Por fin con ustedes el capítulo final. Muchísimas gracias por leer de antemano.¡Que lo disfruten!(No tiene beta así que disculpen los errores)


Satoru no mentía cuando en una de sus muchas cartas dijo que el florecimiento de los cerezos en Tokyo eran hermosos.

Las pequeñas hojas rosadas caían sobre la cabeza de Yuuji perdiéndose en este por el color, También sobre la comida y las tazas de té dándole más vida a todos los colores que se entremezclaban. Habían decidido desayunar en el jardín trasero a la intemperie y disfrutar del agradable ambiente que trae consigo la primavera.

Las jacarandas ya tenían sus hojas verdes haciendo lucir aún más sus brotes morados o fucsias. Los arbustos empezaban a dejar ver los hermosos colores vivos de su pequeñas flores también en varios y brillantes colores.

Había pasado un mes desde que contrajeron matrimonio y Yuuji ya se había adaptado a la nueva vida dentro de la finca, como si llevara años viviendo en ella.

Eran esos preciosos momentos de tranquilidad antes de que Satoru tuviera que atender asuntos de la casona y los negocios familiares, quitándole peso a los hombros ya cansados de su padre y Yuuji se dedicará a ayudar en lo que necesitaran las musas o las cocineras. Aún que muchas veces se le había pedido no hacerlo por qué no era en lo absoluto su trabajo y temían que los jefes de la casa se molestarán por ello, solo basto una pequeña charla de Yuuji con su esposo para que no hubiera mayor problema, por qué de eso, a mantenerse sin hacer nada y solo esperar en su habitación compartida no era muy llamativo para él.

Satoru se sentía de alguna forma fascinado al ver que Yuuji no sabía estarse tranquilo en un lugar, siempre estaba ansiando hacer algo.

Dentro de la finca ya no había nadie con quien Yuuji no hubiera platicado al menos una vez, incluso con Nanami ya se llevaba muy bien. Todos lo saludaban y sonreían cuando lo veían, incluso lo llegó a ver corriendo a esconderse por estar jugando con los hijos de las musas o sobrinos suyos que llegaban de visita.

También era de admirar toda su resistencia pues ni con todo el ajetreo del día Yuuji se cansaba, esperando para cenar juntos y después platicar sobre todas las cosas interesantes que hizo y poner atención total cuando Satoru le contaba sobre cosas aburridas de la casona y los negocios familiares. Más noche y en la comodidad de su cama Yuuji seguía haciendo gala de su resistencia; amaba como Yuuji aprendía rápido y dejaba sus inhibiciones por el placer de ambos. Tan receptivo y complaciente.

Yuuji era más de lo que pudo imaginarse y a diario agradecía por ello.

-Satoru-san quisiera ir al centro del...pueblo mañana por...aahg- Yuuji trató de terminar su oración y al no poder llevó su mano a su boca, tratando de apaciguar el repentino regusto amargo en su boca y la sensación de su estómago revuelto.

Satoru lo miró preocupado y se acercó, posando una de sus manos en su espalda sobando en círculos y con la otra midiendo su temperatura en la frente.

-¿Qué ocurre Yuuji?.

-Nada nada, es solo que de repente me dieron náuseas, creo que estoy comiendo muy rápido.

-Aun así haré que el sanador que nos atiende venga a verte esta tarde.

-No es necesario Satoru-san, estoy bien.

-No me arriesgaré, ha habido brotes de una enfermedad en el pueblo, no quiero correr riesgos y menos si se trata de ti.- Satoru levantó el rostro de Yuuji de su mentón y lo beso. Yuuji se animó, pero antes de profundizar el beso, una nueva ola de malestar lo hizo apartarse y ahora sí levantarse y correr hacia el baño.

Satoru se quedó un segundo pasmado para el siguiente levantarse como alma que lleva el diablo y doblemente preocupado. Al llegar al baño se detuvo en la puerta viendo a Yuuji de rodillas frente al retrete, encorvado y vomitando. El corazón se le estrujó y el miedo empezó a florecer en su pecho como mala hierba.

-¡Nanami!. - Satoru grito mientras entraba al baño, tomaba una toalla de mano de una gaveta alta, la humedecia y se acercaba a Yuuji aún arrodillado, tratando de recomponerse y limpiar sus lágrimas.

-Aquí Yuuji deja te limpio.

-No, no es necesario, puedo hacerlo yo.

-No seas obstinado cariño, voy a cuidarte simplemente por qué soy tu esposo.

-¿Me llamo Gojo-san?. -Nanami se quedó en la entrada del baño viéndolos expectante y al notar la cara desmejorada del pelirosa la preocupación se instaló en su rostro. -¿Le pasa algo a Yuuji-san?.

