Capítulo 3

Él, mi pequeño tormento

Al día siguiente Kagome llegó a su oficina echando chispas, estaba furiosa por como Inuyasha volvía a entrar a su vida y sobre todo como le había estropeado la velada.

―Andas de buen humor ¿O es mi imaginación? – comentó Sango sarcásticamente

―Ayer fue un completo desastre – se dejó caer en la silla y se llevó las manos al cabello

― ¿No se creyeron lo de Hoyo? – preguntó Sango dándole una taza de café

―Peor que eso –dijo Kagome dándole un trago – Hubiera sido mejor que se dieran cuenta de lo Hoyo, pero no, lo peor fue verlo a él de nuevo

― ¿Verlo a él de nuevo? – Sango arqueó una ceja y tomó asiento ― ¿Qué paso? Cuéntame todos los detalles

Kagome suspiró y se recargó en el respaldo de la silla.

― ¿Te acuerdas de Inuyasha, el mejor amigo de mi hermano?

―Desde luego, nunca dejabas de soñar con él en la secundaria…― entonces entornó los ojos hacia ella ― ¿No me digas que ahí estaba?

Ella asintió sin decir mar.

―Así es…– Kagome miró el techo, aún mantenía fresco el sabor de sus labios en los de ella y sobre todo no dejaba de retumbar en su mente que ya era hombre libre

―Kagome…― dijo Sango al verla pensativa – KAGOME HIGURASHI DESPIERTA AHORA

Ella parpadeó y miró a su amiga.

― ¿Decías algo? – preguntó distraída.

― ¿Pasó algo entre ustedes dos anoche?

Kagome se limitó a negar – Desde luego que no.

Su amiga esbozó una sonrisa – Yo creo que sí.

―Bueno sí, me besó – confesó al final.

― ¿Te besó, pero ¿cómo?

―No sé – ella negó – Estaba molesta por la forma en cómo trató a Hoyo, parecía como…celoso

―Celoso eh – dijo su amiga – Esto lo podrías usar a tu favor, golpe por golpe. Años atrás él no te hacía caso porque eres una niña, ahora que te ve hecha toda una mujer tal vez busque algo "en el pasado no te quiero, pero ahora sí", mira que listo resultó. ¿Sigue casado?

―No – ella negó – Me dijo que se divorció

―Pues es tu oportunidad Kagome, tienes todas las armas para seducirlo― se puso derecha y mostró su pecho, esas eran las armas de seducción que quería darle entender a su amiga ― y hacerle pagar por lo que te hizo

En realidad, no le hizo nada, solo la desilusionó de la peor manera, ella era muy joven para entenderlo en ese momento y ahora que veía las cosas desde otra perspectiva, ella hubiera hecho lo mismo que él, pero si había amor de por medio estaba segura de que habría luchado con uñas y dientes todo por el amor, se hubiera aferrado a él.

―Mira no quiero hablar del tema – dijo ella, ya tenía muchas cosas que pensar, pero lo importante era en esos momentos su trabajo ― ¿Qué novedades tenemos?

―En realidad muchas – comentó Sango sacando una carpeta con varios documentos – Dice Midoriko que hoy viene un represente de nuestro cliente para ver la propuesta para su campaña, y que si le gusta hablará con su jefe para que firme con nosotros. Ella quiere la mejor campaña de publicidad que jamás se haya visto.

Pero antes de que Kagome pudiera contestar, Midoriko entró a la oficina, ella era la dueña de la empresa de publicidad donde amabas trabajaban, ella confiaba en las dos ya que decía que cuando se unían salían grandes ideas.

―Chicas ¿Qué hacen aquí? – dijo Midoriko – El represente del cliente ya ha llegó y todos estamos en la sala de juntas, solo faltan ustedes ―ella miró a Kagome – Cielos hija, se diría que no pasaste una noche buna.

―En realidad no – respondió Kagome con una media sonrisa.

―Bueno ¿Nos vamos?

Las dos asintieron y se fueron a la sala de juntas, donde duraron como dos horas.

Al terminar la junta, Kagome fue directo a su oficina, entró sin mirar a la persona que estaba sentada en un sofá, pero se llevó un susto al ver el hermoso arreglo de rosas rojas que se encontraba apoyado en su escritorio.

