Capítulo 3: Coincidencia.
—¡Qué bueno que lograras mejorarte para el festival de otoño, Len! —le sonrió Meiko, acompañada de Kaito a su lado.
—Sí, la verdad es que tenía muchas ganas de venir —sonrió a su vez el rubio.
—Pero, ¿no tuviste problemas en la escuela por el incidente del otro día…? —inquirió Miku nerviosa, quien se encontraba justo detrás de ellos, junto a su hermano y Gumi a un paso más atrás.
—Fue salvado por su excelencia académica —respondió Rin como quien no quiere la cosa.
—Jajaja, ya veo —agregó Kaito riendo—. Eres una joya para la secundaria.
—Kagamine Len, el chico perfecto —se burló a su vez Meiko.
—Córtenla ya, chicos… —pidió Len con el ceño fruncido, ruborizándose un poco.
—¡Jajajaja! —rieron casi todos a la vez.
—Vaya, está repleto de gente… —señaló Mikuo.
—No vayan a perderse, chicos —enunció Meiko dándose vuelta para que todos los integrantes del grupo pudieran oírle.
—Sí… —respondieron algunos.
Gumi no dejaba de juguetear con sus dedos con ansiedad a medida que iba caminando junto al grupo, vestida con su bonita yukata de color amarillo con flores naranja. Habían pocas personas utilizando yukata en el festival, sobre todo porque las noches ya habían comenzado a ponerse más heladas. "Quizás no debí haber venido vestida de esta forma…" pensó sintiéndose un poco torpe.
—Gumi, ¿te ocurre algo? —inquirió Mikuo a su amiga.
—N-No es nada… —respondió ella sobresaltándose, con sus mejillas coloradas.
—¿Segura? —intentó confirmar debido a su dudoso aspecto.
—Sí, tranquilo… —dijo bajando el tono de su voz.
En ese momento, una suave pero helada brisa provocó a Gumi estremecerse levemente. A continuación, Mikuo sonrió de lado.
—Si tienes frío, puedo prestarte mi chaqueta —le ofreció amablemente.
—¿E-Eh? —Gumi levantó la mirada, nerviosa por haber sido descubierta— No importa, sino te dará frío a ti.
—No seas boba, la verdad es que no tengo frío, la traje sólo por si acaso —continuó él, depositando dicha prenda sobre los hombros de Gumi.
Demasiado avergonzada como para rechistar, Gumi terminó aceptando la chaqueta de Mikuo, mas no cesó el jugueteo de sus dedos a medida que seguían avanzando por el festival.
Un par de ojos azulados se encontraban discretamente siendo testigos de la reciente escena. "Vaya, es muy amable y atento" pensó Kaito mientras una sonrisa amenazaba con asomarse sobre sus labios.
—Bueno, ¿qué quieren hacer ahora? ¿Quieren comer algo? —comenzó a organizar Meiko.
—¡Sí, okonomiyaki! —exclamó Rin animada.
—Okonomiyaki, qué delicia —secundó Len imaginando su sabor en su lengua.
—Pues yo preferiría takoyaki —agregó Miku sonriendo.
—Oh, eso suena bien —se entusiasmó Meiko—. No siempre se tiene la oportunidad de comer takoyaki.
—Yo me conformo con un helado —comentó el chico de pelo azul.
—Por supuesto, Kaito, ¿cuándo no? —dijo Meiko moviendo la cabeza cerrando sus ojos, mas sin dejar de sonreír.
—A mí se me antoja más yakisoba… —profirió Gumi.
—Uuhh, a mí también se me antoja —concordó Mikuo.
—Bueno, vamos a tener que separarnos… —anunció la líder de cabello castaño.
—Pero no quiero quedarme solo… —lloriqueó Kaito.
—Tranquilo, recuerdo que había un puesto de helados junto al de okonomiyaki, así que puedes ir con los gemelos —resolvió la mujer.
—¡Sí! —celebró el muchacho satisfecho.
—Los fuegos artificiales serán en tan solo 45 minutos, ¿les parece que nos encontremos en el césped de ahí a medida que vayamos terminando? —sugirió Meiko señalando el césped más cómodo y cercano posible para visualizar el espectáculo.
—Sí, claro —concordaron los integrantes.
A continuación, prosiguieron a dispersarse entre la muchedumbre.
—Hay mucha gente, no vayas a perderte —le dijo Len a Rin a la vez que tomaba su mano mientras caminaban hacia el respectivo puesto de comida acompañados por Kaito.
—Me siento un poco mal por no haber venido con yukata también, Gumi se ve muy linda —comentó ella.
—Con la mala suerte que tienes, de seguro te habrías resfriado. Descuida, siempre podemos volver a usar yukata en verano. Además, tú siempre luces hermosa.
—¿Te das cuenta de lo narcisista que suena eso? —bromeó Rin.
—Chicos, me adelantaré al puesto de helados —los interrumpió Kaito.
—Vale —respondieron los gemelos al unísono, luego continuaron su camino hasta llegar a la fila para conseguir alimento.
