en que fueron interrumpidos por la puerta que se abrió sin que lo notaran y un grito acusatorio se escuchó de una vez.

- ¡Cómo te atreves! — Tsume la estaba viendo con furia, por poco y aseguraría que la iba a golpear — ¡aléjate de mi hijo!

- Mamá...

- ¡NO! ¡Tú te callas! — lo señaló — eres una maldita cazafortunas, una trepadora que cree que conseguirá algo seduciendo a mi hijo ¡pequeña zorra! ¡¿Cómo te atreves?! — ella se había quedado congelada, jamás había pasado por su cabeza nada parecido a lo que la mujer mencionaba — ¡Y tú! — señaló a Kiba — ¿Se puede saber qué estás pensando?

- No es nada ma...

- ¡¿No es nada malo?! ¿Estás hablando en serio? ¡TIENES 21 AÑOS Y ELLA ES UNA MENOR DE EDAD! — ella solo quería que la tierra se la tragara — ¡NO VOY A TOLERAR UN ESCÁNDALO POR ESTO!

- ¿Por qué habría un escándalo? — él se escuchaba tranquilo — y no digas lo que ya has dicho antes

- ¿No te basta con que sea una pordiosera? ¿qué opinas de ir a la cárcel por estupro si alguien se entera de esto o ella va a la policía y te acusa?

- Yo no... — de una mirada se quedó callada

- ¡Quítale las manos de encima! — no estaba segura de a cuál de los dos se los decía, pero ella se apartó para tomar su maleta

- Lo siento — fue su despedida para irse corriendo

- ¡Tú no vas para ningún lugar! — eso fue dicho hacia Kiba. Ella solo siguió su huida

En el trayecto del autobús trató de contener sus lágrimas ¿qué había pensado al escribirle por primera vez? ¿por qué se había ilusionado de esa forma con alguien fuera de su alcance? Era más que obvio que el día que Tsume se enterara iba a oponerse y por eso mismo él hacía las cosas a escondidas. Había sido una idiota y punto. Sintió su teléfono vibrar por un par de mensajes pero no quiso revisarlos.

Al llegar a su casa su madre todavía no había llegado, así que se metió a la cama y finalmente buscó el celular, todos los mensajes eran de Kiba pidiendo que le hablara. Iba a hacerlo a un lado cuando empezó a sonar, era él. Suspiró antes de contestar y poner el aparato en su oreja.

- No estoy de acuerdo con nada de lo que dijo mi madre — fueron sus primeras palabras — por favor, dime que no la tomaste en serio

- Kiba...

- Por favor Tenten, sabes que no pienso nada siquiera parecido a ella

- Es tu madre

- Eso no hace que tenga razón, de verdad me gustas Tenten — ella se mordió el labio

- Tú también me gustas... no quiero tu dinero y jamás haría lo de acusarte de... — ¿cuál era la palabra?

- Lo sé hermosa — ella sonrió — no quiero que dejemos de vernos ¿o tú sí?

- No, claro que no... pero creo que si tu madre me vuelve a ver en tu casa me va a asesinar

- Lo solucionaremos

Al día siguiente se disculpó con Hana, pero esta le restó importancia pues algo había sospechado de ver que su hermano iba más seguido a la casa casualmente los mismos días que ella iba. Tenían por delante todos los proyectos de las clases y a su Tsume le gustaba que sus notas habían mejorado ese año que ella la estaba ayudando a estudiar, por lo cual podían seguir haciéndolo, lo único es que su madre había desterrado del todo a su hermano de la propiedad. No quería verlo de nuevo merodeando por ahí los días que ella asistiera.

Así que su rutina cambió, seguía yendo una vez a la semana con la joven a estudiar y un día o dos se veía después del colegio con Kiba, quien la esperaba cerca del paradero del autobús y de ahí se iban a pasar la tarde en el cine o simplemente iban al parque principal y se sentaban a tomar el sol juntos. Ella no veía el problema en lo que tenían, aunque no estaba segura de cual era el nombre exacto de la relación.

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Hacia finales de mayo se sentía feliz, las cosas con Kiba iban muy bien, se las había arreglado para mantener sus notas y en general le encantaba la primavera y la cercanía del verano, lo que implicaba de paso que pronto llegarían las vacaciones de mitad de año del colegio. Ese sábado le había pedido permiso a su madre pues el Inuzuka le había dicho que quería invitarla a un lugar un poco retirado de la ciudad y no alcanzaban a ir y regresar después de clases. Su progenitora estaba al tanto que se estaba viendo con alguien y aunque no le había dicho exactamente quien era, la mujer le había pedido que no se dejara deslumbrar por ningún chico, lo primero debía ser su estudio.

Le gustaba usar faldas en sus días normales, así que para ese día escogió un conjunto de una blusa de color rosa y una falda a mitad de pierna de color verde con flores, sus zapatos eran unas sandalias con un tacón bajo y su cabello estaba recogido en su habitual peinado. Tomó el autobús hasta el centro de la ciudad pues no quería que él fuera hasta su casa, Kiba ya la esperaba en el punto de encuentro, saludándola con un beso antes de empezar a conducir. Alrededor de una hora después estaban en una carretera lejos de todo, al detenerse él bajó una canasta y le abrió la puerta indicándole que lo siguiera.

Caminaron algunos minutos antes de detenerse en un hermoso campo floreado, él sacó de la canasta una tela que extendió en el suelo para que pudieran sentarse y luego fue sacando algunas de las cosas que había llevado para ese picnic. Habían ido a dar un ligero recorrido por la zona mientras ella admiraba toda la variedad de flores que había y al regresar a la manta empezaron a besarse.

El contacto se fue tornando más pasional de lo usual, poco después él la tomó de la cintura, guiándola para que se sentara a horcajadas sobre sus piernas mientras iba acariciando su espalda, deslizando una mano desde el inicio de su trasero e inmiscuyéndola bajo su blusa para tocar la piel de su columna, consiguiendo que se erizara por completo y suspirara en el beso, siendo incapaz de hacer más que enterrar los dedos en su corto y despeinado cabello. Le encantaban todas las sensaciones que la recorrían, era algo que no había sentido antes, sí, los besos que habían compartido antes le gustaban cada vez más, pero no habían tenido la intensidad de ese momento.

Kiba afianzó el agarre en su cintura y los giró, quedando arriba mientras aumentaba el ritmo con el que su lengua invadía su boca. La mano que había estado bajo su blusa fue ahora hacia una de sus piernas, delineándola lentamente y ascendiendo hasta su falda, que se había recogido por la forma en que estaba acomodada. Apretó su trasero y ella solo pudo volver a suspirar contra sus labios.

- Tenten — él se había apartado solo un poco y la veía a los ojos — ¿Tú has tenido antes...? — entendió la pregunta de una vez, era difícil no hacerlo teniendo en cuenta la posición en que estaban, por lo que negó con un movimiento de cabeza. El Inuzuka exhaló pesadamente y se levantó, sentándose como estaba antes

- ¿Te parece algo malo? — bajó su falda al notar avergonzada que su ropa interior se estaba viendo y lo imitó en lo de sentarse, no había pensado hasta el momento en ese tema

- No, claro que no — unió sus labios, pero apenas fue un roce ligero — es solo que iremos más despacio, es todo — abrió los brazos para que ella se acomodara entre estos

Ella sonrió al hacerlo, era difícil no enamorarse de él.

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Kiba tendrá su POV y llegará en el próximo capítulo.

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Att: Sally K