Fragmento 3
Apresurada salió del baño e ingreso al salón de clases minutos antes de que el profesor llegara suspirando al dejarse caer pesadamente en el asiento, vio de reojo a su compañera y le sonrió en agradecimiento.
Vagamente su atención estaba enfocada en la boca masculina del profesor, su único y verdadero impulso para continuar era encontrar un buen trabajo, algo con lo que pudiera costear el resto de su vida y seguir manteniéndose independiente, sabía que el sueño de su amorosa madre era verla terminar la preparatoria, pero sin dinero eso sería completamente imposible.
Una mano se paseaba libremente frente a la vista de los ojos pardo de la pelinegra que parpadeo varias veces ante su descuido enfocando a la persona causante de ese manoteo libre viendo a Sango frente a ella con una mirada más que incrédula.
-¿Kagome estas bien? – inquieta preguntaba la castaña
-¿hace cuánto tiempo estas frente de mí? – inquirió curiosa Kagome observando el aula completamente vacía
-Kagome creo que alrededor de 30min, pensé que echarías raíces en el asiento – respondió llevando una mano a su barbilla – debí irme hace rato, pero te vi tan ensimismada en tu cabeza que acabaste preocupándome y aquí estoy – sonrió contagiando a la pelinegra con su sonrisa
-Gracias por preocuparte, vámonos – respondió caminando junto a la castaña directo a la salida de la escuela,
El trayecto fue bastante callado, pero internamente agradecía la compañía de la nueva compañera que tenía, en cierto modo su compañía la reconfortaba, durante los últimos años se había convertido en alguien bastante asocial y eso conllevo a que desarrollase una timidez que no solía tener transformándose en alguien invisible y retraída.
Estaba acostumbrada a ser la voz de todo, el chisme del momento y el hazme reír, esas eran las principales razones por las cuales termino abandonando 2 institutos anteriormente pero para su mala suerte el dinero que su madre había heredado estaba llegando a sus más profundos límites y sin un ingreso extra, debía entonces permanecer en ese instituto y soportar cualquier comentario absurdo "tampoco puedo pasarme la vida huyendo cuando no he hecho nada" pensó para sí misma saliendo de su ensimismamiento con el sonido de un semáforo en el canal peatonal
- ¿Continuaras? – inquirió Sango mirándola, ella le dirigía una mirada de compasión que no acaba convenciéndola del todo, siempre terminaban engañándola, pero a pesar de esa mirada castaña que poseía había algo que la invitaba a confiar plenamente en la joven
-Un poco más – asintió - ¿no sigues? – Consulto casi en un susurro mirándola con atención recibiendo una negación con la cabeza
-Yo debo ir por aquí – contesto Sango en respuesta a la pelinegra señalando la dirección hacia donde se marcharía.
Haciendo una referencia se despidió de la castaña que se marchó a prisas en la dirección correspondiente sujetando la camiseta que llevaba, estaba segura que le regresaría su amabilidad.
El sonido del peatonal acabo ocupando su atención y se movía entre la tumultuosa multitud de jóvenes, empresarios y parejas que iban y venían llenando la calle de risas y ese característico olor a tabaco que definitivamente odiaba sin embargo no se detuvo hasta llegar a un pequeño parque cercano a la entrada del templo donde vivía dejando caer un poco el peso de su cuerpo sobre un viejo columpio que rechino al sentir el cuerpo femenino y cuando sujeto la cadena que sostenía el asiento, provoco un sonido que fue estimulante para sus oídos sonriendo.
-A veces… quisiera retroceder – susurro mirando la entrada del templo, donde se erguía imponente el tori, a pesar de los años se mantenía hermoso y con ese rojo tan vivo, luego una pequeña lagrima resbalo por su mejilla sorprendiéndose a sí misma columpiándose un poco – Mamá, he tenido un día horrible – hablaba mientras mecía suavemente el asiento flotante, escuchando como las cadenas chillaban con suavidad – pero he conocido personas… un poco extrañas – sonrió mirando el cielo, estaba atardeciendo y el crepúsculo le ofrecía un espectáculo hermoso a sus ojos
Un extraño sonido que provenía de sus espaldas el saco de su distracción alertándola, para sorprenderse al girar rápidamente y ver a un hombre de lascivo aspecto casi encima de ella lanzando un chillido de terror junto al vaivén de las cadenas del asiento que se columpiaba desbocadamente sin control.