Satoru levantó a Yuuji del piso y recargandolo en él lo llevó de vuelta a al dormitorio.

-Si, parece que pescó algo y necesito que le digas a Gakuganji que venga cuanto antes, es una emergencia.- Satoru no oculto su intensa mirada llena de preocupación.

Nanamin asintió retirándose rápidamente, sintiendo quizás sin derecho la misma preocupación de su jefe.

A los veinte minutos de haberse ido Nanami regresó con el sanador del pueblo quien a pesar de su ya avanzada edad se mantuvo a su mismo paso veloz. Gakuganji venía de una larga lista de sanadores en su familia y era de entera confianza, él sabría con certeza qué era lo que le ocurría a Yuuji.

-Así que él es el esposo del gran Gojo Satoru.

-Buenos días para ti también y si él es mi esposo, lo hubieras conocido desde antes si hubieras asistido a la boda.

-Tenía cosas que hacer jovencito. Veamos ¿Qué es lo que te aqueja Gojo-san?.

Yuuji empezó sobre sus mareos, sorprendiendo a Satoru por qué estos ya tenían casi una semana desde que empezaron y aunque trato de no mirar con severidad a su esposo Yuuji sintió la tensión en su mirada, esperando que lo perdonara por no decirle antes, pero pensó que era incluso su estómago adaptándome a la nueva comida y sazón del lugar. Le comento sobre el vómito de esa misma mañana y que se había estado sintiendo sin energía por las mañanas.

Satoru se regañaba internamente por no notar esas desmejoras en su esposo y jurando poner mucha más atención.

Gakuganji se acercó más a él y le pidió descubrir un poco su estómago, y así lo hizo Yuuji. Sin decir más Gakugangi puso su mano en su vientre cerrando sus ojos y concentrándose.

Tanto Yuuji como Satoru y Nanami lo veían expectantes y preocupados, pero solo bastó un segundo más para que retirara su mano y abriera los ojos con un brillo confiado y una suave sonrisa.

-No es nada de lo que debamos preocuparnos, solo es la naturaleza hacíamos su trabajo, felicidades está embarazado Gojo-san.

Yuuji llevó sus manos a su estómago, sus ojos abriéndose conforme asimilaba la noticia; por fin un bebé, suyo y de Satoru. Su primogénito o Primogénita.

Yuuji sintió dos brazos rodeando su cabeza y hombro, los labios de su esposo dándole un dulce beso en su mejilla.

-Un bebé Yuuji, vamos a ser papás.- La voz de Satoru se oía entrecortada, tratando de no llorar en ese momento. -Por los Kamis me metiste un gran susto, pero es solo nuestro bebé.

Yuuji tomó las mejillas de su esposo entre sus manos y sin poder controlarse él se soltó a llorar. La felicidad, la dicha y la plenitud llenando cada parte de su cuerpo y sentirse tranquilo al ver a su amado Satoru feliz por la noticia.

-Vendré dentro de tres semanas más, para otro chequeo, por favor manténgase tranquilo y en reposo, debes estar apenas con unas dos semanas de embarazo y el primer trimestre es importante y delicado. Aliméntate bien, pasaré a dejarle una lista de lo que debes comer a las cocineras. Nuevamente muchas felicidades, me retiro.

Yuuji asintió a todo lo que se le dijo, viendo ya en la expresión de Satoru que haría que siguiera todas las instrucciones al pie de la letra. Incluso Nanami vería que así fuera.

Nanam también antes de salir junto al sanador fuera de la habitación se giró para darles sus felicitaciones.

Una vez solos, Satoru atrajo más hacia sus brazos a Yuuji, ahora sí dejando salir lágrimas de felicidad, acariciando su aun plano estómago.

-Sigo intrigado, ¿Cómo es que sabe que es un embarazo y no otra cosa?-- Yuuji soltó su pensamiento sonando realmente curioso y haciendo reír a Satoru.

-Mi querido Yuuji dicen que los sanadores también tienen un poco de brujos y él ya es un hombre viejo, debe tener mucha experiencia. Debemos escribirle a tu familia y contarles las buenas noticias y avisarles cuanto antes a mis padres.

-Si, pero podemos hacerlo más tarde, quiero estar así contigo un rato más.

-Lo que tu quieras mi amado Yuuji.

Afuera se oía el pilar de las aves y las hojas danzar en la brisa del medio día, el clima seguía siendo cálido y las hojas de cerezo seguían cayendo. Yuuji pensó en si su bebé nacería con el color de cabello rosa suave de la primavera o el blanco prístino del invierno.

