Capítulo tres
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El otro día visitó a sus padres como solía hacerlo cada mes, puesto a que su horario apretado le impedía tener el tiempo suficiente para dedicarle un pedazo de su tarde a sus progenitores, quienes estaban al pendiente de su crecimiento.
Entre charla y discusiones con sus padres, se enteró que los Midoriya los irían a visitar a la hora de la cena, con la finalidad de convivir con Izuku, quien recién terminaba su primera residencia, siendo esto un paso importante en la vida de los alumnos de Yuuei que miraban esto como una valiosa oportunidad en el camino de convertirse en héroes.
Katsuki se tensó en sus ejes a la mención del nombre del chico. Llevaba semanas sin haber tenido contacto con él, luego de tener una discusión con el adolescente a raíz de una estupidez.
Katsuki se había enojado con Izuku por depender de su particularidad para muchas ocasiones y que esto terminara dañando su cuerpo. Pero ese no había sido el tema principal de la discusión, si no, la cicatriz que quedó en su mano después de pelear con el hijo del héroe Endeavor, que fue el primer estigma visible en su cuerpo.
La impotencia y rabia de observar esa cicatriz en su mano, encendió alarmas en su cerebro tan potentes que lo llevaron a reprender duramente al chico, siendo eso la causa de las lágrimas del sensible adolescente que le podía enormemente haber perdido la segunda pelea del festival deportivo.
Sin embargo, eso no detuvo a Katsuki de hacerle ver al chico lo duro que es el camino que requiere para ser un héroe y más uno de los rankings mundiales.
Si Izuku perdía contra alguien como el hijo de Endeavor y lloraba por ello, no bastaba para ganarle a los mejores. Ni a los maestros que llevaban años en la cima. No bastaba para mejorar a niveles insospechados. No bastaba.
La sensibilidad del adolescente arrasaba con la frustración de no lograr controlar su poder. De no poder ni siquiera resistir la magnitud descomunal de su fuerza.
Recovery Girl no paraba de hacer énfasis en que no duraría mucho con su particularidad a los ritmos en los que la obliga a estar.
Con más razón, lo regañó tan severo que hasta su garganta se secó de tanta verborrea. Finalizando con el fuerte golpe que detonó los sollozos del adolescente en las cuatro paredes del aula de enfermería.
«Jamás podrás ser un héroe con ese poder si sigues así. Ojalá te hubieras quedado con la gente de tu clase, Deku. No perteneces a nuestro mundo si tienes una particularidad que no puedes usar. No vales nada en este mundo de héroes. Mejor ríndete»
"Ríndete" fue la palabra que desató una opresión en su pecho. Nunca se imaginó que fuera capaz de decirle algo tan cruel a un chico de quince.
Algo que probablemente rompería su corazón en mil pedazos. Mas sus palabras quedaron en el aire, imborrables. Irrepetibles.
Su orgullo no toleraba permitir que un niño saliera lastimado bajo su observación, por lo que aunque se sintió mal por haberle gritado de la forma en la que lo hizo, no se retractaba de su punto de vista.
Recordaba que esa noche salió a tomar con sus amigos a falta de claridad de lidiar consigo mismo a causa de haber herido los sentimientos de Izuku.
Cabe decir que no se emborrachó en esa ocasión, pero sin duda, no dejó de pensar en Izuku en todo el tiempo que estuvo bebiendo con sus amigos. Le pesaba en la conciencia dejarlo solo, siendo tan sensible e indefenso a sus memorias.
Sin mucho preámbulo, cenó con los Midoriya, eludiendo a Deku a toda costa. No estaba listo para hablar con él, basado en su comportamiento la vez anterior, no hallaba el coraje de acercarse y pedirle disculpas. Su orgullo no le permitía disculparse, por ningún motivo.
Entretanto, dejó pasar las semanas, esperando que fuera Izuku quien lo abordara y hablara con él. Sin embargo, tal suceso no ocurrió hasta después del examen en el que los maestros tuvieron el papel de villanos y los alumnos eran emparejados con sus compañeros.
