A/N: Creo que mejor haré caso del consejo que recibí en una review. Estos meses fueron prácticamente, bastante caóticos para mi y no me dejaron mucho tiempo para escribir. Como notaran, este capítulo es algo corto en comparación a los anteriores y fue en parte por eso y a que no quería extenderlo de más. Afortunadamente, cubre todo lo que necesitaba cubrir y me deja suficiente para poder realizar el siguiente capítulo, con el cual vamos a darle una conclusión a este arco inicial.

Nuevamente, una nota más larga espera al final de este capítulo. Sin nada mas que decir, comenzamos.

AVISO Obligatorio: La serie de Fate, sus personajes y todo elemento del Nasuverse presente en lo siguiente no me pertenece. Es propiedad de Type-Moon.


Clave:

'Pensamientos.'

"Diálogo."

"Voz sobrenatural."

"Taumaturgia."

Í͕̟͓̈́͑ǹ͛͒co͎͉̍̐n̨̼͔̤̉ͮ͊c҉̘̪̟͉e̖͐b̬̝̪͢í̡ͣ̏̄̚bͤl̗͙͕̘͠ͅͅe̟̝͓̘̘͍̮ͤ̿͒ͯ̽̒̀ ̺͕̇ͪ


Fate/Awakening: Originless Blade Works

Capítulo Dos.

"Armisticio"


El mal sabor de boca que había tenido desde hace rato casi había desaparecido, lo cual hacía que se sintiera mucho mejor. Shirou cerró la puerta mientras agradecia nuevamente, de forma mental al señor de la casa por lo que estaba haciendo por el. Y si bien seguía encontrandolo aterrador (¿y qué niño no sentiría lo mismo de haber estado en su lugar?), ahora estaba seguro de que lo que le había dicho era justamente algo que necesitaba escuchar.

Quizás no había sido de una forma tan sensible; pero había sido mejor que nada y sobretodo, Makihisa había sido honesto. Tal vez nunca podría decir que podría agradarle aquel señor, pero si podría apreciar la ayuda que le había brindado.

El pelirrojo parpadeó mientras miraba la pared opuesta del pasillo, en la cual colgaba un simple cuadro ornamentado. Cualquiera que lo estuviese viendo, hubiera creído que estaba admirando la pintura, pero no podrían estar más equivocados. Los ojos color ocre de Shirou no estaban fijos en los suaves trazos elaborados por mano experta sobre el pliego, veían más allá.

Aquel mismo paraje infernal de siempre. Edificios en ruina, ardiendo desde sus cimientos formando una auténtica necrópolis de concreto y cristal calcinado. La lluvia no tardó en manifestarse, consiguiendo apagar lo que quedaba del incendio. Pero el daño estaba hecho ya, y no había nada que pudiera hacer para remediarlo.

Shirou entrecerró los ojos, mientras enfocaba en su mente la imagen de aquel hombre que había sido la causa de tantas revelaciones e impresiones durante las últimas horas. Aquel sentimiento de desconcierto que le había azotado estaba todavía ahí, pero su influencia había sido reducida lo cual le hizo suspirar nuevamente de alivio.

Se volteo hacia la izquierda y trato de avanzar solo para tropezar con algo. Un borrón rojo pálido fue lo único que vio antes de caer sobre algo suave. El suelo, que afortunadamente estaba cubierto por una gruesa alfombra absorbió el ruido de la caída, y aún así un leve *thud* alcanzó a escucharse.

Shirou parpadeó varias veces a modo de reflejo cuando otro par de ojos ámbar debajo de él, parpadeó en respuesta.

Por segunda vez, Shirou había tropezado con Kohaku y ambos se habían caído. Solo que esta vez, literalmente había ido a parar encima de ella. Ambos pelirrojos se sonrojaron levemente mientras intentaban hacer algo antes de que la situación se volviera más incómoda.

"A-ah ..." Tartamudeó Shirou, "Lo siento. Realmente no te vi allí."

Sin embargo, Kohaku no respondió de inmediato. En cambio, ella simplemente le dedicó una mirada que contenía asombro y algo que él no pudo identificar pero lo hizo sonrojarse aún más.

"Eres un mago." Dijo como si tuviera problemas para creerlo, lo que hizo que Shirou tragara saliva al recordar que estaba en una casa mágica. Se retorció incómodo bajo la mirada de la criada pelirroja, que repitió.

"Eres un mago."

"Umm, no realmente ..." Respondió Shirou mientras recordaba que tenía piernas y brazos, con los cuales se retiró de encima de ella antes de ofrecerle una mano para ayudarla a incorporarse. "Solo se unos dos hechizos y no soy nada bueno con ellos. Estoy seguro que eres mucho mejor que yo."

Kohaku aceptó su mano y se levantó del suelo antes de inclinar la cabeza hacia la derecha mientras lo miraba perpleja. "¿Buena en qué?"

