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Nuevo capítulo.
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–¿¡Qué estas haciendo!?–, preguntó irritada al ver como Demon Cyborg aplastaba unas cuantas cajas de cartón para arrojar sobre ellas una manta, –¿¡En serio esperas que duerma allí!?–
Entendía que no confiaran en ella, era, a final de cuentas, un monstruo, pero no por eso se sentía a gusto con el ser tratada como una peste o alguien incapaz de razonar. Ella era, y esto era algo que jamás nadie podría quitarle, ¡un monstruo de categoría!, no era la típica criatura perdedora de fin de semana que los clas cazaban por notoriedad y a los de categorí pensaban que podían vencer por si solos, ¡ella no era esa clase de monstruo y no debería ser tratada como tal!. El equipo de élite que enviaron por ella, con las mejores armas, armaduras y entrenamiento, ¡ni un segundo duraron en su contra!. Claro que Amai-Mask apareció después y bueno… fue algo embarazoso el descubrir que todas sus fantasías por tener a ese glorioso espécimen como esclavo ya no se cumplirían, pero… ¡pero por algo estaba a la cabeza de los héroes de su categoría!, Do-S lo veía como la manera en la que la Asociación filtraba a los que de verdad tenían potencial frente a los que eran inferiores, así que perder frente a él no era motivo de vergüenza, tan solo significaba que ella estaba por sobre la media, que era tan peligrosa que se necesitaba al mejor de todos para detenerla.
Era una lastima que además de hermoso se comportase como de forma tan sanguinaria, de haber tenido la chance, quizás sí hubiese intentado ser su esclava para complacerlo, aunque ahora que lo pensaba bien, o mejor dicho, al ver como se comportaba lejos de las cámaras, era más que claro que fue afortunada de terminar con el pelón cara de papa y su terco discípulo.
De seguir siendo humana… no, rectificando eso, porque ni siquiera siendo humana… ¡yuk!, no, nunca, ni siquiera como humana, pero de haber sido algo más "normal", hubiese estado más que agradecida, algo aterrada, tal vez confundida, pero al fin y al cabo agradecida.
Lamentablemente Do-S no era ni humana ni normal, sencillamente no tenía en ella lo que suponía tenía el resto del mundo. Por ejemplo, si a ella le gustaba alguien entonces demandaba su completa atención, menos que eso era inaceptable, y puede que tal vez incomodase un poco con esa clase de afecto, que fuese algo brusca, quizás demasiado directa o sencillamente adorase demasiado los gritos de dolor y éxtasis al magullar a uno de sus juguetes, ver esa deliciosa desesperación en sus ojos y saber que ella tenía el control, todo el control, mas, no por eso se consideraba inferior a los seres humanos normales.
Fue saber que ella podía desear más de lo que su repugnante condición humana dictaminaba lo que le permitió desechar el frágil exterior que la aprisionaba para convertirse en un ser superior, como tal, Do-S ya jamás se conformaría con algo inferior a la completa devoción que se merecía.
Amai-Mask, imaginó ella, se hubiese visto hermoso bajo sus pies, como un lindo y perfecto cachorro, un espécimen sublime de masculinidad y belleza superior a cualquier otro asqueroso humano.
Con Saitama… no veía el mismo potencial. Era insípido, como un torpe y aburrido trozo de tofu, o un alga, o un nabo.
El que fuese estúpidamente fuerte solo hacía más insultante su obvia carencia de cualquier otro atractivo. Saitama era… el cachorro feo, bueno, no realmente, porque incluso el cachorro feo tenía algo de potencial.
Saitama era… ¡una roca mascota!, ¡a eso se parecía!, el juguete que nadie salvo el niño raro quería.
La idea la hizo sonreír un poco, antes de recordar en lo que se había convertido su vida. Ahora, ella era la niña rara.
Do-S volvió a ver la improvisada y francamente insultante "cama" que le ofrecían mientras que su estómago rugía. No solo dormiría mal, sino que también estarían hambrienta.
–No dejaré que el descanso de mi sensei se vea interrumpido–, la amenazó Demon Cyborg mientras que se alejaba del balcón y la empujaba hacia afuera, –Mi sensei fue más que generoso al brindarte un lugar donde dormir y no permitiré que pagues su bondad quitándole el poco espacio que tiene en su departamento–
¡Como lo odiaba!, claro que lo entendía, no había que ser un genio para hacerlo, pero no por eso se sentía contenta. Ella no era un animal salvaje ni un bruto cualquiera como los otros monstruos, ¡ella sabía comportarse!, y por sobre todo, Do-S era una dama.
