-¿Cómo fue que decidiste venir aquí, Dea?
Su compañera la llevaba del brazo, mientras realizaban el tour por las instalaciones de ese enorme lugar.
-No tuve elección- miraba los cuadros en las paredes -A mi padre le ofrecieron un empleo como gerente de un banco aquí, así que, bueno...- movió una mano produciendo destellos, distraídamente -Nuestro próximo destino fue Japón-
-Hablas muy bien el idioma- indicó Suguru -El rumano es muy distinto al japonés, pero tú lo hacés excelente-
-La educación que recibimos mi hermana y yo, fue muy distinta a la de cualquiera, demasiado estricta, diría yo- miró su celular al recibir un texto -Pero eso pasa, cuando viajas por el mundo a causa del empleo de tu padre...- sonrió, mirando esa pantalla -Y tu madre, es una hermosa gitana, carente de una educación formal- contuvo una risa al leer otro texto que recibió -Lo siento, es que, a mi hermana la corrieron de una clase-
-¿Eres gitana?- preguntó Gojo, detrás.
-No, el linaje gitano se hereda por parte de padre- se detuvo un momento y leyó el último texto que recibió -Mi madre es gitana, mi hermana y yo no, ya que nuestro padre es un gaché, como ustedes- inspiró profundo, mirando hacia la nada -Me disculpan un momento...- levantó un dedo y se alejó de ellos unos cuantos pasos -Como siempre, eres un desastre, Gaia...- grababa un audio entre risas -Te dije que a las personas no les gusta que les enseñes lo obvio...- bajó su cabeza, ocultando su frente y aguantando la risa -Por supuesto que te correría al decirle que la tierra es redonda, boba- finalizó el audio y lo envió -Lo siento, pero es que, necesitaba decírselo- limpiaba sus lágrimas de la risa -Mi hermana es terrible-
-¿Es menor que tú?-
Cuestionó su compañera, volviendo a entrelazar sus brazos.
-No, es mi gemela- guardó su celular en el bolsillo de su capa -Estudia biología en la facultad de exactas y quiere especializarse en biotecnología roja-
-Eso es genial, yo iré a medicina en dos años- asintieron en total acuerdo -¿Y tú que harás después de aquí?-
-Pienso estudiar letras, uno de mis pasatiempos, es leer y coleccionar libros- dos estudiantes caminaban en su dirección -Me gustan mucho las novelas y las sagas de libros que puedo disfrutar en mis tiempos de paz-
-¡Hola!- saludó con demasiada energía, un chico moreno delante de ella -¡Tú eres nuestra compañera!- la apuntó, afirmando -¡Si que eres una chica bonita! ¡Soy Yu Haibara!-
Ella hizo un gesto incómodo cuando le tendió su mano.
-Si, eso parece, soy Dea Fleming- la estrechó y la soltó de inmediato -¿Y tú eres?- cuestionó al chico rubio de junto.
-Nanami Kento- hizo lo mismo que el otro sujeto -Un placer-
-¡Gracias a dios!- pronunció con ojos brillosos, respondiendo su saludo -¡Alguien normal!- miró a todas las personas reunidas allí -Sin ofender, pero todos son muy raros- aclaró de ante mano.
-Pues, tú eres la más rara de todos nosotros aquí- bajó sus lentes, invadiendo su espacio personal e inclinándose a su altura -Eres la única con potencial mágico entre nosotros-
-Ser raro es una virtud en este mundo- lo alejó de ella, empujándolo con una mano en su cara -Que impresión esos ojos, guardalos- dijo, fingiendo asco -Bien, ya encontré a mi grupo, así que...-
No pudo continuar, una mano tiró de ella con demasiada fuerza.
-¡Ven, Dea! ¡Ven!- Yu corría con ella, arrastrándola -¡Vamos a conocer la escuela!-
Hizo un gestó con ambas manos y los despidió entre risas. Ella sería el equilibrio perfecto para ese grupo, de ahora, tres integrantes.
-Nos vemos luego-
Se despidió Kento, siguiéndolos en silencio y más que fastidiado, como siempre.
-Creo que la asustaste con tantas preguntas, Shoko-
Estaba inerte, mirando en la dirección en donde ella se había marchado.
-¿¡Yo la asusté!?- reclamó, señalándose a si misma -¡Yo no fui, la que se quedó mirándola toda la hora de clase, como un acosador!- bajó la cabeza, rendido.
