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CON LOS HUESOS
rotos

O2

"Oh, baby, I am wreck when I'm without you
I need you here to stay.
I broke all my bones that day I found you
crying at the lake"

Brick soñó que se caía al vacío, sin embargo, no gritaba; no porque no pudiese, sino porque no quería. Su cuerpo se hundió en el agua, pero no sintió dolor ni nada, es más, era como si el agua le recibiera. Se hundía, y hundía, y hundía. Él extendía sus brazos como si estuviera esperando a que la luz de la luna le ayudara, pero solo se alejaba más de ella. Aunque no se desesperaba, ya quería salir, porque estaba solo. Pero ¿por qué estaba solo? De pronto, se sintió desesperado. Intentó nadar, pero no podía, solo se hundía. La luz de la luna llegó a ser un punto, ahí sintió que le faltaba el aire. Intentó hablar, pero ¿cómo? Estaba bajo el agua.

No eres suficiente —escuchó una voz neutra.

—¿A qué te refieres? —pensó él.

No vales la pena.

—Eso ya lo sé.

Entonces, ¿por qué lo intentas?

—Porque sí... Porque ella lo vale.

Pierde el tiempo contigo.

—No, no lo hace.

Apenas podía ver la luz.

¿Cómo estás tan seguro?

—¿Cómo lo estás tú?

Porque ella es ella, y tú eres tú. Despierta, Brick. Te vas a ahogar y ella nadará sobre ti.

Abrió los ojos y se sentó en la cama. Tenía la sábana muy cerca del cuello, a eso se debía su falta de aire. Sentía desesperación, sin embargo, al darse cuenta de que solo fue un sueño, pasó a experimentar una extraña conformidad acompañada del alivio. Pasó las manos por su rostro y miró la hora. Las cinco con treinta y dos. Estaba vivo, solo fue un delirio nocturno. Todo estaba bien. Se puso de pie y con cierta dificultad caminó hasta la ventana para correr las cortinas y dejar que la luz matutina le brindara su calor y le recordara que estaba vivo. La realidad era dura y confusa, de qué otro modo si no, después de todo, es el fiel reflejo de la vida, donde estamos conscientes de que estamos vivos. Y en su vida, Brick era consciente del su sufrimiento por no ser correspondido. Con ese lío en la cabeza, se metió a la ducha para poder irse a trabajar.

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Blsossom revisaba cada tanto la maleta que llevaría consigo a su luna de miel. Quería asegurarse de que no se le quedara nada, necesitaba llevar todas las cremas, protección femenina, todas las toallas y, por supuesto, ropa de cambio suficiente en caso de que ocurriese algún accidente. Incluso tenía su bolso de mano listo, desde el pasaporte hasta un poco de dinero en efectivo, ya que todavía necesitaba usar sus tarjetas. Estaba todo listo, pero aún faltaba algo de tiempo para que viajara a conocer el paraíso de Santorini y Creta. Bud la veía revisar su bolso de mano, posó ambas manos en su cintura y aprovechó de arreglar su camisa dentro de su pantalón.

—No entiendo por qué tienes ya todo ordenado —dijo él—. Nuestro matrimonio no es pronto, quedan un par de semanas.

—Lo sé —respondía ella revisando el maquillaje de reserva que había guardado—, pero quiero tener todo listo. La ropa es lo que más me preocupa —y fijó su mirada en su maleta—. Podría echarle otro vistazo, o revisar mi armario.

—¿Acaso te queda ropa en tu armario? ¿No te falta? Considerando que la maleta que llevas es enorme —dijo mirando la enorme maleta blanca con dibujos de hojas negras que descansaba en una esquina de la habitación.

—Toda la ropa que llevo es nueva.

—Vale —suspiró y se sentó al lado de ella—, pero, cariño, no entiendo por qué tienes tanta prisa. ¿Estás ansiosa?

—Nada de eso —dejó su bolso en la cama y tomó la mano de Bud—, es solo que no quiero arrepentirme a último minuto.

Bud guarda silencio y admira con cuidado la expresión que tenía la chica en su rostro. No sonreía, de hecho, se veía bien decidida, consciente de sus palabras. Él meneó un poco su cabeza antes de volverle a hablar.