… Eran esos dos los que deberían dormir afuera mientras que ella usaba el futón.
–¡Como quieras!–, contestó ella de malagana cerrando de golpe la puerta al balcón y cayendo pesadamente sobre esa parodia de futón en la que tendría que pasar la noche.
Consideró brevemente el escapar de sus captores, muy brevemente de hecho, pues la idea de encontrarse o con los remanentes de la Asociación de Monstruo que de seguro ya sabrían de su aparente traición o los matones de la Asociación de Héroes no le apetecía en nada.
Aún así, siempre le quedaba la opción de ocultarse, mas, seguía aterrada, y Saitama ya la había protegido.
–¿Podrían callarse?, estoy cansado y no he tenido el mejor de los días–, se quejó Saitama dando la espalda a ambos, –Mira, es solo por una noche, hasta que piense en algo–
Do-S no vio el sentido de seguir con la discusión. Su casa, sus reglas, incluso si por casa tenía ese pequeño y miserable departamento en el que apenas cabía una persona y al que de seguro jamás traía a una mujer.
Acabó por aceptar su situación y acomodarse sobre los cartones y la manta, afortunadamente, la temperatura no era nada con lo que no pudiese lidiar, no era peor que su improvisada morada bajo tierra, la que ya no existía.
Fue de madrugada que sintió la ventana del balcón abrirse.
–Hey, ¿sigues despierta?–
No vio motivo para mentir. Dormir allí era una pesadilla, casi tan malo como lo fue para ella al unirse a la Asociación de Monstruos, con la diferencia de que el departamento estaba inmaculadamente limpio.
–¿Qué es lo que quieres?–, contestó Do-S en tono ácido al sentarse, –Como podrás ver, no he hecho nada que amerite me estés vigilando, así que ya puedes terminar con el acto y decirme porqué sigo con vida.–
Saitama se sacudió de hombros. –No quiero nada, solo que pensé que ya te habrías ido–, le dijo.
–¿Me hubieses dejado ir?–, preguntó ella burlándose del héroe, –¡Vaya que soy afortunada!, ¡mi héroe me va a dejar ir!–
No podía ni quería contener el veneno en su voz. Sabía que debía de estar agradecía, y una parte de ella, una parte pequeña que siempre, siempre ignoraba, le decía que se detuviera, mas, Do-S era quien era y en su personalidad no estaba el demostrar debilidad frente a nadie, a menos que ese nadie fuese más fuerte que ella.
Tristemente, existían muchos seres en el mundo que excedían el mísero poder que ella poseía, muchos seres frente a los cuales su látigo y su lengua eran inservibles.
Y frente a ella tenía a uno de esos seres, un humano.
De seguro, pensó, venía a buscar lo que cualquier otro humano hubiese tomado de ella.
Resignada a su destino, abrió ligeramente sus piernas y se recostó nuevamente, esperando que el héroe no tardase demasiado ni exigiese de ella una actuación, francamente, no se creía capaz de fingir que lo que sucedería la haría feliz, en lugar de llenarla de resentimiento.
–Entonces… ¿vas a hacerlo ahora o esperarás a que se vaya el cyborg?–
Do-S no contaba con que Saitama no fuese de esa clase de humano. De seguro la había visto, como veía a muchas otras, pero de allí a actuar existía una diferencia que en el caso de Saitama era gigantesca.
Tardó más de la cuenta en reconocer lo que Do-S decía.
–¿Qué clase de pregunta es esa?, oye, ¡yo no soy un secuestrador ni pervertido ni nada así!–, se defendió el héroe, –Además, estoy seguro de que eso va contra las reglas de la Asociación, creo–
Do-S volvió a acomodar su ropa, que sucia y en mal estado seguía siendo todo lo que tenía, y trató de verificar las palabras de Saitama. Más allá de su indignación, debía reconocerle algo.
–Lo dices en serio–, murmuró la villana, –De todos los tontos con los que pude toparme, tenía que ser con el que de verdad se cree un héroe–
Saitama no mentía, de hecho, no imaginaba que alguien con esa cara de simplón fuese capaz de fabricar historias y mucho menos de engañar a los demás. Do-S pensó en lo estúpido que era que un héroe tan fuerte fuese tan honesto, pero por otra parte, ¿no solía ser esa la regla con los individuos poderosos?. La Asociación de Monstruos guardaba registros de todos los héroes de clase S para así vaticinar la forma de derrotarlos, y si había un tema en común entre aquellos individuos, era que los que peleaban usando principalmente sus cuerpos tendían a pelear con poca o nula preparación, es decir, los cabeza de músculo poco y nada pensaban en estrategias.
