-Capítulo 3-
-¡Gracias por haberme ayudado a bajar! Ya pensaba que me quedaría ahí hasta la mañana.
-No tienes que darnos las gracias.
-¿Cómo has acabado atrapado en la red?
-Quizás por correr demasiado deprisa y no mirar bien donde pisaba. Tenía muchas ganas de regresar a casa.
-¿Pero quién habrá puesto una trampa como esta? ¿Será para cazar animales?
Los tres se quedaron mirando la red hecha pedazos y tras meditarlo unos minutos decidieron que era mejor alejarse de aquel lugar y regresar a la pequeña hoguera donde Uraraka se había dejado sus cosas no sin antes recoger las de Midoriya.
-Mi nombre es Tenya Iida, caballero novel del grupo Engine.
-¿ERES CABALLERO DE LA FAMOSÍSIMA ARMADA ENGINE? ¿DEL MISMO GRUPO QUE COMBATE JUNTO AL REY?
-Veo que nos conoces.
-¡Claro que os conozco! ¡Sois impresionantes! Se cuentan muchas historias de todas las batallas que habéis librado y habéis salido victoriosos. Sois admirables.
Estaba tan emocionado al haber conocido a un caballero de prestigioso nombre como lo eran los de la armada Engine que Midoriya hablaba y hablaba de los nervios.
-Bueno, yo aún no he librado ninguna batalla. Recientemente obtuve mi licencia como caballero novel y venía a casa para darles la noticia a mis padres. Por fin podré luchar al lado de mi hermano mayor.
Midoriya y Uraraka aplaudían embobados. Aquel joven chico, que sería más o menos de su edad, se le podía ver lo orgulloso y feliz que estaba de haber alcanzado su objetivo.
-Yo soy Uraraka, maga novata.- sonrió con torpeza – Me dirijo a la UA para terminar mis estudios. Lo sé – levantó la mano antes de que los chicos pudieran decir algo – Sé que soy algo mayor que el resto de alumnos, debería de haber empezado las clases a los dieciséis pero me quedé en casa ayudando a mis padres en el negocio familiar. No podía irme y dejar que perdiesen su negocio. Por eso quiero convertirme en la mejor maga del Reino y formar parte de la Corte del próximo heredero al trono y ganar muchísimo dinero.
-Oooooh.- exclamaron los dos.
-Seguro que pensaréis que solo me interesa el dinero… - dijo bajando el tono de voz avergonzada – Pero en realidad quiero ganar dinero para que mis padres puedan tener una tranquila jubilación y viajar. Viajar es el sueño de mis padres y no lo han podido cumplir por haber gastado todos sus ahorros en alimentarme y educarme. Ahora es mi turno de devolverles todo lo que han hecho por mí.
Un imponente aplauso resonó por toda la zona provocando que Uraraka ocultase el rostro muerta de vergüenza.
-Creo que es un bonito detalle, Uraraka.
-Tus padres estarán muy orgullosos de tener una hija como tú.
Más aplausos y más protestas por parte de la chica que no podía más. Tenía la cara muy, muy colorada.
-¿Qué hay de ti, Midoriya? – le preguntó de repente para que la atención pasase a otro tema.
-Yo voy a la UA también, pero a dar clase.
Los dos abrieron los ojos como platos.
-¿Eres profesor?
-¿Qué materia impartirás?
-Es impresionante. Eres muy joven para ser profesor. Tienes que ser realmente muy bueno pues no contratan a cualquiera.
Bajó la mirada avergonzado. No tenía ni idea de por qué le habían pedido que fuese profesor pero a medida que pasaban las horas la idea de que esa carta había sido un engaño para ayudarle a salir de la aldea cobraba más fuerza en su cabeza.
Habían llegado a la zona donde Uraraka había levantado su pequeño campamento cuando se dieron cuenta de que la hoguera estaba apagada y que no lo llevaba mucho tiempo.