Avanzó hacia él y leyó la nota.

"Para mi hermoso cariño

Atte.: Inuyasha Taisho"

¿Para mi hermoso cariño? ¿Qué se creía él para mandarle flores y llamarle así? No era nada absolutamente nada…ay, pero era muy lindo en mandarle flores, nadie lo había hecho antes, esbozó una sonrisa, tomó una rosa y olió su aroma.

― ¿Hermosas verdad?

Kagome giró sobre sus talones y se encontró tan de cerca con sus ojos dorados.

― ¿Qué haces aquí? – preguntó ella

―Pues, tu madre me dijo donde trabajabas, así que vine a visitarte

―Se supone que debes pedir cita – respondió ella cruzándose de brazos

Inuyasha esbozó una sonrisa – No la necesité, además tu asistente fue muy amable, en cuanto le dije que era un amigo "muy" cercano a ti me dejó pasar

Kagome miró a su asistente desde la ventana y negó con la cabeza, en cuanto ese individuo se fuera hablaría con ella seriamente sobre qué tipo de personas puede dejar pasar a su oficina sin la necesidad de pedir una cita.

Él la miró, sus ojos chocolates estaban más hermosos que siempre, sus labios se habían puesto más carnosos y sensuales, de hecho, era toda una mujer.

― ¿Qué planes tienes para esta noche? – preguntó él de pronto, sacándola de sus pensamientos

―La verdad…― Kagome roló los ojos, no tenía planes así que buscó cualquier excusa para zafarse de esta – Muchos – dijo ella – Hoyo y yo iremos a cenar esta noche― esa era una mentira estúpida, ya que ese día no había vuelto a ver a Hoyo y dudaba que lo hiciera, pues el pobre hombre había salido corriendo de su casa, seguramente se inventó una excusa para salir de ahí

―Y dale con lo de tu novio postizo – él negó – Deja de mentirme ¿Quieres?

―No es que te mienta Inuyasha – Kagome se encogió de hombros – Es la verdad, estoy saliendo con él, bueno, estamos intentando algo – se hizo a un lado para que el ramo de rosas quedara al descubierto – Así que llévate ese ramo de rosas, no quiero que él las vea

― ¿Tan fácil soy de olvidar, Kagome? – preguntó él de pronto

―Creo que eso te lo dejé muy claro ayer― respondió ella― ¿O ya no lo recuerdas?

―No lo recuerdo – Inuyasha negó y se acercó a ella hasta arrinconarla entre el escritorio y su cuerpo – Porque cuando te besé, tus labios me revelaron muchas cosas, aun me sigues amando – apoyó un dedo en el pecho de ella – Lo siento en tu cuerpo y en los latidos de tu corazón

―Inuyasha… ― cerró los ojos y comenzó a sentirse nerviosa, maldito fuera él y en el momento en que tuvo que regresar

―Lo vez – dijo él acercando sus labios a los de ella – Tu reacción me dice mucho

Kagome abrió los ojos, cuanta vanidad había en él, si creía que era la estúpida adolescente de antes, estaba completamente equivocado, lo apartó y se liberó del estrecho espacio en el que se encontraba.

― ¿Puedes retirarte? – dijo ella señalando la puerta – Tengo muchas cosas que hacer.

Él esbozó una sonrisa y asintió, cuando pasó a un lado de ella, se acercó a ella y le susurró al oído.

―De acuerdo, te dejaré por esta ocasión – dijo él – Pero después no quitaré el dedo del renglón hasta conseguir que salgas conmigo – le dio un beso en la mejilla y se fue.

Kagome se sentó en el escritorio, se llevó una mano al pecho para calmar los latidos frenéticos de su corazón, se suponía que él no sentía nada por ella, que nunca lo había sentido, solo ese cariño que un hombre siente por una hermana, pero esto era inaceptable, desde la noche anterior había sentido su acoso, pero hoy había sido más intenso.

Inuyasha salió de la oficina y se despidió de la asistente de Kagome y en ese momento se encontró en su camino con el supuesto novio de la joven.

