CAPITULO 3: TENTACION Y CAIDA
Algunos días después, en los horarios donde Minato salía por diversas excusas. Naruto persiguió a su madre activamente. Sus acciones eran indirectas, intentaba seducirla con pequeñas cosas. Había quedado en el tintero lo sucedido esa noche donde Mikoto los había visitado. Naruto no habló del tema nunca, pero con gestos y miradas le enseñaba a la nerviosa Kushina que no olvidaría.
Estaban esa mañana en la cocina, Kushina fingía tener su atención en la tabla donde cortaba verduras. Naruto bebía jugo de naranja parado junto a la heladera a su lado. Sin camisa, su cuerpo marcado y sensual, su cabello dorado rebelde; tan solo domado por una bandana de tela negra con el símbolo de una hoja. Kushina no podía evitar rememorar esa noche, la noche donde cometió el peor pecado. La culpa le acribillaba el alma, pero su cuerpo necesitaba de él. Su cuerpo reclamaba las atenciones de un hombre con urgencia. Minato mientras tanto la eludía, pese a que ella intentara constantemente consumar. Y allí estaba Naruto cerca de ella. Fresco y joven, a su entera disposición, a su entero capricho….
Entonces en ese momento de pensamiento, Kushina se cortó levemente. Con la cuchilla se produjo un corte en su mano izquierda. Por descuidada, por tonta. Kushina nunca supo por qué se había desconcentrado tanto.
-Mamá, te lastimaste…. –acercándose rápidamente- te ayudaré.
Naruto se acercó rápido tomando la mano herida de su madre entre las suyas firme. Le clavó los ojos azules fijamente y de una manera tan lenta como sensual, lamió el corte en la mano de Kushina causándole escalofríos. Los calores de la pelirroja eran terribles por esa lengua. Su cuerpo la recordaba perfectamente. Le chupaba el dedo tan delicioso, tan tierno.
-Gra…cias…-dijo apartándose la mujer y dándole la espalda- ya….estoy bien.
Naruto se pegó a ella por detrás, Kushina podía sentir el duro paquete en su trasero. Contuvo la respiración para no gemir. Se sentía horrible. Atrapada por su hijo, prisionera de ese deseo insano. Naruto la rodeó con sus musculosos brazos, respiraba muy pesado en el cuello de Kushina, apenas podía contenerse. Con sus dos manos atrapó los delicados dedos de la pelirroja y envolvió la mano herida con una servilleta que estaba sobre la mesada.
-Quiero cuidar de ti –susurró el rubio roncamente- protegerte…..quererte….
-Na…ruto –dijo muy avergonzada- aléjate por favor.
-¿Eso deseas en realidad? –Preguntó apenas el joven, y una de sus manos se elevó tomando del cuello a Kushina- ¿Quieres alejarme de ti mamá?
-No Naruto –comenzó a girarse lento para enfrentarlo- soy…..yo….soy…
-Eres….-acercándose a escasos centímetros de los labios de su madre- lo más hermoso de mi vida.
Un beso, una boca masculina uniéndose a los labios de una mujer. Como chispas luminosas en un madero seco, fuego….
Los labios se unieron y fue salvaje. Correspondió por unos segundos la mujer, y luego apartó la cara horrorizada de su propia reacción. Naruto en tanto se quedó pasmado por el beso dado. Tocándose los labios y mirando a la nada misma como si acabara de probar el cielo. Esto ayudó a Kushina para huir de la cocina como venado. Se apartó con fuerza quitándose la cercanía de Naruto y corrió fuera del lugar, con el corazón en la boca directo a su cuarto. Naruto se quedó saboreando sus labios relamiéndose y recordó esa noche con Mikoto.
-No puede ser, Mikoto-sama no era esa noche.-sonriendo- dos mujeres tan diferentes no pueden besar igual- aclaro fascinado.
