Disclaimer: Twilight y sus personajes le pertenecen a Stephenie Meyer, yo sólo juego con ellos.

Erasing the Bounds.

Capítulo 3

Alice tocó la puerta de la habitación de Bella. Bella se revolcó en la cama, todavía dormida.

Otro golpe en la puerta.

Abrió ligeramente los ojos y frunció el ceño, no muy segura sobre si había soñado un golpe o no.

Otro golpe.

Abrió los ojos y saltó.

—Mierda—dijo entre dientes. Era Charlie. La iba a matar. Edward estaba roncando ligeramente a su lado.

— ¿Bella?—la suave voz de Alice se escuchó a través de la puerta. Bella respiró en alivio y corrió a abrir.

Una enorme sonrisa y unos brazos delgados la rodearon.

— ¡Alice!—Bella la apretó contra su pecho también y cerró la puerta antes de que Charlie se despertara.

—Te extrañé tanto—dijo Alice contra su oreja—Charlie no está—. Aclaró en cuanto vio cómo Bella estiraba el brazo para ponerle seguro a la puerta—. Usé la llave que está debajo de la maceta—Alice se alejó, mirándola en la media oscuridad de su habitación.

—Ah, qué bueno. Ven acá—Bella volvió a jalarla y soltaron risitas.

Edward se removió en la cama.

Alice sonrió, contenta.

— ¿Quién es ese de ahí?—se alejó de Bella y saltó a la cama—. ¡Despierta!—saltó y saltó haciendo que el atrapa sueños en la cabecera sonara y que Edward se despertara asustado.

— ¿Qué putas?

Alice se le echó encima y Bella se rio.

— ¡Edward!

— ¡Alice espera, voy a…

Ambos se cayeron al suelo.

—Ups—dijo Alice. Bella rodeó la cama y la ayudó a levantarse.

Edward se levantó, gruñendo disgustado, y se alborotó el pelo.

— ¿Cuándo llegaste?—Edward la rodeó con un brazo.

—Hace como una hora. Vine directo hacia acá. Andando, vamos a Paper Towns. Necesito almorzar.

—Demonios—Edward se alejó y se puso la camiseta.

Alice estaba revolviendo el armario de Bella. Lanzándole cosas.

Alice no salió de la habitación y ellos tuvieron que vestirse bajo su atenta mirada.

—Me siento como en una porno o algo así—dijo Edward.

—Ya quisieras—dijo Alice, quien comenzó a cepillar el pelo de Bella.

—De hecho sí. Estamos los tres solos. Nos conocemos de hace tiempo…

—Cierra la boca—dijo Bella, abriendo la puerta de su habitación.

Alice corrió hacia la calle y después de un rato estaba sonando el claxon cuando Edward todavía se estaba cepillando los dientes.

Cerró la puerta de la casa detrás de él y Alice arrancó cuando todavía no entraba al auto completamente.

Esa estúpida.

Emmett y Rose ya estaban en Paper Towns para cuando ellos llegaron.

Alice llamó mucho la atención con sus saludos y cuando les estaban trayendo el almuerzo, Jasper llegó.

Él se sentó junto a Bella y Edward y le robó una papa a Emmett.

— ¿Quién almuerza papas fritas?—dijo.

—Yo—le respondió el grandote—. Y ahora tú.

Jasper se rio y se ajustó los anteojos.

Engulleron los panqueques de moras, suaves y calientes. Disfrutaron del tocino grasoso y caliente, del café negro y del suave que había ordenado Bella, de las papas fritas de Emmett, de la avena que ordenó Rosalie, entonces se quedaron callados.

— ¿Cómo te va Alice?—Rosalie preguntó.

—Bien—ella respondió.

— ¿Y tu novio de turno?

Bella se hizo hacia atrás y miró a Jasper. Él siguió partiendo sus hot cakes.

Alice rodó los ojos.

—No tengo idea. No sabe que estoy aquí.

—Ah, las buenas relaciones—dijo Edward, que también partía sus panqueques.

