Sumire se enderezo con un suspiro, busco entre los bolsillos de su vestido y saco de uno de ellos un pequeño trapo de lino, el cual paso por su frente empapada de sudor. Toda la mañana se le había ido organizando y barriendo y trapeando aquel cobertizo repleto de cajas con artefactos o retazos de tela.
La Señora Hinata la había ayudado la primera hora, pero luego se había ido atender unos asuntos en el despacho.
—Veo que ha trabajado muy duro.
Sumire giro enseguida sobre sus talones al escuchar esa gruesa voz tras su espalda, su mirada violeta dio con un apuesto muchacho pelirrojo apoyado del marco de la puerta. Lo reconoció de la cena de anoche con los demás integrantes del rancho, no había hablado mucho, pero aprecio que escuchaba atentamente lo que Lee y otro muchacho moreno de ojos verde le comentaban.
—Disculpe Señorita, no quería que se sobresaltara.
Sumire negó.
—No se preocupe, no me asusto.
El joven sonrío.
—Solo vengo a decirle que la patrona Hinata la solicita.
—Oh, gracias.
—Ryogi Byakuya — se presentó, y Sumire se sonrojo cuando él hombre tomo su mano y le beso el dorso. Su rubor incremento cuando el joven vaquero aun inclinado le dedico un pequeño guiño. Se separo unos dos pasos y bajo apenas un milímetro el ala de su sombreo—. Nos vemos, ha sido un placer Señorita Kakei.
Ryogi le dedico una ultima sonrisa de lado y se alejó con paso firme del cobertizo. Sumire lo miro alejarse ruborizada. Espabilo cuando escucho un martilleo y camino con prisa hacia el interior de la casa, aun exaltada por la galantería de aquel apuesto vaquero.
Encontró a Hinata en el porche de su casa, recostada en una mecedora y mirando hacia la entrada del rancho.
—El Señor Byakuya me informo que usted me mando a llamar — comento al llegar a su lado, ella alzo la mirada y sonrío tras asentir.
—Si, quería explicarte otra tarea que deberás estar pendiente de ahora en adelante —se levantó y le pidió la siguiera. Caminaron hasta llegar a una estructura de madera, sin paredes ni ventanas, apenas un techo para protegerse de los rayos del sol y la lluvia. Era el fogón general del rancho. Sumire sonrío cuando un olor exquisito llego a sus fosas nasales cuando se acercaron.
Might Guy era el cocinero de los vaqueros, y quien ayudaba, por supuesto, a la Señora Hinata a preparar las enormes cantidades de comida para los fines de semana donde todos cenaban juntos. En ese momento se encontraba moviendo un cucharón en una gran olla, las llamas del fogón chispeaban debajo de ella.
—Mi querido Guy — saludo Hinata.
—Pero que suerte la mía esta tarde. Ya no tendré que visitar el precioso invernadero Uzushio, porque dos hermosas flores han escapado para venir a visitarme a mi.
—Tus halagos siempre son bien recibidos, mi querido Guy — pronuncio la jefa en una gesto divertido, y luego miro hacia una mesa, donde unos cuencos vacíos reposaban —¿Esta casi listo el almuerzo?
Guy asintió.
—Si, mi señora, solo estoy esperando que las batatas se ablanden un poco mas para empezar a servir los cuencos —pronuncio al erguirse y mira de frente a las dos mujeres.
—Bien — musito Hinata y tomo a su asistente del brazo — Sumire ahora sera la encargada de que ayudarte a repartir y servir el almuerzo.
—Será un honor trabajar con tan bella señorita — pronuncio el señor e hizo una reverencia muy teatral, ocasionando que Sumire riera.
Hinata palmeo el hombro de Sumire y le dijo que en cuanto terminará, que se acercara a la casa para almorzar juntas.
Sumire ayudo al Señor Guy a servir los cuencos, en ese momento noto como varios vaqueros se iban acercando hacia el fogón. Cansados y sudorosos. La gran mayoría eran hombres que debían rondar entre los cuarenta y cincuenta años, el otro puñado eran muchachos como de su edad o apenas pasado los treinta.