—Que no es narcisista —continuaban su prolongada discusión, hasta incluso después de obtener su comida.
—Somos iguales —insistió Rin.
—Ya te dije, es diferente.
—Que yo sea chica no lo hace menos egocéntrico.
—Que no.
—Claro que sí, es como disfrazar un cumplido hacia uno mismo.
—Ni siquiera pretendía hacer un cumplido, tan sólo dije la verdad.
—¡Jajaja, cada vez lo haces sonar peor!
—¿Rin…-chan? —escucharon una aguda voz a sus espaldas.
Ambos se voltearon con la duda manifestada en sus rostros al no reconocerla. Tras de sí, encontraron a una chica de edad similar, una larga y rojiza cabellera y un par de brillantes ojos del mismo tono.
—¿Eres tú, Rin-chan? —insistió al no obtener respuesta, luego sus ojos notaron a Len—. ¡Sí, sin duda son los gemelos Kagamine!
—¿Eehh? Tú eres… ¡¿Miki-chan?! —Rin abrió los párpados de sobremanera.
—¿Miki-chan? —repitió Len todavía aturdido.
—¡Sí! —chilló de emoción la chica— ¡Han pasado mil años! —exclamó abalanzándose en sus brazos.
—¡No pareces haber cambiado nada! —rió Rin a su vez, correspondiendo el abrazo de su vieja amiga—. Considerando que te mudaste hace más de cinco años.
—¡Ustedes tampoco! Siguen siendo como dos gotas de agua.
—¿En dónde estás viviendo ahora? —inquirió Len sonriendo.
—No tan lejos en realidad, en el distrito de Shinjiku.
En ese momento, los gemelos notaron el particular estilo de su atuendo estampado de estrellas y los grandes audífonos colgando en su cuello.
—¿Y con quién viniste al festival? —le preguntó Rin al notar que parecía no tener compañía.
—Vine con mi hermana, pero nos separamos para comprar algo de comer.
—Ah, nosotros también. De hecho, ahí está nuestro amigo Kai… —señaló Rin hacia el puesto de los helados, mas sin encontrar la cabellera azulada por los alrededores— ¿Eh? Ya no se encuentra allí.
—Seguro que fue a encontrarse con Meiko y los demás —le dijo Len a su hermana.
—¡¿Meiko-nee también está aquí?! ¡Oohh, ha pasado muchísimo tiempo, me encantaría saludarla!
—¡Pues ven con nosotros, seguro le gustará verte también! —se entusiasmó Rin.
—¡Claro! —se incorporó Miki junto a ellos hacia el punto de encuentro.
Unos pasos más adelante, pero invisibilizado por la multitud, se encontraba Kaito dando vueltas con su helado.
—Eehh… ¿cuál era el punto de referencia? Apenas puedo ver entre la gente —pensó en voz alta complicado.
Mirando activamente a su alrededor, alcanzó a arrepentirse de no haberse encontrado con los gemelos primero en lugar de aventurarse hacia el punto de encuentro. Estaba tan cerca y de todos modos, ¿quién podría haberse perdido? Pues Kaito. Soltó un suspiro, e inmediatamente después sus ojos hallaron una cabellera aguamarina, provocando que una corriente de alivio le transitara por sus venas al instante.
—¡Mikuo-kun! Gracias a dios —se acercó a él.
Había tenido la esperanza de que se hubiese tratado de Miku, ya que Meiko también se encontraba con ella. Con ello en mente, notó que el chico se encontraba solo.
—¡Oh, Kaito-senpai! ¿Estamos cerca del punto de encuentro? —mostró cierto alivio a su vez, lo que turbó un poco al joven.
—¿Eh? ¿Tampoco sabes dónde estamos?
—Solía saberlo antes de devolverme…
—¿Y Gumi? ¿Por qué se separaron?
—Una señora me pidió ayuda para encontrar un puesto de auxiliares, se le perdió su perrito y no sabía qué hacer, así que decidí acompañarla para que se tranquilizara un poco. Además de que le era difícil comprender mis indicaciones… —comenzó a explicar— Le dije a Gumi que se adelantara, no iba a tardar mucho y estábamos más cerca del punto de encuentro que del puesto de auxiliares, pero…
—Te has perdido de vuelta. Es un lío la cantidad de gente que hay.
—Sí… Al menos, la señora encontró a su perro —Mikuo sonrío para sí mismo bajando la mirada.
Kaito se quedó inmutado un par de segundos contemplando su semblante, embelesado por sus ojos llenos de dulzura y mejillas levemente sonrojadas, y conmovido por la razón que provocó aquella expresión que jamás había visto antes en el rostro del adolescente.
—De todos modos —la voz de Mikuo lo devolvió a tierra—, busquemos a los demás juntos.
—S-Sí —respondió él con un poco de dificultad asintiendo con la cabeza.
A diferencia del par de muchachos, los gemelos, acompañados de su amiga de la infancia, no tuvieron mayores dificultades para hallar el punto de encuentro. Como era de esperarse debido a su relativamente prolongado retraso, no eran los primeros en llegar.
