「 Esos ojos color lavanda ✿ それらのラベンダーの目 」
Han pasado dos meses.
Momoko-san trabajaba, Nanoha empezó después que le pedí a Signum que si podía hablar con Shamal sobre un puesto de enfermera en el hospital.
En estos días Momoko-san y mi madre han hablado sobre un departamento para ellas, las Takamachi, ¿realmente se irá Nanoha de la casa? Me he estado acostumbrando las pocas veces que he podido toparme con ella, aunque pensaba que iba a ser peor tener una compañía en casa, también pasó un mes desde que no he tenido ninguna aventura; es algo tedioso tener a cierta cobriza que te diga que lo dejes porque puede afectar tu salud, no niego que tiene razón, por eso sólo me he estado acostando con Ginga a escondidas en su departamento.
Estaba a punto de salir del estacionamiento hasta que tocaron la ventana del co-piloto, miré, era Ginga quien ingresó para mirarme sonriente... de hecho... estaba muy alterada cada vez que iba a su departamento, olía mis camisas para verificar que no tenga el perfume de Nanoha impregnado en la ropa ¿qué difícil, ¿no? No comprendo aún como Signum pudo casarse.
— Fate-san –dijo acercándose para abrazarme, cosa que me sorprendió, por un poco pensé que quería hacerlo dentro del auto, era emocionante pero no en este estacionamiento, nos puede encontrar el vigilante.
— ¿Sucede algo? -pregunté, ella negó moviendo su cabeza.
— Sólo quería darte un abrazo, sigo esperándote, cuando estés lista podemos empezar realmente -comentó, de nuevo el mismo tema. Suspiré dando una leve sonrisa.
— Tengo que irme –dije, ella asintió para dejarme un pequeño beso cerca de mis labios, salió.
Me parecía totalmente raro ese actuar por lo que preferí no decir más, me dirigí a casa. Era algo tarde.
Cuando ingresé las luces estaban apagadas, supuse que mamá estaba descansando al igual que Momoko-san, subí las escaleras con cuidado hasta que llegué a la puerta de mi habitación, ella salía con un pijama de tela muy fina, a decir verdad, un pequeño short que casi mostraba todo su atributo trasero y su blusa era delgada que lograba dejar ver un poco sus pechos. Ella se sorprendió al verme, creo que estaba sintiendo un calor recorrer en mi cuerpo.
— Pensé que estab... -detuvo su hablar para mirar levemente abajo un poco sorprendida. ¿Qué pasó? Miré a su dirección, era ropa íntima de mujer, más específico un hilo. Esto es de...
— Creo que debo ingresar a mi habitación y tomarme una ducha –dije para meter aquella prenda más en mi bolsillo, Ginga lo hizo apropósito.
— ¿Te acostaste con alguna mujer? -preguntó un poco molesta por su tono de voz, suspiré, ¿es en serio?
— No -respondí.
— Eso no lo dice así -continuó, intentando no hacer mucho ruido por nuestras madres.
— Ni siquiera estás dispuesta a creerme –dicho eso, me giré. En ese instante sentí una mano que ingresó en mi bolsillo y logró sacar aquella ropa íntima, me giré a verla- ¿qué haces?
Nos observamos, estábamos muy cerca, no mentiría, pero podía sentir su respiración. Estaba molesta por su rostro y agitación, tenía levemente el ceño fruncido.
— Por supuesto que no te creeré porque sabía que caerías pronto -respondió, espera, ¿me está haciendo escenas de celo? No creo, estaré imaginando. Creo que esta calentura de verla en esa ropa me está haciendo imaginar tonterías.
— Pero soy un ser humano, puedo acostarme con alguien de vez en cuando ¿no? -dije. No dijo más, simplemente me tiró aquella ropa íntima en mi cara, se giró e ingresó a su habitación cerrando este.
¿Qué le pasa?Pensé mientras sujetaba nuevamente aquel hilo, suspiré al mirarlo nuevamente.
Ella me tendrá que explicar esto.
…
Le tiré aquel hilo en su mesa. Ella alzó su vista mirándome, sonriente.
