Eso, mis panas, es amor

Maka estaba de un humor de perros y esto a Soul no le pasó desapercibido. Ella no tenía energías para ocultarlo. Ya no se trataba de resonancia de almas, sino de rezongarle y gruñirle a él más de lo necesario. En la mañana del domingo ella finalmente le gritó cuando Soul lo único que hizo fue preguntarle por qué no había preparado desayuno para los dos.

—¡¿Quién te crees que soy, tu chacha?!

—¡Solo tenías que haber partido otro huevo! —Soul le contestó indignado. Fue a revisar el frigorífico. Aún quedaban muchos, pero al parecer Maka no pudo partir un mísero huevo más—. Yo lo hubiera hecho por ti.

—¡Pues prepárate todos los huevos que se te antojen!

Soul tomó un cartón de leche. La fulminó con la mirada.

—¿Quién se meó en tu café?

—Cierra la boca —Maka azotó su plato sobre la mesa. Trozos de huevo salieron volando—. ¡Ugh! Qué asco.

—¿Quieres que te prepare otro? —preguntó Soul—. ¿Porque yo sí soy un buen roomie?

Maka volteó los ojos, pero no dijo que no. Comió enfurruñada hasta que Soul se le acercó con la sartén. Sin contemplaciones, vertió en su plato los huevos que le cupieron en la espátula.

—Se te quemaron —comentó Maka.

—Cómo jodes, ¿qué diantres te pasa? —Soul se sentó del otro lado y se puso a comer directamente de la sartén—. Estás más gruñona que de costumbre. ¿Qué rayos pasó?

Maka en verdad estaba más gruñona que de costumbre. Viendo más allá de su irritación, sabía que era injusto descargar todo su mal humor en Soul.

—Me dejó colgada —admitió—. Se suponía que Crona iba a venir el viernes pasado y nunca se apareció. Pensé que me llamaría en caso de que hubiera tenido una buena razón para no venir.

—¿De qué va todo esto? ¿Te le ibas a declarar o algo?

—Le iba a preguntar... —Maka se cohibió al reconocerlo. Le dio unos empujoncitos a su comida, sintiéndose torpe ante toda la situación—. Solo había planeando... directamente preguntarle cómo se siente.

—¿Cómo se siente? —Soul le apuntó con la espátula, tirando huevos a su alrededor—. ¡Esa es una jugada de cobardes! Tienes que confesar tus sentimientos en vez de poner todo el peso sobre Crona.

—Pero yo todavía no sé— No estoy segura. No sé exactamente qué se siente enamorarse de alguien.

—Entonces ve y tira todas las flores podridas que hay en el apartamento.

—¡No! —chilló Maka—. ¡Crona se tardó horas en juntarlas!

—Ay, mi pana. ¡Eso es amor, perra!

—¿Entonces por qué me ignoró? —le preguntó—. ¡Me estaba mentalizando para el momento!

—¡Te estabas mentalizando para ser una cobarde!

—Oye —dijo Maka, haciéndole una mueca—, ¡no me llames perra!

—Tch, fue reacción con retraso.

Soul llevó la sartén y el plato de Maka hacia el fregadero. Luego cogió la escoba y se le quedó viendo a Maka todo el rato que estuvo barriendo, como diciendo: «mírame limpiar toda la mugre otra vez». Aunque actuaba tan descaradamente, en serio estaba haciendo más de lo que le correspondía. Cuando ella se sintiera mejor se aseguraría de agradecerle por mantener presentable el lugar.

—Todo esto me está volviendo loco —dijo Soul, tirando los últimos residuos de huevo en la basura—. Incluso yo me estoy cuestionando mis sentimientos. Te daré hasta el final de la semana... Si no, yo me voy a declarar.

¿Declarar? La irritación de Maka desapareció para dar paso a una confusión total. Se le quedó viendo perpleja. ¿Había algo acerca de Soul de lo que no fuera consciente? ¿Alguien a quien quisiera declarar su amor? ¿Había estado tan ocupada con sus cosas que de alguna manera lo pasó por alto...?

Sus ojos se le desorbitaron al hacer la conexión. «No», pensó. Después, «maldita sea, debí haberlo sabido».

—No puedo creerlo —murmuró, sus palmas se tensaron—. En serio que los hombres son una bazofia.

—Ya lo sé. Todo lo que nos importa es el cuerpo —suspiró Soul.

—Soul, por favor —Maka le rogó—, tú eres el último hombre en la faz de la Tierra en quien puedo confiar. Por favor no me digas justo ahora que... todo este tiempo te gusté.

Soul resopló. Maka estaba lista para empezar a soltar puñetazos.

—Nah —le contestó campante—, estaba hablando acerca de Crona —sonrió con malicia—. ¿Creíste que me refería a ti? Ja. Serás narcisista.

Maka parpadeó.

—¿Qué?

«¿Crona?».

—Mira —Soul se paseó por la mesa antes de recargarse sobre esta—. Traté de ponerme en tus zapatos para entender la perspectiva. Me puse a pensar en Crona caminando hacia ti y luego despidiéndose de ti, dándose la vuelta. Entonces me dije: «ahora lo entiendo».