―El contador – fue lo único que dijo al estar frente a frente con él

―Señor – dijo él extendiendo una mano para saludarlo – Un gusto volverlo a ver

Inuyasha estrechó la mano con ese sujeto, lo miraba de pies a cabeza, su forma de vestir era muy anticuada y lo hacía más anticuado esas gafas de aumento que llevaba.

―Lo mismo digo yo – respondió él – Quiero pedirle una disculpa por mi comportamiento de ayer, vera…

―No se preocupe – dijo él interrumpiendo – Puede ver que tanto usted como la señorita Higurashi se atraen más que con los ojos

―Que inteligente es usted – él esbozó una sonrisa ― Pero, en fin – Inuyasha estaba dispuesto a retomar su camino, pero antes de hacerlo dijo unas últimas palabras – Me parece que la señorita Higurashi lo espera – volvió a estrechas su mano – Gusto en volverlo a ver señor

Inuyasha se alejó de esa oficina y salió del edificio, pero se quedó ahí afuera sin hacer nada, algunas personas entraban y algunas mujeres al verlo le sonreían descaradamente, había estado a un beso de distancia y no pudo ni siquiera probar sus labios como lo había deseado.

El daño que le había hecho en el pasado pareció afectarla más de lo que él se esperaba.

Un flash back x invadió por completo su mente, justo en el día en que ella se le había declarado y aunque él hubiera querido corresponder a sus sentimientos no pudo hacerlo, ella era una niña en ese momento, tanto sus padres como su mejor amigo no iban a ver con buenos ojos la relación, por eso le destrozó el corazón y a él le dolió más, porque quería tomarla entre sus brazos y besarla, decirle que también la ama, que lo había hecho desde el primer momento en que la vio, recordó que ese día no había comprado esa esclava por sus calificaciones, sino porque quería darle a entender, que ese corazón era de él, que se lo daba a ella para que lo cuidara de por vida, que era suyo y de nadie más.

Pero estaba dispuesto a olvidarla, por eso cuando conoció a su exesposa, quien era idéntica físicamente a ella, pero en versión desarrollada, había creído que con ella sería igual que con Kagome, que equivocado estaba, su divorcio le había salido más caro que la boda lujosa que había organizado con ella.

Solo le demostró ser una mujer fría sin sentimientos, en cambio Kagome le ofrecía lo que nadie le daba en el mundo, ternura, cariño, amor e ingenuidad, si, su ingenuidad de adolescente era lo que más amaba.

Y al verla ayer, hecha toda una mujer, le había dado razones poderosas para luchar por ella, había pensado que durante estos años ella ya había hecho su vida, que se había casado y probablemente tenía hijos, pero no, pues después de que ella se hubiera retirado de la reunión familiar, su madre comenzó a resumirle toda su vida, que se había vuelto una mujer independiente, que se había mudado a su propio departamento, pero que jamás se había casado, pero claro, ella misma se lo había dejado claro con el supuesto novio, si lo hacía era para que su madre no pensara que era una mujer que no podía conseguir un hombre.

―Ay Kagome – suspiró él – No me estas dejando las cosas nada fáciles. Si no es por las buenas, será por las malas hasta que me dejes explicarte todo

Kagome miraba el arreglo de rosas que le había regalado Inuyasha, abrió la ventana de su oficina, lo tomó y lo arrojó del sexto piso, no le importaba si a alguien le caía en la cabeza, pero es que simplemente no lo quería ver.

Inuyasha estaba a punto de pedir su coche, pero algo le cayó en la cabeza y lo derribó por completo, Kagome al ver desde lejos a quien le había caído, se alarmó.

―Ay no ¿Qué hice? – se llevó una mano a la boca – Lo acabo de matar, acabo de matar a Inuyasha

Salió corriendo de su oficina dispuesta a tomar el ascensor, pero este tardaba mucho, malditos, cuando más los necesitas más se tardan, así que bajó corriendo por las escaleras, alguien la había saludado en la recepción, pero no le hizo caso, pues quería ver si él estaba bien.

Al llegar ahí, lo vio tirado, inconsciente, varias personas trataban de reanimarlo.

