Drama

Mediodía del viernes en la cafetería de Euston. Hablaron de la emergencia del día anterior y después Lauren les contó a Hipólita, Alice, Frank y Sev, su éxito en la búsqueda de casa.

-Lo tengo, el tercer ático que fui a ver y ya no miré más, cancelé el resto de citas. Es antiguo, con chimenea pero sin reformar, las paredes están sucias debido al humo y al paso de los años y los muebles son muy antiguos y están en mal estado. El dueño no podía alquilarlo precisamente por eso, porque no está para entrar a vivir y no tiene dinero para pagar él la reforma. Por eso me ofrecí a pagársela yo y que me lo descuente de los primeros meses de alquiler. Firmó de inmediato.

-Enhorabuena, Lauren – le dijo Alice – A eso se le llama tener buena estrella.

-Pues sí, porque por esa misma razón era el más barato de cuantos me ofrecieron, y al ser antiguo está muy bien construido, mejor aislado, y se notaba menos que en los demás el calor del tejado.

-Estupendo.

-Cuento con tu madre, Hipólita, para la reforma, ya me contó Prince que sabe pintar con magia y repararlo todo.

-Claro que sí, en cuanto tengas Red Flu le das tu dirección y va cuando quieras – le dijo Hipólita.

-Ya tengo Red Flu, ya estoy conectada, he ido esta mañana al Ministerio.

-Qué eficiencia, Lauren – le dijo Sev, admirado.

-¿Podría comenzar el lunes, Hipólita?

-También tiene que ir al Ministerio el lunes, pero por la tarde sí que puede – respondió la chica.

-Estupendo, entonces te doy mi dirección ya mismo.

Lauren la apuntó en una hoja de papel de una libreta pequeña, la arrancó y se la dio.

-¿A qué hora le va bien?

-Almorzamos a las doce y media, a la una ya está libre ahora que friego yo.

-Estupendo, entonces la espero a partir de la una. Ya habré limpiado por la mañana y comprado el material que me parezca necesario, si hace falta algo más iremos juntas por ello.

-Genial, acabo de conseguirle el primer contrato a mi madre.

Todos rieron. "Es fantástica, cómo está ayudando a que no se me note tanto lo tenso que estoy temiendo el momento de quedarme a solas con Lauren."

Un rato después, Hipólita, Alice y Frank se marcharon Apareciéndose desde los servicios de la cafetería.

-Bueno, aquí estamos los dos – dijo Lauren, un tanto dura – Dime lo que tengas que decirme y acabemos cuanto antes.

-No se te escapa una, ¿eh, Lauren?

-En lo referente a ti, no.

-Pues pónmelo fácil, por favor. Antes debemos hablar de un par de cosas.

Lauren respiró profundamente varias veces.

-Dale.

-Estás más tensa todavía que yo.

-No es sólo por ti, Severus, llevo toda la mañana dando vueltas y el calor me mata.

-Claro… Pensaba que te relajaría estar con gente.

-Y pensabas bien, estoy mejor que cuando he llegado.

-Buf… mal momento.

-Dale, anda, es lo que hay.

-De acuerdo, primera cuestión. No quiero que te lo tomes en el sentido de que te lo echo en cara, pero, ¿por qué no me contaste que tienes un pasaporte falso para alquilar la habitación de hotel y que yo iba a necesitarlo para abrir una cuenta en el banco?

-Cierto… Te lo habría dicho tarde o temprano, Severus, en ningún momento llegamos a hablar de eso.

-Vale, me vale. ¿Puedes conseguirme uno?

-Desde luego.

-Entonces cuando acabemos de charlar me hago las fotos y te paso también el dinero que traigo. No tengo idea de cuánto puede costar, así que lo que falte te lo llevo el lunes a tu casa cuando estés allí con Andrea.

-¿Ya has vendido?

-Sí.

-¿No pensabas contármelo? – dura de nuevo.