— ¿Te gustó mi regalo? ¿pudiste hacerte cosas pensando en mí? -preguntó. Esas eran sus intenciones.
— Primero, no lo hice. Segundo, no quiero cosas así -respondí, ella se sorprendió a mi respuesta, frunció leve el ceño.
— ¿Qué te sucede Fate-san? -preguntó, ¿a mí? - Tú no eras así, no sé si tienes a otra mujer, pero saber bien que me gustas mucho, no quiero compartirte con otras mujeres, ni siquiera tenemos una relación como personas normales. Nos acostamos, nos besamos, pero seguimos siendo ¿compañeras de trabajo y de cama?
Cerré los ojos para suspirar.
— Ginga, para con eso por favor -respondí vencida- no quiero una relación, no quiero nada serio con nadie ¿no entiendes? Igual, tengo problemas con Nanoha por tu ''regalo''.
¿Perdón? ¿qué acabas de decir Fate? pensé.
Hubo un silencio incómodo.
— ¡¿Te estás acostando con ella?! -exclamó molesta la pelimorado, se había levantado de su asiento para acercarse a mí.
— Por supuesto que no -respondí, nuevamente, ¿dando explicaciones?
— ¿Entonces por qué ocasione problemas? Yo he llegado antes que ella -siguió, me tomó del rostro.
Me asusta esto.
Ella me besó.
La puerta se abrió.
— Oh por Dios muchachas –era la voz de Signum, mi salvación, nos separamos. Ella ingresó, le colocó unas carpetas a Ginga en su escritorio- dejar de andar besándose en las oficinas o tener sus relaciones sobre la mesa, que los gemidos se escuchan en el pasillo -comentó.
Gemidos, eh, eso me recuerda a... Nanoha cuando escucho a la chica de aquella vez.
— Estos son los gastos de la empresa, míralos, estudia todo ¿está bien? -le indicó a Ginga, luego giró a verme- tienes a una persona esperando en tu oficina, una tal Takamachi, ¿no es la que me pediste ayudara con Shamal?
Mis ojos se abrieron de sorpresa.
— Oh bueno, con su permiso... -dije para retirarme.
Signum estaba confusa, no era tonta, sabía que estábamos peleando.
No dije nada más, solo salí.
Cuando llegué a mi oficina ella estaba ahí sentada, tomando café.
— ¿No deberías estar en el trabajo? -pregunté para colocarme frente a ella, ella giró a verme, estaba ¿apenada? Por cierto, ¿cómo supo que trabajo aquí? Nunca le comenté dónde estaba trabajando exactamente.
— Quería pedirte perdón por mi comportamiento de ayer, cuando quise hacerlo ya no estabas en casa -respondió. Me quedé en silencio mirándola, miré sus ojos, eran lavanda, realmente eran bellos, ¿cómo será verlos más de cerca? ¿Cómo el cielo?
— No te preocupes, no me enojé -tomé asiento, abrí una carpeta.
Silencio.
Segundos.
— Yo, no sé por qué me puse así, pero pensé que después que te insistí que no te acostaras con cualquiera lo habías dejado...
— Lo dejé. De hecho, sólo me he acostado con una sola mujer este tiempo –la miré de reojo mientras tenía gacha la cabeza a la carpeta.
Otra vez silencio.
— ¿Nakajima? -preguntó.
— Uhum -asentí.
Una vez más.
— ¿Eso es todo, Nanoha? -pregunté para ahora sí alzar mi vista correctamente a ella.
— No dejaré esto así -respondió una voz que ingresaba, al mismo tiempo Nanoha se había parado para acercarse a mí.
Nanoha giró a mirar quién era, quizá pensó que me iba a meter en problemas, pero no, era Ginga que venía a pelearme sin importarle que tenga a una persona en mi oficina.
— ¿Qué hace ella aquí? -preguntó.
— Nada, ya se iba -respondí, me acerqué a Nanoha lo poco que le faltaba para tocar su hombro con mi mano, le sonreí. Ella me miró, asintió, pero no sin antes darme un pequeño beso en la mejilla cosa que realmente me había sorprendido.