Sumire se ruborizo cuando visualizo a Ryogi acercarse junto a Lee.
—Hola Sumire — saludo Lee efusivo.
—Hola Lee — le sonrío amable Sumire y le extendió el cuenco con sopa y un trozo de pan. Tomo otro cuenco y otro pedazo de pan de la mesa, y esta vez fue el turno de dárselo a Ryogi, quien lo recibió con una atractiva sonrisa que no más hizo fue acentuar su rubor. Este pareció darse cuenta, porque esbozo una sonrisa apacible mientras frotaba el puente de su nariz con su dedo indice.
Se escucho un gruñido detrás de ellos, cuando miraron a ver en su visión apareció nada menos que Boruto Uzumaki, cruzado de brazos y el ceño levemente fruncido. Algo que ya Sumire pensaba era habitual en aquel odioso muchacho. Siguiendo su trabajo, tomo un cuenco y un trozo de pan, y se lo extendió sin dejar de mirarlo directamente a los ojos. Como desde el principio, no dejándose amedrentar por aquella antipática mirada.
Boruto tomo la comida, le dio una ultima mirada a Sumire de soslayo, y luego fue a sentarse junto al vaquero de cabello azabache y ojos verdes, que recordó se llamaba Shikadai, cuando le dio su sopa. Lee y Ryogi se despidieron de ella y fueron y se sentaron junto a ellos dos.
Sumire se despidió de Guy cuando termino de ayudarlo, y se fue con prisa hacia la casa de los Uzumaki. Sin saberlo, bajo la atenta mirada de un par de hombres.
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Boruto se recostó contra el tronco del árbol y prosiguió a colocar su sombrero sobre su cabeza. Esa tarde el capataz Shikamaru les había asignado a él y su hijo Shikadai, arrear el ganado ovino de vuelta a su corral antes que se opusiera el sol. Faltando aun media hora, decidieron recostarse bajo la sombra de aquel árbol solitario en el campo.
—Ryogi y Lee parecen estar encantado por la nueva del rancho. Bueno, no puedes culparlos, Namikazeton aun escasean las mujeres, sobre todo jóvenes casaderas— pronuncio Shikadai, recostado desde otro lado del tronco, jugando con una ramita entre sus dedos —. Y ciertamente la Señorita Sumire es una belleza. —alagó.
Boruto resoplo bajo su sombrero.
—No me digas que tu también.
Shikadai rió.
—Creo mas bien sería raro no sentirme atraído, pero ciertamente compañero, no es mi tipo de mujer — rasco su barbilla pensativo —. Es de esas mujeres con mirada soñadora.
—¿De mirada soñadora? — espetó con retintín Boruto.
—Si, ya sabes, Es posible que viniera a Namikazeton para encontrar marido y formar una familia —lanzó un bostezo y partió la ramita en dos — Yo solo busco mujeres que quieran pasar un rato agradable y listo, no me viene los compromisos.
Boruto lanzo una carcajada vacía.
—Deberías mandar a revisarte las bolas Shikadai, debes de tener ya algún mal con lo muchos que gustar de follar con aquellas señoritas del Saloon.
Shikadai sonrío sardónico, nada ofendido por la mofa de su amigo.
—Que tu quieras privarte de uno de los mejores placeres de la vida, ya es asunto tuyo, compañero, pero a mi déjame gozar que de algo igual nos vamos a morir todos — luego las coberturas de sus labios descendieron, hasta formar una expresión seria. — Desde...
—No pronuncies su maldito nombre, no en mi presencia — gruño Boruto, su voz en un tono alerta, aun por debajo del sombrero.
—Bien. Desde esa hija de puta, no había nadie nueva por el rancho ¿Te sientes tranquilo? — miro las dos ramitas en sus dedos y luego las tiro aun lado. Su mirada verde se quedo sobre el ganado, sin verlo realmente, pensando.
