Disclaimer: Los personajes y mundo de Shingeki No Kyojin no me pertenecen.

El Mundo Después del Fin.

3: Night Out, pt. 1.

''Obsesionarte con tu ego es algo muy severo.''

Brutal – Olivia Rodrigo.

A Mikasa no le gustaban las fiestas, pero pareciera que Sasha siempre lograba animarla lo suficiente para abrirse a tener una vida social, desde presentarle gente entre clases hasta ir a la casa de un desconocido a divertirse. Fue así que, a tres semanas de iniciar sus clases, la segunda opción se dio un sábado por la noche en el modesto hogar de un tal Floch Forster.

Su compañera le advirtió que el anfitrión no era de su agrado, pero que era muy normal que a esas reuniones fuera tanta gente que ni daba oportunidad para realmente cruzarse con él, por lo que debía solo pensar en divertirse y aprovechar el alcohol y la comida gratis, porque los ricos tenían esa virtud cuando así lo querían.

¿Cómo lo conoció? No, no lo conoce íntimamente, pero era amigo de Jean o algo así.

Al tener casi la misma edad y asistir a la misma universidad, Mikasa pudo conocer una red común que se dio en College hacía unos años. Sasha conoció a Connie, Marco y Jean así y aunque ahora cada uno tenía su camino hecho en distintas disciplinas (Artes, Arquitectura y Leyes respectivamente), seguían en contacto constantemente junto a otros chicos que aún no conocía.

- Es confuso al principio, pero es posible tener un grupo bueno de amistades. – Explicó la castaña mientras le miraba fijamente para terminar de maquillar sus ojos oscuros y sonrió. – ¡Te ves tan bonita, Mikasa! – Celebró tomando un espejo para que la pelinegra pudiera ver su resultado. - Jean se morirá al verte.

- No digas esas cosas. – Dijo tímida y luego se quedó muda al encontrarse con su reflejo. – Wow…

Sus ojos se veían más grandes gracias al delineado negro y fino en su párpado superior. Los tonos rosas/fucsias que le acompañaban eran sutil y hacían juego con el color de sus labios. Era suave, luminoso y le hacía lucir diferente a lo que acostumbraba.

- He estado rodeada de chicos todos estos años. Estoy tan feliz de finalmente tener a alguien con la que compartir consejos sobre estas cosas. – Dijo emocionada.

Sasha no era exageradamente femenina. Era un desastre que se habituaba a los desastres de otros, pero no por eso era tratada como un chico más o no llamaba la atención de ellos. Era divertida, ingeniosa y amistosa, además de linda. Y sí, muchas veces debía cuidarla de hacer tonterías y se preguntaba cómo había sobrevivido hasta antes de conocerla, pero agradecía tenerla en su vida; era su primera amiga en muchísimo tiempo.

- Gracias, Sasha. Me ha encantado.

Las dos muchachas pasaron parte de la tarde preparándose para la fiesta e hicieron una pequeña sesión de fotos para presumir todo su trabajo. Siendo casi las 10 de la noche, el timbre de su apartamento anunció la llegada del trío de chicos que las acompañarían como lo hacían casi a diario.

La castaña recogió su cabello en una coleta como lo hacía usualmente y el maquillaje que usaba era similar al de Mikasa, pero sus ojos en vez de llevar rosa, tenía un tono más iluminado e iba entre el dorado y el café, no muy cargado. Vestía una falda de tiro alto a cuadrillé roja y blanca en donde una fila de botones blancos le adornaban en medio y le llegaba sobre la rodilla. En la parte superior eligió una blusa blanca, holgada y de mangas largas que mostraba sus hombros e iba dentro de la falda. Su calzado era negro, clásico y con taco.

Mikasa usaba un pantalón, también de tiro alto, corto, gris y un jersey negro y ancho, con detalles de perlas blancas, también dentro del pantalón, con unas botas largas negras que le cubría hasta las rodillas y con un pequeño taco. Ella prefería andar más cómoda y, además, no le gustaba verse más alta de lo que ya era. Su cabello al ser corto, no podía jugar muchísimo más con él y estaba pensando seriamente en dejárselo crecer por esa misma razón.

Connie y Jean se quedaron boquiabiertos cuando se encontraron con las chicas, mientras Marco los miraba burlesco a ambos y sin detenerse mucho en ambas.

- ¡Sí que se esmeraron hoy! – Comentó animado el joven con pecas al no haber reacción de los otros dos. - ¿Deberíamos sentirnos mal porque no les hacemos justicia?

- Sí, totalmente. – Respondió Sasha fingiendo molestia. – Deberían reinventarse un poco y estar a la moda.

- No andes presumiendo porque solo te ves más linda hoy, Sasha. – Alegó Connie, haciendo a la chica sonrojar al instante.