—¿De qué diablos estás hablando?

—Mientras veía cómo se alejaba, dando la espalda... —Soul gesticuló como si estuviera explicando algo muy simple—, pensé: «no puedo quejarme. Después de todo, ¡ese culo sí que es otra onda!». Maka, si tú no lo quieres, yo con gusto me ofrezco.

Maka se había puesto colorada, puede que de la rabia o la vergüenza o de una mezcla de ambas.

—Es... Estás bromeando, ¿verdad?

—Buena pregunta —respondió Soul—. ¿Sabes qué? Voy a pedirle que salga conmigo. Después me decidiré.

—¡NO! —Maka puso el grito en el cielo—. ¡Ugh! ¡¿Qué te pasa?!

—No me salgas con que no lo has visto, sé que ciega no estás. Es como un palo, y luego…

A Maka no le agradaba lo que él estaba haciendo. Lo que sea que estuviera formando en el aire con sus manos.

—¡A ti te voy a patear el trasero!

—¡A ver si te atreves!

Soul realmente se estaba partiendo el culo de risa. La estaba pasando a lo grande. Seguía carcajeándose cuando Maka agarró una silla y le dio un porrazo en la espalda. Eso la hizo sentir un poco mejor, pero se dio cuenta de que él estaba en lo cierto: ella era quien hacía todas las jugadas cobardes, y ni podían considerarse jugadas. No había invitado a Crona para platicar, sino para que hiciera toda la plática, y después Maka había quedado a espera de su llamada.

Ella lo sabía perfectamente. Sabía que si quería algo tenía que alcanzarlo con sus propias manos. Es solo que no estaba segura de qué era aquello que quería. Ponerlo en palabras simplemente como «tengo un crush en Crona» no podía ser el caso. Es que no podría serlo. A ella Crona le importaba mucho. Muchísimo. Frente a sus ojos le había visto recibir una puñalada casi al corazón. Durante unos horrendos minutos pensó que por su culpa había muerto. Por eso es que al tenerle presente a altas horas de la noche sentía un profundo dolor y anhelo dentro de su ser. Por eso leía y releía todas las notas que Crona le dedicaba. Por eso conservaba todas las flores marchitas, aún cuando olían a muerte. Eran un recordatorio de que seguía con vida, de que estaba bien.

Pero todo saldría bien. Maka no se expondría a la vergüenza de llamarle y que todo resultara forzado. Le vería en la escuela al día siguiente y solucionarían las cosas. Crona siempre la hacía sentirse más segura de sí misma. No se comportaría insistente, no sin motivo.

Maka pasó el resto del día encerrada en su habitación, tratando de concentrarse en su tarea. Ya había quedado atrás la época de su vida en la que podía perderse en sus estudios. Había tenido una meta: mantener buenas notas, convertir a su compañero en una guadaña de la muerte, siempre aspirar a la excelencia. Pero sus calificaciones se habían venido abajo desde la batalla contra el kishin. No podía quitarse esa persistente sensación de futilidad, preguntándose: «¿Ahora qué se supone que debo hacer? ¿Aún importa todo esto?».

Era lo peor; no tener una meta clara en mente. Por eso se estresaba por las nimiedades. Por eso todo la ponía de mal humor.

Pero al día siguiente no consiguió hablar con Crona, pues se apareció hasta haber concluido las clases, luciendo como si recién se hubiera despertado. No le dirigió la palabra a Maka. La irritación se apoderó de ella. Sí, ella no debería dejarle todo el peso para que abordara el asunto, pero ni siquiera la había volteado a ver. Lo dejó pasar ese día.

Crona asistió en tiempo y forma a clases a la mañana siguiente, pero se ausentó de la clase de Stein. Desapareció y regresó como si nada en cuanto la lección hubo terminado. Maka se decidió a hablarle.

—No deberías saltarte las clases. No creo que quieras retrasarte un año.

—¿Huh? —dijo Crona—. ¿...Retrasarme?

—Sí. No podrás avanzar si no te haces responsable —aunque como sus demás amistades siempre aprobaban cada semestre, entonces no debería preocuparse tanto—. Si quieres graduarte con todos, tendrás que enfocarte más.

—Mmh…

La boca de Maka se torció por el fastidio. Levantó su mano y con un movimiento de los dedos le dio un golpecito en la frente.

—¡Auch! —se quejó, llevando sus manos hacia la rozadura—. ¡Me dolió! ¿A qué vino eso?

—¡No me estás prestando atención! —su rabia se fue esfumando. Ahora estaba molesta consigo misma—. Lo siento, no debí haberte lastimado…

—¿Estás enojada conmigo?

—Sí, un poquito —admitió Maka—. Nunca te disculpaste por dejarme plantada el viernes en la tarde. ¿Qué pasó?

Crona mostró bastante confusión por un momento, luego solo se encogió de hombros.

—Se me olvidó.

—Se te olvidó.

«Qué conveniente».

—Lo lamento. Era algo importante, ¿no?