"En magia, ¿no?"

Sin embargo, la única respuesta que recibió fue una expresión que mostraba lo confundida que estaba. Kohaku frunció los labios y parecía lista para decir algo, solo para repentinamente mirar algo detrás de él, lo que hizo que Shirou se volteara.

A la distancia, una serie de pasos podían escucharse. Alguien estaba subiendo por la escalera, y dado que esta comunicaba directamente con el pasillo no cabía duda de que la persona iba a entrar en este.

Antes de que Shirou pudiera decir o hacer algo, sintió la mano de Kohaku agarrar la suya y jalarlo con ella. "Date prisa" Siseó mientras ambos caminaban lo más rápido que podían hacía una gran maceta. Escondidos detrás de su forma, miraron por encima del borde, con sus cabezas apenas ocultas por las hojas de la planta que estaba sobre esta.

Varios segundos después, se podía ver la figura pelirroja de Shisui caminando tranquilamente por el pasillo aun si sus ojos esmeralda mostraban algo de nerviosismo. La hermana gemela de Kohaku pronto llegó al mismo lugar donde había estado Shirou cuando salió del estudio de Makihisa, y su mano pálida llamó a la puerta.

No esperó mucho hasta que la voz de su maestro respondió, indicando que podía entrar. La sirvienta asintió para sí misma antes de abrir la puerta y entrar a la habitación, que luego cerró, dejando a los dos nuevamente solos en el pasillo.

"..."

"..."

Shirou y Kohaku se miraron el uno al otro, y ambos sospechaban que estaban pensando la misma pregunta.

"... Dijo que tocó un timbre conectado a tu habitación para que pudieras venir a recogerme." Mencionó Shirou tras un intervalo de varios segundos mientras recordaba las instrucciones dejadas por Makihisa, lo que hizo que Kohaku abriera los ojos de par en par ya que no había estado en su habitación cuando sonó la campana. Hablando de coincidencias.

"¿Te dijo lo que se suponía que debía hacer?" Preguntó, mientras se asombraba mentalmente sobre su repentina racha de suerte.

"Llevarme a algún lugar donde pueda descansar y esperar a que mi ..." Shirou hizo una leve mueca antes de terminar la oración, "Padre, venga a recogerme".

Su compañera pelirroja adoptó una expresión pensativa antes de ó su mano de nuevo antes de tirar de él. "Sígueme", murmuró Kohaku.

Los dos cruzaron el pasillo y no tardaron en alcanzar las escaleras, las cuales descendieron hasta llegar a la primera planta. Sabiendo que no había nadie más en la casa, pudieron darse el lujo de no ser sigilosos y caminar sin mucha prisa. Kohaku lo guió a través de un angosto pasillo que terminaba con dos puertas opuestas. La criada abrió la de la derecha, invitándolo a entrar antes de cerrarla nuevamente.

Sin contar a Taiga, era la primera vez que entraba a la habitación de una chica, cosa que hizo que se ruborizara levemente pero su compañera pelirroja no mostró signo alguno de incomodidad mientras lo guiaba hacia una silla enfrente de su cama, donde ella terminó por subirse, dejandolo asi con un asiento disponible.

"¿Entonces no eres una buena maga?" Pregunto Shirou, con lo primero que se le venía a la mente haciendo que Kohaku parpadeara antes de comprender el origen de su confusión. "...No soy una maga."

"Oh,¿Entonces Makihisa-san no tiene a otros magos como sirvientes aquí?" Pregunto extrañado, logrando que Kohaku luciera confundida nuevamente antes de resoplar.

"Los Tohno no son una familia de magos."

Aquella oración paró en seco a Shirou, haciendo que su boca se abriera de modo que ahora le tocará a su rostro el mostrar una máscara de confusión, pues prácticamente su perspectiva de hace minutos acababa de volverse añicos.

"P-pero si no es un mago, ¿Entonces como sabe de ellos?"

La pelirroja titubeo antes de responder. "Que no sean magos, no quiere decir que sepan del mundo iluminado por la luna." Kohaku parpadeó al notar como la expresión confusa persistía en el rostro de Shirou. "¿No sabes qué es eso?"

El chico negó con la cabeza, haciendo que Kohaku se maravillara de su honestidad.

"Así es como se le conoce popularmente a esto." Respondió mientras señalaba a su alrededor. "Lo sobrenatural, lo fantasmal que nos rodea. Este es el mundo iluminado por la luna, pero no se que significa el nombre realmente."

Shirou asintió. "¿Y qué son los Tohno entonces?"

Kohaku pausó nuevamente a mirarlo con sus ojos casi inexpresivos. "No son del todo humanos." Respondió de una forma que Shirou encontró ominosa, pero se rehusó a elaborar más.

Un silencio incomodo transcurrio por varios minutos, entre los cuales ninguno de los dos pelirrojos emitió palabra alguna.