- ¡No digas esas cosas delante de todos! – Gritó la castaña, dándole un suave golpe en el hombro con el puño.

Según Sasha ellos eran amigos, mejores amigos con ventaja. Era un acuerdo que tenían desde hacía un buen tiempo debido a que ambos quisieron experimentar en el sexo y, como no se les presentaba aquella persona especial, se entregaron el uno al otro en nombre de la inmensa confianza que compartían. Eran abiertamente el potenciador de la idiotez del otro, por lo que era normal verlos bromeando entre ellos y haciéndose comentarios irónicos, pero era obvio el cariño que se tenían.

Para la mente inocente y estructurada de Mikasa todo eso era demasiado confuso y aunque ella misma no tenía experiencia alguna sobre relaciones de pareja, el par de amigos actuaban como si estuviesen en una sin problemas, por lo que le parecía tonto que no se dignaran a aceptarlo y oficializarlo.

- Te ves muy linda, Mikasa. – Dijo Jean en su oído, haciendo que saltara nerviosa y tomara distancia.

- Gracias. – Contestó a secas, volviendo su atención a los chicos que discutían. - ¿Podemos irnos ya?

Se fueron en el auto de Jean, un modelo moderno y pequeño perfecto para usarlo en la ciudad de color gris metálico. Sasha se había obsesionado con la idea de querer juntar a Mikasa con el estudiante de leyes, por lo que se fue directo como copiloto, mientras la castaña junto a Connie y Marco se posicionaron en el asiento trasero.

La pelinegra no estaba interesada en Jean en lo absoluto, al menos no para algo más que una posible amistad, porque le agradaba su compañía y sabía que tenía buenas intenciones. Ya había escuchado los rumores de que era un mujeriego de primera y estaba acostumbrado a obtener cada chica que le interesara, sin embargo, no se sentía presionada cuando estaba con él o la propia actitud reservada que tenía hacía que fuera más difícil para él el llegar a acercarse más.

Así que, como habitualmente hacía sin querer, ignoró a Jean y al resto durante todo el camino a la casa de Floch. Se fue con la ventana abierta y apoyó su cabeza sobre su brazo para observar el paisaje de la ciudad, aprovechando que iban a una velocidad moderada y la briza era suave y no tan fría. Agradeció en silencio que nadie interrumpiera su trance, o quizás estaba tan absorta en su propio mundo que no tomó la atención suficiente de lo que hablaron.

El barrio en donde vivía Floch era exclusivo y quedaba a las afueras de la ciudad yendo hacia el sur. La casa de sus padres era enorme, de estilo mediterráneo, con un amplio jardín y contaba con una piscina igual de grande. Un verdadero lujo. Sasha le había mencionado que la familia Forster llevaba una tradición militar desde los tiempos en donde Eldia aún era una isla que vivía ignorante del resto del mundo, por lo que después de la Batalla del Cielo y de la Tierra, esta al militarizarse, ganaron más beneficios que cualquiera hasta la actualidad. Floch estudiaba Leyes al igual que Jean y Marco, saliéndose de la línea, pero eso no le afectaba, ya que tenía los contactos suficientes para tener el futuro asegurado.

La música electrónica retumbaba y tal como se le había prometido, el lugar estaba atestado de gente. Dos cosas a las que Mikasa definitivamente no estaba familiarizada y no ocultó su incomodidad del grupo que la acompañaba, pero Sasha la tomó de su muñeca y la tiró entusiasmada mientras gritaba unas incoherencias, acercándolas a la primera mesa con algunos bocadillos que comenzó a devorar al instante.

- Vamos Mikasa, debes probar esto. – Mandó con la comida a medio tragar, haciendo que la pelinegra la mirara con disgusto exagerado. - ¡No sabes lo que es disfrutar la vida!

- Nos están mirando… - Mencionó agarrando fuerte el brazo de la chica, incómoda. - ¿Podrías hacer lo mismo sin armar un escándalo?

- Aguafiestas – Dijo mientras servía un corto de tequila en dos pequeños vasos y estiró uno hacia la dirección de su amiga. – Toma esto, relájate y diviértete.

- Yo no voy a…

- Estamos juntas en esto. – Declaró, humedeciendo su pulgar y dedo índice, sacar sal y saborearla para luego tomar el contenido del vaso al seco, soltando un grito mientras sacudía su cabeza y chupó una rodaja de limón. - Hazlo. – Sus ojos marrones, tan brillantes e insistentes, hicieron lo suyo para no dejarle opción a la pelinegra, buscando la sal.

Mikasa bebió el tequila al igual que su amiga y sintió al instante cómo le quemaba la garganta y un extraño temblor se apoderó de todo su cuerpo por un instante, haciendo que sus ojos grisáceos se abrieran al máximo. Sasha soltó una carcajada y le ofreció limón; la pelinegra la observó como si estuviera loca, aún procesando el gusto del alcohol, pero haciéndole caso.