—No —suspiró Maka—, en realidad no.

Maka no tenía por qué hacer el esfuerzo si era la única que estaba dando de sí. Con firmeza lo decidió. Además, no era importante. Era estúpido.

—No está dándole vueltas al asunto, no como yo —le informó a Soul después de un rato—. ¿Así que por qué tengo que pensarlo tanto?

Soul la volvió a llamar cobarde. Ella lo ignoró, tragándose su ira con el resto de sus emociones. Cuando regresó a casa tras haber terminado las clases, recogió un puñado de flores podridas para tirarlas.

Se detuvo al estar frente al contenedor de la basura. No se atrevió a hacerlo.

Al día siguiente, Maka pilló a Soul tratando de tomar las riendas del asunto. Lo vio en el patio observando a Crona atentamente.

—No creo —estaba diciendo Crona—. Ella no me quiere hablar.

—Pues yo sí te quiero hablar —Soul forzosamente echó un brazo sobre sus hombros y le arrastró consigo—. ¿Qué tal, mi colega? Hay que ponernos al tanto.

Maka pensó que no la habían visto, pero Soul se volteó para lanzarle una sonrisa petulante.

—Desde hace tiempo te he querido preguntar —le dijo a Crona—, ¿haces sentadillas?

—¿Sentadillas? Asco, ¡se ve raro hacer eso!

—¿Entonces cómo le haces para tener...? Olvídalo. ¿Te has juntado con Maka últimamente? Pégate una visita uno de estos días.

—Está enojada conmigo, ella misma me lo dijo. Creo que ya le caí mal…

—Ya veo —le dirigió una mirada triste—. Entonces tu culo me pertenece.

¿Qué?

—Dije que no está cool que se porten así.

Maka se acercó para quitarle a Soul de encima.

—Ya. Suficiente —le dijo.

Se lo llevó a rastras. Pensó que Crona los seguiría pero ya se había alejado de ellos cuando Maka se volteó para verle. Ella le contempló con una singular fascinación. Ya que Soul lo había mencionado, tuvo que darle la razón. El cuerpo de Crona era sumamente esbelto y su ajustada bata negra le abrazaba la cintura de tal forma que acentuaba sus caderas. Se balanceaba un poco al caminar. Era difícil apartar la vista.

Soul le dio una palmada en el hombro. Maka pegó un brinco, había olvidado que estaba allí.

—Sé que también lo viste.

—Te pasas, desvergonzado —murmuró Maka, desviando la mirada para ocultar el rubor que se le asomaba.

—El tiempo vuela, Maka. Cada día me pongo menos irónico.

Maka dudaba que Soul estuviera tramando algo más serio, pero sí que era difícil saberlo. Trató de convencerse de que no era algo por lo cual preocuparse aunque la semana fuera llegando a su fin. Soul no la hostigaría tan solo por una broma.

Pero tal vez algo de lo que él dijo haya surtido efecto, dado que al día siguiente Crona se le acercó en el pasillo.

—Maka —le dijo al agarrarla de la manga, con el semblante cabizbajo. Era este tipo de gestos afectuosos lo que la confundía tanto—. Lo siento. Te hice enojar y... Quiero pasar el tiempo contigo. En serio que quiero. ¿Cómo te lo puedo compensar?

—No estoy enojada contigo —no lo estaba. No ahora. No con Crona sujetándole la manga—. Todavía puedes venir. A la hora que quieras. No hay por qué armar tanto jaleo.

—¿De qué querías hablar conmigo? —le preguntó.

Maka titubeó. No era algo particularmente importante, y se había portado muy grosera durante toda la semana. Ni siquiera quería hablar sobre algo en específico, solo quería platicar. «¿Aún quieres intentar hacerme una trenza francesa?», le quiso preguntar. En su lugar, le dijo:

—Mi mamá acaba de enviarme otra tarjeta postal. Cuando salgamos de clases, ¿quieres ayudarme a buscar dónde ponerla?

—Claro. Sí podré ir.

—Entonces ahí te veo.

Eso la hizo sentir más alivianada. No tuvo que preocuparse por que Crona se volviera a desaparecer, pues los acompañó a ella y a Soul junto con Black Star y Tsubaki hasta que llegaron a la calle del familiar apartamento. Al entrar, Maka recordó el estado en el que se encontraba la vivienda. Probablemente aún había huevos en los rincones. Se desvió deprisa de la cocina para llevar a Crona hasta su recámara.

Menos mal que le llegó esta postal. Ella no sabía lo que decía, o de dónde provenía. Era una fotografía de un simple y pequeño muro de piedra con el cielo más azulado de fondo. La tenía sobre su escritorio frente a la tarjeta enmarcada que contenía aquella palabra: valentía.

—Es esta —la sostuvo—. No sé lo que significa, pero mi mamá siempre me envía postales con una especie de mensaje. Es entretenido, ¡como una búsqueda de tesoros!

