Capítulo III: Enigma


Fuyuki ha sido un territorio bastante especial para la investigación mágica durante un tiempo atrás, y no es para menos después de acontecimientos que dejaron una marca difícil de borrar. La última vez que la ciudad estuvo inmiscuida en los peligros del combate entre Magos fue ya hace 20 años, lo que dejaba una sensación de interés por lo que sucedería cuando los preparativos estén listos y la Guerra se desate.

Una pura sensación de muerte, algo inevitable incluso con la seguridad que prometía la Iglesia y el "pacto de combate nocturno", para no poner en grave peligro a la población.

Los magos crecían con el conocimiento del peligro y la muerte. Las familias se encargaban de entregar lo necesario a sus herederos, lo cual significaba mantener las tradiciones y el prestigio.

Todo ello les llevaba a acostumbrarse a aquellos sucesos relacionados con perder la vida, mostrándose con un aspecto mucho más serio para no perder la compostura en situaciones que lo requerían, aunque eso les hacía sacrificar una parte de su lado humano.

Esconder la vida como mago es vital para cuidar los secretos que tenían las familias, siendo uno de los más importantes la cresta mágica, como lo era el caso de la joven Nishida Amane.

Fue preparada durante muchos años para participar en la batalla por el Santo Grial, sin mucho rechazo por parte de ella. Amaba compartir tiempo con sus padres, incluso si solo era para estudiar sobre la magia. Se mostró interesada desde temprana edad sobre todo aquel misterioso mundo, y se prometió no defraudar las expectativas de su familia, aunque para ello debiese colocar su propia vida en un constante peligro.

No estaba confiada de su victoria, pero sí se sentía con las capacidades para conseguir el tan deseado cáliz. Estudió por muchos años la guerra por el Grial, pero seguía desconociendo la naturaleza que le rodeaba y el control que ejercía sobre sí mismo, hasta tal punto de estar casi segura que ese objeto tenía conciencia propia.

Tal vez esa fue la razón por la cual fue la primera elegida como Maestra. Su deseo pudo haber alcanzado al Grial, y éste respondió positivamente, entregándole una oportunidad de conseguir lo anhelado.

Aún así, todo el proceso de la guerra le parecía lleno de malas intenciones, y es por ello que los deseos que alcanzaban a ese mítico cáliz podían tener tintes de cualquier tipo, lo cual le helaba la sangre, imaginando lo que podría ocurrir en caso de que cayera en manos equivocadas.

El chico que estaba frente a ella no provenía de nada cercano a lo mágico, y después de conocerle desde la escuela primaria, podía asegurar que es una persona del todo normal, sin intenciones malvadas en su interior.

Entonces ¿Por qué fue elegido como participante?

Tal vez tenía un deseo que él mismo desconocía, y desde el fondo de su ser, esperaba que no sea uno lejano al suyo. A medida que avanzara la guerra, tenía planeado hablar de su deseo con él, sin nada que ocultar, lo cual hablaba mucho de la confianza que le tenía.

Sin embargo, una parte de ella no quería llegar a un problema que tarde o temprano llegaría.


Alcanzaron un pacto que tenía como punto principal proteger la vida de Kohaku por el momento, y para eso usarían las habilidades de sus respectivos Sirvientes, sin dejar de lado las capacidades como Mago de Amane. Las habilidades mágicas de Caster les ayudaría a trabajar sin la necesidad de acercarse al peligro de otro oponente, y por el otro lado, la clase Saber era considerada la más poderosa por su balance en todos los aspectos de combate, lo que les dejaba, para su sorpresa, en un buen pie una vez que todo el conflicto inicie.

Gracias a todo lo que había aprendido con anterioridad, debían tener cuidado con la clase Rider, quienes generalmente ostentaban de una poderosa arma como los Noble Phantasm, y la clase Archer, con sus habilidades para actuar sin necesidad de un Maestro, siendo la razón por la cual le llamó la atención que la mujer invocada como Sirviente por Kohaku también tenga aquella ventaja.

Veía con buenos ojos los parámetros que parecía mostrar Saber, dándole una gran ventaja para el futuro, pero eran muchas cosas positivas para un Sirviente. Una vez que entren en un combate real podrá enterarse de algo que, en este momento, no lograba dilucidar.

Ser Maestro te ha sorprendido bastante ¿Cierto?

Por ahora, decidió mantener esas dudas para más tarde. La última invocación podría ser hecha muy pronto, como también tardarse un par de meses, lo cual les mantiene en una constante alerta insoportable. Se preparó durante años para este enfrentamiento, pero no serviría de nada intentar cubrir detalles que no sabían, y sería descuidado averiguar por su cuenta, llamando la atención innecesariamente de los demás Maestros y Sirvientes.

Desde que descubrieron que Kohaku será uno de los participantes, el chico se ha visto algo acorralado y nervioso, algo que podría perjudicar las tácticas conversadas hace unos días atrás, pero lo entendía. No se imaginaba cómo sería su reacción si llegaba a enterarse que debía luchar en una sangrienta batalla con enemigos mucho mejor preparados, sin dejar de lado otro motivo igual o más importante: la gran posibilidad de morir en el acto.