Shikadai había estado en ese tiempo, cuando su amigo había perdido el norte. Froto su quijada, recordando los golpes que ambos se habían dado en el pasado. Él para hacerlo entrar en razón, Boruto porque no quería escuchar.
Desde entonces su amigo se había vuelto desconfiado del mundo, y mas protector con su familia y amigos de toda la vida. No se extrañó entonces cuando su padre le relato que Boruto no había tomado del todo bien la estadía de la muchacha en el rancho al primer momento. Pero conociéndolo, si lo veía mas tranquilo, y eso lo alegraba un poco.
—Maldición Shikadai...—chisto, no quería responder a nada, pero sabia su amigo no se quedaría tranquilo hasta que dijera algo —. Creo que la muchacha necesitaba con urgencia un trabajo, no sé, algo así le entendí a Ma — se incorporo en la hierva — ¿Podemos dejar de hablar de esa chica? joder, desde esta mañana la mayoría no deja de hablar de ella ¿ahora igual tu?
Shikadai solo alzo sus manos en son de paz.
Boruto se levanto de un salto y sacudió su sombreo antes de colocárselo.
—Debemos regresar, dentro de unos minutos se opondrá el sol. —pronuncio. Miro hacia su perro; un hermoso pastor alemán, recostado a unos pasos de ellos. Llevo su pulgar y dedo indice a los labios y silbo, este se puso enseguida en alerta y fue trotando a su ayuda para manejar el ganado.
—Dios, apesto. — expreso en una mueca Shikadai al olfatear su axila, una vez su amigo hubo cerrado el corral con todas las ovejas salvaguardas adentro — Iré al rió a tomar una buena ducha, y quizás luego viaje al Saloon a tomar algo — y una sonrisita picara se formo en sus labios. Alzo su mano a modo de despedida y camino con prisa hacia el interior del bosque, donde mas allá de la cabaña yacía el cauce de un rió.
Boruto miro a su amigo marchar, hace unos años su padre había mandado a construir un anexo que servía de cuarto de baño, diagonal al viejo granero; que había sido habilitado como el dormitorio de los vaqueros, idea de Hinata, para que ya no tuvieran que dormir a la deriva. Pero aun así, muchos seguían disfrutando de ir a tomar un baño al río y de vez en cuando dormir bajo las estrellas.
Boruto subió los peldaños de su casa e ingreso meneando su cuello y hombros, en busca de aliviar los rígidos músculos. Anhelaba una ducha con agua caliente y luego llenarse la tripa con la deliciosa comida casera de su madre.
Subio las escaleras y se detuvo en el descanso al escuchar un coro de risas. Alzo una ceja y luego rodó sus ojos al saber quien acompañaba a su madre. Siguió subiendo hasta llegar a su dormitorio y se tiro en su cama.
Coloco un brazo sobre su frente y de nuevo la bruma lo envolvió. Los gritos resonaron en su cabeza. Y lo que era peor, aun le quedaba el resto de la noche para seguir escuchándolos. Porque era mentira cuando decía que iba a dormir con toda tranquilidad por las noches. La pesadillas aguardaban en lo mas apartado de su mente, esperando quisiera cerrar los ojos y asfixiarlo de culpa.
Proseguía a levantarse y bajaba para tomar el licor mas fuerte que su padre tenia y poder emborracharse. La salida que tenía para poder dormir, aunque sea un poco.
Se sobresalto cuando escucho un toque a su puerta.
Se levantó y fue abrir, su madre lo recibió con una suave sonrisa.
—El agua ya esta caliente, — le informa, lo detallo entonces y achico los ojos con pesar. Su hijo tenía un aspecto demacrado, y sabia no se debía al duro trabajo. Miro hacia el interior de su habitación, y quiso acunarlo de los demonios que aun lo perseguían — Dentro de poco serviré la cena, mejor apúrate a tomar un baño.
Boruto le sonrío suavemente, y cerro la puerta tras él.