Una sola palabra yacía impresa, era extensa y tenía misteriosas letras que parecían sacadas de algún encantamiento. El muro tenía pinta de ser antiguo. La gente frente a la edificación iba ataviada con mantos blancos, como fantasmas. Crona le echó un buen vistazo. Maka se la acercó justo frente a su nariz para que pudiera apreciarla mejor.

—Reconozco esto —dijo.

—¿Sabes qué lugar es?

—No, el idioma. Lo he visto antes. ¿Te acuerdas del golem que enfrentamos?

Por supuesto que lo recordaba, pero no había prestado atención a ninguna palabra escrita. Hubo bastante conmoción en el momento.

—¿Es algún idioma de brujas?

—No, no creo. Dice... —Maka esperó conteniendo el aliento—. Hay... como son dos de las chiquitas creo que hacen el sonido de la Y griega... —suspiró, admitiendo derrota y dejando caer su mano en el costado—. Perdón, no pude leerlo.

—No te preocupes.

Maka trató de esconder su decepción y nuevamente colocó la postal sobre el escritorio (tal vez Stein sí lo reconociera; él parecía saber todo tipo de idiomas). Después sacó su álbum. Puso el libro en el suelo y lo abrió en la última página. Estaba casi vacía.

—¿Dónde crees que se vería bien? Creo que se luciría contrastando con algo donde se vea un cielo nocturno. También me gusta acomodarlas por región, pero no estoy segura de dónde queda este lugar. Se ve árido, ¿tú qué opinas?

—¿Por qué no le puedes preguntar directamente a tu madre? —Crona fijó la mirada hacia abajo, viendo el mensaje—. Me refiero a preguntarle lo que significa. Sé que es interesante tratar de averiguarlo, pero... ¿por qué no puede simplemente hablarte? Podría escribirte, o dejarte algún mensaje menos ambiguo.

Maka no sabía cómo responder. Ella se había cuestionado lo mismo en innumerables ocasiones. «Es una búsqueda de tesoros», es lo que se había dicho durante años, y había ayudado. Había facilitado las cosas. La hacía sentir menos sola.

—Me deja pequeñas pistas. Siempre hay un mensaje…

—¿Por qué nunca viene de visita? —frunció el ceño—. ¿En serio está ocupada todo el tiempo?

Maka se esforzó en explicárselo.

—Su campo de trabajo es muy peligroso. No puede decirme dónde está, y tampoco hay mucho de lo que pueda hacerme saber... Pero me son de mucha ayuda. Cada postal... es una parte de ella —su dedo se cernía sobre una tarjeta que recibió hace meses. A veces tardaba días en recibirlas, otras veces pasaban meses—. ¿Reconoces la que tengo en mi escritorio? La traía conmigo cuando luchamos contra Medusa. Tuve una partecita de ella conmigo. Me dio la fuerza necesaria. Mi... mi mamá se preocupa por mí, por eso no me involucra en sus asuntos confidenciales.

—¿En verdad no se te hace pesado cargar con todo eso? —le preguntó Crona.

Los ojos le ardían a Maka. Toda la tensión amenazaba con desbordarse. No solo por la última semana, sino por todos los meses posteriores a la batalla contra el kishin. En medio de todo el dolor, de todo el miedo, su madre le había brindado valentía a pesar de los miles de kilómetros de distancia entre ellas. Mordió su labio y se tragó el nudo que traía en la garganta.

—Perdón, si es difícil para ti hablar de esto, pues—

—Ya hice las pases con esto —dijo Maka, conteniendo las lágrimas—. Desde hace mucho acepté que mi única figura parental decente es la que no está del todo conmigo. Cuando la vida se pone difícil esto me ayuda, y me estoy sintiendo juzgada por ello.

—No quise... sonar de esa manera —respondió Crona en voz baja.

—No sé por qué me importa tanto —una lágrima de enojo le recorrió a Maka por la mejilla—. Creo que solo quería mostrarte cómo se ve una buena madre, pero en vez de eso tengo que justificar mis sentimientos.

—Estoy tratando de entender —Crona inspeccionó las postales. Maka podía ver que estaba haciendo el intento. Eso dolía, ver que le costaba tanto trabajo—. Suena bastante complicado... Hay mucho que desconozco. No sé cómo juzgar, pero quiero que ella me agrade…

Pero no encontraba qué palabras usar.

—Yo también quiero que ella te agrade —dijo Maka, secándose los ojos—. Quiero que se conozcan. Siento que esa es la única manera en la que lo entenderías. Pero... está bien que no lo entiendas —cerró el libro y lo abrazó contra su pecho.

—Yo... ah, a-a... —Crona tartamudeó hasta que una ráfaga de palabras le salió de la boca—. No sé qué debo hacer. Estoy siendo una pésima amistad para ti. ¡En serio me esfuerzo por escuchar pero hay demasiadas cosas dándome vueltas por la cabeza! Quiero abrirme contigo pero no sé cómo. Y ahora estás enojada conmigo y no me digas que no. ¡Sé muy bien que te enfadaste y no puedo lidiar con eso ahorita! ¡No con todo lo que ha estado pasando!

Maka dejó su álbum a un lado y se acomodó doblando las piernas.

—¿Todo bien?

