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I gave a lot to you

I take a lot of you too

You slave a lot for me

Guess you could say I gave you my edge

[ Interpol, The New ]

. . .


Los rayos del sol le calientan los párpados. Por un momento, Itachi olvida los dolores de su enfermedad. Se desvanecen como si nunca hubiesen existido, pero eso solo sucede durante sus escapes a Shisui, cuando la oscuridad en la que vive es tan espesa que necesita desesperadamente un poco de luz. Una chispa, un toque.

Los dedos del joven dejan de acariciarle la frente para entretenerse con su cabello. La sensación es tan placentera que Itachi ronronea involuntariamente, demasiado relajado.

—¿Te duele? —pregunta la voz de Shisui.

La comadreja sabe que no se refiere a las caricias en su melena.

—Por ahora no siento nada.

—Pero mañana podrías morir—regaña Shisui, tirando de un mechón con un poco de fuerza. Itachi hace un mohín, sin abrir los ojos—. ¿Quisieras pensar en ti por primera vez en tu vida? Por muy niño prodigo que seas, no eres indestructible. Únicamente esfuérzate cuando sea necesario.

—El medicamento de Sasori es bastante bueno. Puedo usar el sharingan decentemente, sin mareos y sin sangre.

El entrecejo de Shisui se arruga.

—Quizá solo está matando tus neuronas, porque no eres capaz de ver el daño que te haces.

Lentamente, Itachi separa los párpados. Lo primero que ve es la deslumbrante luz del sol, y se sorprende de que podría enfocarla —tal vez— durante unos minutos sin sentir que sus ojos se queman. Luego, Shisui cubre el campo de visión de Itachi y éste tiene que esperar un momento para adaptarse a las sombras.

La cabeza de la comadreja descansa sobre las piernas de Shisui; el pelilargo contempla detenidamente el rostro del joven ninja, cuya expresión preocupada se suaviza poco a poco.

—A Sasuke-chan no le gustaría verte así—dice Shisui, deslizando el flequillo de Itachi entre sus dedos.

Él no puede usar ese argumento para persuadir a Itachi. Seguro que lo sabe (o, al menos, el Shisui de aquella fantasía); probablemente solo lo dijo para tocar las fibras sentimentales del pelilargo, cuyo complejo de hermano mayor es monumental.

(Lo logró, por cierto).

—Sería más fácil lidiar contigo si fueras un niño— comenta la comadreja, sonriendo—. Te preocupas demasiado.

El muchacho de dieciséis años levanta una ceja.

—Me preocupo lo necesario—asevera—. Siempre buscas sobrepasar tu límite. Y eso es bueno la mayor parte del tiempo, pero si continúas así, terminarás haciéndote pedazos.

—¿No crees que exageras?

—Hum, déjame ver—Shisui levanta la barbilla, mirando a la lejanía. Su mano sostiene su mentón en pose pensativa. Itachi entrecierra los ojos, concentrándose en el arco del cuello de Shisui (cuando era niño, ese siempre fue el mejor lugar para sentirse protegido). —. ¿Crees que exageré la vez que te dije no persiguieras a esa gallina?

La comadreja suelta una risita.

—Terminé picoteado.

—¿Y quién crees que tuvo que poner banditas en todo tu cuerpo?

Itachi afianza su sonrisa cuando el de cabello rizado se inclina y lo contempla. Shisui lo había hecho: él limpió sus heridas aquella vez y colocó banditas alrededor de sus piernas mientras se burlaba de la torpeza del joven prodigo ANBU.

Y esa es la realidad. Shisui siempre lo protegió. Desde el momento en que se conocieron fue el ancla que mantuvo sus pies sobre el suelo, con su sonrisa, sus ocurrencias, sus bromas y todo lo que le enseñó. El aura de ese chico siempre logró calmar el más poderoso de los tifones en la cabeza de Itachi.

Él sabe que no puede seguir adelante si deja ir a Shisui. Jamás pensó que podría necesitarlo tanto como en ese punto de su vida, y hay momentos en los que simplemente lo odia por haberse ido.

