-Es hora de formar una familia Manzanita, ya es tiempo de dejar de soñar en estupideces y de sentar cabeza- Lucifer estaba sentado en su mesa junto a su esposa, Charlie y Vaggie. Las habían invitado a una cena en la mansión de los Magne. La princesa había aceptado escéptica ya que sus padres no mostraban particular interés por su relación con su novia.

-Pero padre no estoy jugando. De verdad quiero que se rediman y vayan al cielo- Con verdadera determinación empezó sui discurso. No quería que su plan y sus sueños se derrumbaran.

-¿Y para qué? Este lugar es mucho más entretenido-la miraba con una sonrisa un tanto siniestra, mientras Lilith no dejaba de observar a Vaggie. Lucifer sabía como era la ciudad de plata. Sabia lo estrictos que eran y lo aburrido que era aquel lugar.

-Porque nos están matando injustamente. Yo de verdad creo que en cada demonio existe algo bueno, algo que vale la pena- su mano estaba tiritando, por lo que su novia se la agarró para darle seguridad. Le daba miedo contradecir a sus padres, aun se acordaba de la furia y el terror que hab´+ia experimentado la vez que se opuso a los planes de ellos de casarla con los Von Eldritch.

-¿Crees que de verdad la gente en el hotel quiere redimirse? Tan solo están ahí porque le tienen un miedo tremendo a Alastor- rio-el los obligó a quedarse- Charlie lo sabía, sabía que su hotel era un fracaso, pero no pensó que sus padres se lo refregarían en su cara. Se sintió dolida, traicionada y triste su relación. Creían que estaba jugando, que todo lo que hacía era estúpido y sin sentido ¿Como podía demostrarles que ella creía en su proyecto? ¿No veían todo el esfuerzo que hacía?

-Puede ser, pero ellos serán redimidos. Y verás que, aunque los obligaron, pudieron encontrar su camino-su voz temblaba. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no iba a doblegarse.

-¿Es que no lo entiendes Charlotte? El cielo es un lugar infame. Lleno de reglas, no puedes sacar tus deseos más profundos, no puedes ser tú mismo. Simplemente pierdes el sentido común y sigues a Dios como una oveja- Lucifer empezaba a perder la paciencia con su hija. Era terca, como el mismo.

-Lucy, cariño. Tranquilo- lo calmo su esposa- puedes tener tu hotel y seguir jugando a la redención, pero debes casarte, cariño. Ya es tiempo de que tengas un heredero- la mirada se posó en Vaggie, aterrorizandola y dejándola congelada en su asiento-Lo siento…Vaggie, pero ella es la princesa del infierno, futura reina y necesita un descendiente, un esposo-

-Mama-Charlie perdió los estribos. Mostro su verdadera forma demoníaca. Grandes cuernos salieron de su cabello, ojos inyectados en sangre y colmillos amenazantes- puedes insultarme y al hotel, pero no a Vaggie. Yo la amo y ella será mi familia, les guste o no- tomo la mano de su novia y salieron del lugar sin despedirse. Ya afuera la princesa dejó caer unas lágrimas amargas y Vaggie lloro con ella.

-No te preocupes cariño, yo no te dejare- la castaña la abrazó. No creía en sus palabras, tenía miedo de que Lucifer la matara o hiciera todo lo posible para separarlas. No podía vivir si Charlie, no podía dejarla.

Estaba deprimida y no quería salir de su habitación. Le había delegado todas las tareas a Alastor, quien con ayuda de las sombras tenía todo controlado. Pensaba en la conversación con sus padres y la forma que miraban a su novia, de manera despectiva, tratándola como si no fuera nadie. Vaggie era un pilar fundamental en su vida, su más grande apoyo, en quien más confiaba y la persona que más amaba. Aún recordaba el día que la vio vagando por aquel infierno, perdida, mirando sin ver, oyendo sin escuchar. Desorientada, triste. No pudo evitar notarla entre ese mar de demonios.

-¿Estas bien?-

-Yo, no sé-

-¿Quieres que te ayude?-

-Yo…¿Lo merezco?- se notaba que había sufrido mucho en su vida pasada. Se notaba que venía de un gran trauma. Le tomo de las manos y la puso dentro de su auto. prometió ayudarle y protegerla. Aunque siempre fue al revés. Vaggie era fuerte, no se dejaba amedrentar por nadie, siempre salía al rescate de su novia aun sabiendo que Charlie era un overlord, alguien sumamente poderoso ¿Cómo no amarla? Desde el primer momento sintió un flechazo, sintió que su corazón se movía, que empezaba a bombear todos los sentimientos que creía atrofiados por su expareja. No pudo evitarlo, simplemente fluyó.