Las calles eran concurridas y bullosas pero su hermano hacia que las cosas fueran más irritantes para sí mismo, el mantenía oculto una de sus mayores particularidades mientras que Sesshomaru se paseaba elegante y despreocupadamente a su lado con ese lacio cabello plata que pedía a gritos ser visto. El ignoraba cuanta mirada femenina o piropo fuese lanzado hacia su hombría, pero para su hermano menor era completamente molesto
-Oye, quieres dejar de fumar – exclamo asqueado haciendo un gesto con la mano frente a sus fosas nasales – no sé de dónde has heredado esa loca obsesión
-Espérame quieres – dijo sin más entrando a una pequeña tienda seguramente a comprar más de esos jodidos cigarrillos,
Esa tarde era particularmente bonita, estaba recargado en la vitrina observando como las nubes se pintaban de tonos violetas que en conjunto con los naranjas y amarillos del cielo hacían un espectáculo visual a la vista de cualquiera incluso para la suya.
Guardo las manos en sus bolsillos y lanzo una ojeada dentro de la tienda, el creído de Sesshomaru seguía absorto en algo que probablemente tenía que ver con su adicción y algo llamo su atención, quizá su oído le jugaba una mala pasada, pero podía escuchar cadenas cerca suyo así que decidió acercarse un poco y ojear, "al menos es mejor que cualquier cosa" pensaba al momento que la rabia invadía su ser ante lo que sus ojos veían.
Debajo del columpio una joven forcejeaba con un hombre aparentemente ebrio y fuera de sí mismo que estaba obligándola a ceder ante sus pensamientos perversos molestándolo. Si algo no toleraba eran las situaciones disparejas y estirando un poco sus dedos se aseguraría de poner pareja esa situación
- ¡¿Qué crees que haces imbécil?! – bufo apartando de una patada el cuerpo del hombre que caía pesadamente en la arena del parque irritándolo, hasta acabar tomándolo por la camiseta y plantar un puñetazo en el rostro haciéndolo desmayar al instante – keh! Que perdida de tiempo, merecido lo tienes – soltó sin más el pesado cuerpo de su intento de contrincante dirigiendo su mirada a la joven que estaba asustada, sucia, el cabello revuelto y esa mirada perdida en la nada, pero lo que más lo atormentaba es que era la misma mujer que Bankotsu había intentado ridiculizar en el mediodía – Bueno pero que… - intento molestarla para sacarla de ese estado de trance en el que se encontraba hasta que lagrimas empezaron a surcar el rostro femenino shockeandolo
Ella lloraba desconsoladamente, su gemido era doloroso y ronco, casi podía sentir su corazón ser estrujado, es como si ella liberara todo el peso que contenía "quizá te has pasado Bankotsu" pensó sin dejar de observarla, ella limpiaba su rostro, pero al mismo tiempo la arena donde estaba hincada ensuciaba sus manos y por ende terminaba empeorando su aspecto
-Deja de llorar … - murmuro con pesadez sentándose en el columpio para abrazar a la joven que escondió el rostro en el abdomen del hombre
Luego de un rato ella parecía calmarse y al levantar su rostro mugre con restos de tierra y lágrimas secas lo vio con asombro intentando alejarse a gatas sin apartar la vista de él. Inuyasha simplemente la observo apoyando el codo en su pierna y dejando caer el rostro en la muñeca mostrándole una sonrisa cómplice
-No era precisamente lo que esperaba, pero te lo dije, estoy seguro que no vas a olvidarme – sonreía mirándola con ese ámbar que parecía brillar con solo verla a la cara, ella estaba completamente sorprendida.