Naruto minutos después, subió al segundo piso siguiendo a la mujer, y comenzó a golpear la puerta del cuarto de su madre. Sabiendo que ella estaba adentro:
-Se bien que estás ahí –probando el picaporte cerrado- ábreme mamá, no me temas. Yo te quiero…yo…
-¡No hables! –Se escuchó fuerte desde adentro- ¡No digas eso!
-¿Por qué? –Preguntó Naruto serio- a nadie le importa nuestro asunto. Solo a ti y a mi mamá. Ábreme por favor.
-¡Vete! – Gritó desesperada- ¡aléjate de mí!
Naruto siguió rogando y hablando, pero Kushina no le respondió. La oía llorar dentro del cuarto y eso le rompía el corazón.
-Mamá ábreme, -rogó triste Naruto- no quise herirte, nunca lo haría. Entiende que eres todo para mí, mi vida entera. Por favor, no respiro sin ti, por favor….
Casi dos horas separados por una puerta cerrada, separados por la sangre, por prejuicios y reglas sociales. Separados definitivamente, aunque desearan lo opuesto con todas sus fuerzas.
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Era de noche en Konoha, Minato llegó a la casa y encontró la cena en la mesa. Ni Naruto, ni Kushina estaban en el comedor. Comió solo y algo sorprendido. Kushina jamás se había ido a dormir sin acompañarlo a la cena. Era costumbre de ella ser la última en acostarse y la primera en levantarse en las mañanas. Pero contrario al disgusto por la "no compañía" de su esposa, Minato se sintió bien. Cada vez le costaba más mirarla a los ojos después de una noche de guarradas fuera de casa. El matrimonio estaba acabado, solo era que Kushina no quería darse cuenta. Naruto había prometido interceder, pero Minato no confiaba en que su hijo lograra el divorcio. Si acaso Kushina se enterara de las andanzas de su esposo, nunca se iría de él sin llevarse sus propiedades en una jugosa demanda. Por rencor, Kushina lo haría papilla sin pensarlo dos veces.
Se fue a dormir el hombre, y encontró a su esposa en la cama dormida. En la trasluz, se notaba en sus ojos rojos de haber estado llorando. Kushina mordía una esquina de su almohada con tanto fervor que casi parecía rabia. Minato sospechó que Naruto había estado actuando. Sin decirle lo evidente a su madre, la estaba convenciendo del divorcio, era el motivo que Minato atribuyó a esas lágrimas en su esposa. En la mañana podría ver los efectos del problema, era al fin y al cabo lo mejor a futuro.
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En la mañana Minato y Kushina desayunaron bien temprano. La mujer parecía feliz y trataba de mimar a su esposo en todo momento. Pero era forzado, fingido y sobreactuado. Minato lo podía notar. Tendría que aguantarse este teatro si quería deshacer el compromiso, era su parte del asunto por cumplir.
Naruto apareció por el comedor justo en el momento que su padre se alistaba para salir al trabajo. Saludó normalmente, tomó una manzana de la cesta en la mesa y anunciando que saldría, se desapareció por la puerta sin decir ni adiós. Volvió muy tarde casi en la noche, se dio una ducha en el pequeño baño del fondo de la casa y luego de tomar algunas cosas de la heladera se encerraba en su habitación hasta el otro día. 3 días de lo mismo y Kushina cada vez se sentía peor. Su esposo la ignoraba, su hijo la amaba insanamente y sufría como loco. Ella estaba sola y sin poder romper las barreras con esos dos hombres, los hombres de su vida.
Cierta noche Naruto no volvió, lo hizo al día siguiente y se lo veía "relajado". Repitió en los días siguientes el proceso y Kushina sintió un irresistible ataque de celos. ¿Qué mujer estaría aprovechando la debilidad de su hijo? ¿Qué golfa le arrebataba la atención de Naruto? A este paso jamás podría recuperarlo. Jamás podría hablar con él y volver todo como al comienzo, como debía ser, como "madre e hijo".