Puri Puri Prisoner, Atomic Samurai, Bang, Tank Top Master, todos y cada uno de esos individuos había entrenado al punto en que sus puños o armas se volvían letales, y luego, tenía a Saitama, con su cabeza de huevo duro, su tonto disfraz amarillo con botas y guantes rojos, capa blanca y cinturón, y que de algún modo y frente a toda evidencia, logró contener el ataque de Amai-Mask, un héroe que posiblemente superaba a varios miembros de la categoría S.
Súbitamente, la idea de ser la niña rara con la mascota que nadie deseaba ya no le parecía tan mala.
–¿Vas a entregarme?–
Saitama eligió ese mismo instante para deshacerse de un molesto visitante en su nariz, haciendo a Do-S retroceder por el asco.
–No lo sé, no lo creo–, dijo el héroe, –Estabas muy asustada, es decir, no eres el primer monstruo que pide que me detenga, pero sí eres la primera que no trata de atacarme por la espalda–
A pesar de lo ridículo que se veía, en especial con su dedo en la nariz, era un hecho de que su futuro próximo dependía de lo que Saitama desease hacer con ella. No quería realmente rogar por su vida de la misma forma que lo hizo frente a Amai-Mask, ya suficiente sería vivir con su terrible recuerdo en su memoria, siempre atormentándola con la posibilidad de acabar como esos mercenarios a los que masacró sin contemplación alguna.
Se puso a temblar al imaginarse en el lugar de esos mercenarios, convertida en un despojo deforme en un abrir y cerrar de ojos.
–No quiero morir–, susurró Do-S, viendo con desesperación al héroe.
Imaginarse a si misma destrozada, así como ella había hecho con algunos de sus juguetes que ya no la complacían, no era algo que desease experimentar. Entendía que esto en nada la ayudaba, era, a final de cuentas, una sádica sin control, por elección propia, porque lo disfrutaba, gozaba lastimando a otros y no sentía remordimiento por ello.
Pensó en mentir, a final de cuentas, Saitama no parecía ser tan listo, y quizás, ¡quizás solo era un cabeza de músculo!, de esos existían muchos. De seguro podría jugar con él un rato, y luego irse, buscar un lugar seguro y planear su regreso a la Asociación, con una excusa para no ser eliminada.
Y en unos meses más, o quizás semanas, alguien se daría cuenta de lo débil que era ella realmente, y acabaría como un sacrificio más a Lord Orochi, o sería dejada a su suerte para que alguien sin los principios de Saitama la atrapase.
Alguien como Amai-Mask.
–¡Si me entregas moriré!, o me harán algo tan terrible que desearé estar muerta y… –
¿Y qué?, no era inocente, jamás lo fue. ¿Por qué esperar compasión de su parte?, ¡eso era ridículo!, mal que mal, Do-S detestaba la compasión, odiaba todo lo relacionado a la bondad, a los falsos lazos que los humanos creaban entre ellos.
De seguro se veía estúpida allí de rodillas frente al héroe que la salvó, sin siquiera poder mentir para que le diese al menos algo más de tiempo.
–Ni siquiera sé tu nombre–, murmuró ella, –¿De verdad te llamas Saitama, o es un nombre de héroe?, porque jamás escuché de nadie con ese nombre en la Asociación a pesar de vigilar a todos los miembros de clase S–
–Soy Saitama–, respondió el héroe de inmediato, casi como si estuviese tratando de ocultar algo…
Era muy sospechoso.
–Muchos me llaman "Reina", otros, "Diosa", pero tú me puedes llamar Do-S, por ahora–, le respondió ella poniéndose de pie, en un intento nada convincente por verse mejor, –No respondiste mi pregunta pero lo dejaré pasar, es lo menos que puedo hacer–
El héroe se apoyó contra la baranda del balcón, agradecido de que su nombre dado por la Asociación fuese al menos poco popular. De verdad que no necesitaba más gente hablando del tema sensible de su calvicie temprana.
Saitama pensó que quizás, no había sido tan malo el rescatarla.
