Capítulo 3: Recuperación.
Era la tarde del 6 de octubre… Naruto cumpliría sus 18 años en 4 días.
Estaba en su última etapa en el hospital y estaba impaciente esperando a su enfermera; sentía alivio que fuese Hinata y no alguna de sus otras amigas, sabía que ella no lo golpearía por más tonto que fuera o por expresar algo sin sentido.
Sakura y Tsunade aguardaban en la habitación la llegada de Hinata para que Naruto tuviera guardia constante, ellas le habían hecho la respectiva terapia del día y se maravillaban de su avance casi milagroso -era Kurama por supuesto- ayudándole e inyectándole chakra regenerativo a su ya mejor amigo o su casi hijo, el nueve colas ya no era un enemigo sino un aliado de Konoha.
- "' ¡Sumimasen!"
- "Pasa Hinata" contestó Tsunade. Todos miraron con sorpresa a la Kunoichi que se veía diferente al resto de los días, tenía un aura especial, parecía brillar en aquel espacio de la habitación. Naruto tragó saliva con tan solo verla, por primera vez la veía con exactitud a cómo ella era, su ángel, su protectora, su cuidadora… recordaba todas las cosas que ella a pesar de su gran dolor y retraimiento por la pérdida de Neji, hacía por él… todo se agolpaba en su pecho y lo hacía sentir sumamente nervioso… ella pasaría la noche con él, bueno, ella debía cuidarlo -no era una cita sino una misión- trataba de mentalizarse fuertemente en su cabeza, pero no dejaba de sentirse, intranquilo, nervioso y tal vez ansioso.
- "¡Hora de la cena! "dijo Ayame simpáticamente. Tsunade había permitido que Teuchi le enviara un miso ramen con puerco extra grande a Naruto para que cenara ese día en el hospital, también había allí una porción para Hinata quien agradeció la generosidad de Tsunade y habiéndose retirado las demás mujeres de la habitación, quedaron ellos dos agolpados en la habitación viendo asomar los rayos de la noche.
- "Naruto-Kun, Tsunade-Sama me dijo que podías mover levemente tu mano derecha, y me pidió que te ayudará a memorizar el movimiento de los palillos" Naruto hizo un puchero… ¡Él no quería eso! Quería que ella le diera de comer en la boca como lo había hecho en otras oportunidades, pero sabía que Hinata era un ninja que llevaría a cabo su misión. Naruto no pudo evitar erizarse… las manos de Hinata tomaron la suya y entrecerró los dedos para sujetar los palillos; la tenía cerca… Demasiado… su corazón latía.
No sabía cuál era el origen de su torpeza. O era que la prótesis había fallado o eran los nervios por tenerla tan cerca. De repente Naruto escuchó una risa casi maléfica que conocía bastante bien, no lo atemorizaba, antes bien, le estaba entrando el mal carácter.
- "¿Qué te pasa Naruto? ¿Acaso no te gustó mi método de ayudarte? ¡Viéndolo bien la chica Hyuuga es bastante hermosa! si no te agrada yo puedo cortejarla…"
- ¡Basta Kurama! Dijo Naruto con desagrado. El Kyuubi no podía parar de reír. Su Jinchuuriki era tan tonto que no sabía ni por qué estaba enfadado, pero Kurama haría todo lo posible por torturar Naruto, decía hacerlo con la mera intención de divertirse, pero el zorro sabía que era por algo más…
Poco a poco Naruto fue adquiriendo nuevamente la destreza de tomar los palillos y alimentarse por sí solo. Era un logro que en tiempo récord habían alcanzado, era la primera noche y quedaban dos más.
- "Felicidades, Naruto-Kun, no pensé que pudieras lograrlo hoy" decía con una alegría celestial. Él no paraba de sonreír, pero se preguntaba por qué cuando Hinata estaba con él, podía lograr todo lo que ella le indicara con facilidad. Todo esto lo tenía confundido, pero no le importaba; sin embargo, la alegría se disipó momentáneamente; un fuerte calambre en la mano derecha de Naruto hizo que él buscara su cama de hospital, pero no era capaz de agarrar o tomar los objetos.
Hinata le ayudó a recostarse y le dijo que ya era hora de dormir; en la habitación cayó un ambiente tenso… él debía ponerse su pijama, pero no era capaz, su calambre no lo permitía… ella debía desvestirlo y ponerle cómodo para dormir; cerró sus ojos con fuerza y se dijo a sí misma que debía hacerlo, no podía olvidar que era una misión.
- "Naruto-Kun, levanta tus brazos por favor" él no tuvo más opción que obedecer. Las manos de Hinata eran una seda que se paseaba por sus brazos y su torso, el autocontrol de Naruto se estaba poniendo a prueba allí, pero sabía que si le ayudaba a retirar sus pantalones él no podría controlarse, por alguna razón, temía cometer una torpeza que hiciera que ella se fuera de su lado para siempre.
- "Hinata, gracias. Ya estoy bien, creo que esta perfecto para dormir".
- "Esta bien". Hinata tomó las mantas y las subió a la altura del pecho de Naruto y al abollonar su almohada, tuvo que agacharse lentamente sobre él y el corazón de ambos parecían una bomba a punto de explotar; Naruto observó sus labios, comprendió como eran los labios de una mujer; los de Hinata tenían un color coral hermoso que combinaban con su piel blanca y sedosa y sus ojos color lavanda que hacían juego con sus hermosas pestañas largas y rizadas, lo llamaban instintivamente, Naruto lamentaba que el calambre en su mano no le permitiera moverse, él quería tocar ese rostro con su nueva mano, pero sabría que en ese momento era imposible para él y vencido por el sueño se durmió profundamente.
Cuando Hinata notó que Naruto ya se había dormido, buscó desesperadamente agua fría para tomar y aplicarse un poco en su rostro, ella pudo notar algo en sus ojos azules que por lo general eran decididos y firmes, pero esa noche, ella no vio los ojos del ninja más fuerte del mundo, no… vio los de un hombre que estaba experimentando la pasión y el deseo, sin embargo, ella, presa de su inseguridad creyó haberlo imaginado y mientras custodiaba a Naruto sacó de su equipo de misión, lana y agujas para tejer.
Así pasaron los tres días de observación en el hospital.