Sintió que tocaban la puerta, no quería que nadie entrara, pero este intruso no le importó su nula respuesta ante los toques. Entro y con su característica sonrisa le pregunto si estaba bien—Por supuesto que no—lo miro con enojo, diciendo que le dejase en paz.

-My dear como tu compañero de negocios me importa tu estado de salud- sus palabras no parecían sinceras.

- Claro- Alastor suspiro, sabía que era nuevo en esto. Pero de verdad le caía bien la chica, se podía decir que hasta sentir simpática y cariño hacia ella. Pero no le iban a creer, él era el demonio de la radio. Un overlord poderoso caracterizado por ser cruel, apático y sin sentimientos. Pero estando allí en el hotel, se había dado cuenta que había cambiado, que no necesitaba estar a la defensiva con ellos, porque ellos no le iban a hacer daño. No buscaban acabar con su vida, no eran amenazas, en más, le buscaban para compartir con él, para ver una tonta película o bailar , cantar, jugar. Eso era nuevo ¿Quién iba a pensar que la princesa del infierno iba a ser quien le abriera su corazón? Y estaba Ángel, aquella araña que estaba derritiendo su coraza. Aquel abrazo que compartieron fue cálido, cariñoso y triste. Aún no sabía cómo expresar esos nuevos sentimientos. Mierda ni sabía que los podía experimentar, por lo que opto por sentarse en la cama y acariciar la cabeza de Charlie. Sin decir palabra, con los ojos cerrados, tarareando una melodía, movía suavemente su mano.

Charlie se sorprendió por aquel acto. Se sintió reconfortada, por lo que sin querer dejo salir algunas lágrimas y una sonrisa apareció en su rostro—Gracias—dijo en un susurro. Algo en el ciervo era extremadamente paternal y cálido por lo que bajó todas sus defensas y se entregó por completo, quedándose completamente dormida.

Lo mejor para animar a Charlie era organizar una fiesta con karaoke. Alastor se había ocupado de organizar todo correctamente, poner cada candelabro, flor y vela en su lugar. Por medio del miedo, invito a varias personas a aquella reunión y todos estaban con una sonrisa de oreja a oreja, animando a Charlie. La princesa sonrió con lágrimas en los ojos, diciéndole un "gracias" con su mirada. La música empezó a inundar el ambiente, los camareros sirvieron los aperitivos que había cocinado el ciervo y el trago perfectamente seleccionado para la ocasión. Por su puesto que los demás huéspedes del hotel estaban entre los invitados. Nifty los miraba a todos con su gran ojo, emocionada, probando cada aperitivo y limpiando cada rincón. Husk estaba en su bar mirando con cara de hastío a todos, lo único que lo consolaba era su alcohol barato y un par de cigarros en sus bolsillos. Ángel resplandecía con un vestido negro con lentejuelas escotado, dejando salir su pelusa sensual. Corto, para mostrar sus delgadas piernas. Se sentía la reina del baile, olvidando todo el pesar que sentía asco de sí mismo. Pero la sensación no tardó en desvanecerse. La gente empezó a murmurar y a cotillear—¿Ese no es Ángel, la estrella porno? ¿Qué está haciendo aquí? ¿No debería estar en las calles, la muy puta?; maldita perra, el otro día me cobro un extra más en los servicios, como si costará un par de centavos más—la gente escupía con cizaña palabras hirientes, procurando que la araña los escuchara, haciéndose los inocentes.