–¿Por qué sonríes?–
–Por nada, es que… generalmente, casi ninguna de las personas a las que he salvado sabe que las salvé, y una de las pocas que lo recuerda resulta que es un monstruo–, mencionó Saitama, –Es gracioso, ¿no lo crees?–
Ahora, esto sí confundió a Do-S. La Asociación de Héroes era enorme y contaba con miles de miembros, cada uno con su nombre y datos así como logros, y nunca, jamás, vio a alguien como Saitama aparecer en un catálogo ni libro y ni siquiera en internet.
–Hee… solo por curiosidad, ¿a cuántas personas has salvado?–
–Ni idea–
Do-S pensó que de decir la verdad, eso sería impresionable, pero hasta el momento seguía siendo debatible.
Necesitaba más información.
–¿Y sabes a cuántos monstruos has destruido?–
Saitama se rascó la cabeza en un vano intento por recordar, –No llevo la cuenta, dejó de importarme hace mucho tiempo. Un puñetazo y listo, ninguno dura más que eso–, respondió decepcionado.
Do-S se cruzó de brazos mientras que lo examinaba. No creía que estuviese mintiendo, no con ese rostro suyo tan fácil interpretar, pero quizás, lo que le dio sus poderes, el entrenamiento que de seguro había hecho, también le dañó el cerebro.
–Ok, entiendo que detuviste a Amai-Mask, pero de ningún modo puede ser cierto eso que dijiste–, protestó Do-S, –Nadie es tan fuerte y a la vez desconocido Saitama, no es posible–
No era la primera vez que alguien dudaba de sus palabras, por lo que Saitama decidió que no valía la pena insistir.
–Como sea, solo quería saber si estabas bien, y ya que lo sé, me voy–
Do-S no estaba segura de muchas cosas, su experiencia cercana a la muerte logró sacudirla por completo y alterar algo en ella, algo que ni en su vida anterior ni en su existencia completa como monstruo había cambiado. No estaba contenta con ese cambio, mas, lo aceptaba, aceptaba que no era tan fuerte, y que existían todavía en el mundo obstáculos que ella por su propia cuenta sería incapaz de superar.
La humildad fue una píldora difícil de tragar para ella. No acostumbraba a aceptar la derrota de forma agradable, y sabía como sustentar su rencor conforme planeaba la revancha.
Nada de eso le serviría en el futuro, ya nada tenía sentido.
Debía saber porqué lo hacía, porqué alguien como él, con todo su potencial, se conformaría con tan poco.
–Si eres así de fuerte, ¿por qué te molestas ayudando a la humanidad?–
Debía decirlo, debía comprender lo que motivaba a ese idiota de Saitama a desperdiciar su fuerza con esos repugnantes seres inferiores.
–Los humanos son asquerosos, son débiles e insignificantes–, escupió Do-S, –Siempre hablan de amor y bondad y aceptar a los otros pero son solo mentiras. En el fondo, la humanidad es corrupta, es violenta y horrible, ¿por qué crees que tantos monstruos fueron antes humanos?, no se transformaron por mera coincidencia Saitama, lo hicieron porque la humanidad que tenían se manifestó por completo–
Do-S recordó su vida anterior, los primeros pasos a lo que sería su futuro, desde que consiguió hacer llorar a una de sus compañeras de clase hasta los patéticos gritos de dolor de una de sus amigas. Amó cada uno de esos momentos, los amó tanto que se volvió incapaz de vivir sin ellos, sin la angustia de otros.
–¿Por qué te arriesgarías por ellos?, deberías… ¡deberías dominarlos!, eso haría yo. Los pondría a todos de rodillas y me amarían por siempre, me amarían y morirían por mi–
El sinsentido de toda la humanidad, de todos y cada uno de esos insignificantes seres marchando todos sin destino alguno. Ella ya jamás sería parte de algo tan superfluo, ella tomaría lo que desease, conquistaría sin culpa alguna, y se bañaría en las lagrimas de sus víctimas.
–No merecen otra cosa, todos y cada uno de ellos debería estar a mis pies–, terminó de decir suspirando.
Saitama se quedó en silencio, habiendo prestado algo de atención a lo que Do-S decía, y honestamente, solo escuchaba excusas, ¿que la humanidad era imperfecta?, eso cualquiera lo sabía, no se necesitaba ser un genio para comprender algo tan sencillo.
–Eso sería muy aburrido, ¿respeto a cambio de miedo?, no es lo mío. Además, no necesito un motivo para salvar a alguien que lo necesite, porque de eso se trata ser un héroe–
Saitama se sentía especialmente heroico esa noche a pesar de que sabía que al día siguiente tendría problemas. No esperaba que su fugaz encuentro con ese tipo peliazul pasase desapercibido, en especial al descubrir por parte de Genos que el sujeto en cuestión era famoso.