Shirou tragó saliva mientras recordaba a Makihisa y su espantosa aura. Si bien el hombre no había sido hostil hacia él, ni siquiera en la primera conversación, Shirou no podía olvidar la sensación de ser vulnerable cerca de él.

No era algo que pudiera explicar correctamente con palabras. Por muy redundante que sonara, era solo una "sensación" de alerta que le hacía desear el retroceder en caso de tenerlo a escasa distancia.

"Hmm, oye." Escucho, y volteo hacia Kohaku jugaba con sus dedos mientras miraba hacia otro lado, no queriendo encontrar su vista. "Perdón por haberte arrastrado a todo esto…" Murmuró lo suficientemente alto para que Shifou la escuchara, quien pudo advertir que su tono escondía algo sospechosamente parecido a la vergüenza.

"No necesitas disculparte de nada." Le respondió con un tono más animado, uno que pareció ensombrecerse al caer en cuenta de algo. "... Yo debería disculparme por si esto te da problemas."

Aquello hizo que el semblante de la pelirroja cambiará. Kohaku alzó la cabeza y encontró tentativamente su mirada, transmitiendo algo que no entendía muy bien a través de esta.

"... Gracias." Creyó escuchar, pero cuando estaba a punto de preguntar a qué se refería, Kohaku negó con la cabeza antes de adelantarse. "...¿Qué fue lo que Makihisa-sama te hizo?"

Shirou alzó una ceja ante el cambio de actitud, y luego frunció el ceño. No tenía otra cosa que hacer y luego de todo lo que había pasado, sentía que podía confiar en la pelirroja.

"Hmm, veras…"

xXx

El silencio no podía ser más tenso dentro del taxi. Hasta el propio conductor lo había notado, y había optado por cerrar la ventanilla para no tener que lidiar con lo que sea que se imaginara que eran los problemas de los dos hombres que ocupaban los asientos traseros.

A juzgar por la cansada expresión que había mostrado cuando les había abierto las puertas, seguramente era su última ronda antes de retirarse a su casa luego de un largo día de trabajo. Kiritsugu había notado un anillo en uno de sus dedos y se preguntó si tenía hijos.

Y de ser así. ¿Cómo eran ellos?

¿Esperaban para recibirlo en la puerta con un abrazo cuando llegaba a casa? No tenía manera de saberlo a diferencia del hecho de que todo había salido terriblemente mal.

En serio. ¿Qué más podía esperar? Desde el primer día que había adoptado a Shirou, Kiritsugu había tenido ya el presentimiento de que involucrar a Shirou en el mundo iluminado por la luna sería un desastre, pero no había venido venir algo como esto.

¿Había sido un descuido y simple mala suerte el que Shirou despertara y escuchara todo ello? Sougen se había disculpado varias veces, tanto antes como después de que él hubiera perdido el conocimiento cuando trató de ir detrás de su hijo adoptivo, pero de poco había servido. El daño estaba hecho.

Sobraba decir lo atemorizado e impotente que se había sentido al caer en cuenta de que Shirou no solo había huido, muy probablemente presa del pánico sino que estaba perdido. Solo el hecho de que Sougen estuviera allí para contenerlo junto con sus años de endurecer sus nervios pudieron mantenerlo dentro de la clínica, en lugar de que saliera a la calle a tratar de buscar a su hijo de manera desenfrenada.

Luego de discutir nuevamente por varios minutos de manera acalorada, Sougen terminó por proponer algo que hizo que el pelinegro se detuviera. Pues, el hecho de que el curandero estuviera dispuesto a contactar a esa persona para tratar de ayudarle demostraba lo serio que estaba en querer ayudarle.

Aunque tampoco es que hubiera estado muy ilusionado en recibir ayuda de alguien como él…

Y entonces, las cosas habían tomado un giro peor.

Kiritsugu había sudado frío cuando escucho como desde la llamada, Makihisa Tohno no solo estaba dirigiéndose a él sino que había revelado tener a Shirou consigo. Por unos breves minutos, Kiritsugu Emiya había salido del edificio y su lugar lo ocupó el Asesino de Magos, que lastimosamente estaba oxidado e iba contra alguien que sostenia todas las cartas en una mano, y a Shirou en la otra.

Lo que lo dejaba como estaba ahora. En un taxi, rumbo a la Mansión Tohno donde estaba seguro que aquel hombre le esperaba ansioso.

"Kiritsugu, ya llegamos." Escucho, volteando a su derecha. Sougen había insistido en acompañarlo como mediador, y el pelinegro estaba tentado a negarse al principio antes de que la parte más pragmática de su cerebro le recordara que era lo más adecuado. No tenía manera de cómo el reaccionaria, o como ese hombre lo haría.

