OCULTA
EraserHead era un héroe profesional con una capacidad intelectual y técnica bastante sorprendente, cuando estudiaba en la UA era de los alumnos más prometedores y por el que todos los maestros apostaban.
Su don era sorprendente, poder borrar las singularidades de los demás era algo que nunca antes se había visto, y aunque tenía ciertas desventajas él ha sabido utilizarlo muy bien.
Pero más allá de ser un simple borrador de quirks, él entrenó lo suficientemente duro para convertirse en un verdadero héroe.
No solo podía depender de sus ojos, tenía que adquirir fuerza, velocidad, y un estilo de lucha ya que no sabía a lo que se enfrentaría, pero también, contar con estrategias de rescate.
Por ese motivo, se deslizó dentro del edificio con rapidez, esquivo las llamas vivaces de ese fuego atroz, y guiándose por sus entrenados sentidos, busco departamento por departamento, y con sus vendas fue tomando a la gente con seguridad.
Ni siquiera tuvo reparos en romper los vidrios de la parte este del lugar, y ni siquiera lo pensó dos veces antes de arrojar a las personas por las ventanas.
Los gritos de los niños, adultos y ancianos se escucharon claramente, pero todos cayeron sobre el inflable gigante que los bomberos habían colocado.
Y así, piso por piso, con una velocidad impresionante, Aizawa Shōta se encargó de desalojar y salvaguardar cada una de las vidas de los habitantes de ese lugar.
Aquel extraño roedor se encontraba completamente tranquilo, y en calma, a un lado de la pelirrosa que seguía manteniendo el peso del edificio sobre sus hombros.
Nezu tenía un reloj de bolsillo en su mano y miraba con entusiasmo como el segundero caminaba.
—Un minuto exacto, Aizawa-san. - Apuntó con una radiante sonrisa cuando vio llegar a uno de sus mejores profesores. —Hombre de palabra.
—Si no los mata el incendio, los mata el susto ¿No es así? - La sonrisa de la joven flaqueo por un momento al tiempo en que una gota de sudor se deslizaba desde su sien hasta su barbilla. —Buen trabajo. - Le felicito un tanto agitada por su rol de viga.
—Tenemos que ver cómo evitar que el edificio dañe las estructuras vecinas. - El pelinegro ignoró el comentario de la joven mientras veía el esfuerzo que ella misma hacía.
—Ya estamos evacuando las construcciones aledañas a está. - Explicó el bombero.
—Bien. - Nezu tomó su barbilla mientras veía el edificio. —Si lo derrumbamos hacia atrás caerá en efecto dominó junto con las demás construcciones y se vería grandioso ¿No lo creen?
—¿Ah? - La pelirrosa lo miro confundida. —¿No se supone que tratamos de evitar daños?
—¡Oh! Cierto, cierto, había olvidado ese detalle.
La joven miró por un momento al roedor tratando de comprenderlo, sin embargo terminó descartando esa opción.
—¿Y si lo pulverizamos? - Preguntó la pelirrosa. —De esa manera los restos no serían tan grandes como para lastimar a alguien.
—¿Y cómo se supone que lo vamos a pulverizar? - Cuestionó el azabache.
—Déjenmelo a mí. - Musitó confiada. —¿Podrían apartarse un poco?
Solo bastó que los demás despejaran el área lo suficiente, para que aquella joven pudiera respirar más tranquila.
Segundos más tarde, la chica empujó hacia arriba el edificio para así cargar su puño derecho de chakra. —¡SHANNAROOOOOOO! - Gritó eufórica antes de estampar su pequeño y delicado puño sobre el techo de lo que sería el primer piso de ese dañado edificio.
Una fuerte vibración se sintió tanto en el suelo como en esa dañada construcción, y es que el chakra de la pelirrosa recorrió como la velocidad de la luz cada centímetro de aquel edificio, partiéndolo en miles de pedazos considerablemente pequeños.
Se formó una nube de polvo bastante extensa al tiempo en que los restos y muebles de aquel edificio comenzaban a caer.
La pelirrosa abrió sus ojos con la más pura de las sorpresa cuando su torso fue envuelto por lo que parecían ser unas vendas. Pronto, fue jalada hacia atrás poco antes de que los escombros cayeran encima de ella. Y cuando menos se dio cuenta, su espalda chocó contra el fuerte torso de alguien más.
Cuando levantó la mirada, sus ojos jades colisionaron con aquella mirada ónix que la veía con curiosidad.
Una mano se posó sobre su hombro al tiempo en que las vendas la soltaban. —La próxima vez, asegúrese de quitarse del medio cuando algo está apunto de derrumbarse sobre usted.