—¡No! ¡Hay muchas cosas pasando y no quiero empezar a hablar sobre mí!

—No... no capto —dijo Maka. Las cosas habían estado calmadas estos días... al menos para ella, por eso había estado tan corta de carácter—. ¿Qué está pasando? Y— sáltate la parte en la que tratas de irte por la tangente. Quiero escucharte.

—Pues... —Crona se rindió con un suspiro—. La profesora Marie hace unos días... me pidió que me mudara con ella. Y el doctor Stein piensa que... que... —Crona estaba temblando. Maka le tomó de la mano—. Él cree que... podría sacarme la sangre negra del cuerpo.

Maka le apretó la mano.

—¿Puede hacer eso?

—Aún no lo sabe a ciencia cierta. No lo ha investigado, pero... No sé qué tanto lo ha pensado, pero cree que es posible... que yo y Ragnarok... podamos ser separados…

—¡Esas son grandes noticias! —Crona se le quedó viendo con extrañeza—. ¿Cuándo pasó eso? ¿Por qué no me habías dicho?

—Perdóname, es que no podía procesarlo pero tampoco tenía cabeza para pensar en otra cosa.

—Se entiende, en serio —Maka sonrió—. Sigo sin creerlo... Pero supongo que si hay alguien que puede hacerlo, ¡es el profesor Stein!

—Bueno, tú luces mucho más contenta que yo —se soltó de la mano de Maka. Ella se movió para darle espacio—. Es que no lo sé. No puedo recordar haber estado... sin compañía. Nunca.

—Pero claro que tendrías compañía —respondió Maka—, ¡nos tienes a tus amigos! Y además, ustedes dos segurían siendo compañeros, ¿no?

—Es una de esas cosas que son muy difíciles de explicar. No sé por qué me aterra tanto la idea.

A Maka no le resultaba algo tan complicado. Podía entenderlo hasta cierto punto.

—Sé que da miedo. Estarías muy vulnerable. Pero creo que valdría la pena con tal de quitarte a Ragnarok de encima. Literalmente.

—No, no lo entiendes —dijo Crona, apretando los puños sobre su regazo—. Ni siquiera sé si yo lo entiendo.

—Entonces... ¿qué te parece si lo vamos resolviendo poco a poco?

Crona se quedó mirando el libro cerrado.

—Pero tú también querías hablar —le dijo—. Querías hablar conmigo el otro día y no vine.

—Da lo mismo, eso puede esperar. Tengo más ganas de hablar sobre esto.

Maka empujó el álbum hacia un lado y se aproximó hacia Crona, quien se abrazó el cuerpo con fuerza.

—Desde que tengo memoria he sido así. ¿Te acuerdas de...? Cuando me preguntaste quién era... respondí diciéndote quién soy. Era lo único que sabía sobre mí.

—Eh... no lo recuerdo, de hecho —reconoció Maka—. ¿Me refrescas la memoria?

—Solo... que era Crona. Crona de la espada demoniaca —respondió.

«Crona de la espada demoniaca». Lo había dicho con suma certeza y determinación: una introducción digna de su némesis de aquel entonces.

—¿La última vez que peleamos? Eso fue hace mucho. Has tenido tiempo para darte cuenta de muchas otras cosas. Blandir la espada demoniaca no es lo único que te define —le sonrió y esperó a que la viera a los ojos—. Eres estudiante, poeta, y... —se acercó. Crona no retrocedió, así que tomó una de sus manos—. Eres una amistad muy especial para mí.

Crona clavó sus ojos en los de ella. Maka acarició con su pulgar la mano que le sostenía. Aún no tenían las respuestas pero... tal vez si permanecían así eso no importaría. Ya no sabía qué fue lo que la había estresado tanto, pero en definitiva no tenía relevancia justo ahora. Crona desvió la mirada después de unos momentos, su rostro se torció en una sonrisa incómoda.

—Así que si me deshago de mi sangre negra, soy... poeta. Algo es algo, supongo.

—Hay un millón de hobbies que puedes intentar. ¡Ya verás que con el tiempo algo va a resultar!

—No quiero ser una carga para ustedes. Ha de ser molesto que me tengan que arrastrar todo el tiempo…

—¡No es una carga, me gusta pasar el tiempo contigo!

La tensión en el cuerpo de Crona se fue mitigando. Maka pasó un par de horas divagando y sugiriendo pasatiempos, y Crona expresó sus opiniones y preocupaciones ante cada recomendación. Esa charla le estaba relajando mucho más que aquella discusión médica —Maka apenas lograba vislumbrar la cantidad de implicaciones y temores que aquello conllevaría—. Había otras cosas importantes en la vida. Las cosas más simples. Se preguntó si a Crona le gustaría tejer; le gustaba sentarse a solas y le gustaba la tranquilidad, pero le preocuparon las agujas.

—Casi no son filosas —le aseguró.

—Para eso mejor podría usar las gotas de mi sangre en forma de agujas pero, ¿y si se adhieren y termino rompiéndolo todo...?

Ese pensamiento le había deprimido, por lo que Maka reanudó las sugerencias.

