Hola por aquí dejo el tercer capitulo.
Muchas gracias a Josita por su beteo.
Capítulo 3: Libros
Por otro lado, al reagrupar a sus cultivadores, Lan Xichen se preocupó un montón al descubrir que su hermano no estaba entre ellos. Le peguntó al joven que estaba a su lado mientras tocaban sus guqin para suprimir la energía resentida del lugar, pero este no sabía nada del Lan.
—Lo siento Zewu-jun, pero en el momento en que los cadáveres llegaron, perdimos la formación y no lo vi. Seguro está cerca, es el joven Wangji de quien estamos hablando —le respondió el chico con mucho respeto.
No muy contento por la respuesta, pero sin demostrarlo, volvieron al pueblo. Al hablar de nuevo con el jefe, este les dijo que antes no había cadáveres en ese lugar, sólo los espíritus que dañaban sus cultivos y no los dejaban estar en los campos. Le pareció supremamente extraño el hecho de que aparecieran tantos sino estaban allí antes, además, en ninguna aldea cercana habían reportado algo parecido.
Pasó la tarde y su hermano no regresó al pueblo, tampoco fue visto por los cultivadores mayores que envió en su búsqueda.
En ese momento tenía dos opciones: Esperar hasta que lo encontraran (rezando porque estuviera sano y salvo) o enviar urgentemente un mensaje de ayuda al receso de las nubes. Sea la opción que fuera, tendría el mismo resultado: un castigo para ambos. A él por no haber tenido cuidado con un cultivador junior y a Lan Zhan por ir solo. Decidió optar por la primera, confiaba en su hermano y aunque estuviera preocupado, sabía que volvería ileso.
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A las 5:00 Am del día siguiente, Lan Zhan se despertó en la cueva. Notó que estaba infinitamente mejor; sus sentidos no se sentían aturdidos, la cabeza había dejado de doler y el cansancio que lo invadió la noche anterior ya no estaba. Además de ello, estaba muy cálido. Abrió los ojos y se sentó de repente, sólo para darse cuenta que el zorro estaba acostado al lado suyo y tenía la cola sobre sus piernas. Las orejas del muchacho no podían estar más rojas y se levantó como un resorte de la cama improvisada en la que estaba. Al sentir tanto revuelo, el zorro se despertó y mientras perezosamente se tallaba los ojos, preguntó:
—¿Qué haces? ¿Qué hora es? Aún está oscuro, ¿por qué me levantaste?
—¡Desvergonzado! —le dijo el muchacho en shock.
El zorro comenzó a reír aun medio dormido.
—¿Nunca habías dormido con alguien al lado?
El Lan sólo giró su rostro y a pesar de su rectitud, la curiosidad le ganó, inspeccionando con ojos discretos la cueva en la que estaba. No era muy grande pero tampoco podría considerarla pequeña, lo justo para ser una habitación normal. Había cachivaches de todo tipo en el lugar, algunos platos de diferentes vajillas, ropas en el suelo, hojas, cuadernos y libros variados, ollas y una pila de madera que asumió era para cocinar. En otro lado había un gabinete, parecía que las termitas se habían encargado de ahuecarlo. En cada estante de ese gabinete había diferentes frascos con líquidos, hierbas, frutos secos y descubrió que allí estaba la misma medicina que tomó. Luego de ello, notó en una destartalada mesita, un jarrón que se parecía mucho a los de receso de las nubes.
—Robar está prohibido —dijo seriamente, volviendo su rostro al zorro que ya estaba un poco más despierto. Este le devolvió una mirada extrañada por sus palabras.
—¿De qué hablas, chico? —preguntó, bostezando al final de la frase.
—El jarrón; es de mi casa —dijo, señalando al lugar.
A pesar de que su rostro era prácticamente el mismo, Wei Ying logró sentir un poco de enojo en su voz.
—Si está roto y lo tiran, no cuenta como robar ¿o sí, niño? —replicó mientras se levantaba de la cama (que no era más que un nido de paja y algunas mantas viejas) y se acercó al jarrón para mostrarle al cultivador, que el objeto estaba remendado —. ¿Ves? No fue un robo si ya estaba en la basura.
