Los ojos de Mikasa no se apartan de su reflejo ilustrado en el espejo posterior a acabar de secar su rostro con una toalla. Intentó analizarse un poco. Apoyándose con ayuda de sus manos en el lavabo, se acerca al gran trozo de vidrio.

Tú decides quien quieres ser

La voz de Kiyomi se adueña de su mente. ¿Quien quería ser? Parecía una pregunta fácil para cualquier otra persona, sin embargo, ella no era cualquier persona. Sentía que había algo más que debía averiguar antes de llegar a la añorada respuesta.

"¿Quien soy?" Recitó firme en su mente, como si esta fuera una persona que buscara interrogarla.

—Soy Mikasa Ackerman —respondió—. Soldado de la legión de reconocimiento, mi deber es proteger a Eren Jaeger y cuidar a Armin Arlet...

Se detuvo al notar una lágrima caer suavemente por su mejilla.

—No...

Incorrecto. Ella dejó de ser una soldado hace tres años, ya no tenía quince años ni mucho menos diecinueve. Eren ya no necesitaba protección por el simple hecho de que ya no estaba a su lado, se había ido para siempre. Y Armin... Armin tampoco la necesitaba, él siguió adelante sin ella.

Dirigió su vista al vendaje de su muñeca, vendaje que acarició suavemente.

—¿Quien soy?

Suspirando pesadamente, toma sus prendas y termina de vestirse. Necesitaba aire fresco.


El viento acaricia bruscamente sus largos cabellos, lo que hace que se aferre a su bufanda por instinto. Camina por el largo tramo hasta llegar al final, ahí el camino se dividía en dos; uno iba en dirección al centro de la ciudad y el otro conducía a las montañas.

Su decisión parecía ser bastante obvia, sin embargo, un recuerdo no muy lejano llega inesperadamente a su cabeza.

Ten. Ve ahí cuando lo necesites

La dirección que le dio el capitán Levi.

Aún la recordaba, aunque no tenía conocimiento sobre con que clase de cosas se encontraría ahí.

La curiosidad le ganaba cada vez más. Si su ex-superior le ofreció aquel trozo de papel fue porque su estado no era grato —tampoco se sentía de esa manera— y le haría bien. A final de cuentas, él siempre se preocupaba por los que alguna vez fueron sus subordinados.

—Confiare una vez más en su juicio, señor.


Su ceño se frunció al llegar. Era un edificio de tres pisos y el primero era un local que tenía poco tiempo de haber abierto, que, por su letrero a medio pintar parecía que sería una tienda de té.

La puerta estaba abierta, pero el interior oscuro. ¿Qué pensaba él capitán?

A pasos sigilosos, ingresó al lugar musitando unos cuantos "hola" y "¿Capitán?" Sin obtener respuesta. Además de tener poca luz, el lugar se encontraba sucio. ¿Por qué el hombre más limpio del mundo la enviaría a un lugar así?

Unas tablas caer y una voz vociferando "¡Aún no atendemos!" Provoca que dirija una mano al pecho debido al susto.

—¿Onyankopon?

—¿Sí? —el robusto hombre salió de la parte trasera de una montaña de cajas con el ceño fruncido. Al verla, este se relajó— ¿Mikasa? —sus ojos se ensanchan— ¡Mikasa! No esperaba verla por aquí.

Ella se encoge en su lugar tímidamente, sin ocultar su asombro.

—Siento honesta yo... Tampoco... —musitó lo último, acariciando su bufanda.

Un silencio incomodo los acapara. Su relación con Onyankopon era únicamente de compañerismo, se dedicaban frases breves y con un solo propósito; el de acabar la guerra. Ahora con esta terminada, su comunicación se volvió completamente nula. No sabía cómo ni que decir y el escudriño que él le daba no ayudaba a eliminar su incomodes.

—¿Cómo supo del lugar? —preguntó el mayor con evidente curiosidad, colgando el trapo que llevaba consigo sobre su hombro.

Mikasa parpadea bruscamente al verse expulsada repentinamente de sus cavilaciones.

—El capitán me dio la dirección.

Si los ojos de Onyankopon antes de ensancharon al verla, ahora lo hicieron aún más al escucharla. No menciona nada por unos largos y tediosos segundos lo que ocasiona que se cuestione internamente si no debió decir nada o peor, no debió haber ido hasta ahí.

Se relaja un poco al escucharlo carraspear y salir de su estupor.

—Ya veo —comentó, con una leve sonrisa—. Así es como fue.

Posterior a ello, él se encamina hacia una mesa ubicada en una esquina y con el trozo de tela, la limpia cuidadosamente. Cuando acaba, posa una silla junto a esta y le indica amablemente que tome asiento. Mikasa se exalta y niega repetidas veces, explicándole que no quería molestar, que se veía ocupado y no deseaba ser un estorbo. Onyankopon la tranquiliza y le indica que no había ningún problema. No tuvo otra opción más que aceptar a regañadientes.

—Eres la primera clienta al parecer —dijo divertido, extendiéndole un vaso de agua—. No es justamente lo que se busca servir, pero como ves —señaló su alrededor—, todavía no está listo.

—No esperaba que abriera una tienda —opta por decir algo para evitar más silencios.

El suelta una carcajada, confundiéndola nuevamente.

—No, no es mía. Sólo ayudo. En realidad, le pertenece al capitán Levi.

Bien, eso no lo esperaba. Nunca pensó que el capitán tuviera un sueño o una aspiración después de la guerra. Siempre pensó que era atípico, que el vivir o morir estaría a manos del destino, que simplemente cumpliría su papel como soldado más fuerte.

No, Mikasa

Él no era ella, todas las personas tenían un deseo que añoraban cumplir a la hora de llegar al final del infierno que vivieron, por muy imposible que sonara o fuera, la esperanza siempre estuvo presente, lo que los motivaba a seguir luchando. Menos ella.

¿O si lo tenía?

¿Cuál era tu sueño, Mikasa?

Quería vivir con Eren, lejos en las montañas, solos.

Pero Eren ya no estaba. ¿Cuál era su sueño ahora?

Tú decides quien quieres ser

—¿Mikasa? —inquiere Okyankopon, preocupado, al notarla tan ida.

—¿Dónde está el capitán? —averigua suavemente, sin poder controlar sus palabras.

—Él está dormido arriba.

—Ya veo.

¿Vivirá aquí?

—No vive aquí —anuncia su acompañante como si leyera sus pensamientos—. Le propuse que descansara, trajo muchas cajas y sobre esforzó su pierna.

—¿Estará bien limpiando todo esto usted solo?

—Bueno —encogió sus hombros—. No hay mucho que hacer después de todo. La guerra acabó, hacer este tipo de cosas tan normales, me hacen sentir más humano. Libero mi mente y olvido mis pecados.

Mikasa asiente, transmitiéndole que entendió plenamente su punto, porque eso era justo lo que necesitaba.

—Onyakopon —llama su atención—, ¿me permitiría ayudarlo a limpiar?


Inspiración-san está de mi lado con este fanfic, por ende parece que actualizo rápido jajaja Se me hace interesante (y aterrador) tratar con el mundo canonico.

Este capitulo no es tan corto como el resto, ¿Ven lo que digo? jajaj en general serán como drabbles, sin embargo, existirá la posibilidad (como ahora) de que se extiendan un poco.

Espero les haya gustado.

Nos vemos pronto.

Las quiere.

Val.