-Acaso, ¿No la vieron?- señaló hacia el frente con la cabeza gacha -Es muy linda y pura magia-
-Estás así, porque es la novedad del momento- su amigo le palmeó la espalda con burla -Es linda, si, pero tampoco para hacer estupideces-
-Estamos hablado de Gojo- siguió el juego -A la primera estupidez que haga, lo arruinará- negó de un lado a otro.
-Siempre los dos tratando de reconfortarme, gracias-
Llegaron a ese enorme recinto, en donde se encontraba la escuela de hechicería de esa ciudad. Era una pantalla para la población en general, ya que, aparentaba ser una escuela religiosa de educación privada, pero allí dentro, sucedía la magia.
-¿Seguimos en Tokio?- indagó, al bajar de la motocicleta y quitarse el casco.
-Si, todo es Tokio- la invitó a subir por unas largas escaleras hasta la escuela -Es un lugar enorme, ahora que lo veo desde afuera- admiró el panorama con nostalgia.
-¿Eres un hechicero?- cuestionó sin titubeos o tapujos -No me mires así, mi hermana lo es- llevó las manos detrás de su nuca -Es muy poderosa, de hecho-
-Si, lo soy- rascó su cabeza, incomodo -Soy parte de uno de los clanes más poderosos del mundo de la hechicería- confesó, perdido en su mente -Pero quiero ser médico- tocó el pendiente de colmillo en su cuello -Mi verdadero apellido es Zenin, pero tuve que cambiarlo, al matricularme hace dos años-
-Bueno, es un sacrificio justo con tal de salvar vidas, ¿No?- él afirmó, era la primera persona que le decía algo tan positivo como eso -Yo quería ser una alquimista hiladora de vidas, como uno de los personajes del manga del alquimista de acero- rió al decir semejante estupidez -Pero lo más cercano a eso, es la biología-
-Es un gran manga y el anime, es toda una obra de arte-
-Totalmente- extrajo su teléfono de su bolsillo trasero -Dea, estoy afuera- escuchó su respuesta -Si, bueno, un compañero me trajo hasta aquí, tiene una motocicleta increíble y llegamos rápido- silencio -Si, te espero, estamos en la entrada- cortó.
-¿Por qué tu hermana es una hechicera y tú no?-
-Madre es gitana- tomó asiento en un escalón -Suponemos que, heredó eso de la familia de ella- comenzó a tocar una armónica que tenía escondía en una de sus botas -Y yo sólo heredé su belleza- le guiñó un ojo, coqueta -No es cierto, sólo no lo heredé y ya- llevó el instrumento a sus labios, pero se detuvo a mitad de camino -Dea sufre mucho por su poder, es algo inconmensurable, no puede manejarlo- sus mirada estaba perdida en la nada -Tendrías que ver sus manos, Kylar- miró las suyas imaginando que eran las de su hermana -Están destrozadas y no sólo eso, sus visiones son muy dolorosas- exhaló profundo -Por esa razón, está aquí, para poder controlarlo-
-Lamento escuchar eso- miró su perfil y se veía abatida, ella sufría por el dolor de su hermana -Ser un hechicero, no es facil para nadie-
-Me lo imagino- guardó su armónica de nuevo -Es más fácil ser un simple mundano-
-Hola, Kylar-
Habló la voz de una chica detrás de ellos, voltearon y había tres personas allí. Eran estudiantes, sus uniformes lo decían.
-¡Hola, equipo!- chocó puños con todos -¿Cómo va la vida en el encierro?-
-Terrible- respondió Gojo -Les dije a los chicos que estabas aquí, así que, vinimos a saludar- miró a la chica detrás -No sabía que se conocían- señaló de uno a otro.
-¿Hablas de mí?- se apuntó a ella misma, al voltear y no ver a nadie -Nos conocimos hoy, en mi compañero o mejor dicho, era mi compañero en la clase de anatomía-
- Tú debes ser la hermana de Dea- puntualizó el otro muchacho -Gaia- aseguró -Somos Gojo, Shoko y Suguru, alumnos de segundo y compañeros de ella- señaló a cada uno al presentarlos.
-Si, la misma-
Ese sujeto llamado Suguru, no le cayó en gracia y en lo más mínimo. La repasó con la mirada de arriba a abajo, el desgraciado.