Hubo un pequeño silencio que se le hizo incomodo al sociable zorro, el Lan de igual forma no sabía iniciar una conversación. Wei Ying miró fuera de la cueva y notó que había comenzado a aclarar.
—Creo que deberías volver con tu gente, de seguro que estarán preocupados —dijo finalmente Wei Ying, rompiendo el hielo.
Lan Zhan asintió, peinó un poco con sus dedos los mechones que se habían desacomodado mientras dormían y se fue a la entrada. Wei Ying llego pronto y lo tomo de una mano, cosa que hizo que el muchacho se soltara bruscamente.
—¡Espera, hay algo importante que no me has dicho!
Lan zhan le lanzó una mirada, instándolo a continuar.
—¿Cuál es tu nombre? —le preguntó con la sonrisa más hermosa que el joven maestro del clan Lan haya visto jamás.
—Lan Zhan, nombre de cortesía Wangji —dijo secamente, era lo menos que podía darle después de que le ayudara.
El zorro sonrió y continuó.
—Lan Zhan prométeme algo, sé que puedo confiar en ti. Nunca le muestres a nadie donde vivo.
Lan Zhan se molestó por el trato tan informal, pero notó un poco de miedo en la voz del zorro al decir la petición.
—Está bien, pero promete que no robaras más —le dijo seriamente.
—No es robar si ya está en la basura ¿no? —repitió el zorro, sonriente.
El Lan sólo suspiró y volvió al pueblo donde lo esperaba un muy angustiado Lan Xichen.
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Al regresar al receso de las nubes, todos los cultivadores retomaron sus labores diarias: clases, entrenamiento con la espada, meditación, practica de instrumentos, y después de eso tenían tiempo libre para hacer lo que más les gustase y que no rompiera las reglas. No había muchas opciones, pero al menos podían descansar un poco.
El mismo día, Xichen fue con su tío a reportar lo que descubrieron en las granjas, el súbito ataque de los cadáveres y la desaparición de su hermano. Tenía que contarlo ya que en su clan no se podía mentir. Su tío estalló de rabia y lo mandó a llamar.
—Wangji, ¿qué clase de descuido es este? —su voz sonaba tosca, pero en verdad estaba preocupado. Lan zhan le hizo una reverencia.
—Me disculpo por la inexperiencia de este discípulo y acepto el castigo.
—¿Dónde te metiste? ¿Por qué llegaste sólo hasta el amanecer?
Lan Zhan iba a contar toda la verdad como siempre, pero luego recordó el temblor en la voz de Wei Ying y como en sus ojos pudo ver un poco de temor. Sabía como era su tío y si le contaba sobre el espíritu zorro, irían a cazarlo como un trofeo. No supo por qué, pero omitió la parte en que fue rescatado y les contó como al atacar a los cadáveres lo envenenaban para ser más lento hasta que perdió la conciencia.
Se despidieron de su tío para cumplir el castigo, ambos debían transcribir algunos manuscritos que habían estado por generaciones en su secta y se estaban desgastando con el tiempo, todo durante un mes. Secretamente, Lan Zhan se impuso un castigo, recluyéndose durante ese mes. Su hermano pensó que era por haber fallado la misión y descuidarse con los cadáveres y le dijo que no era necesario, pero Lan Zhan insistió, como su hermano era terco, lo dejó hacer.
Durante el mes que estuvo de castigo en la biblioteca, cuando tenía espacios para descansar sus muñecas, buscaba en los libros lo que pudiera encontrar sobre los zorros, pero en la mayoría decía lo mismo que su tío había dicho en clase: que eran mentirosos, engañaban a la gente para quitarles su energía o cognición espiritual, ladrones, crueles y que estaban extintos hace un tiempo. Lan Zhan no entendía nada, los libros nunca se habían equivocado, pero el chico que lo atendió era amable, inteligente, lo había cuidado y tenía una linda sonrisa. A pesar de ser tan desvergonzado como para dormir junto a él, no parecía nada malo.
Poco a poco Lan Zhan irá descubriendo la verdadera naturaleza de los zorros.
