Notas de la Autora: Capítulo 3 arriba! Este capítulo me gusto mucho escribirlo, así que espero que también sea de su agrado al leerlo!

Y en verdad muchas gracias a quienes se toman un tiempo en dejarme sus comentarios, eso me anima mucho a continuar, porque se que mi historia les esta gustando! Por eso, muchas gracias a: Abril Elena, LizzySD, CIELO-BL, AnaM1707 y Saariitaa por sus comentarios! :D!

Disclaimer: Ya saben que nada de este mundo me pertenece, todo es de la queridísima J.K. Rowling , yo solo lo manipulo para mi entretenimiento :D


Capítulo 3: La Entrada Sellada Y El Retrato de Salazar

- En verdad que no entiendo para que tantos libros de ese inútil – mascullo Sirius mientras leía nuevamente la lista de útiles.

- Seguramente el nuevo Profesor de Defensa Contra Las Artes Oscuras es un fan de Gilderoy Lockhart – comentó Remus mientras caminaban por la calle principal del Callejón Diagon.

Harry los miró de reojo pero no dijo nada. Jamás había leído nada de ese tal Gilderoy, porque no había nada de él en la biblioteca de la casa o de Hogwarts, así que tampoco pensaba que fuera a ser un texto interesante, o de lo contrario ya se hubiera topado con algún libro suyo.

- Vaya, pero cuanta gente – comentó Sirius asombrado cuando vieron la cantidad de gente que entraba y salía de Flourish y Blotts.

- Quizás esta sea la causa – observó Remus señalando una pancarta que anunciaba que ese día estaría firmando autógrafos nada más ni nada menos que Gilderoy Lockhart.

- No puede ser – se lamentó Sirius, llevándose la mano a la cara, y Harry solo sonrió divertido.

- Creo que fue un mal día para las compras – opinó.

- Completamente de acuerdo, Cachorro – convino Sirius asintiendo con la cabeza, antes de mirar a Remus – Por favor, hagamos las compras lo más rápido posible, y vámonos cuanto antes de aquí –

- Esta bien – convino el castaño sonriendo divertido, y los tres se dirigieron al interior de la tienda, moviéndose con algo de cuidado entre la gente para poder hacer las compras necesarias y salir cuanto antes.

- ¡Sirius! – exclamó entonces una voz, atrayendo la atención de los tres.

Era el señor Weasley, que junto a la señora Weasley, los gemelos y Ginny, se acercaba a ellos, lo que hizo sentir un poco incómodo a Harry, sobre todo porque pudo ver que algo más rezagado, Ron seguía a sus padres, obviamente sin querer acercarse tampoco.

- ¡Sirius, Remus, que bueno verlos! – comentó animado el patriarca Weasley, mientras la señora Weasley avanzaba hasta pararse frente a Harry.

- ¡Pequeño Harry!, ¡Mira cómo has crecido! – comentó feliz, poniendo sus manos en las mejillas de Harry, apretándole suavemente.

- Buenos días, señora Weasley – saludo Harry como pudo al tener sus mejillas presionadas.

- ¡Tan educado como siempre! – elogio la señora Weasley sonriéndole satisfecha, y se alejó algunos pasos para observarlo mejor.

Harry le sonrió, pero cuando la señora Weasley se alejó, pudo sentir la fulminante mirada de Ron sobre si, que se había parado al lado de su madre cuando los alcanzo. Dirigió sus verdes ojos a los azules de su ex-amigo, pero no dijo nada, y la señora Weasley noto el tenso momento entre ellos.

- No sabía que este muchacho no te hablaba, hasta que le pregunte si iría a tu fiesta de cumpleaños – comentó, atrayendo la atención de Harry – Fue entones que me dijo que no te hablaba por que habías quedado en Slytherin. ¡Tremenda tontería!, ¡Y yo sin saberlo, te había enviado un suéter con los colores de Gryffindor!, ¡Toda una vergüenza que me hizo pasar este muchacho! – exclamó enérgicamente, al tiempo que le daba un ligero manotazo en el hombro a su hijo a su lado - ¡Uno no decide la Casa en la que queda!, ¡Y claro que no serás un Mago Oscuro sólo por estar en Slytherin!, ¡Honestamente!, ¡Cualquier otro claro que podría, pero no tú! –

- Es lo mismo que pensamos nosotros – concordó Sirius, sonriendo feliz de que otros pensarán de esa forma sobre su ahijado, y que el incidente en navidad con el suéter Weasley, estuviera aclarándose aunque fuera varios meses después.

- ¡Por supuesto Sirius! – confirmó Molly de inmediato – He conocido a Harry desde hace años, ¡Sería imposible pensar que se convertirá en alguien malo sólo por estar en Slytherin!, mucho menos con la educación que ha recibido de ustedes dos, y fue justo lo que le dije a este hijo mío, ¡Pero es terco y cabezón! – y volvió a darle un manotazo a Ron en el hombro antes de mirar a Harry.

- Además, Slytherin de vez en cuando da buenos magos. Seguro tú serás uno de ellos – opinó el señor Weasley sonriéndole amable, y Harry le devolvió la sonrisa, un poco apenado por las palabras de ambos padres Weasley, pero agradeciéndolas, y entendiendo ahora porque Molly le había mandado el suéter rojo con dorado en navidad.

- Gracias – les dijo.

- No tienes nada que agradecer Harry – le aseguró la señora Weasley – Con tus modales y educación, sería imposible pensar que podrías llegar a convertirte en un mago malvado. Y disculpa que el suéter del año pasado tuviera los colores de Gryffindor. Este año será de color verde –

Harry le sonrió más ampliamente, en cierto modo agradecido de que aceptaran con esa facilidad que estuviera en Slytherin, y aunque abrió la boca para agradecerles de nuevo, no alcanzó a decir nada, interrumpido por una voz que se alzó entre la multitud.

- ¡¿Pero ese es Harry Potter?! – preguntó, y Harry pudo sentir muchos ojos volviéndose a mirarlo, al igual que varios murmullos, mientras que un mago ataviado en una llamativa túnica se abría paso hasta ellos - ¡Si, sin duda alguna es Harry Potter! – comentó feliz, tomándolo del brazo - ¡Ven, ven! – agregó tratando de llevarlo al frente donde iba a firmar sus libros, pero Sirius puso su mano con firmeza sobre el hombro de Harry, impidiendo que se lo llevara.

- Yo creo que no – objetó con frialdad, mirando con el ceño fruncido a aquel mago que más parecía una broma, y Gilderoy titubeo un poco ante la negativa, aunque se recuperó al segundo siguiente.