Entendía ese beso, quería molestar a Ginga pero... me causaba problemas que la iba a tener encima de mí, era gracioso pero molesto al mismo tiempo.
— Mira tú -sostuvo la muñeca de Nanoha, esto no está bien- deja de molestar a Fate-san, ¿de acuerdo?
— Eso debería decirte a ti, dejando cosas que no debes en los bolsillos -respondió. Lo supo, con haberle dicho que ella era con la que me estaba acostando. Me iba acercar.
— Eres una z*rra persiguiendo a Fate-san, ella está conmigo, hasta es más vivir en su casa de mantenida es lo peor -dijo Ginga, una bofetada se escuchó. Me acerqué rápido a Nanoha, la separé de Ginga quien aún estaba en shock de aquella bofetada.
Esto se salía de control.
— Dame un segundo –le susurré. No me dijo nada y empezó a irse sin más, rápidamente fui por mis cosas, las metí sin saber cómo en mi maletín y fui tras Nanoha, dejando atrás a Ginga.
Una vez fuera del edificio tomé la mano de Nanoha, tenía los ojos cristalinos, sus bellos ojos lavanda, quería llorar y bueno, la entiendo; Ginga es posesiva, obsesiva a veces, más si está enamorada de mí, aunque no le corresponda sus sentimientos sólo me quiere para ella, es odioso, trabajamos juntas y es mi agarre algunas noches.
Quizá suena feo, pero sólo la quiero para eso: sexo.
Todo el camino fue silencioso, ni siquiera le avisé a Signum que me iba.
El sonido de las gaviotas se hizo escuchar, la llevé a la playa, estacioné el carro y bajamos. Quizá este aire le haría mejor.
— Es odiosa -susurró mientras con su mano derecha se sujetaba el brazo izquierdo, estaba mirando el mar. Las olas, su sonido era relajante.
— Eh...
— ¿Cómo puedes andar con ella? -se giró a verme, cerré los ojos sin responder.
Silencio.
— Lo siento, no tuvo que decir lo que dijo -respondí cambiando el tema.
No dijo nada más.
…
Otro proyecto estaba sobre mi escritorio, pensaba en el interior, pero nada aparecía más que esos tristes ojos lavanda de aquella vez.
Pasó una semana de lo sucedido, Ginga se volvió acostar conmigo, aunque me estuvo dejando algunas marcas en mi cuerpo cosa que le reclamé. Soy mujer, pero las demás llegan a ser complicadas.
Miraba la pantalla de mi computadora.
Escuché un ''Bienvenida a casa'', miré la hora, eran más o menos las 22hrs. Estaba en turno tarde, el trabajo de un doctor es un horario rotativo eh.
Me coloqué de pie y salí, me la encontré dirección a su habitación, pero esta vez estaba acompañada de un ramo de rosas, lo miré detalladamente, ¿rosas?
— Oh... Fate-chan –dijo. La miré.
— Ho...la -saludé un poco confundida.
— Hm -sonrió- me los regaló un doctor, su nombre es Yuuno-kun.
— ¿Cita? -pregunté. Yuuno.
Ella se sorprendió a mi pregunta, rio un poco.
— Nyahaha, no aún -respondió. ¿Tendrá una cita? Mordí suavemente mi labio inferior- bueno, que descanses Fate-chan, aunque creo estás trabajando eh –continuó para retirarse.
Miré cómo ingresaba a su habitación, desde aquel día intentó ignorarme, pero no puedo olvidar su cuerpo cubierto solo por una tela delgada, mucho menos sus ojos a punto de llorar.
Bueno, supongo que, si sale con alguien, se distraerá y no se meterá más en si me acuesto o no con chicas.
Regresé a mi lugar.
Algunas ideas regresaron a mí, estaba trabajando que ni siquiera me di cuenta de la hora, eran la 01 de la mañana. Bostecé y me estiré, me puse de pie, tenía que terminar el trabajo para estar más libre, iba a caminar hacia la puerta, pero esta se abrió y ahí estaba una cobriza con una taza de café.
— Es para ti –dijo acercándose a mí, entregando aquella taza. Lo sostuve.