—Puede haberme quitado por mi cuenta. - Refunfuño la joven aunque de todas formas una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. —Pero aun así, gracias.
—¡Necesitamos más paramédicos! - La orden de uno de los bomberos hizo que la pelirrosa saliera de su burbuja de ojos negros.
La joven ninja reaccionó al instante, y alejándose del roedor y azabache se encaminó hacia donde estaban los heridos.
—Necesito que comiencen a etiquetar va las personas. - Explicó. —Etiqueta verde aquellos que solo tienen rasguños y contusiones, etiqueta amarilla para ancianos lastimados y quemaduras leves, etiqueta roja para quemaduras de tercer grado w intoxicación por humo. - La voz de la kunoichi resonó por encima de los murmullos y llantos, los bomberos quienes vieron sus capacidades curativas desde el comienzo de aquel altercado no dudaron en seguir sus órdenes.
Por su parte, Sakura comenzó con el tratamiento de aquellos que tenían quemaduras graves, era increíble la rapidez con la que la piel se iba curando volviendo a su forma original, aunque si quedaba una ligera mancha rosada ante la irritación.
Los paramédicos que iban llegando, en su mayoría se dedicaron a atender las etiquetas de color verde, ya que la pelirrosa, con sus años de experiencia, atendía todo lo grave.
—Dos singularidades. - Razonó Nezu quien la observaba al igual que Aizawa. —Increíble, ¿No lo crees?
—Súper fuerza y curación. - Musitó de manera adquisitiva.
—Sé lo que piensas, Aizawa-san, sus quirks no tienen nada que ver el uno con el otro. - El director la veía con curiosidad. —¿Será que solo tiene dos dones?
Aquella mirada oscura seguía evaluando a la joven, sus movimientos eran rápidos y precisos, era obvio la amplia experiencia que gozaba en el área médica.
Le estaba dando órdenes precisas y certeras a los paramédicos quienes ni siquiera dudaban en seguir sus órdenes, parecía que ella era buena mandando a la gente, siempre con amabilidad pero al mismo tiempo con firmeza.
Aunque esa ropa y esa pinta no concordaba precisamente con la de un profesional.
—Para ser tan buen médico, me sorprende no saber de ella. - Apuntó el director de la UA. —Ese don curativo suyo... Es mucho mejor que el de Recovery Girl... Y esa fuerza sobrehumana, debería de ser uno de los héroes potencia del momento ¿No lo cree, Aizawa-san?
—Hm.
La pelirrosa le sonrió amablemente a una anciana cuando ella le tendió un fajo de billetes.
—No lo necesitó, pero muchas gracias.
—Niña, estás en los huesos, tómalo.
—Usted acaba de perder su vivienda, necesita ese dinero más que yo. - Explicó de manera amable al tiempo en que le sonreía con agradecimiento.
—Pero mi niña... Mírate, la vida en la calle debe de ser dura.
La sonrisa de Sakura tembló, definitivamente, por más que fuera la capa de Sasuke, se la quitaría ya mismo.
—Tranquila por favor, estaré bien. - Le prometió.
Aquella joven se puso de pie por completo, fue entonces cuando sus ojos verdes captaron las "camionetas" de aquellos periodistas que iban a cubrir el caso.
Igualmente visualizo a los policías llegar en sus "patrullas". Tuvo dos pensamientos al verlos. El primero: llegaron sumamente tarde. El segundo: tenía que irse AHORA.
Sakura prácticamente dio su trabajo por hecho de un segundo a otro, ajustó bien su capa y la subió lo suficientemente para cubrir un poco su rostro, posteriormente, trató de escabullirse entre la gente para poder salir de ahí lo más pronto posible.
Sin embargo, no considero que su brazo fuera tomado por una firme mano, y nuevamente sus ojos verdes como un jade volvieron a ver directamente a esa mirada tan oscura como la noche.
—No creo que sea conveniente que se vaya, la policía ha llegado y tiene que dar su declaración de cómo sucedieron los hechos.
Oh no.
—No tengo tiempo para eso... yo dejé la comida en la estufa. - Mal pretexto, lo sabía, pero también sabía que dijera lo que dijera no le creería, y tenía que irse ya.
Así que no lo dudo, y de un jalón se liberó del agarre de azabache, para segundos después comenzar a correr lejos de ahí.
Tal cual lo esperaba, aquel hombre de largos y despeinados cabellos negros iba tras de ella, era obvio que también estaba entrenado, rápido y ágil al igual que ella, por ese motivo le costaba trabajó dejarlo atrás.
No conocer Japón, o para ser más precisos, no saber nada de esa dimensión, era una desventaja, ya que no sabía por qué calles meterse, pero supo que lo arruinó cuando doblo en una esquina que la sacó en un barrio solitario, eso solo le daría más chance al hombre de atraparla.