Dentro de la finca Gojo se podía sentir y ver el júbilo por la llegada del nuevo integrante de la familia, se habían abierto botellas de sake y se había mandado a cantar oraciones en el templo en favor de la buena salud tanto del padre embarazado como del bebé.

En el pueblo se corrió rápidamente la noticia y varios de los habitantes que habían conocido a Yuuji en la boda o en sus paseos, habían ido a dejar flores, fruta, y comidas que ellos tradicionalmente preparaban para que su cuerpo se fortaleciera para la nueva vida creciendo en él.

Yuuji aunque no podía comer de todo, si daba pequeñas probadas a escondidas, agradecido con todas las atenciones y cuidados que le tenían. Aunque no ayudaba ya en las labores con las musas, se mantenía cerca platicando o escuchando sus anécdotas, en especial de las más grandes que habían visto crecer a su esposo y enterarse de una que otra travesura del albino.

Su madre y padre llegaron dos días después de la gran noticia. Su padre lo veía con orgullo y su madre con lágrimas en los ojos, acunando su rostro y diciéndole lo feliz que estaba por él y que pidiera cualquier cosa para comer ese día, pues ella se encargaría de hacerla para que se sintiera como en casa, como cuando su madre les cocinaba una gran manjar.

Yuuji y Satoru disfrutaron del sazón y los platillos diferentes de la región de Sendai. Satoru escuchó atento las anécdotas de cuando Yuuji era un niño y solía meterse en muchos problemas por ir sin cuidado, un día derribando sin querer a Sukuna, cosa que jamás había pasado ni cuando estaba en medio de un entrenamiento, pero bastó un pequeño Yuuji enredado en sus piernas para hacerlo. Cuando desobedeció a miss Kugisaki tantas veces que perdieron la cuenta; llegando tarde a sus lecciones o de plano escondiéndose quién sabe dónde para pasar de ellas. Del como le gustaba correr libre por los jardines o el bosque adyacente a la casona Itadori con los perros de Fushiguro y cómo debía regresar montado en uno por lo agotado que quedaba.

-Nuestro hijo será igual o peor, las cocineras me platicaron que eras Igual Satoru-san. - Yuuji cubrió su risa con su mano al descolocar a su marido por la información descubierta.

-Supongo que tienen muchas que contarte, y si nuestro hijo sera peor, habrá que tenerlo muy vigilado.

-Estoy segura que harán lo mejor como padres y será un niño muy querido, claro antes de que llegue un hermanito, o ¿solo tendrán un hijo?. - La madre de Yuuji vio ahora a los dos contrariados, pues no habían pensado ni dicho cuántos hijos tendrían. Para Satoru era una respuesta fácil de responder tras ser hijo único.

-Yo quisiera dos más, pero depende de Yuuji, él es el que manda. - Satoru tomó la mano de su esposo que descansaba en la mesa dándole un leve apretón.

Yuuji lo vio con las mejillas sonrojadas

-No tengo problema con ello Satoru-san, los que tú quieras.

Los padres de Yuuji se vieron diciéndolo todo con la mirada; oh el amor es tan grande aquí.

Los primeros tres meses habían pasado en un parpadeo; entre el reposo, libros leídos, comida saludable y pequeñas caminatas por los jardines de la finca. Incluso los niños habían procurado cuidar a Yuuji limitando sus juegos a algo más tranquilo como las adivinanzas, cantar canciones o leer cuentos, a veces a las escondidas pero con Yuuji sentado en el balcón vigilando que a quien tocará encontrar, no hiciera trampa.

Satoru había empezado a delegar obligaciones para pasar más tiempo libre y acompañar a Yuuji la mayor parte del día, sobre todo vigilar que estuviera bien y como bien se lo dijo Gakuganji que no hiciera esfuerzos. Realmente no necesitaba preocuparse pues aún que Yuuji era una persona en constante movimiento, si había entendido que debía cuidarse por el bien tanto de él como del bebé.

Incluso se había mantenido en su habitación en la siguiente luna llena y dónde Satoru debía volver a la celda en los calabozos para pasar su transformación. La ansiedad lo había mantenido unas noches antes de ese día sin poder dormir, pues su cabeza de repente había decidido traicionarlo con sueños horribles de él atacando a su esposo y su hijo. Yuuji lo noto y una noche antes le había pedido que le dijera lo que le pasaba sin importar que tan feo fuera.

-¿Crees que no serás capaz de detenerte si llegáramos a ese escenario? Te recuerdo que hace tres meses lo hiciste y estoy seguro que lo volverás a hacer por qué aún en ese estado puedes recordar lo que amas. Cree más en ti Satoru-san.