¿Es tan fácil darse cuenta de ello?

— ¿Bromeas? Ya han pasado días sin verte con ese listón negro amarrado a ti

Pensó haberle mencionado algo obvio a simple vista. Creía que él mismo había guardado ese preciado accesorio para mantenerlo con más protección en su habitación, pero viendo la reacción del chico, se dio cuenta que estaba equivocada.

Tardó unos segundos en analizar las palabras que le había dicho, seguido de un brote de desesperación, revisando entre sus bolsillos de su abrigo esperando algún milagro, pero se llevó una enorme desilusión. Su boca comenzó a llenarse de un amargo sabor que le hacía sentir náuseas, culpándose de lo inseguro que había sido desde la noche que invocó a Saber.

Desde aquel día su inconsciente le gritaba que el lazo había abandonado su muñeca, pero debido a todo lo que estaba sucediendo, ignoraba sus propias señales.

Se engañaba.

Sí había captado una señal, de hecho, fue la primera apenas la espadachín se mostró ante sus ojos.

Ese hermoso cabello que caía sobre la espalda de Saber estaba amarrado con un accesorio oscuro, uno que sus ojos identificaron de inmediato. Era realmente imposible que desconociera un objeto tan especial para él desde pequeño.

Giró hacia su Sirviente, quien estaba de pie observando el parque que eligieron para reunirse, ya que no tenían muchos ánimos de caminar hacia la mansión abandonada.

Sus ojos hicieron contacto fijo hacia el lazo negro en su cabello, que se mecía por la ligera corriente de viento, recordándole que ya había comenzado el periodo escolar, un problema que no ha logrado resolver, rindiéndose al consejo de Amane, solo debían actuar como estudiantes normales, esperando que algún Maestro no sea lo suficientemente estúpido para crear un revuelo a plena luz del día.

La joven se dio cuenta que Kohaku observaba sin parar a su Sirviente, dándose cuenta del motivo.

— ¿¡Qué demonios es esta coincidencia!?

El haber alzado la voz de forma repentina puso en alerta a Saber y Caster, quienes se acercaron a sus respectivos Maestros en un abrir y cerrar de ojos, demostrando lo muy atentas que estaban siendo ante cualquier movimiento extraño.

— ¿Q-Qué rayos te sucede? Menos mal este parque es poco transit-

— ¡Era un catalizador! ¡Debo ser muy estúpida para no haberme dado cuenta de eso hasta ahora!

— ¡Baja la maldita voz, Amane!

Le bastó esa llamada de atención por parte de su amigo para quedarse en silencio, avergonzada por haber mostrado una fácil pérdida de sus estribos.


Tardó unos minutos en explicarle a Kohaku de la razón de su gran sorpresa hace unos instantes. Ese día antes de la invocación, había discutido de manera superficial con Caster sobre qué iba a suceder con el chico una vez que tenga a su Sirviente. La información de las Guerras por el Grial están atadas por el secreto ante su posterior divulgación en el mundo de los magis, pero uno de los detalles que tenía por seguro era el ritual de invocación.

Su familia logró conseguir misteriosa muñeca, algo aterradora según ella, la cual actuó como el catalizador para su ritual hace ya casi 2 meses, unos días que habían comenzado las vacaciones de verano. Se sorprendió cuando un Sirviente de clase Caster había aparecido ante ella, pero nunca opinó que fuese desagradable, de hecho, congeniaban muy bien entre ellas dos.

Por otro lado, también estaba enterada de los rituales que se llevan a cabo sin un objeto que haya caracterizado al Espíritu Heroico en vida, lo cual dejaba a disposición la personalidad del Maestro.

A pesar de ello, en algún momento había escuchado de su padre que el Grial en Fuyuki podría tener un mayor acercamiento al ritual de invocación, más allá de proporcionar la magia necesaria a los Maestros y Sirvientes. Según esa conversación, la clase Assassin supuestamente ya estaba definida desde un comienzo. Hasta el día de hoy no lograba encontrar el significado de esas palabras, y para su lamento, su única oportunidad de averiguarlo será en plena batalla.

Estaba algo interesada con lo que sucedería en el ritual de Kohaku, ya que parecía no haber un catalizador de por medio, y su personalidad estaba bastante lejos de que la clase Assassin responda a su llamado.

Pero finalmente hoy, aquellas dudas fueron respondidas, dejándola atónita por la gran coincidencia que había sucedido.

Aquel accesorio fue un regalo de parte de la hermana menor de Kohaku a él, antes de que su familia llegara a un quiebre hace unos años atrás. El joven traía consigo todo el tiempo ese lazo amarrado a su muñeca, incluso en la escuela o reuniones algo más serias de vestimenta.

Y ahora otras dos preguntas había nacido dentro de ella.

¿Dónde consiguió la hermana pequeña de Kohaku ese lazo negro? ¿Quién era esa espadachín?

Prefería conversar con él en otra ocasión y en un momento más indicado, porque no le agradaba hablar sobre eso y recordarle el tormento que tuvo que haber vivido a tan complicada edad.