Los dos hombres se bajaron luego de pagarle la tarifa respectiva al conductor, quien se apresuró a retirarse con una velocidad envidiable, dejando a los dos solos en la acera justo al lado de una barda que rodeaba el inmenso patio alrededor de la mansión Tohno. Kiritsugu echo un vistazo a la inmensa casona, antes de comenzar a caminar hacia la puerta siendo acompañado del curandero quien tenía un semblante algo sombrío.

La vereda se encontraba algo mojada, luego de la lluvia que había caído por sorpresa en la tarde, pero no corrían riesgo de resbalarse con esta. Este venía de otros lados, mas adentro de la casa para ser específicos.

Las condiciones no podían ser más desiguales. Kiritsugu no poseía ninguna forma de armamento, ya fuera convencional o no y se dirigía directamente al cubil de su 'objetivo', quien lo estaba esperando. Y de igual manera, el pelinegro aun en su mejor momento no se hubiera atrevido a intentar un golpe contra este a menos que contará con una vasta preparación así como un arsenal adecuado y refuerzos.

"No hagas nada estúpido, Emiya." Advirtió Sougen, quien le dedicaba una mirada de pocos amigos a la estructura como si le ofendiera que existiera. Llegaron al pórtico y tocaron el timbre, solo para ser atendidos casi al momento por una niña pelirroja de ojos verdes, ataviada con algo que parecía ser un vestido de mucama europea.

"Buenas noches, Hisui-chan." Saludo Sougen. "Makihisa dijo que nos estaría esperando."

Hisui asintió, antes de dirigirle una mirada algo cautelosa a Kiritsugu quien mantuvo su expresión cuidadosamente neutral. "Ah, si. Me dijo que los condujera a su estudio." Respondió antes de invitarlos a entrar y cerrar la puerta.

Era la segunda vez que estaba dentro de ese lugar, y seguía tal y como lo recordaba. Un interior lujoso y antiguo, cuyo porte era tan elegante como sombrío. Pero solo aquellos como Kiritsugu, quienes habían vagado por campos enteros y otros lugares similares podían identificar exactamente la sensación que lo plagaba.

El hedor a muerte.

Los dos hombres siguieron a la mucama, quien los guió escaleras arriba por un par de plantas hasta alcanzar un pasillo en cuyo lado izquierdo yacía una gran puerta. Hisui toco esta y espero unos segundos para abrirla e invitarlos nuevamente a entrar.

Y en medio de aquel estudio, cómodamente sentado detrás de su escritorio yacía Makihisa Tohno, cuya mirada pareció brillar levemente en el momento en que sus ojos se enfocaron en Kiritsugu. El pelinegro le devolvió la mirada, y así fue como un azabache se enfrentó a un gris oscuro, pero tal confrontación difícilmente se limitaría a una mera mirada.

"Devuélveme a mi hijo, Tohno." Prácticamente gruñó Kiritsugu

Makihisa simplemente dejó escapar un bufido divertido en respuesta. "Bueno, hola Kiritsugu. Vamos, ¿Es esta realmente la forma de saludar a uno de tus antiguos empleadores? Y yo pensando que nos habíamos llevado tan bien." Dijo animadamente.

"No vine aquí para hablar de eso." Kiritsugu respondió, no queriendo complacer al hombre en su conversación de interés. "Vine a recoger a mi hijo, nada más".

"¿Oh?" Makihisa enarcó una ceja mientras se relajaba en su silla. "Tu memoria es tan pobre como siempre. Creo recordar que accediste a venir para que pudiéramos tener una conversación adecuada. Algo que claramente no pudimos hacer por teléfono."

Sin embargo, el patriarca Tohno aún no había terminado. "Vaya, qué mirada tan agresiva me estás dando. Parece que no has perdido esa aterradora presencia tuya. Aún puede hacerme temblar." Makihisa luego sonrió. "Me pregunto, ¿es por eso que el pequeño Shirou-kun se escapó?"

Kiritsugu apretó los dientes e inconscientemente dio un paso hacia el escritorio, solo para que el firme agarre de Sougen se apretara alrededor de su hombro.

El curandero parecía lívido, pero su ira no estaba dirigida hacia él.

"Ah, Sougen. Ha pasado un tiempo." Saludó a Makihisa, como si Kiritsugu no estuviera dirigiendo su intención asesina hacia él. "Tengo algunos problemas para creer que en realidad viniste con Kiritsugu aquí. ¿Este compromiso se extiende a todos tus clientes? Eso ciertamente te ha de volver muy popular entre ellos."

"Deja tus juegos, Makihisa." Sougen ignoró las palabras del hombre de ojos grises. "Vinimos, como dijimos. ¿Dónde está Shirou-kun?"

"Realmente no eres divertido." Makihisa negó con la cabeza, antes de adoptar una postura más seria. "El chico está sano y salvo. Hice que una de mis sirvientas lo llevará a una habitación para que pudiera descansar. Seguramente puedes estar de acuerdo en que después de todo lo que pasó durante estas últimas horas, lo necesita."

