Metal Fight Beyblade y sus personajes no me pertenecen.
Ambos se miraron a los ojos por un momento, lo único que se escuchaba eran los cantos de los grillos y ululares lejanos de los árboles.
Con cautela, Hyouma se agachó y dejó la bandeja de comida frente a Ryuuga. Se veía tan mal. Su cuerpo no sólo parecía agotado sino que su mente estaba pendiendo de un hilo.
—Oye, Ryuuga. ¿Te encuentras bien?— Por primera vez en todo el día, las palabras que brotaron del menor no eran frías o distantes. Realmente estaba preocupado.
El simple hecho de ver al mismísimo emperador dragón en un estado tan vulnerable lograba romper todas sus barreras. En un instinto de consolar al otrotomó sumano con delicadeza. Ryuuga abrió los ojos con sorpresa y su cuerpo se tensó, pero se negó a apartar el cálido tacto que, muy en el fondo de su consciencia, necesitaba.
Ambos parecían estar en otro mundo, quizás regresaron en el tiempo cuando se conocieron, donde eran sólo niños pequeños jugando por el campo y escalando árboles por diversión. No había responsabilidades ni amenazas o rencores, sólo ellos.
Una fuerte brisa atravesó la habitación, agitando la tenue luz de la vela e intimidándola con apagar su fuego. Las sombras vibraron para recordar su presencia y Ryuuga apartó bruscamente su mano.
Hyouma parecía aturdido por un momento, como si lo hubieran arrastrado por la fuerza a la realidad. Se sintió patético. Se sintió un tonto por bajar sus defensas y estar a merced de Ryuuga de nuevo.
Era alguien tan patético.
—Son fideos, puedes comerlos o no.— La ira se resbalaba por su voz y sus ojos comenzaban a arder. Le costó toda su fuerza de voluntad para no desmoronarse allí mismo.
Se levantó y se fue, sin decir nada más.
El dragón miró el plato de comida y luego por dónde se fue Hyouma, tomó los palillos y comenzó a comer. Estaba delicioso.
Ryuuga se cubrió los ojos con su antebrazo.
Era un idiota.
Al llegar a su dormitorio cerró el fusuma* y se desplomó en el suelo.
Su cuerpo temblaba por la ira y la humillación que había sentido. Abrazó sus rodillas, intentando consolarse a sí mismo. Sin embargo, parecía que a sus recuerdos les encantaba burlarse de un Hyouma destrozado.
Ryuuga siempre ha sido amable conmigo.
Él jamás haría algo que me causara daño.
Es uno de mis mejores amigos.
Confío en él.
Cómo se atrevía a pensar en eso ahora. Sus manos de dirigieron hasta su cabello, enterró su rostro entre sus rodillas y dejó que pequeños sollozos salieran. La luz de la luna se filtraba por la habitación, bañandola de un hermoso azul opaco y permitiendo que el joven llorara bajo su manto.
Hyouma ni siquiera quería imaginar en lo ridículo que ha de lucir reviviendo el recuerdo de una traición una y otra vez, siempre atormentandolo. Una imagen de la sonrisa de Gingka pasó por su mente. No. Lo que menos quería era enfrentarse al pelirrojo, no quería que lo viera desmoronarse. Hyouma era quien debía apoyar a su amigo y mantenerse firme, ese siempre había sido su trabajo.
—Jamás imaginé verte llorar de nuevo, Hyouma.
Esa voz sobresaltó al de rizos. Hokuto estaba sentado en el borde de la ventana, sus ojos eran los de un padre preocupado viendo a su hijo con el corazón roto.
—¡Hokuto!— El chico se limpió el rostro lo mejor que pudo. — Lo siento, no te escuché llegar jaja.
Las marcas de las lágrimas seguían ahícomo cicatrices en su piel y su cabello era más desordenado de lo normal.
El perro se adentró al dormitorio y se acomodó junto al niño que había visto crecer. Hyouma no necesitó palabras para explicarle lo que estaba pasando, el animal ya lo sabía.
—¿Vas a cuidarlo hasta que se recupere?— Hokuto preguntó, mirando hacía el paisaje estrellado.
—No puedo dejarlo así, pudo haber muerto sino lo hubiera encontrado a tiempo.
La voz del carnero era ronca y apagada. Ni siquiera volteaba a ver a quién lo cuidó después de la muerte de su padre, se sentía culpable por volver a darle un refugio a la persona que había provocado tanto desastre en la aldea, pero no podía abandonar a Ryuuga a su suerte.
Hokuto dio un largo suspiro. —Te enamoraste de un Ícaro que vuela muy cerca del sol, Hyouma.
El muchacho se quedó callado, eso lo sabía muy bien.
Hyouma se levantó del suelo, apoyándose en la pared debido a que sus piernas se sentían muy débiles.
—Hokuto... quisiera pedirte un favor.
El flequillo lila tapaba su mirada, pero el tono de sus palabras era de alguien decidido. El perro lo miró en silencio, esperando que el joven terminara lo que tenía que decir.
—Quiero encargarme de esto yo mismo, no me gustaría que Ryuuga perdiera el control mientras tú estás aquí. Yo seré el único que asumirá las consecuencias.
Respiró hondo y continuó.
—Asumire todas las responsabilidades que he intentando evadir por varios años. Así que, por favor, déjame arreglar este desastre.
Hokuto estaba sorprendido. Esas palabras lo dejaron atónito, era extraño escuchar a Hyouma tan serio, pero a la vez tan determinado. Sin embargo, el perro no pudo evitar sentirse orgulloso de ver al niño que acompañó durante años convertirse poco a poco en un adulto, su padre debía de estar igual de orgulloso en donde quiera que estuviera.
El animal cerró los ojos, en un asentimiento silencioso.
—Por favor cuídate, muchacho.— Dijo mientras se dirigía hacía la vetana y salía de un salto.
—Lo haré.— Respondió Hyouma.
Cuando estuvo de nuevo solo en la habitación, se dirigió a pasos lentos hasta un mueble que estaba junto a su futón, dentro había una pequeña caja de madera que tenía hermosos grabados de aves y flores de cerezo en ella.
Sin ser totalmente consciente, acarició la tapa con delicadeza, casi con ternura.
Alado de la caja estaba una pequeña llave dorada abandonada. La tomó y ansioso abrió el objeto en sus manos.
Todo lo que había eran cartas, todas en perfecto estado con sólo un poco de polvo. Con cuidado tomó la que estaba encima de todas las demás y leyó lo que decía el sobre.
De: Kishatu Ryuuga.
Para: Nakamura Hyouma.
*El fusuma son las puertas corredoras de las casas japonesas.
Siento que me fue difícil escribir este capítulo, por qué quiero hacer las personalidades de los personajes lo más apegado al anime, pero es muy complicado aaah. Por cierto, los apellidos que escribí al final no son oficiales. De todas maneras, ¡espero que les haya gustado! And thanks for reading, Coolio! I'm glad that you are enjoying this story. Your reviews motivate me to keep up writing!
