N/A: Lamento haber tardado dos años en subir la última parte (en la que sigo trabajando), este fue un proyecto que escribí cuando no tenía internet y cuando volvió hice como si no existía. Gracias a quienes continuaron esperando.

Renuncia: Todo de Trey Parker y Matt Stone.

Por cada búsqueda pido perdón. Parte 1/2

"Judío de mierda… te odio…" Jadeaba Cartman entre murmullos.

Sentí que me desplomaba en la cama y él se posicionaba sobre mí sin dejar de besarme. Yo intentaba tocar todo lo que estuviera a mi alcance, pasando mis manos por debajo de su ropa y rasguñar su espalda amplia, Cartman gruñó sobre mis labios, su voz tan gutural y cargada en encanto me revolvió el estómago y si antes mi corazón latía con fuerza, ahora no sentía que estuviera latiendo siquiera.

Había pasado tanto, tanto tiempo.

Se alejó de mí quedando de rodillas para ayudarme a quitar la camisa de botones. No sabía qué cara estaba poniendo, pero él se relamió los labios y deseé que simplemente me arrancara toda la ropa sin miramientos. Me levanté y Cartman no tuvo más remedio que sentarse sobre mi regazo, terminé el cruento trabajo de deshacerme de la camisa e inmediatamente me abalancé a la de él, ambas cayeron en algún lugar del piso.

Volvió a lanzarme a la cama sin contemplaciones, no iba a hacer considerado conmigo después de todo y tampoco me importaba si lo era o no. Desabrochó sus pantalones y también los míos, se inclinó de nuevo para besarme esta vez más lento, de esa forma acompasada que me volvía loco.

Lo amaba, maldita sea, le amaba demasiado.

Estiró su brazo hacia los cajones mientras que con su otra mano masajeaba mi miembro. Me sentía ligero y acalorado y no paraba de arquear mi espalda y mover mis caderas tanto que Cartman no necesitaba moverse mucho.

"Mierda…" Musitó molesto, cada vez buscaba con más desespero dentro de los compartimientos y el sonido de cosas chocando me fastidió por un momento. Le tomé de las mejillas con fuerza y le obligué a mirarme, frunció el ceño, pero yo pasé mis brazos por su cuello atrayéndole a mí todo lo que podía y le besaba sin importar si me faltaba el aire. "Espera, joder…" Me dijo y aumentó el ritmo con firmeza en mi miembro provocando que le soltara para presionar las sábanas y que llevara mi cabeza hacia atrás todo lo que podía.

"¿Cómo… esperas que…?" Balbuceé, porque él intentaba que me tranquilizara, pero no dejaba de masturbarme.

"Oh… entiendo." Se burló, se inclinó sobre mí para dejar pequeños besos por todo mi rostro.

"Cartman." Arrugué el gesto "¡Cartman!"

"Ah, cuánto amor." Ronroneó en mi oreja "¿Quieres que te la meta ya?" Enrojecí y apenas fui capaz de contener los jadeos y la mirada suplicante, una risa emergió de su garganta que me enfadó a la par que estimuló más si era posible "Qué vulgar…"

Mordió mi labio inferior y siguió el ritmo con su mano. Mi pecho subía y bajaba de forma excesiva, necesitaba aire, más aire, no estaba pensando con claridad. Mi mente y mi cuerpo se habían desconectado para siempre, sumergido en las profundas caricias de Eric.

Por fin Cartman encontró lo que buscaba. Lubricante. Y yo me preguntaba cómo es que podía tener la entereza para pensar si quiera en prepararme y no perder los estribos como yo quería hacer con él, así que el pensamiento de que yo era el único verdaderamente necesitado de aquello me avergonzó bastante, pero eso no me detuvo.

"Ya sabes qué hacer." Dijo con firmeza y yo asentí, me deshice de lo que quedaba de mi ropa, mi cuerpo entero temblaba víctima de la emoción y las ansias y él bañó su propio miembro con aquel líquido "Date la vuelta." Ordenó y obedecí. Él amaba que yo siguiera sus órdenes, tener a un judío, pelirrojo y de Jersey completamente a su merced era su fantasía favorita y una que sólo yo podía cumplir.