-Estoy haciéndolo ahora. Contrólate, Lauren, acabo de decirte que yo no te echo en cara lo del pasaporte.

-Vale, vale… No es necesario que me lo pagues de inmediato, espera a ver cuánto me piden y ya me lo darás.

-De acuerdo. Quiero aparecer en el mismo como mayor de edad muggle, ¿puede ser?

-Puede ser, claro que sí, pero sería motivo de sospecha si no lo aparentas.

-Claro… buf… ¿Qué hago?

-En el banco no van a ponerte problemas, no van a fijarse en tu fecha de nacimiento. El problema puede surgir si intentas cruzar una frontera con él o si te lo pide la policía.

-Claro… Y precisamente lo de ser mayor de edad lo quiero por si tengo que huir, Lauren.

-Buf… cómo te he complicado la vida…

Él la tomó de la mano.

-Venga, ahora no te agobies… Ya fue lo que tuvo que ser…

-Estoy harta, ¿eh? Nunca se acaban los problemas.

-¿Qué vas a contarme a mí?

Lauren volvió a respirar hondamente varias veces.

-Bueno, pienso que te pille la policía muggle es un mal menor frente a lo que podría ocurrirte si te pillan Voldemort o Lestrange. Así que vamos a hacerlo, con la fecha de nacimiento más reciente que pueda ser cuando lo tengan listo, y si llegas a tener que cruzar una frontera, te dejas barba, aparentarás ser un par de años mayor.

-De acuerdo, me parece bien. Anda, cariño, relájate, me duele mucho verte así.

-Jo… Severus… Es que es todo demasiado difícil…

-La que quería marcarse y hacerse espía. No hubieras valido, Lauren, te falta sangre fría.

-Tienes toda la razón.

-Si no tienes que decirme nada más sobre este tema lo damos por zanjado hasta que volvamos a vernos.

-Nada, no hay nada más que decir.

-De acuerdo, siguiente tema. No voy a ir al concierto ni voy a quedarme a dormir en el hotel esta noche, y necesito sacar de la consigna lo que compramos el martes.

-¿Y dudabas de que fuera a dejarte que lo sacaras? – dura de nuevo.

-Lauren, no te pongas así, por favor. Claro que lo dudo tal y como te pones. ¿Cómo me has entrado en cuanto se han ido?

-Tienes razón, tienes razón…

-Te doy un voto de confianza, te cuento por qué no me quedo si me prometes que no vas a alterarte.

-No es necesario que me cuentes nada, Severus, ya lo sé todo desde que llevabas cinco minutos aquí por lo incómodo que estabas, y si me he alterado ha sido precisamente por eso, porque confíes tan poco en mí, no por lo que vayas a decirme que ya lo sé.

-Jo… lo hago todo al revés… - agobiado.

-Vamos, ahora no te agobies tú.

-Entiende que temía que te pusieras como aquella vez en la Sala de Menesteres.

Lauren bufó.

-Lo entiendo. Vamos, no le demos más vueltas al tema porque no las tiene.

-¿No quieres hablar de ello?

-En este momento no.

-¿Qué te apetece hacer? Si quieres ir al concierto van a venir Jack y Sirius a recogerte y a traerte después.

-Vaya… arreglándome la vida además… - sarcástica, y dura de nuevo - Puedo ir y volver sola, Severus, no necesito a nadie.

-Vamos, Lauren, que no te siente todo mal, por favor. Pónmelo fácil, por favor… – suplicante.

-Ya deberías saber que nada es fácil, Severus. Ya te he ahorrado decirme lo que tanto temías.

-Cierto. Que sepas que no fue idea sólo mía que no vayas sola, tanto Sirius como Jack también se ofrecieron.

-Muy típico de los hombres, no considerar a las mujeres capaces de andar solas, en especial de noche.

-Tienes razón.

-Es que no te haces idea de la cantidad de comportamientos machistas que tenemos que soportar incluso de quienes no os consideráis machistas.