-¿La han visto?-
-¡Gaia!-
Escucharon un grito y la nombrada, se dirigía hacia ellos con dos personas más.
-Hola, hermanita- la abrazó al llegar a ella -¿Cómo empezaste tu primer día?- la apartó para verla completa -Tu uniforme es hermoso y te favorece muchísimo- la contempló, se veía radiante.
Se había quitado la capa a causa del calor y reveló lo que había debajo, aunque no lo quisiera. La falta era plisada y con un hermoso vuelo, medías negras debajo, botas caña alta hasta los muslos y un hermoso chaleco, con botones dorados ajustado a su cuerpo, enseñando su abdomen por encima del ombligo, todo en tonos negros y ocultando sus manos con mitones color granate.
-¡Cállate!- cubrió su vientre horadado con los brazos -¡Le erraron a las medidas y ahora parezco una colegiala promiscua!- soltaron sonoras carcajadas -¡Mírame, Gaia!- se señaló completa -¡Cuando fui a reclamarle al director sobre el error de mi uniforme! ¿¡Sabés lo que hizo!?- preguntó, retórica -¡Le dio una hemorragia nasal! ¡Viejo inmundo!-
Cruzó sus brazos, ofendida y desviando la mirada. Su hermana lloraba, literalmente, de la risa. No daba más.
-No puedo con esto- movía sus brazos para tratar de tomar aire -Bueno, seriedad...- aplaudió para calmarse -Aquí está tu mochila- intercambiaron sus pertenencias -¿Tienes algo para mí?-
-Si, matemáticas- negó con asco, odiaba los números.
-¡Ay! ¡No, Dea!- miró la libreta con cara de terror -¡No entiendo nada de esto!-
Señaló la hoja, enseñándosela.
-Esto es para mí- Gojo le quitó la libreta de las manos -Yo te ayudaré-
Aseguró, mirándola con una reluciente sonrisa, por la ilusión de serle útil. Ella caminó hasta él, analizándolo con la mirada.
-Acaso, ¿Te sangró la nariz?-
Lo miró desde abajo, aferrando su rostro con ambas manos y moviéndolo de un lado a otro con delicadeza. Como si el destino lo odiara, su nariz comenzó a sangrar, otra vez.
-Si, lo siento- se disculpó, limpiando la sangre con su mano -Algo que vi hace un momento, hizo que mi presión arterial se elevara mucho-
-Bueno- se apartó, un poco consternada, ya que en la mañana estaba bien -Gaia, ellos son mis compañeros de equipo, Yu y Kento- señaló con ademán.
-¡Hola, mucho gusto!- se presentó con mucha emoción, extendiendo una mano -¡Yo soy Yu Haibara!-
-¡Apártate de mi camino!- lo cortó, pasando de largo, hasta llegar a su rubio compañero -Hola, soy Gaia Curtís, el placer es todo mío de conocerte- estrechó su mano sin que él se la ofreciera -Ese papelito que te dejé, es mi número de teléfono, estoy libre los viernes- apartó su mano, lentamente -Pero llámame cuando quieras, para ti estoy libre en cualquier momento-
Era una desfachatada, sin ética y moral alguna. No había caso, veía a un chico lindo y se le alborotaban las hormonas.
-¡Ay, dioses! ¡Matenme!- rogó a cualquier deidad que la fulminara en ese momento, para superar la vergüenza -Gaia, ¿No te ibas?-
-No, aún es temprano- miró la pantalla de su celular y perdió el color -¡Por Santa Sara!- gritó como una demente -¡Son las 18 y 30 y el campus cierra a las 19! ¡Voy a dormir como una vagabunda en la calle, sino llego antes de que cierren!- le dio un abrazo -¡Adios, hermanita!- trotó entre ellos -¡Gracias, por traerme Kylar!-
Lo golpeó en la espalda al pasar y corrió como sino hubiera un mañana. Era muy rápida, demasiado para ser una simple mundana. Llegó a un barandal, subiéndose de un salto y silbando con dos dedos en sus labios.
-¡Taxi!- gritó, pero lo perdió -¡Maldita sea!- pisó fuerte y se lanzó al vacío.
-¡Está muy alto! ¡Se matará!-
Exclamó su compañero, corriendo con el resto hacía donde ella estaba previamente. No supieron como o porque, pero había detenido una camioneta, pidiéndole aventón. Estaba ilesa y sin golpes en su cuerpo, después de semejante caída al vacío.