Esas habían sido las firmes pero amables palabras de sus esposo antes sus miedos y todo lo que bastó para disipar ese miedo. No lo pondría a prueba pero si Yuuji creía en él era por algo, así que también empezaría a creer en sí mismo.

Para el quinto mes Yuuji podía presumir una pequeña pero ya redondeada pancita a su madre, tías y primos, Incluso la sanadora Shoko había ido más como invitada, pero ya estando ahí se aseguraría que todo estuviera bien.

La primera visita sólo habían ido sus padres para felicitarlos, ahora con la seguridad de que Yuuji podía recibir invitados sin riesgo, una gran comitiva de la casa Itadori se había colado. Yuuji estaba feliz de tener a su familia cerca, aún que ya se sentía en casa, su familia le seguía haciendo falta.

Se puso al corriente con su primo Fushiguro quien llegó con la noticia de que pronto se uniría en matrimonio con el hijo especial de la familia Kamo y que ansiaba se conocieran. Yuuji había escuchado hablar de Noritoshi y quien también recién había cumplido los dieciséis, tenía el cabello azabache como la noche y ojos negros por igual, había sido adoptado en la rama principal por haber nacido con el don de dar vida. Aunque reciente el acuerdo de matrimonio Fushiguro estaba tranquilo y confiaba en que así como el matrimonio de Yuuji el suyo también sería bendecido por los Kamis trayendoles felicidad.

-Entonces todo es como debe de ser, bonito y perfecto en tu matrimonio, me alegro, Gojo-san parece buena persona.

-Lo es Megumi, pero no todos los matrimonios son perfectos, todos tienen sus dificultades, solo hay que saber afrontarlos juntos, creo que esa es la clave.

-Mirate, hablando como si llevaras cincuenta años casado. - Fushiguro resopló divertido a lo que Yuuji reaccionó dando un leve golpe en broma a su hombro.

-No, eso me lo dijo mi mamá y es cierto.

-Entonces Satoru Gojo no es perfecto y tiene oscuros secretos que esconder, no me digas que por las noches se vuelve un monstruo débora humanos por favor.

Yuuji se congeló por un segundo apartando la mirada y tomando su taza de té, dándole un sorbo largo para aclarar su garganta y disimular un poco los nervios. Aún que la sonrisa torcida que dió después y las palabras amenazando con salir entrecortadas debió decirle mucho a Fushiguro.

-Que cosas dices, no, no hay tal cosa, solo digo que Satoru y yo aún estamos conociéndonos, por ejemplo yo y miania de retraerme cuando estoy triste, es algo que Satoru aún no ve y quizás no le guste o que se yo...aún hay cosas que me faltan saber de él, pero por ahora creo que lo más importante lo sé y lo estamos afrontando juntos.

Fushiguro lo miró por unos momentos impasible, ejerciendo presión por si había algo más que Yuuji no le estuviera diciendo, pero al ver que Yuuji no flaqueo en su mirada decidió dejar el tema pasar, por ahora.

Para el octavo mes Yuuji y Satoru estaban maravillados con lo mucho que se movía el bebé y las fuertes patadas que daba, a veces dejándolo sin aire y haciendo que detuviera su andar cuando menos lo pensaba. Nanami que en una ocasión se ofrecía a llevarlo a una caminata por el centro del pueblo por un antojo de dulce de leche y que en esa ocasión Satoru había tenido que quedarse a resolver un problema importante junto a su padre, lo experimento y ciertamente había sido una de sus experiencias menos agradables, pues había ofrecido su brazo para que Yuuji se sostuviera y de un momento a otro Yuuji soltó un pequeño quejido y poco a poco se dobló hasta donde su vientre redondo se lo permitió. Vio que tenía los ojos dolorosamente cerrados y sus manos las había llevado una a su vientre y la otra a su pecho mientras abría la boca como si se estuviera ahogando y al preguntarle Nanami que le ocurría Yuuji no le contestaba y conforme pasaban los instantes empezaba a verse azul.

Nanami entro en verdadero pánico y empezó a dar golpes moderados en la espalda de Yuuji y tratar de enderezarlo, cosa que ayudó enormemente a Yuuji para volver a llevar aire a su pulmones y empezar a toser.

-Yuuji-san ¿estás bien?, ¿Qué le pasó?. -Nanami ayudó a Yuuji a llegar a unas cajas de madera apiladas para que se sentará ahí, Yuuji aún se mantenía encorvado y jadeando.

-Na-nada grave...es solo el bebé que pateó fuerte mi estómago, últimamente suele hacer eso, disculpa Nanamin no quise asustarte.