-¡Esconderos! – gritó Iida y los tres rápidamente se ocultaron entre los árboles cuando varias dagas se clavaron en los troncos - ¿Son bandidos?
-¿Serán los mismos de antes?
-Quizás sean los que pusieron la trampa donde Iida cayó.
Se separaron, rodando por el suelo hasta ocultarse, cuando dos dagas más se clavaron muy cerca de donde se encontraban. Las enormes copas de los árboles apenas dejaban atravesar la luz de la luna por lo que la oscuridad reinaba a su alrededor, sin embargo, Midoriya se sirvió del único don del que podía presumir, aparte de su buen oído. Su ingenio para preparar un plan de emergencia en pocos segundos le había ayudado durante sus entrenamientos, pero sobre todo para librarse cuando los jóvenes de su edad se burlaban de él, en especial a cierto joven al que hacía cuatro años que no veía y que no echaba de menos... O eso era lo que él creía.
Le indicó a Iida que fuese hacia la izquierda y a Uraraka que fuese a la derecha mientras él llamaría la atención de aquel o aquellos que le estaban atacando. Desenfundó su espada a tiempo que una daga impactaba contra la hoja de su nueva arma haciendo que sus manos vibrasen y un zumbido se le metiese en los oídos. Volvió a moverse llamando la atención de sus atacantes cuando escuchó un gran revuelo en la parte donde se encontraban sus nuevos compañeros y de entre los árboles tres desconocidos rodaron por el suelo magullados y doloridos para a continuación aparecer Uraraka y Iida en posición de ataque.
-¿Hay alguien más a parte de vosotros tres? – preguntó Iida agarrando a uno por el cuello de la camisa - ¡Contesta!
-Cálmate Iida, son unos niños
Uraraka tenía razón. No podían tener más de trece años. Pero aún así Iida les registró. No portaban ninguna arma más.
-¿De dónde sois? – preguntó Midoriya amablemente pero la única respuesta que obtuvo fue la del rugir de tripas de los tres pequeños bandidos. Midoriya miró hacia Uraraka quien comprendió al instante lo que éste le pedía. Darles un poco de sopa. A Iida la idea no le gustó nada pero finalmente aceptó y tras cerciorarse de que no harían nada más empezó a calmarse. Pero aquella noche no sería tranquila y aunque los minutos pasaban y los tres callaban Midoriya tenía un mal presentimiento -¿Huíais de alguien? – no hizo falta que respondiesen pues el terror de sus rostros lo decían todo -¿De quién? – pero tampoco contestaron – Creo que será mejor que nos vayamos de aquí.
Tanto Uraraka como Iida aceptaron pero antes de que pudieran empezar a recoger y salir del bosque hacia un claro donde la luz de la luna iluminase su alrededor Midoriya captó una silueta correr hacia los chicos con una enorme espada en la mano.
-¡NO OS MOVÁIS! – gritó desenfundando su espada justo a tiempo para impedir que la espada del enemigo le cortase la cabeza a uno de los chicos. El golpe entre ambas espadas fue tan fuerte que Midoriya gritó de dolor. En el momento en el que las hojas de ambas espadas chocaron sintió como una fuerte descarga eléctrica le recorría todo el cuerpo desde los dedos de los pies hasta la raíz del pelo. Una descarga que le dejó en estado de shock y con un fuerte zumbido en los oídos.
-¡MIDORIYA! – gritaron Uraraka y Iida al ver que caía al suelo. Antes de quedar inconsciente vio como la oscura silueta volvía a perderse en el bosque.
****
A la mañana siguiente, cuando se despidieron de los tres chicos al llegar a aldea donde Midoriya rentó el transporte, tanto él, como Uraraka y Iida decidieron viajar juntos. Los tres se dirigían hacia la misma dirección y sería más divertido, pero sobre todo, más seguro viajar juntos.