- Bueno, también aquí podemos – decidió, y se acomodó al lado de Harry, estrechando su mano, mientras un fotógrafo comenzaba a sacarles fotos - ¡Sonríe, Harry, sonríe! – le pidió.

- Creo que ya fue suficiente – cortó Sirius jalando a un aturdido Harry para separarlo de aquel hombre que le miró de nuevo confundido, como si no entendiera porque alguien en su sano juicio se opondría de esa forma a él, pero nuevamente volvió a sonreír a los pocos segundos.

- Claro, no hay que abrumar al joven Harry que no está acostumbrado a la fama – comentó feliz – ¡Y aprovechando este momento, me gustaría hacer del conocimiento de todos ustedes, un secreto que he mantenido hasta este momento, pero que no veo mejor ocasión de contar! Harry Potter vino hoy pensando que compraría mi autobiografía, misma que con gran placer le regalare, pero no será lo único que obtendrá de mí, pues este año, ¡Harry Potter y el resto de sus compañeros, me tendrán como su Profesor de Defensa Contra Las Artes Oscuras! –

Sirius bufo al escuchar eso, pero el sonido de los aplausos y vítores ahogaron ese sonido. Un mago asistente de Gilderoy se acercó a darle a Harry un paquete con las obras completas de éste, haciéndole tambalearse mientras Gilderoy regresaba a su lugar, recibiendo las felicitaciones con su brillante y permanente sonrisa.

- Será mejor que nos vayamos de aquí – opinó Sirius, que no había soltado el hombro de su ahijado.

- Si, será lo mejor – convino Remus, que notaba que varios aún miraban a Harry.

- ¡Toda una celebridad! – comentó una voz, y Harry se volvió de inmediato al reconocerla, confirmando que a pocos pasos de ellos estaba Draco – Parece que si te esfuerzas, podrás llegar a ser una celebridad como él –

Ron frunció más el ceño al ver al rubio, y Harry bufo exactamente de la misma forma en que momentos antes había hecho Sirius, lo que hizo sonreír a éste orgulloso.

- Espero sinceramente que no – comentó, aunque le sonrió divertido sin tomarse a mal las palabras del rubio, pues había notado la broma implícita en ellas – No sabía que vendrías también hoy a hacer las compras –

- Mi padre pensó que sería un buen día, aunque luego de ver esto, se arrepintió de la elección que hizo – le hizo saber divertido mientras se acercaba.

Harry sonrió, y entonces se volvió a mirar a los Weasley, aunque se mordió un poco el labio, sabiendo que Draco no tenía muy buena opinión sobre ellos.

- "Pero sería maleducado de mi parte no hacer las presentaciones correspondientes" – pensó, además, Draco fue quien decidió acercarse cuando él estaba con los Weasley, así que debía saber que algo como eso podría pasar, a final de cuentas, era un Slytherin – Les presentó a Draco Malfoy, es mi mejor amigo – dijo, antes de mirar a Draco – Ellos son Molly y Arthur Weasley. A los gemelos y a Ron ya los conoces, y ella es su hija Ginny. Se supone que comienzas este año en Hogwarts, ¿No? – agregó, tratando de desviar el tema de las presentaciones, y la pequeña le miró con la cara repentinamente roja para su confusión, mientras asentía frenéticamente con la cabeza.

- Un gusto – saludo Draco con aplomo, mirando únicamente a los padres Weasley para no hacer muecas o comentarios desagradables, sabiendo que de hacerlo, Harry podía enojarse con él, además, como Slytherin, y sobre todo como Malfoy, era capaz de portarse a la altura de la situación requerida.

- Oh, mucho gusto – saludo Molly, aunque se notaba algo insegura sobre cómo proceder.

- Vaya, vaya, parece que tenemos una reunión aquí – comentó una voz fría, y por un costado llego Lucius Malfoy, parándose detrás de su hijo.

- Lucius – mascullo el señor Weasley, y Harry se asombró de ver en su amable y siempre bonachón rostro, el mismo desprecio que Ron había mostrado por él durante el año pasado. Ahora entendía cómo podía comportarse así.

- ¡Oh, pero si es el mismísimo Arthur Weasley! – observó Lucius con fingida admiración - ¿Qué tal va el trabajo? – preguntó, y por su tono afilado, Harry supo que aquello no podría terminar bien – Escuche que ha habido mucho trabajo en el Ministerio, ¿Cuándo menos te pagan las horas extra? – y dando un paso al frente, tomó uno de los libros viejos y estropeado que Ginny tenía en un caldero – Veo que no. Ni deshonrar el nombre de los magos te sirve para darle una vida más digna a tu familia. Que bajo has caído –

Harry no pudo anticipar el momento en que el señor Weasley y Sirius se le fueron encima al señor Malfoy, sólo sintió cuando Remus lo quito del medio justo a tiempo para que no se lo llevaran por delante. Los tres adultos chocaron contra un librero, volcándolo junto con todos sus libros, mientras algunos otros libros les caían encima cuando cayeron al suelo.

- ¡Sirius! – exclamó asombrado.

- ¡Arthur!, ¡Arthur, basta! – le pidió Molly, mirando preocupada.

- ¡Eso papá, rómpele la nariz! – grito Ron eufórico, y Draco, molesto, se le dejo ir a Ron al escuchar eso.

- ¡Ronald, detente! – grito ahora Molly, que ya no sabía a donde mirar, con su hijo peleando en un lado, y su esposo en el otro.

- ¡Eso papa, tú puedes! – gritaban a su vez los gemelos.

- ¡Draco, Ron, basta! – les pidió Harry, acercándose para tratar de separarlos, pero Ron le soltó un puñetazo en la nariz, lo que le hizo trastabillar y caer sentado en el suelo, con la nariz comenzándole a sangrar.

- ¡Vas a pagar por eso, estúpida Comadreja! – le espetó Draco al ver aquello, y volvió a lanzarse con más ahínco sobre el pelirrojo, soltando puñetazos a diestra y siniestra mientras rodaban ambos por el suelo.

- Immobulus – pronuncio suavemente Narcisa apuntando a los tres hombres que aún peleaban en el suelo. Había llegado apenas unos segundos antes, pero lo suficiente como para alcanzar a escuchar las desafortunadas palabras de su esposo – Draco, levántate – llamó entonces a su hijo, y no tuvo que alzar la voz para que éste la escuchara.

- Madre – murmuró, separándose pronto de Ron para ponerse de pie, aunque con un pómulo que comenzaba a amoratarse. Ron tenía un ojo morado para su deleite.