Ahora, Itachi solo puede volver a Shisui durante esos escapes. Lleva haciéndolo por años y así continuará hasta que llegue el momento de reencontrarse con Sasuke. Es la única forma en la que encuentra paz y ubica de nuevo su camino. Aunque Shisui solo sea una ilusión. Aunque fuera del genjutsu, el cuerpo de Itachi esté desmoronándose, presa de una enfermedad que ha estado gestándose durante años.

Él ya tiene todo planeado.

—Sasuke se deshizo de Orochimaru.

Shisui tuerce la boca, pensativo.

—¿Estás seguro?

—Lo asesinó—declara el pelilargo.

—Oh, pero eso no significa que se haya deshecho de él—Shisui juega con sus dedos sobre su barbilla, alargando los segundos para que Itachi piense bien las cosas—. ¿O sí?

—… Aún vive dentro de Sasuke por la marca de maldición— adivina la comadreja.

Se incorpora, presa del descubrimiento. Pero, entre tanto, se toma un momento para pensar en lo extraño que resulta (todavía) ser más alto que Shisui. Aunque estén sentados uno al lado del otro, Itachi le gana por dos centímetros.

—Bueno, si se tratara de mí es obvio que no tendrías oportunidad—farfulla Shisui, marcando una sonrisa socarrona e imposiblemente suave—. Pero estamos hablando de Orochimaru, así que podrás vencerlo con facilidad, 'tachi. Solo asegúrate de forzarlo a salir.

—No sé si…

—¿Qué es lo que no sabes? —interviene el joven de rizos, con el brillo de la determinación y la confianza en sus ojos—. Eres es Uchiha Itachi, el hermano mayor de Sasuke. Prometiste siempre estar ahí para él, ¿verdad? Pues bien: ahora te necesita. No puedes permitirte fallar cuando luchas por todo lo que te importa.

Itachi deja caer los párpados solo lo suficiente para seguir viendo a Shisui.

A veces necesita detenerse y pensar en todo el peso que lleva sobre sus hombros: la masacre del clan, su exilio de Konoha, la muerte de sus padres, el sacrificio de Shisui y el odio que él mismo sembró en el corazón de su hermano. Únicamente él es responsable del camino que Sasuke ha tomado.

Es casi imposible que una persona pueda cargar con todo eso. Itachi lo hace, pero hay momentos en los que se siente can cansado que solo desea que la enfermedad llegue a su punto crítico y lo consuma más rápido.

Pero no puede simplemente dejarse llevar. Todavía hay cosas que debe hacer, y sin embargo…

—Fallé desde el momento en que te perdí.

Shisui parpadea unos segundos antes de volver el rostro hacia el paisaje. El día es claro, aunque Itachi tiene la sensación de que pronto comenzará a anochecer. Los tonos rojizos en el horizonte dan los primeros indicios de querer devorar el azul celeste; el cielo ha estado así durante sus últimos escapes.

—No me perdiste—asevera el usuario del Shunshin—. Te prometí que nunca me iría de tu lado.

«Pero no estás aquí. No realmente.»

—Tú y yo prometimos muchas cosas que nos era imposible cumplir, Shisui.

¿Llegar a ver un futuro libre de guerra? Qué idealistas. ¿Detener el golpe de estado? Qué optimistas. ¿Esperar el día en el que la única preocupación en sus mentes fuese la reacción que tendrían los padres de Itachi cuando se enteraran de su relación? Qué tontería.

Shisui se ha levantado. Itachi no se da cuenta de ello hasta que el joven se inclina y acuna el rostro del otro entre sus manos, juntando sus frentes. Sacude las hojas que han aterrizado sobre la cabeza del pelilargo y luego, con un movimiento rápido y travieso, atrapa los labios de la comadreja suavemente entre sus dientes.

Itachi se deja llevar por esa sensación, recordando lo familiar que todavía se sienten los labios de Shisui sobre su piel. «Sempiterno.», piensa el moreno. «Ojalá este momento durara para siempre.»

Sabe que es una ilusión y aun así quiere aferrarse a ella. Pero Shisui rompe el encanto cuando se separa.