Y tal cual fueron sus predicciones, nuevamente se vio envuelta por ese vendaje que le salvó del impacto del derrumbe minutos atrás.
Pero esta vez opuso resistencia con la firmeza de su cuerpo para no dejarse arrastrar.
—No veo el motivo por el cual huir, si no debe nada...
—No tengo porque explicar mis motivos. - Le interrumpió la pelirrosa quien haciendo uso de su fuerza rompió aquel vendaje que la retenía. —Pero no pienso quedarme esta noche.
Sakura dio un salto hacia atrás, sintió como su hitai-ate se desataba de su cabeza, del mismo modo vio como aquella banda rosada con el símbolo de su aldea caía hasta estrellarse con el suelo.
Sintiendo un extraño nudo en su estómago, tomó la decisión de dejar su banda ninja atrás y volver a correr.
Esta vez ocupó su chakra en las plantas de sus pies para aumentar la velocidad, y corrió hasta una especie de callejón donde más tarde comenzó a correr por las paredes para después saltar de techo en techo.
Para cuando Aizawa llegó al callejón, la pelirrosa ya no se encontraba ahí.
Soltó un suspiro cansado, sería idiota tratar de seguir sus pasos cuando ella ya le llevaba bastante distancia de ventaja, a parte, prefería evitar la fatiga.
Por ello, el azabache volvió caminando por dónde vino, hasta que llegó justo a la calle donde se encontraba aquel listón rojo con una hebilla de metal ajustado en él.
Sus ojos miraron con curiosidad el símbolo que estaba grabado en ese metal. ¿Qué era eso? No parecía en absoluto algún accesorio de belleza que las mujeres suelen ocupar.
—Aizawa-san. - La voz del director Nezu lo sacó de sus pensamientos.
—La perdí. - Explicó lo obvio.
—Tranquilo Aizawa-san, es una pena que no se haya quedado con nosotros para tomar un té. - Una extraña sonrisa se formó en ese adorable roedor. —Pero creo que esto nos será más que suficiente para poder comprender un poco la situación.
En la mano afelpada del director de la UA se encontraba un rollo aparentemente hecho de una hoja larga, tenía unas letras grabadas en él.
Era un pergamino, algo que solo vendían en las tiendas de antigüedades más antañas de Japón.
Bitácora VIII
En teoría está tendría que ser la bitácora I, ya que fui lo suficientemente idiota y descuidada para perder mi registro de bitácoras.
¿Cómo llegué a estar arriba de un árbol, hambrienta y sin dos piezas importantes de mi equipo?
Pues verán, Sakura Haruno tuvo la gran idea de creerse un Héroe en lugar de un Ninja, y por meter su nariz donde donde no la llamaban, casi la descubren.
En el proceso perdí mi querida banda, y mi registro de bitácoras, ni siquiera recuerdo si sellé el pergamino, pero eso ya no importa ahora.
Me tuve que ir del hotel donde me hospedaba, aunque no era el mejor, era lo suficiente para mí, pero tras encontrarme con ese encantador roedor con tendencias psicópatas y ese... azabache de vendajes atrapantes, no tuve opción.
La posibilidad de que me busquen es alta, por lo cual tengo que moverme lo más lejos posible para seguir en mi anonimato, y reprimir el impulso de idiotez (que lo más seguro es que me haya pegado Naruto) para no meterme en asuntos que no me incumben.
No sé dónde me encuentro ahora, pero según el metro en el cual me subí, avance un total de quince estaciones. Espero que ese sea un tramo lo suficientemente lejos.
Bitácora IX
Seguir el anonimato no es tan fácil como yo pensaba, para sobrevivir aquí necesito dinero, creo que me aleje demasiado del bosque donde aparecí inicialmente, ahora estoy mucho más adentrada en la ciudad donde los costos se elevaron considerablemente.
Realmente comienzo a considerar que seré una vagabunda, bueno, rectifico, estoy a nada de ser una vagabunda.
El poco dinero que me queda lo ocupó para pagar un hotel, más caro que el anterior pero con un peor servicio.
Es lo que hay, necesitaba un lugar donde bañarme y dónde lavar mi ropa, mi escasa ropa que solo consistía en mi uniforme ninja, las capa horrible de Sasuke y mi ropa interior.
Lavar mi ropa y dormir desnuda casi se comienza a volver mi pasión, estoy a punto de confeccionar las horribles sábanas de la cama como un vestido el cual pueda ocupar.
La vestimenta aquí es muy linda, los estilos son únicos, lo malo es que son bastante costosos, y no tengo dinero.