Ya se encontraban ahí las chicas: Meiko, Miku y Gumi.
—¡Aahh! Al menos ustedes por fin llegan —los recibió Miku.
—No tenemos ni idea por qué Mikuo ha tardado tanto y… ¡¿M-Miki-chan?! —Meiko abrió la boca, incrédula.
—¡Hola, Meiko-nee! —sonrió la aludida de oreja a oreja.
—¡Realmente eres tú, no puedo creerlo! ¡Ha pasado muchísimo tiempo! —se incorporó hacia ella para recibirla con un afectuoso abrazo, el cual fue respondido del mismo modo.
—¡Así es, qué gusto verte! —rió ella a su vez.
Al notar los rostros desconcertados de Miku y Gumi frente al encuentro, Rin y Len se aproximaron a ellas y contextualizaron la situación.
—Miki-chan, ellas son Hatsune Miku y Megpoid Gumi, son amigas nuestras —las presentó Rin.
—Y compañeras en el coro escolar —complementó Len.
—Un gusto conocerlas a ambas —les sonrió ampliamente, siendo correspondida por parte de las chicas con un poco de timidez.
—Mucho gusto.
—¡Ya va siendo hora de que los fuegos artificiales comiencen! —anunció Meiko con preocupación.
—¡¿En serio?! —se sobresaltó Miki.
—Mikuo-kun aún no ha vuelto… —señaló Gumi ansiosa.
—Esto es malo, debería encontrar pronto a mi hermana, me distraje demasiado…
Rin se sobresaltó a su vez, mirando a su recién reencontrada amiga.
—¡Rin-chan! ¡Intercambiemos números!
—¡A-Ah, sí! —buscó su móvil de inmediato.
—Para que nos volvamos a encontrar en otra ocasión. Es más, ¡la próxima semana es mi cumpleaños! Haré una fiesta, ¡para que vengan todos! —los invitó emocionada—. Tengo que irme ahora, le daré los detalles a Rin-chan por teléfono después. Ojalá puedan venir.
—Ah, pero Kaito y Mikuo… —le murmuró Len a Rin.
—Diles que vengan también, ¡entre más, mejor! —sonrió Miki ampliamente, a la vez que se disponía a irse en cuanto obtuvo el número de Rin— ¡Entonces, nos vemos el fin de semana!
Miki agitó su mano al despedirse, y tal como llegó, se marchó. Antes de que pudieran procesar y comentar lo que acababa de suceder, el estruendo de una pirotecnia iluminó el cielo.
—¡Whoa! —se escuchó a continuación la admiración del público, junto con los demás fuegos artificiales haciéndose presente.
—¡Wah, qué lindo! —comentó Rin, provocándole a Len sonreír de lado.
—Es verdad, casi tanto como tú —le susurró al oído, de forma que sólo ella pudiera escucharle.
En lugar de ponerse a protestar y perderse del espectáculo por culpa de ello, Rin se limitó a darle un par de palmadas en el pecho sonriendo, haciendo reír a su hermano a su vez.
Gumi miraba a su alrededor energéticamente en la urgencia de hallar a Mikuo, sin obtener éxito alguno. Le hacía mucha ilusión ver los fuegos artificiales con él, que sintió pena luego de desistir de la idea de encontrarle. Suspiró con pesar y continuó contemplando el cielo junto a los demás.
Unos cuantos metros más adelante, Kaito y Mikuo también habían desistido de la idea de encontrar al resto del grupo, puesto que se estaban perdiendo de los fuegos artificiales. Ambos se encontraban maravillados bajo las luces de brillantes colores, acercando inconscientemente cada vez más sus cuerpos, como si éstos les rogaran compartirse calor. A pesar de que sus brazos se encontraban pegados por completo, Mikuo se sobresaltó al momento de bajar una de sus manos, rozando con sus dedos la de Kaito. La retiró inmediatamente de vuelta, junto con un sonrojo acompañando el nuevo pulso un tanto acelerado de su corazón. Al notar esto, Kaito se le quedó mirando con interés, luego esbozó una conmovida sonrisa.
—Mikuo-kun… —demandó mirarle en un aterciopelado tono de voz— Eres muy lindo —amplió su sonrisa, endulzando aún más su mirada si es que aquello era posible.
El impulso de desviar urgentemente la mirada no logró hacer responder al cuerpo de Mikuo, quien se perdió en aquel par de ojos azules, junto con las mejillas más encendidas de lo que nunca antes había tenido en su vida. Si en algún momento sintió frío, en ese precisamente instante la idea le parecía ridícula.
Finalmente después de algunos segundos, su cuerpo logró reaccionar y bajó la cabeza lo que más le permitió su cuello, sonrojado hasta las orejas. "Definitivamente, es muy lindo" reafirmó Kaito en su mente, mientras se disponía a continuar disfrutando del espectáculo pirotécnico hasta su desenlace.
Muchas gracias por leer uwu 3 Un review, por favorcito uwu Hasta la próxima! n_n