—¿Arrepentirte de qué? —preguntó, ella rodó un poco los ojos, como si fuera obvio de qué estaba hablando y se encogió de hombros.

—De la ropa que llevo.

—Ah —y Bud se relajó por completo—, vale.

Blossom le miró con extrañeza, se inclinó un poco hacia adelante para poder ver con mayor claridad la expresión en el rostro de Bud, quien se había cubierto la cara con su mano libre.

—¿Qué pensaste? —preguntó ella frunciendo un poco el ceño.

—Que hablabas de nuestro matrimonio, ya sabes, arrepentirte de casarte conmigo.

—Ah —dijo ella alzando un poco su cabeza—, eso. No, eso no.

—Tú —empezó a decir Bud mientras entrelazaba sus dedos y, con la otra mano, se acercaba para acariciar la mejilla de la chica—, ¿de verdad quieres casarte conmigo?

—Claro que sí —respondió ella acercando un poco su rostro, se estaba dejando manejar por su pareja—. Qué me estás preguntando, Bud.

—Estupideces —murmura él—, solo estupideces, ya lo sé.

—Al menos eres consciente de ello.

—Es que, no lo sé —suspira—. Quizás son solo inseguridades de último momento.

—Con tal de que tus inseguridades no sean celos enfermizos, por mí está bien.

Bud se separó luego de escuchar aquello. Blossom le miró confundida, estaba segura de que iban a besarse. ¿Por qué se alejó? Iba a preguntar, pero él se le adelantó y dijo:

—No te deberían gustar mis inseguridades... Quiero decir, no deberías aceptarlas.

—Es que eso es algo en lo que debes trabajar—dijo ella encogiéndose de hombros—. Yo solo te puedo apoyar, incluso si te digo que no me gusta tu inseguridad —se volteó de mejor manera para verle y le tomó las dos manos—. Solo depende de ti tratarlas, no de mí. Yo solo te puedo asegurar —y le tomó por las mejillas— que te amo y que me quiero casar contigo.

Dicho eso, le besó.

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Blossom, en una tarde, se había escapado de la escuela, no asistió a su club. Le rompieron el corazón de una manera muy ruin. Una chica, de manera confidente y con un entusiasmo evidente, le dice a Blossom que "ese chico va a estar esperándola bajo el aro de la cancha de baloncesto. No faltes. Es al finalizar las clases". Blossom estaba emocionado, porque sabía de qué chico estaba hablando. Mike Believe, un chico guapo y que había estado coqueteando con ella durante varias semanas, era quien le gustaba. No cabía duda, él era quien le había citado, el mensaje se lo dijo Kristen, su indiscutida mejor amiga. Blossom había estado ilusionada, no pensó que algo malo podría ocurrir. Se alistó en el descanso anterior, y antes de que terminase su clase de química, le pidió a Bubbles su espejo de mano y checó su aspecto. Bonita como siempre.

No se esperó que al llegar al punto de encuentro, se encontrase con la escena: Kristen y Mike besándose bajo el aro de la cancha de baloncesto. Se quedó helada, Kristen sabía que ella había llegado. Ver aquel cuadro, después saberse observada por aquella pareja, quienes no escondieron las burlas al respecto, le destrozó el corazón. El hecho era así, la habían ilusionado solo para hacerla sentir triste. ¿Con qué razón? No sabía. Blossom no se metía con nadie, se mantenía al margen en los dramas, no solía hablar con muchos chicos, a menos que se comprometieran para un asunto en específico académico. Se estaban riendo de ella en su cara, y no solo ellos dos, sino que también los otros amigos. La mirada que más le dolió a Blossom no fue la de los chicos, menos la de Mike; los hombres podían irse a la mierda. La mirada que a ella le dolió inmensamente fue la de esa chica, Kristen. ¿Todavía existen mujeres que planifican y disfrutan de la humillación de otra?