- Lo odié, lo odié, lo odié. – Lamentando exageradamente y gesticuló un puchero en su bello rostro.

- El próximo será algo más suave, lo prometo. – Dijo abrazándola. – Eres una chica valiente, Mikasa. – Y la chica se sonrojó ante el contacto y rio incómoda.

- Es como una tradición para ti el estrenar a la gente en el alcohol ¿Verdad, Sasha? – Pronunció divertido un chico más bajo que ambas chicas a sus espaldas, llamando la atención de ambas.

- ¡Armin! – Sasha se abalanzó encima del rubio de cabello lacio, fino y corto. - ¿Qué haces aquí? Pensé que te habíamos perdido después de que te fueras a Mitras para unirte a esa mierda de alianza.

- Esa mierda de alianza es lo que nos ha mantenido tranquilos por dos siglos ¿Sabes? – Dijo con falsa molestia y los ojos azules de él hicieron contacto con los oscuros de Mikasa. – Hola, soy Armin Arlert. – La sonrisa amistosa y amable del joven hizo que la chica se conmoviera sin una razón, pero luego se sorprendió al reconocer su nombre.

- ¿Eres de la misma familia de ''ese'' Armin Arlert? – el chico rodó los ojos con la pregunta.

- Sí y hasta tenemos un gran parecido. – La perfecta ''o'' que formó los labios de Mikasa hizo que el chico se carcajeara. – Eso es lo que he visto en las fotos que hay en casa.

- ¿No es algo difícil de creer? Nuestras vidas están en sus manos, literalmente. – Comentó Sasha soltando al fin al rubio y sirviéndose un trago más de tequila. – Pero no vamos a hablar de política ni de historia aquí ¿Verdad? – Armin volvió a reír.

- No estando sobrio. – Respondió tomando su primer tequila. – Además, sus vidas aún no dependen de mí, así que puedo divertirme por ahora.

- ¡Así se habla!

Eso fue sorpresivo. Conocer a un descendiente directo del salvador del mundo era compararlo a conocer a una persona de la familia real. Con la inestabilidad de la monarquía de Paradis, las personas como Armin Arlert eran el foco de atención por su historia y aporte al nuevo orden global. Mikasa estaba cerca de hiperventilar porque no podía acosarlo con preguntas sobre lo que fue detener la aniquilación total de la humanidad desde una fuente más que confiable, el cómo fue fundar la Alianza Mundial de Naciones para restaurar la paz y ayudar a Eldia a convertirse en el país que era actualmente.

Aunque la paz era algo imposible de lograr. Los conflictos terminaron para la antigua isla Paradis desde entonces, pero estos nunca faltaban para el resto de las naciones.

Se adentraron a la casa para ir directo a la barra libre y, ahora sí, beber algo que fuera del gusto de Mikasa. Ahí un hombre de cabello ondulado y rubio los atendió, preparándole a cada un cóctel distinto a base de ron. La castaña se animó aún más de lo que estaba y sin mucha vergüenza comenzó a hablar de sus estupideces típicas con el bar tender llamado Nicolo que se veía más bien entretenido con la chica.

Connie, Jean y Marco hicieron su aparición una hora más tarde, saludando animadamente a Armin, que demostró tener una bajísima tolerancia al alcohol y su lengua se trababa en cada oración que soltaba, mientras que Mikasa podía confirmar que se sentía algo mareada, pero no al punto de no saber en dónde estaba o qué hacía, además el sabor dulce de su mojito de frutos rojos hizo que se lo bebiera demasiado rápido para su gusto, por lo que pidió otro, prometiéndose a sí misma que no se lo terminaría tan pronto.

- ¿No quieres ir a bailar? – Le preguntó irritado Connie a Sasha al verla absorta en su conversación con el rubio.

- No ahora, Connie. – Contestó Sasha sonriendo, sin percatarse del mal humor de su amigo. – Luego te sigo. – Y su atención regresó con el rubio.

- ¿Y tú, Mikasa? – Dijo Jean con la última esperanza de tener la compañía de la pelinegra. La chica vaciló incómoda, bebiendo un sorbo más del mojito que tenía en sus manos, pero de pronto un grupo de gente se fue acumulando en dirección al patio trasero.

- ¿No es algo temprano para los escándalos? – Dijo en broma Nicolo.

Connie arrastró a Jean con él para ir a averiguar lo que sucedía y unos minutos más tarde regresaron con el chisme completo.

- Annie y Bertolt terminaron. – Anunció pasmado el chico de cabello corto.