-¡Me voy! ¡Antes de que se mate o la secuestren!-
Dijo él, dando un impecable salto y llegando a ella a una velocidad increíble, para cargarla en su hombro y subirla a su motocicleta, regresando al campus a toda velocidad.
-¡Pero que histéricos están!- mencionó una voz desdeñosa detrás -Mi hermana se lanza al vacío desde que aprendió a caminar- acomodó su uniforme con cuidado -No sabemos porque, pero tiene una resistencia increíble y una fuerza monstruosa que no es de este mundo- levantó sus hombros, sin respuestas -Y además, ¿Quién la va a secuestrar? ¡La devuelven ni bien abra la boca!- aseguró, irónica -Gojo, vas a ayudarme con matemáticas, ¿Si o no?-
Giró sobre sus talones al escucharla pronunciar su nombre. Estaba embrujado y no podía salir de ese hechizo, ni aunque se resistiera.
-Estoy encantado de poder ayudarte, diosa-
Hizo una reverencia, algo para nada propio de él y ella, lo miró incómoda, dando un paso atrás. Las persona allí, eran un asco con las formalidades, literalmente.
-No hagas eso y tampoco me llames así- le quitó la libreta de las manos -Con un si o un no, está más que bien-
-Si, te ayudaré- se relajó y dejó de actuar como un idiota -Lo siento, no sé como tratarte, tú no eres de aquí y no sé que formalismos usar contigo-
Emprendieron camino hacia la habitación de él, para poder estudiar tranquilos.
-Yo no soy de aquí y de ninguna parte-
Estiró su cuerpo, revelando el tatuaje de un árbol del cerezo que ocupaba toda su espalda. No podía ser tan cruel y hacerlo sufrir de esa manera, enseñando con inocencia su perfecta figura femenina.
-Soy una errante- dirigió sus ojos al cielo y luego, lo observó de reojo -¡Rayos, Gojo! ¡Tu nariz está sangrando otra vez!- le entregó un pañuelo, preocupada.
-Gracias-
Escucharon sus compañeros, antes de perderlos de vista.
-Está frito- habló la chica del grupo, consternada.
-Más que frito- siguió su otro amigo -Ya no controla sus hemorragias nasales, lo perdimos-
-Y yo que pensaba que Gojo era gay- finalizó Kento, mirando el papel en sus manos -Toma- se lo entregó a su compañero -Guárdalo por mí- él sonrió de oreja a oreja -Vámonos- se disgregaron por aquella enorme escuela.
-Tenías razón, no íbamos a llegar-
Se lamentó, llevando una botella de cerveza a sus labios y con una caja de pizza bajo el brazo.
-Te lo dije, es la hora pico en esta ciudad- tomó asiento en un sofá delante de la televisión -Yo también quiero- señaló la caja.
-Ahí voy...- se quitó la camisa y bajó una liga de su overol, tenía muchísimo calor -Este país es muy extremo con respecto al clima- se acercó a él y le entregó una cerveza -Vivimos todas las estaciones del año en un solo día-
-Si, Japón es una isla, pasa seguido eso aquí- bebió un poco y tomó una rebanada de la caja -Puedes dormir en la habitación, yo dormiré aquí-
Ella negó, ya que no podía hablar por la comida en su boca.
-No me parece justo- golpeó su pecho al atorarse con la comida y la pasó de un enorme trago -Uuuufff- tragó con dificultad -Pensé que perdía mi alma por una porción de pizza- él rió, llevando más bebida a su boca -Sabes que, cuando hoy nos conocimos, pensé que eras muy serio- confesó, dando otro sorbo -Cuando el profesor te señaló pensé, ¡Por Santa Sara! ¡Que hombre más serio, atractivo e imponente, va a estar cerca de mí!- exclamó, exagerando -Pero resultaste ser agradable, después de todo- se acercó a él y se sentó ahorcadas sobre su regazo, dejándolo pasmado -Es más, pensé que mandarías al diablo cuando te pedí el bolígrafo-
Le había encantado desde el primer momento y quería llegar a más con él, al menos por esa noche, tampoco era muy exigente con respecto a las relaciones. Es más, ni siquiera quería una.