Elevé mis caderas y presioné bien las sábanas. No tenía idea de lo enfadado que estaba hasta que dio el primer impulso. Burdo y tosco. Pero la siguiente embestida fue como una corriente eléctrica que recorrió mi cuerpo hasta la punta de los pies y mi mente quedaba en blanco, me sentía flotar en el vacío, así que él tuvo que sostener mis caderas con fuerza para seguir moviéndose.

Estoy seguro de que lloré y gemí tan alto como mi garganta lo permitía. Cartman gruñía y repetía mi nombre como un mantra. Y sus dedos quemaban sobre mi piel, sus dientes marcaban mi espalda y se inclinaba sobre mí para lamer mis lágrimas y repetirme al oído que no llorara, que siguiera soportando.

"Mañana será otro día…" Me dijo entre risas. El tiempo no iba a detenerse por mí, ni el mundo iba a seguirme el ritmo a la medida milimétrica. Ni siquiera Cartman.

Así que debía decir lo que tanto tiempo llevaba conteniendo, decir esas dos palabras que parecían ser la elección más evidente en ese momento, que calcinaban mis sentidos y asfixiaban mi pecho. Pero no. No las dije, porque él tampoco lo había hecho antes y yo no pretendía vivir de intenciones.

Mañana iba a ser otro día.

A lo mejor mañana comenzábamos a ser sinceros con el otro.

A lo mejor mañana el orgullo dejaba de ser un impedimento.

o-o-o-o

Desperté desorientado, pero ligero. Sentía una pequeña molestia en el cuerpo, pero nada que fuera insoportable, a excepción del dolor en la nariz por el ataque de la noche anterior. No había tenido sexo en meses, así que el recuerdo bastó para ponerme muy acalorado otra vez. Cartman no estaba conmigo. No era que no me lo esperara, pero tampoco dejó de desilusionarme. Busqué mi teléfono entre la ropa esparcida por el suelo, pero no lo encontré.

"¿Qué carajos…?"

Busqué un pantalón de pijama y una camiseta en el armario y me vestí. En cuanto salí descubrí que mi móvil estaba sobre el sofá. Suspiré, seguramente el gordo lo llevó hasta ahí con tal de que no escuchara mi alarma. Descarté el pensamiento de que quisiera dejarme descansar toda la mañana, él no era esa clase de chico después de todo. Dejé que mi cuerpo cayera descuidadamente en el sofá. No, no iba a ir a clases, no cuando probablemente tenía marcas de mordidas por todas partes, algunas difíciles de ocultar porque Cartman siempre fue a así de hijoputa, así de listo. Tuve ese desagradable dolor en la espalda baja en cuanto me recosté por completo y de nuevo estaba sintiendo esa pesada sensación de angustia que se clavaba en mi pecho impidiéndome respirar con tranquilidad.

La noche anterior actué como un completo idiota. Tan desesperado por su actitud conmigo los últimos meses que todo simplemente explotó dentro de mí en ese momento y él también parecía desear escuchar esas palabras de mi boca porque sus ojos me estudiaron distintos a como acostumbraban hacerlo. Fue casi como un recuerdo vago de algo que se desvanece poco a poco a pesar de los esfuerzos por retenerlo, pude sentir su ansiedad, su lujuria, su desconsuelo, todo entremezclado en un simple vistazo a sus ojos avellana y a mí no me provocó otra sensación más que la de dejarme llevar, de permitirme ese sentimiento de seguridad que me ofrecían sus fuertes brazos.

De algún modo dejó de importarme cualquier cosa que lo hubiera hecho antes. Dejaron de importarme las mentiras, las palabras deshonestas, los insultos, el secretismo, todo me dio la sensación de ser lo suficientemente insignificante para echar abajo mi orgullo, como si su rechazo fuera algún tipo de disparador que sometía todos mis instintos y me volvían más irracional, más subjetivo.

Permanecí un largo rato observando el encielado sin interés alguno, completamente congelado bajo el leve sonido de mi respiración, sonriendo a veces, cerrando los ojos en frustración, esperando que en algún momento Cartman volviera al dormitorio para hablar. Sabía que quería hablar con él, lo que no sabía era sobre qué se supone que debíamos hablar, las ideas estaban difusas en mi cabeza y el absoluto silencio estaba haciéndome sentir sordo. Era demasiado silencio. La habitación estaba demasiado silenciosa a como estuvo los últimos dos días.