Nanami aquella vez respeto un poco mas a Yuuji al aguantar tales inconvenientes al traer un bebé al mundo, pues no solo era eso, también era la acidez por las mañanas y las noches, el cansancio, el dolor de espalda, pies hinchados, estar incómodo, sentado, acostado o en cualquier posición, incluso boca arriba sentía que el aire también le faltaba. Las dificultades para dormir; había visto varias veces tras sus rondas a Yuuji en la cocina preparándose un té, algunas veces lo acompaño, ya que Yuuji no quería despertar a Satoru al estar dando vueltas acostado. Conforme se acercaba más la fecha para el nacimiento del bebé Yuuji empezaba a estar más ansioso, Satoru por su parte igual, procurando a su esposo aún más y teniendo un ojo sobre todo los asuntos de su clan y otro pegado a Yuuji.

A principios de febrero Gakuganji hizo su visita mensual y con la que se anunciaba la novena y última antes de la cesárea que se practicaria a Yuuji. Durante los últimos cuatro meses Gakuganji le había explicado en reiteradas ocasiones a ambos padres el proceso y los cuidados post operatorios para que Yuuji se recuperara rápidamente y no hubiera infecciones que pudieran agravar su estado.

Yuuji mentiría si dijera que esto no lo tenía preocupado al igual que Satoru, ambos estaban nerviosos y con cierto grado de miedo, ya que Yuuji se enfrentaba a hemorragias, infecciones y alergia a la anestesia general que se le daría, durmiendolo completamente, pero gracias al sacerdote del templo pudieron encontrar tranquilidad pues este les había dicho que los Kamis obraría a favor del bienestar de Yuuji y su bebé pues no debían olvidar que el dios Inari al que Yuuuji representaba en la tierra los cuidaría de cualquier contratiempo, solo debían ponerse en sus manos y él cantaría oraciones durante todo el día del nacimiento.

Encontraron un poco de la calma que necesitaban, ambos acostados en su cama, tapados con las mullidas colchas y dándose calor ante el clima frío que un se sentía por la salida del invierno, Satoru acariciaba el abultado vientre de Yuuji mientras daba pequeños besos de tanto en tanto, Yuuji por si parte acariciaba los blancos cabellos de la cabeza de Satoru y aprovechando que el bebé se encontraba quizás durmiendo o tranquilo por sentir a su papá cerca.

-Yuuji siento que no te he agradecido lo suficiente por todo lo que has hecho por mi, pero quiero que sepas que te amo y que haré todo lo que esté en mis manos para protegerlos y hacerlos felices.

-Lo se Satoru-san, yo también te amo y no es necesario tu también has hecho tanto por mi, se que seremos aún más felices cuando Sayu o Tooru esté en nuestros brazos.

-Yuuji ¿Tienen miedo?

-...si, ¿Tú?

-...si

-Lo lograremos Satoru-san...juntos.

El día que nació la pequeña Sayu el sol estaba en lo alto marcando el medio día, aún que el aire afuera soplaba un poco frío, dentro de la habitación donde Yuuji se recuperaba se sentía cálida y reconfortante, Satoru mecía de un lado a otro a la pequeña en su brazos envuelta en una manta de seda tejida a mano regalo de su suegra. Pequeñas pelusitas de cabello rosado se escapaban del gorrito tejido regalo de su madre. En esos momentos Sayu era un bolita de piel arrugada y rojiza, boquita de vez en vez la movía mostrando su lenguita. Sus manos las mantenía pegadas a su pecho tomando con fuerza el dedo larguirucho de su padre y sorprendiendo por ese hecho, Satoru no cabía de amor y devoción a su pequeña, para él era perfecta.

Yuuji abrió sus ojos sintiéndose de repente mareado y desubicado, le tomó unos instantes enfocar su vista y otro momento recordar por qué estaba ahí, llevando sus manos a su vientre ahora parcialmente hinchado. Antes de poder preguntar o hacer notar que había despertado vio a Satoru frente a él, cerca de la ventana de su habitación en el sanatorio del pueblo. Satoru le daba parcialmente la espalda pero viendo que cargaba un pequeño bultito enrollado en una manta, entonces fue que sintió su corazón hincharse de felicidad y alivio.

-¿Satoru-san?

El mencionado volteo agradecido al ver que Yuuji había despertado, su sonrisa creció al instante acercándose para que Yuuji viera por primera vez a su pequeña hija. Aquella bebé que cargó en su vientre durante nueve meses, sobre todo para que viera que sacó su hermoso cabello rosado.