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Casi una semana había pasado desde el beso en la cocina, una semana terrible y sin precedentes. Naruto volvió a las 3 de la madrugada borracho y triste. Minato había salido de la cuidad por negocios (o al menos eso dijo él) y Kushina espió a su hijo desde la ventana de su cuarto. Naruto se entró a bañar, pero la ducha del fondo estaba descompuesta. Tras varios minutos de dudar, se adentró en el baño principal de la casa, a dos puertas de la habitación de sus padres. Naruto contra sus ganas, llenó la bañera y se hundió en el agua caliente frustrado al extremo. Había evitado desde su regreso ese baño, porque era el escenario de su destrucción.
Cuando cumplió 8 años, su madre le anunció que ya no se bañarían juntos. Eso lo destruyó, su madre le negaba esa intimidad que tanto amaba Naruto. Ver su bello cuerpo desnudo, su rojo cabellos hechizante de belleza. Poder tocarla como una preciada gema solo para él. Hacerla reír, con cosquillas que deseaban ser caricias, pero por la inexperiencia eran trasformadas en un juego inofensivo y no en una señal de amor. Naruto después de esa noticia, comenzó a pelear en la escuela. Nunca volvió a contarle todo a su madre, nunca más. Tendría que alejarse pensó en su infantil mente, ya no más abrirle el corazón por completo a esa mujer que nunca lo amaría del mismo modo.
En la bañera Naruto comenzó a llorar, no lo hacía desde la noche que vio a sus padres tener sexo. Cuando cumplió 15 años, y lloró en su cuarto en lugar de salir de fiesta con sus amigos. Habló con su padre y se fue de Konoha. No podía tenerla, no podía dejar de quererla, así que tenía que alejarse. El tiempo ha pasado y aunque volvió más maduro y frio, al volver a verla fue todo como antes.
-Tengo que irme –susurró Naruto para sí- nunca más volver a Konoha, nunca más verla de nuevo. Que los años me alejen, es definitivo. Tiene que ser así.
Kushina en tanto pegaba su oído a la puerta del baño. Lo escuchó llorar, como cuando era un pequeño. No podía soportarlo, oírlo llorar era devastador para ella, era peor que morir.
-Mi niño…. –gimió confundida la pelirroja- No quiero oírte llorar. No por mí, ni por nadie.
Naruto lloraba, su pesar interno era tan grande que debía descargarse de este modo. Un abrazo, unas manos le llegaron por la espalda y un aliento se instaló en su cuello:
-No llores mí querido…. –le susurró dolorida Kushina- no es tu culpa, es la mía. Esa noche cometí un grave error….
-Te amo desde que nací, -respondió Naruto sin moverse del abrazo- te he amado como un hombre a una mujer desde siempre. Esa no es tu culpa.
Kushina se paralizó en ese momento. Dejó de pensar, dejó de planear como animar a su hijo y recién para notar que abrazaba a un hombre desnudo en una bañera. Un joven apuesto y fuerte, que moría por ella.
-Perdóname…-susurró apenas Naruto girándose y mirándola de reojo suplicante.
-¿Por qué? –preguntó Kushina confundida.
-Te pido perdón….-levantándose de la bañera lentamente- porque esta noche, en este baño, te voy a hacer el amor Kushina.
La impresión fue demasiada, cayó sentada y apoyó sus brazos en el suelo, por detrás de la espalda. Intentó pararse, pero sus ojos se quedaron en la escultura de firmes músculos frente a ella. Saliendo de la bañera chorreando agua. Sexi, exudando hombría y motivado por la tarea en su parte más noble.
-No es correcto, -retrocedió arrastrándose por el suelo- no sé…lo que…
-Te amo, -indicó Naruto avanzando hacia ella- entenderé si me echas de casa después de esta noche. Pero quiero llevarme un último recuerdo de ti. Mi amor imposible, la mujer de mi vida.