Igual, no era algo que a Saitama le interesase, tan solo les diría que no sabía nada del monstruo y de seguro dejarían pasar su error por confundir a otro héroe con un enemigo, es decir, el tipo parecía sospechoso con su traje elegante y todas esas vísceras a su alrededor. Así cualquiera lo hubiese confundido con un villano.
–Te vi, tenías problemas y tuve que rescatarte. No pensé en que fueras un monstruo ni que merecieras mi ayuda ni nada por el estilo. Tan solo era algo que debía hacer–, explicó a Do-S, –Y ahora trata de dormir, mañana conseguiré algo mejor–
Do-S lo vio partir, murmurando para si misma.
El tipo era heroico y vivía en un basurero, era fuerte, muy fuerte, pero nadie lo conocía. Su discípulo era un héroe clase S amado por cientos de chicas que religiosamente seguían todo lo concerniente a su persona, teniendo varios clubs de admiradoras que escudriñaban cada detalle de su vida personal, y así con todo, no conocían del misterioso sensei.
Lo que más se sabía al respecto era que Demon Cyborg solía andar con un tipo extraño al que apodaban calvo con capa o algún otro tonto nombre, pero dado que el tipo era tan insignificante, nadie se molestaba mucho en investigarlo. Se decía también que era un fraude, que usaba el esfuerzo de otros héroes para su beneficio propio y que de seguro hacia lo mismo con Demon Cyborg.
Se sabía que era un don nadie al que todos solían ignorar y…
Do-S se volvió a recostar sobre su improvisada cama, sintiéndose increíblemente estúpida.
La respuesta estuvo frente a sus ojos todo el tiempo, Saitama, ¡Saitama era el misterioso compañero de Genos!, el tipo cuyas fotos ella jamás se molestó en buscar, cuyo nombre no investigó, era el responsable de que siguiese con vida.
¿Podía acaso su vida volverse peor?
El ventanal volvió a abrirse, asomando la cabeza de Saitama.
–Por cierto, la parte de abajo de tu disfraz está muy dañada, así que te traje otra manta–, susurró el héroe, –Deberías cubrirte–
Do-S detectó algo nuevo en el héroe, algo que de inmediato le gustó.
Vulnerabilidad.
Sonriendo de oreja a oreja se levantó, cogió la manta y volvió a recostarse.
–Gracias Saitama, –, susurró mientras que deslizaba sus dedos bajo las bandas de su arruinado uniforme, empujando la tela hacía abajo, hasta sus rodillas.
Sonrió complacida al verlo enrojecer y cerrar el ventanal.
–Quizás de hoy en adelante duerma desnuda–, dijo para si misma, tratando de ignorar la placentera sensación que recorrió todo su cuerpo al percatarse de lo que provocó en su inusual salvador.
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Había pasado antes por situaciones tensas, algunas francamente horrorosas y un par del que ni siquiera haría mención, pero incluso en esos casos conservó su dignidad, más o menos… en fin, Do-S no era ninguna monstruo novata, de la clase que piensa puede vencer a cualquier héroe y enfrentar a los mejores de la Asociación para destruirlos. Ella en cambio era mucho más pragmática.
Si los Héroes tenían como organizarse, entonces era natural que los monstruos hiciesen lo mismo. Lord Gyoro Gyoro los gobernaba de manera eficiente mientras que el poder de Lord Orochi aumentaba descomunalmente día a día, su plan final, de infiltrar lentamente las ciudades, conseguir individuos poderosos como sujetos de prueba y eventualmente, lanzar un ataque de gran escala era simplemente brillante. De forma cuidadosa la Asociación de Monstruos fue probando y midiendo a los límites de varios individuos, calculando la peligrosidad de cada monstruo y animándolos a hacerse más poderosos. Con el tiempo, no le extrañaría que Lord Orochi fuese capaz de aplastar con facilidad a toda la planta superior de héroes, y con un psíquico de la talla de Lord Gyoro Gyoro incluso Tornado del Terror se vería superada. Tarde o temprano les darían su merecido a esos arrogantes humanos, y nadie ni nada se los impediría.
O al menos así era hasta el momento en que un idiota se perdió camino a la tienda.