¿Por qué había estado tan estresado?

La actitud de Cartman me había abrumado, él fue quien quiso incluirme de nuevo en su vida, fue el primero en dar su brazo a torcer para hacerme partícipe de sus planes, me permitió conocer su horario entero, intentó forzar algún tipo de armonía que nos hacía falta como mínimo para ser compañeros de habitación ¿y con qué moneda le pagué? Insultándole, liándome con otro tío y provocándole más desprecio hacia mi persona.

Yo era despreciable. Caí demasiado bajo, tanto para ganarme una paliza, situación de la que Cartman tuvo que encargarse de algún modo u otro. De todas formas ¿qué se supone que había hecho ayer en su ordenador? No estaba seguro, tampoco quería estar seguro de cualquier idea loca que se me venía a la cabeza, era Eric Cartman y en el pasado había hecho cosas terribles sólo con pronunciar algunas palabras. Tenía que arreglar las cosas con él, debía hacer caso a, por lo menos, una de las veces que me insistieron Stan y Kenny que hablara sinceramente.

Observé una vez más la hora en la pantalla de mi móvil y me levanté para darme una ducha, aun con la sensación de estar olvidando algo bastante presente en mi cabeza.

Cartman llegó al dormitorio justo en el momento en que yo había acabado de vestirme, todavía con una toalla sobre la cabeza porque mi cabello no estaba del todo seco. No dije nada, me quedé ahí como embobado por sus movimientos, sin atreverme a decir algo y él me echó un vistazo rápido para después cerrar la puerta y empezar a buscar algo con la mirada, no sabía que estaba haciendo con seguridad.

"Kyle…" Me dijo y como si fuera alguna voz de mando, mi cuerpo quedo por completo firme. Sólo hasta entonces reparé en el marcado golpe en su mejilla, una marca morada que se extendía hasta su pómulo, casi cubriendo su ojo. Aquel tipo le había pegado bien, probablemente Cartman no lo habría contado si el ataque hubiera sido para él y no para mí, tuvo ventaja sobre la situación de cierto modo.

"Cartman" reaccioné sacudiendo la cabeza y dando pasos temerosos, me acerqué a él al tiempo en que me quitaba la toalla de la cabeza y la dejaba descuidadamente en el sofá "Tenemos que hablar."

"Oh no." Bufó frunciendo el ceño "Judío, no tengo tiempo para esto ahora, lo que tengo que decirte es más…"

"Sólo estoy pidiéndote un momento, Cartman" Interrumpí "¿Por qué no puedes ser más condescendiente?"

"Kahl, no voy a repetirlo, no quiero escuchar nada que venga de tu maldita boca judía."

"De acuerdo, de acuerdo." Cerré mis ojos para tranquilizarme, odiaba su jodida actitud de negación absoluta, me daba la impresión de que lo estaba haciendo porque aún gustaba de burlarse de mí. Pero no, no iba a quedarme callado esa vez. "Vamos simplemente a decir que todo lo que pasó ayer es mentira y vamos a seguir fingiendo que en verdad no tenemos nada de qué hablar." Cartman puso en blanco los ojos "Y digamos que hemos estado desperdiciando nuestro tiempo intentando que la poca amistad que nos quedaba no se fuera a la mierda por nuestras estúpidas actitudes. Digamos que lo hecho, hecho está y que tú eres sólo el tío bueno que jamás ocultó nada durante nuestra relación y que, en verdad, todo fue culpa mía, que yo fui quien desconfió porque, para empezar, había confundido mis sentimientos y debí habértelo dejado claro desde el principio aun a sabiendas de que lo nuestro no iba a poder fortalecerse por mi culpa."

"Kyle…" suspiraba cansino.

"Bueno, eso está bien" Continué "excepto porque, si de verdad fueras el tío bueno de la historia, entonces estarías dejándome explicarlo todo, estarías explicando tu parte de los hechos y también me habrías perdonado por lo que hice." Respiré. Hice una pausa valorativa, esta vez le miré a los ojos y él alzó una ceja "Sé que no quieres hablar conmigo, confía en mí cuando te digo que me ha quedado claro después de todo lo que ha pasado, pero no puedo pasar un día más aguantándolo todo dentro de mí…"

"¿Y qué quieres decir entonces?" Preguntó.