Rodo los ojos, encendió un cigarro y se sentó en un lado de la mesa. Sabía que al hacer el contrato con valentino y trabajar en la industria del porno y la prostitución, los rumores y chismes vendrían de la mano. Su reputación siempre sería esa, siempre sería tan solo una puta barata, un actor porno o la sombra de valentino. Pronto los susurros se detuvieron, era Alastor que con una gran estática los callo—Por favor, sean educados—su sonrisa se ensanchó, mirándolos fijamente a todos. Ángel se sorprendió por aquello, asombrado. El ciervo le dedicó una mirada, diciéndole que no se preocupara con los ojos. La araña no pudo evitar sonrojarse, jamás nadie le había defendido de esa forma, nadie había mostrado tanta preocupación y eso hizo que su corazón se ablandara por un segundo, dejando entrever una adorable sonrisa y un gracias. Pero algo más se había instalado en su corazón, algo más hizo que este músculo empezara a bombear con más fuerza, algo más había echo que su sangre se agolpara en las mejillas, algo más que había hecho que se sintiera como un estúpido y un adolescente. Eso era un vestigio de amor, una pequeña semilla que estaba germinando en su dañado corazón y no le gustó. Empezó a boquear como si el aire le faltará, se tomó de golpe un par se copas de champagne, intentando ahogar aquel sentimiento. Sus piernas titiritaban sin control y su corazón dolía en su pecho. No podía ser, no debía ser. Pronto el sería visto como el enemigo, como el traidor y Alastor iba a morir. No podía permitirse sentir algo así ni ahora ni nunca—No sirves para el amor Angelcakes, solo para el placer—recordaba perfectamente las palabras de Valentino inundarle la mente, como un mantra sagrado. Sin despedirse de nadie se fue hacia su pieza y se recostó en la cama intentando olvidar la sonrisa del ciervo, su aroma masculino, sus ojos traviesos, aquella voz radiofónica y su pelo rojizo. Pero le fue imposible y soltó un par se lágrimas, unas amargas gotas recorrían la mejilla ¿Qué podía hacer?

Otra noche de trabajo, otra noche de sexo sin sentido, de dedos tocándole las entrañas, de besos asquerosos y dolorosos—Angel—Una voz le llamo pero el intento ignorarle, estaba cansado y lo único que quería es ir a su cuarto, pero el destino no lo quería. Una figura imponente le tomó del brazo y apreto su muñeca con fuerza. Giro su cabeza y encontró a Husk mirándole con ojos de preocupación ¿Qué se traía el gatito? Intento pasar de largo, pero su cuerpo le decía que era una conversación importante, por lo que arrastro sus pesados pies hacia el bar y se instaló en un banquillo. El gato se acercó son decirle nada y le sirvió un poco de un dudoso licor. Ángel se encogió de hombros y se lo tomó de un trago.

-Angel escúchame bien porque no lo repetiré dos veces- la araña se acomodó en su asiento tomando otro trago.

-Bien gatito, dispara-

-Debes alejarte de Alastor-

¿Qué? -se esperaba de todo menos eso.

-quizás no me exprese bien. Debes correr por tu propio bien, Ángel y no estoy bromeando. Conozco a ese bastardo desde hace muchos años y se de lo que puede ser capaz. Se cómo trata a sus…presas-

-Oye, espera, yo no soy su presa ni nada por el estilo-

- Eso es lo que crees, pero los he estado observando y Alastor tiene esa mirada, la misma mirada que tuvo con sus anteriores presas. Aquella mirada amenazadora, aquella…-pero no pudo continuar su monólogo ya que rápidamente sintió como una sombra lo atacó desde algún lugar de la habitación. Husk se veía perezoso pero la realidad es que es bastante ágil cuando quería. Ahora agradecía sus reflejos felinos porque se hubiera llevado un gran golpe de aquella sombra. Ángel no alcanzo a reacciones, sintió como un tentáculo salía de la nada, lo metía a través de un portal y lo llevaba a su habitación. Intento huir por la puerta, pero esta se encontraba cerrada y la sombra de Alastor lo miraba con una sonrisa macabra—Oye déjame salir de aquí—intento derribar la entrada de una patada, pero esta estaba totalmente bloqueada.

Alastor se materializó y con sus manos controlaba un par de tentáculos que rápidos y certeros le propinaba un par de golpes a Husk que los esquivaba a duras penas. Utilizaba sus alas para impulsarse de un lado a otro. No podía acercarse al demonio de la radio, su mente estaba totalmente concentrada en esquivar los tentáculos—Bastardo, hijo de puta. Sabía que ibas a atacarme en cualquier momento—tiro sus botellas de alcohol intentando distraer a Alastor, pero este lo miraba fijamente con su sonrisa terrorífica plastificada en su rostro.