-Cierto, lo piensas entonces. Van a llamarnos al hotel o aquí si no estamos allí, con decirles que no vengan, asunto arreglado. Pero si Jack viene hasta aquí me lleva también a mí a Cokeworth, y yo sí que acepto que me lleve.

-Entonces que venga si quiere.

-Pues eso es todo lo que tenía que decirte. ¿Qué quieres hacer?

-Ve a hacerte las fotos, te espero aquí.

-¿Sacamos ya mis cosas de la consigna?

-¿Dónde vamos a quedar con Jack?

-Lo decía por si tú no querías ver a Jack cuando venga.

-Vale, las sacamos por si no me apetece salir del hotel en ese momento.

Fueron a sacar las cosas de Severus de la consigna, se hizo las fotos en el fotomatón de la estación y se las dio a Lauren. No hablaron en todo el tiempo.

-¿Quieres meterte en el hotel o te apetece quedarnos un rato más en la calle? – le preguntó él.

-¿Te digo lo que me apetece de verdad? Estar sola.

-Vale, lo entiendo. Entonces voy a pasarte el dinero y me marcho a Cokeworth en tren.

-No me pases nada aquí a la vista de todo el mundo, ya me lo darás.

-De acuerdo, Lauren. Que sepas que no me quedo tranquilo, cuando llegue a Cokeworth voy a llamarte para saber cómo estás.

-Mejor no lo hagas, Severus, no puedo asegurarte que se me haya pasado el disgusto.

-No me importa, aun así voy a hacerlo. Si no quieres hablar conmigo no me cojas la llamada.

-Me repatea que te preocupes así por mí.

-¿Por qué? ¿No puedes comprender que una cosa no tiene nada que ver con la otra? ¿No me he preocupado por ti desde que nos pusimos en contacto, desde mucho antes de liarnos, y lo apreciabas mucho?

-Sí, tienes razón.

-Pues piensa en ello durante este rato, Lauren. Tienes un grave problema todavía con tu concepto de lo que son la amistad y el amor.

Sev se desvinculó y se dirigió a buen paso hasta el despacho de billetes sin mirar atrás y sacó uno para Cokeworth. Volvió a la zona de espera de la estación, quedaba todavía media hora larga para que saliera el tren. Lauren todavía estaba allí, se acercó a él y volvió a vincularse.

-¿Qué? ¿Ya lo has pensado mejor? – le preguntó él.

-Sí, quédate conmigo si quieres.

-Si quieres tú, Lauren. Sólo me aprecias cuando dejas de tenerme, eso no es sano.

-Sabes que eso no es cierto, te he apreciado siempre, tanto cuando no te tenía como cuando sí. Tienes muy poca paciencia, entiende que me haya sentido estafada y humillada.

-Vale, puedo entenderlo. ¿Quieres ir al hotel?

-No me apetece meterme tantas horas en el hotel.

-Vale, a mí tampoco. ¿Qué hacemos?

-En la calle hace mucho calor.

-Y aquí también lo hace. Pienso que también es por eso que nos está sentando tan mal lo que está pasando, no ha sido sólo culpa nuestra.

-Desde luego que no.

-Si vamos al hotel al menos podremos ducharnos y refrescarnos. Pienso que nos sentará bien, después siempre podemos volver a salir.

-De acuerdo, hagámoslo.

Se dirigieron hacia la salida de la estación y de allí hacia el hotel.

-Vamos a tomárnoslo con calma, ¿vale? Hablamos sólo si lo que queremos decir merece la pena ser dicho – le dijo él.

-Estoy de acuerdo contigo.

-De lo contrario, disfrutamos de estar juntos sin más.

-Ya vas a hacerme llorar, Severus.

-Pues llora, Lauren, desahógate.

Él la tomó por los hombros, ella lloró.