Con la mochila en su espalda, salió corriendo lejos de la escuela. Se ausentó al club y no respondió a los gritos de sus hermanas. Quería desaparecer por ese momento. Corrió, corrió, corrió, hasta que se cansó. Se había detenido en la entrada del parque de Townsville. Trataba de recuperar el aliento. No era buena en los deportes, en realidad, y correr le parecía lo peor porque se cansaba con mucha facilidad. Alzó la mirada y se percató de que había llegado al lugar perfecto para poder tranquilizar su mente: el mirador. Secó un poco el sudor de su frente y se encaminó hasta ese lugar. Subió las escaleras con lentitud, nadie le estaba esperando ni apurando. Mientras más tiempo se tomase para sí misma, mejor sería. Una vez estuvo frente a la privilegiada imagen del lago, con el sol cayendo por la tarde, empezó a llorar.

En ese entonces, ella no sabía que Brick trotaba por ahí. El trote, para él, era un ejercicio simple que le ayudaba a despejar su mente y mantenerla saludable, además de su cuerpo, claro está. Con él siempre llevaba una pequeña mochila donde cargaba con su botella de agua y otros implementos que le servirían en caso de que se cayera o algo por el estilo. No usaba audífonos porque no tenía, es por eso que aprendió a escuchar su entorno y disfrutar de lo que el mundo tenía para regalarle en el pequeño momento que se regalaba a sí mismo. No obstante, el que no los tuviera, le sirvió para percatarse del llanto de la chica. Cuando intentó adivinar de dónde provenía aquel lamento, mirando hacia todos lados en el mirados, se fijó en la muchacha que movía sus hombros, la que estaba apoyada en el barandal. Le pareció irónico que no la hubiera visto de inmediato, después de todo, ella estaba, literalmente, expuesta y a la vista de todo el mundo. Con cuidado, y algo de miedo, se acercó hasta ella y le preguntó:

—¿Te encuentras bien?

Ella despejó su rostro con rapidez y dejó ver su expresión de dolor. Cruzó miradas con un preocupado Brick, a quien observó de pies a cabeza antes de responderle.

—No puedo dejar de llorar.

Él no le dijo nada cuando volvió a llorar, es más, solo la quedó mirando. A raíz de que el ambiente se volvía un poco incómodo, Brick pensó que sería buena idea estar junto a ella hasta que se tranquilizara un poco. Algo de compañía no le hace daño a nadie. De su bolsa sacó su botella con agua y se la extendió. Blossom, ahogando sollozos y cubriendo su boca con su mano derecha, recibió la botella murmurando a duras penas un "gracias".

—¿Quieres hablar? —preguntó él.

—No —dijo ella luego de dar pequeños sorbitos de agua—, es que, no puedo dejar de llorar —se notaba que le costaba hablar.

—Vale —suspiró Brick—, pues parece que me tendré que esperar hasta que dejes de llorar.

—No es necesario —cubrió su boca.

—No pienso dejarte sola.

Brick temía que la chica cometiera alguna locura, y es que el llanto podía ser una primera alarma, la segunda era darse cuenta de que ella estaba bastante inclinada sobre el barandal del mirador. En su estado, cualquier decisión por impulso podría desencadenar una tragedia. Él no quería que ella hiciera aquello, e incluso si se trataba de una simple extraña, estaría ahí para ayudarle si ella se lo permite. Ambos guardaron silencio al cabo de unos segundos, de hecho, Blossom había dejado de llorar y miró la botella. Dio otro sorbo de agua y secó sus lágrimas con las mangas de su blusa blanca de uniforme.

—Lo lamento —dice Brick—, no traje pañuelos conmigo.

—No te preocupes —respondió Blossom—. No son necesarios.

—¿Ya te encuentras mejor?

—Sí —le responde con cierto alivio.

—Me alegra.

—Gracias por quedarte —la voz de Blossom se escuchaba más tranquila, pero al mismo tiempo, estaba quebradiza.

—No fue nada. No iba a quedarme tranquilo, la verdad, al verte en ese estado. Sentí que debía hacer algo por ti.

Blossom le sonríe y le devuelve la botella.

—¿Cómo te llamas? —le pregunta.

—Brick, ¿y tú?

—Blossom.

En aquel preciso momento, una ráfaga de viento los rodeó. El cabello pelirrojo de la chica ondeó y el corazón de Brick latió más rápido de lo normal. Pareció algo hipnotizado, hasta que ella le miró directamente mientras se agarraba la cabellera para que no se le enredara. Él tragó saliva y volvió la vista hacia el camino que originalmente había estado tomando. Al notar que la chica ya estaba mejor, pensó que sería mejor separar sus caminos a partir de ahí. Iba a hablar, pero la chica estiró su cuerpo y hasta bostezó.