- Que comportamiento tan deplorable estas mostrando, Draco. Creí que te había educado mejor – le reprendió con seria frialdad, aunque sin alzar nunca su voz.

- Lo siento madre – se disculpó de inmediato Draco, bajando la mirada apenado mientras con disimulo se acomodaba la ropa.

- ¡Tú también Ronald! – se apresuró a reprender Molly a su hijo, dándole un golpe en la cabeza una vez pasada la pequeña sorpresa - ¡Mira que caerte a golpes con tus compañeros!, ¡Y sobre todo con Harry!, ¡¿Querido estas bien?! – le preguntó, aunque Remus ya estaba a su lado mirando su nariz mientras con un pañuelo limpiaba la sangre.

- Esta bien, Molly, la nariz no está rota, sólo un poco magullada. En casa podremos darle algo que lo dejara como nuevo – le aseguro el castaño sonriéndole.

- Me alegro tanto. En verdad lo siento, Harry – se disculpó la señora Weasley mientras Remus ayudaba a Harry a pararse, quien mantenía el pañuelo sobre su nariz.

- No se preocupe señora Weasley – le pidió Harry, sonriéndole algo apenado.

- ¿En verdad estas bien? – se animó a preguntarle tímidamente Ginny.

- Estaré mejor una vez que deje de sangrar – le respondió Harry asintiendo con la cabeza.

- Lamento mucho este encuentro tan desafortunado que hemos tenido, Harry – comentó Narcisa mirándole – Espero que sea mejor en otra ocasión –

- Espero lo mismo, Narcisa – respondió Harry asintiendo con la cabeza, pensando con asombro que pese a ser una bruja de apariencia delicada, Narcisa tenía una presencia tal, que había calmado las cosas sin necesidad de alzar la voz, y con una elegancia digna de una Slytherin, apenas y lanzando un simple hechizo.

Narcisa le sonrió apenas veladamente, antes de volverse hacía los tres hombres inmovilizados.

- Lucius, mi hijo y yo te esperaremos en la Mansión. No me apetece que Draco siga observando esta clase de comportamiento tan poco sofisticado, y vaya a pensar que es algo permisible. Vámonos Draco. Finite Incantatem – y luego de pronunciar el contrahechizo, salió de la tienda sin mirar atrás.

- ¿En verdad estas bien? – le preguntó Draco a Harry, acercándose rápido.

- Si, no te preocupes – le respondió Harry asintiendo con la cabeza, y Draco mismo asintió con la cabeza.

- Me comunicare más tarde – le aviso, y salió rápido detrás de su madre, aunque sin correr, tratando de mantener un paso altivo, mientras Sirius, Arthur y Lucius comenzaban a ponerse de pie con cuidado.

Arthur tenía el labio partido y Lucius un ojo morado. Sirius había logrado evitar cualquier golpe en el rostro, aunque al igual que los otros, tenía magullones a causa de los libros que les cayeron encima.

- Toma niña, tu libro, que tu padre no podrá darte nada mejor – espetó Lucius, y acomodándose la capa, salió de ahí, aunque a Harry le dio la extraña impresión de que estaba echándole dos libros, cuando la primera vez sólo había cogido uno, sin embargo no pudo confirmarlo, porque en ese momento Remus le guiaba a la puerta.

- Lo mejor será que nosotros también nos vayamos – comentó el castaño a Molly – Con permiso. Vamos Sirius, que tenemos que hablar muy seriamente – agregó a éste, dirigiéndole una mirada de advertencia que Sirius rehuyó, mientras Remus guiaba a su Cachorro fuera de la tienda, a final de cuentas ya habían terminado las compras, así que lo mejor era regresar.

Adentro, Molly se quedó reprendiendo a su esposo y a su hijo, y su enérgica voz se escuchaba incluso afuera de la tienda.


- Si, lo sé, Sirius, lo que dijo Lucius estuvo mal, pero la solución no era írtele a los golpes – le censuro Remus, mirándole con dureza antes de regresar su atención a la nariz de Harry que seguía revisando – Tampoco es algo que yo quiero que Harry piense que está bien –

- ¡Esta bien si se defiende!, ¡Mira como le dejaron la nariz! – protesto Sirius.

- Una cosa es defenderte, y otra comenzar una pelea – le reprendió Remus dirigiéndole una agría mirada, antes de dirigirse a uno de los muebles de la sala para sacar una poción que le acercó al ojiverde, sirviendo en un vasito un chorrito – Con esto bastara –

Harry tomo el vasito y bebió haciendo una mueca, pero comenzó a sentir que la nariz dejaba de dolerle, y ese calor que había estado sintiendo desde que Ron le golpeo. La sangre también dejo de salir por fin.

Sirius se acercó a confirmar que ya no saliera sangre de la nariz de Harry, y que la hinchazón comenzaba a disminuir, antes de mirar de nuevo a Remus.

- ¡También debe defenderse del abuso verbal! – siguió protestando - ¡Y Lucius estaba ofendiendo a Arthur!, ¡No debe permitir que lo ofendan –

- La ofensa se hace en la medida en que es aceptada – le recordó Remus con acritud – Si Harry cree que lo están ofendiendo, entonces así será aunque sólo le estén dando los buenos días. No es tanto por la ofensa sino por nuestra propia autoestima, Sirius –

- ¡Pero debe saber cuándo poner un alto! – siguió Sirius, cruzándose de brazos terco.

- Un alto habría sido darse la media vuelta e ignorar a quien le está ofendiendo – repuso Remus mirándole con el ceño fruncido – Sólo se debe defender cuando lo ataquen físicamente, ya sea con golpes o magia, Sirius, pero las palabras pueden ser ignoradas –

De pronto, el sonido de campanillas interrumpió a ambos magos.

- ¡Debe ser Draco! – comentó Harry parándose del sillón animado – ¡Yo iré a recibirle, ustedes pueden seguir peleando mientras! – y dicho así, salió corriendo de la sala.

- ¡Para tu información no estamos peleando! – le grito Sirius con el ceño mucho más fruncido, alzando la voz lo suficiente como para que le alcanzara a escuchar, pero luego de verlo desaparecer, suspiro pesadamente, descruzando los brazos para mirar a Remus – Sólo no quiero que lo lastimen por no saber poner un alto y defenderse – quiso explicarle, y Remus le sonrió, acercándose a acariciar su mejilla.