-Te juro que estoy mordiéndome la lengua para no ponerme desagradable, porque tengo sentimientos muy contradictorios, siento rabia y a la vez me pareces tan perfecto, tan excepcional incluso en esta situación… Me desconcierta, ya sabes que nunca me he visto en esta tesitura, que sea alguien quien me deje. Hiere mi orgullo, te insultaría, te acribillaría, pero no puedo hacerlo porque sigo amándote más incluso que antes. En cierto modo estoy reviviendo lo que nos pasó en diciembre en Pociones, cuando te insulté y tú no me pusiste en evidencia.

-Claro... Insúltame si quieres, Lauren, si va a hacer que te sientas mejor. No me lo tomaré a mal, lo entenderé, lo merezco, te he mareado mucho.

-No me digas eso, Severus, cada vez me siento peor, lucho y lucho por estar a tu altura y nunca te alcanzo. Tú nunca me insultaste cuando yo te mareé a ti.

-Bueno, cada uno reaccionamos a nuestra manera. Yo tuve mucha ayuda de Lily por aquel entonces, lo sabes, y tú no tienes con quién hablar sobre mí. Te doy permiso para hacerlo esta noche con quien quieras.

-Es que además estaba tan ilusionada porque tuviéramos casa ya, y era principalmente para pasar el verano contigo. Podría haber esperado al final del mismo para alquilarla, ese ático no me lo hubieran quitado, lleva años y años vacío.

-Claro, cariño, claro, pero vamos a disfrutarlo, ya verás, iré a visitarte allí. Quizá no pasaremos tanto tiempo juntos como pensábamos, pero sí muy buenos ratos. Dormiré allí contigo también, escucharemos música, cenaremos en la terraza, veremos la televisión, no va ser esfuerzo ni dinero echado a perder. Y piensa otra cosa, sin el ático no tendrías clases de violonchelo ni podrías invitar a nadie a tu casa. Ya el mismo lunes vas a conocer a una persona maravillosa, que es Andrea, y va a poder visitarte toda la familia de oclumantes, incluida Hipólita, que también necesita ayuda con los estudios, aprender a redactar, y tú puedes ayudarla mucho en eso, más todavía que yo.

-¿Cómo te las apañas para animarme siempre?

-Porque te conozco bien, Lauren, no llevo tantos años fijándome en ti como tú en mí pero he sabido aprovechar el tiempo que hemos pasado juntos.

-Mucho más que yo, desde luego.

-Vamos, no te lamentes, incluso este rato vamos a pasarlo bien. ¿Has alquilado la misma habitación que el lunes?

-Claro, ya la reservé.

-Ya sé lo que vamos a hacer. Vamos a ducharnos por separado, y después voy a peinarte mucho rato, hasta que se te seque el pelo sólo de cepillártelo.

-Wow…

-¿Has traído algo cómodo para ponerte tras la ducha?

-Sí, he traído una bata porque mañana pensaba llevar ya algo de ropa al ático por la tarde, limpiar un armario y guardarla.

-Estupendo, pues te la pones después de ducharte, para que no vea ese cuerpo espléndido que tienes, toda mi determinación se venga abajo y me tire sobre ti. Yo me taparé con la toalla.

-Severus, no tienes por qué tomar tantas precauciones conmigo. Recuerda que soy orgullosa, no te dejaría hacerme nada después de esto, porque si lo intentaras podría negarme y resarcirme de la humillación.

-Claro, claro. Entonces, si quieres lo intento.

Lauren rio y le dio un leve puñetazo.

-Así ya no vale, hombre, ahora ya sé que sería fingido.

-En absoluto, te digo que si te veo desnuda no me resisto, y más sabiendo que tú vas a resistirte. Eso me pone mucho, lo sabes.

Rieron ambos.

-Nunca te haré eso, Severus, sabes que me he negado dos veces ya a que me la metieras.

-Cierto.

Habían llegado ante el hotel.

-Hacemos la operación como siempre – dijo ella.

-De acuerdo, vamos allá.

