Kai pasó toda la fiesta en compañía de Mitzy, deseaba saber todo de ella. A pesar de no ser afecto de ello, bailaron, convirtiéndose en el centro de atención de los presentes; parecía que alguien había logrado captar la atención de Kai.

Eventualmente la fiesta llegó a su inevitable fin, Kai no deseaba que aquella noche terminara, deseaba que existiera una forma de quedar por siempre en ese momento, pero era algo imposible, lo sabía muy bien. Si había algo que Kai detestaba y conocía muy bien, era el tiempo. Había días en los que lo consideraba un enemigo, otras una maldición, en contadas ocasiones lo veía como bien necesario en el mundo, pero jamás lograría verle el lado bueno ni lo aceptaría.

Así, con la llegada de la despedida, Kai acompañó a Mitzy hasta la carroza, abrió la puerta y la ayudó a subir. Se despidió dándole un beso en la mano.

– Hasta pronto mi hermosa rosa negra, pronto te visitaré y podremos estar juntos nuevamente –

Kai permaneció de pie en las escaleras, viendo como la carroza se alejaba, parecía desaparecer tan rápido, no soportaba aquel extraño sentimiento de vacío. Entró de nuevo al castillo e ignorando a los invitados que aún quedaban, se encerró en la habitación principal, ordenando no ser molestado por ningún motivo.

Podía sentir la desesperación correr dentro de él, cerró las cortinas y bajo aquella densa obscuridad dijo en voz alta.

– ¡Te maldigo! No importa lo que intente ni cuánto lo quiera, no puedo vencerte – tocó un viejo reloj de pared rojo – he intentado de todo, pero no logro vencerte y parece que te burlas de mi volviendo eternas mis esperas y acortando mis momentos gratos –

Kai permaneció en silencio, sabía que sin importar cuántos relojes rompiera el tiempo jamás cambiaría su curso, lo entendía demasiado bien.

Mitzy por otro lado, pasó su tiempo en la carroza mirando su mano, aquella sensación no desaparecía, aún podía sentir a Hiwatari tocando su mano, no se había dado cuenta, pero sólo de pensar en él, su rostro se ruborizaba. Cuando llegó a casa y se preparó para dormir, apagó la linterna de aceite y se acomodó en su cama.

Los ojos de Mitzy poco a poco se acostumbraron a la obscuridad, no podía dormir, aquella noche aún parecía un sueño, miró su mano en la obscuridad.

– Hiwatari, ¿Qué me hiciste? ¿Acaso me hechizaste? –

Susurró en la obscuridad y llevó lentamente su mano a sus labios. Con su dedo índice los recorrió lentamente haciendo un movimiento circular. Inevitablemente un suspiro escapó de su boca.

– Hiwatari… –

Susurró nuevamente con esfuerzo, colocó su dedo en el centro de sus labios y comenzó a bajar lentamente, bajó por su cuello, su respiración era más fuerte pero lenta, comenzaba a agitarse. Bajó despacio hasta que su dedo quedo en medio de sus senos. Se detuvo unos segundos, su respiración estaba agitada y sentía como si cuerpo tuviera fiebre. En medio de la obscuridad, logró ver la silueta de Kai, sabía que era imposible que él estuviera en su habitación en medio de la noche, pero de sólo imaginar aquella silueta sobre ella, sentía como si aquella fiebre comenzara a quemar su cuerpo en una forma extraña, pues no le dolía, al contrario, se sentía bien.

Su mano, que aún la sentía como si fuera la de Kai, apenas rozó con su pecho y una intensa sensación recorrió su espalda causando que se estremeciera arqueándola. Un leve y ahogado gemido salió de su boca.

– Hiwatari… no puedo más –

Dijo entre jadeos mordiendo un poco las sábanas. Su mano tocó su pezón haciendo que gimiera, lo jaló un poco y en un movimiento involuntario soltó las sábanas de sus labios.

Su madre tocó la puerta y abrió al haber creído escuchar ruidos, Mitzy trataba de controlar su respiración. Su madre cerró la puerta al ver que no había nadie y regresó a su habitación.

