DÍA TRES. Estoy teniendo serias dudas de si llegare a mañana jaja la puta madre.
Los personajes no son míos, si lo fueran, sería un todos con todos.
Historia por la eremika week 2021 day 3: hurt comfort/ the world is cruel… but also very beautiful
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Disfruten.
La casa está más oscura de lo usual. Probablemente sea porque Eren era el que abría y cerraba las cortinas. La noche en que se fue, Mikasa las cerró, pero no volvió a abrirlas. Se olvida. Está acostumbrada a que él lo haga.
La casa también es más silenciosa. No tiene con quién hablar. No tiene quién le hable.
¿Cómo estás?, todos los días, Eren le envía el mismo mensaje.
Estoy bien, ¿tú?, devuelve ella.
Estoy bien, responde. Quiere preguntar cuándo volverá, pero no lo hace. Se excusa diciendo que quiere darle su espacio, pero la verdad es que le aterra que él diga no volveré.
Está harta de estar sola.
Decide irse a la casa de Armin, porque además de extrañarlo, durante todo el día se sintió mal. Tal vez está por enfermarse.
Cuando llega al departamento de Armin, Jean está en la puerta.
—Oh, no sabía que vendrías —dice ella, luego de saludarlo. Jean ríe avergonzado y ella entorna los ojos—. ¿O ya estabas aquí?
—Puede ser que esté hace algunos días —confiesa él—. Iré a hacer compras, ¿quieres subir o…?
—Te acompaño.
Caminan despacio. El mercado está a pocas calles.
—Me contó Armin que pelearon —dice Jean—. ¿Cómo estás?
Mikasa suspira.
—Mal —responde, su voz temblando y sin desviar la mirada del camino.
Jean hace mueca incómoda y se rasca la nuca, pensando en qué hacer.
—Qué mal —dice, acariciando su espalda. Mikasa suelta una risita.
—Lo siento —ríe y se limpia el rostro—, sé que no te gusta que llore…
—¡No, no! —dice veloz—, si quieres hablar, te escucho.
—Lo guardaré para cuando regresemos.
Jean suspira aliviado—, gracias.
Llegan al mercado. Jean saca una lista de su bolsillo y comienzan a buscar las cosas. Cuando están en la fila para pagar, le dice a Mikasa que elija lo que quiera.
—No soy una niña —ríe ella.
—¿Estás segura que no quieres un chocolate? Le llevaré a Armin y sabes que él no comparte.
Jean mueve el chocolate delante del rostro de ella, tentándola, como si eso fuera a funcionar.
Toma cinco chocolates más.
Regresan poco después al departamento. Armin está sentado en el sofá, con una laptop en su falda.
—Hola —dice suave. Jean lleva las bolsas a la cocina y Mikasa se sienta junto a Armin.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta, apoyando su cabeza en su hombro.
—Tarea —responde Armin. Guarda el archivo y entrecierra la computadora—. ¿Cómo estás?
—Embarazada —bromea Jean, regresando de la cocina—. ¿Quieres tomar algo? ¿Hambre?
—Estoy bien.
Jean sonríe con malicia—, ¿quieres el chocolate?
—Yo sí —dice Armin veloz. Jean les tira un chocolate a los dos—. Entonces, pelearon–
La boca de Mikasa comienza a temblar antes de que hable.
—Le dije que estaba harta de estar sola en casa, que no quería pasar el embarazo sola —Jean se sienta delante de ella, sobre la mesa ratona—. Él dijo que me olvidara de él así no me preocupaba, y que me fuera con mis tíos y se fue porque estaba enojado y quería estar solo.
Se limpia las lágrimas y Jean apoya su mano en su rodilla, dándole apoyo.
—¿Han vuelto a hablar? —pregunta Armin.
Ella hace un gesto de más o menos—, me pregunta todos los días cómo estoy, pero solo eso.
—Deberían hablar —dice Jean—. ¿No lo has llamado?
—No quiero preguntarle si va a volver y que me diga– —solloza apenas—, que me diga que no —finaliza la oración a duras penas, llorando.
Jean vuelve a rascarse la nuca incómodo.
—¿Tienen hambre? Porque yo tengo mucha incomod– HAMBRE —enrojece de la vergüenza. Se levanta y escapa a la cocina.
Armin no puede evitar reír apenas, pero de inmediato voltea a Mikasa.