"¿Dónde?" Inmediatamente preguntó Kiritsugu, solo para que Makihisa respondiera tan pronto como lo hizo.

"Vamos,vamos. No seas precipitado, Kiritsugu. ¿Estás seguro de que es prudente irrumpir y molestar al pobre chico?" Makihisa dijo burlonamente: "Estoy seguro de que estará muy emocionado de verte tan pronto después de lo que pasó".

"... El tiene razón." Respondió Sougen, quien no parecía complacido por el hecho de estar de acuerdo con Makihisa. "Déjelo descansar por ahora. No va a ir a ninguna parte".

Kiritsugu frunció el labio, antes de suspirar mientras aceptaba lo que ambos dijeron. Sin embargo, su mirada todavía estaba plantada en Makihisa con una clara intención.

Dicho hombre no parecía molesto en lo más mínimo y en su lugar dio una palmada. "Hisui, tráenos té." Instruyó a la sirvienta que había permanecido en silencio en el fondo.

La pelirroja obedeció, y rápidamente abandonó la estancia dejando a los tres hombres ahí. El lugar quedó nuevamente en silencio, mientras que dos de estos cruzaban miradas a la par de que el ambiente volvió a ponerse tenso.

Ojos negros, que comunicaban un deseo claramente hostil se enfrentaban a unos grises que no podían mostrar mas lo entretenido que estaba su dueño.

Por su parte, un tercer par de ojos veía la escena con una preocupación nada disimulada. Sougen no había venido a modo de caridad después de todo, había venido porque existía la posibilidad de que los dos hombres pasarán a pasos más violentos.

Y viendo tanto el estado de Kiritsugu como la naturaleza de Makihisa, era más que obvio cuál sería el resultado.

"Hmm."

Sougen se tenso apenas escuchó el resoplo de Makihisa. El patriarca de los Tohno mantuvo su expresión mientras parecía examinar a Kiritsugu aprovechando la cercanía del hombre, y esta no delató nada de lo que pensaba al respecto.

Su voz, por otra parte.

"Como había extrañado esa mirada." Comentó Makihisa con un tono nostálgico mientras juntaba ambas manos, dejando que su mentón descansará sobre ellas. "Pero ha flaqueado bastante, se nota que desde hace rato no la has usado." El hombre meneó la cabeza a modo de desaprobación.

"Estas envejeciendo, Kiritsugu. Bienvenido al maravilloso mundo de la paternidad, te garantizo que vas a amarlo."

"Creí haberte dicho que dejaras de jugar." Intervino Sougen, demostrando algo de molestia ante las tretas del hombre, quien meramente le dedicó una mirada que mostraba un dejo de fastidio ligero.

Makihisa parecía listo para decirle algo, pero fue interrumpido una vez más, y por Kiritsugu para su sorpresa.

"¿Qué es lo que quieres, Tohno?" La hostilidad no había desaparecido del todo, seguía ahí escondida detrás de un tenue velo de frialdad. Y fue suficiente para que aquella sonrisa regresará a los labios de Makihisa, quien retiró una de sus manos y colocó la otra en una de sus mejillas.

"Me parece que lo había comentado ya." Respondió de buena manera mientras los dedos de su mano libre tamborileaban sobre la superficie de su escritorio, dando la impresión de una araña tratando de bailar claqué. "Solo busco hablar un rato."

Al notar que Kiritsugu se mantenía callado, pero que en su mirada yacía el silencio mensaje que le indicaba que podía seguir, Makihisa continuo sin reparo alguno. "Casi una década ha pasado desde la última vez que conversamos frente a frente. La última vez que supe algo de ti fue por una comisión que hiciste hace casi tres años, y por medio de Hisau-san."

Kiritsugu estuvo seguro de que los ojos del contrario habían estado muy alerta en busca de cualquier reacción en su rostro por lo que acababa de decir, y a juzgar por el leve brillo que creía haber contemplado por tan solo unos instantes — que normalmente hubiera atribuido a su imaginación — en ellos, habían encontrado algo.

"Luces bastante pálido, Kiritsugu." Observó Makihisa. Su mano derecha, en la cual había recargado su mejilla ahora mantenía su dedo índice sobre esta, trazando un patrón imaginario en la piel. "Y no estoy hablando de los obvios rasgos de haber vivido en un lugar bastante frío. No, la apariencia que tienes delata que no te encuentras muy bien."

Kiritsugu noto que el tamborileo se había detenido, y frunció el ceño para su adentros. Había algo más, pero no tenía idea de que quería llegar realmente el hombre. Escogiendo cuidadosamente sus palabras, el antiguo asesino de magos se animó a preguntar en su lugar.

"¿Qué tanto sabes, realmente?"

La verdadera conversación había comenzado.

xXx

Muchas veces había escuchado en algún programa de televisión esa frase, pero ni aun en aquellos momentos a Kohaku se le había ocurrido el identificarse por completo con quienes la decían. Pero las cosas cambian a veces demasiado rápido, y cuando uno menos lo espera.