—Seguro las extrañas—dijo Emmett.

—Su romance de hace un año sigue vivo en su mente, Emmett—Alice le entrecerró los ojos a Edward.

—De acuerdo, suficiente—dijo el aludido.

Bella suspiró y partió sin ganas el último waffle que quedaba en su plato.

— ¿Qué haremos después de esto?—Jasper preguntó, cambiando el tema para bien.

—Iremos a La Push—respondió Emmett.

— ¿La Push?—dijo Bella— ¿no está como… helando allá?

—Por eso vamos—dijo Emmett. Ella rodó los ojos y Edward la atrajo hacia él y dejó un beso en su mejilla.

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— ¿De veras vamos a la playa?—preguntó Alice, cuando salieron de la cafetería.

—Sí, vamos, andando—dijo Emmett, poniéndose su boina—será divertido.

—Hay nieve, Emmett—dijo Rosalie, tocándose el cabello, asegurándose que estaba presentable. Era bastante estúpido que lo hubiera alaciado cuando era bastante probable que cayera nieve. Bella rodó los ojos ante el pensamiento—nos quedaremos atascados.

—Claro que no.

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— ¡Te dije que nos quedaríamos atascados!—Rosalie golpeó el tablero del auto de Jasper.

—Tranquila, no pasa nada—dijo Emmett. Mirando por la ventanilla del auto, mirando al montón de nieve que rodeaba las llantas.

— ¿Cómo que no pasa nada?—cuestionó Alice, molesta, desde el asiento trasero—estamos en medio de la nada, atascados, caerá más nieve y nos vamos a morir—dijo, con su maldita voz aguda.

—No nos vamos a morir—dijo Emmett. Rodó los ojos.

—Entonces sácanos de aquí—le dijo Edward.

— ¡De acuerdo, nenas!—dijo Emmett y salió del auto.

—Idiota—musitó Alice.

—Dios, Rose, cierra la puerta. Está helando—Rosalie se estiró para obedecer la orden de Bella.

— ¿Qué rayos está haciendo ahí?—Edward medio se giró y miró a Emmett por la ventana.

— ¡De acuerdo!—Emmett abrió la puerta—necesitaré un cuchillo, mantequilla y un encendedor.

— ¡Entra al auto, imbécil!—le gritó Jasper y él salió en su lugar.

Después de unos cuantos minutos, Jasper tocó la ventanilla de Emmett.

—Necesito tu ayuda—le dijo.

—Creí que querías que me quedara en el auto.

—Cállate y ven.

Emmett bufó y fue a ver qué pasaba.

— ¡Edward ven aquí!—Emmett gritó, después de un rato.

Edward bajó la ventanilla.

—Soy cantante. No puedo salir al frío.

— ¡Por Dios!—dijo Jasper.

Las chicas se rieron y Bella tuvo que echarse a un lado para que Edward pudiera salir.

—Bien, pero si algo le pasa a mi cara o a mis cuerdas vocales están muertos.

—Sí, sí, Edwarda, sostén esto—Jasper le dio una pala.

— ¿De dónde sacaste una pala?—preguntó Edward.

—Del maletero.

—Jazz siempre está preparado para todo—Alice elogió dentro del auto. Rosalie y Bella la miraron con los ojos entrecerrados.

— ¿Y qué se supone que haga con esto?—Edward miraba la pala con cara de póker.

— ¡Oh, vamos!—Jasper se quejó— ¿nunca se han quedado atascados? ¿Están seguros que vivían en Forks?

—Si—ambos respondieron.

—Sólo cava—Jasper le dijo a Edward.

Él bufó.

— ¿Le puedes creer?—dijo indignado, dándole la pala a Emmett. Rehusándose a cavar.

Emmett cayó en el engaño y comenzó a cavar alrededor de la llanta.

Pasaron algunos minutos y luego Bella miró por la ventana.

— ¿No creen que debamos ayudarles?

—No—ellas respondieron.

—Pero ya han pasado algunos minutos, van a morir ahí afuera.

