Capítulo 3: Nefasto encantamiento

La emoción de pisar una nueva tierra es indescriptible. Desde que desperté, la Meseta de los Albores era lo único que existía para mí, mas ahora que el rey y la paravela me abrieron las puertas a un mundo gigante y enigmático, me he dado cuenta de lo pequeño e insignificante que soy. Por unos segundos me cuestiono si el Norte es la decisión correcta para mí, pero mis deseos por salvar a Zelda son más fuertes.

No logro comprender como un desmemoriado como yo puede sentir esa convicción y sentido de responsabilidad ante algo y alguien. Por las palabras del rey, sé que tuve un pasado, sin embargo, ahora soy un ser libre que podría hacer lo que le dé la gana y perderse por este reino, sin importarle nada.

¿Eso se sentirá al vivir la verdadera libertad? Quizás la física, pero no la de mi alterado espíritu.

Continúo mis pasos por la llanura, con la vista frente al castillo, hasta que unos gritos me detienen.

- ¡MONSTRUOOOOOS!

- ¡Largo de aquí, engendros! – gritó una voz femenina. – ¡Los tesoros son nuestros!

Nunca creí que, después del difunto rey, vería a más personas como yo. Se estaban enfrentando a dos de los mismos monstruos color naranja con los que me tocó lidiar en la meseta, pero no podían acabar con ellos tan fácilmente.

La mujer era la más aguerrida, pero el chico sólo se escondía detrás de unos escombros.

Decido acercarme para ayudarlos, así que saco el mandoble del rey y de un sólo golpe acabo con ellos.

Fueron contrincantes demasiado sencillos como para que pudieran causar problemas. Sin embargo, poco después observo las armas de los jóvenes y eran demasiado pobres, espadas y escudos de madera.

- ¡Hey, mocoso! – reclamó la mujer. – ¿Por qué te metes en dónde no te llaman? Estuve a punto de acabar con esos Bokoblins.

- ¡Cállate, Tamina! – reclamó el hombre. – Este chico nos salvó la vida, mal agradecida.

- Claro, porque eres un cobarde, Nirman…

El hombre se acerca hasta mí con una sonrisa tímida, mientras que la mujer seguía avergonzada. Al parecer no le gustó mi intervención para defenderla.

- Disculpa a la imprudente de mi hermana, muchacho. – dijo el joven. – Gracias por habernos rescatado.

El chico estrecha mi mano para agradecerme el gesto, mientras que la mujer me mira con recelo, mas poco después se acerca hasta mí y hace lo mismo, avergonzada, y correspondo su gesto.

- Disculpa mi actitud, pero me gusta resolver mis propios problemas. – dijo Tamina. – sin embargo, fuiste de gran ayuda, gracias.

- No fue nada. – respondí. – ¿Qué hacen ustedes aquí?

- Mi hermana y yo estamos buscando tesoros. Este fue un puesto de la guardia. – respondió Nirman. – Dicen que hace cien años, los pueblos debajo de esta meseta estaban repletos de familias comerciantes, por lo tanto debieron dejar cosas valiosas por ahí. Lástima que el cataclismo destruyó casi todo.

- Yo encontré algo. – dijo la mujer. – No es mucho, pero me gustaría dártelo como recompensa por habernos rescatado.

Tamina me coloca en las manos una rupia dorada, sabiendo bien que se trata de dinero. De inmediato la rechazo, pero ella me hizo cambiar de opinión.

- Acéptala, el dinero nunca está de más. – insistió ella.

- Gracias, pero no era necesario. – digo apenado.

- Yo lo único que deseo es regresar a casa. – agregó el chico. – Pero mi hermana es testaruda y prefiero acompañarla en vez de dejarla sola. El reino se ha vuelto muy peligroso.

En la Meseta de los Albores me di cuenta de lo desaforados que estaban los Bokoblins, por lo que no me imagino cómo será en esta vasta tierra.

- ¿Muchacho, a dónde te diriges? – preguntó la mujer.

- Al castillo.

- ¿¡QUÉ!? – gritaron al unísono.

Los hermanos se espantan ante mis palabras, como si yo fuera un loco que se encontraba frente a ellos.

- ¿Te has desquiciado? – preguntó la mujer, sorprendida. – Ni los más grandes tesoros del mundo me harían ir hasta allá.

- Qué gracioso eres, chico. – dijo Nirman, nervioso. – Nadie en su sano juicio se atrevería a ir allá. Los guardianes aniquilarían al instante a un enclenque como tú.