Ambos extendimos un silencio en el que por fin entendí lo que esa mirada turbada intentaba decirme. El corazón daba tumbos en mi pecho y cuando él desvió la mirada por unos segundos advertí que era ahora o nunca.

"Te amo." Dije y Cartman respingó de una forma que parecía honesta "Ahora estoy cien por ciento seguro, así que te lo estoy diciendo de verdad. Me gustas más de lo que quisiera admitir, así que, por favor…"

"¿Ese es todo tu discurso?" Dijo y yo parpadeé sorprendido "Me esperaba que, no sé, lloraras o algo…"

"¿Cuál es tu maldito problema, culo gordo?" Me acerqué a él a zancadas, alzando los puños, pero él me tomó por las muñecas para sostenerme con fuerza. Me observó con descarada diversión "¿No notas que estoy arrepentido?" Intenté razonar, también intenté alejarme, pero Cartman era más fuerte "Lo lamento tanto..."

"¿Sí? Pues qué lástima."

"¿Por qué no quieres perdonarme?" Murmuré dolido.

"Porque ya lo hice."

"No." Sacudí la cabeza, de nuevo intenté alejarme "No me vengas con mierdas como que no necesitaba pedir perdón, Eric."

"Al contrario, Kahl." Sonrió. Mi cuerpo se heló por completo, repentinamente sentí escalofríos y me tomó unos segundos más mirar sus ojos "Después de nuestra última pelea, cuando me dejaste, después de haberme ido de la habitación y volver, me pediste perdón."

"¿Qué?" Fruncí el ceño, intentaba hacer un poco de memoria, pero nada surgía.

"Sí, Kahl, parece que sí lloraste mucho y terminaste muy cansado porque estabas hablando dormido y yo te perdoné como un completo imbécil. ¡Así que volviste a tratarme como la mierda al día siguiente como el maldito judío embustero que eres!" Presionó más en mis muñecas, pero ni siquiera sentí dolor en cuento infló las mejillas, claramente haciendo una rabieta.

"¿Hablas… enserio?" Balbuceé, no podía creer lo lindo que era cuando se lo proponía.

"La venganza es un plato que se sirve frío." Murmuró ladino y yo también sonreí. Aquello era tan absurdo.

"Eres tan inmaduro…"

"Quizá." Se encogió de hombros. Sentía mi ceño fruncido mientras me soltaba las manos, memorias llegaban a mí como un torrente de información dolorosamente importante. Así que, después de todo, yo no solamente había soñado con pedirle perdón, sino que lo había hecho de verdad, la diferencia era que yo estaba lo suficientemente dormido como para darme cuenta después. Me preguntaba cómo debió haberse sentido haberme perdonado para continuar recibiendo el mismo trato de mierda que solía usar con él, cuán dolido debió haberse sentido, su orgullo por los suelos al perdonar a alguien tan horrible como yo. Definitivamente había lamento en sus ojos y me dije a mí mismo que no quería verle dirigiéndome esa mirada de nuevo. De alguna forma comenzaba a preferir los días de ignorancia, aquellos en los que sólo nos llamábamos idiotas y dejábamos todo en el olvido, como si los errores que cometimos no fueran sino obstáculos que había que esquivar. Eric no pertenecía a ese bucle infinito de inseguridades que traía consigo el amor, no cuando pasó un tiempo antes de que comprendiera en su totalidad el verdadero significado de este. "Pero nada volvería a ser como antes si te perdono y te consta."

"Podría ser mejor, lo prometo." Sólo por esa vez me permití ser condescendiente. Mis ojos se humedecieron cuando observé su rostro y noté por fin la ventaja que me llevaba en estatura. Tan grande, pero todavía con un corazón frágil.

"Eres tan positivo. A lo mejor por eso te gusto tanto."