—Mejor—dijo Alice, hojeando una revista de ciencia que sacó de la guantera del auto—menos hombres en el mundo, ¿enserio quieres evitar eso?

—Pero…

—Bella, no voy a congelar mi trasero ahí afuera cuando hay alguien que lo haga por mí—dijo Rosalie, seguía tocándose el pelo. A este paso lo iba a llenar de frizz—además, ¿Qué le pasará a mis manos? Me pinté las uñas en la mañana.

—Increíble—Bella las miró a las dos mientras se ponía sus guantes y abrió la puerta.

—Mierda, que frio hace—dijo al salir.

—Amor, vuelve al auto—Edward le dijo, como si él en realidad estuviera ayudando en algo ahí afuera.

— ¿Necesitan ayuda?—Bella se hincó a un lado de la llanta, junto a Jasper y Emmett.

—Por favor, tu novio el "manos delicadas" no puede cavar un hoyo—Jasper dijo.

— ¿Siguen con eso? ¿Qué tan profundo está?—Bella se levantó junto con ellos y le quitó la pala a Emmett.

Junto a Jasper, logró cavar y poner sal alrededor.

—De acuerdo, Emmett, echa a andar el auto.

Cuando se movieron, festejaron.

— ¡Bien, andando!—dijo Edward, entrando al auto.

—Ugh, traes el frío contigo—Alice se alejó de él y le dio un manotazo en el brazo.

—Bien—dijo Jasper.

Cuando estuvieron adentro, Jasper se giró en su asiento y golpeó a Edward en la nuca.

—Debería darte vergüenza.

—Ella es hija del jefe de policía, viejo, algo debió de haber aprendido.

—Bien hecho, Bella—le dijo Rosalie—deberías conseguirte a uno de los guapos del taller mecánico cerca de casa.

— ¿Los guapos de overoles?—Alice preguntó—todavía tengo la foto.

—Definitivamente. Déjame verla—dijo Bella.

— ¡Oye!—protestó Edward.

—Tal para cual, hermano—Jasper dijo.

Edward miró por la ventanilla, enojado.

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El año se estaba terminando.

Bella miró por la ventana. La nieve seguía cayendo y trazó una línea con su dedo sobre la ventana. Las gotas de agua se deslizaron al mismo tiempo que unos brazos la envolvieron.

— ¿Extrañas Forks, hija?—Charlie preguntó. Charlie seguía oliendo a madera y a Old Spice y ahora olía a cerveza.

—Algo, papá. Pero soy muy feliz en California.

—Sí, ahí si tienes cosas que hacer. Aquí lo más interesante que hacías era hacerme la cena—Charlie sonrió y su bigote se movió.

—Eso no es cierto. Era totalmente aburrido—Bella le dio un trago a su copa.

Los adultos los dejaron tomar vino sólo por esta ocasión.

—Eso explica el pollo seco.

Bella se rio y le dio un codazo en las costillas a Charlie.

— ¡Andando!—dijo Esme— ya casi es media noche.

Se reunieron en la sala, frente al gran televisor mientras veían a la multitud en Times Square mover las manos y sus lentes de año nuevo.

— ¡Que emocionante!—chilló Alice bajito y se sentó junto a Bella en el sofá.

Esme estaba pasando el champagne y las uvas con ayuda de Lillian.

Edward se sentó junto a Bella, al otro lado, y Charlie apoyó sus manos en los hombros de su hija.

Rosalie y Emmett se sostenían por la cintura mientras Emmett estaba a punto de terminarse las uvas que no debería comer aun.

Bella alzó una mano y la enredó con la de su padre.

La gente en la televisión se estaba poniendo más extasiada conforme los minutos avanzaban, luego cortaron la transmisión con publicidad de último minuto.

—Jasper, esa es tu tercer copa de vino. Deja eso ahí—su madre, Julia, se la quitó de las manos.

—Pero yo no tengo champaña, madre—se quejó.

Cuando sus padres se descuidaron, volvió a tomar la copa.