Interrumpiendo el shock del joven y su Sirviente, Amane decidió volver a casa para preparar lo antes posible su último año escolar. Pueden ser participantes de una competencia que les llevaría a la muerte, pero no por ello dejaban de ser estudiantes de tercer año, a punto de ingresar a la Universidad.

Durante el camino, antes de separarse en sus direcciones, la tranquilidad fue rota con el acercamiento de una ambulancia, que pasó por el lado de ellos con algo de velocidad. El último tiempo ya tenía como costumbre escuchar las alarmas de las ambulancias, en camino de algún accidente o muerte que quedaba sin resolver.

La joven Maestra estaba segura que el enfrentamiento estaba a la vuelta de la esquina gracias a aquellos accidentes. Reconocía que el motivo de la nula respuesta se debía a los Maestros utilizando a sus Sirvientes para conseguir mayor poder y ventajas. Por ahora no le ha mencionado ese detalle a Kohaku, que lo llevaría a desesperarse una vez que lo sepa.

Se despidieron antes de que el anochecer los encuentre aún fuera de sus hogares, aunque el chico observó con extrañeza la rapidez de la caminata de Amane, pero no le dio mayor importancia, por el contrario, debería hacer lo mismo antes de que el peligro lo alcance.

Estando ya en casa, se encontró a su madre preparando la cena para los ahora tres integrantes bajo techo. Habían pasado unos días, pero no lograba acostumbrarse a tener a Saber de su lado con su madre tan cerca, aunque ella no mostraba mayor incomodidad. Para su sorpresa, ya estaban entablando conversaciones mientras él no estaba en la misma habitación, lo cual le alegraba, más cuando su madre necesitaba comunicarse con alguien que no sea su hijo y dejar un poco en el olvido todos los problemas.

La televisión estaba encendida mientras cenaban cuando apareció una noticia algo inquietante.

"Un hombre fue encontrado muerto con muchas heridas en su cuerpo por apuñalamiento y ojos en blanco en las cercanías del puente de Fuyuki"

Las cámaras señalaban a la dirección del ahora oculto cadáver por la policía, que ya parecía llenar la zona debido al brutal asesinato. Su madre veía muy asustada la escena, mostrando preocupación a su hijo y su acompañante por su breve tardanza al llegar a casa. Saber le dirigió una mirada hacia su habitación, imaginando que querría hablar a solas con él después de terminar sus platos.

Cuando iban por las escaleras, el teléfono de Kohaku comenzó a sonar, recibiendo una llamada de parte de Amane.

— Koha-kun ¿Viste las noticias?

— Claro que sí. No esperaba que mostraran un asesinato así por televisión...

Hubo un breve silencio, preguntándose qué más querrá añadir.

— Sé que es algo peligroso hablar por teléfono, pero es mejor que salir ahora mismo

La voz de la chica parecía temblar un poco, lo que le comenzaba a preocupar e invadirse de nervios.

S-Seguí la ambulancia que pasó cerca de nosotros y llegué al puente de Fuyuki, un poco antes de que el equipo de noticias se instalara allí

Abrió los ojos de la sorpresa por lo que acaba de decir la chica, queriendo responder pero fue interrumpido en seguida.

Me comuniqué con la Iglesia y...

Su rostro estaba lo suficientemente blanco para que Saber se percatara de ello, buscando un pañuelo que le había dado la madre de Kohaku y limpiar su sudor de la cara, queriendo mostrar amabilidad y atención hacia él.

Ese hombre era el Maestro de la clase Lancer. Ambos ya están fuera de la Guerra

El teléfono casi cae de sus manos debido al miedo que invadía todo su cuerpo. No estaba acostumbrado a la muerte, y ahora su incomodidad era mucho peor porque le involucraba, tal vez no directamente, pero ya podía imaginar que aquel asesinato fue provocado por otro participante, y con la brutalidad que acababa de observar por la televisión, ese Maestro y Sirviente no mostraron compasión con ese hombre.

Tengo una ligera idea de quién fue el responsable, pero prefiero conversar contigo mañana en la escuela. Iré a buscarte a tu salón en el descanso, intenta no hacer planes con nadie

No podía entender cómo Amane estaba hablando como si fuera algo cotidiano. Se sentía más preocupada por lo que acaba de descubrir que el propio hecho del asesinato.

Le conocía hace muchos años, pero ya no podía estar seguro de nada.

N-No quiero ir a dormir con las dudas ¿Quién crees que fue el responsable?

Hubo otra pausa en la llamada, seguramente preguntándose si era buena idea mencionar la información de esta manera, aunque su decisión llegó sin tapujos.

La clase Assassin es la única que puede abandonar el lugar sin dejar rastros después de matar a alguien. Si el Maestro decidió atacar de esa forma, entonces puedo decirte que no esperarán a la última invocación: La Guerra ya comenzó, Koha-kun.


PD: Tardé en darle un orden a lo que sucederá a lo largo de la Guerra, pero creo que al fin le pude dar una mejor imagen. Espero que mis estudios no afecte a la publicación de capítulos.

Bye!