-Nuestra pequeña Sayu ya está aquí Yuuji amor. - Satoru recostó a un lado del rostro de Yuuji a la pequeña que empezó a retorcerse ante el movimiento. Bastó que Yuuji volteara su cara para ver las mejillas regordetas y la piel arrugadita de su bebé, su nariz era como un botón rosado. Justo en ese momento Sayu decidió abrir un poco sus ojos y Satoru podía jurar que vio dos ojos azul celeste como los suyos, Yuuji río bajo y dijo que pronto podrían saber con mayor certeza el color de ojos de su pequeña cuando abriera por completo sus ojos.

Tras unas horas pudo por fin sentarse y cargar en sus brazos a Sayu. Para Yuuji ese momento era el más preciado en el mundo, sintió cómo si todo de repente encajara en su lugar y como todo tenía el doble de sentido y claridad.

Yuuji le quitó el gorrito dejando ver mejor los mechones de cabello rosado, acarició por un momento su suave cabecita y llevo está hacia su nariz, respirando el aroma de su bebé, era dulce y suave, llenándolo de una tranquilidad inexplicable.

Satoru veía fascinado esta escena pues Yuuji de repente se vio desconectado de todo, encerrándose en su propia burbuja con Sayu. La dulce melodía que empezó a tararear Yuuji llenó la habitación envolviendo también a Satoru, haciendo que se sentara junto a Yuuji recargando su espalda en la cabecera y jalando a Yuuji para que recargara en él, ambos contemplando felices su hermosa creación.

La primera comida de Sayu fue toda una experiencia para Satoru, pues ese momento lleno de paz se vio interrumpida por los pujidos y el repentino llanto desgarrador de la bebé, Satoru empezó a entrar en crisis pues no había llorado desde que se la entregaron antes de Yuuji ser llevado a la habitación. Ahora parecía que alguien le había hecho algo horrible a su bebé por la firma en que lloraba y sintió el corazón apachurrarse en mortificación.

Yuuji sin en cambio parecía tranquilo y comprensivo. Separó un poco a la bebé de su pecho para bajar la Yukata blanca que le habían puesto dejando su pectoral derecho descubierto.

-Me alegra saber que ya quieres comer, me han estado doliendo un poco. - Yuuji pego su tetilla a la boca de Sayu, cuidando que sus labios quedarán hacia afuera para que succionara bien y no se llenará de aire, algo que le explicó a Satoru cuando lo vio sorprendido y con la duda en la cara.

-Tú madre y mi madre me dieron muchos consejos similares.

-Mi padre solo me dijo que aprovechará a dormir todo lo que pudiera, por qué después de tener un bebé no vuelves a dormir tranquilo.- Satoru dijo haciendo un pequeño puchero ante el recuerdo; Había entrado a la habitación de sus padres y sentado en el balcón como hacía siempre que pasaba el rato con su padre, aquel día habían platicado sobre el bebé y la futura fecha de la cesárea. Yuuji y la madre de Satoru había ido a dar una vuelta por los jardin.

-Entonces qué consejo me puedes dar como padre experto.

-Duerme todo lo que puedas hijo, cuando llegue ese bebé no volverás a dormir tranquilo ni una sola noche.

Yuuji río de la queja de su esposo, recordando haber recibido palabras similares y entendiendo pues quién podría dormir en paz si ahora este bebé era responsabilidad de ambos y velar por el era lo natural.

Dos días después Yuuji fue dado de alta junto a la pequeña Sayu. En la finca ya los esperaban con emoción y felicidad en los rostros de cada persona ahí, comida deliciosa y nutritiva, y por supuesto la familia de Yuuji.

Instalaron a Yuuji en la cama y dejándolo dormir un rato mientras ambas abuelas orgullosas mimaban a la pequeña Sayu, los abuelos bebían una copa de Sake en salud de la prosperidad y la buena salud de sus familias y la nueva nieta de ambos. Fushiguro y Satoru platicando de la experiencia. Incluso Sukuna se había acercado a ver a la bebé, pero manteniendo su distancia pues se sentía muy torpe y peligroso como para cargarla, sentía que podía hacerle daño, así que pasó de ello, ganandose una palmada en la espalda y palabras burlonas de que haría cuando su esposa diera a luz.

-Cariño ¿Quieres darte un baño?- Yuuji fue despertado con la voz gentil de su madre que había ido a verlo. La cena estaba cerca junto a la hora de alimentar a Sayu, pero antes pensó que un baño caliente y reconfortante ayudaría a Yuuji para destensarse. Yuuji sonrió agradecido aceptando el baño y la ayuda para este.