—¿A lo mejor... Soul te puede enseñar a tocar el piano?

—Nunca lo he visto tocar uno de verdad.

Tenía razón. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que lo había escuchado tocar un piano físico...? Se desentumió el cuello y al enderezarse se percató de la luna asomándose por la ventana.

—Se está haciendo tarde —le dijo a Crona.

—Ya me tengo que ir.

—O podrías pasar la noche aquí. No me molestaría.

Crona se volvió a tensar.

—No. Tengo muchas cosas en las que pensar.

Maka le acompañó hasta la puerta. Soul estaba en la cocina, sentado sobre la mesa. Después de levantarse se les unió.

—¿De qué estuvieron hablando? —preguntó.

—Maka... —dijo Crona—. ¿Me ayudas?

Maka le comentó a Soul todo lo que sabía sobre el asunto de la sangre negra y de la situación de vivienda. Quedó tan sorprendido como ella.

—Vaya —dijo—, pues creo que deberías hacerlo.

—¿Cuál parte? —preguntó Crona.

—Primero que nada lárgate del puto calabozo. ¿Qué andas haciendo todavía allí?

—Es... familiar... —respondió con inquietud—. No quiero pensar mucho en todo esto, pero... la profesora Marie dijo que... que no se perdonaría hasta que se cerciorara de que yo estuviera bien.

Maka pensó en ella. Le reconocía su amable sonrisa y lo amarillo de su ropa. Esa disposición lo hacía fácil de ignorar, pero nunca podría olvidar todas las semanas que Crona permaneció en confinamiento. El resentimiento le borboteó.

—Qué bueno.

—¿Huh...?

—Te lo debe —dijo Maka—. Es lo mínimo que puede hacer.

—Ajá —añadió Soul—. No soy del tipo de guardar rencores, pero no te culpo si esa no la dejas ir.

Maka se alegró de que él también hablara. Necesitaba una voz de la razón como apoyo. Mientras más personas se lo hicieran saber, tal vez le sería más difícil echarse la culpa de todo lo que había pasado. Crona murmuró algo incomprensible, quizás las gracias, mientras abría la puerta.

Sintiéndose atrevida, Maka se paró de puntillas para besarle la mejilla.

—Siempre estaré aquí, para ti.

Los pómulos de Crona se tiñeron con un tono negruzco.

—G-gracias…

—Yo también —declaró Soul—. Yo y Maka aquí vamos a estar, ¿okay? Y no somos los únicos.

—Gracias —repitió Crona—. Gracias a los dos, de veras…

—Deberías venir más seguido. Si dejas de aislarte tanto, tendrás una mejor idea de lo que quieres hacer. A veces solo tienes que forzarte a salir. Así que... —Soul se abrió paso frente a Maka—. Deja de huirle a la noche de videojuegos, ¿me oyes?

—S-sí. Entiendo. Gracias. De nuevo.

—Hey, compa, ¿ocupas que alguien te acompañe de regreso?

—Um... —Crona los miró a ambos alternadamente.

Maka le sonrió a Soul. No podía creer que ella lo hubiera olvidado. ¡Qué considerado!

—Por mí todo bien al seguirte por detrás.

—¡Yo me apunto! —gritó Maka—. Nada más... déjenme ir por mi abrigo. Ahorita vengo.

Maka se apresuró en ir a su recámara para tomar su abrigo y sus guantes.

En lugar de hacerle compañía a Crona, Soul la siguió.

—Veo que ustedes ya arreglaron sus cosas —murmuró.

—No, no pasó eso —dijo Maka—. O por lo menos no como te lo estás imaginando.

—No friegues, ¿tengo que sufrir más? —se quejó—. ¿Qué sigue? ¿Van a besuquearse con lengua y todo? ¿Como amiguis?

Maka le dio un codazo en las costillas.

—Cállate ya.

...

Stein miraba intranquilo la taza de té frente a él. Shinigami-sama se había sentado del lado opuesto, bebiendo de la suya mientras el líquido traspasaba sin problemas su máscara. Varios cúmulos de nubes se aglomeraban sobre ellos. La sala permanecía tan brillante como siempre. Aun así, Stein no se podía quitar de encima la sensación de haberse metido en problemas.

No era racional, pero sus nervios seguían frescos con recelo tras los eventos de la semana pasada. Crona no lo había vuelto a ver a los ojos, pero Marie le aseguró que se encontraba bien, o como mínimo no estaba en peligro de autolesionarse o lesionar a terceros. Stein quería olvidarse de todo ese calvario y no tener que toparse con tal adolescente en su vida.

Pero en esta visita no tendría por qué abordar el tema. A decir verdad, Stein agradecía la distracción.

—Wenas, mi viejo. ¿Cómo nos va? —preguntó Shinigami-sama. Tan elocuente como siempre.

«¿Para qué solicitaste mi presencia?», le quiso decir, pero era una respuesta demasiado adusta para la posición en la que se encontraba.

—Bien.

—Un pajarito me dijo que tu mente se volvió a pasear por rumbos sombríos. ¿Cacho que habías pensado hacer experimentos chungos en Crona?