- ¿Cómo podría luchar contra nosotros? Sólo míralo, es un mocoso enclenque…

Otra vez llega a mi mente una frase de mis lagunas, la que me causa molestia sin entenderlo. Sin embargo, no pienso desenfocarme de mi objetivo.

- Iré porque tengo cosas importantes que hacer…

- Bueno… – expresó la chica. – Ya eso es problema tuyo. Fue un gusto conocerte. Nosotros seguiremos en nuestra búsqueda. Suerte en tu viaje… la necesitarás.

- Aunque fue por poco tiempo, gracias. – continuó el hombre. – Nunca olvidaremos que nos salvaste.

No digo nada ante sus burlas, así que sólo me retiro, pero no niego que sus palabras me han dejado intranquilo. Al parecer la mala fama del castillo no es conocida solamente por el rey y por mí.

Mi camino me lleva hasta un sitio cuyo letrero indica "Cuartel de Komolo". Las murallas en la elevación se encuentran destrozadas, pero aun así quise subir para explorarla un poco.

No entiendo por qué me siento nostálgico aquí. A mi mente llegan risas, imágenes de palmas estrechándose, comentarios bufones.

- ¿Quién como tú, Link? Hasta que te acuerdas de visitar a los amigos.

- Claro, como ahora se pasa con la princesa de arriba para abajo, ni nos mira…

"¿De arriba para abajo con la princesa?" Estoy seguro que ese recuerdo tiene que ver con una etapa de mi vida hace cien años, en la que tuve compañeros o amigos.

Sigo esforzándome para tratar de recordar un poco de esos hechos, pero me distraigo al ver en la lejanía una de las torres que ascendió de la tierra, inactiva. No posee luz como la de la Meseta de los Albores.

En ese momento se me ocurre activarla, para que así el mapa de la tableta sheikah se actualice. Camino en dirección a la torre, muy nervioso, demasiado ansioso. Siento como si me estuvieran observando, pero por más que miro a mi alrededor, no veo nada.

Después de mucho tiempo de viaje, llego hasta la torre, pero me paralizo al ver todo lo que la rodea.

- ¿Qué son estas…? ¡Aaahg!

Me tapo los oídos al escuchar un sonido agudo e insoportable, mientras siento como mi pecho quema. Las evocaciones de mi mente muestran destrucción, rayos y patas mortales acabando con todo… desgarradores gritos inentendibles.

- Guardianes…

Poco después me tranquilizo, pero con el corazón palpitándome por las imágenes que pasaron por mi cabeza, sobre todo por el nombre que acabo de pronunciar. ¿Serán estos los guardianes que me comentó el rey? Me hacen sentir incómodo, por no decir aterrado.

Las misteriosas máquinas se encuentran apagadas, pero aun así no puedo dejar de sentirme en estado de alerta, como si me fueran a hacer algo…

- Debo calmarme o no podré llegar al castillo…

Ante los propios ánimos que me doy, comienzo a escalar por la torre. Por suerte esta tiene distintas áreas en donde puedo descansar, pues hay puntos en los que me fatigo demasiado, lo que me recuerda que debo mejorar mi estado físico.

Una vez que llego a la cima de la torre, descubro que es idéntica a la de la Meseta de los Albores, por lo que procedo a colocar la tableta en el terminal vacío.

"Tableta sheikah verificada. Se actualizará la zona de este mapa."

La lágrima azul vuelve a caer dentro de la tableta sheikah, activando así el nuevo mapa. Me encuentro en la llanura central de Hyrule.

Me asomo al borde de la torre y puedo ver más de cerca al castillo, en donde la sombra de Ganon sigue rodeándolo, con su malévola esencia. En ese momento alisto mi paravela para encaminarme hacia allá, esperando a que ninguna piedra del pasado se me cruce.


El eco de mis pasos es lo único que se escucha en este sitio, donde sólo observo destrucción y miseria. Me encuentro frente a la ciudadela del castillo, o a lo que queda de ella.

- No puede ser…

A pesar que el rey me contó sobre la destrucción de la ciudadela, nunca imaginé que se encontraba así. Las casas no existen, son un montón de escombros, el olor a podredumbre y pobreza llenan el ambiente, hasta casi hacerme vomitar. Todo es muy triste y desagradable.

Horrorizado, camino por la silenciosa ciudadela, donde puedo ver a la asquerosa malicia de Ganon regada por todas partes y a los guardianes desparramados por el suelo. Me siento sumamente incómodo con ellos, como si en algún momento fueran a moverse. Una vez más el insoportable pitido vuelve a reventarme los oídos.