- Lo sé, Sirius, pero no es la forma – le explicó – Está bien si quieres enseñarle como defenderse, jamás me negaría a eso, es algo que a final de cuentas debe aprender para cuando no estemos a su lado, pero cuando defenderse, es algo que también tiene que aprender. Hay veces que no vale la pena defenderse de ciertos ataques, que el silencio puede ser la mejor arma y la más inteligente, y hay veces que sí necesitara hacerlo. Esta vez no era una de ellas, Sirius, sobre todo porque la ofensa no era para ti, tú más que nadie debiste haber guardado la compostura y haber mediado entre ambos –

- ¡Sabes que eso no se me da bien, Remus! – protesto el pelinegro, pero enlazo sus brazos alrededor de la cintura de Remus.

- Si, es verdad que no se te da nada bien, Canuto, pero debes aprender, sobre todo porque tienes a un niño que mucho de lo que aprende, es por lo que ve – le recordó el castaño, apoyando suavemente sus manos en el pecho de Sirius, mirándole ahora más tranquilo.

- Ese niño es mucho más inteligente. No va a aprender las cosas malas – le aseguro el pelinegro, acercándose de forma sensual a los labios de Remus, pero manteniéndose a escasos milímetros y hablando en suaves murmullos – No tenemos que preocuparnos por él tanto, Harry es el niño más inteligente que conozco, y sabe que lo que hice está mal y por eso me regañaste –

- No quieras salirte por la tangente – le reprendió Remus, pero también en suaves murmullos, sonriendo sin poder evitarlo ante la actitud de Sirius – Tienes que aprender a controlarte y no estallar a la primera. Llevo años diciéndotelo –

- Si… Esta… Bien… - murmuró, y a cada palabra, depositaba un suave beso en los labios de Remus, que sonrió divertido.

- Sirius… Dilo… De verdad… - le respondió, pero a casi cada palabra que daba, Sirius le interrumpía con aquellos fugaces besos.

- Bueno, parece que ya se contentaron – comentó la voz de Harry, y Sirius y Remus se sobresaltaron.

Remus se apresuró a separarse de Sirius todo colorado, mientras Sirius sonreía ampliamente divertido. En la entrada estaban Harry y Draco; Harry los observaba sonriendo, pues ya sabía que Remus era muy tímido en lo que se refería a que él los viera así de cariñosos, mientras que Draco los observaba detenidamente con curiosidad.

- ¡Vaya, el pequeño Draco nos visita! – comentó Sirius al reparar en la presencia de éste.

- Vino un ratito. Practicaremos en las mazmorras, ¿Quieres ayudarnos, Sirius? – le preguntó.

- ¡Claro, vamos! – convino éste animado - ¡Ya venimos, Remus! – le aviso, guiñándole un ojo coqueto al castaño, antes de llevar a los chicos a las mazmorras para practicar un poco.


Cuando la chimenea escupió a Draco en medio de llamas verdes en la sala de la Casa Black, no pudo evitar trastabillar un par de veces, y perdiendo el equilibrio en parte por el pesado baúl que llevaba, termino cayendo de rodillas en el suelo por más que había intentado mantenerse de pie. Hizo una mueca de desagrado; No terminaba de gustarle viajar a través de la Red Flu, en parte por lo sucio que era, y en parte porque no lograba aterrizar de una manera digna.

- Bienvenido – le recibió Harry sonriéndole, acercándose para tenderle la mano y ayudarlo a pararse.

Habían pedido permiso para que Draco se quedara a dormir en Grimmauld Place la noche previa a partir a Hogwarts, así que juntos llegarían a la estación de King's Cross al día siguiente.

- Bueno pequeño Draco, te enseñare la habitación donde te quedaras – le aviso Sirius que iba entrando a la sala, y agitando su varita, levito el baúl del rubio – Vamos, y después de eso, bajaremos a cenar para que se duerman pronto –

- ¡Pero aún es temprano, Sirius! - protesto Harry.

- Si, pero mañana debemos levantarnos temprano para llegar a tiempo a King's Cross – le recordó Sirius acariciando y alborotando su cabello cuando paso a su lado para guiarlos a la planta alta – Sería una tragedia que perdieran el tren –

- ¿Qué pasaría si lo perdemos? – le preguntó Draco curioso - ¿No hay otra forma de llegar a Hogwarts? –

- No lo sé. Jamás perdí el tren, y hasta donde sé, a ningún estudiantes antes le ha pasado – le respondió Sirius encogiéndose de hombros, abriendo la puerta de un amplio y cómodo cuarto en la planta alta – Bueno, aquí pasaras la noche pequeño Draco –

- Gracias – respondió Draco mirando el cuarto. No era tan grande como su cuarto en la Mansión Malfoy, ni tan elegante, pero era algo que ya esperaba, porque pese a lo grande que era esa casa a comparación de una casa normal, no era una Mansión.

- Los dejo, pero no tarden en bajar porque en un momento la cena estará lista – les recordó Sirius mientras acomodaba el baúl a los pies de la cama.

- Si, bajamos en un momento – convino Harry, y una vez que Sirius bajo, se fue a sentar en la cama de Draco, sonriéndole - ¿Te gusta? –

- Si, se ve cómodo – convino Draco mirando el cuarto antes de mirar a Harry – La verdad es que no pensé que mi padre fuera a aceptar dejarme venir. Jamás me habían dejado ir a quedar a la casa de nadie –

- Entonces me alegra que hicieran esa excepción en este caso – comentó Harry de buen humor, poniéndose de pie para salir del cuarto – Y ahora bajemos para cenar y poder jugar un poco. Puede que Sirius nos deje desvelarnos, pero Remus no permitirá que nos quedemos despiertos hasta tan tarde –

- Esta bien – aceptó Draco siguiéndolo fuera de la habitación.

La cena fue agradable en más de un sentido, y de hecho parecía que en esa casa todo lo era. La primera vez que comió ahí se había sentido bastante extraño, pero luego de varias visitas ese verano comenzaba a acostumbrarse. En la Mansión Malfoy no solían platicar demasiado durante las comidas, y él en lo particular se limitaba a contestar cuando se le cedía la palabra, sin intervenir jamás en la conversación que pudieran estar llevando sus padres, ya que eso era de muy mala educación, ahí sin embargo, Lupin y su tío Sirius siempre hablaban con Harry, incluyéndolo en todo momento en su plática, y si Harry tenía que decir algo lo hacía, siendo escuchado siempre por ambos adultos, eso sin mencionar las bromas que Sirius solía hacer, y que hacían reír a los otros dos. Harry no solía reírse tanto en Hogwarts, más que nada sonreía, pero ahí lo hacía, y descubrió que le gustaba el sonido de su risa, que era fresco y casi melodioso de una forma en que él no habría podido explicar, así que se limitó a dejar de intentarlo, justo como dejo de intentarlo con todo lo demás que pasaba en esa casa y que le hacía sentir con ganas de no querer irse. Esa casa era más pequeña que su Mansión, sí, pero se sentía más cálida, más llena de viva y reconfortante.