¿Es tanto pedir que alguien se rompa la cabeza para que se la pueda curar y me pague por ello?
Tal vez deba volverme carterista.
No sabía, ni siquiera tenía la menor idea de cómo había llegado a ese lugar, pero la verdad es que lo estaba disfrutando.
Se permitió así misma quitarse aquella capa horrible y calurosa de su compañero de equipo, para así poder disfrutar de aquella brisa marina que hacía estremecer a su piel.
Se sentía tan bien.
Sakura se quitó sus sandalias y remojo sus pies en el agua fría del mar, al tiempo en que sentía la arena en sus dedos.
Tenía mucho que no visitaba el mar, probablemente la última vez que tuvo una misión en una playa fue hace tres años, mucho antes de la cuarta guerra ninja en la cual fue participe.
Algo en ella se removió.
Durante todo ese tiempo había estado concentrada en mil cosas, si no eran los entrenamientos con Tsunade, era la búsqueda de Sasuke, si no era eso, era las peleas con Akatsuki, la reconstrucción tras el ataque de Patín, la guerra para salvar a su mejor amigo, los estragos de dicha guerra, seguir con la reconstrucción de la aldea, buscar unas prótesis para sus idiotas amigos tullidos. Posteriormente las responsabilidades aumentaron, comenzar con la subdirección del hospital, ser jefa de cirugía, ser directora del hospital, formar un equipo de investigación de antídotos, comenzar la planeación de una casa hogar, un hospital pediátrico, intercambio de médicos entre las cinco naciones para aumentar el beneficio a la salud y la misión a la Luna.
Estuvo tan ocupada que rara vez tuvo tiempo para disfrutar la vida. Comenzaba a pensar que Ino tenía razón, tenía su nariz tan enterrada en los libros que sus ojos no eran capaces de ver algo más.
Y ahí estaba, frente a ella, un hermoso atardecer en una playa. Y aunque la playa estuviera llena de basura, no le importaba, la belleza del crepúsculo nadie se la quitaba.
Sakura cerró sus ojos, disfrutando del viento en su cara, se permitió sentir un segundo de paz, aunque no estuviera en su dimensión, aunque estuviera muy lejos de casa.
Pero su tranquilidad se vio interrumpida por un grito de frustración, un grito fuerte y lleno de furia.
Casi por inercia, la pelirrosa llevó sus manos a dónde guardaba comúnmente sus armas ninjas, aunque no fue necesario tomarlas, ya que sus ojos jades pudieron ver a un joven peliverde llorar mientras golpeaba un pedazo de chatarra.
La kunoichi reprimió su risa al ver cómo aquel joven golpeaba su puño lastimándose en el proceso.
—Si vas a golpear algo, procura no lastimarte en el intento. - Sakura no pudo evitarlo, pero comenzó a caminar hasta él para poder ver su mano.
—Yo... - El rostro de ese chico enrojeció rápidamente al ver que no era el único en esa playa.
Una risa fresca salió de la joven al ver lo apenado que estaba el chico.
—Tranquilo, está bien estar estresado. - Apuntó sin cuidado antes de tomar la mano lastimada del peliverde. —Solo ten cuidado, te puedes lastimar si no sabes canalizar tu furia.
Al instante el brillo verde característico de su chakra iluminó sus manos las cuales sostenían a la del joven.
—¡Impresionante! - La alabó el chico al ver cómo sus nudillos comenzaban a sanarse a una velocidad impactante. —¡Un quirk curativo! ¿Qué necesita para utilizarlo? ¿Mi energía? ¿Su energía? ¿Es cansado? ¿Puede hacerlo en su cuerpo? ¿Cuántas heridas puede curar al día? ¿Cuáles han sido las más graves? ¿Solo se manifiesta en sus manos? ¿Cuántos años lleva utilizándolo?
—¡Ey! ¡Muchas preguntas! - La pelirrosa se vio conmovida ante el interés y balbuceos del joven. —No me canso a menos de que tenga que curar heridas graves y que requieran mucho tiempo, sí, normalmente solo lo manifiesto en mis manos y llevo casi siete años ocupandolo.
Sakura ni siquiera notó en qué momento el joven había sacado una libreta para anotar lo que ella le explicó, y no solo eso, también aportó lo que sintió al ser curado, el tiempo, y el color.
—¿Cuál es su nombre de héroe? - Le pregunto emocionado el chico.
La sonrisa de la ninja flaqueo levemente, pasó una mano tras su nuca y negó. —Bueno, yo no soy un héroe.
—¡¿Pero por qué no?! ¡Su habilidad es asombrosa!
—Digamos que no está en mis planes. - Admitió. —¿Y cuál es tu nombre de héroe?