Aquella sensación de poder ser descubierta la agitó más, su mano jugaba aún más con su pezón, cuando un calor particular y húmedo comenzó a emanar con gran intensidad entre sus piernas, por unos segundos recordó lo que sintió de haber tenido a Brooklyn dentro de su cuerpo y cómo había tocado aquel lugar pensando en lo que hicieron. Tragó saliva, aún imaginando a Kai y sintiéndolo en su mano bajó hasta su vagina. Se detuvo al dudar unos segundos, pero finalmente tocó suavemente su cuerpo, aquella sensación le causó un placer inimaginable, poco le faltó para gritar, su entrepierna estaba empapada mientras ella tocaba sin poder controlarse cada rincón, imaginaba a Kai tocándola, lo cual pronto cambió a ser Kai jugueteando con su lengua, tocó y jaló un poco su clítoris y un chorro salió con fuerza mientras su otra mano tapaba su boca para no hacer ruido. Su cuerpo estaba temblando bajo las sábanas ahora empapadas.

– Hazlo Hiwatari… –

Dijo a la obscuridad y así insertó sus dedos tan profundo como pudo, imitando los movimientos que había hecho en ella el miembro de Brooklyn días atrás. Mitzy deseaba gritar, pero más importante deseaba tener el cuerpo de Kai sobre ella y que su miembro fueran sus dedos. El tiempo para Mitzy parecía eterno, mientras en su mente Kai la tomaba, su cuerpo recordó lo que Brooklyn le hizo conocer y antes de darse cuenta, Brooklyn estaba ahí también, chupando sus pechos, la cama se mojaba más y más.

– Díganos lo que desea señorita Mitzy –

Dijo Brooklyn en su oído con tono seductor.

– No lo haremos hasta nos digas –

Respondió Kai susurrando en su otro oído.

– Los deseo… los deseo a ambos dentro de mi cuerpo –

Y así su mano se convirtió en la herramienta que la llevó a un éxtasis total al imaginarse penetrada al mismo tiempo por ambos chicos hasta que su cuerpo no pudo más y esta vez el chorro que salió de ella fue más potente e intenso, mojó la cama e inevitablemente soltó un fuerte gemido despertando a sus padres.

Al día siguiente, la madre molesta y avergonzada de Mitzy la llevó a la iglesia para que confesara su pecado y se arrepintiera al recibir su castigo. Mitzy espero sentada en las bancas, pronto se oficiaría la misa y comenzaría a llegar la gente. Su madre salió llorando decepcionada después de hablar con el padre, quien pasó a Mitzy.

Para su sorpresa Brooklyn estaba ahí, el chico pelirrojo apenas podía mirarla, estaba nervioso.

– Brooklyn, como futuro sacerdote debes aprender a escuchar a tus feligreses y responder a a sus pecados con la sentencia que nuestro Padre encomiende. Permanecerás conmigo y me dirás cuál es la sentencia para la señorita –

Mitzy tuvo que confesar que tocó su cuerpo pensando en un hombre, no contó los detalles, pero al final decidió confesar que fueron dos aquellos que la hicieron cometer "tan grave pecado".

Después de decirle los pasajes que debía leer, los rezos que tenía que ofrecer y pedir perdón en la sacristía que se oficiaría pronto, salió a tomar su lugar junto a su madre aún avergonzada y molesta.

Brooklyn se excusó con el padre, fue a su habitación, una erección había aparecido en su cuerpo, trató de pedir que se fuera, tenía lágrimas en los ojos, pero no por sentirse excitado al saber que él estuvo en la mente de Mitzy o no poder haberla besado y repetir su encuentro pasado, estaba enojado, enojado de saber que alguien más había causado que su bella Mitzy se hubiera tocado.

Finalmente, cuando se logró calmar un poco regresó a tiempo para la misa y para el sermón del domingo. Todo el tiempo no paró de ver por momentos a Mitzy, no pudo concentrarse, tenía que verla a solas.

Después de la visita a la iglesia, Mitzy fue castigada en casa, la vigilaron mientras leyó la biblia y rezó para arrepentirse, aunque en realidad no se arrepentía de nada, al contrario, deseaba que hubiese sido verdad.

En la tarde tocaba el piano, pensaba en Kai quien dijo que pronto la vería de nuevo, pero se preguntaba qué tan pronto sería eso. El sol comenzaba a ponerse y salió al jardín a regar las rosas que tanto disfrutaba cuidar, tomó su regadera y vació el agua con delicadeza para no ahogarlas.

– Son hermosas –

Sonrió mientras le decía a las rosas.