Con una muda de ropa ambos se dirigieron al baño donde ya estaba la tina preparada, en esta ocasión el agua no tenía escénisias ni flores para relajarse, pues debían tener cuidado con la herida de la cesaría. Con cuidado su madre le ayudó a quitarse la venda, cosa que Yuuji sintió extraña y detuvo a su madre soltando un quejido y palabras de miedo a que se le fuera a abrir la herida y se le saliera todo. Su madre rio divertida y con una sonrisa confiada le juro que eso no pasaría, que solo era la sensación pero que estaría bien, y así fue.

Se sentó poco a poco en la tina y dejó que el agua lo relajara, soltó un suave suspiro dejando que su madre le lavara el cabello. Al pasar la esponja con jabón por su cuerpo fue aún más consciente de sus músculos adoloridos, pensando en cómo algo como dar a luz fuera un trabajo tan extenuante para su cuerpo aunque no lo pareciera. Aunque ya podía respirar tranquilo por qué su bebe estaba en casa, nuevas dudas y preocupaciones empezaban a crecer; como si Sayu seguiría respirando por las noches o en sus siestas. Había cachado a Satoru posando una mano en su pechito sintiendo el subir y bajar de este cerciorándose que aún respiraba. Incluso él mismo se quedaba muy quieto cuando la bebé dormía en sus brazos tan profundamente que hasta no verla moverse se quedaba tranquilo. Muerte de cuna, había escuchado tanto de ella, que parecía ilógico que simplemente un bebé dejara de respirar y no se pudiera hacer nada. Una razón más para no poder dormir tranquilo por las noches. La duda de saber si la leche que daba su cuerpo era suficientemente nutritiva o si la cobijita era suficiente para el frío o era demasiada y le daría calor.

La suave mano de su madre acariciando su mejilla lo trajo de vuelta del remolino de pensamientos tortuosos.

-Tranquilizate Yuuji todo estará bien hijo.

-Lo siento mamá, es solo que...¿Realmente sere un buen padre?.

-Claro que lo serás, lo más difícil ya pasó y es que trajeras a Sayu, ahora todo lo irán aprendiendo sobre la marcha y nos tienes a nosotros y tus suegros si necesitan consejo cariño, se que Gojo- San también será un increíble padre. Ten fe.

-Gracias mamá. Si, Satoru-san será un increíble padre.

La mamá de Yuuji podía respirar tranquila al ver esa sonrisa enorme, ojos soñadores y brillantes que ponía su hijo ante la mención de su esposo. Era una muy buena señal.

Esa primera noche ya estando en la privacidad de su habitación Satoru y Yuuji no podían dejar de observar a la pequeña Sayu acostada entre ambos.

-¿Y si me muevo y la aplasto?. Enserio Yuuji puedo dormir en otra habitación.

-No la vas a aplastar, duermes siempre del mismo lado, soy yo el que parece estrella de mar, y no, no dormirás en otro cuarto, te queremos aquí con nosotros.

Yuuji tomó la mejilla de Satoru viéndolo a los ojos y dándole una sonrisa confiada. Satoru se enfrentaba a este nuevo miedo que para Yuuji era injustificado y lo cierto es que también necesitaba ahí a Satoru sin importar nada, por qué él también tenía miedo y necesitaba afianzarse a algo o alguien o empezaría a llorar.

-Esta bien, pero a la primera que pase algo dormiré en otra habitación hasta que Sayu tenga la edad suficiente para patearme si la aplasto.

Yuuji resopló divertido y asintió a lo dicho.

Sorprendentemente Satoru se había quedado rápidamente dormido y no se movió ni un centímetro ni invadió el espacio de la bebé, Yuuji trató de dormir lo más que pudo entre los intervalos de darle pecho o simplemente apapacharla cuando Sayu empezaba a llorar. Fue una primera noche difícil pero con éxito y por la mañana aunque somnoliento Yuuji se sentía un poco más tranquilo.

Las palabras y consejos que recibieron en todo ese tiempo cobraban más sentido con el pasar del tiempo, los miedos de un principio perdieron sentido cuando se dieron cuenta que un bebé es mucho más resistente de lo que pensaban y que no enfermaria tan fácilmente con una brisa pasajera mientras daban un pequeño paseo en los jardines, que no morirá de una infección estomacal si decidía llevarse a la boca la tela de la Yukata de su padre. Que no pasaba nada serio si en sus intentos por sentarse se iba de lado y caía en el tatami, quizás y ponerle mucho más atención de la que ya se le ponía cuando descubrió cómo pararse en sus dos pies y caminar sosteniéndose de lo que encontrará a su paso hasta alcanzar las ventanas corredizas y tirar de ellas. Que al aprender a caminar era normal que tropezara y que solo bastaba que se le dieran los brazos para que se pusiera nuevamente en marcha y alcanzar a alguno de sus padres y recibir mimos por el tropiezo. Descubrir que Nanami era el mejor cuentacuentos con marionetas y que era el más veloz al ir por Gakuganji cuando enfermó de gripe la primera vez. Que no pasaba nada si decidía probar un poco de los pasteles hechos de lodo, y que hacía anticuerpos cuando compartía sus caramelos con los perros de su tío Megumi y regresaban a su boca. Tener la seguridad de que no dejarían de amarla con la misma intensidad con la que ya amaban al nuevo bebé en camino.