Mi camino se detiene cuando llego a la fuente, la que por supuesto está vacía. Imagino que alguna vez estuvo funcionando con danzarinas aguas y en la noche iluminándose con luces de colores.

- ¡Mira, Link! Ya puedo subirme sola. ¡Estoy más alta que tú!

- ¡Bájate de ahí! ¡Puedes caerte al agua!

- Le contaré a papá que lo hice sola, sin tu ayuda…

Esta vez mi pecho empieza a doler, a quemarme. Ahora otra laguna volvió a martirizar mi mente, pero esta vez muy distinta a todas las anteriores. Risas infantiles me llenan los oídos, correteaderas me hacen ir de un lado al otro, hasta que alcanzo a cargar a aquella niña que me mira con recelo, pero al mismo tiempo picardía.

- Algún día correré más rápido que tú…

Agito mi cabeza para ya no seguir dejándome llevar por esas imágenes que sólo me causan incomodidad.

Continúo mi camino hasta los grandes portones del castillo, con los horribles guardianes, inmóviles en el piso. Incluso siento que me miran, pero no se mueven ni un poco.

Una vez que llego a las grandes puertas, me doy cuenta que son metálicas al tacto. Las empujo para abrirlas, pero no ceden.

- ¿Y ahora cómo voy a en…?

Mi pregunta queda incompleta al sentir como las puertas se abren solas, dándome paso al interior del castillo, el que seguramente está en igual o peores condiciones que la ciudadela.

Sin embargo…

- No… imposible.

Por un instante sentí que la visión me estaba fallando, pero luego de restregarme los ojos me di cuenta que no era así.

Frente a mí se encuentra la entrada del castillo llena de vida y con caminos rodeados de verdor, con cascadas de perfumadas flores a los alrededores y pájaros cantando a viva voz.

Nada de lo que se encuentra frente a mis ojos coincidía con el relato del rey, pues el sitio está rodeado de magnificencia, como si los cien años jamás hubieran transcurrido.

¿Qué significa todo esto? ¿Acaso el rey no me dijo la verdad?

Pienso que todo es producto de mi imaginación, pero la tranquilidad del ambiente, la frescura del clima y la belleza de las murallas del castillo parecen auténticas. Incluso me acerco a tocar una de las cascadas de flores, la que se siente suave y con aroma aún vigente. Todo es real.

Obnubilado, decido seguir por el pasillo, pero una estructura en particular llama mi atención. Se trata de una especie de torre ancha con un balcón en su centro, y bajo este un terreno vacío.

Una voz lejana comienza a escucharse dentro de mi mente… y veo al rey Rhoam posicionado en el balcón, con caballeros de compañía a su lado…

*.*.*.*.*

- ¡Atención, soldados de Hyrule! Nos enfrentamos a un peligro sin límites, invadido de maldad.

Estoy observando al rey desde su balcón, y a mi lado un montón de jóvenes portando elegantes armaduras… como yo.

- Han pasado muchos años desde el surgimiento de la profecía del retorno de Ganon. Desenterramos las bestias divinas y ahora conocemos mejor las reliquias ancestrales… Y aun así, no estamos preparados.

Preparados para proteger a esta tierra…

- Los monstruos están desatados por nuestras tierras y en cantidades jamás vistas… Las garras del enemigo se están dirigiendo hacia el castillo de Hyrule.

Siento tensión al escuchar sus palabras, las que puedo percibir también en mis compañeros. Miedo, pero al mismo tiempo determinación.

- Por ello, debemos acabar con los monstruos de la llanura. ¡Eso será nuestro primer acto de defensa ante el cataclismo!

El rey Rhoam alza su espada, la misma que se encuentra acompañándome, majestuosa y poderosa.

- ¡Ahora avancen, soldados! ¡Luchen por Hyrule!

Un grito de guerra y valentía sale de mi boca y de la de mis compañeros, mientras el rey nos mira con orgullo.

*.*.*.*.*

Agito mi cabeza ante la escena que se acaba de dar, a la que ahora si la visualizo como un recuerdo real, y no como voces hablándole al vacío.

Imagino que lo visto por mí en estos momentos es una de las etapas que me tocó vivir en este palacio, como el caballero que, según el rey, fui. Lo que aun no comprendo son los alcances de su discurso, en qué etapa de las malas intenciones de Ganon nos encontrábamos.

Decido dejar de lado mis pensamientos y seguir con mi camino, el que me lleva a una entrada a la derecha. Continúo con la caminata y subo por las largas escaleras que me ponen en dos caminos. Decido el de la derecha.