Cuando terminaron de comer, Harry, su tío Sirius y él fueron al patio trasero a jugar un rato con la Quaffle, y eso era algo más que en su Mansión no había y ahí sí. En la Mansión siempre estaba cada quien por su cuenta, y sus padres, sobre todo su padre, esperaban que él pudiera resolver todo por su cuenta sin requerir de la ayuda de nadie, ahí por el contrario, se notaba que Lupin y su tío Sirius siempre estaban al pendiente de Harry, ayudándolo en lo que necesitara, y sobre todo conviviendo con él.

- ¡Sirius, deben bajar ya, esos chicos deben dormiste! – grito en un momento Remus desde la puerta de la casa.

- ¡Cinco minutos más, Remus! – le pidió Harry desde las alturas.

- ¡Si, cinco minutos más, Remus! – se sumó Sirius como niño chiquito.

- ¡Nada de cinco minutos, bajen o los hago bajar! – les advirtió Remus sacando la varita, y suspirando, ambos pelinegros descendieron mientras Draco les seguía sonriendo divertido – Anda Cachorro, vayan a bañarse y dormir que mañana nos despertamos temprano – les recordó Remus a ambos chicos cuando se acercaron.

- Esta bien – respondió Harry derrotado, y entro a la casa.

Draco siguió a Harry, pero no pudo evitar mirar de reojo a los adultos que se habían quedado afuera, viendo curioso cómo Sirius besaba a Remus, como sus brazos se aferraban con posesividad a la cintura del castaño, mientras este apoyaba las manos en el pecho del pelinegro sin dejar de responder en ningún momento, y sin mostrar desagrado alguno. Esa era otra cosa que le llamaba la atención; Lupin parecía ser alguien muy reservado con su vida privada, justo como sus padres, sin embargo, en ocasiones había esos fugaces encuentros que inclusive ellos podían presenciar si volteaban en el momento adecuado, y eso era algo que jamás en todos sus años, recordaba haber visto en sus padres, sólo esa distancia que sobre todo en momentos como esos le hacían preguntarse si realmente sus padres seguían amándose.

- Ya te vi espiándolos – le susurró Harry al oído de forma picara, y tanto por sus palabras tan inesperadas como por el escalofrío que le recorrió al sentir aquel cálido aliento en el oído, Draco salto alejándose y poniéndose rojo mientras se agarraba el oído.

- ¡No me asustes así, Harry! – le reprocho, lo que hizo reír con ganas a Harry.

- ¿Qué pasa, Draco? – le preguntó divertido – Te recuerdo que Sirius y Remus son pareja, ninguno de ellos te hará caso –

- ¡Tonto, claro que sé eso! – le espetó Draco aún más rojo, y se apresuró a caminar hasta su cuarto mientras Harry le seguía riendo, y pese a toda su vergüenza, a Draco le gusto escucharse acompañado de aquella risa durante todo el camino hasta su cuarto.


La mañana siguiente había sido un poco movida, y aunque salieron con tiempo suficiente, hubo mucho flujo de Muggles, lo que dificulto que pudieran dirigirse a los puntos de Aparición de forma segura y discreta, así que terminaron llegando faltando quince para las once.

- Vamos chicos, recuerden que estamos sobre tiempo – les animo Remus, pues Harry y Draco iban delante de ellos platicando mientras empujaban el carrito.

- No importa si llegamos tarde, sólo debemos buscar el compartimiento donde están sentados Theodore y los demás, y ya – comentó Harry.

- Eso es lo bueno de los compañeros, que aunque llegues tarde, sólo necesitas buscarlos para tener un lugar asegurado en el tren – comentó Sirius, viendo que por fin llegaban a los andenes 9 y 10.

- Tú primero y yo te sigo – le indico Draco, y asintiendo, Harry avanzo primero.

Empujo rápido su carrito para pasar antes de que algún Muggle los viera, siendo seguido de cerca por Draco, pero algo paso, porque no atravesó la barrera como el año anterior, sino que su carrito termino estrellándose estrepitosamente contra el muro, y termino rebotado hacía un costado, justo a tiempo para salir del camino del carrito de Draco que se estrelló justo detrás.

- ¡Chicos! – exclamó Remus asombrado y preocupado, corriendo junto con Sirius para ayudar a levantar a Harry - ¿Están bien? –

- ¿Qué paso? – preguntó también Sirius, que ya ayudaba a Draco a ponerse de pie, sabiendo que varios Muggles se asomaban para ver que había sido todo aquel tumulto.

- ¿Qué paso aquí? – preguntó un guardia Muggle que se había acercado, mirándolos con el ceño fruncido mientras veía los baúles y las jaulas volcadas, donde las lechuzas chillaban.

- Los chicos perdieron el control de los carritos – se apresuró a responder Remus, sonriéndole amable al guardia Muggle.

- Pero ellos están bien, gracias por preguntar – agregó Sirius, mirando con el ceño fruncido al guardia, que le miró unos segundos titubeando.

- Bien… Tengan cuidado – les advirtió pese a todo a los chicos, antes de irse.

- Muggle estúpido – masculló Sirius.

- Sirius, basta. No enfrente de los niños – le reprendió Remus mirándole con severidad, y Sirius hizo una mueca, encogiéndose de hombros, pero no dijo más, por lo que el castaño miro a Harry - ¿Y bien?, ¿Qué paso? – quiso saber.

- El carrito se estrelló contra la pared – le explicó éste – Por alguna razón no cruzo la barrera –

- Eso no es posible – comentó Sirius acercándose, pero al tocar la pared, encontró solo piedra sólida, lo que le hizo fruncir el ceño – Eso no es posible… - volvió a repetir, y empujo su mano contra la pared, pero la sintió tan sólida como si siempre hubiera sido de esa forma – Pero que rayos… - mascullo, y miró confundido a Remus, que miró su reloj de bolsillo.

- Ya casi parte el tren – comentó.

- ¿Y qué vamos a hacer? – quiso saber Draco.

- No vamos a perder el tren, ¿Verdad, Sirius? – le preguntó Harry mirándolo preocupado.

- Pues no estoy tan seguro, Cachorro – quiso ser sincero Sirius, y sacando discretamente su varita, la agito contra la barrera - Finite Incantatem – murmuró, y el encantamiento salió pero solo choco contra la pared y nada paso. Estiro la mano, pero nuevamente toco la piedra sólida.