Mala pregunta, la mirada del chico fue nublada por una sombra de amargura.
—No soy un héroe.
—Pero lo serás ¿Cierto?
—Estoy luchando por serlo, pero... Alguien como yo no podría. - El muchacho suspiró. —No cuento con una singularidad, y aunque estoy entrenando duro...
—¿Y que tiene que no poseas un quirk?
—No hay un héroe que no posea un quirk.
Sakura no pudo evitar reír. Puso una mano sobre los cabellos verdes del chico y los revolvió, pese a que prácticamente tenían la misma estatura, era obvio que el muchacho era menor.
—El trabajo duro derrota al talento natural. - Sakura se tomó el atrevimiento de citar las palabras que Lee utilizó aquella vez en los exámenes Chunin.
Tenía que admitir que Lee era uno de los mejores ninjas, y que en un futuro sería igual o más fuerte que Gai-sensei quien fue el único ninja que fue capaz de darle pelea a Uchiha Madara.
La mirada llena de asombro y esperanza del muchacho se posó sobre Sakura quien se veía confiada ante sus palabras.
—Tal vez no tienes una singularidad, pero eso no significa que no puedes ser un héroe. Te va a costar el doble, no, el triple que a los demás, pero puedes hacerlo, no te desanimes. - Aquella ninja revolvió nuevamente los cabellos del chico antes de darse la vuelta y comenzar a caminar hasta donde había dejado sus cosas.
—¡Lo lograré! ¡Seré un gran héroe! ¡Un héroe que pueda proteger a todos!
—No lo dudo.
Bitácora XXII
Cómo lo dije anteriormente, llegué a una dimensión completamente diferente a la mía.
Han sido veintidós días desde mi llegada, he pasado por muchas cosas para poder adaptarme.
Aún no tengo un verdadero trabajo, aunque estoy pensando entrar como mesera a un restaurante. Eso me da un muy mal sabor de boca, soy ninja, soy médico, soy alguien.
No digo que ser mesera este mal, pero ¡Vamos! ¡No sufrí tanto para ser lo que soy ahora para nada!
No puedo ser "héroe" eso me traería problemas, no creo que sea conveniente que la gente se entere de las dimensiones, eso, a la larga, podría ser un problema para mi mundo.
Tampoco puedo desempeñar mis conocimientos como médico, lo cual es peor, solo me dedico a atender casos pequeños e irme, ya sea con o sin paga.
Pese a que en mi "mundo" estábamos a mitad de invierno, en esta dimensión aparecí pocos días antes de la primavera.
Lo cual me trae un mal, pero mal sabor de boca, ya que al menos en este lugar es 28 de marzo.
Haciendo cálculos, creo que en mi dimensión estaríamos por el último día de diciembre.
Pero aquí no es así, aquí es mi cumpleaños, mi cumpleaños número veinte.
Y estoy sola, completamente sola, viviendo en un hotel de mala muerte, sin poder hacerme de otra ropa, viendo mi vida pasar de forma patética en una dimensión completamente diferente a la mía.
Ni siquiera cuento con Katsuyo, al parecer, no puedo invocarla en esta dimensión, al menos ella, estaría conmigo.
Las ojeras debajo de los ojos de Kakashi eran preocupantes, Shikamaru no sabía qué hacer para mandar a dormir al Hokage de cabellos platinados.
El ninja copia estaba recargado en su silla, viendo caer la espesa nieve a través del ventanal que estaba tras su escritorio.
Allá afuera la nieve blanca estaba siendo iluminada por todas esas luces de colores que caracterizan las fiestas de esa temporada.
Suspiró nuevamente al pensar en su alumna, ¿Dónde estaba Sakura? ¿Cómo la estaba pasando? ¿Habrá comido? ¿Estará viva? O acaso... ¿Habrá muerto?
Los golpeteos en la puerta lo hicieron salir de sus oscuros pensamientos. —Adelante. - Dio el permiso de acceso, al tiempo en que con parsimonia, giraba su silla para ver a quien lo buscaba.
—Hokage-sama. - El saludo cortés, respetuoso y cordial del ninja médico frente a él, le hizo arquear una ceja.
—Akagawa-san. - Le saludo en reconocimiento. —¿A qué debo su visita? Adelante, tome asiento.
—En estas fechas, siempre acostumbramos estar en casa. - El castaño comenzó a hablar al tiempo en que se sentaba frente al escritorio. —Haruno-san se encargaba de mandarnos estos días de fiesta a nuestro hogares, para poder estar con nuestras familias. - El hombre sonrió levemente. —Es obvio que en esta ocasión no fue así.