—Me he cansado de tanto llorar —dijo ella.

—Deberías ir a tu casa ahora.

—Eso haré.

Con eso se estaban despidiendo, sin embargo, Blossom sentía que debía decir lo que su corazón estaba gritando en ese instante.

—¿Nos veremos de nuevo?

—¿Eh? ¿Quieres que nos veamos? —preguntó él un tanto confundido.

—¿Puede ser mañana?

—Es sábado.

—¿Tienes los sábados ocupados? Mañana a esta misma hora, ¿puedes?

Los ojos de Blossom estaban brillando en demasía. Tenía muchas expectativas, y Brick no se sentía capaz de romper la ilusión que tenía. Se sobó la nuca y miró la hora en el reloj del parque. Eran las seis. Volvió a verla a ella, quien no parecía haber despegado su mirada de él. Suspiró y asintió lentamente.

—Vale, vendré a verte aquí a las cinco y media.

—¡Genial! —exclamó Blossom—. Ya mañana nos podremos presentar mejor y con más tiempo... ¿No prefieres que sea a las cinco?

—Si eso quieres, pues bien, a las cinco.

—Oye —y Blossom le tomó la mano—, quiero agradecerte. Me sentí muy tranquila aquí contigo. Nunca un silencio me abrazó tan bien como este.

Brick fue incapaz de responderle, estaba sin habla. Sin embargo, pudo asentir con la cabeza y corresponder el tacto de ella.

—Nos vemos mañana —le dijo.

Blossom no dijo nada más, tomó su mochila y recién ahí fue que Brick se dio cuenta de que ella estaba usando uniforme escolar. Se le quedó viendo hasta que llegó a las escaleras por las que él previamente había subido trotando. Antes de desaparecer por completo de su campo visual, Blossom se volteó hacia él y le hizo ondas con la mano, gesto que fue correspondido por él, solo que no con el mismo entusiasmo producto de lo extrañado que se encontraba. En realidad, él estaba embelezado con la espontaneidad y rareza de la chica. ¿Qué tan rota debió estar? Más bien, estaba.

Brick empezó a irse trotando, ya iba de vuelta a casa, pero la sonrisa amable de la chica apareció en su mente haciéndole tropezar y finalmente caerse. Se dio vuelta y quedó mirando el cielo. Primero revisó sus rodillas, estaban rasmilladas y la izquierda no demoró en empezar a sangrar, así que abrió su botella y se dejó caer un poco de agua. Le pasó por distraído, por suerte no fue cerca de las escaleras, ahí estaría en una situación un poco más complicada. El golpe y el dolor que sentía en ese momento era por una razón, todo pasaba por algo; después de ese encuentro, Brick sabía que él no sería el mismo.

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—¿Estás segura de que te quieres casar?

La pregunta de Brick la sacó de su silencio, le irrumpió dentro de sí revolviendo todo su interior y provocando cierta presión en su pecho. Se giró hacia él para responderle, pero prefirió evitar.

—¿Por qué lo preguntas? ¿Acaso tú también me pones en duda?

—No en realidad —dice Brick sin despegar la vista del lago—, es solo que he conocido historias en donde algunas personas se arrepienten de casarse en último momento. No es que no estén enamoradas, es solo que sienten miedo.

—No es mi caso —dijo Blossom volviendo a mirar el lago.

—¿De verdad?

Lo pensó un momento.

—De verdad —respondió.

—Me alegra —suspiró Brick y luego sonrió.

—¿En serio?

—Si tú eres feliz con Bud, y confías en que serás feliz siendo su esposa, entonces me alegro de que mantengas esa seguridad.

—¿Estás seguro?

—Seguro.

—¿Incluso si eso significa que no podremos vernos por acá?

—Ya encontraremos una forma para vernos. Blossom, después de todo, solo somos dos amigos que se reúnen a conversar y mirar el paisaje.

—Cierto —dijo ella y bajó la mirada a sus manos que estrechaban el verde barandal.

—Aunque a veces se sienta como una especie de delito —bromeó él—, solo hacemos eso.

—Exacto.

—Y planeo seguir haciéndolo contigo hasta que ya no podamos.