-Claro que lo haré mi amigo, si sigues metiéndose en donde no te importa- sus cuernos empezaron a crecer y su mirada se volvió aún más brillante, más roja como si sus ojos estuvieran inyectados en sangre. Husk entendió que esto iba enserio, Alastor estaba enojado y él iba a pagar las consecuencias de su ira. Empezó a cambiar de forma, le salieron unos grandes colmillos, sus ojos se volvieron brillantes, con los iris alargados, su pelaje cambió de color a uno rayado, como los tigres. La pelea iba enserio, se iban a enfrentar y Husk sabía que iba a perder, pero no quería dejarse vencer tan fácil, aunque esto terminase en una masacre total. La situación le recordó a la guerra de Vietnam. Sabía que estaban condenados, que los vietnamitas tenían un gran espíritu, pero no se dejó amedrentar, lucho hasta el final, aunque eso le costó más que su salud física. Estaban preparados, los dos salieron disparados, a punto de tocarse y encestar el primer golpe. Se hoyo un grito desgarrador. Un extraño fuego se pudo ver alrededor de la habitación. Charlie se interpuso entre los dos y con su gran fuerza los detuvo.

-Paren, ustedes no deben pelear-de sus ojos caían lágrimas de dolor. Su voz estaba desgarrada. Su cuerpo mostraba su verdadera naturaleza demoníaca. Hizo alarde de su gran fuerza, neutralizando a los dos demonios-son amigos, por lucifer. No deben matarse- cayó de rodillas, llorando.

-Charlie-dijo el gato, volviendo a su forma verdadera.

-My dear-se notaba que los dos demonios estaban arrepentidos de hacer llorar a la princesa del infierno. Se acercaron hacia ella y posaron sus manos en sus hombros-lo siento, pero este gatito pecaba de curioso-

-piérdete, eres tú el que está acechando a Angel- Charlie levantó la mirada y la fijó en Alastor.

-¿Qué significa eso Al?-

-Bueno-carraspeo- supongo que no puedo ocultarlo más-

-Charlie Ángel está en peligro. Alastor se lo va a devorar, literalmente-

-Al no me digas…-lo miro con los ojos desorbitados, no podía creer que el Alastor que le había consolado, pensaba comerse a su amigo. No podía creer que nada hubiese cambiado en el demonio. Pensaba que Al era diferente.

-Husk, creo que estás malinterpretando mis acciones. Yo en ningún momento dije que me iba a comer a Ángel, bueno no de esa manera, al menos- ensanchó aún más su sonrisa.

-¿Qué?-Husk no cambia en su asombro- Explícate, mierda-

-Bueno, es cierto que tengo una necesidad casi insana de averiguar sobre él. De hablar con él y yo pensé que era hambre. En el pasado me había pasado algo parecido. Esa sensación de vacío en el estómago, de curiosidad sobre tu presa, a tal punto de obsesionarte y querer devorarlo- los ojos de Alastor brillaron con intensidad al recordar sus antiguas víctimas y el sabor de sus carnes. Aquella sabrosa recompensa que le llenaba d placer y le hacía gozar como nada- Pero con Angel es diferente, no sabría explicarlo. Creo que nunca había sentido algo así, un calor agradable en el estómago, algo...- le daba vergüenza explicar aquellos sentimientos, pero si no lo hacía de seguro que Charlie lo asesinaba y Husk lo odiaría por la eternidad.

-Espera, toda esta jodida pelea y mi maldita preocupación por ese, ¿Fue por qué te gusta Angel?- una carcajada ronca salió de la garganta del gato-no puedo creerlo, eres un hijo de puta. Rayos, necesito un trago- busco entre el gran desastre que había sido destruido momentos antes y vio una botella intacta. Sin esperar la abrió y se la tragó de un golpe

-¿Gustar? Yo no dije eso-un leve sonrojo se instaló en el pálido rostro de Alastor.

- Eso es genial-la brillante de sonrisa de Charlie iluminó toda aquella situación- Alastor una de las cosas más hermosas de la vida es estar enamorado. Cuéntame ¿Cuándo sucedió? ¿le has dicho? ¿Oh, Ángel siente lo mismo? - Alastor se mareo ante tanta pregunta y tampoco las quería contestar, por lo que sin previo aviso invocó su micrófono, lo movió y salí de escena. Dejando un desastre en el lobby y una princesa un poco decepcionada por el comportamiento del demonio, pero entiende que el ciervo tenía mucho que procesar y pensar. Con una gran sonrisa se fue hacia su habitación, Vaggie debía estar muy preocupada.