Kushina se puso de pie y dando la espalda a Naruto intentó moverse para abrir la puerta de salida. Pero la firme mano de Naruto asentada sobre la madera la cerró de un golpe. Ambos se quedaron paralizados, ella luego de recuperar algo de valor se giró para mirarlo a los ojos. Un poco más alto que ella (casi una cabeza de diferencia), esos ojos azules como océanos de deseos contenidos que la devoraban.
Kushina negó con un gesto asustada, aunque el cuerpo no le respondía. Naruto sin tocarla con sus manos, le dio un suave beso en los labios. Kushina ni pestañeaba de la impresión. Otro beso más, que duró un poco más de tiempo. Y otro que se quedó en sus labios bailando como pareja perfecta. Naruto seguía con mano derecha afirmado en la puerta y con la izquierda, jugaba con la tira del camisón en el hombro de mujer.
Kushina con los brazos a los lados inmóviles, no tenía reacción más que recibir esos besos y dejarse embrujar cada vez más por el calor del joven frente a ella. Naruto bajó se mano izquierda y tomando el camisón blanco de su madre por la zona de la cintura, comenzó a subírselo por los muslos sin dejar de mirarla a los ojos. Apenas reaccionó la mujer, encantada como ratón frente a los ojos de una serpiente. Solo balbuceó por última vez…. "esto está mal". Pero él no se detuvo.
Su vestido estaba ya a la altura de sus caderas, revelando la braga color rosa pastel, y todo el esplendor de sus piernas firmes. Kushina no pudo más con la tortura, puso ambas manos en el pecho de Naruto para detener los besos. Pero el rubio se dispuso a usar ambas manos para agarrarla firme de los muslos y la obligó a un pequeño salto, quedando montada sobre la cadera de Naruto. El comenzó a girar lento teniendo a Kushina en su poder, sin dejar de besarla. Ella por reflejo entrecruzó sus piernas para no caer y afirmó sus manos en los hombros de su captor. Naruto le sonrió con suavidad y retrocedió con su madre cautiva, directo al interior de la bañera.
Se metió en el agua caliente desbordándola un poco y se sentó con Kushina sobre él, totalmente hipnotizada por los besos que recibía. Kushina estaba como en trance. No se movía, no hacía gestos ni nada, estaba mesclando en su organismo un coctel mortífero de morbo, excitación y horror. Naruto la atrajo aferrando una de sus manos al cuello. Volvieron a unir sus labios y con lenguas jugaron hasta acabarse el oxígeno. Era un manjar prohibido a su máxima expresión.
Naruto le quitó las prendas, entre beso y beso le quitó todo en movimientos lentos pero firmes. Dispuesto a llevar la situación al final deseado. Kushina se abrazó a su hijo y hundió su boca en el cuello masculino, estaba nublada de excitación, una sensación que no recordaba desde años.
Naruto introdujo un par de dedos en ella, logrando hacerla gemir. Suave, dulce, delicado, como si estuviera por desvirgarla. Kushina se dejó guiar por los instintos de su cuerpo, su hombro estaba recibiendo los labios de Naruto y uno de sus senos era prisionero de la mano de su hijo. No pensaba en nada, no quería pensar, esa bañera seria testigo de un nuevo crimen. Ya nada podía detenerlo.
Naruto estaba tan duro que le dolía, su miembro clamaba participar y el rubio estaba de acuerdo con esa idea. Un tercer dedo, rozándola maravillosamente y Kushina comenzó a mover sus caderas buscando la sensación más intensamente. Chillando encantada de su cuerpo explotando. No pudo evitarlo más, Naruto la estaba haciendo volar, al fin podía experimentar su renacimiento como mujer:
-¡AAAHHH! –fue el grito ahogado, acallado por la vergüenza.
Su hijo, su niño la había lanzado al orgasmo sin penetrarla siquiera. Estaba débil y respiraba agitada, saboreando el éxtasis en brazos de un joven. De su hijo, de su amado Naruto.
-oh…cariño…-gimió Kushina jadeando- miel… ¿Qué estamos haciendo?