―Con permiso – dijo ella haciéndose espacio entre las personas, se arrodilló ante él y le dio una palmadita en la mejilla – Inuyasha… ― pero no hubo reacción – Inuyasha…

―Creo que necesita respiración de boca a boca – comentó un hombre que estaba al lado de ella.

Kagome lo miró con los ojos abierto de par en par.

― ¿Podría dársela usted? – preguntó, mientras se mordía el labio inferior.

Aquel hombre al escucha eso, en automático se echó a reír ante aquella propuesta descabellada.

―No – él negó – Mi esposa me mataría.

Kagome se llevó una mano en la cabeza, Inuyasha estaba inconsciente además de que tenía una pequeña herida en la cabeza, si tan sólo no hubiera sido tan inmadura para haber arrojado ese arreglo él no estaría sufriendo las consecuencias.

― ¿Y bien? – dijo otro hombre que estaba en frente de Kagome ― ¿Le va a dar respiración de boca a boca?

No sabía qué hacer, se supone que la respiración de boca a boca se da cuando alguien se ahoga no cuando a alguien se le cae un arreglo de rosas rojas, que por cierto estaban dispersas por todo el pavimento y la base que las sujetaba estaba en la orilla de la banqueta.

Cerró los ojos y suspiró, bien aquí iba, los pasos para dar respiración de boca a boca eran, primero, abrir la boca de la persona inconsciente, y así lo hizo, paso dos tomar aire, y así fue, pero repitió este paso como cinco veces pues aún no estaba decidida a acercar su boca a la de Inuyasha y, por último, tocar los labios de la persona y pasarle aire.

Pero por más que hacía y repetía esos pasos Inuyasha no recuperaba la conciencia, fue hasta el último intento, ya que Kagome seguía pasándole aire, pero sintió que sus labios comenzaban a moverse y capturaban sus labios, acto seguido tomaba su nuca con una mano y la acercaba más a él.

Cuando Inuyasha interrumpió el beso vio a una Kagome enfadada.

― ¿Con que inconsciente no? – preguntó enfadada

―La próxima vez pensaré en regalarte algo pequeño

Kagome se apartó de él e Inuyasha se puso de pie por sí mismo, sonrió a todas las personas que lo estaban viendo y en seguida aplaudieron y no porque se hubiera despertado, sino porque todo estaba perfectamente planeado, él se haría el inconsciente para hacer que ella viniera por ella misma.

― ¿Por qué te aplauden? Si ni hiciste nada

―No sé – Inuyasha se encogió de hombros – Tal vez estén feliz de que no me hayas matado

Kagome negó con la cabeza – Ven vamos arriba, necesitas que te curen esa herida

―Estoy bien – dijo él – No necesito nada

―Claro que si – Kagome lo tomó de un brazo – Por mi culpa estas herido

Y así ambos entraron de nuevo al edificio, pero en lugar de que ella lo llevara a su oficina lo llevo directo a la enfermería, donde todas las mujeres y los hombres se les quedaban viendo, mujeres por envidia al ver que un hombre tan guapo y sexy la acompañaba, hombres por desilusión ya que algunos tenían una esperanza con ella.

― ¿Y cómo fue que se te cayó un arreglo floral? – preguntó la doctora una vez que hubo terminado de curarlo

Kagome estaba recargada en una pared y tenía a ambos en frente, y por lo que veía la doctora no dejaba de coquetear con él y para su mala desdicha él le seguía la corriente.

―Ni idea – Inuyasha esbozó una sonrisa – Tal vez una mujer inmadura que no soporta que le dediquen toda la atención del mundo – dijo él mirando a la culpable

―O tal vez una mujer que ya no es tan estúpida para caer de nuevo en las garras de un hombre que le hizo daño – respondió desafiante Kagome

―No lo creo – comentó Inuyasha – A las mujeres les gusta que le regalen rosas

―Y hay otras que les gustaría que las dejaran en paz – volvió a contraatacar ella

― ¿O usted que piensa señorita? – le preguntó Inuyasha a la doctora ― ¿Les gusta a las mujeres que les regalen rosas? – dijo él con esa sonrisa tremendamente sexy y provocadora