Subidos en el transporte tirado por un par de yeguas, la sensación de seguridad y de ir más rápidos aliviaban al joven Midoriya. No obstante, su cabeza seguía dándole vueltas a lo sucedido la noche anterior. Esa corriente eléctrica… ¿Qué habrá sido? ¿Lo habría provocado el enemigo? ¿Sería también un mago como Uraraka? O es posible que… ¿Lo haya hecho él mismo? No tenía idea ni idea pero le dolía todo el cuerpo y cuando pararon a refrescarse en un pequeño riachuelo Iida fue testigo de los moratones en sus brazos. Moratones que antes no tenía y la idea de que se lo había hecho a sí mismo al utilizar la espada empezaba a cobrar más fuerza.
****
La aldea de Iida eran una de las más cercanas al Reino y él, que pertenecía a la alta sociedad, había acudido a la UA para estudiar y convertirse en caballero por lo que estuvo la gran parte del viaje hablando sobre la academia, los profesores y los alumnos. Y cuanto más hablaba más nerviosos ponía a sus espectadores. Sobre todo a Midoriya pero antes de dirigirse a la UA y ser rechazado al entregar, lo que estaba más que claro era una oferta de trabajo falsa, su principal objetivo era entregar la carta al Rey Endeavor.
Con ese pensamiento se evadió de las historias de Iida y se perdió entre sus recuerdos mientras observaba el amplio paisaje que se abría ante él. Era la primera vez que estaba tan lejos de su hogar y no se sentía para nada culpable. El miedo y los nervios de vez en cuando le paralizaban pero luego todo su cuerpo se calentaba al recordar la carta. Le había prometido a aquel amable desconocido que la entregaría sí o sí. Daba igual si el camino estaba lleno de piedras y obstáculos que le hicieran retroceder o perder su preciado tiempo. Él le haría llegar la carta al Rey Endeavor aunque fuese lo último que hiciera con vida.
-¿Aquello de allí es humo? – preguntó Uraraka devolviéndole a la realidad mientras señalaba tras una alta colina que debían de rodear.
-Huele a quemado.- dijo de repente Midoriya e Iida le apremió que acelerase la velocidad del transporte. Tenía un mal presentimiento.
Unos minutos después, tras bordear la colina, Midoriya frenó de golpe a los caballos al presenciar la peor de las escenas. Ante ellos se abría un paisaje cubierto de sangre, fuego y cadáveres. Una batalla había tenido lugar no hacía mucho tiempo.
-Quedaros aquí.- fue más una orden que un consejo por parte de Iida pero ni Midoriya ni Uraraka iban a dejarle solo y los tres, caminando muy cercanos unos de los otros, observaban todo lo de su alrededor buscando algún indicio de vida pero no parecía verla. La mayoría de los soldados habían perdido la cabeza – Un momento… ¿Eso no es…?
Iida corrió desesperado hacia uno de los soldados que portaba un estandarte de colores rojos y azules.
-Esto es… ¡Este estandarte pertenece al príncipe heredero! ¡Al hijo del Rey Endeavor!
-¿Te refieres al príncipe Todoroki? – preguntó Uraraka llevándose las manos a la boca.
Iida asintió mientras apretaba con fuerza el estandarte manchado de sangre mientras Midoriya corría de un lado a otro llamando al príncipe con la voz desgarrada. Iida y Uraraka hicieron lo mismo pero había tantos sin cabeza y otros apilados en grandes hogueras que se temían lo peor.
El cielo empezaba a teñirse de rojo cuando las primeras gotas empezaron a caer sobre ellos pero aún así no frenaron su búsqueda. Tenían que encontrar al príncipe Todoroki con vida o alguna señal de que hubiese sido secuestrado por sus atacantes. Con el primer rayo que vino seguido de un fortísimo trueno y una copiosa lluvia, el grito de Uraraka llamándoles provocó que su corazón se encogiese en un puño y volviesen a respirar al ver que el príncipe Todoroki estaba vivo.