—No me fallaste—declara—. No le fallaste a Shisui, Itachi. Sé que tampoco le fallarás a Sasuke.

El rostro de Sasuke asalta la memoria de Itachi como una puñalada en el corazón. Siente que las lágrimas se acumulan en sus ojos. Shisui presiona su frente contra la del mayor antes de enderezarse y ofrecerle una mano.

—Ya casi es hora—anuncia una vez que Itachi acepta su mano, impulsándose para levantarse—. Hagamos una carrera hacia Nakano.

—¿Eh? ¿Ahora?

Shisui solamente sonríe, poniéndose en marcha. Itachi reacciona rápido y lo sigue, olvidando la capa de Akatsuki en el tronco del árbol donde permanecieron sentados hasta ese momento.

El claro es extenso; más al fondo, en el horizonte, Itachi alcanza a ver la espesura del bosque.

A medio camino, Shisui gira su rostro hacia la comadreja.

—Usa la espada de Totsuka para liberar a Sasuke de la marca de maldición.

Un instante después, el usuario del Shunshin acelera el paso e Itachi se toma un segundo para procesar la información que Shisui acaba de darle antes de seguirlo.

Ambos se pierden entre los árboles. El camino los lleva hacia Nakano, mientras las sombras del atardecer los cubren como si estuviesen adentrándose a un pozo sin fondo.

«Ya casi es hora.»

Las contracciones y el terrible ardor en sus ojos interrumpen el sueño de Itachi. Debe esperar unos momentos antes de levantarse, sintiendo helada la habitación pese al clima templado de la noche.

Finalmente, se levanta. La sangre cae de sus ojos y de su boca como lágrimas y cascadas, e Itachi la limpia con el dorso de la mano. Se siente débil. Probablemente, si comienza a toser, escupirá todo el cúmulo de sangre que tiene atorando en la tráquea.

Necesita ver a Sasori.

Sabe bien que el marionetista no necesita dormir, sin embargo, no deja de sentirse algo culpable por visitarlo a tales horas de la madrugada, pues seguramente el Akasuna está concentrado en alguno de sus proyectos.

Golpea tres veces la puerta y cuando el taheño la abre, da un pequeño asentimiento con la cabeza. Ya sabe a qué se debe la visita de Itachi.

—Aguarda.

Mientras Sasori trabaja, la comadreja aun escucha los restos de la voz de Shisui dentro de su cabeza. «Ya casi es hora.». La sensación de adentrarse en lo profundo se hace cada vez más fuerte.

—Gracias—dice el Uchiha cuando Sasori le extiende la medicina.

Los ojos de la marioneta lo escrudiñan.

—No puedo hacer mucho por ti si continúas abusando del sharingan.

Itachi se queda en silencio. Siente la necesidad de toser, pero no quiere hacerlo.

—Estaré bien.

—No necesitas mentirme, sé que no—asevera el marionetista—. Tu enfermedad no tiene cura, pero podrías retrasar el proceso si solo ocuparas tus ojos estando en batalla, cuando es verdaderamente necesario.

—Lo tendré en cuenta— pese al cansancio, la comadreja intenta darle una sonrisa de agradecimiento antes de beber la medicina. Tiene un sabor amargo, aunque se siente cálida una vez que pasa por su garganta—. Gracias, Sasori.

Esa no es la primera vez que el Akasuna le advierte sobre usar el sharingan. Se lo dijo la primera vez que preparó una medicina para él: Usar tanto su poder ocular lo hizo débil, quebradizo y parcialmente ciego (incluso el rostro de la marioneta es una mancha borrosa para él).

Pero no hay nada que hacer al respecto, porque sin el sharingan, no hay manera en que Itachi pueda escapar a Shisui. Y si Itachi no escapa a Shisui, entonces estará perdido.

No va a dejarlo ir, aunque eso le cueste la vida.

Pero eso es parte del plan, ¿verdad?

Ya se las arreglará para hacerlo durar lo suficiente.


¡Muchas gracias por leer! El próximo martes traigo el siguiente~