En fin, incluso en sus peores momentos trataba de conservar el decoro, tal cosa era necesaria para que su posición dentro de la Asociación de Monstruos no se viese amenazada, y sin embargo…
–La modelo que debía venir se torció un tobillo y nos hace falta alguien para suplirla–
¿Qué había hecho para merecer tanta desgracia?, es decir, tal vez había hecho un par de cosas cuestionables en el pasado, quizás se sobrepasó con una de sus mascotas, ¿pero quién no comete un error o dos?, además, ¡lo disfrutaban!, siempre le pedían más y más y ella no podía negarse.
Así de bondadosa era.
El estúpido productor la seguía viendo embobado, con esa nerviosa sonrisa que le ponía los pelos de punta.
El tipo era un monstruo en potencia, solo que todavía no se daba cuenta.
Debía ser cuidadosa al negarse, porque si reventaba, entonces Amai-Mask lo confrontaría, y la atraparían a ella también.
–Mire, lamento lo de su modelo, pero yo no sé nada de esto, no creo ser la persona indicada para ayudar–
–¡Tonterías!, ¡es usted perfecta!, el mismo señor Amai lo piensa, y él es un experto –, insistió el productor, un señor de nombre Toguro, –Podría ser usted la siguiente gran estrella, y con el visto bueno del héroe clase A número 1, todas las puertas de la industria estarán abiertas, ¡eso se lo garantizo!–
¿Fama y fortuna?, pues no sonaba nada mal, para una mediocre y aburrida humana, en cambio ella no tenía necesidad de esas cosas. Sus sueños eran más grandes de los que una cámara de televisión pudiese captar.
¿Qué cuáles eran esos sueños?, pues la dominación y subsiguiente exterminio de todo ser humano sobre la faz de la tierra, salvo por aquellos que ella dejase vivir para entretenerse.
Pensó en lo hermoso que eso hubiese sido, ella viviendo en un palacio del placer, siendo consentida a diario por sus bellas mascotas mientras que inventaba nuevos castigos y excusas para ejercer su disciplina. Un reino perfecto construido para una reina gloriosa como ella… cuyo actual reino era en realidad un departamento en la zona abandonada de ciudad Z, gobernado por el rey calvo y su odioso pero guapo bufón.
–Aún así…–, protestó insegura, –Es decir, no es que no me interese, está clase de oportunidades no llegan siempre, pero así y todo debo rehusar su oferta, espero que me comprenda–
–Tan solo pruébese la ropa y verá que tengo razón–, insistió Toguro con una forzada sonrisa.
Do-S pensó que quizás sí sería posible huir, si corría sin detenerse en medio de la multitud de seguro podría desaparecer.
–El señor Amai espera afuera, no querrá decepcionarlo, ¿no?–
–Está bien–, contestó ella con las manos en alto, tratando de controlar su ansiedad.
–Maravilloso, ¡vestuario!–
Correr, ¿correr?, ¡claro que quería correr!, pero Amai-Mask estaba cerca y la cazaría si la descubrían, así que no le quedaba de otra. En menos de un minuto un par de chicas aparecieron y con una orden la llevaron a un cuarto separado del resto del set. No comprendía mucho sobre el producto o marca que debía promocionar, ni entendía el motivo de que alguien quisiese establecerse cerca de ciudad Z, siendo que era conocido lo peligrosa que era esa zona, mas, no pretendía comprender a los humanos.
Las mismas chicas que la apartaron de la tensa presencia de Toguro la hicieron sentarse frente a un enorme espejo mientras que un pequeño batallón de personas le arreglaban el cabello, la maquillaban y preparaban para las cámaras. Milagrosamente, se tragaron su historia sobre haber sido desfigurada por un monstruo para así explicar lo de la máscara que le cubría la boca. Al final, tuvieron la idea de disfrazar esa parte con fundación aconsejándole de paso que tuviese cuidado al reír, cosa que Do-S asumió podría hacer sin problemas dado que no estaba para nada feliz de estar en ese lugar, incluso si en realidad había congeniado con un par de ellos, llegando a recibir un abrazo por parte de la estilista que la felicitó por su valentía y le recomendó a un cirujano especializado en casos como el suyo.
Do-S tuvo que luchar para no reírse frente a ella.
–¡Haz un giro!–, pidió una de las chicas y ella, feliz, la complació.
Vestía shorts bastante cortos, color ocre, con una camisa mangas cortas del mismo tipo, botas altas, guantes blancos futuristas y una gorra que completaba su atuendo con un arnés y su correspondiente arma futurista. Debía reconocer que lucía igual a la chica del poster, ¿era una especie de caza recompensas que también cantaba y bailaba?, todo el asunto le parecía bastante ridículo, pero ya que estaba allí sería mejor entrar en personaje y debía de admitir, que en realidad se veía linda, aunque eso para ella era sencillo.