Subo otras escaleras que me llevan a una especie de recibidor, el que resplandecen dos estatuas de majestuosas aves a los lados del portón y una alfombra roja de terciopelo con un símbolo extraño, el que decora casi todas las zonas que he visto de este castillo. También se hallan estatuas de soldados con armas en sus manos.

Las puertas de este sitio se encuentran cerradas, a excepción de una por la que decido entrar.

Llego a un gran salón con pilares elegantes y techos revestidos de banderines con el símbolo de siempre, y unas largas escaleras que llevan a dos estatuas.

- ¿Qué son?

Las estatuas representan a un hombre y a una mujer tomados de la mano. El caballero sostiene un mandoble en dirección al suelo, mientras que la dama tiene su mano izquierda alzada, como si se encontrara orando.

La estructura se me hace muy conocida, trayendo a mí sentimientos enigmáticos y tristes…

- Hoy hubiera visto la belleza de estas esculturas ya terminadas. Ella y yo, juntos, el día de nuestra unión.

- Alteza… no, mi querido amigo… entiendo tu dolor más de lo que imaginas.

- ¿Qué será de mí sin ella… de nosotros?

Son muy dolorosas las palabras que llegan a mi mente, pero esta vez no logro descifrar su origen. No voy a alarmarme, poco a poco seguiré recuperando mis memorias perdidas.

Salgo del gran salón y me retiro del recibidor para seguir de frente por un largo pasillo que me lleva de nuevo a decidir qué camino tomar, entre la derecha y la izquierda. Esta vez decido lo segundo.

Sin duda este castillo es un laberinto, pues ahora me toca bajar las escaleras. Llego a una sala oscura de dos plantas; en la parte alta, donde me encuentro, se hallan cinco estatuas de piedra con distintos equipamientos en sus manos. Una espada, un mandoble, una lanza, un arco y un escudo.

Me acerco a observar y a palpar a cada una de las armas, sobre todo a la espada, la que se me hace tan parecida a la que vi en mi extraño sueño en la Meseta de los Albores.

- A todas estas armas las conozco… de esto estoy seguro.

A mi mente llegan un montón de imágenes y sonidos de risa, todas dirigidas hacia mí. No me siento ofendido, pero si algo avergonzado al rememorar esto.

*.*.*.*.*

- ¡El más pequeño del grupo acabó con todos los Moblin! ¿Quién diría?

- No fue la gran cosa. – dije, avergonzado y con mi mano en la nuca. – Los tomé desprevenidos.

- Sí, cómo no. – expresó otro joven, irónico. – Y por eso ahora serás el protector de la princesa.

- Lo que te espera, Link. – expresó otro, en tono burlón. – Porque sé que ella es bastante complicada.

- Ahora por imposición del rey le tocará obedecer. – expresó otro de los chicos. – O quién sabe, al final hasta logras domarla.

Los chicos siguen riéndose y dándome palmadas en la espalda. Incluso lo hacen los caballeros que están practicando con las llamativas armas del puesto.

*.*.*.*.*

Sin duda alguna esto fue otro recuerdo claro de mi pasado, no simples lagunas mentales. Espero algún día recuperar todo lo que fui.

Ya que de alguna manera siento a este sitio como parte de mí, me doy el atrevimiento de tomar las armas e ingresarlas a mi alforja, la que todo lo puede guardar.

- Jamás dejará de sorprenderme este regalo del rey...

Luego de mi comentario existencial y con las armas en mi poder, me retiro de la sala de adiestramiento, subiendo por las escaleras.

Al terminar mi ascenso sigo de frente, para ver qué más se halla en estos elegantes pasillos. A mitad de camino me encuentro con una habitación espaciosa, decorada con alfombras rojas de terciopelo y banderines con los símbolos que identifican a este castillo.

Entro a la estancia con pausa, para poder contemplarla de mejor manera, y lo que llama mi atención es la escalera de caracol. Lentamente me acerco a tocarla, mientras la ansiedad me invade. Verla, sentirla me hace tener sensaciones extrañas y alarmantes, pues causan que mi corazón lata con prisa y la piel del cuerpo se me erice.

- No te preocupes… ese es mi camino secreto.

Me aterro ante esa enigmática frase y me alejo de la escalera, mientras siento mi corazón a punto de estallar. ¿Qué significó eso? ¿Lo dije o me lo dijeron? La cabeza comienza a dolerme ante esa confusión, pero decido reconfortarme para seguir con mi camino.