-Yo no haría eso con alguien como tú- la inclinó hacía atrás, acariciando su cuello con los labios -Lo iluminaste todo cuando ingresaste a esa aula, eras lo que hacía falta ahí adentro y me alegro por eso-
-¿Quiere estudiar anatomía conmigo esta noche, doctor?-
Le quitó la playera de un sólo movimiento, tocando sus pectorales con la punta de los dedos.
-Por supuesto- se incorporó con ella, cargándola sobre sus caderas -Dicen que las biologas, son expertas en esa área-
Se adentró a la habitación y sin cerrar la puerta o mirar atrás, no había más nadie en esa casa que ellos dos.
Las horas pasaron y él estaba muy entretenido, entre tantos números y operaciones matemáticas, ignorando que ella ocultaba su cabeza en la mesa, con su cerebro a punto de colapsar y sufrir una aneurisma.
-Basta, Gojo- rogó con la voz apagada y oculta entre su cabello -No me hagas sufrir más- levantó su rostro y lo frotó con ambas manos -Basta, me dueles- rogó con sus ojos, mirándolo.
-Lo siento, pero esto es muy fácil- le apartó un rizo tras la oreja -Pero ya es todo por hoy- miró el reloj sobre la puerta -Son las 12- ella volteó.
-¿Tanto?- no se había dado cuenta de la hora, él era divertido, en cierto aspecto -Con razón tengo hambre- tocó si estómago al incorporarse -¿Tienes algo para comer aquí?- abrió el refrigerador detrás de ella -Mmmm- lo cerró -No hay nada- volvió a tomar asiento.
-¿No?- se levantó extrañado y la heladera estaba vacía, sus amigos habían arrasado con todo -Pero aquí hay comida, mira...- quitó unos tazones de ramen de una gaveta alta -Los escondo aquí, para que Shoko o Suguru no los encuentren-
-Las ventajas de ser alto-
Ella se sentó a su lado y sobre la encimera, quitándose los guantes, mientras él, calentaba el agua para la próxima comida.
-¿Qué les pasó a tus manos?-
Las miró con detalle entre las suyas, eran pequeñas, pero muy maltratadas.
-Es mi poder- las miró con pena -Las quema- las acarició con la punta de sus dedos -Por esa razón, siempre uso estos guantes, ayudan a que no se lastimen tanto-
-Lo lamento, deben dolerte mucho- las acercó a sus labios y las besó con ternura -Ojalá pudiera hacer algo para ayudarte-
-Si, darme de comer- lo apartó, golpeando su frente con un dedo -Eres lindo, Gojo- él quitó sus anteojos, revelando su agraciado rostro y magníficos ojos -Pero ahí queda todo- miró la marca de su mano que formaba una cruz -Sólo eso quería decirte-
-Lo entiendo- vertió agua en los tazones esperando a que estén listos -Pero sabes una cosa...- susurró en su oídio, rozando su mejilla con sus labios -Siempre consigo lo que quiero, no está en mi naturaleza rendirme- ella apartó su rostro, cuando quiso besarla al profundizar su roce -Come-
Ordenó, entregándole uno de los tazones y mirándola con sorna desde su silla.
-No voy a acostarme contigo, si eso es lo que quieres-
Habló, después de tragar y observar ese semblante arrogante que quería derribar de un golpe.
-Eso es lo último que haría- se materializó frente a ella, en un segundo -Quiero más que eso contigo y no te faltes el respeto a ti misma, diciendo esa clase de cosas-
Aferró su nuca, juntando sus frentes y aspirando su aroma.
-¿Por qué eres tan ridículo?- intentó apartarlo y no pudo hacerlo -Me conociste hace...- contó con los dedos -Diez horas y no puedes decirme eso, ni siquiera me conoces-
-No necesito conocerte, si con solo verte, mi corazón se saltó un latido y mi universo desapareció- le robó un beso y sin que se diera cuenta -Pero tienes razón...-
Cerró sus ojos, soportando las inmensas ganas de tocarla más allá de sus propios límites.
-No te conozco, pero prometo que lo haré-
Volvió a besarla, saciándose de ella. Tenerla entre sus brazos y probar esos tersos labios, era la mejor sensación del mundo y volvería hacerlo, una y mil veces, cada vez que te tuviera la oportunidad.
-¿Puedo irme?-
Susurró aturdida y él se apartó en silencio, dejándola ir.