El no respondió, tan solo la elevó y Kushina comenzó a sentir debajo del agua, el poderoso miembro en intentó de invadirla. Una parte de ella quería parar, quería evitarlo porque la penetración rompería con todo. Seria rebelarse a la luz de la evidencia que estaría unidos más allá del vínculo familiar. A través de él, a pesar de él. Quería parar sí, pero sus dos manos se aferraron a los costados de la tina y ayudó a su cuerpo guiándolo adonde el muchacho la llevaba.
-¡ah…..oh…..Kami que es enorme! –Se quejó con tan solo sentir entrar el glande- ¡es…. muy grande…ah!
-Es todo tuyo, -señaló Naruto aferrado a las caderas de la pelirroja y lamiéndole los senos- pero ve con cuidado…
Ella sonrió apenas en un suspiro, Naruto tenía aun ese carácter protector tan de él, cualquier mujer respondía favorable a eso. Luego de algunos segundos Kushina estaba hundida hasta la mitad y comenzó a moverse buscando ritmo para generar fuego. Lento al comienzo, pero conforme se acostumbró aceleraron en un mágico frenesí. Naruto lamia los pechos de su madre y se sentó mejor para comerlos sin pausa. Para afirmarse a ese cuerpo con ambos brazos y acompañar la fricción con todo su espíritu. Ella se deleitó con la lengua en sus pezones y lo abrazó por el cuello con su derecha negándole separarse.
-¡aah...aah…aah…Naa…ruto!…¡AAH…..AH…OH...Sii….!-gemía Kushina totalmente entregada.
-¡Mamá…..SIGUE…..ah…..ah….AH….!
Fuego y miel, amor y pecado. Combinaciones y explosiones al por mayor en esa solitaria noche en el baño de la casa Namikase.
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Dos horas después, Naruto sentado en la bañera tenía a su madre delante de él dándole la espalda. El rubio paseaba sus manos por toda la mujer y aspiraba la fragancia del cabello rojo extasiado. Una esponja de redecillas recorría a Kushina eróticamente arrancándole gemidos por doquier. Estaba y se sentía totalmente entregada. Puta de su hijo, ramera al servicio de su retoño que la había arrojado por un tobogán de sensaciones, por 3 espléndidas corridas. Kushina apoyaba la cabeza en el hombro izquierdo de Naruto. Su cuerpo era como un suave flan bajo el dominio de esas manos tan masculinas enjabonándola. Suaves palabras llenas de dulzura y apego, le danzaban en el oído sometiéndola aún más.
-Amo este baño, -susurró la mujer de pronto- porque aquí me bañaba con mi querido niño cuando eras muy pequeño – finalizó llena de culpa.
-Amo este baño también… –respondió el suave- porque aquí me bañaba con la mujer de mi vida desde que tengo memoria. Lo amo tanto como aprendí a odiarlo, el día que dejamos de bañarnos juntos.
-¡oh…..Naruto…!-gimió apenada- deja de tocarme…. Ya estoy exhausta.
-Mentirosa, -respondió el rubio- tu cuerpo responde como perro fiel a mis caricias. –Sonrió satisfecho- si estuvieras realmente cansada….no te causaría efecto que yo hiciera esto…
Naruto soltó la esponja y agarrándola de la cintura la puso un poco de lado. Agacho su cuello levemente y degustó de los pechos capturándolos con sus manos y boca. Ella gimió, fue imposible contenerse. Sus pechos recibían descargas eléctricas cada vez que el la tocaba y se endurecían tanto que le dolían como prueba cabal de excitación.
-¡oh….Kami…!-echando el cuello para atrás- vas a matarme Naruto. No más….
El joven no consideró ni por un instante detenerse. Sabía que solo esta vez tendría la total disposición de Kushina para el sexo. Luego de recuperar la cordura, su madre volvería a creer que esto habría sido un error. Y se resistiría a intimar en un futuro. Por eso Naruto debía hacerle el amor como nunca, dejarla rendida de placer. Solo de esta manera podría tener una chance de convencerla sobre la posibilidad de ser felices juntos, en un lugar lejano.