De nuevo comienzo a cuestionarme si no haberle hecho caso al rey fue una mala idea…

Subo por las escaleras, sintiendo como las piernas me tiemblan, pero ya no me importa sentir nervios; estoy aquí y no hay marcha atrás.

El final de mi camino me lleva a un lugar exterior y fresco; un exuberante jardín rodeado por elegantes arcos y cascadas de hojas y flores decorándolo.

Como siempre, siento conocido este lugar, tanto que hasta me parece familiar la escalera que se encuentra diagonal a mí.

Como si conociera el camino de memoria, subo las escaleras del jardín, las que también están rodeadas de césped en su agarradera, fresco y lleno de vida. La subida está en forma de espiral cuadrada, por lo que tuve que ascender algunos niveles, hasta que llego a un sitio que llama mi atención…

Con ansiedad me acerco hasta lo que parece ser un sitio social, y por la forma del techo y los pilares que lo sostienen, una sola palabra sale de mi boca…

- La glorieta… aquí…

- Sonrisas y… ¡Clic clic!

Siento como si una fuerza desorbitada me rodeara con sus brazos ante esa frase, dejándome sin aire, mientras un sonido peculiar hace eco en mi mente. Es una sensación agradable, pero que al mismo tiempo me llena de nostalgia y un malestar indescriptible, como algo perdido que jamás regresará.

Presiono con fuerza las paredes de la glorieta, mientras me volteo a una torre que llama por completo mi atención.

- Ahí… ¿Qué es ahí?

Mis deseos por subir esas últimas escaleras me llaman, me atraen como un imán inmisericorde… pero me detengo, no me atrevo a dar un paso más. Cada una de las imágenes y recuerdos que se me han presentado en las paredes de este castillo me han desequilibrado, confundiéndome más que al inicio de mi despertar. Yo vine con un sólo objetivo, que es salvar a Zelda de las garras de Ganon… y eso es lo que pienso hacer.

Mi visión ahora se enfoca en el bastión central, a donde me dirijo sin ninguna duda.

Esta vez estoy seguro que nada me interrumpirá el camino…


Me encuentro a pocos pasos del bastión central, con el silencio más estremecedor que nunca. Observo desde la lejanía a los banderines vistiéndolo y a las estatuas bañadas en oro decorando la puerta; justo la de la punta tiene el triángulo dorado que está por todas partes. Sin duda es el sitio.

No percibo nada peligroso ni perturbador a mí alrededor, así que avanzo. Mi corazón late con prisa a cada paso que doy, pero con Zelda en la mente, con el deseo irrefrenable de liberarla de las garras de Ganon.

Nada va a detenerme…

Traspaso la puerta del bastión, y me admiro de ver lo grande que es la sala del trono. Al final de las escaleras se llega a ver dos sillones elegantes; imagino que en unos de ellos se sentaba el rey Rhoam. A los extremos del redondel también se encuentran un par de estatuas de soldados montando a caballo, las que también llaman mi atención.

Me decido a subir por las escaleras al querer ver más de cerca al triángulo dorado que decora la cabecera de los tronos, pues a los lados de este veo una especie de símbolos, como notas musicales.

Sin embargo, un fuerte sonido detiene mi camino a las escaleras…

- ¿¡Qué es esto!? ¿¡Qué pasa!? – expreso exaltado, tapándome los oídos.

En ese momento se escucha el sonido de una campana que me ensordece, tan brutalmente que comienzo a sentirme mareado por su eco.

Poco a poco siento debilidad, algo parecido a lo que viví en el Templo del Tiempo… pero esta vez desagradable.

¡Por más que me lo propongo, siempre me retraso en todo! ¡Voy a llegar tarde!

Sin embargo, de no haber sido por este traje que me obligaron a portar, no me hubiera demorado tanto. Fue insoportable abotonar cada prenda, la boina se me cae de la cabeza, lo que demuestra que no me la puse bien.

Nunca creí que el uniforme de la guardia real fuera tan incómodo… me compadezco de mis compañeros, que lo usan a diario.

En el momento en que me dispongo a entrar al bastión, me encuentro con dos individuos a los que no puedo verle el rostro. Sin embargo, los siento tan íntimos y unidos a mí.

- ¡Tres minutos tarde, Link! ¡Te advertí puntualidad!

- Lo siento, padre… no fue mi intención.

¿Qué? ¿Este hombre es mi padre? Por la sombra que lo cubre no puedo verlo con claridad, pero aun así le respondo como si lo conociera.