-Tiene un corte muy profundo en el pecho… Ha perdido muchísima sangre… - les decía Uraraka que le había encontrado debajo de uno de los carruajes que llevaba la comitiva – Necesita un médico o morirá.
Iida y Midoriya se miraron para luego volver la mirada a su alrededor. ¿Un médico? ¿Dónde? La anterior aldea estaba a más de un día de viaje y la próxima a más de dos días. No llegarían a tiempo. El príncipe Todoroki no sobreviviría.
-¿Alguno sabe algo de medicina? – preguntó Iida pero ninguno tenía conocimiento alguno. Lo único que se les ocurría era rasgar la bandera y utilizarla como vendaje para presionar la herida y así evitar que se desangrase antes de tiempo pero el príncipe Todoroki estaba ardiendo en fiebre. Si la pérdida de sangre no le mataba lo haría la infección.
Fue entonces cuando, abatidos, aterrorizados y con la esperanza casi perdida, un fuertísimo viento les empujó con violencia. Iida abrazó a sus compañeros para protegerles con su ancha espalda. Cuando el viento dejó de soplar y miraron hacia el cielo…
-¿UN DRA-DRAGÓN?
Gritaron al unísono muertos de miedo.
Un enorme dragón rojo batía sus alas a varios metros por encima de sus cabezas cuando, tras un sonoro silbido, el dragón envolviéndose entre sus alas empezó a brillar y cuando el brillo se disipó un joven muchacho de pelo rojizo y puntiagudo corría hacia ellos.
-¡Yaoyorozu! ¡Está aquí! ¡He encontrado a Todoroki!
Desde detrás de la pila de cadáveres en llamas apareció una chica de corta coleta morena, con poca vestimenta y una capa por encima de sus hombros que corría aterrorizada.
-¿Se encuentra bien? – pero nada más ver el aspecto horrible del príncipe Todoroki todo su cuerpo tembló - ¿Qué ha ocurrido? ¿Quiénes sois vosotros?
-Nos dirigíamos a la UA cuando nos hemos encontrado con esta horrible batalla. Mi nombre es Tenya Iida, caballero novel de la armada Engine.
Dijo haciendo una pequeña reverencia.
-Nosotros somos caballeros del gran Emperador Best Jeanist. Ella es Yaoyorozu y yo soy Kirishima.- respondió el chico de pelo rojizo mientras Yaoyorozu se acercaba al príncipe Todoroki y lo examinaba – Hemos sido enviados para ayudarles en esta batalla pero no hemos llegado a tiempo.
Apretaba los puños enfurecido. Si hubiese volado a mayor velocidad… Se decía a sí mismo culpándose.
-Kirishima, no tienes la culpa. Hemos sido engañados y han tomado la delantera, ahora lo importante es salvar a Todoroki-sama.- decía mientras le pedía ayuda con la mirada – Gracias por vuestra ayuda, lo siento, he olvidado vuestros nombres.
-No, si no nos hemos presentado.- murmuró Uraraka – Yo soy Ochaco Uraraka, maga.
-Mi nombre es Izuku Midoriya, profesor.- mintió descaradamente pero Yaoyorozu volvió a darle las gracias.
-Kirishima, transfórmate de nuevo.
-¿A dónde le vais a llevar? – preguntó Midoriya.
-Sobrevolando estas tierras he visto un torreón. Había luces por lo que debe vivir alguien. Aunque volemos hacia el Reino no llegaremos a tiempo con esta tormenta.- decía observando el cielo iluminado por los relámpagos – Es mejor llevarlo a un lugar seco y cálido para que Yaoyorozu pueda tratarle las heridas.
-¿Eres sanadora? – preguntó Uraraka pero Yaoyorozu negó con la cabeza.
-Solo sé lo básico pero ayudará a que sobreviva lo suficiente para llegar al castillo. Pero todo depende de la fuerza de Todoroki-sama. ¡Deprisa Kirishima!