—Sabes que es normal estar más sensible durante el embarazo, ¿no? —ella asiente—, si lo piensas racionalmente, sabes que Eren nunca te dejaría.
—S-supongo…
—Debe estar igual de estresado que tú —sigue Armin—, y tal vez también tiene miedo de que no lo quieras de vuelta. Te está dando tu espacio.
Ella asiente.
—Quédate el tiempo que quieras, cuando te sientas lista, llámalo —finaliza Armin, tomando su mano.
Mikasa vuelve a reposar su cabeza en su hombro—. Gracias.
Despierta antes de que abra la puerta.
Se sienta en la cama veloz y la mira con ojos pequeños.
—¿Qué pasa?
—E-es– no lo sé– yo– —Mikasa está histérica y el llanto no le deja formar una oración. Señala a su entrepierna—, sangre.
—Mierda —se levanta de un salto y llama al otro—. ¡Armin!
—¿Qu–? —levanta la cabeza y se incorpora cuando ve a los otros—. ¿Qué pasa?
—Sangre —dice Jean y ya tiene puesto el calzado. Gira a Mikasa—, ¿estás lista para salir?
Ella niega y camina a su habitación a ponerse también calzado. Cuando regresa, ellos ya están listos.
En todo el camino al elevador y al auto, Mikasa no deja de llorar.
—Dios, es mi culpa, lo arruiné todo —dice. Las lágrimas corren sin parar por su rostro—. Es mi culpa, es mi culpa, es…
—¿Le avisaste a Eren? —pregunta Armin, sentado a su lado en el asiento trasero. Ella niega—. ¿Quieres que le avise?
Asiente y sigue llorando.
—No te apresures, no sabes si esto es malo —dice Jean, tratando de sonar convencido, cuando él mismo está a punto de llorar—. Cálmate, Mikasa, ya casi llegamos.
Armin habla por teléfono con Eren y corta segundos después, a la vez que paran en la guardia del hospital.
—Eren está en camino —dice Armin.
—Lo esperaré en la recepción —responde Jean y vuelve a arrancar para estacionar. Sus manos tiemblan sobre el volante y siente escalofríos recorrer todo su cuerpo.
Todo estará bien, ¿verdad?
Se queda en el estacionamiento un momento más, fumando. El cigarro está casi por completo consumido cuando ve a Eren bajar de un taxi. Está vestido con lo que Jean asume que es su pijama, un pantalón a mitad del muslo y una camiseta desteñida y un poco rota. Corre hacia Jean cuando lo ve.
—¿¡Qué pasó!? —está alterado, casi tanto como Mikasa.
—No sabemos, está adentro.
—Ay, Dios —se toma la cabeza entre las manos. Se agacha un momento y cuando se endereza, Jean ve que está llorando—. Puta madre, esto es mi culpa… ¡Puta madre!
—Oye, oye —pone sus manos en sus hombros y Eren apoya su frente en su hombro, abrazándolo y llorando—, no es tu culpa.
—¡Cl-claro que sí! —jadea—. Yo la puse mal, la puse triste y la alteré, mierda, ¿por qué siempre arruino todo? No es justo.
—No es tu culpa —repite más firme—. Son cosas que simplemente pasan, ¿sí? Pero no es culpa de nadie.
El teléfono de Jean comienza a sonar y él contesta de inmediato. Eren no llega a escuchar, pero sí reconoce la voz de Armin. Jean suspira aliviado y casi se siente llorar.
—Está todo bien —dice y Eren vuelve a llorar—. Está en la guardia, ve a verla.
Eren se va corriendo.
En cuanto ve a Eren, vuelve a llorar. Él se acerca veloz y la abraza.
—Perdón, perdón, perdón —dice ella contra el hombro de él, sin dejar de llorar.
—Perdón —dice él también. Se separa y se seca las lágrimas—. El mundo es cruel, ¿no? Pero también es muy hermoso.
Ella ríe apenas y Eren la vuelve a abrazar.
—Perdón por haberme ido —dice él—. No quiero irme otra vez, te extrañé muchísimo.
—Yo también te extrañé.
—Y vamos a buscar otra solución a esto —murmura, acariciándole el cabello—, vamos a estar bien en todos los sentidos posibles, ¿sí?
—Sí —responde contra su hombro.
Gracias por leer!
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uhhh no me acuerdo de qué más decir jaja