―Yo…― la doctora estaba nerviosa, se había perdido en esos ojos dorados – A toda mujer le encanta que un hombre tenga ese tipo de atenciones con ella, si alguien nos manda rosas y más si son rojas, quiere decir muchas cosas, probablemente que ese hombre este enamorado de dicha mujer, pero si – asintió – Si un hombre me regala, aunque fuera una rosa, sería feliz

―Entonces no se hable más – Inuyasha asintió – Mañana le mando una docena

―Ay no como crees

Kagome comenzaba a sentirse enferma con solo ver sus coqueterías, así que mejor salió de ese consultorio, además porque se había sentido excluida, tanto él como la doctora se habían encerrado en su plática y ella pasó a segundo término.

Iba a tomar el ascensor para ir de nuevo a su oficina, pero en ese momento Inuyasha la había alcanzado y ambos entraron al mismo tiempo en él.

― ¿Por qué te fuiste? – preguntó él.

― ¿A caso no es evidente? – respondió enfadada – Regresa con ella ya que ambos se entendieron de maravilla.

Inuyasha esbozó una sonrisa, encendió el botón de alarma del ascensor y este se detuvo al instante.

― ¿Qué haces? – preguntó ella al ver que se acercaba.

―Veo que alguien esta celosa.

― ¿Celosa yo? – lanzó un bufido ― Por favor. Ni que tuvieras tanta suerte.

―No dije que fueras tú.

―…. – no dijo nada y frunció el cejo, iba a desactivar la alarma, pero Inuyasha se lo impidió

―Vamos– dijo él acercándose lentamente a ella – Enfréntate a ti misma y admite de una vez lo que sientes por mi

―Inuyasha, esto ya lo hablamos en ayer, en mi oficina y si quieres que te lo vuelva a decir, te lo diré. NO SIENTO NADA POR T….

Pero sus palabras fueron interrumpidas por sus labios, que de nuevo la besaba.

¿Cuántas veces tenía que soportar que la besara de sorpresa?

¿Cuántas veces tenía que besarla para que se diera cuenta que la amaba?

Él interrumpió el beso y se apartó de ella.

―Muchas – dijo él respondiendo a la pregunta que él mismo se hacía – Si para hacerte entender que estoy aquí por ti debo besarte varias veces, así lo haré

Quitó la alarma y las puertas se abrieron ante ellos, él salió primero, pero Kagome se quedó ahí, recargada contra la fría pared.

―Nos vemos luego

Y en ese momento las puertas se cerraban de nuevo, ay no, no quería que la besara, no quería volver a sentir lo mismo que había sentido en el pasado.

No, no quería.

En la noche…

Kagome y Hoyo habían ido a un restaurante muy lujoso a cenar, solo alcanzaron a pedir la cena cuando el teléfono móvil de él había sonado, se disculpó con ella ya que se debía retirar por una urgencia de trabajo, a lo que la joven solo esbozó una sonrisa y asintió.

El mesero llego con la cena y Kagome no tuvo más remedio que cenar sola, cuando el mesero estaba por retirarse la joven le pidió que le dejara la botella de vino, pues necesitaba un poco de alcohol para digerir todo lo que estaba pasando.

De pronto un hombre tomó asiento en la silla que había ocupado Hoyo, ella alzó la cabeza y de nuevo ahí estaba él, siguiéndola a todas partes.

―Cualquiera diría que me estas siguiendo –comentó ella dándole un trago a su copa de vino

―Yo diría que es casualidad – él esbozó una sonrisa ― ¿Y tu novio postizo?

―Se fue – respondió ella sin darle importancia

― ¿Se fue y te dejó con todo esto? – Preguntó al ver los platos de comida intactos – Sin duda es todo un caballero al dejar que una dama pague la cuenta – estiró un brazo y le hizo una seña a un mesero, él al verlo se acercó a ellos ― ¿Podría llevase todo esto y traer de nuevo el menú?

― ¿El plato de la señorita también? – preguntó el joven

―Todo – respondió Inuyasha

El mesero comenzó a retirar los platos de comida y les trajo de nuevo el menú.