- En serio lo lamento, pero ponerme este traje fue un caos…

- ¿Un caos? ¡Pero si te queda muy elegante! No entiendo por qué tanta demora, ni que usaras vestido.

- Niña… – expreso enojado.

Esta niña… me recuerda tanto a la que vi correteando encima de la fuente de la ciudadela, pero al igual que al hombre no puedo verle el rostro.

- ¡Ya no molestes a tu hermano! – ordenó mi padre. – Entremos de una vez, el rey Rhoam va a comenzar su discurso.

Mi padre… mi hermana. ¿No me encuentro solo en este mundo? Tengo una familia…

Sigo a mi supuesto padre y hermana a la sala del trono, y me siento avergonzado de ver que muchos invitados se encuentran presentes, a los que no puedo distinguirlos. Poco después, veo como el Rey Rhoam se levanta de su sillón, listo para comenzar su discurso. A él sí puedo verlo claramente, idéntico, como se mostró a mí.

- Apreciados invitados. – comenzó el rey. – Agradezco tanto que se encuentren presentes en esta reunión, donde se conmemora de manera adelantada un evento muy importante, la ceremonia de madurez de la princesa Zelda, mi hija.

Zelda… ella está aquí.

- Disfruten de este momento tan especial para nosotros, pues será el inicio de la evolución de la princesa para que haga nacer dentro de ella el esperado poder que nos salvará a todos…

Una vez que el rey termina su discurso, comienzo a escuchar murmuros entre los invitados. Algunos admirados por las palabras del monarca, pero otros criticando a la princesa, incluso burlándose de ella y de ese supuesto poder. ¿Por qué se comportan de esa manera? Me desagrada totalmente.

Alzo la mirada a los tronos para ver si Zelda se encuentra ahí, pero ya está bajando las escaleras, lo que pude notar por el movimiento de la falda de su vestido azul.

A medida que ella desciende, la música comienza a sonar, por lo que todos los invitados se acercan con su pareja al centro de la sala del trono, la que ahora es una pista de baile.

Zelda se encuentra próxima a bajar, por lo que, sin entender por qué, me acerco. Mis pies se mueven solos, mi voluntad no opina, sólo la tengo a ella en la mira.

Para mí mala suerte, cuando baja el último escalón no puedo verle el rostro, al igual que todos los que se encuentran presentes aquí, a excepción del rey. Mas las cosas se ponen peor cuando un montón de hombres se le acercan, a los que ella les expresa una cara de incomodidad.

- Alteza, ¿me concede esta pieza?

- Baile conmigo, princesa…

- La pista de baile nos espera, princesa Zelda.

No puedo entender por qué siento molestia ante el acoso de esos hombres a la dama, mucho más si la percibo incómoda. Poco después, me sorprendo al ver cómo su mirada se cruza con la mía, y en ese momento se acerca a mí.

Los hombres se quedan estupefactos ante su ignoro, mientras que yo me siento paralizado de tenerla frente a mí. A pesar que no puedo verle el rostro, tengo la dicha de perderme en sus pupilas esmeraldas… las mismas que vi el día de mi despertar.

- ¿Tendría el honor de concederme este baile, alteza?

- Será todo un honor, caballero.

Su voz me estremece al responderme, dejando de lado la razón por la que le hice semejante propuesta. Hago una reverencia para comenzar con el baile, mientras que ella hace lo mismo sosteniendo la falda de su vestido.

No sé en qué momento nos perdimos en la pista de baile, sin importarnos los que nos rodeaban. Bailábamos al compás de la música, la que ella tarareaba con deleite. Yo sólo me perdía en su mirada, la única que podía ver.

Sin embargo, podía sentir las miradas curiosas de otras personas. Los hombres y las mujeres molestos, el rey observándome serio, pero sorprendido, mientras que mi padre sonreía; incluso mi hermana daba pequeños saltos al verme. ¿Qué es lo que estarán pensando?

Cerca del rey también se encuentra un hombre joven del que sólo puedo visualizar su mirada carmesí. El chico no nos mira con fastidio, pero si con melancolía y decepción. Segundos después se retira, sin mirar atrás.

A pesar de haber puesto atención a todos esos detalles, lo único en lo que me pierdo es en el baile con ella, en sentir como sus pasos se entremezclan con los míos, y el aroma que emana de su piel, tan parecido a la enredadera de lirios que protegía a la espada en mi sueño…

¿Sueño o realidad? No quiero que esto termine…

Poco después, de manera abrupta, la canción se detiene, mientras todo a mí alrededor se desvanece.

- ¿Pero qué…?