Hace algún tiempo Eric me había confesado algo como esto, que entendía el significado de estar enamorado porque yo se lo había enseñado, que era algo tan simple como tonto a la vez y que era distinto a lo que pudo haber sentido por Heidi cuando niños. Ese día había pasado por alto la manera honesta en la que hablaba. Pasé por alto que él siempre hablaba honestamente conmigo y que, preferir no decirme ciertas cosas, también contaba como honestidad.

Qué puto idiota estaba hecho.

"Eric…" Intenté hablar, pero fui silenciado por su dedo índice.

"Vamos a preocuparnos por nuestro problema inmediato."

"¿Huh?"

"El gato de Stan." Dijo y algo acaeció sobre mi cabeza como peso muerto, como el pánico súbito de haber provocado una catástrofe, por eso estaba tan silencioso todo.

Cuando quise girarme para buscarlo, Eric no me lo permitió, se quedó sosteniendo mis manos como si fuera a escapar de alguna forma, fruncí el ceño y le insté a que se alejara, aunque en vano.

"Espera, eso no es todo." Dijo y como si se tratara de alguna obra de teatro guionizada, alguien tocó la puerta en ese momento, fuerte y repetidas veces, apremié a Eric con la mirada. "Son los de disciplina."

"¿Qué?" Solté en frustración, mi corazón se oprimió de repente ¿cómo todo se podía ir a la mierda tan rápido?

"Los vi cuando subí a la habitación." Decía mientras me soltaba y echaba un vistazo hacia la puerta. Se acercó a su escritorio para sacar todas las cosas de su mochila. "Parece que esa mierdecilla hizo un último movimiento en tu contra, Kahl."

"¿Dave?" Indagué tácito, le observé tomar las cosas del gato y meterlas sin mucho cuidado en la mochila, se giró hacia mí tras cerrarla.

"Como dije, será la última vez." Y su voz seria y profunda movió algo en mi corazón, verle defendiéndome con tanto ahínco definitivamente movía algo en mi corazón. Me arrepentía por haberme cegado a mí mismo durante tanto tiempo. "Diles que vas a clases y llévate esto, nos veremos abajo." Me extendió la mochila que tomé sin rechistar. Ese día tocaba ser un héroe.

Salí de la habitación ignorando el hecho de que las dos personas encargadas de la disciplina en los dormitorios me pidieron explicaciones ¿Iba a dejar que Eric se encargara de todo por sí mismo? No tenía vergüenza de admitir que yo sólo sería un estorbo. Por supuesto, no quería meter la pata como tantas veces antes y menos por algo que involucraba a Stan.

"Lo lamento, voy a clases." Dije rehuyendo de sus miradas inquisidoras.

"Tenemos que revisar tu dormitorio." Explicó uno de ellos deteniéndome al pasar a su lado.

"Mi compañero de habitación está dentro, pueden hablar con él."

Y me observaron poco convencidos de mis palabras mientras me dejaban ir. Me había aferrado a la mochila como si mi vida y la de mi familia dependiera de ello. No estaba demás resaltar que bajé las escaleras tan rápido que no sería extraño si me tropezase, lo cual sucedió al flaquear el tabique de la entrada y aún así me había compuesto lo suficiente para que nadie se acercara a ver qué había pasado.

Cinco minutos más tarde aquellas dos personas habían salido de los dormitorios y yo tuve que apresurarme para esconderme con el miedo a que me hubieran visto; el terror era algo que solía ser bastante evidente en mi respiración agitada. Justo cuando giraban la esquina del edificio, apareció Eric a paso ligero, mirando hacia todos lados como si buscara encontrarme y yo no podía sacarme de la cabeza lo que había sucedido allá arriba. Yo me había confesado, le había dicho por fin lo que sentía, me había enfadado por sentirme vulnerable a su lado y había tratado de expresar cuánto lo sentía, pero nada había funcionado.

Obtuve lo que quería cuando dio su brazo a torcer y pasó la noche conmigo, pero eso debió haberle dolido tanto como a mí. Permanecí escondido al tiempo en que mi respiración fallaba y el miedo invadía mis manos sudorosas y mis piernas que, temblorosas, reprimieron mis intenciones de salir a encontrarle.

Me fui de ahí, con algo de suerte encontraría al gato de Stan y también las fuerzas para volver a verle.