- ¿Y ahora? – volvió a preguntar Harry.

- Creo que deberemos volver a casa y contactarnos con Albus directamente desde la chimenea – opinó Remus mirando a Sirius, que asintió con la cabeza.

- Vamos a levantar esto y regresemos a Grimmauld Place – les indico el pelinegro, y entre los dos ayudaron a los chicos a acomodar sus cosas para regresar en un viaje silencioso de regreso al número 12 de Grimmauld Place.


- ¿Sirius?, ¿Puedo saber qué hacen Harry y el joven Malfoy aún en Grimmauld Place? – preguntó Albus cuando su cabeza apareció flotando entre las llamas de la chimenea.

- No pudimos pasar la barrera del andén 9 3/4, Albus – le explicó Remus – La barrera parecía piedra solida cuando los chicos intentaron atravesarla para llegar al Expreso de Hogwarts –

- ¿En verdad? – preguntó Albus, alzando las cejas ante la noticia – Esperen – y la cabeza desapareció de la chimenea.

En cuanto llegaron, Sirius se había apresurado a contactar al Director, y ahora los 4 estaban en la sala esperando saber qué iba a pasar ahora. Harry estaba preocupado y nervioso, jugando distraídamente con la varita entre sus dedos, mientras Draco, con los brazos cruzados, tenía el ceño fruncido, sin querer mostrar el nerviosismo que él mismo sentía.

- No parece que ningún otro alumno hubiera tenido ese problema – comentó de pronto la cabeza de Albus apareciendo nuevamente – Abriré la comunicación con la chimenea de aquí, para que Harry y el joven Malfoy puedan pasar. No es seguro que traigamos a Harry por algún otro medio a Hogwarts, es obvio que alguien está al pendiente de sus movimientos –

- Esta bien – convino Sirius aliviado, y se levantó mientras la cabeza de Albus volvía a desaparecer entre las llamas.

- Los privilegios de ser El Protegido – comento Draco con diversión luego de escuchar aquello, bastante aliviado de saber que podrían llegar a Hogwarts sin problemas.

- Cállate, Draco – le reprendió Harry dándole un codazo con fingida indignación, aunque también estaba bastante aliviado de saber que las cosas se habían arreglado.

- Ya chicos, bastan – les pidió Remus – Encogeremos los baúles para que los puedan llevar más fácil a través de la Red Flu, y luego de ustedes, Sirius y yo pasaremos llevando las lechuzas –

- Esta bien – accedieron ambos mientras Sirius agitaba su varita para encoger los baúles como les habían dicho.

Cada uno tomo sus cosas, guardándolas en las bolsas de los pantalones antes de acercarse a la chimenea.

- Recuerda hablar alto y claro, Harry: Hogwarts, Oficina del Director – le indicó Remus, tendiéndole un pequeño pero elegante recipiente de porcelana donde tenían los Polvos Flu.

Harry tomo un puñado, y nervioso, los lanzo a la chimenea, viendo como las llamas se alzaban de un color verde.

- Hogwarts, Oficina del Director – nombro, dando un paso hacía la chimenea, donde las llamas lo engulleron al instante.

- Tu turno pequeño Draco – le animó Sirius palmeando su hombro, y Draco asintió, tomando un puñado de los polvos que el castaño le ofrecía, para aventarlos a la chimenea, donde se alzaron las llamas en color verde.

- Hogwarts, Oficina del Director – pronuncio, y dio un paso al interior, siendo engullido por las llamas al instante. El viaje fue turbulento, como siempre lo era por chimenea, pero cuando vio su destino, trato por todos los medios de salir de pie, aunque nuevamente volvió a trastabillar cayendo de rodillas, ante lo que hizo una mueca. En verdad necesitaba aprender a salir con más elegancia de una chimenea.

- Será mejor que te apartes, Draco, aún faltan Remus y Sirius, y vendrán justo detrás de ti – le avisó Harry, acercándose con la mano tendida para ayudarlo a levantarse y quitarse de ahí. Su cabello estaba aún más alborotado que de costumbre, producto del viaje por chimenea, y su ropa ligeramente llena de hollín.

Draco acepto la ayuda y se apartó justo a tiempo de que Remus saliera de la chimenea caminando tranquilamente mientras cargaba a Tenebris. Sirius le siguió apenas unos segundos después, saliendo con paso tranquilo mientras cargaba a Hedwig. Draco hizo una mueca porque eso era algo que aún se le dificultaba bastante, y no le gustaba cuando eso pasaba, aunque sonrió al ver que ambos no lucían más limpios que él mismo, y comprobando el estado de su propia ropa, hizo una nueva mueca.

- Basta, o se te quedara la cara torcida – le advirtió Harry divertido, y Draco le miró de reojo, antes de alzar la nariz, fingiéndose ofendido.

- Eso es algo que jamás pasara – le respondió, y Harry se rio, antes de sacar su varita.

- Fregotego – pronuncio, y al punto, la ropa de Draco quedo limpia.

- Ese hechizo me gusta – comentó el rubio con satisfacción.

- Bueno chicos, creo que es mejor que vayan a cambiarse. El Profesor Snape los está esperando en su despacho para darles la contraseña de las mazmorras de Slytherin – hablo Dumbledore, atrayendo la atención de los 4 – Y Harry, te voy a pedir que no andes solo en ningún momento. Trata de mantenerte siempre acompañado de alguien – agregó mirándolo seriamente, ante lo que Harry asintió con la cabeza.

- Así lo haré, Director – aceptó.

- Y ya sabes que si algo pasa, debes buscar de inmediato a Snape, a Minerva o a Albus – le recordó Sirius acercándose a abrazarlo – Nosotros estaremos al pendiente por carta –

- Descuida Sirius, así haré – le prometió Harry devolviéndole el abrazo.

- Cuídate y mantente alerta – le pidió Remus, y cuando Sirius lo soltó, ahora él se acercó a abrazarlo – Te queremos mucho –

- También los quiero mucho – le respondió Harry.

- Tu también cuídate mucho y mantén los ojos abiertos, pequeño Draco – le advirtió Sirius palmeando su hombro, ante lo que Draco asintió con la cabeza.


Harry y Draco llegaron pronto a la oficina del Profesor Snape, y luego de recibir la contraseña, se dirigieron a las mazmorras de Slytherin, donde dieron la contraseña para ir al cuarto a cambiarse.

- Vamos a la Sala Común y esperemos a los demás ahí – opinó Draco una vez que termino de ponerse el uniforme de Slytherin.