―Además tiene pésimo gusto para elegir – comentó él

Kagome no respondió ante el comentario, pero se sorprendió cuando Inuyasha elegía tanto el menú de ella como él del mismo y sobre todo la forma en que combinaba los vinos, sin duda era todo un experto en eso, seguramente había sido sus años de experiencia, las salidas con mujeres y con su exesposa, lo habían enseñado.

Tanto él como el mesero parecían entenderse, ya que él le comentaba sobre un vino y el mesero le decía los tipos de vinos que tenían en existencia y sobre todo le sugería algunos.

―Sé que este fin de semana van a ir a la hacienda de tus padres para festejar el cumpleaños de Kanna – comentó Inuyasha una vez que despidió al mesero

―Por lo que veo mi madre ya te contó todo – dijo Kagome molesta – No me extraña que te haya resumido mi vida en un abrir y cerrar de ojos

―Algo así – él esbozó una sonrisa tremendamente sexy –Kagome yo… ― estaba dispuesto a contarle todo lo que había sido antes y después de su terina declaración – Con respecto a lo que pasó hace diez años…

―No hables Inuyasha – pero ella lo interrumpió – Eso ya quedó en el pasado, está completamente olvidado – aunque no era cierto – Mejor hablemos sobre este fin de semana – prefirió cambiar de tema, pues no le gustaba recordar lo estúpida que se había sentido en el pasado ― Si, lo sé, mi madre se quiere ir allá para festejar el cumpleaños de Kanna, seguramente ya te invitó

―Desde luego – él esbozó una media sonrisa – Si tú vas yo voy

―Aun no sé si vaya, tengo mucho trabajo y dudo que mi jefa me dé el día

―No te preocupes por eso, si quieres puedo hablar con ella

―Ni se te ocurra hacer eso – ella negó

―Entonces haz todo lo que puedas para ir, recuerda que para tu sobrina es importante que este con ella

El mesero llegó con la nueva orden que Inuyasha había pedido, así entre la cena y una buena platica ambos pasaron un rato muy agradable, Kagome le había contado lo que fue después de la secundaria, los escasos novios que tuvo en la preparatoria y como se dedicó en cuerpo y alma a sus estudios en la universidad, ella y su mejor amiga habían elegido la misma carrera así que ambas iban y estarían siempre juntas.

Kagome sabía el estatus de Inuyasha, el único hijo que provenía de una familia adinerada, pero eso nunca le importó para entablar una buena amistad con su hermano Koga, ambos se llevaban muy bien y él siempre consideró a la familia de ella como suya, ya que era con ellos con quien convivía más.

Al terminar la cena, Inuyasha llevó a Kagome hasta su departamento, ella abrió la puerta y se quedó ahí, mirándolo a los ojos.

―Gracias – dijo la joven – Me la pase bien, no sé qué habría hecho si no hubieras llegado, seguramente tomaría un taxi.

―Y me sigue sorprendiendo cada vez más tu novio postizo – comentó él serio – Si yo hubiera sido él no te habría dejado a merced de nadie ni mucho menos permitiría que regresaras sola a casa a altas horas de la noche.

―Pero lo importante es que allí estabas tú – oh no! Eso no lo debió decir nunca.

―Al menos ya me estás dando algo de mérito – respondió serio ― ¿Entonces espero verte este fin de semana? – preguntó al ver a la joven retroceder un paso y aunque tuviera esperanza de que ella lo invitara a pasar, sabía muy bien que jamás iba a pasar.

―Si – Kagome asintió – No tengo opciones, Kanna no me lo va a perdonar.

―Bien – él se aceró a ella y le dio un beso en la mejilla – Nos vemos hasta el fin de semana.

―Hasta el fin de semana – ella asintió, cerró la puerta.

Se recargó en ella, se moría de ganas de invitarlo a pasar, de que las cosas se fueran más allá de lo previsto, de que terminaran desnudos en su cama y amanecieran juntos.

– No Kagome, no puedes volver a caer en la red de sus ojos bellos.

Fue a su habitación, se quitó la ropa y se puso algo ligero para dormir, mañana sería un día nuevo, esperando algo nuevo que se le ocurriera a Inuyasha.