-¡No mas Naruto! –Rogó, tratando de no gemir Kushina- hace mu….cho….que estamos en el agua…no más.
Era cierto, ambos tenían algunas partes de su piel con arrugas por la absorción excesiva del agua. Naruto la miró a los ojos serio, tratando de controlarse para detener su ataque algunos minutos. Finalmente asintió al ruego callado de su madre. Salieron de la tina y se secaron con toallas dándose la espalda. Silencio y reflexión.
Kushina se rozó los senos con la toalla y estaban como piedra. El maldito de su hijo los había trabajado a conciencia, ahora ella tenía que…. ¡ella necesitaba algo más! Pensó en huir brevemente, pero notaba que Naruto se encontraba como animal en celo. La perseguiría por toda la casa hasta someterla de ser necesario. Era inútil intentar escapar esa noche.
-¡Terminemos con esto! –Dijo la pelirroja con firmeza dándose vuelta y enfrentándolo- siéntate allí.
Naruto seriamente obedeció, por alguna razón no le convencía el asunto. Pero al sentarse en el esquinero al lado de la bañera, las acciones de Kushina lo dijeron todo.
-Necesitamos ponerte a punto, -dijo seria arrodillándose frente a él- no quiero correrme de nuevo sin que tú lo hagas también. Esto se debe terminar de una vez.
Tomó el miembro por el tronco con su derecha y luego de una lamida comenzó a chuparlo con decisión. Naruto entonces echó la cabeza hacia atrás y las sensaciones lo inundaron como estampida. Su fantasía más íntima desde joven, su anhelo al fin se realizaba. Luego de años de esperar y desesperar. Su amor imposible estaba frente a él y haciéndole la mamada del siglo.
-Carajo que es buena…..-pensó Naruto mordiéndose el labio inferior- por Kami que será mía para siempre. Lo juro.
-Esto no se volverá a repetir –dijo Kushina manoseándole el pene y mirándolo a los ojos firme- esto se termina esta noche –entre lamidas- no podemos volver a hacerlo –intentó calmar su conciencia
Naruto no la escuchó, solo se aferró con ambas manos del cabello rojo en su madre y la incitó a que acelerara el proceso. Su lujuria era tal, que quería acabar sobre ella y verla toda manchada de él. Unos minutos gloriosos, unos segundos de dudas y Kushina se separó bruscamente desesperándolo. Ella no quería hacerlo llegar, quería tenerlo en su interior nuevamente.
En el suelo minutos después, al estilo "perrito" Kushina le enseñó el trasero dispuesta a bajarse el calentón definitivamente. Naruto estaba en mismas condiciones de excitación, así que no tardó en arrodillarse detrás de ella y aferrándose a las caderas entró sin contemplación. Kushina emitió un quejido por la invasión y las embestidas la obligaron a gemir sin tapujos. Duro y largo, bien afirmado a su madre la folló sin pausa. Era tan sexi oírla chillar, era tan erótico aferrarse al largo cabello rojo y montarla sin dilaciones. Cambió de ángulo elevándose un poco y quedando en cuclillas recibió como premio un grito y un "¡justo ahí!" alentándolo a continuar. Así la pasaron en grande, ninguno de los dos quería que el momento terminara, pero los cuerpos exhaustos tenían otra opinión.
-¡Ah Naruto! –agachando la cabeza y quedando con la frente pegada al suelo- casi….estoy…casi….
-yo también, -afirmándose más a al cuerpo de Kushina- ¡yo te llevare…..a….!
No pudo acabar la frase, todo para emitir un gruñido y se corrió en el interior de su madre por primera vez desde que empezó la noche. Kushina gritó desaforada al sentir el rio caliente de semen invadirla hasta la matriz. Llenándola toda y haciéndola estallar en un fantástico orgasmo, el mejor de toda su vida. Aquella descarga, que la dejó inconsciente en el suelo de su baño.