Tuvieron contacto en aquella vez, pues a él le tocó ser el villano que se enfrentaba a Deku y al hijo de Endeavor, de quien forzosamente tuvo que aprender su nombre. «Shouto» Se dijo al ver a los dos chicos juntos. «Vaya parejita me llegó a tocar. Deku y Shouto. Nombres patéticos de héroes. Los derrotaré fácilmente»
Mas las cosas no fueron por ese rumbo.
Los dos adolescentes se pusieron de acuerdo para derrotarlo, situación que no dilucidó que sucediera tan pronto. Mas eso no detuvo al adulto explosivo, quien se encargó de demostrarles que pese a tener veintitrés años, funcionaba igual que en su adolescencia. O incluso mejor.
Se puso ante ellos como un muro impenetrable. Les puso trabas, obstáculos, sobretodo a Izuku, que parecía ser el que no se armaba de valor para derrotarlo.
Shouto debía estar atrás de Izuku para que éste se armara de valor e intentara enfrentarlo.
Katsuki con todo y su orgullo desmedido, no se contuvo y terminó dejando a los chicos casi inmóviles en el suelo con sus ruidosas explosiones y su impenetrable fuerza. Pero que aun así, a raíz de esto, Izuku se animó a emplear su poder contra él, pese a estar herido.
El chico lo vio a los ojos con presencia, causando que el rubio se percatara que él iba en serio y no se contendría en golpearlo de nuevo, mas semejante golpe lo mandó volando hacia atrás y en su descuido, Izuku tomó a un semi inconsciente Shouto entre sus brazos y corrió hacia la meta con todas sus fuerzas. Asimismo convirtiéndose en la vez en que Izuku probó su poder ante sus ojos.
Hablaron en la enfermería, con Izuku recostado sobre su vientre, y con Shouto dormido en la cama.
—¡Kacchan!— Exclamó Izuku al verlo.
Sus ojos rayaban de admiración y preocupación.
—Perdóname, por favor. Te golpeé en el examen. Y- y…— Temeroso movía las manos entre sí.
—Está bien, Deku— Suspiró. —No fue nada. Es solo un rasguño.
Un rasguño que lo dejó anonadado con semejante poder. Pero eso no se lo diría por el bien de su orgullo.
—Insisto, Kacchan. Te lastimé— Señaló con su mirada la zona del golpe, que latente en su mejilla derecha resultaba bastante notorio. —No es justo lastimar a mi prometido.
—¿Hah?
Eso no se lo esperaba el rubio.
—Eh… eres mi prometido, Kacchan— Deku lo dijo como si fuera lo más obvio lo que sus labios pronunciaron.
¿Prometido de dónde? A lo que él estaba al tanto, ellos eran amigos de la infancia. No más. No menos, tampoco.
—¿Cuándo dije que era tu prometido, estúpido?— Su reacción de "adulto" fue alterarse. —Es más, nunca acepté casarme contigo.
—¿Qué? Pero lo hiciste. Hace once años. En el parque. El anillo. Dijiste que aceptabas.
—Esos eran juegos, Deku. No prometí casarme contigo en serio. No me casaré con nadie. Entiéndelo.
La mirada de Izuku se transformó de ternura a inquietud.
—No, Deku— Interrumpió. —No me casaré contigo. Ni loco. Yo solo venía a ver si estabas bien, pero ya veo que no debí de ocuparme en visitarte— Dijo a la vez que se daba la vuelta con toda la intención de retirarse.
—¡Espera, Kacchan!
—Esperar nada— Dijo ronco. —No soy tu prometido, escoria. Ni nada tuyo. No soy nada tuyo. No me hables con tanta familiaridad a partir de ahora.
Y dicho esto, dejó entre sus lloriqueos al adolescente, causando otra grieta en su relación, que poco a poco dejaba de funcionar correctamente.