Stein no había tenido ni una sospecha de que la conversación se encaminaría en esa dirección. En caso de haberle dado un sorbo a su té, ya lo habría escupido.

—Fue una vaga idea que tuve y la han exagerado y sacado de contexto. No tuve ninguna intención de ponerla en práctica —Stein no se imaginaba a Crona acudiendo con Shinigami-sama para darle ese aviso. ¿Cómo fue que...?

«Spirit». Condenado hombre.

—Bueno, bueno —dijo Shinigami-sama—. ¡Por lo pronto a mí me parece una idea muy chula! Te invito a que inicies el proyecto con espléndida celeridad. ¡Siéntete en confianza de usar todos los recursos de la academia!

—Esa es una oferta muy generosa —comentó Stein con desconfianza.

—¡Con una condición! Bueno, varias condiciones empaquetadas en una condición grandota. Quiero que le supervises de cerca. Un cambio de aires le vendría de perlas a le muchachite. Tengo planeado hacer que se mude a tu casa, así que de una vez ve pensando en las decoraciones.

Stein se congeló, tratando de procesarlo todo.

—¿Por qué? —fue todo lo que pudo decir mientras la información le daba vueltas.

—Caray. ¡Los adolescentes no dan tan mal rollo! Solo te hacen añorar los días en que eran bebitos y adorables y menos desastrosos. Pero tú has sido el mejor técnico en la historia de esta academia. ¡Seguramente será pan comido para ti!

Cuestionable. Stein no estaba seguro de qué relación guardaba una cosa con la otra. Además, eso no respondió su pregunta.

—¿Qué interés tienes en esto? ¿Qué hay en juego?

—Por favor, ¿es que no puedo ser un tipo buena onda nomás?

Stein finalmente le dio un grácil sorbo a su té.

—No te demoras en ir al grano. ¡Pues bien! Como te habrás dado cuenta, las cosas se han calmado —gesticuló a su alrededor, en dirección hacia las nubes. Stein recordó la manera en que la sala había quedado hecha trizas—. Y ya que tenemos el lujo de tomarnos un respiro, hay que sacarle partido a la situación. Crona es sin dudas alguien peculiar.

—Híbrido de arma y técnico.

—Sí, sí, eso ya lo hemos recapitulado —con un ademán le restó importancia—. Dejando de lado lo de la espada demoniaca, Crona tiene el potencial de volverse la fuente de un poder siniestro.

—¿Quieres que separe la sangre negra —comenzó Stein, prefiriendo irse sin rodeos— para ver si podemos utilizarla a nuestro favor?

—Nah, la sangre negra es agua pasada —descartó la idea con otro ademán—. Estoy hablando de magia.

—Claro —dijo Stein, entrecerrando los ojos.

—¿De qué color le ves el alma a Crona? —preguntó Shinigami-sama.

—Es algo que fluctúa —respondió Stein. Comprendió hacia dónde quería llegar. Había visto que el alma de Crona brillaba con un tono que iba del rosa al violeta pálido, pero su presencia nunca había emitido el poder ni la amenaza de una bruja. El alma de una bruja era más que un color—. ¿Tienes la duda de si se convertirá en bruja, o si ya lo es?

—Me preocupa más, um, tomar medidas preventivas —asintió para sí mismo—. Crona tiene relación con la blasfema bruja Arachne, quien fue el motivo de la fundación de esta academia. Cuando se nos unió no pensé que hubiera similitudes que saltaran a la vista, no las suficientes para tomar precauciones. Así que, pues... —se encogió de hombros—. Solo le arrojamos en el calabozo y le dejamos acumulando polvo.

—No a todos les pasó por alto —dijo Stein, pensando en Marie.

—Parece ser que Crona ya está bajo control, pero, además de estar en la adolescencia y tener un estado mental algo inestable, es una bruja en potencia. Por eso siento que lo mejor sería separarle de la espada demoniaca.

—¿Para garantizar la seguridad de todos? —preguntó Stein.

—Y de seguro Crona lo apreciaría. Si hay alguien que pueda tener éxito en algo así, ¡ese eres tú, profe Stein!

Él, o quizá la bruja Medusa. Ella transfiguró un cuerpo humano pasado el punto de no retorno... o hasta el grado en que sus planes fueron concebidos. Al menos eso conjeturó Stein. Pero en caso de revertir el experimento, ¿quién más tendría esos conocimientos?

—Si esto llegase a fracasar —meditó Stein, finalmente dándose la oportunidad de dejar volar sus pensamientos e inferir posibles escenarios—, es más probable que Ragnarok sobreviva. ¿Quieres eliminar a la bruja o a la espada demoniaca? —su mano se crispó. Quería darle vueltas a su tornillo pero no se atrevió a exponer sus nervios.

