Day 3 - Body swap / Role Reversal
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La misión era fácil y sencilla: exorcizar a la maldición que atormenta al colegio, y regresar a la academia. Incluso tenía planeado tomar un baño con pétalos de rosa en el agua para relajarse. Pero todo se fue al caño cuando apareció ella.
Sakuna, una joven chamán de diecisiete años se caracteriza por ser alguien egocéntrica y muy sarcástica, pero sobre todo... era una chica sincera. Si alguien se le acercara, no se molestaría en ocultar lo que realmente esté pensando. Las únicas personas que lo soportan; es su sensei, y sus amigos. No es como si fuera muy amistosa, pero era algo que realmente no le interesaba.
Ese día fue reclutada para ir junto a Hanami y Mahito a exorcizar la maldición que se ocultaba en uno de los colegios de Tokyo, ¿Fácil, no?.
Pues la verdad no. Todo se complicó cuando un imprudente Mahito se lanzó a atacar a lo bestia sin esperar a seguir el plan que tan detalladamente había hecho. "Maldito hijo de..." sin tener de otra, ella junto a Hanami fueron a rescatar su trasero mientras se encargaban a la vez de la maldición.
— En cuanto salgamos de esta, voy a meter una rama de Hanami por tu culo por haber arruinado el plan. — exclamó con enfado la chamán de cabello rosa pastel al muchacho platinado que yacía bajo el cuerpo de la maldición.
— Eso suena maravilloso — el muchacho platinado respondió con diversión juntando sus manos para lanzar un hechizo al cuerpo sobre él.
Hanami ató el cuerpo de la maldición imovilizando con su poder sobre las plantas, elevandolo hasta el techo liberando a la vez a Mahito. El chico se levantó para utilizar su poder y conseguir exorcizar con éxito a la criatura. Sin embargo, Sakuna se le había adelantado logrando con éxito deshacerse de la maldición.
— Eso fue rápido. — confesó Hanami acomodando su ropa.
Demasiado, si se lo preguntan. La joven aún con desconfianza explicó que presentía a algo más en el lugar, por lo que se separaron para revisar cada una de las aulas por cualquier cosa.
— Esta vez si pueden lanzarse a lo bestia si encuentran a otra maldición. — ordenó la pelirosa viendo fijamente a Mahito en una muy clara indirecta.
Fue así como les tres tomaron caminos diferentes para revisar el colegio. Era de noche por lo que el lugar estaba completamente vacío, se supone. Lo que llevó revisando no encontró absolutamente nada. Sin embargo esa sensación de que había algo ahí esperando no podía sacarlo de su pecho. Doblando a la izquierda por el último pasillo que recorrer sintió que algo la vigilaba.
Entrando a la última aula del oscuro pasillo, se encontró con una caja sobre lo que era el escritorio del profesor de clase. Con curiosidad se acercó hasta tomar entre sus manos esa caja hecha de madera cuyos colores estaban desgastados dándole a entender que llevaba mucho tiempo guardado quién sabe donde.
Al abrir la caja, dentro había como un colchón de terciopelo, y sobre él... algo envuelto en con una manta. Algo delgado y largo, como si fuera un lápiz. Con cuidado, retiró la tela que envolvía lo que sea que hubiera dentro, era alguien muy curiosa, y si no descubría lo que sea que haya ahí, no podría descansar después. Sus ojos se abrieron de asombro en cuanto descubrió lo que había; dentro había un dedo humano, o eso parecía. Un dedo índice con una uña larga y negra.
¿Qué carajos?
Sakuna se asustó al pensar que se trataba de un objeto para algún ritual oscuro o algo parecido. Tenía la forma de un dedo humano, por lo que no creía que se tratara de alguna maldición.
Debía ser confiscado, volviendo a guardarlo en la caja, la tomó guardando la en uno de los bolsillos de su pantalón, se lo llevaría al payaso de su sensei, él sabría que hacer con el objeto, y de paso, explicarle lo que era.
Al darse la vuelta, se llevó el susto de encontrarse con una sombra de algo que parecía llevar tiempo ahí. Levantó sus manos en posición de lanzar algún hechizo si la cosa se le acercara, la silueta no parecía de una maldición, tampoco de alguno de sus compañeros, y estaba prohibido la entrada de algún estudiante por lo que... ¿Qué es eso?
Fue solo un segundo en el que parpadeo, cuando se dio cuenta, se encontraba contra el pizarrón con la figura sosteniendo sus manos sobre su cabeza. La luz de la luna entró por la ventana iluminando el rostro de esa figura que tenía enfrente: una chica. Una chica no muy baja que ella,de piel pálida como la nieve, cabello negro tan oscuro como las alas de un cuervo, ojos tan azules como el mar, labios de fresa, es... hermosa.