- ¿Ellos no estaban juntos desde siempre? – Preguntó Sasha levantando demasiado la voz por la sorpresa. - ¿Cómo sucedió eso?

- Annie acaba de romper con él. Bertolt llamó la atención porque comenzó a gritarle entre lágrimas. – Explicó Jean, avergonzado por prestarse al cotilleo.

- Pero ellos solían ser las personas más reservadas y serias de entre nosotros. – Marco estaba claramente extrañado. - ¿Por qué hacerlo aquí?

- ¿Quién sabe? a veces Annie también da sus sorpresas. – Dijo Connie y su expresión cambió a una de burla inmediatamente. - Como esa vez que humilló a Reiner en un combate cuerpo a cuerpo en boxeo. – Y todos se rieron al recordar ese momento.

Mikasa no dejaba que sus labios se separaran de la pajilla de su bebida y a ratos sorbía mientras su mirada indiferente viajaba de un hablante a otro sin escuchar realmente de lo que conversaban. No podía negar que estaba mareada y se sentía hambrienta; tampoco entendía de quiénes estaban hablando. Se giró con la intención de ir rápidamente a buscar algo para comer y se percató de que Armin había desaparecido de su lado sin decirle a nadie.

Tomó uno, dos, tres bocadillos seguidos. Cerró los ojos y soltó un suspiro de satisfacción al degustar los dulces (eran su debilidad) y le importó poco si alguien la veía en lo que para ella era lo mejor de esa estúpida fiesta. Cuando ya se sintió satisfecha, se dispuso a volver con el grupo de sus amigos y fue ahí que empezó su problema de la noche.

Se había bebido su segundo gran vaso de mojito y sus movimientos ya eran más torpes, pero su mente no estaba tan nublada aún como para no saber lo que hacía, por lo que sí se dio cuenta cuando chocó contra la espalda de alguien, empujándolo fuerte, y en medio de su intento de disculpa para seguir su camino, este la detuvo tomándola de su antebrazo y la obligó a mirarle.

- Vaya, vaya… - Soltó el joven pelirrojo, estudiándola sin ningún tapujo y sonriéndole con sorna. – Si es la linda chica de intercambio de Hizuru.

- ¿Podrías soltarme? – Pidió seria y mirándolo amenazante, sin prestarle importancia al comentario que hizo. El chico lanzó una risotada.

- Vamos, no hay necesidad de que pongas esa cara. – Dijo acariciando la mejilla pálida de Mikasa con sus dedos, sin cambiar su semblante altanero. – Podemos divertirnos más de lo que crees.

Mikasa aprendió que las fiestas eran un asco y que el mojito era una bebida deliciosa. No quería saber nada de las típicas frases de que todo eso era parte de la experiencia de ser joven porque ella a su manera simple y tranquila deseaba en esos momentos estar sentada en su sofá con ropa cómoda, viendo una serie y comiendo papas fritas, y tal vez hasta una cerveza si le daba la oportunidad y lograba relajarla.

Odiaba la cantidad estúpida de gente que la rodeaba y quien fuese ese pelirrojo desagradable, tuvo la mala suerte de ser quien colmara su paciencia y el que fuera el primero en experimentar lo violenta que Mikasa Ackerman podía hacer si algo de alcohol corría por sus venas.

Lo que sucedió posteriormente fue rápido. De pronto, el sujeto estaba en el suelo siendo inmovilizado por la pelinegra en un movimiento de jiu-jitsu y luego, las personas de su alrededor exclamaron sorprendidos rodeándolos, sin querer ayudar a ninguno, pero sí para ser espectadores del pequeño espectáculo.

- ¡Maldita perra loca! – Exclamó el chico intentando inútilmente encararla, ya que su rostro daba directo al piso.

- Si no quieres hacer el ridículo de nuevo, aprende a respetar el espacio ajeno, imbécil. – Respondió amenazadoramente cerca de su oído, para luego dejarlo libre y levantarse sin darle importancia a quienes la observaban.

No importaba lo que dijera Sasha. Quería encontrarla y salir de esa maldita casa ahora.

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No sabía cómo terminar esto y la verdad, me desmotivé mucho con las filtraciones de las páginas extras. Llevaba hace más de un mes con más de la mitad de esto listo, pero bueno… ¡VOLVÍ! Y al menos, este capítulo es algo más largo. La segunda parte será desde la perspectiva de Eren y habrá un poco de interacción entre él y Mikasa… tal vez jajaja

Muchas gracias por los reviews. Estoy algo colapsada con la escuelita online y siempre se me ocurren cosas nuevas para escribir en las que ocupo mi tiempo, así que, ténganme un poco de paciencia porque tardo, pero nunca fallo(?).

Espero que estén muy bien y quedo atenta y agradecida siempre con sus comentarios.

Bye bye!