Subieron hasta la habitación, discutieron sobre quién debía ducharse primero, cada uno insistía en que fuera el otro.

-Venga, Lauren, pasa tú, ya estaríamos duchados los dos.

-Lo mismo te digo, si es remojarse y ya está, en un minuto estamos duchados.

-Vale, entonces paso yo.

-En algo tenía que ganarte hoy.

Sev se duchó en un minuto y salió envuelto en la toalla desde el pecho.

-Pero póntela por la cintura, hombre, qué incómoda así.

-No, no, que no quiero que me veas.

-Severus, despierta. Después de lo que me has hecho no quiero nunca nada más contigo, ha sido perfecto para que me desenganche de ti, un buen desengaño. Te juro que esta misma noche aprovecho con otro la habitación de hotel.

-Así me gusta, Lauren.

Lauren pasó al cuarto de baño.

-Encima recochineo, podrías fingir que te sienta mal que te sustituya tan rápido por otro para restaurar mi orgullo herido. Qué poco sabes de la vida, Severus.

-No pienso fingir nada que no sienta. Me alegraré mucho si encuentras pareja esta misma noche, pero te recomiendo que si es alguien con quien quieres tener algo a largo plazo vayas despacio.

-Pues sí, sí que es alguien con quien quiero tener algo a largo plazo, voy a robarle a Sirius a Valerie.

-¡Bravo, Lauren! – de viva voz.

-Pero sólo para dormir con él como hizo Lily, esperaré a tener mi casa preparada y a que sea novilunio para darle el primer beso. ¿El ya conoce la parte de la Pareja de la Magia Roja?

-Creo que no.

-Entonces le explicaré lo poco que sé. Tenéis que pasarme una copia.

-Te la consigo para el lunes, recuerda que has de darme la dirección.

-Puede dártela Hipólita también si se nos olvida.

-Dímela ya mismo y ya está.

Lauren se la dijo.

-Estupendo, ya no la olvido.

-También me pondré teléfono, lo paga el dueño.

-¿Y por qué si no podía alquilarlo no lo ha vendido y ya está?

-Porque le tiene cariño, vivió allí de joven cuando se independizó, era de sus padres.

-Vaya…

-Y me alegra mucho poder ayudar a alguien así, es una persona de clase obrera con familia, ése es todo el patrimonio que tiene.

-Vaya…

-Claro, por eso no podía arreglarlo.

-Pero cuando esté arreglado podría echarte de allí para subir el alquiler.

-En absoluto, hay protección para los inquilinos, está obligado a alquilármelo durante cinco años a no ser que lo necesite para un familiar directo.

-Claro…

-Y no va a hacerlo, le hace más falta el dinero.

-Claro…

Lauren salió del cuarto de baño con la bata roja de corte oriental que ya conocía Sev.

-Vaya, Lauren, ¿por qué has traído esa bata precisamente?

-Pues ha sido para que te quitaras el mal recuerdo que tenías de ella, Severus, precisamente.

-Claro… Estás preciosa, mejor todavía que desnuda o con el modelito del lunes. Cómo me habría gustado quitártela.

-Todavía estás a tiempo de intentarlo, ya te digo que no va a ser fácil.

-Me aguantaré las ganas.

-Bien, bien, así me gusta, que tú también sufras un poquito, lo tienes bien merecido. Venga, lo prometido es deuda, te toca peinarme, primero a desenredar.

Ella le pasó el peine y se sentó junto a él. Él le desenredó el pelo con sumo cuidado mientras seguían charlando animadamente, y después se lo cepilló durante más de una hora hasta que se le secó. Luego ella se lo desenredó a él haciéndole daño a propósito y riendo mucho y se lo cepilló un poco para que sintiera la sensación del cepillado, que le encantó.

Después se quedaron en la cama admirando las fotografías de los libros de arte árabe que había traído Lauren y también las de arquitectura medieval del Camino de Santiago, disfrutaron un montón.