– Jamás habrá belleza que se iguale a la tuya –

Mitzy asustada de escuchar una voz detrás de ella tiró su regadera, Kai se disculpó y la saludó besando su mano. Los padres de Mitzy salieron al ver un hombre en su jardín.

– Me disculpo por mis acciones – hizo una ligera reverencia – mi nombre es Kai Hiwatari y con todo respeto pido su permiso para cortejar a su hija esperando que me acepte como su futuro esposo –

Los modales impecables del chico, su porte, su vestimenta elegante y sobre todo saber que era el codiciado heredero que vivía en aquel enorme castillo, causó la inmediata simpatía de los padres de la chica, lo invitaron a pasar y le ofrecieron su mejor vino. El chico afirmó querer volverla su esposa pero sólo si ella lo aceptaba, pues no deseaba obligarla. Los padres de Mitzy aseguraron que se casarían, su hija no podía tener mejor pretendiente, les permitieron verse en las noches después de que Kai explicara que su trabajo lo mantenía ocupado todo el día.

El señor les dijo que dieran una vuelta y no se preocuparan por la hora. Kai agradeció, abrió la puerta para Mitzy y caminaron por las calles.

– Disculpa el comportamiento de mis padres Hiwatari –

El chico le ofreció su mano para ayudarla a sentarse en una banca del parque, alejada del paso central para tener privacidad.

– Sé por qué lo hacen, pero sólo me importa lo que tú decidas al final –

Mitzy miraba a Kai, aquel apuesto chico la tenía embelesada, colocó su mano sobre la rodilla del chico.

– Hiwatari, –

El chico toco la mano de la chica.

– Por favor, llámame e Kai –

Mitzy se ruborizó

– Kai, no entiendo qué es esto, pero estoy segura de algo, deseo ser tuya… – aclaró su garganta – digo, deseo ser tu esposa –

Kai sonrió de una forma que Mitzy sentía que se derretiría ahí mismo. Kai tomó la mano de Mitzy y se arrodilló frente a ella, sacó un hermoso anillo con un enorme diamante.

– Hazme el honor de convertirte en la señora Hiwatari –

Mitzy asintió con la cabeza incapaz de hablar, Kai se acercó al oído de su prometida.

– Yo también deseo hacerte mía, pero ese clérigo jamás volverá a tocarte –

Mitzy se quedó impactada con aquellas palabras, ¿Cómo supo de Brooklyn?

– Sé más de lo que puedes imaginar amada mía – la levantó de la banca y la abrazó – anoche tu hermoso cuerpo me hizo feliz –

Mitzy no supo cómo Kai sabía eso, ella se tocó estando sola.

– No te preocupes, la primera vez que te vuelva mía te haré sentir mejor y serás libre de gritar –

Antes de que pudiera preguntar, el chico acercó su rostro al de ella.

– Estamos conectados, desde que te vi por primera vez supe que eres el amor de mi vida –

Sin más, la besó suave e intensamente, Mitzy sentía que flotaba, los labios de Kai eran deliciosos, sus lenguas se abrazaban y su saliva se volvía una sola.

– ¿Señorita Mitzy? –

Mitzy se separó jadeante de los labios de Kai, cuando vio a Brooklyn, se notaba furia en sus bellos ojos verdes, Kai lo miró desafiante.

– Ah el clérigo… ¿Sabe el padre tus pecados? –

Sonrió victorioso.

– ¡Señorita Mitzy, renunciaré a la iglesia! ¡La amo! –

Mitzy no creía lo que escuchaba.

– ¡Lárgate clérigo! ¡La amo y ha aceptado ser mi esposa! –

Mitzy no pudo decir nada, simplemente abrazó a Kai por atrás.

– Por favor, llévame a casa… tengo que estar lista oara nuestra boda –

Brooklyn vio con el corazón lleno de dolor como Kai se alejaba con la mujer que amaba, lo odiaba, le había robado lo más importante en su vida…

Al día siguiente no tardó en anunciarse la vida en toda la ciudad, Mitzy mandó una carta a primera hora, pero su boda no era la única noticia. Brooklyn había desertado en convertirse en padre, cuando el padre intentó razonar con él, lo empujó tan fuerte que cayó por las escaleras y se encontraba inconsciente, después de eso, Brooklyn había desaparecido de la ciudad…