–Esto no está tan mal –, se dijo a si misma para darse ánimos, –Puedo hacer esto, ¡claro que puedo!–, exclamó flexionando sus brazos, –¡Yo puedo!–
La corta ronda de aplausos fue interrumpida por la llegada de Toguro y Amai-Mask.
–¡Excelente!, cumple con todo lo que necesitamos, ahora, al escenario. Como no tuvimos tiempo de ensayar tendrá que improvisar el baile, pero descuide, alguien con su obvio talento lo dominará en un santiamén–, aseguró Toguro que sudaba copiosamente, –Recuerde, se trata de su gran oportunidad, ¡no lo arruine!–
Do-S tragó saliva e intentó no destacar mucho, lo que poco le sirvió dado que por su papel era el centro de atención. Amai-Mask parecía estar deleitado por la atención que recibía aunque bien podría tratarse de un acto, a final de cuentas, ella lo había visto luchar, y sabía sobre su faceta más despiadada.
No tenía duda alguna de que la destrozaría si se daba cuenta de lo que ella era realmente. De hecho, nada le aseguraba que ya no lo supiese, y que por mera consideración a su staff se estuviese conteniendo.
–Y bien, ¿nos vamos?–, preguntó el héroe extendiendo su mano.
Sin otra opción, Do-S aceptó el caballeresco gesto, y se dejó guiar a las afueras de la tienda, frente a las cámaras y el público que ansioso esperaba en silencio.
–Buena suerte–, susurró Amai-Mask acercándose de forma coqueta a su lado, –Y recuerda, no estas sola, me tienes a mi–
¿Recordarlo?, Do-S lo hubiese dado todo para no saber exactamente lo que significaría para ella el tener tan cerca al héroe. Ya lo podía imaginar, las cámaras grabando el momento en el que Amai-Mask revelase que su acompañante era en realidad un peligroso monstruo fugitivo, al cual dio caza y engañó para humillarse frente a todo mundo antes de ser destruida.
–No hay nada que temer–, insistió el héroe, –Trata de seguirme el paso lo mejor que puedas y recuerda dar tu mejor esfuerzo, esa es la verdadera marca de un artista que ilumina el corazón de sus fanáticos–
La canción comenzó a tocar apenas terminaron la presentación, una especie de gingle electrónico algo pasado de moda. Con un vistazo de soslayo, Amai-Mask la invitó al frente, ¿todo ese discurso de "yo puedo"?, pues pudo, aunque a medias.
Su presentación fue, como era de esperarse, un completo desastre. No se sabía los pasos, no conocía la canción, no tenía sentido del ritmo y por sobre todo era muy difícil pretender que estaba disfrutando de toda la experiencia con ese héroe homicida contemplando todos y cada uno de sus movimientos. Fue torpe, fue lenta, fue indecisa y por sobre todo demostró que estaba nerviosa, mientras que Amai-Mask era todo lo contrario, demostrando que era cierto todo aquello de la verdadera marca del artista. El público lo amaba y él les correspondía, embobando a Do-S más veces de las que pudiese admitir. En comparación, ella se movía como una oruga, lenta y con dificultades, mientras que Amai-Mask revoloteaba alrededor, cantando y enamorando a los presentes.
Al finalizar, Do-S hizo una pose, Amai-Mask la imitó sonriendo y solo por ello la salvó del ridículo.
Quince minutos más tarde, tras una corta ronda de aplausos, preguntas preparadas por algunos miembros del club oficial de fans de Amai-Mask y el apretón de manos con el dueño de la cadena de tiendas y el manager de la misma, fue que Do-S lo vio, en medio del público.
–Improvisé–, susurró al captar la atención de Saitama, que en medio de las personas normales destacaba como un foco encendido.
Trató de no congelarse en el escenario y así humillarse más frente al público, por lo que siguiendo el ejemplo de Amai-Mask intentó de todo con tal de demostrar que ella también podía ser una artista de calidad.
Duró allí hasta que Amai-Mask anunció que tenía otro compromiso y que era imperativo se marchase. Al parecer, toda la situación con la modelo del tobillo lastimado y la búsqueda de una reemplazante consumió más tiempo del presupuestado por lo que el héroe debía marcharse de inmediato si es que quería completar un par más de grabaciones antes de dirigirse a casa.
