Siete años atrás…

La reunión de la centrar había sido un desastre. Estaba cansado de recibir broncas de sus superiores por su manera de actuar. Era un buen policía y si trabajaba mayoritariamente solo, era porqué no quería poner a nadie más en ninguna situación de peligro. No tenía que ser sancionado por ello.

Dejó su peso muerto flotar en las aguas de esa playa tan desierta. No había dudado en parar al verla de camino a casa. Había sido un día muy duro y necesitaba relajarse antes de volver a casa con su mujer.

El agua estaba perfecta, los rayos de sol calentaban su piel sin molestarle y la brisa marina era lo más relajante que había escuchado en todo el día. Todo perfecto, si no hubiesen aparecido un par de adolescentes para robarle la cartera, junto a ropa que se había quitado.

Por más que corrió para atraparles, no le quedó otra que volver a su coche luciendo solo los bóxers mojados y soportando las miradas de la gente. Mucha suerte chaval. Sobre todo cuando llegó al coche y se percató de que tampoco tenía las llaves con él.

"Mierda." Dijo dandole una patada al coche. No le quedaba otra que reventar el cristal con una piedra para poder entrar.

"¿Todo bien?" Preguntó un coche parando a su lado.

"Es mi coche." Informó para que no pensasen que lo intentaba robar. "Unos chicos me han robado la ropa y la cartera." Explicó mirando a la pelirroja que le miraba de arriba abajo.

Ella le sonrió mientras veía lo incómodo que estaba y le acercó una manta del interior de su coche para que se pudiese tapar. "Sube anda"

Kudo asintió y subió al asiento copiloto.

"Me han quitado hasta el móvil. No he podido ni llamar a mi mujer." Dijo molesto.

"A lo mejor es una señal, ¿No crees?" Preguntó ella sin dejar de mirar al frente.

"Una señal de que no debería descuidar mis cosas cuando me meto a nadar." Dijo resoplando. "He tenido una bronca en el trabajo y quería despejarme antes de volver a casa. Pero parece que no ha sido buena idea."

Ella río mientras aparcaba el coche en la entrada de su casa y él se quedó sorprendido al ver dónde parecía vivir la pelirroja. La casa estaba pegando al lago y los rayos rojizos de atardecer chocaban en él, iluminando todo el alrededor con esa luz tan cálida.

Entraron a la casa, que no era muy grande, pero para vivir una sola persona, tenía más espacio del que necesitaba. Y el jardín era infinito.

"Toma, creo que esto te valdrá" Le dijo ofreciéndole una muda limpia.

"Gracias."

Se cambió rápidamente al baño y salió de la casa para encontrársela junto al lago, con los pies sumergidos en él.

"Muchas gracias por la muda."

"Se te veía un poco apurado." Dijo recordando cómo lo había encontrado. "¿Quieres una?" Le preguntó ofreciéndole una cerveza.

Él asintió y se sentó a si lado mientras aceptaba la cerveza. Era una casa bastante antigua, totalmente diferente a la impresionante mansión que tenía junto a su mujer. Pero el encanto de los exteriores eran únicos.

"Es una zona muy bonita." Dijo Kudo contemplando los reflejos.

"Muchas veces se nos olvida lo que tenemos." Le empezó a explicar ella sin dejar de mirar el lago. "A mi me gusta pasar el máximo de tiempo aquí fuera. Todo esto está aquí y nadie lo utiliza, nadie para a contemplar la belleza que hay justo aquí. Así que…" Dijo girándose para clavar su mirada en él "…Esta es la habitación más bonita de mi casa." Le dijo con una sonrisa.

Kudo le sonrió sin poder evitarlo y todas las molestias y preocupaciones que cargaba a causa de esa discusión con su jefe, desaparecieron en el momento en el que se perdió entre la belleza que contemplaba. Los cálidos colores se mezclaban entre ellos y la luna cada vez se hacía ver más.

Volvieron a su coche al acabar la cerveza y ella le sorprendió de nuevo al sacar una percha y un par de cosas más para abrirle el coche. Esa pelirroja parecía ser una caja de sorpresas y le había arreglado el problema en el que se había metido sin pestañear.

Se despidieron con la mano y ella desaparecido de la vista de su retrovisor.


Sonoko se levantó del banco en el momento que vio a Ran volver a por ella. "¿Qué ha pasado?¿Se lo has dicho?" Preguntó muy nerviosa.

"¿El qué?" Preguntó Ran.

"¿Cómo que el qué?" Preguntó Sonoko mirándola confundida. "Pues que eres la mujer de Shinichi, que sabes que eres su amante. Que por su culpa sientes esta carga sobre ti. Pues no sé, todo lo que estábamos hablado antes de que te marchases hacia allí."

"No, no se lo he dicho." Dijo Ran con una media sonrisa.

Sonoko sólo conseguía confundiese. "Entonces…¿De que habéis hablado?"

"Me ha contado que llevan siete años juntos." Le explicó abriendo la puerta del copiloto desde el interior. "Pero ya me siento mejor, vamos."

Su amiga se subió al coche sin abandonar la expresión de confusión de la cara. "Cuéntame un poco más." Le pidió mientras la morena conducía tranquilamente.