Naruto se sentó junto a la desmayada mujer y respiraba como podía. Había tenido sesiones de sexo más largas en ocasiones anteriores. Pero nunca había estado tan terriblemente excitado como esa noche. No era la situación del baño, ni la belleza de su pareja. Era ella. Era Kushina, la mujer que amó desde siempre. Su madre.
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Kushina abrió los ojos de repente en su cuarto, su propia cama. Intentó mover su cuerpo y se sintió desnuda bajo las sabanas. Le dolía el vientre, y la mente le reprendía su ligereza de la noche anterior. Era una puta, se lo había montado con su hijo. Lo había gozado como hembra en celo y su cuerpo le agradecía. ¡Su hijo!, su bebe, su niño. En la bañera hasta hartarse, en el piso del baño entregada al depravado instinto.
-¿Qué hice? –Se flageló- ¿En qué momento….perdí la cabeza?
Kushina se levantó, vistiéndose con rapidez, pensando que hacer y cómo seguir. Frente al espejo del tocador en su cuarto. Se vestía mirándose con asco al espejo.
-Se parece mucho a su padre eso es….-pensó ligeramente- me confundí por eso seguramente.
Se arreglaba el cabello peinándolo con un cepillo y frente al espejo de su habitación brillaba como chica de 15. Algo en su interior se sentía demasiado bien. Estaba descansada, relajada, brillante.
-¿Se parece a Minato? –Se dijo de pronto- Salvo en el detalle del tamaño de su…. "cosa" –dijo lascivamente- y que me folló como nunca en mi vida. "Pequeños detalles" –concluyó irónicamente.
Minutos después de vestirse, bajó al comedor más asustada que otra cosa. No sabía ni como miraría a la cara a su hijo luego de lo ocurrido en la noche y….
El reloj…
Las 3 de las tarde marcaban las agujas sin trampa alguna. Había dormido nuevamente por demasiadas horas. Su insomnio había sido derrotado. Naruto no estaba, y fue algo que la mujer agradeció para ganar algo de tranquilidad. Almorzó de una comida presentada sobre la mesa, preparada por Naruto especial para ella. Arregló la cocina luego de almorzar y aun se preguntaba qué rayos haría al enfrentarse a su hijo cuando…
-hola amor….-le susurró una voz detrás suyo- dormiste bien por lo que pude ver.
Ella se giró nerviosa, y lo apartó justo cuando Naruto estiraba el cuello para besarla.
-¿Qué haces hijo? –Nerviosa- compórtate.
-deja las tonterías mamá, -agarrándola de la cintura- esta noche tengo una idea que…
-¡No! –Se alejó Kushina toda sonrojada- dije que solo sería una vez. ¡Eres mi hijo! ¡Mi hijo! No se puede hacer lo que hicimos. ¡Nunca más lo haremos!
Naruto solo le sonrió suavemente, Kushina captó ese gesto como una negativa a aceptar olvidar el asunto. Ella tenía que detenerlo de algún modo, algo debía hacer.
-mamá, -sonriendo- esta historia recién comienza- acercándose lentamente- tenemos casi dos meses más para encerrarnos en esta casa y disfrutar. No niegues que anoche gozaste como loca.
¿Negarlo?, de ser Naruto otro hombre ya estaría sobre el haciéndolo de nuevo. Pero la culpa de follar con su hijo era insoportable. No sería nunca más lo mismo.
-No vuelvas acercarte a mí de esa forma. –Señaló seria Kushina- lo de anoche fue una pesadilla y se terminó para siempre.
-como quieras Kushina, -respondió Naruto serio, pero relajado- en dos meses me largo de Konoha. Estudiare en Kirigakure, y tú te irás conmigo. Es una promesa.
Naruto se fue de la cocina y Kushina se cubrió el rostro echándose a llorar. Él se iba, y ella no podía seguirlo, no de la manera que él deseaba.