Para Satoru por primera vez desde que apareció su maldición dejó de ser su prioridad, ahora lo eran su familia. Ahora siempre se le veía sonriendo y, una vez apartado de todo, ahora se le veía por todos lados con Yuuji y su pequeño Tooru de cabellos blancos y ojos color caramelo fundido como los de su amado esposo en sus brazos. Su pequeña hija sobre sus hombros viendo con sus enormes ojos color azul todo lo que se le atravesaba en los festivales del pueblo.

La felicidad de la familia solo se agrandó y completó cuando el pequeño Toji llegó, siendo la copia exacta de Satoru pero con la sonrisa y ojos dulces de Yuuji. Tanto la casona del clan Gojo como el clan Itadori se llenaban de risas y gritos por todos lados al unirseles los hijos de Fichiguro y Noritoshi quienes habían tenido mellizos; habían sacado el color de ojos de Megumi y las facciones de Noritoshi, pero increíblemente la alegría por parte de la familia Itadori.

Satoru un día se vio contemplando a sus hijos jugar en el jardín trasero de la casona y dónde Sayu ya de seis años junto a Tooru de cuatro le enseñaban a Toji de dos a atrapar mariposas en los arbustos para después dejarlas ir. Eran esos momentos dónde se quedaba pensando sobre lo afortunado que era a pesar de la maldición y que esperaba que algún descendiente suyo en el futuro pudiera entenderla mejor y encontrar una forma de liberarse de ella o hacer algo más, pies con el pasar de los años algo que noto Satoru es que en sus transformaciones era aún más consciente de sí mismo, de quién era y que tenía familia, consciente de dónde estaba y qué tan fácil era quitar las cadenas de sus muñecas y tobillos pero que no hacía precisamente por ser consciente de ello. Al acudir con el monje y la información que sus predecesores dejaron, nada de esto era mencionado. Sin punto de referencia el empezó a escribir sobre esos cambios y notoriedades en cada transformación, sentía que estaba llegando a un punto en el que el demonio que poseía y él se unificaban.

Al contárselo a Yuuji este no pudo ocultar su mortificación pero todo lo que hizo fue tomar su mano y apretarla diciéndole ya con la mirada que fuera lo que fuera, lo enfrentarían juntos y que todo iba a estar bien.

-Papá ¿pasa algo?- Sayu llamó estando frente a Satoru con sus dos hermanos agarrados a en cada mano, viendo a su padre con la cara preocupada, la misma que hacía Yuuji cuando también se preocupaba.

-No, no pasa nada cariño.

-Papi nos está llamando, ya debe estar la comida.

-Ok entonces vamos antes de que venga por nosotros de las orejas, vamos Toji, Tooru, Sayu- Satoru se agacho para tomar en cada brazo a los pequeños y a Sayu para que se colgará a su espalda. Los cuatro riendo y admirando la fuerza de su padre llegaron al comedor donde Yuuji ya los esperaba con una enorme sonrisa. En esos momento Satoru podía despreocuparse de todo y simplemente disfrutar a su familia. Lo demás ya vendría después e incluso él no sería quien se preocupara de ello, si no sus descendientes.

Fin.


Quiero agradecer enormemente a este fandom bello por recibir esta historia súper sencilla con los brazos abiertos, por sus hermosas palabras que leo y aprecio mucho, me hacen sentir que estoy progresando en mi escritura. Aún me faltan eones para poder decir que soy una fiquer pero ahí voy (por eso me digo a mi misma pseudo fiquer XD).Quizás no era lo que esperaban y daba para más o que se yo, pero esto fue lo que me salió del corazón y estoy conforme por qué necesitamos más historias llenas de fluff y bebés GoYuu y creo que ya tengo dos historias con angst y la que se viene con la mafia (ay nanita en que lío me metí).Gracias al grupo Goyuu dónde luego ando aventando mis ideas, ahí fue donde nació la idea de esta historia y dónde estoy conociendo a personas muy bonitas y adorables. De verdad gracias.Creo que es todo y nos leemos después. Las y los iloveo un montón*Llora mientras se come un pan por qué terminó su primer fic GoYuu*