El día se le había hecho realmente eterno.

Lo que había comenzado como una simple salida para comprar provisiones para la merienda, había terminado por convertirse en una desventura angustiante.

Un tropiezo, un simple tropiezo había sido el catalizador detrás de todo. Fácilmente pudo haberse evitado, si ella hubiera tardado unos minutos más en tomar una decisión mientras estaba guarecida de la lluvia por la saliente de un edificio, nunca lo hubiera conocido, nunca lo hubiera arrastrado hasta ahí…

La angustia que se cernía sobre su pecho era igualmente confusa, impidiéndole saber como realmente debía de tomarla.

La pelirroja parpadeó mientras echaba una mirada tentativa a su habitación. A diferencia de varios minutos antes, se encontraba dentro de esta, y no sola.

La causa de todo yacía en una silla, a corta distancia de ella, y dedicándole una mirada cargada de preocupación. Mirada que había visto solamente de parte de su hermana, pero esta la hacía sentirse extraña, por falta de un mejor término. Quizás era por la familiaridad de sus rasgos, tan similares y tan distintos a la vez de los de ella.

El hecho de que pareciera estar bien, era un pequeño calmante para ella. Especialmente luego de saber que el señor la había llamado mediante el timbre y había sido solo una coincidencia el que se lo encontrara de aquella manera en ese pasillo...

Coincidencia que le había permitido escuchar una sola cosa de la conversación que la había dejado paralizada.

Shirou era un mago.

Un mago como ella.

"... Mi padre y Makihisa-san se conocen al parecer." Finalmente se animó a hablar su compañero pelirrojo. "El sospecho que estábamos emparentados al escuchar mi apellido. Tras confirmarlo, me pregunto porque habíamos venido a Misaki."

Shirou se detuvo, y le pareció que había tragado saliva. A juzgar por cómo estaba jugando con sus dedos, y evadiendo su mirada, ella podía intuir que estaba tratando de decidir cómo seguir, si es que de verdad iba a hacerlo.

En uno de esos momentos, los ojos de ambos se toparon.

"¿Sabes lo que es un cazarrecompensas?"

Kohaku asintió, vagamente pero entendía a que se estaba refiriendo.

"Kiritsugu solía ser eso, y según Makihisa-san…" La expresión en el rostro de Shirou se torno tan amarga como el tono que estaba usando. "Uno bastante brutal."

La pelirroja parpadeo, casi como dijera "¿eso fue todo?" pero tal parecía que el chico no había concluido aún.

"También, Kiritsugu intentó evitar que aprendiera magia y…" Por enésima vez en el día, Shirou cortó de repente lo que iba a decir y miró hacia un costado.

Kohaku no dijo nada. No necesitaba, puesto que si alguien como ese hombre podía calificar a otro de aquella manera, es que realmente era excepcional, y no precisamente en el buen sentido.

Aun así, no pudo evitar sentirse sorprendida.

Si bien su conocimiento sobre el mundo iluminado por la luna tampoco era muy vasto, podía hacerse una idea de que se había dedicado el padre de Shirou. No era una imagen muy grata, y a decir verdad se preguntaba cómo es que el otro pelirrojo lucía casi tan normal.

Casi, siendo la palabra clave.

Aún así, verlo tan cabizbajo hizo que sintiera un impulso para tratar de cambiar eso. Y no sabiendo qué más hacer, dijo lo primero que se le ocurrió que fuera algo equivalente.

"No soy una maga." Repitió, causando que Shirou la mirara de nuevo. "Mi hermanita tampoco, pero nuestra madre si lo fue."

Al no escuchar nada, continuo.

"La familia Fujou era una de sacerdotisas miko. Aparentemente, podían ver el mundo de los espíritus y usar algo de magia, pero perdieron poco a poco su poder." Narro la ojiámbar, esforzándose en recordar las palabras de su madre. "Cuando mamá dejó la familia, ya estaban en las últimas."

"Lo lamento." Fue la respuesta de Shirou, quien a juzgar por su mirada de verdad lo decía en forma sincera.

Pero Kohaku negó con la cabeza. Nunca los había conocido, y tampoco les debía nada. No merecían en su opinión, la lástima de alguien como Shirou.

"¿Odias a tu padre?" Pregunto la chica, solo para recibir como respuesta a Shirou negando con la cabeza.

"No creo." Respondió, "Solo que, aun después de haber hablado con Makihisa-san, no se realmente que pensar."

'Entonces podría ayudarlo.' Pensó Kohaku, quien estuvo a punto de decir algo antes de que un gruñido la interrumpiera.

Noto como las mejillas de Shirou se ruborizaban, antes de que él le echara una mirada a su estómago, quien había sido el culpable.

Fue en ese momento, que Kohaku recordó que muy probablemente no había comido nada en todo el día.