- No, mejor quedémonos aquí – comentó Harry mientras terminaba de acomodar su corbata, revisando en el espejo que estuviera pulcramente acomodada.

- Se ve bien – le confirmó su reflejo asintiendo con la cabeza satisfecho, y Harry mismo asintió con la cabeza, volviéndose para ver que Draco le miraba atento.

- Creo que hay algo de lo que debemos hablar – opinó, cruzándose de brazos mientras le miraba con cierta seriedad.

- ¿O sí?, ¿De qué? – preguntó Harry mirándole confundido.

- Desde el año pasado me di cuenta, aunque no estaba tan seguro, pensaba que podía ser mi imaginación, pero ahora estoy casi 100% seguro de que evitas deliberadamente permanecer demasiado en la Sala Común – comentó Draco, y al ver que Harry se removía y apartaba la mirada, supo que había acertado – Quiero saber por qué – exigió.

- ¿Para qué quieres saber? – le preguntó a su vez Harry, pasándose la mano por el cabello ante la incomodidad, lo que lo despeino y dejo a la vista la cicatriz en forma de rayo.

Draco sonrió divertido ante el gesto, y abrió la boca para responder, solo para volver a cerrarla al segundo siguiente, dándose cuenta de que no podía decirle que para él era importante saber todo lo que le pasaba, porque eso podía malinterpretarse, y él sólo lo decía como amigo, ¿No?

- Bueno, eres mi amigo, así que quiero saber – le respondió, pensando que eso se escuchaba mejor.

- Pero no es nada importante – se excusó Harry de inmediato.

- Igual quiero saber. Si no es nada importante, entonces con mayor razón puedes decirme – observó Draco, y Harry se mordió el labio inferior algunos segundos.

- No vayas a burlarte – le advirtió.

- No lo hare – le prometió Draco con la mano derecha puesta sobre el corazón, ante lo que Harry asintió con la cabeza.

- Siento que el retrato de Salazar me observa cada que estoy en la Sala Común – le explicó.

- Bueno, creo que nos observa a todos en realidad, Harry – opinó Draco, arrugando ligeramente el ceño ante las palabras del ojiverde.

- No Draco, no es simplemente observarme, siento que me mira fijamente, que me sigue con la mirada – rebatió Harry con cierta seriedad – Me he dado cuenta de eso cada que estoy en la Sala Común –

Draco frunció aún más el ceño ante sus palabras, sintiéndose un poco confundido.

- ¿Estás seguro de eso? – preguntó.

- ¡Sí! – confirmó Harry de inmediato, asintiendo con la cabeza con firmeza.

- A ver, vamos y veamos si es cierto – le ofreció Draco – La Sala Común está sola en estos momentos, y podemos preguntarle incluso directamente, aunque dudo que nos responda, porque hasta donde sé, no hay registro de que le haya respondido a ningún alumnos en todos estos años, y claro que muchos se han acercado a tratar de hablar con él –

- No estoy tan seguro… - murmuró Harry, mordiéndose el labio en un gesto nervioso que Draco nunca le había visto, pero que pensó que le gustaba, aunque tampoco quiso pensar de dónde salió ese pensamiento, ni de qué forma se supone que le gustaba.

- Anda, no hay nadie, es el momento perfecto para hacerlo – le recordó, intentando animarle, curioso él mismo de saber si eso era como el moreno decía.

Harry se removió incomodo, y miró largos segundos a Draco antes de responder.

- Esta bien… - aceptó, aunque no estaba del todo convencido.

- Vamos – le animó Draco, y le tendió la mano en un intento de darle seguridad, mano que Harry observó apenas unos segundos antes de tomar.

Juntos salieron hacía la Sala Común, y en cuanto estuvieron a la vista del retrato de Salazar Slytherin, este fijo su mirada en Harry, algo que Draco noto al instante, porque él fue absolutamente ignorado.

- Vaya… - murmuró, acercándose al retrato sin soltar a Harry de la mano, porque le gustaba sentir que estaba apoyando a Harry cuando este lo necesitaba – Buenas tardes, Salazar Slytherin – se presentó formalmente, pero contra todo, observó que seguía siendo ignorado, y que aquellos ojos seguían fijos en Harry – Este es Harry Potter, es alumno de tu Casa – siguió hablando, para ver si de esa forma atraía la atención del retrato, pero no fue así, los grises ojos de Salazar seguían fijos en los del ojiverde – Bueno, es verdad que te observa, aunque como con todos, se rehúsa a hablar – comento mirándolo – Quizás sólo le llamas la atención porque escucho que derrotaste al Señor Tenebroso –

- Es Voldemort, Draco – observó Harry, rodando los ojos al verlo estremecerse. Se olvidó momentáneamente del retrato, y miró a Draco cruzándose de brazos – Honestamente. Si en verdad planeas luchar contra él algún día, podrías comenzar al menos por pronunciar su nombre –

- ¡Bueno, no puedes esperar que lo haga de la noche a la mañana! – se defendió Draco.

- No, eso es verdad, pero debes comprometerte a hacerlo. No puedes decir que lo enfrentaras en persona, cuando ni siquiera puedes mencionar su nombre – observó Harry.

- No es cualquier mago – dijo de pronto una voz profunda y gruesa, y ambos chicos saltaron, mirándose entre ellos consternados, antes de mirar el retrato.

- ¿Tu dijiste eso? – se animó a preguntarle Harry, y para su asombro, vio que una ligera sonrisa aparecía en los labios siempre inexpresivos de Salazar.

- Lo hice. Y me entendiste. Qué curioso, justo como imaginaba – respondió.

- No entiendo, ¿Qué es curioso? – preguntó Harry, y Draco a su lado lo aferro con fuerza del brazo, haciendo que lo volteara a ver confundido - ¿Qué pasa? –

- ¿Le entiendes? – apenas y pudo preguntarle, mirando con los ojos completamente abiertos como platos al moreno.

- Pues sí, hablo claro, tú también debiste haberle entendido – respondió Harry parpadeando confundido ante la expresión del rubio, pero éste sólo negó frenéticamente con la cabeza.

- Él no puede entenderme – le aclaró Salazar, y Harry que aparto la mirada hacía Salazar al escucharle, volvió su vista a Draco al verlo volver a saltar.

- ¿Qué te pasa, Draco? – le preguntó ahora más confundido.

- ¡Harry, yo no entiendo lo que dice Salazar! – le explicó Draco agarrándolo de los hombros para hacerlo centrar su atención en él - ¡Pero no lo entiendo porque Salazar está hablando otra lengua!, ¡Está hablando Pársel! –

Harry parpadeo una, dos, tres veces, mirando a Draco como si le hubiera salido una segunda cabeza.