— Muchas gracias, lo necesitaba -sonreí en agradecimiento, mi vista se fijó en su pijama, era la misma que aquella vez. Bueno, pensara que porque somos mujeres es normal pero maldita sea, se veía sensual.
— De nada, ¿te falta mucho? -ingresó para tomar asiento frente a mi asiento, cruzó sus piernas, regresé a mi sitio para colocar la taza en el escritorio.
— Hm -asentí.
— Te haré compañía un momento, luego me iré.
Media hora después.
Se quedó dormida. Volví a estirarme, me tomé el café que me preparó. Se veía linda.
Realmente creo que sería bueno que también me vaya a descansar, pero vaya, qué problema, se quedó dormida.
Nanoha.
La llamé en mis pensamientos.
Tuvo un sonrojo pequeño, me sorprendí, pero más por lo otro.
— Fate...chan -susurró.
¿Estaba soñando? ¿soñando conmigo?
Puse mi mano en su hombro, la sacudí suavemente para despertarla, ella se sobresaltó y me miró.
— Yo... perdón -dijo un poco alterada, sonrojada a más no poder, sonreí negando.
— Vamos a dormir
Ella asintió para colocarse de pie, apagué mi computador y ordené un poco todo para ir detrás de ella, apagué la lámpara. Estábamos en el pasillo, llegamos a nuestras puertas, pero ninguna entró.
¿Qué hago?
Acerqué mi mano a la manija de la puerta, pero me jalaron hacia atrás. Era ella.
— Hoy... duerme conmigo Fate -susurró cerca de mi oído. Mi corazón latió rápido, era extraño, me sentía nerviosa.
No sé si es porque su pecho tocó mi espalda, era una tentación para mis hormonas, supongo, inhalé y exhalé para relajarme. Me giré y asentí.
Tomó mi mano y me llevó con ella. Ingresamos a su habitación, había una lámpara prendida, ella caminó a un lado dejando el otro libre, se sentó en su lado para mirarme.
La miré confundida.
Ella suspiró para colocarse de pie nuevamente se acercó a mí, empezó a desabotonar mi pijama, estaba sorprendida... ¿ella quiere...?
— Hazlo... -susurró.
— Pero luego... -le respondí al mismo tono, ella negó.
— No diré nada ni te culparé, es mi decisión -continuó, me miró levemente.
¿Por qué lo hace después de evitarme toda la semana? Pero...
Mis manos automáticamente empezaron a ingresar bajo esa blusa que dejaba ver los pezones de Nanoha, su piel era suave, realmente cuidaba su piel, acerqué mi rostro a su cuello para empezar a dejar besos en este sector haciendo que su respiración se agite y suelte pequeños gemidos que realmente me empezaban a excitar. Tenía un olor delicioso, ¿será el shampoo? ¿su perfume?
Nuestros labios se encontraron por lo que nos empezamos a besar, mis manos acariciaban ahora sus senos mientras la encaminaba dirección a su cama entre besos. Eran deliciosos, sus labios, tenía un labial de brillo sabor a fresa ¿Ginga era así? No.
Nada que ver.
Entonces sucedió, con cuidado y cariño la hice mía. Mía a su deseo, a su anhelo. Mis deseos quizá también se calmen, quizá borre ya su imagen o la recuerde más, cada parte, cada gemido compartido.
Quizá.
Después de haber llegado al clímax ambas nos quedamos rendidas, nos quedamos dormidas.
…
Amaneció, Nanoha aún dormía, pero en su móvil habia un mensaje. Lo leí por encima, suspiré.
Mensaje de texto Dr. Yuuno:
«Podremos encontrarnos este sábado a las 12hrs pasar a recogerte para llevarte a almorzar. Espero verte con muchas ansias Nanoha»
Yuuno, eh.
Me levanté dejando el móvil en su sitio, la miré, era angelical. Me acerqué y le dejé un beso en su frente, me coloqué el pijama para ir a mi habitación.
Quería tomar un baño e ir a trabajar. Quizá estar con Ginga también.
Yuuno.
Fruncí mi ceño levemente.