Do-S agradeció que así fuera, la presión de fingir estaba resultando demasiado dura para ella.
Planeó salir discretamente y encontrarse con Saitama, cuando Amai-Mask cortó su camino.
–Tienes potencial, podría ayudarte, si quieres–, mencionó el héroe, –Odio ver el talento desperdiciarse, porque creo que si te esfuerza podrías llegar a ser grande–
Su corazón se paralizó, de seguro… de seguro el héroe podía ver a través de su disfraz, estando tan cerca, no había modo de que fallase.
–¡Debería consultar con mi novio!–
Do-S no tenía idea de en qué momento había llegado pero lo agradecía enormemente. Saitama se había aparecido de entre el público a suficiente distancia como para que ella alcanzase a tomarlo de un brazo y separarlo del resto. Ignoró por completo los quejidos de decepción de algunos tipos y un par de chicas que de seguro se preguntaban si era soltera.
¿Qué tuviese pareja disminuiría su atractivo como futura idol?, pues eso sería algo positivo, porque de ningún modo se volvería a subir a otro escenario en lo que le quedaba de vida, ¡jamás!.
–Heee… ¿qué dices?–
–Cariño, no te hagas el tonto–, siseó ella intentando que Saitama se diese cuenta de que necesitaba su cooperación.
Lamentablemente, Saitama en realidad no sabía lo que pasaba. Le alegraba que Do-S hubiese hallado un empleo, porque así no pasaría todo el día en el departamento quejándose y asaltando la nevera, y quizás, si era de verdad afortunado, el dinero extra serviría para que consiguiese su propio lugar. A final de cuentas un sueldo de actriz no debía de ser poco, razonó el héroe, y con todas las inauguraciones de tiendas y eventos especiales de seguro recibiría cupones y otros beneficios.
–Estoy orgulloso de ti–, susurró Saitama levantando un pulgar, tan bajo que apenas ella lo escuchó.
Amai-Mask alzó una ceja al ver la aterrada expresión de Do-S, mas, eligió no comentar.
–¡Perdónalo!, es que es algo tímido, y torpe, y no tiene sentido común, ¿no es cierto Saitama-kun?–
Amai-Mask observó atentamente a Saitama, con su sonrisa fácil que denotaba un buen espíritu. No era sorpresa para él que un héroe de su calibre, capaz de entrenar al nuevo integrante de los de la clase S de la asociación, pudiese domar con facilidad a un monstruo, solo que no entendía sus motivos para esforzarse tanto, ¿por qué lo había hecho, por qué arriesgar su reputación para salvar a una basura inhumana como aquella con la que tuvo que compartir escenario?, sabía que Saitama había hecho cosas similares en el pasado, cosas que ponían en tela de juicio su heroísmo pero que al final, demostraban que en su corazón reinaba la justicia.
El que alguien así pudiese no solo perdonar, sino también, rescatar a un repugnante monstruo era simplemente desconcertante, solo por eso no lo reportó a la Asociación, guardando silencio con tal de protegerlo, pero no por ello dejaba de sentir curiosidad. Eventualmente, tendrían que hablar.
Sin embargo, sus compromisos previos demandaban su atención, la situación de Saitama tendría que esperar.
–Por supuesto, toma todo el tiempo que necesites–, contestó el héroe y actor al despedirse con una sonrisa que hizo desfallecer a las pocas personas que todavía no se marchaban.
Do-S lo vio desaparecer junto con su productor y el resto de su séquito, dejando a la tienda, que ahora recién se daba cuenta era una boutique, cosechar los frutos de la popularidad de Amai-Mask.
–¿Somos novios?–
Do-S realmente tenía una buena respuesta para eso, solo que en ese momento, seguía demasiado anonadada como para decirla.
–En mi corazón ya nos casamos–, murmuró desganada conforme partía de regreso al departamento en la zona abandonada de ciudad Z, –En fin, gracias por ver mi actuación, espero que te haya gustado–
Saitama le dio algo de ventaja antes de alcanzarla, no dijo nada de que siguiese vestida como ese popular personaje de anime, ni mencionó la ausencia de su máscara, más bien, se contentó con que estuviese a salvo y… y trataría de no pensar en eso de estar casados. Ya suficientes preocupaciones tenía planeando las lecciones de Genos, agregar una novia a todo el asunto era demasiado complicado.
Aun así no se quejó cuando ella lo tomó de la mano, de hecho se sintió… bien.
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