- Pero… No, él habló inglés, yo lo escuche– contradijo.

- Ese niño tiene razón – comentó Salazar, y Harry fue ahora quien saltó, mirándolo receloso.

- No tiene sentido… ¿Cómo es que puedo entenderte? – le preguntó.

- Desde que llegaste lo sentí – le explicó Salazar – Muy curioso, por cierto, porque los Potter nunca han sido de Slytherin. Su Casa por derecho de sangre es Gryffindor, ya que son descendientes de Godric, pero desde que llegaste lo sentí, que tú también eras mi descendiente

- ¡¿Qué?! – exclamó Harry atónito, dando incluso un par de pasos hacia atrás.

- ¿Qué te dijo? – preguntó de inmediato Draco, sobre todo, por la reacción del moreno, pero Harry no le contesto, estaba negando repetidas veces con la cabeza.

- ¡No!, ¡No, no, no!, ¡Eso que dices es imposible! – comentó ligeramente alterado.

- Pero es así. Puedo sentirlo en ti. Y prueba de ello es que entiendes el Pársel sin siquiera haberlo estudiado, ¿O me equivoco? – le preguntó Salazar, mirándole impasible.

- No, jamás he estudiado eso – respondió de inmediato Harry, aunque con voz ahogada.

- La Lengua Pársel por lo general suele ser hereditaria, y todos mis descendientes sin falta han hablado Pársel – le explicó Salazar.

- ¡Pero yo no lo hablo, sólo lo entiendo, aunque ni siquiera sé por qué! – trato de defenderse Harry, y vio con consternación que Salazar se reía.

- Aún eres una pequeña Serpiente. Los hablantes de Pársel principiantes, no pueden hablar sin mirar una serpiente o una representación de la misma. Mira aquí – agregó, señalando un broche en forma de serpiente que tenía en la solapa de la túnica – Míralo fijamente y dime tu nombre

Harry le miró inseguro, como si supiera que había una trampa oculta, pero no pudiera descubrir lo que era, pero al ver que Salazar asentía animándole, se hizo el ánimo y miró aquel broche.

- Me llamo Harry Potter – dijo, y Draco a su lado soltó un grito que lo sobresaltó, haciendo que lo mirara mientras escuchaba a Salazar reírse - ¿Qué paso, Draco? – le preguntó confundido.

- ¡Hablaste Pársel!, ¡¿Cómo hablaste Pársel?!, ¡¿Por qué no sabía que hablabas Pársel?! – le bombardeó con preguntas, mirándole asombrado, aunque en aquellos momentos, Harry estaba más asombrado que él.

- Hable… - pero ni siquiera pudo terminar la oración.

- Hablaste Pársel, pequeña serpiente. Un experto en Pársel como yo, puede hablarlo sin tener que mirar una serpiente o una representación de la misma. Si practicas mucho, después podrás hacerlo también – le hizo saber Salazar sonriendo complacido.

- ¡Pero no quiero hacerlo! – exclamó Harry mirándole alterado - ¡No es bien visto que alguien lo hable, porque Voldemort lo hablaba! –

- Lo sé – respondió sencillamente Salazar sin inmutarse u ofenderse – Se ha considerado un don Oscuro, pero el don no es el Oscuro, sino la forma en que es usado

- ¡Harry! – le llamó Draco, tomándolo de uno de los brazos para que le mirara - ¡¿Qué está pasando?! –

Harry lo miró, cayendo en cuenta de que Draco sólo había entendido las cosas que él había dicho.

- ¿En verdad hable Pársel? – le preguntó en un susurro, y vio a Draco asentir con la cabeza – Salazar dice que soy su descendiente… Que por eso puedo hablar y entender el Pársel… - murmuró, y Draco le miró boquiabierto.

- Tú… ¡¿Eres descendiente de Salazar Slytherin?! – preguntó atónito, mirando como Harry asentía con la cabeza apenas.

- Pero no sé cómo es eso posible – comentó mirando a Salazar – Si yo soy tu descendiente, cualquier Potter lo hubiera sido y podrían haber hablado Pársel –

- No – refuto tranquilamente Salazar – Tú no eres mi Heredero de Sangre, pequeña serpiente. Hay una diferencia en la descendencia que hay en ti. Tú eres Heredero de Slytherin por un vínculo mágico con uno de mis descendientes, lo que te convierte en Heredero Mágico

- ¿Algo así existe? – preguntó Harry frunciendo el ceño.

- ¿Qué dice? – quiso saber Draco, algo frustrado de estarse perdiendo esa conversación que por demás se notaba muy interesante.

- Dice que soy un Heredero Mágico, que no soy un Heredero de... - pero se interrumpió y miró a Salazar asombrado – El vínculo mágico que tengo es con Voldemort, ¿Eso significa que Voldemort es tu descendiente? –

- Así es, pequeña Serpiente – le respondió Salazar tranquilo – Un mago extraordinario, pero muy dolido con el mundo

- Merlín santo… - murmuró Harry, y busco con la mirada algún lugar donde sentarse, sintiéndose de pronto sobrepasado por toda esa información.

- ¿Estas bien? – le preguntó Draco, que solícito se acercó y le tomó del brazo para ayudarles a sostenerse, pues le veía de pronto algo pálido.

- Voldemort era descendiente de Salazar, y como tengo un vínculo mágico con él, de alguna forma eso me convirtió en su Heredero Mágico… - le contó a Draco, que le miró claramente sorprendido.

- Vaya – murmuró éste, mirándole como si mirara a una mitológica criatura mágica, y entonces, para asombro de Harry, sonrió – En estos momentos eres el mago más importante que puedo conocer – comentó.

- ¿Qué? – preguntó Harry tomado completamente fuera de lugar.

- Piénsalo bien, Harry. Eres el Heredero de Sangre de los Potter, que siguen siendo una familia poderosa, antigua, y sobre todo rica. Eres Heredero Legal de los Black, otra familia antigua, poderosa y rica. ¡Y ahora resulta que eres el Heredero Mágico de Salazar Slytherin! – le explicó Draco con una mezcla de asombro y admiración.

- Necesito sentarme… - murmuró Harry, sintiendo que las rodillas se le doblarían en cualquier momento ante el panorama que Draco le narraba.

- Si, si, vamos, te ayudo – se ofreció Draco, y sonriendo, ayudo a llegar a Harry a uno de los sillones. Nunca pensó que sus años en Hogwarts podría ser tan interesantes, y debía agradecérselo sin duda alguna a Harry.