—¿Eliminar? Whoa, whoa. ¡Nosotros somos hombres de bien! —agitó las manos—. ¡Crona es leal y una buena alianza! ¡No antagoniza a la academia! Nunca pensé que tuviéramos a alguien con genes de bruja en nuestro bando. Por eso... —apretó una mano contra la otra— le damos a Crona su propio cuerpo y un nuevo hogar, ¡y también nos ahorramos la posibilidad de que utilice la sangre negra para alborotarse de manera peligrosa! ¡Todos salimos ganando!

Tal vez abrir su bocota no fue lo que sacó a la luz el tema. Spirit ni recordaba que Crona pertenecía a la misma familia que Arachne; su conexión con Medusa era mucho más prominente y mucho más personal. Apenas había pensado en las implicaciones suscitadas a raíz de sus otros familiares. Ahora que la información había hecho clic en su cabeza, Stein se preguntó por qué nadie había actuado al respecto, aunque de todas formas no había percibido amenaza alguna.

—¿Te da tanto miedo Crona?

—Oh, para nada —dijo Shinigami-sama—. Creo que Crona es mayormente dócil. ¡Por eso este proyecto debería funcionar de maravilla! Si empieza a desarrollar nuevos poderes, tú tendrías a alguien cercano del cual estudiar magia. En lugar de hacer investigaciones larguísimas, ¡solo tendrías que hacerle preguntas! No te pido nada perverso, solo obsérvale. Aprende todo lo que puedas.

—¿Como qué? —preguntó Stein.

—Lo básico —le contestó con simpleza—. Lo que le gusta comer, sus asignaturas favoritas, colores... lo que le inspira. ¡Debería ser un desafío ingenioso para ti, Stein!

—Una disección mental —Cortar a tajos a alguien sin dejarle una marca. Si tal disección fuese a ejecutarse erróneamente, los efectos resultantes serían mucho más nocivos y duraderos que cualquier cicatriz sobre la piel—. Ese nunca ha sido mi punto fuerte.

—Solo tienes que sentarte a platicar. Pregúntale: «¿Cómo estás? ¿Cómo te trata la vida? ¿Quién es tu padre?». Lo que sea que platiquen los adolescentes de hoy en día. Seguro que pronto le coges el truco.

Stein alzó una ceja.

—Tú tienes un hijo. Alguna idea tendrás de cómo tratar con sus amistades.

—Tengo un hijo, ¡en efecto! Él y Crona son amigos. Y los dos son amigos de Maka ¿No sería bonito organizar una salida con Spirit pa que los chavales jueguen? Mientras, nosotros podríamos ir a disfrutar de unas cervecitas. ¡Sería una pasada!

—Nos estamos desviando del tema.

—¡Claro que no! Puede que cuidar de un adolescente te haga cuestionarte todo y también reexaminar tus propios traumas, ¡pero apuesto que es algo de lo más gratificante!

—Supongo que con esto cerramos —dijo Stein en voz baja. Después de todo no tendría que negociar las cosas con Marie.

—Ajá, aunque me imagino que Marie tendrá la mayor parte del trabajo. Es más seguro para Crona estar bajo influencia de su onda estabilizadora. Pero aquí entre nos... —su cuerpo se contorsionó cómicamente al mirar a sus alrededores, luego se inclinó hacia adelante—. Lo mejor será que no la involucremos en nuestra investigación.

—Quieres que le oculte la verdad.

—Nada más quiero que todos salgamos contentos.

Stein alzó su mano para girarse el tornillo. Eso la haría feliz, y Shinigami-sama lo había dicho: no estaban tramando nada siniestro. A pesar de la atmósfera amigable en el lugar, Stein reconoció que estas eran órdenes.

—Ella tiene un papel muy importante dentro de todo esto, pero cuento con que serás imparcial —le imploró Shinigami-sama.

A fin de cuentas no actuaría el rol de un padre, sino el de un asistente. Tan solo un año atrás la idea no lo habría perturbado tanto. Las personas eran sacos de carne, y el cerebro era un órgano más del montón. Pero ese tipo de pensamientos facilitaban que sucumbiera a la locura.

—Te funciona, ¿a que sí? —Shinigami-sama lucía encantado—. ¡Menos mal que llegamos a un arreglo que nos deja satisfechos a todos!

Condenado Spirit y su disposición para complacer a su jefe. Stein supuso que no podían guardarse secretos; se lo comerían vivo.

Ahora le correspondía a Stein encontrar una manera de compartirle la idea a Marie. No quería sonar inusualmente entusiasta ante sus sueños de jugar a la casita y tampoco quería dejarle ver lo que él se traía entre manos.

A Marie no le hacía nada de gracia que la defraudaran.

...

Notas

Siempre llamo a este fic el "AU de la transfusión sanguínea" aunque ni se trate de un AU. Solamente es un AU porque es un universo alterno en el que la palabra "verdad" estaba grabada en hebreo sobre aquel golem, en vez de tener inglés transliterado a medias. Si FMA lo puede hacer, no veo por qué no incorporarlo aquí también.

Me gusta darle a Crona un conocimiento aproximado de muchas cosas.

Puede que Crona no sepa cómo se deba portar una buena madre, pero puede notar que algo no cuadra con la mamá de Maka. Estuvo bien cómica esa parte del anime.