"¿Tienes hambre?"

xXx

Makihisa parpadeo, claramente confundido.

"¿Saber de que?" Pregunto a modo de respuesta y no serían pocos quienes se lo hubieran creído. Una pena que tanto Kiritsugu como Sougen no estuvieran entre ellos. No sería la primera vez para el hombre de ojos grises, quien rápidamente comenzó a presionar.

"Debe ser algo bastante grave para que vengas hasta aquí para tratarlo, y con ayuda de Sougen encima." Continuó Makihisa, quien evocaba la imagen de un alud buscando sepultar al pelinegro antes de que pudiera siquiera tratar de interrumpirle. "Y por supuesto, no creo que sea de naturaleza mundana."

"No es algo que te incumba," Respondió fríamente Kiritsugu, aunque con un nuevo toque de cautela en su tono que fue rápidamente advertido por los otros dos hombres. Ese demonio era prácticamente un maestro en el fino arte de conseguir información, así como el cómo aprovecharla bien.

Muchas veces por y para motivos poco escrupulosos.

Debía de averiguar el alcance del conocimiento de Makihisa, mientras evitaba alimentar este.

Y tal como si le estuviera leyendo el pensamiento, Makihisa sonrió antes de soltar una nueva bala.

"¿Sabes? Creo que nunca mencione como fue que el pequeño Shirou-kun fue a parar a mi humilde morada." La expresión en el rostro del hombre no podía lucir más magnánima. "Fue tan solo una bella casualidad, hasta yo me quedé anonadado con que dicha coincidencia tuviera lugar este día."

A decir verdad, Kiritsugu no podía evitar sentir una enorme curiosidad al respecto y permaneció en silencio, permitiéndole así a Makihisa continuar.

"Es una historia muy curiosa. Verás, una de mis criadas fue de compras y olvidó llevar una sombrilla. Vaya que debió de haberlo lamentado cuando comenzó a llover." Reflexionó antes de agitar su mano. "Y luego, tu hijo choca contra ella por accidente y le ofrece su paraguas. Qué buen chico, casi me sorprende el hecho de que lo hayas criado."

"Y a mi me extraña que hayas tenido la amabilidad de dejarlo estar en tu casa, apenas lo viste aquí." Se apresuró a responder Kiritsugu. "No es como si fueras conocido por tu caridad."

Makihisa resopló en respuesta. "Tal vez, lo hubiera puesto fuera si no fuera por el hecho de que pude detectar algunos residuos menores de energía mágica en él. Debido al color de su cabello, pensé que tal vez estaba relacionado con los Aozaki."

'Eso tiene sentido.' Kiritsugu pensó 'Ni siquiera él se atrevería a meterse con los verdaderos dueños de esta Tierra Espiritual. Eso sería suicida.'

"Entonces lo tomaste solo porque asumiste que era un mago, ya veo."

"Si pudieras llamarlo uno, por supuesto." Makihisa se rió entre dientes, "Estoy bastante seguro de que todos los magos que se estiman se indignarían ante la idea de que tu hijo fuera llamado uno. Incluso esas ratas de la familia Sagara llorarían ante eso."

Esa parte se sintió como un puñetazo para Kiritsugu, que ese hombre también lo reprendiera por ello era como un insulto.

Sin embargo, parecía que Makihisa no había terminado, a juzgar por la sonrisa que ahora tenía en sus rasgos. "Ahora, ahora. Como dije, me pareció extremadamente raro que adoptaras a otro y como tu hijo de todos modos. Eso me hace preguntarme, ¿dónde está Hisau-san? Esa mujer era como tu sombra, realmente hace que un hombre como yo se pregunte por su paradero."

Kiritsugu apretó los dientes en respuesta a la burla. Era dudoso que el hombre supiera lo que le había sucedido, pero no podía estar completamente seguro de eso. Aún así, eso fue algo que dejó escapar para medir su reacción.

Bueno, dos podrían jugar el mismo juego después de todo.

"Podría preguntar lo mismo sobre tu esposa."

Fue como si un vaso de vidrio se hubiera caído, y roto en docenas de pedazos. La atmósfera de la estancia se quebró, y el aire terminó por tensarse nuevamente a modo de reacción hacia lo último que había dicho Kiritsugu.

Sougen se puso completamente pálido, y dio un tentativo paso hacia atrás. Mientras que Makihisa por primera vez, abandonó aquella sonrisa que llevaba y le dedicó una mirada de lo más gélida a Kiritsugu quien respondió en turno con una igual de intensa.

Pasaron perfectamente un par de minutos, los cuales parecieron ser eternos antes de que alguno pudiera emitir una sola palabra.

"No has perdido tus colmillos entonces." Comentó Makihisa en un tono más neutral. "Muy bien, dejemos de lado la fachada."