— Tienes algo que me pertenece. — habló la chica cuando llevó una de sus manos a sus pechos. Bajando lentamente sobre ellos y por sobre su abdomen hasta llegar al final de la chaqueta de su uniforme.
Sakuna tardó en reaccionar ante lo dicho hasta que sintió esa delicada mano meterse bajo su blusa debajo de su chaqueta. Intentando liberarse fue cuando la vio directo a los ojos, se dio cuenta de eso que parecían ser tatuajes sobre su rostro, sus ojos azules comenzaron a brillar. Una fragancia violeta comenzando a inundar su cuerpo, se sintió atraída.
— ¿Qué eres...?
Sin embargo su pregunta no fue contestada cuando sintió los labios de esa azabache sobre los suyos. La mano bajo su blusa subió por su piel hasta tocar uno de sus pechos, Sukuna entró en pánico en cuanto la lengua de la chica se introdujo en su cavidad bucal. Jamás en su vida había besado a una chica, no es como si fuera su primer beso pues tuvo sus diversiones en el pasado, pero todos fueron varones, en cambio esta vez...
La tentación era fuerte, cayendo profundamente en ella sintiéndose hipnotizada... dejó llevar.
Correspondió al beso cuando sus labios tomaron su lengua succionando suavemente en una deliciosa sensación, la azabache aflojó el agarre en sus muñecas lo que llevó a la pelirosa soltarse tomándola de los hombros guiandola de espaldas hasta sentarla en la silla del escritorio y sentarse a horcajadas sobre su regazo. Sintiendo nuevamente esas suaves manos recorrer la piel de su espalda mientras Sakuna rodeada su cuello con sus brazos, continuó besando a esa hermosa azabache tan fuerte que quería devorar sus labios.
La azabache se separó solo un instante para desabrochar la chaqueta que cargaba la de cabellos rosados y casi arrancando su blusa. Uniendo nuevamente sus labios lujuriosos, sus manos viajaron de su espalda a su redondo trasero en el que comenzó a masajear mientras tiraba del carnoso labio inferior de la chica sobre ella.
Sakuna quedó con solo su sostén de la parte de arriba siguiendo devorando los labios de la chica, sentía cosquillas en su zona íntima cuando comenzó a rozar sus entrepierna, y las manos en su trasero solo le hacían encenderse cada vez más. Aún besandola le arrebató esa camisa de botones que cargaba puesto, exponiendo más marcas de petróleo en su cuerpo. Su mente le decía que se detuviera, que eso no estaba bien, sin embargo su corazón le decía que siguiera, que pase lo que pase, no se detenga.
La azabache la tomó por debajo de sus piernas levantándose de la silla, cargandola hasta dejarla recostada sobre el escritorio en donde también subió en el cuando se quitó el resto de la ropa junto a la de Sakuna enredando sus piernas para juntar sus entradas y hacer unas fricciones mientras seguía besando sus labios, metiendo la lengua en sus cavidades bucales.
Sentía llegar al cielo cuando esa chica azabache bajó hasta su entrada en donde besó, lamió, chupó su zona íntima de una forma tan deliciosa y lujuriosa que sentía ver las estrellas.
— Desde el fondo de mi corazón... — susurró en su oído.
Oh Dios.
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— Megumi Fushiguro — la profunda voz de su sensei Satoru resonó a su lado — Reina de las maldiciones. Es conocida por jugar con sus presas de forma sexual. Consumiendo en el acto su energía como si de un bocadillo se tratara. — el albino estaba completamente serio viendo atraves de sus gafas oscuras a su alumna frente a él — Megumi es un demonio con apariencia humana que existió hace unos 1000 años, los hechiceros al perfeccionar sus habilidades pudieron derrotarlo. — explicó viendo fijamente a la de ojos rubíes — Después de su muerte, no fueron capaces de destruir su cuerpo y traspasó generaciones en forma de objetos malditos, representados en un total de 20 dedos. Eso fue lo que encontraste.
Sakuna intentó digerir todo lo que su sensei le estaba explicando. Cuando había despertado, estaba en la enfermería de Ieri, explicándole que Hanami y Mahito la encontraron inconsciente en el suelo de uno de las aulas del colegio, sin ropa.
Cuando Satoru preguntó que había sucedido, Sakuna con pesar explicó una parte de lo sucedido, y cuando quiso enseñarle la caja con el dedo, esta se encontraba vacía.
— Fushiguro seguramente iba a recuperarlo, pero cuando tú te le apareciste en su camino, te sedujo para quitarte uno de sus dedos que habías encontrado. — las manos del albino estaban hecho un puño por el enojo que sentía. — Se aprovechó de ti, y logró escapar... otra vez.
Sakuna entonces se dio cuenta la gran metida de pata que hizo. Pasó la mejor noche de su vida con nada más ni nada menos que la mismísima Reina de las maldiciones, escapándose entre sus dedos cuando consiguió lo que quería.
Y lo peor de todo...
Es que le gustó.