Entre ambos había un espacio de poco menos de medio metro; era un espacio que siempre estaba y los dividía. A pesar de estar juntos, no estaban cerca el uno del otro. Sin embargo, esta vez, Blossom rompió con ese espacio existente ya que quería acercarse más a Brick, aunque no fue suficiente como para, siquiera, rozar un poco la manga de su chaqueta. Brick se dio cuenta del movimiento de ella, pero no lo atribuyó a una intención de acercarse, es más, pensó que solamente se había querido acomodar, así que, por eso, él se quedó quieto. Blossom, al notar que Brick no reaccionó como ella, agachó su cabeza y sonrió con conformidad. Luego de meditarlo unos segundos, le habló.

—Gracias por siempre estar para mí.

Brick no le respondió con palabras, giró su rostro hacia Blossom, quien también quiso mirarle, y le sonrió. Ante ello, la chica agregó:

—Espero que tú también puedas encontrar a alguien que te haga tan feliz como Bud me hace a mí.

Él bajó la mirada a los brillantes zapatos negros de Blossom, luego volvió a mirarla a los ojos y con una sonrisa débil, le respondió:

—Sí, espero lo mismo.

Blossom tragó saliva y asintió levemente. Se encogió de hombros y suspiró para luego mirar hacia el reloj del mirador. Eran las seis. Pareció preocuparse un poco y buscó su móvil en su cartera, se le notaba algo preocupada y acelerada.

—¿Sucede algo? —preguntó Brick.

—Sí, ya es hora de que me vaya —dijo una vez tomó el móvil entre sus manos—. Buttercup dijo que vendría por mí a esta hora, es que tengo que hacerme la última prueba del vestido. Tengo que estar en el estudio en media hora —y le enseñó la pantalla de su teléfono donde se podía leer el nombre de "Buttercup".

—Que te vaya bien —le dijo Brick, pero Blossom ya había dado pasos hacia atrás para echar a correr hacia las escaleras y salir del lugar.

—¡Nos vemos! —le dijo Blossom, atendió la llamada y salió corriendo—. ¿Diga? ¡Voy en camino!

Brick la siguió con la mirada, no abandonó su lugar en aquel barandal. Con cada paso que daba, sintió que podía escuchar el sonido de los tacones al chocar con el concreto. No existió otro sonido más que ese y el correr del agua de la fuente. Blossom se iba, desaparecía de su campo visual, porque tenía un compromiso, uno que la relacionaba estrictamente con su matrimonio. Ella estaba corriendo a los brazos de un hombre que no era él, de hecho, ella se estaba alejando porque a su lado no tenía la misma felicidad que con Bud.

Blossom desapareció de su vista, Brick pudo escuchar de nuevo todos los sonidos. Miró al lago y vio pájaros sobrevolar el horizonte. Se miró las palmas de las manos y sonrió de medio lado. Sin previo aviso, empezaron a caer lágrimas por sus mejillas.

"Oh, cariño, estoy arruinado cuando estoy sin ti
necesito que te quedes aquí.
Rompí todos mis huesos el día en que te encontré
llorando en el lago"

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Sript, creo que ahora me escucharé más a ese grupo, ajajaj. Boomer cocinero es mi headcanon favorito, he de admitirlo. ¡Gracias por tu permiso! Pero en mi opinión Butch solo sería un desastre, ajajaj, excepto a la hora de preparar licores, estoy segura de que él sería la hostia. El chorizo con tomate era muy rico, te lo prometo, no queda tan pesado para el estómago. ¡Boomer y Buttercup! Me caes bien. Gracias por leer, espero que con este capítulo sepas qué camino está tomando la historia y cuál será el posible final. Quizás escuchando la canción puedas... entender..., jajaja. ¡Nos leemos!

NanaDazel, ¡oh! No es mi intención hacer sufrir, lo siento ): Espero que te gusten las siguientes partes. ¡Gracias por tu apoyo! Aprecio que hayas leído y me hayas dejado un review con tu opinión. Siempre es bien recibido. ¡Gracias, gracias!

La próxima actualización es el miércoles. Recordad que podéis seguirme (o ver mi perfil abierto) en instagram: soymariposamonarca.

Saludos,
Mariposa.