Me impacto en sobremanera al ver que Zelda se separa de mis manos con brusquedad, y poco a poco se va alejando de mí.

- Cuidado…

- Princesa…

- ¡CUIDADO, LINK! ¡ALÉJATE!

¿Por qué me encuentro en medio de la sala con la mano estirada? ¿Cómo si un vacío me consumiera profundamente?

- Porque que has alucinado con recuerdos inútiles… estúpido elegido.

Un escalofrío recorre mi cuerpo al darme cuenta de todo lo que me rodea… salido de la peor de mis pesadillas.

- ¿Qué es esto?

Me encuentro en una sala podrida y destartalada, con escombros de pared por todos lados. Las estatuas de los caballos están decapitadas, el suelo destrozado, y al observar por los ventanales puedo ver a guardianes voladores moviéndose por todos lados, alarmados, como si buscaran a una presa.

- A ti…

Alzo la mirada al techo y me hallo con una imagen que me produce arcadas. Una cápsula nauseabunda se encuentra latiendo encima de mi cabeza, la que no me da tiempo a reaccionar.

- Gracias por ahorrarme el trabajo de venir a tu propia tumba…

De la cápsula sale una cabeza siniestra, con ojos de fuego y cabello rojizo. Nunca creí que con sólo verlo la valentía se me esfumaría del cuerpo. No soporto como me mira.

- ¡DESAPARECE!

De la frente del demonio sale un rayo azulado que destroza por completo el suelo donde me encuentro, causando que caiga a un abismo. La bestia termina de salir de su cápsula, dispuesto a aplastarme sin piedad.

En el trascurso de mi descenso saco mi paravela para amortiguar la caída. Sin embargo, el rayo de la bestia me la arrebata de las manos.

La caída será inminente, y el peso de la bestia acabará conmigo.

Maldita sea mi terquedad al no haber obedecido al rey…

Renací para morir…

Sin embargo, cuando el demonio estuvo cerca de mí, una luz cálida comenzó a rodearme, causando que mi enemigo grite como un desaforado, como si le estuvieran perforando las entrañas.

- ¡NOOO! ¡IMPOSIBLE! ¡MALDITA!

La luz se vuelve gigantesca y cegadora, rodeando por completo al monstruo, pero de todas maneras yo sigo cayendo, esperando a que llegue mi fin.

Siento como la inconsciencia comienza a invadirme… hasta que unas manos toman mi cuerpo con delicadeza y acerca mi rostro hasta el suyo.

Ahora puedo verlos… a aquellos ojos verdes.


Comentarios finales:

Hola, un gusto estar de nuevo por aquí.

En este capítulo si hubo un cambio extremo, pues los que han jugado y ganado el juego saben lo que sucede, pero aquí, para darle el sentido que deseo a la historia, hice realidad este giro inesperado. Como dice el resumen, desde aquí comienza el periplo de Link.

Me esforcé mucho en narrar y describir todos los pasillos del castillo, pues como me dijo un amigo, este sitio es más una fortaleza que un palacio en sí. Y para sentirme más familiarizada con todo, encendí el Switch y me di un viaje hasta allá. No les miento que siquiera unas cinco veces me di las vueltas por el camino que narré, hasta que se me grabó. Hubiera sido fácil ver un video en Youtube, pero necesitaba sentirlo más personal, como Link.

Obviamente faltó más que explorar, pero eso lo dejo para después, pues esas zonas tienen más teorías y significado emocional para la trama.

Ahora, exceptuando el final, voy a explicar algunos cambios que hice, basándome en mi imaginación, referencias de AOC y del libro "Creando a un héroe".

Todos los recuerdos (palabras escritas en cursiva), flashbacks (*.*.*.*.*), lagunas mentales (también en cursiva), y sueños de Link fueron reales, salidos de su inconsciente, pero la imagen del castillo intacto, como podrán haber notado, era una trampa. Link está vulnerable, y el enemigo se aprovechó de eso, por eso incluso llegó a dudar en si el rey le había dicho la verdad, pero estaba tan confundido que se dejó llevar por ese encantamiento nefasto, como indica el título.

El sueño, aunque real, si fue provocado por Ganon, porque él sabía que una vez Link llegue al bastión iba a sentirse extraño, y la entrada a ese mundo onírico no iba a ser tan calmada como la del Templo del Tiempo.

¿Reconocieron a algunos personajes en el sueño? Hay unos bastante especiales que se mencionan en el juego y en el texto. Sobre la familia de Link, lo explicaré más adelante, pues esa información sólo sale en la versión japonesa del libro, y ahí decidí hacer un cambio en base a mi percepción, porque no está muy clara.