Al rato los tres se sentaron en la mesa para comer en un cómodo silencio, solo interrumpido por el sonido de los platos de porcelana cuando los cubiertos chocaban con su superficie, y por Naruto que le comentaba a su hijo sobre algunas reparaciones que había que hacer en el rancho esa semana.
Hinata seco su boca con un pequeño trapo de lino y miro a su hijo de reojo.
—Hijo, estaba esperando a que tu lo hicieras por ti mismo, pero... ¿no piensas darle una disculpa a Sumire?
Boruto se detuvo de picar la carne. En realidad si había pensando en ello, pero una cosa es pensarlo y otra concretarlo.
—Solo fui precavido. — espetó.
—Entonces quiere decir que no te arrepientes de tu grosero comportamiento.
Hinata siguio picando su carne, pero su voz se torno dura y decepcionante, contrarrestando con su mirada tranquila mientras aun comía. Un escalofrío recorrió la columna de Boruto ante su tono de advertencia y miro a su padre, quien asintió estando de acuerdo con su mujer.
Boruto dejo los cubiertos de golpe en el plato y se levantó.
—Si, mañana temprano me disculpare con tu asistente — expresó con retintín.
Y abandono la estancia con paso firme. Una vez la pareja de casados quedaran solos, Hinata se apoyo del respaldar de la silla y lanzo un hondo suspiro.
—Me siento contradictoria, quiero acunarlo, pero a la vez no puedo permitir su comportamiento.
—Haces bien cariño — le palmeo la mano su esposo — Una cosa es que entendamos que aun sufre por el pasado y desconfié de gente nueva, pero tampoco podemos permitir que ese nuble su juicio y se porte arisco con todo el mundo sin razón. Boruto no puede vivir así — se inclino y beso la frente de su esposa. — Como padres podemos darle las herramientas pero el resto debe hacerlo solo.
Hinata lo abrazo.
—Un Uzumaki no se deja dominar por los demonios, les hace frente y los mantiene a raya — recito Hinata con anhelo aquella frase de su esposo, y él le acaricio su espalda para reconfortarla.
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Sumire abrió los ojos cuando escucho al gallo cantar al fondo. Se levanto y lavo con prisa y fue a prepararse su desayuno. La Señora Hinata había mandado a comprar de todo un poco para llenar la despensa. Inhalo el olor a café y sonrío. Amaba el café.
Sus ojos se humedecieron al instante, recordando sus miedos. Pero había tenido suerte y ahora tenia al menos un techo donde dormir y comer. Sonrío con ironía, no debió ser tan mala en su vida anterior para que al final dios si le brindara ayuda.
Se sentó en el sofá para desayunar y cuando iba a darle una probada a sus gachas, escucho tocar la puerta. Se tensó un momento ¿quien podría haber ido a buscarla tan temprano? Aun el sol ni gobernaba el cielo por completo. Dejo la taza en la mesita del centro, y apenas levanto la cortina de la ventana que daba con vista al patio.
Sumire frunció las cejas confusa al verlo ahí afuera. Apretó entonces los puños «¿viene de nuevo a cuestionar mi estadía aquí?» pensó irritada. Se relajo al instante, tampoco debía ser tan paranoica. Desde ayer temprano no lo había hecho, así que quizás solo fue mandando por su madre para avisarle de algo.
Soltó la cortina y abrió la puerta.
La fuerte presencia de Boruto Uzumaki inundo la casa. El no dejaba de mirarla, sus preciosos ojos azules la escudriñaban, como si buscaran algo en ella. En vista de que no decía nada Sumire habló:
— ¿Puedo ayudarle en algo? ¿su madre necesita ya mi presencia?
Boruto paso la lengua por sus dientes.
—Solo — su voz sonó como si pesara. Llevo una mano a su sombrero y se lo quito, colocandolo contra su pecho. Mientras caminaba hacia la cabaña, pensaba como podía disculparse con la joven. Ciertamente desde hace mucho, muchas cosas se le habían difícil de ejecutar. En un punto se ruborizo al estar de acuerdo con su conciencia que si había sido un grosero, aunque eso no le quitaba de encima que su actuar si estaba justificado — Lo del primer día, no fue con intensión, es decir, no era personal contra usted. Así que, bueno, yo lo siento por mi actitud. No fue del todo correcta.