"Es una mujer muy atractiva. Es..sensual. sí, es una mujer con un aire muy sensual." Le comentó recordando su manera de mirar.

"¿Se puede saber a que viene eso, Ran?" Preguntó la rubia sin entender a donde quería ir a parar su amiga.

"Pues nada, que entiendo que Shinichi se haya sentido atraído por ella" Explicó.

"Pero esa no es la cuestión. Yo puedo sentir atracción por hombres que me cruzo por la calle o veo en el gimnasio. Sin embargo, no hago dobles o triples vidas con ninguno de ellos." Le comentó su amiga.

"Mira, yo lo que quiero decir, es que yo sé que Shinichi está enamorado de mí. Lo sé, creo en ello ciegamente. Lo que tuvo con esta mujer debía de ser una cuestión puramente física." Dijo más calmada que en la última conversación.

"Durante siete años." Afirmó extrañada.

Ran no respondió y siguieron calladas hasta volver a la ciudad.


Kudo había salido bien de la segunda operación. Su estado no dejaba de ser críticos y los médicos le habían remarcado mucho las pocas posibilidades que tenía de volver a ser la persona que era. Pero ella no conocía la persona que había sido, ni sabía la que era realmente. Pero su corazón no le había dejado de querer ni un solo momento.

Su madre, Eri, Había estado muy encima de ella después de enterarse de la doble vida que llevaba su yerno. La morena se veía afectada y apenas había dormido esos días por poder recuperar cada contenido que había en esos teléfonos.

Entró a su casa con su llave de repuesto y se encontró con la escena que había montado su hija. Las paredes estaban llenas de fotografías y conversaciones telefónicas. Separado todo en dos lados. Uno en el que aparecía ella con su marido y otro en el que él parecía con ella.

"Me tienes preocupada, Ran." Dijo acercándose a ella. "No me coges el teléfono ni respondes mis mensajes."

"Perdona mamá."

Apenas había espacio en las paredes de la cantidad de notas que habían colgadas.

"¿Cuántas horas llevas sin dormir?" Preguntó notando sus amplias ojeras.

"Veintitantas…no sé" Contestó sin importancia mientas cogía la taza de la mesa y bebía del café con leche. "Es que he encontrado la clave del mail de Shinichi y he impreso todos sus mensajes y whatsapps. Y mira…" Explicó señalándole la pared. "He descubierto que conmigo siempre iba a ciudades y con ella se recorría la naturaleza. He descubierto incluso que ha hecho senderismo."

"Ran, ven y siéntate conmigo." Dijo su madre intentando calmarla.

"Mamá, sé que piensas que me estoy obsesionando."

"Lo estás." Confirmo.

"Pero necesito respuestas."

"Cuando tienes un problema, tienes que buscar primero dentro de ti."

"Eso parece una frase de yoga." Se quejó Ran.

"Lo que quiero decir, es que cuando un problema te duele mucho, es porque forma parte de tu interior."

"Mamá, no entiendo a donde me quieres llevar con todo eso." Dijo sacudiendo la cabeza.

"Te lo digo, porqué estás intentando descifrar un matrimonio de diez años, etiquetando a tu marido cómo un adicto sexual, buscando mensajes y fotos. Y de esa manera no vas a solucionar ningún problema."

"El problema es que necesito entenderlo. Porqué si no lo entiendo no puedo avanzar." Dijo con los ojos brillantes mientras abría una libreta. "Mira..diecisiete de Marzo: Acabo de llegar al aeropuerto y sólo tengo ganas de volver y meterme en la cama contigo. Ya te hecho de menos." Leyó. "Eso me lo escribió Kudo a mi. Y luego mira esto." Dijo levantándose para señalar una foto en la que salía besando a la pelirroja. "Esta foto es del día siguiente. ¿Se ve enamorado, verdad?" Dijo evitando llorar y señalando otra imagen. Esta vez, una que salían ellos dos. "Pero dos semanas después, nos hicimos esta foto. Y mira su cara…También parece la cara de alguien enamorado, ¿Verdad?"

Su madre asintió, entendiendo cada palabra que soltaba su hija.

"Y leyendo sus conversaciones leí esto." Dijo recordando ese momento. "Este día fue precioso." Dijo enseñándole los mensajes.

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"Hemos estado a punto de hacer el amor en el coche, cómo si fuéramos dos adolescentes."

"Hahahha :)"

"Igual fue el color del sujetador, no lo sé. Pero me ha venido como algo animal hacia ella."

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"¿Quién le habla así a su amante de su mujer, mamá?" Preguntó mientras las lágrimas volvían a caer. "¿Y quien es esa mujer que le permite que le hable así se mí? Es que...no lo entiendo. Sólo tengo preguntas y preguntas y no sé si Shinichi despertará para darme las respuestas que necesito."

"Basta ya cariño" Dijo Eri acercándose a ella para abrazarle.

Ran comprendía la preocupación de su madre, pero no podían pretender que frenase hasta conseguir lo que buscaba. Tenía que centrar la cabeza y no dejarse hundir.