Kakashi estaba expectante para saber a lo que aquel médico quien aún seguía portando su uniforme quirúrgico, quería llegar.
—Haruno-san se encargaba del hospital ella sola ¿Sabe? Hacía alrededor de quince clones para poder atender a los heridos que pudieran llegar a causa de la nieve o la bebida, pero aún así, mandaba un clon a casa para que sus padres no se sintieran solos. Ella es la mejor directora que el hospital ha tenido. - Aseguro. —No le diga esto a Tsunade-sama, pero nosotros no queremos a alguien que se emborracha y se duerme sobre el escritorio, queremos a Haruno-san de vuelta.
—Sakura en estos momentos está...
—Desaparecida.
Los ojos del peliplateado se abrieron levemente ante la sorpresa. El estatus de las desaparición de su única alumna no era algo que se pudiera dar a conocer a la ligera, aquello traería demasiados problemas en el consejo, y más dudas con respecto al clan Ōtsutsuki en las cinco naciones.
Por lo que, la clasificación del caso de Haruno Sakura era de extrema confidencialidad, algo que solo sus alumnos, los padres de ella, Tsunade, Shikamaru, Ino y él sabían.
—¿Cómo...?
—Es la única razón para que Sakura-san haya dejado a cargo a Tsunade-sama. - Explicó con simpleza. —Sakura sería incapaz de irse a cualquier misión a sabiendas de que su hospital infantil comenzó a construirse.
—Akagawa-san. - Kakashi lo vio con sospecha y curiosidad. —Usted es un gran ninja médico, uno de los mejores con los que cuenta la aldea, sin embargo, también lo conozco por su facilidad en el campo de la infiltración, usted es un espía por excelencia. - Apuntó. —Estuvo infiltrado en el Aldea de los Volcanes durante seis años ¿Cierto?
—Efectivamente, hasta hace dos años pude volver a mi nación.
—Usted nos dio mucha información sobre dicho país, gracias a usted pudimos destruir aquel horrible lugar que se llamaba "El Coliseo" que capturamos a cientos de proxenetas y gente de pocos escrúpulos. - Musitó el Hatake.
—No hubiera podido salir de ahí de no ser por Sakura. - Explicó el ninja. —Ella tuvo la misión de ir por mí y ayudarme a salir de ese lugar, casi destruye media Aldea con tal de traerme de vuelta.
—Sí, recuerdo lo indignada que estaba cuando se enteró que teníamos ninjas infiltrados casi en el olvido.
—Como comprenderá, estoy en deuda con Haruno-san, así que, sea lo que sea que esté pasando, quiero hacer lo que esté en mis manos para traerla de vuelta.
—Bien, para eso, necesito saber ¿Qué tan informado está al respecto del caso?
—Sé que en uno de sus entrenamientos encontraron un objeto similar a los que tenía la diosa conejo a la cual se enfrentaron años atrás. Cuando sus estudiantes que son justamente las reencarnaciones de dos dioses lo tomaron, se creó un portal dimensional que absorbió a Sakura-san. - Explicó con aire desinteresado. —Desde entonces Uzumaki-san y Uchiha-san han estado abriendo portales dimensionales sin parar con el fin de encontrarla.
—Esa es demasiada información, Akagawa-san.
El castaño se encogió de hombros, sintiendo un deje de orgullo por sus habilidades.
—Ya que usted es tan bueno recopilando información, y viendo detalles que nadie ve, entonces le tengo una misión. - Apuntó Kakashi con un deje de esperanza. —Vuelva al Valle del Fin, levanté piedra por piedra si es necesario, necesitamos algo que nos lleve a Sakura.
—Cuente con ello, Hokage-sama.
—Y recuérdeme tener los ojos en usted una vez que regrese.
—Lo siento, son los gajes de tantos años en el oficio de espía.
Los ojos negros del mayor veían la determinación en aquella mirada, era una pena que su alumna hubiera desaparecido justo cuando un buen hombre había llegado a su vida.
Sakura caminaba por las calles primaverales de Japón, los árboles rosados como su cabello eran tan lindos en esa gran ciudad.
La joven recién salía de una pequeña cafetería, donde había comprado un pastel individual, pese a que estuviera sola, necesitaba y merecía un poco de dulce que aliviara el dolor de su soledad.
Aquel pastelito de fresa le había costado demasiado dinero, tanto que no sería capaz de pagar un hotel, con suerte dormiría en un techo, o bien buscaría un árbol con buenas ramas que soportan su peso.
La kunoichi iba caminando tranquilamente por aquellas transitadas calles, esperando encontrar un lugar donde comer en soledad su pastelillo.
Tal vez una banca o algún parque, al menos eso era lo que quería pensar, de no ser por un extraño quejido proveniente de un callejón que la hizo parar.