Sumire alzo una ceja, nunca había esperado algo como aquello.
— Oh, bueno, gracias — junto sus manos sobre su falda. Fue cuando unas palabras de aquella oración resonaron de nuevo en su mente — ¿no fue del todo correcta? — expresó irónica— Me miraba como si hubiera usurpado la propiedad. Nada le costaba simplemente llegar y preguntar, sin contar que temí rompiera mi muñeca con tal fuerza.
Boruto se ruborizo.
Y Sumire por alguna razón se sintió satisfecha de verlo ruborizado y con un brillo apenado. No pensaba fuera el tipo de hombre que se ruborizara con facilidad.
—Si, tiene razón. Le ofrezco de nuevo mis disculpas. Y esta vez en su totalidad.
—¿No esta acostumbrado a pedir perdón, cierto? — le cuestiona ella, dado a que su voz había salido un poco reticente.
—Ciertamente, no.
Sumire suspiro.
—Algo me dice que le presionaron hacerlo — y apretó sus labios, tratando de ocultar la burla cuando noto aquel rubor aumentar en sus mejillas, confirmando su sospecha —Señor Uzumaki, me pone en un dilema.
—¿Por qué en un dilema? solo tome la disculpa y listo.
—Como puedo tomar una disculpa cuando la persona en cuestión no la siente en realidad.
Boruto llevo una mano a su cabello y lo peino hacia atrás, viéndose exasperado.
—Es usted ciertamente desesperante.
—Y usted sigue siendo un grosero.
Ambos se miraron fijamente, no queriendo dar tregua a ninguno.
Entonces paso.
La mirada traicionera de Boruto decendio por su níveo cuello, y sintió su pulso latir con fuerza. Las palabras de Shikadai pasaron por su mente «lo raro seria no sentirme atraído» y se tensó, porque él lo que pensó en ese momento es que tampoco había quedado indiferente cuando la vio por primera vez. No era estúpido para no verlo.
Volvió a verla.
Era como una hermosa flor de violeta. Un color exótico y delicada al tacto.
Su mano pico por ir y poder acariciar esa zona que se veía tan suave. Un carrientazo lo recorrió hasta su entrepierna y abrió sus ojos de par en par ante su deseo.
Retrocedió un paso bruscamente para extrañeza de Sumire.
Boruto carraspeo y coloco de nuevo su sombrero sobre su cabeza.
—Algo que es cierto, es que no fue algo contra usted. Es algo ya personal mio, por algo que paso tiempo atrás y me hizo ser desconfiado —suspiro— Y aunque no lo crea, y aunque si me hayan mencionado que debía hacerlo, por otro lado se que estuvo mal mi comportamiento cuando usted no había hecho nada. Lo que quiero decir es que también estoy aquí por mi cuenta —expreso sin mirarla. Se volteo — Que tenga buen día, espero tome mi disculpa.
Y abandona la estancia a paso rápido.
Sumire solo se quedo ahí, observándolo ir.
Otro capitulo! como siempre, espero les haya gustado, y gracias por sus comentarios y votos a la historia, me hacen muy feliz.
Por cierto, ahora que apareció un "posible pretendiente" de Sumire, quiero aclarar que, si bien es una historia BoruSumi, por supuesto, quizás "tarde" en concretarse, y en medio de eso, entonces, es muy posible que los veamos con otras personas. Boruto y Sumire no empezaron con buen pie, y Boruto trae una historia detrás, así que su amor no sera tan de prisa, pero tranquilos, tampoco es que pasara una eternidad jajaja
De todos modos, es lo que ahorita me dice mi borrador, porque soy de las que en algún punto de la historia puede que tome otro rumbo diferente al que tenía al principio xD Solo quería avisar, por si caso. Eso es todo, espero nos veamos pronto ;)