Decir que aquello no sorprendió a los otros dos sería una vil mentira. Que ese hombre fuera tan directo era algo extremadamente raro de ver, y a decir verdad ninguno tenía un buen presentimiento al respecto.

Makihisa se volteo hacia Sougen, quien recuperó algo de su temple al devolverle la mirada, pero antes de que alguno de los dos pudiera emitir palabra alguna, pudo escucharse a alguien tocando la puerta.

"Makihisa-sama, aquí esta el te." Sonó el suave timbre de Hisui, quien abría la puerta y dejaba ver su pálida cara detrás de esta.

El hombre no dijo nada, optó por asentir y la criada lo tomó como una señal para entrar. Cargando una bandeja con una tetera y un par de tazas, camino hasta el escritorio, donde la deposito antes de realizar una reverencia.

"Sougen," Kiritsugu hablo, sorprendiendo al curandero. "¿Crees que podrías ir a checar a Shirou?"

Este meramente alzó una ceja ante la extraña petición, antes de que Makihisa respondiera en su lugar. "Hisui, tu guíalo. Vas a tener que preguntarle a tu hermana dónde está nuestro invitado."

En lugar de protestar, Sougen notó la expresión de Makihisa y la encontró similar a la de Kiritsugu. Estaba claro, ambos hombres le estaban prácticamente comunicando que el asunto iba a ser privado. Honestamente, el curandero presentía que ambos terminarían teniendo un enfrentamiento violento, y por ello era mucho más prudente que se quedase.

Pero por otra parte, estaba el tema de que había un niño en un estado dudoso que era su paciente. El estricto sentido del deber que tenía lo impulsaba a seguir aquella petición, aunque no estuviera del todo acorde a esta.

"Muy bien, traten de no matarse mientras no estoy." Resopló sin muchas ganas antes de dirigirse a la criada, quien a juzgar por su expresión pareciera querer estar en cualquier lado menos aquel sitio. Hisui asintió, antes de dirigirse hacia la puerta, siendo seguida por el curandero quien se encargó de cerrarla detrás de sí.

Ahora quedaban solamente dos personas en la estancia, quienes mantenían expresiones idénticas y no emitieron palabra alguna por un par de minutos. Era casi hipnótico el cómo las miradas de ambos permanecían fijas e implacables.

Pero nada dura para siempre, y al final fue Makihisa quien optó por apartar la mirada.

"Necesitaba saber unas cosas antes de llegar a esto." Confesó, con un tono donde el sarcasmo y la burla habituales brillaban por su ausencia. "Aun desconozco todos los detalles, pero cuento en que puedas proporcionarme algunos de los que requiero."

Kiritsugu asintió. En estos momentos, no estaba hablando con el hombre infame por su humor cruel, o con la bestia sedienta de sangre que también era. No, estaba hablando con el inflexible hombre de negocios por como era conocido públicamente. No sería más fácil, pero al menos tendría una idea de cómo tratar la conversación.

"Entiendo." Respondió.

Makihisa asintió antes de abrir uno de los cajones de su escritorio, así como añadir algo más.

"Dependiendo de como vaya esto, puede que podamos llegar a un acuerdo que nos beneficie a ambos."


A/N: Como dije arriba, muy corto. Más corto de lo que pensaba.

Honestamente, no estoy del todo satisfecho con este capítulo, pero luego de batallar por semanas, caí en cuenta de que no iba a llegar realmente a ningún lado si trataba de continuar. Por lo que decidí que sería mejor concluir esta entrega, y mejor esforzarme más en la siguiente, que sería la conclusión de este arco inicial.

Algo bueno de todo este tiempo, es que pude acomodar de mejor manera mis ideas y organizarlas en el cuerpo de la trama de esta historia, para que pueda incluir lo que quiero escribir de manera coherente e interesante. Eso, y que también tuve la oportunidad de investigar varias cosas que me llamaron la atención para incluir aquí.

Viendo que se aproximan las vacaciones de Verano, confío en poder emplear el tiempo libre que tendré durante estas para poder compensar los más de dos meses de atraso del Fic y como se tratara de Arcos más interesantes y dinámicos, no tengo duda alguna de que será mucho más fácil para mi escribirlos.

Y, como ya mencione un par de líneas arriba, el siguiente capítulo será prácticamente la conclusión de este enorme prólogo. Lo que sigue después, estará a una altura muuuy, pero muuy distinta. Y si bien no daré spoilers directos, puedo comentar que nos vamos a ir en un bonito paseo a otra parte del Nasuverse.

El lado de Tsukihime ya tuvo una breve introducción, y tengan por seguro que no será la última vez que esta historia lo aborde, pero los siguientes arcos no tendrán tanto enfoque en este por un tiempo.

De una forma u otra, nuestro querido protagonista va a tener que ponerse las pilas, porque le queda un largo viaje por recorrer.

Y muchas personas, que conocer.

Ya lo veremos en la próxima entrega.

Sukracharya (15/05/21)