Quiso irse, algo dentro de ella le dijo que ignorara aquel quejido, sin embargo, su ética profesional y su moral la detuvieron.
Sin más remedio se adentro a aquel callejón, echándole un rápido vistazo, solo eso le bastó para poder divisar a alguien quien estaba sentado justo al fondo.
Suspiró, llamándose idiota mentalmente por volverse a meter en asuntos que no tenían porque importarle.
Pero aún así, camino hasta el fondo de aquel callejón, y no dudo en tomar asiento a un lado de aquella persona.
Sus instintos entrenados le indicaban que aquel extraño estaba a la defensiva, evaluando sus acciones con la mirada.
Ella no lo culpaba, finalmente había ido a irrumpir su comodidad.
Sakura se limitó a sacar debajo de su capa un frasco de alcohol con el cual enjuagó sus manos para quitarse las bacterias y suciedad que pudiera tener.
Posteriormente dejó el alcohol en medio de ambos, y se dispuso a abrir aquella pequeña caja con su pequeño pastel de fresa.
Aunque era pequeño debido a su tamaño individual, la pelirrosada no dudo ni un segundo en partirlo a la mitad con ayuda del tenedor de plástico que le dieron.
Coloco una mitad en el plato, y la otra mitad la dejó sobre la caja de unicel que le habían dado, segundos después, le dio el plato con la mitad de su pastel y el tenedor a la persona que estaba a su lado.
Cómo este ni siquiera tenía la intención de agarrarlo, ella dejó el plato sobre el suelo, en medio de ambos.
Sakura tomó su rebanada de pastel con la mano y le dio una mordida. Sus ojos verdes se iluminaron casi al instante al sentir el sabor dulce pero a la vez ligeramente agrio de la fresa sobre su paladar. La cremosidad y suavidad derritiéndose en su lengua como si fuera miel.
Un jadeo de alivio se escapó de sus labios, el pastel sabía muy rico, podría compararse con uno de los pasteles que hacía su padre.
Cuando se preparó para darle otra mordida, sintió como su rebanada le fue arrebatada.
Levemente indignada se giró hacia el joven quien con su mano (sin desinfectar) le arrebató su pedazo para comenzar a comerselo.
—No iba a envenenarte. - Sakura achicó los ojos, pero aún así comprendía al sujeto. Nadie confiaría en alguien con pinta de vagabundo sentada en un callejón con olor a basurero.
La pelirrosa en respuesta recibió una mala mirada por parte de esos ojos azules.
Haciendo una última mueca de inconformidad, la joven tomó el plato que había dejado en el suelo y comenzó a comer la parte que había sido primeramente destinada para ese joven.
Ambos se limitaron a comer en silencio, disfrutando del sabor de dicho pastel, sin embargo, los ojos verdes de la joven lo evaluaban brevemente, dándole un rápido escaneo médico.
Cuando los dos jóvenes terminaron de comer, se quedaron en completo silencio, siguiendo sentados en el frío piso y recargados en la húmeda pared.
—Eres zurdo. - Comenzó Sakura. —Tu movilidad se verá afectada si no curo tu brazo izquierdo.
—No quiero nada de un maldito héroe.
—Pero te comiste el pastel que te ofrecí.
—Te lo arrebate, es diferente.
Una breve sonrisa salió de los labios de Sakura al ver la resistencia de aquel chico.
—Estas de suerte, yo no soy un héroe. - Apuntó. —¿Acaso crees que si fuera un héroe tendría ropa de vagabundo y estuviera festejando mi cumpleaños con un mini pastel en un callejón maloliente? - Le cuestionó de forma burlona, aunque muy en el fondo ese detalle le deprimía bastante. —Déjame ver tu brazo.
Cuando la mano de la joven tocó aquella piel, el muchacho intentó retirar su brazo con brusquedad.
Sakura ni se inmutó, con aquella fuerza sobrehumana que la caracteriza desde hace ya varios años, apretó la muñeca del joven para evitar que se la quitara.
Los ojos azules de aquel pelinegro se agrandaron por un instante al notar aquella fuerza que la joven poseía.
Aquella luz verde del chakra de la ninja los iluminó a ambos, comenzó a actuar con rapidez.
El muchacho se vio asombrado ante aquella extraña sensación de alivio que de un segundo a otro sobrepasó la molestia a la que se había acostumbrado desde que comenzó a usar su quirk, y pudo ver cómo su piel mejoraba de manera considerable.
Cuando menos se dio cuenta, aquella joven ya había recorrido prácticamente todo su cuerpo con esa luz verde, la sensación era buena, gratificante, era algo que él no conseguía desde que era un niño.