La cuenta regresiva comenzó. Alice saltó en su asiento y comenzó a devorar sus uvas. Bella le dio un trago a su champaña y Edward le dio un beso en la mejilla.

—…5…4…3…2…1 ¡Feliz Año Nuevo!

La esfera gigante de Times Square cayó y Bella pegó un brinco en su asiento.

Corrió alrededor del sofá y se refugió en los brazos de Charlie. Talló su mejilla contra su pecho y vio cómo Edward abrazaba a Alice sólo por falta de tener a alguien a quién abrazar.

Esme llegó a su lado y lo jaló a sus brazos.

—Feliz año, Bells—Charlie le dijo, igual que el año anterior, reposando su mejilla en la coronilla de Bella.

—Feliz año, papá—ella sonrió—Te quiero.

—Y yo a ti.

Se quedaron abrazados por un rato más, entonces, cuando Edward dejó de abrazar a sus padres, la miró.

—Anda, ve—Charlie le dijo al oído y la dejó libre.

—Chica Bike—Edward le sonrió. El tipo de sonrisa que uno se lleva consigo para toda la vida.

—Te amo—ella le dijo, dándole una sonrisa dentona.

Edward la jaló contra su pecho y le besó la frente.

Bella suspiró en sus brazos y luego Alice la jaló hacia ella.

—Suficiente. Ven aquí, Bella—le sonrió y para ser tan pequeña, Alice la estaba asfixiando.

Cuando la noche terminó, Bella estaba otra vez en los brazos de Edward. Moviendo las piernas, pretendiendo bailar.

—Charlie me odia—él le dijo al oído.

Bella alzó la vista y lo miró.

—No te odia, ¿por qué lo haría?

—Porque soy problemático y te tengo aquí, secuestrada.

Bella sonrió.

—Creo que tu lado problemático se fue cuando te conocí.

—Sí, me arruinaste, Bella.

—De nada—ella se alejó de él y le sonrió. Enterrando las manos en sus bolsillos—me robaré otra copa de vino, ¿quieres una?

—Suena genial—Edward le sonrió.

—De acuerdo—Bella se escabulló hasta la cocina y Edward fue a sentarse al sillón.

Los adultos estaban sentados en el comedor, charlando entre ellos.

Garret había venido también, Lillian aún no terminaba de mudarse a California y él se vio obligado a pasar las fiestas en un pueblo desconocido por todo el mundo.

Bella logró tomar las dos copas de vino y se sentó junto a Edward.

Emmett estaba hablando sobre la vez que se encontró una rata en el restaurante en el que había trabajado tan pronto como llegaron a California.

—Eso es asqueroso, Emmett. ¿Enserio no limpiaban nunca?—preguntó Alice.

—Lo hacemos pero verás…—le respondió a Alice—las ratas son escurridizas…

Bella ahogó la conversación y miró a Edward.

— ¿Cómo haremos para escabullirnos a tu habitación?—le susurró.

Edward la miró y alzó las cejas.

—Bella Swan, tus palabras me asombran.

—Cállate y dame una respuesta. No me iré de aquí sin tener mi sexo de Año Nuevo.

—No lo sé, Chica Bike, se nos ocurrirá. Por ahora, ¿te conformas con un beso de Año Nuevo?

—Aquí está Charlie.

—No me importa.

—A mí sí.

—Ay, vamos, claro que no te importa.

—Bueno, sólo que me da algo de pena.

— ¿Te da algo de pena besarme frente a tu padre pero no tienes problema alguno con hablar de sexo frente a él?

—Es diferente. Él no me escuchó.

— ¿Cómo estás tan segura?—Edward le entrecerró los ojos.

—Susurré.

—Ya veo.

Edward se inclinó y la besó. Bella se tensó pero cuando Edward no se movió, ella relajó los hombros y le devolvió el beso.

Cuando él se alejó, no le importó.

Se había sentido bien.

Besar a alguien frente a tus padres. Se siente bien. Revelador. Refrescante. Libre.