El chico alzó los brazos en alto cuando escuchó algo caer justo a su lado. Era un soldado cuyo traje no tenía nada que ver con los soldados que servían a la realeza. ¡Era del bando enemigo!
-A ese también nos lo llevamos.
Murmuró alguien con voz profunda y enfadada.
-¡Bakugou! – gritaron Kirishima y Yaoyorozu al ver a otro joven muchacho de pelo rubio y puntiagudo, con el torso desnudo sobre el cual le caían collares de colmillos que parecían ser de algún feroz animal, y una capa larga con pelaje en la parte de arriba cubriendo sus hombros. Sus rasgados y rabiosos ojos rojos se clavaron en el príncipe Todoroki.
-¿Se puede saber dónde estabas?
-Haciendo mí trabajo.
-La próxima vez que vayas a saltar avísame antes para descender, podrías haberte matado.
-¿Con quién crees que estás hablando, Kirishima? – gruñó - ¿Y estos idiotas quiénes son? – preguntó refiriéndose a los tres desconocidos.
-Han ayudado a Todoroki-sama.- respondió Yaoyorozu mientras construía una pequeña camilla con la ayuda de la maga – Son Iida, Uraraka y Midoriya.
-¿Ka-Kacchan?
El cuerpo del joven rubio dio una pequeña sacudida al escuchar aquel apodo que aborrecía con toda su alma.
-¿De-Deku?
A nuestro protagonista le sucedió lo mismo. También tembló ante la rabia que salía de la boca de aquel que un día admiró y odió a la misma vez.
-¿Un conocido? – preguntó asombrado Kirishima pues sabía mejor que nadie que Bakugou no tenía amigos. Ni siquiera a él, que llevaban cuatro años trabajando juntos, le veía como un amigo y eso le hacía sentirse algo solitario.
-¡Cállate! ¿Qué cojones haces en este lugar, maldito Deku? – dio un paso hacia él con los puños fuertemente apretados mientras que Midoriya se quedó clavado en el suelo. Temblaba de arriba abajo por varias razones pues su mente se llenó de tantos y tantos recuerdos de cuando los dos eran pequeños que sus labios le temblaban y sentía escalofríos y sudores al mismo tiempo – Veo que sigues siendo el mismo inútil de siempre, Deku – le respondió burlándose de él mientras le observaba con detenimiento.
-¡Te equivocas! Midoriya no es un ningún inútil.
Que Uraraka se interpusiera entre ambos cabreó muchísimo a Bakugou cuyos ojos pasaban de uno a otro para después volver a sonreír con una mezcla de desprecio y asco.
-¿Tan patético te has vuelto que te tiene que defender una chica? ¿Quién es? ¿Tu novia?
-¡No! – gritaron los dos avergonzados enfureciéndo aún más a Bakugou quien, perdiendo la cabeza, dio un paso hacia Midoriya pero la voz de Yaoyorozu pidiéndole que dejase de perder el tiempo le frenó. Luego chistó por lo bajo y le dio la espalda al mismo tiempo que Kirishima se transformaba en un dragón.
Bakugou se subió sobre la cabeza del dragón con los brazos cruzados y de peor humor que antes, mientras Iida y Midoriya colocaban a Todoroki sobre la camilla con mucho cuidado y luego les ayudaban a subirlo sobre el enorme dragón.
-Venid con nosotros. El Rey Endeavor os agradecerá el haber salvado a su hijo.- les pidió Yaoyorozu.
Aceptaron la oferta. De todas formas no podían quedarse bajo aquella horrorosa tormenta y, además, todos se dirigían hacia el mismo lugar una vez pasaran la noche en el torreón. Una noche que sería muy larga. Una noche donde Midoriya haría todo lo posible para evitar volver a perderse en aquella rojiza mirada que le producía taquicardias.