Para la descripción del castillo, aparte de ayudarme con el juego, lo hice con el libro, ya que ahí hay varias imágenes antes del cataclismo, cuando estaba en perfecto estado.

En AOC el rey da su primer discurso a los soldados en la puerta de la ciudadela de Hyrule. Sin embargo, en esta historia hice que lo haga en el balcón del observatorio. ¿Por qué? Por la referencia indicada en el libro.

"El balcón del observatorio se puede ver pasando por el portón de la entrada del castillo. El rey Rhoam debía de dirigirse a sus súbditos desde aquí. Después del Gran Cataclismo, las salidas al balcón quedaron tapiadas por residuos de maldad"

Esos residuos de maldad (malicia de Ganon), pueden eliminarse desde dentro del castillo.

Otro de los lugares que mencioné y no se puede visualizar en BOTW, pero si en AOC y el libro, es una sala a la que llaman "El Gran Salón". La descripción en el texto dice lo siguiente:

"El gran salón no es una de las zonas del castillo de Hyrule que Link pueda explorar en el presente. Seguramente se encuentra en una parte del palacio cerrada por los escombros producidos durante el Gran Cataclismo"

Justamente, cuando se entra al recibidor en BOTW, hay una puerta que está sellada con la malicia de Ganon, donde, según el libro, ahí se encuentra este gran salón. Y la imagen (que la subiré a mis redes sociales), muestra a una estatua (que parece del rey) ubicada en el centro. En AOC esa sala si tiene acceso, y ahí se encuentra una estatua con un hombre y una mujer, muy parecidos al rey, y quizás a la reina. De eso también se hablará con detalle más adelante.

Otra referencia que usé es de la escalera de caracol que llega al jardín central, el que en BOTW sale destrozado, pero en el libro intacto, sólo le agregué algo más de belleza. Subiendo por una escalera que se encuentra por ahí se puede llegar a conocida glorieta que está cerca de los aposentos de la princesa.

Espero que este capítulo no los haya confundido, por eso tengan presente cuando uso las cursivas, los "*.*.*.*.*" o los "…". Este juego, al estar anclado con el pasado y el presente, muestra esos detalles, y por eso en mi historia se da así.

Y antes de olvidarme, también me he basado en una película de nuestra infancia para algunas escenas. ¿Recuerdan a la princesa Anastasia? Bueno, como recordarán, ella estaba desmemoriada por el golpe en la cabeza que sufrió huyendo con su abuela del ataque de Rasputín, pero en sus lagunas mentales ella siempre veía cosas. Por ejemplo, cuando fue al palacio, que fue su hogar, comenzó a recordar bailes con su familia, a todos los seres queridos que la amaban y ya no tenía. Me basé en esa escena para el sueño de Link, pues al igual que Anastasia, sentía que vivió eso, que ese era su sitio, pero no sabía exactamente por qué. Incluso Rasputín alguna vez la hizo soñar una escena con sus hermanos y padre para que se lance al mar y muera ahogada; lo mismo que Ganon hizo con Link al ilusionarlo con un palacio maravilloso y lleno de paz, cuando no había tal. Lamentablemente, Link, al despertar, se dio cuenta del horrible lugar en el que se encontraba.

Sé lo que muchos dirán, que la historia de Anastasia en la película no es la real, eso ya lo sé. Sin embargo, me basé en esas escenas porque la princesa rusa y Link tienen esas cosas en común. Se sienten atraídos por lugares que no conocen para reencontrarse con alguien especial. Anastasia con su abuela; Link con Zelda.

Ahora… paso a responder los reviews/comentarios de invitados/guest:

Sakura: Con tu comentario ya descubrí quién eres en Facebook ^^, y cómo te dije por ahí comparto contigo tu teoría, como lo contrario. Pienso hablar de eso más adelante, y espero esa versión también sea de tu agrado. Muchas gracias por leerme, y espero que este capítulo te haya gustado.

Niakuru: Un gusto tenerte en esta nueva historia (ya te extrañaba ^^). Ya leíste de golpe los dos primeros capítulos, así que espero que este te haya gustado. Como dije al inicio, me baso en el juego, pero con mi toque personal, añadiendo personajes y situaciones que hicieron falta para entender mejor la mentalidad de Link y Zelda.

En fin, gracias a todos por tomarse la molestia de leer este testamento de comentarios finales.

Nos vemos el otro Lunes. Un abrazo ^^.