-¿Qué voy a hacer? –Se preguntó entre lágrimas- Kami….ayúdame.
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Dos días después, Minato comentó en la cena que viajaría a Kumogakure en unos días. Una gran campaña de publicidad lo retendría allí durante casi un mes. Kushina rogó desesperada a que no se fuera, se fue al cuarto con su marido y casi le suplicó que no se marchara. Que lo necesitaba, que no aceptara ese trabajo. Minato respondió que era demasiado dinero como para rechazarlo y que no se preocupara porque luego de esa campaña estaría libre y de vacaciones por 2 meses.
Kushina tragó duro, todo un mes a solas con su hijo. En esa gran casa, sin nadie que la ayude. Sin sexo marital en el horizonte su cuerpo no colaboraría en resistir. Su Naruto la perseguiría incansable, su hijo iba a poseerla a gusto y disgusto. Esos pensamientos la torturaron y esa perspectiva la enloqueció y estuvo llorando sola en el baño abrazándose a sí misma. El día que Minato se fue para el aeropuerto directo Kumogakure. Kushina sabía que no tenía escapatoria, no tenía esperanza.
Esa misma noche lo sintió intentar entrar a su cuarto. Había cerrado con llave como precaución y sufrió los minutos que Naruto intentó entrar. Finalmente la perilla dejó de girar. Él se había rendido por esa noche al menos. Pero no sería así para siempre. Kushina se levantó a las 4 de la madrugada sin haber dormido. Junto sus ropas en una maleta y dejando una nota sobre la mesa del comedor huyó al departamento de su amiga Mikoto. Tenía que escapar, no resistiría el asedio que Naruto iba a proponerle. Tenía que huir y conservar algo de dignidad, era lo único que le quedaba.
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Al llegar al departamento de Mikoto Uchiha al otro lado de la ciudad. Kushina la llamó desesperada y la morocha le abrió recibiéndola en un abrazo fraternal. Mikoto no comprendía como una mujer tan fuerte y de personalidad alegre, podía haber cambiado tanto en algunos años de matrimonio. Estaba destrozada, era evidente que cierto rubio tenía que ver en el asunto. Pero Mikoto desconfió de rubio equivocado. En brazos de su amiga, Kushina lloró desconsoladamente. Era horrible sensación la inundaba y no se apartaba de su mente. La noche del pecado en el baño la torturaba con una mescla de reacciones en el cuerpo. Mikoto no le preguntó nada, tenía la certeza que Minato era el causante de esa lágrimas. Luego al verla dormir, evaluó que el asunto con el hijo no iba bien tampoco. De no ser así, no hubiera huido de su casa.
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Al día siguiente en la casa Namikase…
Naruto despertó en su cuarto dispuesto a definir la relación. La puerta cerrada de su madre en la noche anterior no le había enojado, más bien le causaba gracia. ¿Por qué se resistía? ¿Por qué no aceptaba Kushina que eran el uno para el otro? Había fuego, existía química, y además tenían casi los mismos gustos. Se amaban desde siempre y solo por el detalle del parentesco que la mujer lo creía imposible.
-Es amor –pensó Naruto sonriendo- solo tienes que aceptarlo mamá.
Llegó al comedor y pudo ver la nota anunciando la huida de la mujer:
"Estaré en casa de una amiga, en algunos días regreso.
Mamá."
Naruto gruñó apenas. Abolló el papel en un puño y se dijo que esta situación no se la esperaba, ni tampoco la quería. Pero también razonó que su madre necesitaba tiempo para digerir el asunto. Tal vez las palabras de una amiga y dormir sin la tensión sexual que le imponía estar con él.
-De acuerdo mamá –dijo para sí mismo Naruto- tienes tu "tiempo fuera", para que reacomodes tus prejuicios. Muy lista eres, -declaró sonriendo- pero cuando regreses, jugaré mi mejor carta para que te reveles a tus sentimientos.
Fin del capítulo.