—Las quemaduras son grandes, constantes, de hecho me parece que ya te has acostumbrado a ello. - Sakura dio su diagnóstico sin poder evitarlo. —Pero no es nada que no se pueda arreglar, de hecho hasta con una pomada... - La chica retiró las manos del pecho del joven al tiempo en que se ponía a pensar. —Si tan solo tuviera esas hierbas podría hacer un ungüento para aliviar el malestar. - Suspiró.
—¿Dónde?
—¿Uh?
—Dónde se encuentran las hierbas que necesitas para la pomada.
—En casa. - Para el hombre no pasó desapercibida aquella mueca melancólica que cayó sobre una sombra en la cara de la mujer. —Mi casa queda muy lejos de aquí, no sé si en Japón existan.
—¿Cómo se llaman?
—Necesitó... Caléndula, consuelda, hamamelis, aloe vera, y equinácea. Lo demás creo que si lo puedo conseguir en una farmacia.
El pelinegro se puso de pie, sacudió sus pantalones del polvo que había adquirido por estar sentado. Posteriormente revisó sus manos las cuales se veían considerablemente mejor a como se veían antes.
—Dos semanas.
—¿He? - Sakura se sintió como una tonta por preguntar tanto.
—Qué en dos semanas te traigo lo que necesitas.
—¿Qué? ¿Vas a traer las plantas aquí? - Le cuestiono al tiempo en que se ponía de pie, pero el azabache siguió avanzando. —¡Oye, te estoy hablando!
La pelirrosa intentó alcanzarlo, pero cuando salió del callejón detrás de él, ya no se encontraba.
—¡Oh, vamos! ¡¿No podemos vernos en un lugar más agradable?!
Estaba segura de que se encontraba a nada de superar a Naruto en imprudencia y estupidez. La última vez había llegado a un acuerdo consigo misma de ya no meterse en peleas ajenas ni enfrentarse a villanos.
Pero ahí estaba ella, recién había derrotado al tipo que casi inunda la ciudad, y ahora aparte de empapada tenía dos varillas de metal atravesando su hombro y su pierna izquierda.
—¡No te metas en lo que no te incumbe, frentona! - Grito aquel villano.
—¿A quien le dices frentona, cara de pájaro? - Sakura sostuvo la varilla que estaba atravesando su cuerpo, y comenzó a jalarla hacia ella con fuerza y rapidez sin importarle la sangre que perdía o el dolor. —¡SHANNAROOOOOOOOOOO! - Gritó con rabia antes de estampar su puño cargado de chakra y mandarlo a volar al otro extremo de la calle.
El sonido de las ambulancias y patrullas comenzó a sonar, ella ya no tenía tiempo ni de revisar a los heridos, tenía que escapar.
Dio un gruñido antes de comenzar a correr para huir del lugar, no podía dejar verse, ni que la retuvieran, o entonces estaría en problemas.
Sakura solo se pudo ocultar en un callejón cercano, nuevamente se dejó caer en el suelo y recargo su espalda contra la fría pared.
Tenía que curarse para poder huir del escenario próximo.
La pelirrosa cerró sus ojos antes de comenzar a sacar la varilla de su muslo, mordió fuertemente su labio para evitar algún grito de dolor, y sacó por completo aquel metal oxidado.
Su chakra rápidamente hizo su trabajo, y la herida de su pierna se fue cerrando poco a poco.
Ahora venía el hombro, su mano tomó aquel pedazo de metal fue saliendo poco a poco, hasta que salió por completo.
Más tranquila tomó una bocanada de aire antes de llevar su mano al área afectada.
Estaba empapada, sola, sin dinero para rentar un cuarto en un hotel, herida y con su ropa entre sucia y rota.
No esperaba eso para su cumpleaños número veinte, definitivamente no esperaba pasarla así de mal, lejos de casa, en lugar desconocido, donde todo era nuevo y raro para ella.
La luz verde de la energía que recorría su cuerpo iluminaba la oscuridad de la noche, solo esperaría a terminar de curarse para irse lejos nuevamente.
Pero sus planes se fueron al diablo, cuando una mano se posó frente a ella esperando ser tomada.
Los ojos de la ninja se abrieron sorprendidos ya que en ningún momento sintió a alguien llegar. Su mirada se iluminó al reconocer a la persona frente a ella.
—Deja de ocultarte, Shinobi. - La profunda voz de Aizawa hizo eco en ese oscuro callejón, y también en su corazón. Así que en las manos de ese hombre había caído su primer bitácora. —Anda, vamos, necesitas descansar.
Sakura tomó aquella grande y cálida mano en un acto de inesperada confianza. —Gracias.
